by Noam Chomsky
del Sitio Web
VeaYLea2001
Contenido
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Los Principales Logros de la Política
Exterior Norteamericana
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En casa lavado de cerebro...
-
...Y
en el exterior destrucción
-
El Futuro
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Pocos son los prósperos y muchos los
elegidos
Los Principales Logros
de la Política Exterior Norteamericana
Protegiendo nuestro patio
Las relaciones entre Estados Unidos y el resto
de los países se remontan, lógicamente, al origen de la historia
norteamericana, pero la Segunda Guerra Mundial marcó una línea divisoria
decisiva, de manera que empezaremos en ese punto.
Mientras que la mayoría de nuestros rivales industriales fueron gravemente
debilitados o totalmente destruidos por la guerra, Estados Unidos se
benefició enormemente de ella. Nuestro territorio nunca sufrió un ataque
directo, y al mismo tiempo la producción se multiplicó por tres.
Incluso antes de la guerra, Estados Unidos ya era de lejos la primera
potencia industrial del planeta, y lo era desde principios de siglo. Poseía
el 50% de la riqueza mundial y controlaba ambas orillas de ambos océanos.
Nunca había habido una potencia tan poderosa y con tal control del mundo.
La elite que dictaba la política norteamericana era consciente de que el
nuevo EEUU que surgiría de la Guerra se iba a convertir en la primera
potencia global del planeta, y ya durante la guerra e inmediatamente después
de ella planificaron cuidadosamente el diseño del paisaje de la posguerra.
Ya que estamos en una sociedad abierta, podemos estudiar sus planes, que,
por otra parte, eran claros y diáfanos.
Los políticos norteamericanos, desde los del Departamento de Estado a los
del Consejo de Política Exterior -uno de los canales de mayor influencia de
los intereses económicos en la determinación de la política exterior-,
estaban de acuerdo en que el dominio de Estados Unidos debía mantenerse.
Pero había un amplio espectro de opiniones diversas sobre como conseguirlo.
En un extremo tenemos documentos como el Memorándum nº 68 del Consejo de
Seguridad Nacional de 1950. En él se desarrollan las ideas del secretario de
Estado Dean Acheson y fue redactado por Paul Nitze, un personaje aún
presente en la política. Fue uno de los negociadores del Tratado sobre el
Control Armamenfistico auspiciado por Reagan. El documento nº 68 clamaba por
una «estrategia de reducción de precios» que «sembrara las semillas de la
destrucción dentro del sistema soviético», de manera que pudiera negociarse
un acuerdo en nuestros propios términos «con la Unión Soviética o con el
Estado o Estados que la sucedieran».
La política recomendada por el documento 68 podría requerir «sacrificios y
disciplina» en el mismo Estados Unidos, es decir, grandes gastos militares y
severas restricciones, a su vez, en gastos sociales. También sería necesario
acabar con el «exceso de tolerancia» que permite cierto grado de disensión
interna.
Este tipo de política consiguió buenos resultados. En 1949 el espionaje
norteamericano en la Europa Oriental era dirigido por Reinhard Gehien, que
anteriormente había encabezado el servicio de inteligencia nazi en el frente
oriental. Esta red formaba parte de la alianza nazi-norteamericana que
rápidamente absorbió a muchos de los peores criminales de guerra, y que
extendió el campo de sus operaciones a Latinoamérica y al resto del mundo.
Sus operaciones incluían un «ejército secreto» potenciado por la alianza
anteriormente aludida, que facilitó armas y agentes a pequeños ejércitos
creados por Hitler, que seguían operando dentro de la Unión Soviética y de
los países de Europa Oriental, durante los primeros años de la década de los
cincuenta. (Este asunto es bien conocido en EEUU, pero considerado
insignificante, aunque habría que ver las ampollas que hubiera levantado el
hecho, por poner un ejemplo, de que la Unión Soviética hubiera proporcionado
armas y agentes a un ejército creado por Hitier en las montañas Rocosas).
El polo opuesto liberal
El documento nº 68 constituía un extremo de la política de posguerra y se
debe recordar que no fue sólo algo teórico, gran parte de sus postulados
fueron llevados a cabo.
Echemos ahora una mirada al otro polo, a las palomas.
El personaje más sobresaliente de este grupo era, sin duda, George Kennan,
quien encabezaba el equipo de analistas del Departamento de Estado hasta
1950, fecha en que fue reemplazado por Nitze. El departamento de Kennan fue
el responsable de la red de espionaje de Gehlen.
Kennan era uno de los consejeros más lúcidos e inteligentes de todo el país,
y una figura puntera entre los diseñadores de la política de posguerra. Sus
escritos son extremadamente interesantes e ilustran perfectamente las
posiciones del grupo de palomas.
Uno de los documentos más interesantes para
comprender en su totalidad la política de EEUU es el Estudio sobre
Planificación Política nº 23, escrito por Kennan para el Departamento de
Estado en 1948. He aquí algo de lo que en él se decía:
« ... tenemos alrededor del 50% de la riqueza mundial pero sólo un ó,3% de
su población ... Con esta situación no podemos evitar ser objeto de envidias
y resentimientos. La tarea realmente importante para el próximo período es
elaborar un modelo de relaciones que nos permita mantener esta posición de
desigualdad... Para conseguirlo tenemos que prescindir de todo tipo de
sentimentalismos y utopías; nuestra atención tiene que concentrarse en
nuestros intereses nacionales más inmediatos. Debemos dejar de hablar de
objetivos vagos e írreales como los derechos humanos, el aumento de la
calidad de vida, y la democratización. No está lejos el día en que tengamos
que batimos por conceptos realmente Importantes. Cuanto menos estemos atados
por consignas idealistas, mejor».
El documento nº 23 era, por supuesto, secreto. Para contentar a la opinión
pública era necesario airear «consignas idealistas», (como ahora se hace
constantemente), pero en ese documento los receptores eran otros.
Siguiendo esa misma línea, en una breve charla dirigida a los embajadores
estadounidenses en latinoamérica en 1950, Kennan observó que uno de los
principales objetivos de la política exterior norteamericana debía ser «la
protección de nuestras materias primas» (por supuesto en América Latina).
Debemos combatir la peligrosa herejía, que según informaba la inteligencia
norteamericana se estaba extendiendo por toda Latinoamérica, de que «un
gobierno era responsable del bienestar de sus ciudadanos».
Los analistas norteamericanos tildaban tal idea de comunismo, sin importar
qué grupos la enunciaran. Podían ser grupos de la iglesia de base o
cualquier otro, pero si sostenían esa herejía eran comunistas.
Este enfoque se mantenía también de forma pública. Por ejemplo, una serie de
altos estudios sostenía, en 1955, que la amenaza real del comunismo, (en
realidad el verdadero sentido del término «comunismo») era su rechazo a
ejercer su papel social, es decir, «complementar la política industrial de
Occidente».
Kennan explicaba detalladamente los medios que se tenían que usar con los
enemigos que sostenían semejantes herejías:
«La respuesta final puede ser desagradable, pero... no debemos vacilar ante
la represión que ejerza un gobierno local. No es vergonzoso, ya que los
comunistas son esencialmente traidores ... es mejor tener un régimen fuerte
en el poder que un gobierno liberal que sea indulgente y blando e infiltrado
por los comunistas».
Este tipo de política no comenzó con liberales de posguerra como Kennan.
Como apuntó el secretario de Estado de Woodrow Wiison 30 años antes, el
verdadero sentido de la doctrina Monroe era que «Estados Unidos considerara
sus verdaderos intereses. La integridad de las otras naciones americanas es
puramente accidental, no un fin en sí mismo». Wiison, el gran apóstol de la
autodeterminación, afirmaba que ese argumento era incontestable, aunque
fuera poco «político» presentarlo en público.
Wiison no sólo pensaba así, sino que también actuaba de la misma forma
invadiendo Haiti y la República Dominicana, donde los soldados asesinaron y
masacraron a la población, destruyeron el sistema político, y dejaron el
control total de la situación en manos de las corporaciones norteamericanas,
allanando el camino de dictaduras brutales y corruptas.
La «Gran Zona»
Durante la 1ª Guerra Mundial grupos de analistas del Departamento de Estado
y del Consejo de Relaciones Exteriores desarrollaron diversos planes para la
posguerra en términos de lo que ellos denominaron la «Gran Zona», que debía
estar subordinada a las necesidades de la economía norteamericana.
La «Gran Zona» incluiría el hemisferio occidental, Europa Occidental,
Extremo Oriente, el anterior Imperio Británico, que ahora estaba siendo
desmantelado, las inconmensurables riquezas de Oriente Medio, que estaba
pasando de manos francesas y británicas a norteamericanas, el resto del
Tercer Mundo, y si era posible el globo entero. Estos planes iban
implementándose donde la coyuntura lo permitía.
A cada parte del nuevo mundo se le asignaba una función específica. los
países industriales debían ser guiados por los grandes fabricantes, Alemania
y Japón, que ya habían demostrado su capacidad durante la guerra, y ahora
trabajarían bajo supervisión norteamericana.
El Tercer Mundo «quedaría destinado a suministrar materías primas y a servir
como mercado» a las compañías capitalistas, tal y como se señalaba en un
memorandum del Departamento de Estado de 1949. Debía ser «explotado», según
las propias palabras de Kennan, con el fin de reconstruir Europa y Japón. la
referencia exacta es al sudeste asiático y a África, pero el objetivo es
general.
Kennan incluso sugería que Europa recibiría un empujón psicológico
proporcionado por la «explotación» de África. Naturalmente nadie sugería que
África pudiera «explotar» a Europa para su propia reconstrucción. Estos
documentos, ahora secretos desclasificados, son leídos por estudiosos que no
encuentran en ellos nada extraño o chocante.
La guerra de Vietnam surgió de la necesidad de asegurar este papel
secundario. los nacionalistas vietnamitas no querían aceptarlo, y tuvieron
que ser aplastados. la amenaza no consisria en que fueran a conquistar a
alguien, sino que podrían establecer un peligroso precedente, y un ejemplo a
seguir de independencia nacional que podría contagiar a otros países de la
zona.
El gobierno estadounidense tenía dos papeles principales que seguir. El
primero consisria en asegurar los dominios de la «Gran Zona». Para ello
requería una postura intimidatoria de envergadura, de manera que se
asegurase que nadie iba a entorpecer su taréa, lo que explica que haya
habido una verdadera carrera nuclear.
El segundo consistia en asegurarse un sólido apoyo público para la industria
de alta tecnología. Debido a varias razones, el método elegido fue, en gran
parte, el aumento de gastos militares.
El libre comercio es un argumento magnífico para airear en departamentos
económicos o para los periódicos, pero nadie en el mundo de las empresas o
en el gobierno se lo toma en serio. Los sectores de la economía
norteamericana que pueden competir internacionalmente, son sobre todo, los
subvencionados: la agricultura intensiva en manos del gran capital (la agro-industria,
como se la denomina), los productos de alta tecnología, los farmacéuticos,
la biotecnología, etc.
Esto mismo sirve para otras sociedades industriales. El gobierno apoya con
dinero público la investigación y desarrollo y garantiza, fundamentalmente a
través de la industria militar, un amplio mercado para la producción. Si se
obtienen beneficios y se puede aprovechar para otros mercados se traspasa al
sector privado. Este sistema de subsidios públicos y beneficios privados es
denominado libre empresa.
Restaurar el orden tradicional
Los diseñadores de la política de posguerra como Kennan pronto se dieron
cuenta que era vital para los intereses de las sociedades capitalistas
norteamericanas, reconstruir el resto de las sociedades industriales
occidentales dañadas por la guerra, de manera que pudiesen importar
productos manufacturados norteamericanos, y que constituyesen atrayentes
focos de inversión. (Estoy contando a los japoneses como occidentales,
siguiendo la convención sudafricana de tratar a los japoneses como «blancos
honorarios»). Pero era crucial reconstruir esas sociedades de forma
específica.
