por Jesús García Blanca
Enero 2003
del Sitio Web
Archivo-PeriodicoCNT
"No hay forma de Poder sobre la gente que pueda ejercerse si no es a
través de la mentira (...) es la mentira y la mentira presentada
como verdad y como objeto de fe lo que ha dado siempre fuerza al
Poder y sigue dándosela hoy día (...) de forma que ¿qué duda os cabe
de que la encargada del mantenimiento de esta mentira es la Ciencia
y que no puede declararse inocente de nada?"
Agustín García Calvo
Transcripción de su intervención en la mesa
redonda "Ciencia: pro y contra", celebrada el 15 de noviembre de
1994 en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
LOS HEREDEROS DE COMTE
Los católicos quemaron a
Giordano Bruno. Los protestantes hicieron
lo propio con
Miguel Servet.
Eran los últimos coletazos de poder de
un aparato represivo en decadencia. Otra fuente de verdades y
certezas comenzaba a tomar el relevo. Y el profeta del positivismo,
Aguste Comte, reclamaba el método científico como la
única fuente de
dogmas para esa nueva "religión científica de la humanidad" que
rescataría a Occidente del "caos y la anarquía".
Ciento cincuenta años después, la Ciencia se ha investido de los
mismos poderes que acabaron con Bruno y Servet. Tal y como quiso Comte, es la única fuente de dogmas indiscutidos.
Y el mecanismo
fundamental por el que se da a conocer la palabra revelada de la
nueva religión son las publicaciones científicas.
UN PROBLEMA ESTRUCTURAL
Estudios publicados por las propias revistas científicas,
declaraciones de sus editores y un análisis de sus relaciones con la
Industria Farmacéutica permiten concluir que la manipulación y
falsificación de datos, la censura a través del
peer review
y las
perversiones metodológicas y morales, no son hechos puntuales
protagonizados por tal o cual persona deshonesta, sino un problema
estructural derivado de la función de la Ciencia como sostenedora
del Poder.
La evidencia es aplastante:
Estudio publicado en el Journal of the American Medical Association
(JAMA) por el Dr. Jim Nuovo:
revisados 359 estudios sobre nuevos
medicamentos publicados entre 1989 y 1998 en revistas consideradas
como prestigiosas - la misma JAMA, The New England Journal of
Medicine, The Lancet, The British Medical Journal and Annals of
Internal Medicine - tan sólo 26 de ellos habían publicado
estadísticas que realmente recogieran los efectos de los
tratamientos en los pacientes.
Es decir, 333 estudios mentían o
falseaban datos.
Estudio publicado en JAMA por Lisa M. Schwartz y Steven Woloshin:
analizados los comunicados de prensa de seis números consecutivos de
las revistas The Lancet, British Medical Journal y JAMA - en total
127 comunicados - los autores concluyen que las revistas escriben "frecuentemente"
exageraciones y ocultan datos. Significativamente, sólo un 22%
menciona la financiación por parte de la industria farmacéutica.
Estudio de Wolins (ver Creation Research Society Quarterly, Vol.
21(2) 89-91. septiembre de 1984):
se pidieron a 37 autores de
artículos de psicología los datos que habían utilizado como base de
sus estudios.
De los 32 que contestaron, 21 lo hicieron para
informar que,
"desafortunadamente sus datos habían quedado
traspapelados, se habían perdido o habían sido involuntariamente
destruidos".
De los 9 conjuntos de datos que fueron enviados, 3
contenían graves errores en sus estadísticas.
Broad y Wade (en "Betrayers of the Truth". New York, NY: Simon and
Schuster, 1982) analizan varios estudios que demuestran la falta
absoluta de criterio a la hora de recomendar artículos para su
publicación.
En uno de ellos se utilizaron artículos "de alta
calidad" ya publicados, y se volvieron a enviar a las revistas que
los habían publicado cambiando los nombres de los autores:
sólo dos
de ellos fueron aceptados; el resto fueron rechazados por los mismos
editores que los habían publicado tres años antes.
Declaraciones del editor de una de las más importantes revistas
científicas del mundo:
El editor de The British Medical Journal (BMJ), acaba de realizar
una de las declaraciones más duras que puede recibir la comunidad
científica:
«El fraude de las investigaciones clínicas es como el
abuso infantil. Una vez que se reconoce que existe se empieza a
observar lo frecuente que es».
Richard Smith pronunciaba estas
palabras durante la celebración reciente del Primer Congreso
Internacional de Medicina de Hong Kong.
El editor del BMJ insistió
en que tanto los métodos de detección, de investigación, como las
conclusiones de los ensayos clínicos, son deshonestos y «absolutamente
inadecuados», declaró Richard Smith.
Los casos de fraude incluyen la
fabricación de datos o la invención completa de los mismos. Este
experto insistió en la necesidad de que las instituciones creen
mecanismos para evitar esta conducta poco ética.
(El Fraude de los
estudios científicos. Mundo, 13-12-98. Patricia Matey).
"Muchos ensayos son demasiado cortos para ser relevantes, y muchos
estudios publicados recogen los resultados positivos - hay una gran
cantidad de evidencia negativa que nunca ve la luz del día".
Hablando en la conferencia anual del Real Colegio de Psiquiatras, el
profesor [Richard Smith] dijo que muchos artículos científicos se
contradicen entre sí y es casi imposible averiguar cuáles son los
correctos.
