Este
momento, la entrada al nuevo milenio, es un momento sin
precedentes. Hoy tenemos a nuestra disposición muchas cosas que
se habían guardado en secreto durante siglos. Hemos llegado.
Estamos ante la puerta, a punto de dar vuelta a la llave y
entrar.
Hoy en día están aconteciendo cosas extraordinarias con gran
rapidez en el amanecer de la Edad de Oro de la Humanidad, y
nosotros, los nuevos acuarianos, somos privilegiados. Están
saliendo a la luz los misterios que hablan de la verdadera
historia de la humanidad, y parece que estamos
redescubriéndonos, desarrollando nuestras aptitudes y
posibilidades como futuros pioneros de nuevos mundos en el
espacio. Y si bien los nuevos y apasionantes avances de la
ciencia y la arqueología son en general mas fáciles de aceptar
que aquellos de la metafísica, ello no supone que necesariamente
tengan mayor relevancia ni tampoco que haya una separación entre
ellos, como estamos descubriendo.
No obstante, puesto que la
existencia de voces canalizadas procedentes de la «sexta
dimensión» pone a prueba aun a las mentes mas abiertas, ¿por que
querría someterme a la critica y al ridículo inexorables que
seguramente ocasionaría afirmando que la autoría de este libro
pertenece a «extraterrestres» de otros mundos?
No piense el lector que no me he hecho esta pregunta una y mil
veces en el transcurso de este año, mientras observaba como
estas enseñanzas iban adquiriendo forma en la palabra escrita.
En definitiva, confío en la integridad de la obra y en la
intención que la secunda. Asimismo, es mi parecer que el
contenido de este material llegara a los demás como la verdad
que ya saben en su fuero interno, brindando esperanza y poder a
quienes lean estas paginas.
Por añadidura, me sigo preguntando:
¿por que es mas difícil creer que un ser humano pueda captar y
registrar ondas de pensamiento, que aceptar que una radio pueda
captar y difundir ondas radiales?
Después del sobresalto, la curiosidad y el escepticismo
iniciales de mi primera experiencia de trascripción de los
mensajes de los Emisarios del Consejo de Sirio, me di cuenta de
que no es mas misterioso que entrar en sintonía con otra
frecuencia, con otra estación, por así decirlo. Sea cual sea la
razón, parece ser que mis antenas captan una banda de
pensamiento de transmisiones cósmicas que llegan a mi mente como
las ondas radiales a un equipo estereofónico.
En definitiva, es un proceso simple
y natural.
Los animales también lo hacen; tan
solo carecen de nuestra capacidad de comunicar sus percepciones
en forma verbal. Nosotros, la raza humana, somos capaces de
recibir y transmitir pensamientos en muchos niveles, y tenemos
el don de transformar dichos impulsos en palabras. Podemos
comunicarnos entre nosotros por medio de di-versas bandas de
frecuencia y, así mismo, poseemos la capacidad de comunicarnos
—y lo hacemos— con seres situados en otros pianos de conciencia.
¡Olvidamos con demasiada frecuencia
lo verdaderamente excepcionales que somos!
Mi labor con los Emisarios siempre ha tenido lugar en las horas
antes del amanecer, cuando la interferencia de los campos de
ondas electromagnéticas circulantes se halla en su flujo mas
bajo, y la claridad de los canales es optima. Esto, según se me
ha dicho, constituye la «hora violeta» de
Gaia y, por
ende, desde los primeros días de las transcripciones de El
Cosmos del Alma, he debido hacer ajustes en mi vida a fin de
incorporar el madrugador reloj despertador galáctico: un sonido
similar al de la sintonización de una emisora de radio.
Los mensajes comenzaban poco después
de la aparición de esta interferencia estática en mi sueño. Me
despertaban suavemente de mis mas profundos estados de sueno,
iba a la cocina a tientas, ponía la cafetera, me dirigía al
cuarto de la computadora y observaba al teclado cobrar vida con
la obra que el lector tiene en sus manos.
La cafetera sigue encendida sin descanso, y otros proyectos han
pasado al olvido en vista de que los Emisarios continúan
transmitiendo su mensaje. Un segundo libro, Atlantis Rising,
esta emergiendo del proceso. Sigo añorando una noche entera de
sueño ininterrumpido, pero hoy en día me encuentro tan perpleja
y entusiasmada como lo estaba la primera vez que hice contacto,
y estoy «eternamente» agradecida de formar parte del proceso que
trae estas enseñanzas —sus enseñanzas— al mundo.
En verdad, he estado comunicándome conscientemente con seres del
espíritu desde tiempos tan lejanos de mi niñez como me es
posible recordar, pero solo recientemente establecí la conexión.
Cuando era niña, muchas veces me encontraba en medio del
parpadeo de extrañas luces que anidaban en las hojas de los
árboles de nuestro jardín; sin duda el tipo de cosas de las que
no habla un niño.
Mi madre solía preguntarse como me
las arreglaba para entretenerme sola durante tantas horas. No
se imaginaba que me acompañaba un reparto de amorosos espíritus
guía que me enseñaban a través de los juegos. No me imaginaba
que estos serían tan solo los comienzos del contacto con seres extradimensionales que habrían de guiar mi ruta durante los anos
por venir.
Ha sido una través fa maravillosa, sirviendo y aprendiendo de
guías por demás brillantes, seres multidimensionales de gran
compasión y sabiduría. Su mensaje es un llamado a la humanidad
para que despierte, destinado a aquellos de nosotros que nos
atrevemos a salir del molde de lo convencional.
Es para quienes cuestionamos y
buscamos, percibiendo nuestro rumbo desde el corazón, reclamando
el poder y la luz.
Si el lector es escéptico, como lo era yo, con respecto a las
transmisiones canalizadas procedentes de otros mundos y
dimensiones, recuerde esto: lo que aquí importa es el mensaje,
no el mensajero. Abra espacio en su ser para creer en las
posibilidades, no importa lo remotas que sean ni las
repercusiones que puedan tener. Pruebe nuevas ideas y exprese su
libertad. Al retar sus convicciones, amplía sus horizontes y
abre las puertas de su mente.
Muchas son las voces que ahora nos guían a través de los
portales, a medida que nos internamos muy hondo en nuestra
memoria del futuro.
PATRICIA CORI
Escriba de los
Emisarios
del Sumo Consejo de Sirio
Mayo de 2000