Tenía que ser restablecido el orden tradicional de la derecha, con una clase
dominante industrial y financiera, los sindicatos divididos y debilitados, y
con la pesada tarea de la reconstrucción descansando sóiidamente en los
hombros de la clase trabajadora y de los pobres.
El mayor impedimento consisfia en la resistencia antifascista, de manera que
fue suprimida y sustituida por fascistas y colaboradores de los nazis en
todo el mundo. A veces este proceso requería utilizar una gran violencia,
pero otras veces podía llevarse a cabo con medidas más suaves, como
desvirtuar elecciones o retener alimentos desesperadamente necesitados. (En
realidad este hecho debeeio figurar en el primer capítulo de cualquier
historia honesta de la posguerra, pero en realidad ni siquiera se discute).
El modelo fue establecido en 1942 cuando el presidente Roosevelt nombró a un
almirante francés, Jean Darian, gobernador general de todo el norte de la
Áírica francesa. Darian fue un sobresaliente colaborador de los nazis, y el
autor de varias leyes antisemitas promulgadas por el Gobierno de Vichy, el
gobierno ritere de los nazis en Francia.
Pero mucho más importante fue el primer nombramiento en la Europa liberada,
el sur de Italia, donde Estados Unidos, impuso un gobierno de extrema
derecha liderado por el héroe de guerra fascista el mariscal de Campo
Badoglio, y por el rey Víctor Emmanuel III, también colaborador de los
fascistas.
Los analistas norteamericanos reconocieron que la «amenaza» en Europa no
consisfia en una posible agresión soviética, (que analistas serios como
Dwight Eisenhower no preveían) sino en la alianza de trabajadores y
campesinos forjada en la lucha antifascista, con sus ideas democráticas y
radicales, y en el papel político e influjo de los partidos comunistas.
Para prevenir un colapso económico que pudiera debilitar la influencia
norteamericana, y para reconstruir las economías capitalistas de los países
de la Europa Occidental, Estados Unidos diseñó el Plan Marshall, que destinó
a Europa más de 12.000 millones de dóiares en subvenciones y cargas entre
1948 y 1951, fondos que se usaron para pagar un tercio de las exportaciones
norteamericanas a Europa en el año clave de 1949.
En Italia el movimiento unitario de trabajadores y campesinos liderados por
el Partido Comunista, había derrotado a seis divisiones alemanas y había
liberado todo el norte del país. Conforme se consolidaba el avance del
Ejército norteamericano, se dispersaba a las tropas antifascistas y se iba
restaurando las estructuras báisicas del régimen fascista de antes de la
guerra.
Italia ha sido una de las zonas más importantes de subversión de la CIA
desde que ésta fue fundada. La agencia tuvo mucho que ver en las cruciales
elecciones de 1 948, cuando los comunistas arrancaron una importante parcela
de poder legal. Se usaron una amplia gama de técnicas, incluidas las que
significaban una restauración de los métodos de la policía fascista, la
ruptura forzada de los sindicatos y los cortes en los suministros de
alimentos. De cualquier forma no quedaba claro que los comunistas fueran a
ser derrotados.
El primer memorándum del Consejo Nacional de Seguridad, NSC nº 1,
especificaba un número de acciones que EEUU podría llevar a cabo si los
comunistas ganaban. Una de las alternativas contempladas era una
intervención armada mediante ayudas a un ejército secreto que operaría en el
país.
Algunas personas, especialmente George Kennan, defendía una intervención
armada antes de las elecciones, para no correr riesgos. Pero otras se
encargaron de convencerle de que los métodos subversivos eran más eficaces,
lo que a la postre se mostró correcto.
En Grecia las tropas britáinicas entraron cuando los alemanes se habían
retirado. Impusieron un régimen corrupto que provocó una reacción de la
Resistencia y Gran Bretaña, ya en su dedinar de posguerra, fue incapaz de
mantener la situación bajo control. En 1947 Estados Unidos se trasladó a ese
escenario y apoyó una guerra que costó 160.000 muertos.
Esta guerra estuvo aderezada con torturas y el exilio de decenas de miles de
griegos, y con lo que denominamos «campos de reeducación» para otras decenas
de miles, la destrucción sistemática de los sindicatos y de cualquier
posibilidad de establecimiento de partidos políticos independientes.
Situó sólidamente el país en manos de inversores estadounidenses y de
hombres de negocios locales, mientras gran parte de la población tuvo que
emigrar para sobrevivir. Entre los beneficiarios se encontraban
colaboradores de los nazis, mientras que las principales víctimas fueron los
trabajadores y los campesinos de la resistencia anti-nazi liderada
fundamentalmente por el Partido Comunista.
Nuestra triunfal defensa de Grecia contra su propia población supuso el
establecimiento de un modelo más tarde usado en la guerra de Vietnam, como
Adiai Stevenson se encargó de explicar en las Naciones Unidas en 1964. los
consejeros de Reagan usaron exactamente el mismo modelo cuando explicaban la
situación en América Central, y además fue seguido en otras partes del mundo.
En Japón, Washíngton ínició la denominada «vuelta atrás» de 1947 que vino a
acabar con la democratización emprendida por la administración militar del
general MacArthur. la «marcha atrás» suprimió los sindicatos y otras fuerzas
democráticas y deió el país en manos de los elementos corporativos que
habían conducido a Japón al fascismo: un sistema de poder estatal y privado
que aún hoy subsiste.
Cuando las fuerzas norteamericanas entraron en Corea en 1945, dispersaron al
gobierno popular establecido, formado mayoritariamente por antifascistas que
se habían enfrentado a los japoneses, e inauguraron una época de represión
ejercida por policías fascistas japoneses y coreanos que habían colaborado
con ellos. Alrededor de 100.000 personas fueron asesinadas antes de que
estallara la guerra propiamente dicha, incluyendo los 30.000 o 40.000
campesinos muertos durante la represión de una revuelta en la pequeña región
de la isla de Cheiu.
Un golpe de Estado fascista en Colombia, inspirado en el de Franco, produjo
pocas protestas en el gobierno de EEUU. lo mismo sucedió con el de
Venezuela, o con la llegada al poder de un admirador del fascismo en Panamá.
Pero el primer gobierno democrático en la historia de Guatemala, que se
había inspirado en el Nuevo Pacto de Roosevelt, recibió el más agrio
antagonismo de Washington.
En 1954 la CIA diseñó un golpe que convírtió a Guatemala en un infierno.
Esta situación se mantiene hasta nuestros días con el apoyo y la
intervención regular norteamericana, especialmente durante las
administraciones de Kennedy y Johnson.
Otra consecuencia de la represión de la resistencia antifascista fue el
reclutamiento de criminales de guerra como Klaus Barbie, un oficial de las
SS, que había sido jefe de la policía de lyon. Ahí fue donde se ganó su
apodo: el carnicero de lyon. A pesar de que era responsable de innumerables
y odiosos crímenes, el Ejército norteamericano le encargó la tarea de espiar
a los franceses.
Cuando finalmente Barbie fue extraditado a Francia en 1982 para ser juzgado
como criminal de guerra, su utilización como agente fue explicada por el
coronel retirado del Ejército norteamericano Eugene Kolb del Cuerpo de
Contrainteligencia: «las habilidades de Barbie fueron requeridas. Sus
actividades se habían dirigido principalmente contra el llegal Partido
Comunista Francés y contra la resistencia», que constituyeron después el
blanco de la represión de los libertadores estadounidenses.
Ya que EEUU iba recogiendo lo que los nazis dejaban, era perfectamente
plausible emplear especialistas en actividades antisubversivas. Más tarde
cuando se hizo prácticamente imposible proteger a estos útiles camaradas en
Europa, muchos de ellos fueron trasladados sigilosamente a Estados Unidos y
a Latinoamérica, a menudo con la ayuda del Vaticano y de muchos curas
fascistas.
Allí se convirtieron en consejeros militares de las policías diseñadas por
EEUU, a menudo abiertamente, según el modelo del Tercer Reich. También se
convirtieron en traficantes de drogas, de armas, terroristas y en «profesores»
que enseñaban a los campesinos latinoamericanos las técnicas de tortura
creadas por la Gestapo.
Muchos acabaron en América Central, llegando a
establecer un vínculo directo entre los campos de exterminio y los
escuadrones de la muerte, y todo esto gracias a la alianza de posguerra
entre los USA y los SS.
Nuestro compromiso con la democracia
En casi todos los documentos de alto nivel, los planificadores de la
política norteamericana insisten en que la primera amenaza para el nuevo
orden mundial es el nacionalismo del Tercer Mundo, a veces denominado «uitranacionalismo»:
los regímenes nacionalistas que son receptivos «a las demandas populares
para mejorar los bajos niveles de calidad de vida de las masas» y destinar
la producción a satisfacer las necesidades domésticas.
Los principales objetivos son, pues, no se cansan de repetir, evitar que
estos elementos «ultranacionalistas» lleguen al poder, o si por «casualidad»
han llegado a él, desplazarlos e instalar en su lugar gobiernos que
favorezcan las inversiones privadas de capital doméstico o internacional, la
producción destinada a la exportación y el derecho a sacar los beneficios
del país. (Estos objetivos están siempre presentes en los documentos
secretos. Para los políticos son como el aire que respiran).
La oposición a la democracia y a las reformas sociales no son muy populares
en el país de destino. No se pueden forjar alianzas con grandes sectores de
la población, excepto con los pequeños grupos que están directamente
involucrados con sociedades mercantiles norteamericanas o con los beneficios.
EEUU confía en la fuerza y establece alianzas con los militares, «los menos
antinorteamericanos de cualquier grupo político de toda América latina»,
como escribieron los asesores de Kennedy, de manera que se puede confiar en
ellos para aplastar a cualquier grupo indígena que se desmande.
Se puede tolerar alguna reforma social, como en Costa Rica por ejemplo, sólo
si se suprimen los derechos laborales y si se preserva un clima favorable a
las inversiones extranjeras. De esta manera al Gobierno de Costa Rica se le
ha permitido llevar a cabo ciertas reformas sociales, respetando estos dos
cruciales imperativos.
Otro problema incansablemente repetido en los documentos secretos es el
excesivo liberalismo de los países del Tercer Mundo. (Esto constituye un
verdadero problema en América latina, donde los gobiernos no están
suficientemente comprometidos en el control del pensamiento y en las
restricciones de viajes a particulares, y donde el régimen jurídico es tan
deficiente que necesita pruebas y evidencias para condenar los crímenes).
Contra esta situación se dirigen los constantes lamentos de la
administración Kennedy, ya que los documentos secretos aún no han sido «abiertos».
los liberales de este período estaban ansiosos por frenar los excesos
democráticos que daban pie a la «subversión», lo que significaba que se
permiria a la gente pensar ideas «equivocadas».
Estados Unidos no era, sin embargo, ajeno a sentimientos de compasión con
los pobres. A mediados de la década de los cincuenta, por ejemplo, nuestro
embajador en Costa Rica recomendaba que la United Fruit Company, que
prácticamente gobernaba Costa Rica, introdujera «un relativamente simple y
superficial interés humano por las condiciones de los trabajadores, que
podría tener un gran efecto psicológico».
El secretario de Estado, John Foster Dulles, estaba de acuerdo con esa
política y le comentó al presidente Eisenhower que para mantener tranquilos
a los latinoamericanos «es preciso darles una palmadita de vez en cuando, y
hacerles creer que te gustan».