Muy pocos doctores visitan bibliotecas médicas, añadió, y
los libros y revistas médicos son "herramientas de información muy
primitivas" y de uso reducido durante las consultas. Fue también muy
crítico con el sistema de "peer review" el cual es utilizado para
vetar.
(Medical Studies mostly rubbish. Medical Observer 24/7/98.
Andy Whyman).
Así es como funcionan las "prestigiosas" revistas científicas.
Teniendo en cuenta que la Industria Farmacéutica controla la inmensa
mayoría de publicaciones especializadas y revistas de divulgación
científica, financia proyectos de investigación, concede becas,
subvenciones y empleos... y finalmente influye poderosamente en los
medios de masas, ¿qué otra cosa se podía esperar?
La recomendación de Einstein - "lo importante es no dejar nunca de
cuestionar" - o las lecciones de rigor y honestidad de Niels Bohr o
Erwin Schrödinger parecen enterradas definitivamente por una ciencia
cuyo motor fundamental no es, como escribe Galimberti,
"la voluntad
de saber, sino la voluntad de dominar",
...y ello mediante
procedimientos refinados de censura de los cuales es especialmente
significativo el sistema de revisión por pares o peer review que
garantiza desde el anonimato la perpetuación de
una élite al
servicio del poder, el control del reparto de fondos y la
administración de credibilidad ante una cada vez más indefensa
sociedad.
LOS MEDIOS CONSTRUYEN LA REALIDAD
De hecho, las publicaciones científicas no son más que un caso
particular de "Medios de Comunicación de Masas" con sus mismos
mecanismos y objetivos:
El ciudadano medio cree,
-
que lo que lee en los periódicos, oye en la
radio y ve en la televisión es algo real
-
que realmente provocar una
matanza en Irak es legitimo y se hace para proteger la democracia,
la libertad y la paz
-
que realmente en Palestina existen soldados
luchando contra terroristas
-
que realmente se prohíben partidos
políticos para defender la democracia,
...y así sucesivamente.
De la misma forma y por los mismos motivos, el lector medio de las
publicaciones científicas cree,
-
que lo que publican es real
-
que el
desciframiento del genoma humano permitirá erradicar las
enfermedades y fabricar seres a la carta
-
que
las vacunas han
servido para acabar con las enfermedades contagiosas
-
que hay un "VIH"
que se dedica a matar las defensas de millones de personas (aunque
no se sepa cómo)
-
que la única solución es atiborrarlas de
productos químicos cada vez más agresivos, que son proporcionados
por las benefactoras de la humanidad -
las multinacionales
farmacéuticas - que pagan a quiénes los desarrollan, fabrican,
recetan y publicitan
LA CATÁSTROFE DE LA RESPONSABILIDAD
¿Qué sucedería si el ciudadano de a pie se hiciera consciente, de
repente, de que la información que recibe no es la verdad, toda la
verdad y nada más que la verdad, sino que está elaborada
por quiénes
controlan los medios de comunicación?
¿Qué sucedería si decidiera
darse por enterado de que existen informadores honestos e
independientes, que ofrecen análisis e información alternativa?
Sencillamente: sería una catástrofe. Le sería imposible soportar el
peso de la responsabilidad que supone tener que decidir:
¿Será
Chávez un dictador amigo de terroristas o uno de los pocos que se
atreven a enfrentarse al Imperio? ¿Estará Sadam preparando la
destrucción de Occidente en arsenales secretos, bajo las arenas de
Mesopotamia, o será petróleo lo que busca Bush junior en el subsuelo
iraquí?
Etcétera...
Y de la misma forma:
¿Qué sucedería si el médico de a pie se hiciera
consciente de repente de que la información que recibe no es la
verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, sino que está
elaborada por quiénes controlan esas revistas - que en muchos casos
son los mismos que controlan el resto de los medios?
¿Qué sucedería
si decidiera darse por enterado de que existen científicos e
investigadores honestos e independientes, que ofrecen análisis y
resultados alternativos?
La catástrofe sería aún mayor por el efecto rebote sobre el resto de
la sociedad, porque a nuestro médico de pueblo le sería igualmente
imposible soportar el peso de la responsabilidad que supone tener
que decidir:
¿Serán GlaxoSmithKline, Abbot, Boehringer Ingelheim,
Roche y demás, benefactoras de la Humanidad, o estaré aterrorizando
a mis pacientes y condenándolos a la enfermedad y a la muerte?
¿Estarán
equivocados los abnegados investigadores que reciben miles de
millones de dólares cada año, publican en las revistas más
prestigiosas y cosechan premios a diestro y siniestro?
Etcétera...
A MAYOR COMPLEJIDAD, MAYOR IMPUNIDAD
Pero tranquilos. De momento no hay peligro.
La capacidad de poner en
duda es inversamente proporcional a la complejidad de la cosa. No se
trata de un problema de conocimiento, sino de confianza en el
especialista - ese ser que cada vez sabe más de menos, y que por
pura lógica terminará sabiéndolo todo de nada.
Las publicaciones científicas cumplen regularmente su misión de
adoctrinamiento de la misma forma que los medios de masas, sólo que
en un nivel superior de complejidad y por ello mismo, con un nivel
superior de impunidad.
Y los médicos de a pie (y el resto de los
profesionales de a pie, cuyo trabajo esté ligado de una u otra forma
a los saberes científicos), se aferran a su fe - a esas "ficciones
necesarias" de las que hablaba Nietzsche - con las mismas patéticas
fuerzas que lo hace el ciudadano de a pie a las encíclicas
televisivas.
RECURSOS EN INTERNET
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