Es debido a todas estas circunstancias que la política de EEUU en el Tercer
Mundo es tan fácil de entender. Nos oponemos eontalmente a la democracia si
sus resultados no pueden ser controlados. El problema con las verdaderas
democracias es que caen fácilmente en la herejía de que los gobiernos deben
satisfacer las necesidades de su pueblo y no las de los inversores
norteamericanos.
Un estudio sobre relaciones interamericanas del Royal instituto oí
Internacional Agaires en Londres concluye que, mientras EEUU defiende
verbalmente la democracia, el compromiso real es «con el capital privado y
las empresas». Cuando los derechos de los inversores están amenazados, la
democracia se puede olvidar; si esos derechos están salvaguardados se
justifica la labor de los torturadores y los asesinos.
Gobiernos parlamentarios han sido barridos o derrocados, con el apoyo o
intervención directa de EEUU: en Irán en 1953, en Guatemala en 1954, (y en
1963 cuando Kennedy respaldó un golpe militar destinado a impedir el retorno
a la democracia), en la República Dominicana en 1963 y 1965, en Brasil en
19ó4, en Chile en 1973 y en muchos más lugares y ocasiones, en El Salvador y
en otras partes del globo.
los métodos no son muy agradables. lo que la «contra», sufragada por EEUU,
hizo en Nicaragua, nuestros terroristas en El Salvador o en Guatemala, no
son sóIo crímenes ordinarios. Un elemento común es la tortura brutal y
sádica, el arrojar niños contra las piedras, colgar a las mujeres por los
pies y cortarles los pechos, arrancar la piel de su cara de manera que
murieran desangradas, cortar las manos de las personas y exhibirlas clavadas
en estacas. El objetivo es machacar la independencia nacional y a las
fuerzas populares que pudieran establecer una
La amenaza del buen ejemplo
Ningún país está libre de este tratamiento, no importa cuan poco importante
sea. De hecho, son los países más débiles, y los más pobres los que a menudo
despiertan la más grande histeria.
Tomen Laos en los 1960s, probablemente el país más pobre en el mundo. La
mayoría de la gente que vivía allí siquiera sabían que había semejante cosa
llamada Laos; ellos solo sabían que tenían una pequeña aldea y que había
otra pequeña aldea cerca de allí.
Pero tan pronto hubo un tipo muy bajo de revolución social comenzando a
desarrollarse allí, Washington subordinó a Laos a un sangriento "bombardeo
secreto" virtualmente exterminando vastos territorios en operaciones que, se
ha admitido, no tenían nada que ver con la guerra que los EE.UU. llevaba
adelante en Vietnam del sur.
Granada tiene 100.000 que produce una pequeña nuez moscada, y difícilmente
puedas encontrarla en el mapa. Pero cuando Granada comenzó a experimentar
una moderada revolución social, Washington rápidamente se movió para
destruir la amenaza.
Desde la Revolución Bolchevique de 1917 hasta el colapso de los gobiernos
Comunistas en el Este Europeo en los finales de 1980, fue posible justificar
todo ataque Norteamericano como una defensa contra la amenaza Soviética. Así,
cuando los Estados Unidos invadieron Granada en 1983, el presidente de la
junta de jefes del Estado Mayor explicó que, en el eventual caso de un
ataque Soviético a la Europa occidental, una Granada hostil puede poner en
entredicho el abastecimiento de petróleo desde el Caribe a la Europa
occidental y no queremos estar incapacitados para defender a nuestros
aliados rodeados militarmente. Ahora esto suena cómico, pero este tipo de
historias ayudan a movilizar el apoyo público a la agresión, el terror y la
subversión.
El ataque contra Nicaragua fue justificado por la demanda de quienes
argumentaban “si nosotros no “los detenemos" allí, ellos estarán
próximamente en la frontera de Harlingen, Texas-solo a dos días en auto de
distancia”. (Para personas educadas, hubo variantes más sofisticadas, solo
un poco más verosímiles.)
Tan distante como al comercio Americano le concierne, Nicaragua podría
desaparecer y nadie se enteraría. La misma verdad vale para El Salvador.
Pero ambos fueron sometidos a agresiones homicidas por los EE.UU., al costo
de cientos de miles de vidas y varios billones de dólares.
Hay una razón para esto. Mientras más débil y pobre sea el país, más
peligroso es como ejemplo. Si un país pequeño, pobre como Granada puede
prosperar dando una vida mejor a su pueblo, algún otro lugar con mayores
recursos se preguntará "por que nosotros no?"
Esto fue cierto en Indochina, la cual es bastante grande y tiene muchos
recursos significantes. A pesar de que Eisenhower y sus asesores
discursearon bastante acerca del arroz y el estaño y el caucho, el miedo
real es que si el pueblo Indochino lograban la independencia y la justicia,
el pueblo de Tailandia querrá emularlo, y si esto funciona, lo probarán en
Malasia, y pronto en Indonesia perseguirán el camino de la independencia, y
luego un área significante de la Gran Área se habrá perdido.
Si quieres un sistema global que esté subordinado a las necesidades de los
inversores estadounidenses, no puedes dejar piezas a su propia suerte. Es
impresionante como claramente esto esta establecido en los registros
documentales- e incluso en registros públicos en algunas ocasiones. Tomen
Chile bajo Allende.
Chile es un sitio bastante grande, con vastos recursos naturales, pero de
vuelta, los EE.UU. no iban a colapsar si Chile se volvía independiente. Por
que nos concierne tanto esto? Acorde a Kissinger, Chile era un "virus" que
podría "infectar" la región con efectos incluso hasta en la misma Italia.
A pesar de 40 años de subversión por parte de la CIA, Italia todavía tenía
un movimiento trabajador. Ver un gobierno socialdemócrata triunfando en
Chile podría producir un mensaje equivocado en los votantes italianos.
Supone que ellos adquirirán extrañas ideas acerca de tomar el poder de su
propio país y revivirán el movimiento trabajador que la CIA menoscabó en los
´40.
Los planeadores de la Secretaria de Estado Dean Acheson en los ´40 hasta el
presente han alarmado que "una manzana podrida puede desechar el barril
completo." El peligro de aquella "putrefacción"-desarrollo social y
económico- puede dispersarse.
Esta teoría de la manzana podrida es llamada la teoría del dominó para el
consumo público. La versión usada para atemorizar al publico tiene a Ho Chi
Minh en una canoa y desembarcando en California, y así continua. Quizás
algunos lideres estadounidenses crean este sin sentido- es posible-pero los
planeadores racionales ciertamente no lo creen. Ellos entienden que la
verdadera amenaza es el "buen ejemplo."
En ocasiones el punto es explicado con gran claridad. Cuando los EE.UU.
estaban planeando el derrocamiento de la democracia Guatemalteca en 1954, un
oficial del Departamento de Estado expuso que "Guatemala se ha convertido en
una creciente amenaza a la estabilidad de Honduras y El Salvador. Su reforma
agraria es una poderosa arma propagandística: Su amplio programa social de
adherir a los trabajadores y campesinos en una victoriosa lucha contra las
clases altas y grandes compañías extranjeras tenían un fuerte atractivo para
las poblaciones de América Central vecinas que se encuentran en condiciones
similares de dominio."
En otras palabras, lo que EE.UU. quiere es "estabilidad," siempre que esta
signifique seguridad para las "clases altas y grandes compañías extranjeras."
Si eso puede lograrse dentro de los parámetros formales democráticos, mejor.
Si no, la "amenaza a la estabilidad" dada por el buen ejemplo tendrá que ser
destruida antes que el virus infecte a otros.
Este es el por que incluso el más pequeño “manchón” es mostrado como una
amenaza, y quizás deba ser aplastado.
El mundo tripolar
Desde principios de la década de los setenta el mundo ha sido empujado a lo
que se ha dado en llamar tripolarismo o trilateralismo, tres grandes bloques
económicos que compiten entre sí. El primero está basado en el yen con Japón
en el centro y las antiguas colonias japonesas en la periferia.
Durante los años treinta y cuarenta Japón denominó a esta entidad la Esfera
de Coprosperidad de la Gran Asia del Sudeste. El conflicto con EEUU tuvo su
origen en el intento japonés de ejercer el mismo control en su esfera que
Occidente ejercía en las suyas. Pero después de la guerra nos apresuramos a
reconstruir para ellos su región. Entonces ya no se tuvo problemas con la
explotación japonesa de la zona; ellos debían limitarse a ejercer su poder
bajo nuestra supervisión.
Existe una gran cantidad de tonterías escritas sobre el hecho de que Japón
se haya convertido en uno de nuestros competidores, lo que viene a probar
cuán caballerosos somos y cómo permitimos la reconstrucción de nuestros
enemigos. No obstante, las opciones políticas fueron menos timoratas. Una
consistía en restaurar el imperio japonés, pero ahora bajo nuestro control,
y en efecto ésta ha sido la política seguida.
La otra opción consistía en mantenerse fuera de la región y permitir a Japón
y al resto de Asia seguir su propio camino de independencia, excluyéndolos
de la «Gran Zona» bajo control estadounidense. Esto era impensable.
Y además, después de la II Guerra Mundial, Japón no era contemplado como un
posible competidor, ni siquiera en un remoto futuro. Se tenía asumido que
Japón, con el tiempo, podría producir gran cantidad de chucherías, pero no
mucho más. (Había un fuerte elemento de racismo en esta concepción). Japón
se recuperó debido en gran parte a la guerra de Corea y a la guerra de
Vietnam, que estimularon su producción y agigantaron sus beneficios.
Unos pocos políticos norteamericanos fueron más avispados, entre los que se
encontraba George Kennan. Propuso que Estados Unidos alentara la
industrialización japonesa, pero con un límite: nosotros controlaríamos sus
importaciones petrolíferas. Kennan mantenía que esto nos proporcionaría un
poder de veto sobre Japón, en caso de que quisiera propasarse. El gobierno
escuchó este consejo, y mantuvo un estrecho control sobre las importaciones
y las refinerías. Hasta principios de los años setenta, los japoneses sóIo
controlaban el 10% de sus suministros petrolíferos.
Ésta es una de las principales razones por la que Estados Unidos ha estado
tan interesado en el petróleo de Oriente Medio. No necesitábamos petróleo
para nosotros; hasta 1968 Norteamérica lideraba la producción mundial de
crudo. Pero necesitábamos tener bien sujeta en nuestras manos esta fuente de
poder, y asegurar que los beneficios fueran a parar a Gran Bretaña y los
propios EEUU.
Y es precisamente por esto que hemos mantenido bases militares en Filipinas.
Forman parte de un sistema global de intervención que apuntaba a Oriente
Medio, con el fin de asegurarnos que los «nativos» no sucumbieran al «ultranacionalismo».
El segundo bloque competitivo importante está basado en Europa y liderado
por Alemania. Todavía queda un largo trecho por recorrer para consolidar la
Comunidad Europea. Europa tiene un sistema económico más vasto que EEUU, una
mayor población, y ésta es más culta.
Si alguna vez consigue actuar unido e integrar su poder, Estados Unidos
podría tornarse en una potencia de segundo orden. Esto sería aún más
probable si Alemania lidera al resto de Europa en el proceso de reconstruir
la economía de los países del Este y situarles en su papel tradicional de
corte colonial, básicamente parte del Tercer Mundo.
El tercer bloque está basado en el dolar y la dominación norteamericana.
Recientemente se extendió hasta englobar a Canadá, nuestro principal socio
comercial, y pronto incluirá a México y otras partes del hemisferio a través
de acuerdos de libre comercio, diseñados fundamentalmente para satisfacer
los intereses de los inversores norteamericanos y sus socios.
Siempre hemos creído que América latina nos pertenecía por derecho. Como
Henry Stimson (secretario de Guerra bajo Roosevelt y Taft, y secretario de
Estado en la administración Hoover), apuntó una vez, «es nuestra pequeña
región, que nunca ha preocupado a nadie». Asegurar el bloque basado en el
dólar significa frustrar el desarrollo y la independencia de América Central
y del Caribe.
Hasta que no se comprenda nuestra lucha con nuestros rivales industriales y
con el Tercer Mundo, la política exterior nortearnericana parecerá una serie
de crasos errores, incoherencias y confusiones. En realidad, nuestros
líderes han hecho una buena labor y han disfrutado de cierto éxito en sus
tareas rutinarias, siempre dentro de unos ciertos límites.
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En casa lavado de cerebro...
Cómo funcionaba la guerra fría
A pesar de las pretensiones, la seguridad nacional no ha sido un objetivo
prioritario de los planificadores y de los cargos electos de la política
norteamericana. Los archivos históricos lo demuestran claramente. Pocos
analistas políticos serios refrendarían las posiciones de George Kennan en
octubre de 1948 cuando afirmaba que «no nos amenaza el poder militar
soviético, sino su poder político» ; o las del presidente Eisenhower que
sostenía que los rusos no pretendían la conquista de Europa Occidental y que
el papel principal de la OTAN era «crear un clima de confianza a la
población europea, un clima que les hiciera reforzarse políticamente en su
oposición a los comunistas».
De la misma forma, Estados Unidos trataba de disminuir las posibilidades de
solucionar el conflicto de la Guerra Fría de forma pacífica, lo que podría
haber puesto de manifiesto la verdadera «amenaza política». En su historia
de las armas nucleares, McGeorge Bundy escribe que él «teme la falta de
seriedad de las propuestas contemporáneas ... que podrían conducir a un
acuerdo sobre misiles balísticos antes de que fueran empleados», aunque
incluso fueran la única amenaza militar real para Estados Unidos. Siempre el
primer objetivo era la «amenaza política» de lo que se denominaba «comunismo».
Subrayo que «comunismo» es un término amplio que incluye a todos aquellos
con la «habilidad de controlar a las masas... algo de lo que nosotros no
somos capaces» según se quejaba el secretario de Estado John Foster Dulles a
su colega Alien, por aquel entonces director de la CIA. «Los pobres son a
los que se dirigen, y siempre quieren saquear a los ricos» añadía. «De forma
que debemos protegerlos para garantizar nuestra doctrina de que son los
ricos los que deben saquear a los pobres».
Por supuesto tanto EE.UU como la URSS hubieran preferido que el adversario
simplemente desapareciese. Pero ya que esto hubiera supuesto la mutua
aniquilación, se estableció un sistema de control global llamado Guerra Fría.
Según posiciones convencionales, la Guerra Fría era un conflicto entre
superpotencias, causado por la Unión Soviética, a la que nosotros tratábamos
de contener, y proteger al mundo de su influencia. Si esta particular visión
se convierte en dogma de fe, no hay necesidad de discutirla. Si se trata de
aportar alguna luz a la historia, se puede tratar de pasar el test,
manteniendo claro un principio: si se quiere entender la Guerra Fría, se
debe prestar atención a los sucesos de la Guerra Fría. Si se hace de esta
forma emerge un cuadro muy diferente.
En el lado soviético, los sucesos de la Guerra Fría consistieron en
repetidas intervenciones en Europa Oriental: tanques en Berlín Oriental, en
Praga y en Budapest. Estas intervenciones tuvieron lugar en el mismo
escenario que se usó para atacar y casi virtualmente destruir a Rusia tres
veces sólo en este siglo. La invasión de Afganistán es el único ejemplo de
desviación en este teatro de operaciones, aunque también se encuentre
tocando la frontera soviética.
En el lado estadounidense, las intervenciones se llevaron a cabo a lo ancho
de todo el planeta, reflejando el estatus obtenido por EEUU como primera
potencia global de la historia.
Desde un punto de vista interno, la Guerra Fria ayudó a mantener en el poder
a una capa burocrática-militar, y dio a EEUU un método para amedrentar a su
población y para subsidiar la industria de alta tecnología. No es sencillo
vender esta historia a las respectivas poblaciones. La técnica usada era la
única posible: el miedo a un gran enemigo.
Esto también lo facilitaba la Guerra Fría. No importaba cuan estúpida
pudiera parecer la idea de que la Unión Soviética estaba estrangulando con
sus tentáculos a Occidente, el «imperio del mal» parecía en efecto maligno,
era un imperio y era brutal. Cada superpotencia controlaba a su principal
enemigo, sus propios pueblos, aterrorizándoles con los crímenes de su
enemigo, por otra parte reales.
En sus aspectos más relevantes, la Guerra Fría era un especie de acuerdo
tácito entre EEUU y la URSS, bajo el cual Estados Unidos llevaba a cabo sus
guerras en el Tercer Mundo y controlaban a sus aliados occidentales,
mientras que los gobernantes soviéticos mantenían una tenaza de acero sobre
su propio imperio y sus satélites en la Europa Oriental, usando cada uno a
su oponente para justificar la represión y la violencia en sus propios
dominios.
Así, ¿por qué terminó la Guerra Fría y a qué situación condujo ese fin?
Durante los años setenta los gastos militares soviéticos tuvieron que
estancarse mientras que los problemas internos se incrementaban, así como la
recesión económica y la presión popular que clamaba por el fin de la tiranía.
El poder soviético había ido declinando durante los últimos 30 años, como
mostraba claramente un estudio del Centro de Información para la Defensa
hecho público en 1980. Unos pocos años después el sistema soviético se
colapsó. La Guerra Fria finalizó con la victoria de los que habían sido
siempre los más ricos y los más poderosos adversarios. El colapso soviético
formaba parte de la catástrofe económica general de los años ochenta, más
severa en la mayoría de los dominios occidentales del Tercer Mundo que en el
imperio soviético.
Como hemos visto, la Guerra Fría encerraba significativos elementos del
conflicto Norte-Sur, para usar el eufemismo contemporáneo con el que se
designa la conquista occidental del mundo. La URSS jugaba un papel
independiente, facilitando asistencia a blancos seleccionados para los
ataques occidentales y disuadiendo a los más violentos. Con el colapso de la
tiranía soviética, gran parte de la zona puede esperar un regreso a su papel
tradicional, con las anteriores capas burocráticas ejerciendo el mismo papel
que juegan los élites del Tercer Mundo, es decir enriquecerse mientras
sirven a los intereses de los inversores extranjeros.
Pero mientras esta particular fase ha terminado, el conflicto Norte-Sur
continúa. En una parte se habrá podido terminar la partida, pero Estados
Unidos sigue operando como siempre aunque más libremente, ya que la
disuasión soviética es cosa del pasado. A nadie le hubiera debido sorprender
que George Bush celebrara el símbolo del final de la Guerra Fría, la caída
del muro de Berlín, invadiendo inmediatamente Panamá y anunciando alto y
claro que Estados Unidos boicotearía el resultado de las elecciones en
Nicaragua mediante ataques militares y estrangulamiento económico, a no ser
que ganaran los «suyos».
Como tampoco debió sorprender a nadie que Elliot Abrams observara que la
invasión estadounidense de Panamá era singular ya que podía llevarse a cabo
sin miedo a la reacción soviética en cualquier otra parte, o los numerosos
comentaristas que añadieron durante la crisis del Golfo que ahora EEUU y
Gran Bretaña eran completamente libres para usar ilimitadamente su fuerza
contra sus enemigos del Tercer Mundo, ya que no se veían constreñidos por la
fuerza disuasorio soviética.
Por supuesto el final de la Guerra Fría también trae aparejados sus
problemas. Sobre todo, que las técnicas para mantener controlada a la
población deben cambiar, un problema reconocido durante los años ochenta
como ya hemos visto. Deben inventarse nuevos enemigos. Se hace más divicil
aparentar que los verdaderos enemigos han sido siempre «los pobres que
quieren saquear a los ricos», particularmente en el momento en que el Tercer
Mundo quiere sacudiese el yugo de su papel de servidor.
La guerra contra (algunas de) las drogas
Un sustituto para el Imperio del Mal que está desapareciendo ha sido la
amenaza de los narcotraficantes latinoamericanos. A principios de setiembre
de 1989, una gran campaña gubernamental en los medios fue lanzada por el
presidente. Ese mes los cables de Associated Press transmitieron más
noticias acerca de drogas que acerca de América Latina, Asia, el Medio
Oriente y África juntas. Si se miraba la televisión, cada noticiero tenía
una gran sección sobre como las drogas estaban destruyendo nuestra sociedad,
convirtiéndose en la mayor amenaza a nuestra existencia, etc.
El efecto en la opinión pública fue inmediato. Cuando Bush ganó la elección
del 88, la gente decía que el déficit presupuestario era el mayor problema
que encaraba el país. Solo un 3% mencionó las drogas. Después de la campaña
de los medios, la preocupación por el presupuesto estaba mucho más abajo y
las drogas se habían elevado hasta el 40-45%, lo cual es altamente inusual
para una pregunta abierta (en la cual no se sugieren respuestas).
Ahora, cuando algún estado cliente se queja de que el gobierno de EE.UU. no
le está enviando suficiente dinero, ya no le dicen: "lo necesitamos para
detener a los rusos" —sino, "lo necesitamos para detener el narcotráfico".
Como la amenaza soviética, este enemigo provee de una buena excusa para la
presencia militar dondequiera que haya actividad rebelde u otros disturbios.
Así pues, internacionalmente "la guerra contra las drogas" provee una
cobertura para la intervención. Aquí [en E.E.U.U.] tiene poco que ver con
las drogas pero ayuda a distraer a la población, aumentar la represión en
las ciudades, y construir una base para poder atacar las libertades civiles.
Esto no quiere decir que el "abuso de substancias" no sea un problema serio.
En el momento en que fue lanzada la guerra contra las drogas, las muertes
por causa del tabaco estaban estimadas en alrededor de 300.000 al año, y
otras 100.000 debidas al alcohol. Pero estas no son las drogas a las que la
administración Bush apuntaba. Perseguía las drogas ilegales, que han causado
muchas menos muertes —poco más de 3500 anuales— de acuerdo a los datos
oficiales. Una razón para perseguir estas drogas es que su uso ha estado
declinando en los últimos años, así la administración Bush podía predecir
con seguridad que la guerra contra las drogas "tendría éxito", reduciendo el
uso de las mismas.
La administración apuntaba también a la marihuana, que no ha causado ninguna
muerte conocida entre sus 60 millones de usuarios. De hecho, ese ataque ha
exacerbado el problema de las drogas —muchos consumidores de marihuana se
han pasado de esta droga relativamente inocua a otras más peligrosas como la
cocaína, las cuales son más fáciles de disimular.
Justo cuando la guerra contra las drogas era anunciada con gran fanfarria en
septiembre del 89, la Cámara de Comercio de los EE.UU. (U.S. Trade
Representative) sostuvo una audiencia en Washington para considerar la
solicitud de la industria tabacalera de imponer sanciones a Tailandia, como
desquite por sus esfuerzos para restringir las importaciones de tabaco desde
los EE.UU. y su publicidad. Acciones así por parte del gobierno de los EE.UU.
ya le han metido a la fuerza este letal narcótico adictivo a los
consumidores de Japón, Corea del Sur y Taiwán, con los costos humanos ya
descritos.
El director médico de los EE.UU. (US Surgeon General), Everett Koop,
testificó ante el panel de la USTR que "cuando estamos exigiéndole a otros
gobiernos que detengan el flujo de cocaína, es el colmo de la hipocresía
para los Estados Unidos el exportar tabaco." Y añadió, "dentro de algunos
años, nuestra nación revisará esta aplicación de la política de libre
comercio y la encontrará escandalosa."
Los testigos tailandeses también protestaron, al predecir que una
consecuencia de las sanciones estadounidenses sería el revertir la reducción
en el fumado conseguida por la campaña de su gobierno contra el uso del
tabaco. Respondiendo al alegato de las compañías tabacaleras estadounidenses
de que su producto es el mejor del mundo, un testigo tailandés declaró: "Ciertamente
nosotros en el Triángulo Dorado tenemos algunos de los mejores productos,
pero nunca solicitamos que los rigiera el principio de libre comercio. De
hecho los suprimimos." Los críticos recordaron la Guerra del Opio de hace
150 años, cuando el gobierno británico forzó a China a abrir sus puertas al
opio de la India Británica, argumentando piadosamente las virtudes del libre
comercio mientras imponía a la fuerza una adicción en gran escala a China.
Aquí tenemos la mayor historia sobre drogas del día. Imaginémonos los
fabulosos titulares: "El gobierno de los Estados Unidos es el principal
vendedor de drogas del mundo". Con seguridad vendería periódicos. Pero la
historia pasó virtualmente no reportada, y sin ninguna pista sobre sus
obvias conclusiones.
Otro aspecto del problema de las drogas, el cual también recibió poca
atención, es el papel de vanguardia del gobierno de los EE.UU. en la
estimulación del tráfico de drogas desde la Segunda Guerra Mundial. Esto
pasó en parte cuando los EE.UU. dieron inicio a su tarea de posguerra de
minar la resistencia anti-fascista, y el movimiento sindical se convirtió en
un importante objetivo.
En Francia, la amenaza que implicaba la influencia y el poder político del
movimiento sindical fue enfatizada por sus pasos para impedir el flujo de
armas a las fuerzas francesas que buscaban reconquistar su ex-colonia de
Vietnam, con ayuda de los EE.UU. Entonces la CIA se dio a la tarea de
debilitar y dividir el movimiento sindical francés —con la ayuda de
importantes dirigentes sindicales estadounidenses, quienes estuvieron muy
orgullosos de su papel.
La tarea requería rompehuelgas y matones. Existía un proveedor obvio: la
Mafia. Por supuesto ellos no se encargarían del trabajo solo por el gusto de
realizarlo. Querían una compensación por sus esfuerzos. Y se les otorgó:
fueron autorizados a reestablecer la red de heroína que había sido suprimida
por los gobiernos fascistas —la famosa "conexión francesa" que dominó el
tráfico de drogas hasta la década de los sesenta.
Para entonces, el centro del narcotráfico se había movido a Indochina,
particularmente a Laos y Tailandia. El desplazamiento fue de nuevo un
subproducto de una operación de la CIA —la "guerra secreta" peleada en esos
países durante la guerra de Vietnam por un ejército mercenario de la CIA.
Ellos también exigían una paga por sus contribuciones. Después, cuando la
CIA desplazó sus actividades a Pakistán y Afganistán, la red de drogas se
expandió allí.
La guerra clandestina contra Nicaragua proveyó también de una inyección de
fuerza a los narcotraficantes de la región, pues los vuelos ilegales con
armas de la CIA para las fuerzas mercenarias de los EE.UU. ofrecían una
manera fácil de transportar drogas de regreso, algunas veces empleando las
bases de la Fuerza Aérea estadounidense, según reportaron los traficantes.
La cercana correlación entre la red de drogas y el terrorismo internacional
(llamado a veces "contrainsurgencia", "conflicto de baja intensidad" o algún
otro eufemismo) no es sorprendente. Las operaciones clandestinas necesitan
mucho dinero, el cual debe ser indetectable. Y necesitan igualmente
operarios criminales. Lo que sigue es lógico.
La guerra es la paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es la fuerza.
Los términos del discurso político tienen típicamente un doble significado.
Uno viene en el diccionario, y el otro es doctrinal, al servicio del poder.
Tomemos democracia. De acuerdo con su significado habitual, una sociedad es
democrática si el pueblo puede participar significativamente en el manejo de
sus propios asuntos. Pero el significado doctrinal es diferente; se refiere
al sistema en que las decisiones son tomadas por influyentes sectores de la
economía y de las élites relacionadas. La población sólo es «espectadora de
la acción» y no «participante», como han puesto de manifiesto prominentes
teóricos de la democracia, en este caso Walter Lippman. Se le permite
ratificar las decisiones de sus superiores y prestar su apoyo a unos u otros
de ellos, pero no interferir en asuntos como la política, que no son de su
incumbencia.
Si se sale de la apatia y se baja a la arena política, eso no es democracia.
Más bien es una crisis democrática según el lenguaje al uso, una amenaza que
debe ser derrotada en uno u otro sentido: en El Salvador mediante los
escuadrones de la muerte, en casa por medios más sutiles e indirectos.
0 tomemos la libre empresa, un término que se refiere en la práctica a un
sistema de subsidios públicos y beneficios privados, con una intervención
masiva del gobierno en la economía con el objeto de garantizar el bienestar
de los ricos. De hecho, su uso corriente en cualquier frase que contenga la
palabra «libre», significa lo contrario del uso anterior.
0 bien defensa contra agresión, una frase que se suele usar para referirse a
una agresión. Cuando EEUU atacó a Vietnam del Sur a principios de los años
sesenta, el héroe liberal Adlai Stevenson entre otros, explicó que estábamos
defendiendo a Vietnam del Sur de una agresión interna, esto es, de la
agresión que los campesinos sudvietnamitas estaban ejercitando sobre el
Ejército del aire norteamericano y sobre nuestros mercenarios, de forma que
debíamos sacarles de sus casas y llevarlos a campos de concentración para «protegerlos»
de la guerrilla, aunque estos campesinos desearan sostener a la guerrilla, y
el régimen pronorteamericano no fuera más que una cáscara vacía como se
reconocía en todas partes.
El sistema doctrinario ha hecho tan bien su trabajo que incluso hoy, 30 años
después, la idea de que Estados Unidos atacó a Vietnam del Sur es impensable,
inmencionable. las verdaderas intenciones de la guerra están hoy más allá de
cualquier discusión. los guardianes de la política correcta, pueden estar
orgullosos de un logro que difícilmente podría conseguirse en un Estado
totalitario bien gestionado.
0 echemos una mirada al término «proceso de paz». Los ingenuos pueden pensar
que se refiere a los esfuerzos para alcanzar la paz. Bajo este significado
podríamos decir que el proceso de paz en Oriente Medio incluye, por ejemplo,
la oferta de un tratado de paz completa a Israel hecha por el presidente
Sadat de Egipto en 1971, en la línea defendida virtualmente por todo el
mundo, incluidos funcionarios estadounidenses; la resolución del Consejo de
Seguridad de enero de 197ó introducida por los países árabes con el respaldo
de la OLP, hacía un llamamiento para el establecimiento de dos Estados en
términos prácticamente aceptados por toda la comunidad internacional. La OLP
ofreció durante todo el año 1980 negociar con Israel para lograr un
reconocimiento mutuo, y anualmente se vota en la Asamblea General de las
Naciones Unidas resoluciones en este sentido.
Pero los sofisticados analistas norteamericanos entienden que estos
esfuerzos no forman parte del proceso de paz. las razones, según los «guardianes
de la política correcta» es que el término, proceso de paz, se refiere tan
sólo a lo que hace el gobierno, en el caso mencionado, bloquear un proceso
de paz verdadera. Los esfuerzos anteriormente señalados no forman parte del
proceso de paz, ya que EEUU vetó la resolución del Consejo de Seguridad y se
opuso a las negociaciones y al mutuo reconocimiento de Israel y la OLP, y
sigue vetando regularmente cualquier intento de paz auspiciado por la ONU o
cualquier otro organismo. (Como anteriormente señalaba N. Chomsky, esto es
valido hasta que el proceso de paz sea conducido seqún los intereses
norteamericanos). En el momento actual se está produciendo el reconocimiento
mutuo y se está firmando, un acuerdo de paz, pero según los intereses de
EEUU y su aliado sionista, desoyendo las precedentes resoluciones de la ONU
que llamaban a una retirada total e incondicional de los territorios
ocupados ilegalmente por Israel. El proceso de paz está limitado por los
intereses norteamericanos, que reclaman un acuerdo concreto sin el
reconocimiento de todos los derechos nacionales palestinos. Así funciona el
asunto. Los políticos que no sean capaces de desarrollar esta habilidad
pueden ir buscándose otra profesión.
Hay muchos otros ejemplos. Tomemos el término interés especial. La bien
engrasada maquinaria del Partido Republicano acusaba regularmente durante
los años ochenta a los demócratas de ser el partido de los intereses
especiales: mujeres, trabajadores, tercera edad, jóvenes, granjeros etc., es
decir, el pueblo en general. Sólo había un sector de la población que nunca
salía en las listas: las corporaciones y el mundo de los negocios en
general. Tiene sentido. En el discurso de los guardianes de la corrección
política sus intereses especiales son los intereses nacionales ante los que
todo el mundo debe inclinarse.
Los demócratas argumentaban airadamente que ellos no formaban parte de
intereses especiales: ellos servían también a los intereses nacionales. Era
cierto, pero su problema es que no tenían en cuenta la falta de conciencia y
la simplicidad de la gente a la que iba destinado el mensaje de sus
oponentes. Los republicanos no tenían ninguna duda de a quién representaban,
a los ricos y a los propietarios, quienes estaban sosteniendo una agria
batalla de clases contra la población en general, a menudo adoptando
conceptos y retórica marxista vulgar, invocando la histeria, el miedo y el
terror, clamando por grandes líderes y otros mecanismos de control de la
población. Los demócratas son menos claros en sus alianzas, y por lo tanto
menos efusiva su propaganda.
Finalmente analicemos el término conservador, que se ha convertido en
referencia para los defensores de un Estado poderoso que interfiere
masivamente en la vida económica y social de los pueblos. Reclamaron grandes
inversiones públicas y un buen cúmulo de medidas proteccionistas para
después de la guerra contra los riesgos del mercado, estrechar las
libertades individuales a través de la legislación y la jurisprudencia,
proteger al Santo Estado (En efecto, Israel concede una autonomía limitada
de parte de los territorios ocupados por la fuerza de las armas y sique
negando la posibilidad de un Estado palestino. Es decir, el acuerdo dá ez
legitima lo conquistado por la violencia. N.T.) de las inspecciones
arbitrarías de irresponsables ciudadanos etc., es decir, todo aquello que
era precisamente lo contrario del conservadurismo más rancio. Su alianza es
con «la gente dueña del país» y que por lo tanto «debe gobernarlo», según
las palabras de la Fundación del Padre John Jay
En realidad no es difícil de entender, una vez que se le coge el truco.
Para conseguir que el discurso político tenga sentido, es necesario
traducirlo correctamente, decodificar el doble sentido que aparece en los
medios de comunicación, en los discursos de los cientificos sociales de
carácter academicista, y en las órdenes religiosas seculares. Su función
está clara: se trata de imposibilitar que las palabras tengan un sentido
coherente en asuntos de índole social. Podemos estar seguros de que poco
será inteligible de cómo funciona nuestra sociedad y de qué está pasando en
el mundo. Una gran contribución a la democracia, en el sentido que los
guardianes de la política correcta entienden.
Socialismo, real y fingido
Uno puede debatir el significado del término socialismo, pero si significa
algo, significa control de la producción por los propios trabajadores, no
patrones o jefes que dictan las reglas y controlan todas las decisiones,
bien sea en un Estado capitalista o en otro totalitario.
Referirse a la URSS como un Estado socialista es un caso interesante de
doble sentido doctrinal. El golpe bolchevique de octubre del 17 dio el poder
a Lenin y Trotsky, que rápidamente se dedicaron a desmantelar las
incipientes instituciones socialistas que habían crecido durante la
revolución popular de los meses precedentes, los consejos de fábrica, los
soviets, y cualquier organismo de poder popular, y a convertir a la clase
trabajadora en lo que denominaron un «ejército laboral» bajo el mando de sus
líderes. Según el verdadero sentido del término «socialismo» los
bolcheviques se dedicaron a destrozar lo que realmente podía tildarse de tal.
Desde entonces no se ha permitido ninguna desviación de carácter socialista.
Este desarrollo no sorprendió a los intelectuales marxistas, que habían
criticado la doctrina de Lenin durante años, como hizo Trotsky, a causa de
que había centralizado toda la autoridad en manos del partido y de sus
líderes. De hecho, décadas antes, el pensador anarquista Bakunin había
augurado que la clase intelectual iba a seguir uno de estos dos caminos: o
trataban de aprovechar las luchas populares para tomar el poder en sus
propias manos, convirtiéndose en una brutal y opresiva burocracia roja, o
bien si la revolución social no tenía éxito se convertirían en los gestores
e ideólogos de las nuevas sociedades capitalistas. Fue una predicción
acertada en ambos conceptos.
Los dos mayores sistemas propagandísticos del mundo no concuerdan en muchas
cosas, pero si coinciden en usar el término «socialismo» para referirse a la
inmediata destrucción que los bolcheviques llevaron a cabo de cualquier
embrión de socialismo que existiera. No es sorprendente. Los bolcheviques
denominaron socialista a su sistema con el fin de explotar el prestigio
moral del término.
Occidente adoptó el mismo término por razones opuestas: para difamar los
ideales libertarios asociándolos con los carceleros bolcheviques, para
destruir la creencia popular de que realmente puede haber un progreso hacia
una sociedad más justa, con control democrático sobre sus instituciones, y
atención a las necesidades humanas y respeto a los derechos humanos.
Si el socialismo es la tiranía de Lenin y Stalin, la gente consciente lo
rechazará. Y si es la única alternativa al Estado capitalista, nadie se
someterá a sus autoritarias estructuras.
Con el derrumbe del sistema soviético existe una posibilidad de revivir los
vigorosos ideales del socialismo libertario ya que no dará más cobertura a
uno de los más represivos sistemas de poder. No podemos saber si la
esperanza sobrevivirá. Pero se ha apartado uno de los obstáculos que se
hallaban en el camino. En ese sentido la desaparición de la Unión Soviética
es una pequeña victoria para el socialismo, mayor que la derrota del
fascismo.
Los medios de comunicación
Bien sean liberales o conservadores, los medios de comunicación más
importantes son grandes corporaciones, conectadas a su vez con conglomerados
aún mayores. Como otras empresas, venden un producto en el mercado. El
mercado lo constituyen los anunciantes, que son harina de otro costal. El
producto es la audiencia. Para la élite de los medios que establece el
programa al que otros se apuntan, el producto es por lo tanto una audiencia
relativamente privilegiada.
Así tenemos grandes corporaciones que venden audiencias cualificadas, de
gente poderosa y con dinero, a otros empresarios. De esta forma el retrato
del mundo servido por estos medios refleja los estrechos y parciales
intereses y valores de los vendedores, los compradores y el producto en sí.
Otros factores refuerzan la misma distorsión. los gurús de la cultura,
editores, columnistas de prestigio etc., comparten intereses y asociaciones
con los detentadores del poder económico y político. En realidad hay un
permanente intercambio de la clase dominante a puestos del gobierno, a las
empresas y a los medios de comunicación. El acceso a puestos en la
administración es importante para mantener una posición competitiva; las
filtraciones, por ejemplo, son fabricadas y facilitadas por el gobierno con
la cooperación de los medios, que aparentan no conocer el proceso.
En recompensa, el gobierno solicita la cooperación y la sumisión de los
medios. Otros centros de poder tienen dispuestos los medios para castigar a
quien se sale de la ortodoxia, que van desde el control del mercado hasta un
sofisticado aparato de calumnia y difamación.
Pero la respuesta no es, por supuesto, completamente uniforme. Para servir a
los intereses de los poderosos la visión que se ofrece del mundo tiene que
presentar un retrato verosímil del mundo. Y la integridad y la honestidad
profesional a veces interfiere con esta misión. Los mejores periodistas son
los que conocen perfectamente los factores que limitan el producto de los
medios y tratan de aprovechar los resquicios del sistema. El resultado es
que se puede aprender mucho leyendo de manera critica y escéptica lo que los
medios producen.
Los medios de comunicación son sólo una parte de un sistema doctrinal más
amplio; las otras partes son las revistas de opinión, los institutos y las
universidades, los académicos, etc. Tememos más a los medios de comunicación,
particularmente a los de cierto prestigio, ya que la mayoría de los que
estudian críticamente la ideología se han centrado sobre todo en ellos. El
sistema completo no ha sido estudiado tan concienzudamente ya que es dificil
hacerlo sistemáticamente. Pero hay buenas razones para opinar que representa
los mismos intereses que los medios de comunicación.
El sistema doctrinal que produce lo que llamamos «propaganda» tiene dos
principales objetivos bien diferenciados. Uno es la que a veces se ha dado
en llamar la «clase política», aproximadamente el 20% de la población que
tiene un relativo buen nivel de educación, está más o menos vertebrada y
juega algún papel en la toma de decisiones. Su aceptación de la doctrina es
crucial ya que están en situación de diseñar e implementar determinadas
políticas.
Luego está el 80% restante, el resto de la población. Según Lippman son «espectadores
de la acción», a los que se refiere como un «rebaño sin voluntad». Se les
supone sólo para recibir órdenes y para mantenerse apartados de la gente
importante. Son el objetivo de los verdaderos medios de comunicación de
carácter masivo: los tabloides, la prensa amarilla, etc.
Estos sectores del sistema doctrinal sirven para distraer a las masas y para
reforzar los valores sociales básicos: pasividad, sumisión a la autoridad,
las sempiternas virtudes de la ganancia personal y la avaricia, la falta de
interés por los demás, el miedo a los enemigos reales o inventados etc. El
objetivo consiste en mantener al pasivo rebaño sin hacer nada. Para ellos es
innecesario preocuparse de lo que sucede en el mundo. De hecho a nadie le
interesa, si ven parte de la realidad podrían intentar cambiarla.
Todo lo anterior no quiere decir que los medios de comunicación no puedan
ser influenciados por la población en general. Las instituciones dominantes,
políticas económicas o doctrinales, no son inmunes a las presiones populares.
Los medios independientes, o lo que es lo mismo alternativos, pueden jugar
un importante papel. A pesar de su falta de recursos, casi por definición,
ganan en importancia de la misma forma que las organizaciones populares:
juntando gente de recursos limitados de forma que su efectividad se
multiplique así como su propio conocimiento de la realidad, a través de
estas interacciones. Precisamente la amenaza que aterroriza a las élites
dominantes.
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...Y en el exterior destrucción
Nuestra política de buena vecindad
¿Se han seguido con aplicación los preceptos establecidos por George Kennan?
¿Hemos hecho todo lo suficiente por desasirnos de «los vagos e irreales
objetivos como los derechos humanos, la mejora de las condiciones de vida, y
la democratización? Ya hemos observado nuestro «compromiso por la democracia»,
¿pero y los otros dos principios?
Centrémonos en América latina y comencemos por echar una mirada a los
derechos humanos. Un estudio realizado por lars Schouitz, un especialista en
el tema, muestra que «la ayuda norteamericana ha afluido
desproporcionadamente a aquellos gobiernos latinoamericanos que torturan a
sus ciudadanos». No tiene nada que ver el hecho de que un país necesite
ayuda, con el hecho de que ésta vaya destinada a los ricos y poderosos.
Estudios más amplios llevados a cabo por el economista Edward Herman revelan
una relación más estrecha entre la tortura y la ayuda norteamericana y
facilita a la vez su explicación: ambas favorecen un clima propicio para los
grandes negocios. En comparación con esta brillante moral, las matanzas y la
tortura no son más que asuntos insignificantes.
Pero, ¿qué sucede con la mejora de la calidad de vida? Este era el objetivo
a que iba dedicado la Alianza para el Progreso diseñada por Kennedy, pero el
tipo de desarrollo impuesto estaba en realidad orientado hacia las
necesidades de los inversores norteamericanos. Ensanchó y profundizó el
sistema ya existente mediante el cual América latina estái forzada a
producir cosechas destinadas a la exportación, y a reducir los cultivos de
subsistencia de la población como maíz y frijoles. Bajo los programas de la
Alianza para el Progreso se incrementó la producción de carne de vacuno,
pero el consumo decreció.
Este modelo de desarrollo agro-exportador habitualmente produce un «milagro
económico» donde el Producto Nacional Bruto crece, mientras se incremento la
hambruna de la población. Cuando se siguen este tipo de políticas,
inevitablemente se produce un incremento de la oposición, que se tiene que
reprimir entonces con terror y tortura.
El uso del terror está fuertemente enraizado en nuestro carácter. En 1818
John Quincy Adams elogiaba «la saludable eficacia» del terror para
enfrentarse a «las hordas mezcladas de indios y negros sin ley». Estas
frases tenían por objeto justificar las razzias de Andrew Jackson en Florida
que aniquilaron virtualmente a su población nativa y condujo a la antigua
provincia española a ser de dominio norteamericano, y que tanto
impresionaron a Thomas Jefferson y a otros, por su sabiduría.
El primer paso es usar a la policía. Son imprescindibles porque pueden
detectar el descontento y eliminarlo antes de que se necesite una «cirugía
de más envergadura», como la denominan los documentos de los políticos. No
obstante, si es necesario se llama al ejército. Cuando ya no se pueda
controlar el ejército de un país latinoamericano, especialmente si es del
Caribe o de Centroamérica, ha llegado el momento de derrocar al gobierno.
Los países que han intentado revertir el proceso, como Guatemala bajo el
Gobierno democrático y capitalista de Arévalo y Arbenz, o la República
Dominicana bajo el régimen democrático y capitalista de Bosch, se
convirtieron en el blanco de la hostilidad y la violencia norteamericana.
El segundo paso consiste en usar a los militares. El Gobierno de los EEUU
siempre ha tratado de establecer relaciones con los militares de los países
extranjeros, ya que éstos son una de las mejores armas para derrocar un
gobierno que se te ha ido de las manos. Así se establecieron las bases para
los golpes militares de Chile en 1973 e Indonesia en 1965.
Antes de los golpes, el Gobierno de EEUU se mostraba extremadamente hostil a
los Gobiernos chileno e indonesio, pero se seguían mandando armas. Conserva
buenas relaciones con los oficiales de derechas y ellos harán el trabajo
sucio por ti. Las mismas razones motivaron el flujo de armas norteamericanas
hacia Irán vía Israel, a principios de los años ochenta, de acuerdo con los
testimonios de altos oficiales israelíes involucrados, hechos bien conocidos
en 1982, mucho antes de que hubiera rehenes.
Durante la administración de Kennedy el objetivo de dominar militarmente a
latinoamérica cambió de concepto; de «defensa del hemisferio» pasó a
utilizarse el término «seguridad interna», lo que básicamente viene a
significar guerra contra la propia población. La profético decisión condujo
a la «directa complicidad de los EEUU en utilizar los métodos de los
escuadrones de exterminio de Heinrich Himmler» según el criterio
retrospectivo de Charles Maechling, responsable de los planes de
contrainsurgencia desde 1961 a 1966.
La administración Kennedy allanó el camino para el golpe militar de 1964 en
Brasil, que destruyó la democracia en un país que estaba comenzando a
convertirse en demasiado «independiente».
Estados Unidos prestó un entusiasta apoyo al golpe, mientras los militares
de alto rango instituían un estado de corte neo-nazi, con tortura incluida,
represión, etc... Además este golpe vino a inspirar experiencias similares
en Chile, Argentina y en todo el hemisferio, desde mediados de la década de
los sesenta hasta los ochenta, un período extremadamente sangriento.
Creo, desde un punto de vista legal, que hay sólidas evidencias para
procesar a todos los presidentes de EEUU desde la 1ª Guerra Mundial. Todos
se han visto envueltos en crímenes de guerra, aunque en diferente grado, los
militares normalmente proceden a crear un desastre económico, siguiendo las
recetas de los consejeros estadounidenses, y luego deciden hacerse con las
riendas del poder. El control militar puede hacerse prescindible si nuevas
opciones entran en juego, por ejemplo que el control sea ejercido por el
Fondo Monetario Internacional, que como el Banco Mundial presta recursos al
Tercer Mundo provenientes de las grandes corporaciones industriales.
Como contrapartida por sus préstamos el FMI impone una «liberalización»: una
economía abierta al control y la penetración extranjera, grandes recortes en
el capítulo de gastos sociales, etc. Estas medidas aseguran firmemente el
poder en manos de las clases dominantes y los inversores extranjeros, lo que
los EEUU denominan «estabilidad» y apuntalan el modelo clásico del Tercer
Mundo: una capa de superricos junto con una capa de profesionales bien
remunerados que les sirven, al lado de una enorme masa de desposeídos, los
impagados y el caos económico que dejan los militares refuerza la «necesidad»
de que las normas del FMI sean seguidas, hasta que las fuerzas populares
entran de nuevo en la arena política, en cuyo caso los militares vuelven a
actuar para conseguir «estabilidad».
Brasil es un caso instructivo. Está tan bien provisto de recursos naturales
que tendría que ser uno de los países más ricos del mundo, aparte de que
dispone de un alto grado de desarrollo industrial. Pero gracias a las buenas
medidas adoptadas tras el golpe militar del 64, y al subsiguiente «milagro
económico», por no hablar de la tortura, asesinatos y otras formas de
control de la población, la situación para gran parte de los brasileños está
ahora, probablemente a la par con Etiopía, y mucho peor que la de los países
del Este europeo.
El ministro de Educación ha señalado que más de un tercio del presupuesto
destinado a educación va a parar al capítulo de comidas en la escuela, ya
que la mayoría de los estudiantes públicos o comen en la escuela o se quedan
en ayunas.
De acuerdo con la revista Sur, una publicación económica que se ocupa del
Tercer Mundo, Brasil tiene una tasa de mortalidad infantil más elevada que
Sri Lanka. Un tercio de la población vive por debajo de la línea de pobreza
y «siete millones de niños se dedican a la mendicidad, roban y esnifan
pegamento en las calles. Para cientos de miles su casa son unos sacos en los
suburbios... o, cada día más, un pedazo de tierra debajo de un puente».
Esto es Brasil, uno de los países con más riquezas naturales del mundo, la
situación es parecida en toda América latina. Sólo en Centroamérica, el
número de personas asesinadas por las fuerzas respaldadas por Estados Unidos
desde finales de la década de los setenta ronda los 200.000, diezmando a las
Fuerzas que querían democracia y reformas sociales. Estos lógros cualifican
a los Estados Unidos como un «inspirador del triunfo de la democracia en
nuestros días» según las elogiosas palabras del liberal New Republic. Tom
Wolfe nos recuerda que la década de los ochenta es «uno de los grandes
momentos dorados que la humanidad ha experimentado». Como Stalin solía decir
estamos «borrachos de éxito».
La crucifixión de El Salvador
Durante muchos años los dictadores instalados y apoyados por nuestro
gobierno han llevado a cabo un amplio programa de torturas y asesinatos,
algo que no parece interesar demasiado en este país. Ni siquiera se han
tomado la molestia de encubrir los hechos. No obstante, a Finales de los
setenta, el Gobierno de EEUU se vio implicado en un par de cosas.
Una fue Somoza, el dictador de Nicaragua, que estaba perdiendo el control de
la situación. EEUU estaba perdiendo una zona crucial para su control militar
de la región. Un segundo peligro era aún más amenazante. En El Salvador se
estaba experimentando un sensible crecimiento de las organizaciones
populares, asociaciones de campesinos, cooperativas, sindicatos, grupos de
base de la iglesia que se convertían en grupos de ayuda mutua, etc. Una
amenaza para la democracia.
En el mes de febrero de 1980 el arzobispo de El Salvador, Oscar Romero,
envió una carta al presidente Carter en la que le rogaba no prestar ayuda
militar a la junta que gobernaba el país. Argumentaba que la ayuda sería
usada «para incrementar la injusticia y la represión hacia las
organizaciones populares» que estaban luchando «por el respeto a los más
elementales derechos humanos». Malas noticias para Washington, no hace falta
decirlo.
Unas semanas más tarde, Monseñor Romero fue asesinado mientras estaba
diciendo misa. Entre otras atrocidades, se le atribuye el asesinato al neo-nazi
Roberto D'Aubuisson. Éste era el «líder vitalicio» del partido ARENA, que
ahora gobierna en El Salvador; miembros de este partido, como el actual
presidente Alfredo Cristiani tenían que hacer un juramento de sangre a este
personalmente.
Miles de campesinos y de pobres de la ciudad tomaron parte en una misa de
homenaje una década más tarde, junto con obispos extranjeros, pero la
ausencia de EEUU fue clamorosa. La iglesia salvadoreña propuso formalmente a
Romero para su canonización.
Todo esto sucedió sin apenas una breve mención en el país que había
entrenado y apoyado a su asesino. The New York Times «el periódico liberal»
no publicó ningún editorial sobre el asesinato, y ninguna noticia o
editorial sobre la conmemoración.
El 7 de marzo de 1980, dos semanas antes del asesinato, se había establecido
en El Salvador el estado de sitio, y había comenzado la guerra contra su
población, con continuo apoyo e implicación de Estados Unidos. El primer
gran ataque fue una masacre efectuada en Río Sumpul, una operación
coordinada entre los Ejércitos de Honduras y El Salvador en la que al menos
600 personas fueron masacradas. Hubo niños cortados en pedazos a machete, y
mujeres torturadas y estranguladas. Trozos de cuerpos se encontraron durante
días en el Kio. Había observadores de la iglesia, de manera que las noticias
llegaron inmediatamente, pero la mayoría de los medios de comunicación
estadounidenses juzgaron que no merecía la pena informar de la noticia.
Los campesinos han sido las principales víctimas de esta guerra, así como
las organizaciones sindicales los estudiantes, curas, o cualquiera
sospechoso de trabajar por los intereses del pueblo. Durante el último año
de la administración Carter, 1980, la cuenta de muertos se elevó hasta los
10.000, alcanzando los 13.000 cuando los reaganistas se hicieron cargo de la
presidencia.
En octubre de 1980 el nuevo arzobispo condena «la guerra de exterminio y de
genocidio contra una población civil indefensa» llevada a cabo por las
fuerzas de seguridad. Dos meses después fueron aclamadas por «sus valientes
servicios, junto con el pueblo, contra la subversión» por el presidente José
Napoleón Duarte, candidato moderado favorito de EEUU, en el acto de toma de
posesión de su cargo como presidente civil de la junta.
El papel del «moderado» Duarte consistió en encubrir con una hoja de parra a
los militares y asegurar el flujo de fondos estadounidenses después de que
los militares hubieran raptado y violado a cuatro monjas norteamericanas.
Esto sí acarreó algunas protestas en EEUU; masacrar salvadoreños es una cosa,
pero violar y asesinar monjas americanas es un craso error. Los medios de
comunicación diluyeron y tergiversaron la historia, siguiendo las
directrices de la administración Carter y su comisión investigadora.
Los reaganistas fueron mucho más lejos, tratando de justificar tamaña
atrocidad, especialmente el secretario de Estado Alexander Haig y la
embajadora ante Naciones Unidas Jeane Kirkpatrick. De todas maneras se juzgó
oportuno llevar a cabo un juicio farsa algunos años más tarde, mientras se
exculpaba a la junta asesina y, por supuesto, al pagador.
Los periódicos independientes de El Salvador, que hubieran podido informar
sobre estas atrocidades, habían sido destruidos. A pesar de que estaban en
la línea general y a favor de las grandes corporaciones económicas, eran
demasiado indisciplinados para el gusto de los militares. Los hechos
ocurrieron en 1980-81, cuando uno de los editores fue asesinado por las
fuerzas de seguridad; los otros se marcharon al exilio. Como de costumbre
los sucesos no merecieron más que unas pocas líneas en los periódicos
norteamericanos.
En noviembre de 1989, seis jesuitas, su cocinera y su hija, fueron
asesinados por los militares. Esa misma semana por lo menos 28 salvadoreños
fueron asesinados, entre los que se encontraban un líder sindical, una
responsable de una organización de mujeres universitarias, nueve miembros
indígenas de una cooperativa agrícola, y diez estudiantes universitarios.
Los teletipos llevaron una historia recogida por el corresponsal de la
Associated Press, Douglas Grant Mine, en la que se contaba cómo los soldados
habían entrado en un barrio obrero de la capital, habían capturado seis
hombres, añadiendo un chico de catorce años para redondear la cifra, los
habían alineado contra un muro y los habían fusilado. «No eran curas o
militantes de los derechos humanos» escribió Mine, «de manera que la noticia
pasará inadvertida». De la misma manera que sucedió con el reportaje de este
periodista.
Los jesuitas fueron asesinados por miembros del Batallón Atiacati, una
unidad de élite, creada entrenada y equipada por Estados Unidos. Fue formada
en marzo de 1981, cuando 15 especialistas en contrainsurgencia fueron
enviados a El Salvador, procedentes de la Escuela Militar de Fuerzas
Especiales de Estados Unidos. Desde el principio el Batallón estuvo
implicado en matanzas masivas. Un instructor norteamericano describía a sus
miembros como «particularmente feroces... Nos falta tiempo para conseguir
que hagan prisioneros, en lugar de coleccionar orejas».
En diciembre de 1981, el Batallón tomó parte en una operación en la que más
de un millar de civiles fueron asesinados en una orgía de muerte, violación
y cremaciones. Más tarde se vio envuelto en los bombardeos de aldeas y en el
asesinato de cientos de civiles por disparos, estrangulamientos y otros
métodos. la gran mayoría de las víctimas eran mujeres, niños y ancianos.
El Batallón Atiacati había sido entrenado durante un corto período de tiempo
por fuerzas especiales norteamericanas, justo antes de cometer la matanza de
los jesuitas. Esto ha sido una constante durante toda la existencia del
Batallón; algunas de sus peores matanzas han ocurrido cuando todavía estaba
fresco el entrenamiento recibido de sus instructores norteamericanos.
En la «joven democracia» que era El Salvador, adolescentes de trece años
eran reclutados en los barrios de chabolas y en los campamentos de
refugiados y forzados a ser soldados. Eran adoctrinados con rituales
copiados de los nazis, que incluían brutalización y violación, con el fin de
prepararlos para los asesinatos, violaciones y ritos de carácter satánico
que a veces se representaban.
La naturaleza del Ejército salvadoreño fue descrita por un desertor que
recibió asilo político en Texas en 1990, a pesar de la reclamación efectuada
por el Departamento de Estado para que fuera extraditado a El Salvador. (Su
nombre fue ocultado por la corte a fin de protegerlo de los escuadrones de
la muerte).
Según este desertor a los reclutas se les obligaba a matar perros y buitres
mordiéndoles en la yugular y arrancándoles la cabeza, y tenían que mirar
cómo otros soldados asesinaban y torturaban a sospechosos de disidencia,
arrancándoles las uñas, cortándoles la cabeza y descuartizando los cuerpos
para jugar con sus miembros.
En otro caso, un autoinculpado miembro de los escuadrones de la muerte
salvadoreños, asociados con el Batallón Atiacati, César Vielman Joya
Martinez, detaIló la participación de los consejeros norteamericanos y del
Gobierno salvadoreño en las actividades de los escuadrones de la muerte. La
administración Bush hizo todo tipo de esfuerzos para silenciarle y le
embarcó de vuelta a una probable muerte en El Salvador, a pesar de los
ruegos de las organizaciones de derechos humanos y llamamientos del Congreso
para que fuese oído su testimonio. (El tratamiento que se dio al principal
testigo en el caso del asesinato de los jesuitas fue similar).
Los resultados del entrenamiento militar del Ejército salvadoreño fueron
gráficamente descritos en el periódico jesuita América por Daniel Santiago,
un cura católico que trabajaba en El Salvador. Hablaba de una campesina que
volvía a casa un día y encontró a sus tres hijos, su madre y su hermana
sentados alrededor de la mesa, con su cabeza decapitada cuidadosamente
colocada en frente de ellos, sobre la mesa, con las manos encima, «como si
los cuerpos estuvieran acariciando su cabeza».
Los asesinos, de la Guardia Nacional Salvadoreña, encontraron cierta
dificultad en colocar debidamente la cabeza de un niño de dieciocho meses,
de forma que tuvieron que atar sus manos en torno a ésta. Un gran cacharro
de plástico lleno de sangre estaba artísticamente colocado en el centro de
la mesa.
De acuerdo con el reverendo Santiago, tales macabras escenas no son
inusuales.
«La gente no es simplemente asesinada por los escuadrones de la muerte en El
Salvador,- se les decapita y sus cabezas son colocadas sobre picos que
salpican el paisaje. Los hombres no son solamente destripados por la Policía
de Hacienda, se les cortan los genitales y se les meten en la boca. Las
mujeres no son solamente violadas por la Guardia Nacional; sus matrices son
extirpados y colocadas sobre la cara a modo de sudario. No solamente se mata
a los niños; son arrastrados sobre alambres afilados hasta que la carne se
separa de los huesos, mientras sus padres son obligados a contemplar el
suplicio».
El reverendo Santiago señala que este tipo de violencia se acrecentó cuando
la Iglesia comenzó a formar asociaciones de campesinos y grupos de ayuda
mutua en un intento de organizar a los pobres.
Nuestro apoyo a El Salvador ha constituido un verdadero éxito. las
organizaciones populares han sido diezmadas, tal y como predijo Monseñor
Romero. Decenas de miles de personas han sido masacradas y más de 100.000 se
han convertido en refugiados. Este es uno de los episodios más sórdidos de
la historia de los Estados Unidos, y eso que tenía una dura competencia.
Hacer de Guatemala un campo de exterminio
Hubo un sitio en América Central que mereció recibir cierta cobertura por
parte de los medios de comunicación norteamericanos antes de la revolución
sandinista, y era Guatemala. En 1944 una revolución derrocó a un tirano
vicioso, que condujo al establecimiento de un gobierno democrático que,
báisicamente, se constituyó conforme al modelo del «Nuevo Pacto» de
Roosevelt. En los diez años siguientes, se pusieron con éxito los cimientos
de un desarrollo económico independiente.
Esto causó una verdadera histeria en Washington. Eisenhower y Dulles
advirtieron que «la propia defensa y supervivencia» de Estados Unidos estaba
en entredicho hasta que el virus Fuera exterminado. Los informes del
espionaje norteamericano fueron bastante ingenuos al informar sobre los
peligros que pudiera reportar una democracia capitalista en Guatemala.
Un memorandum de la CIA fechado en 1952 describe la situación en Guatemala
como «contraria a los intereses norteamericanos» a causa de la «influencia
del comunismo ... basada en la defensa de reformas sociales y políticas de
corte nacionalista». El documento advertía que Guatemala «ha incrementado su
apoyo a los comunistas y a otros militantes anti-norteamericanos en otros
países centroamericanos». Un ejemplo citado fue el presunto regalo recibido
por Figueres consistente en 300.000 dóiares.
Ya que lo mencionamos, hay que señalar que José Figueres fue el fundador de
la democracia en Costa Rica y una de las figuras predominantes de América
Central. Aunque cooperó ilusionadamente con la CIA, llamó a Estados Unidos
«el portaestandarte de nuestra causa» y fue elogiado por nuestro embajador
en Costa Rica como «la mejor agencia de publicidad que la United Fruit
Company ha podido encontrar en toda América Latina», Figueres tenía una
línea independiente, y por eso no era considerado tan fiable como Somoza u
otros gángteres a nuestro servicio.
Según la retórica política de los EEUU, esto le hacía sospechoso de «comunismo».
De manera que si Guatemala le daba dinero para ganar las elecciones, se
demostraba que Guatemala apoyaba a los comunistas.
Y todavía peor, el mismo documento de la CIA continuaba afirmando que «la
política radical y nacionalista» del Gobierno democrático y capitalista
guatemalteco que incluía «la persecución de los intereses económicos
extranjeros, especialmente los de la United Fruit Company» se había ganado
«la simpatia y apoyo de casi todos los guatemaltecos». El gobierno estaba
procediendo a movilizar «el tejido políticamente muerto de los campesinos»
con el fin de minar el poder de los grandes terratenientes.
Y aún más, la revolución de 1944 había levantado «un potente movimiento
nacional para liberar a Guatemala de los dictadores militares, el control
social y el colonialismo económico que habían sido los cimientos del pasado»
e «inspirado la conformidad y lealtad de los sectores más concienciados de
Guatemala al propio interés nacional». Las cosas fueron incluso a peor
después de acometerse con éxito una reforma agraria, lo que podría llevar a
amenazar la «estabilidad» en los países vecinos donde sus maltratadas
poblaciones seguían de cerca estos hechos.
0 sea que la situación se estaba poniendo fea, de manera que la CIA llevó a
cabo con éxito un golpe militar. Guatemala se convirtió en el matadero que
aún es hoy, con intervenciones regulares de Estados Unidos cuando las cosas
amenazaban con irse de la manos.
Al final de la década de los setenta, las atrocidades subieron un grado por
encima de lo normal, lo que provocó protestas formales. Todavía, al
contrario de lo que mucha gente creía, la ayuda militar a Guatemala continuó
afluyendo casi al mismo nivel anterior durante la administración Carter «de
los derechos humanos». También se implicó a nuestros aliados, especialmente
Israel, ya que se consideraba a este país, un «elemento estratégico» dada su
experiencia como Estado terrorista.
Bajo la administración Reagan, el apoyo al genocidio en Guatemala continuó
imperturbable. El más furibundo admirador de Hitler, Ríos Montt, era apoyado
y elogiado por Reagan como un hombre enteramente dedicado a la causa de la
democracia. A principios de los años ochenta, el amigo de Washington masacró
a decenas de miles de guatemaltecos, la mayoría indígenas de las montañas,
mientras un número incontable era torturado y violado. Grandes zonas fueron
diezmadas.
En 1988 un recién abierto periódico guatemalteco, La Época, fue dinamitado
por terroristas pagados por el gobierno. En ese momento, los medios de
comunicación en Norteamérica hacían hincapié en el hecho de que el periódico
fundado por EEUU en Nicaragua, La Prensa, hubiera dejado de salir dos días
forzado por la carencia de papel prensa, lo que condujo a un torrente de
críticas y despropósitos en el Washíngton Post y en otros medios sobre el
totalitarismo sandinista.
Por otra parte, la destrucción de La Época no fue recogido en los medios
norteamericanos, a pesar de que era bien conocido en los medios
periodísticos. Naturalmente no podían informar que las fuerzas de seguridad
respaldadas por EEUU, habían silenciado a la única y diminuta voz que había
intentado hacerse oír en Guatemala unas semanas antes.
Un año después un periodista de La Época, Julio Godoy, que había huido
después de la explosión volvió a Guatemala para una corta visita. Cuando
regresó a Estados Unidos, contrastó la situación de América Central con la
de Europa del Este. Los europeos del este «son más afortunados que los
centroamericanos» escribió Godoy porque:
« ... mientras el gobíemo impuesto por Moscú en Praga ha degradado y
humillado a los reformístas, el gobíemo impuesto por Washington en Guatemala
los hubiera matado. De hecho lo está haciendo en un virtual genocidio que ha
causado más de 150.000 víctimas, lo que Amnistía Internacional llama un
programa gubernamental de asesinatos políticos».
La prensa o bien se conforma o bien desaparece como La Época.
«Uno está tentado a creer», continua Godoy, «que alguien en la Casa Blanca
adora a los dioses aztecas ofreciéndoles la sangre de los centroamericanos».
Y cita a un diplomático occidental que afirmó: «si los norteamericanos no
cambian su actitud sobre la región, aquí no hay.
La invasión de Panamá
Panamá ha estado tradicionalmente controlada por una pequeña élite europea,
que constituía menos del 10% de su población. Esta situación cambió cuando
el general populista Omar Torrijos dio un golpe que permitió a los negros y
mestizos pobres participar en el poder instituido por el golpe.
En 1981 Torrijos resultó muerto en un accidente de aviación. Hacia 1983 el
verdadero amo de la situación era Manuel Noriega, un criminal que había
formado parte de la corte de Torrijos y de la del espionaje estadounidense.
El Gobierno de EEUU sabía que Noriega estaba envuelto en tráfico de drogas,
por lo menos desde 1972, cuando la administración Nixon pensó en asesinarle.
Pero se encontraba bajo el paraguas de la CIA. En 1983 un comité del Senado
concluyó que Panamá era un importante centro de tráfico de drogas y lavado
de dinero negro.
El Gobierno de Estados Unidos siguió valorando los servicios que prestaba
Noriega. En mayo de 1986 el director de la Agencia de la lucha contra la
Droga elogió a Noriega por su «vigorosa política de lucha contra el tráfico
de drogas». Un año después el director «Felicitaba nuestra estrecha
asociación» con Noriega, mientras que el fiscal general Edwin Meese paró una
investigación del Departamento de Justicia sobre las actividades criminales
del personaje. En agosto de 1987 una resolución del Senado condenando a
Noriega encontró la oposición de Elliot Abrams, el funcionario del
Departamento de Estado a cargo de la política norteamericana sobre Arnérica
Central y Panamá.
Y todavía más, cuando finalmente Noriega fue encausado en Miami en 1988,
todos los cargos excepto uno eran relativos a actividades previas a 1984,
cuando era nuestro colega, ayudando en la guerra sucia contra Nicaragua,
cometiendo fraude en las elecciones con nuestra aprobación, y en general
sirviendo satisfactoriamente a los intereses generales de Estados Unidos. No
tenía nada que ver entonces con actividades gangsteriles y de
narcotraficante súbitamente descubiertas ahora.
Era totalmente previsible, como lo demuestra un estudio tras otro. Un brutal
tirano, cruza la línea que separa un admirable amigo de un villano y un
escoria cuando comete el crimen de la independencia. Un error muy común es
ir más allá de robar a los pobres, lo que está bien, y empezar a inteferir
con los poderosos, ganándose la oposición del poder económico.
A mediados de los ochenta Noriega era culpable de esos crimenes. Entre otras
cosas, creía haberse asegurado el puesto ayudando a EEUU en su guerra contra
Nicaragua. Pero su independentismo amenazaba nuestros intereses en el Canal
de Panamá. El 1 de enero de 1990 gran parte de la administración del canal
debía recaer en manos panameñas, y en el año 2000 debía estar terminado el
proceso de transferencia. Teníamos que asegurarnos el control de la gente en
que iba a recaer esa responsabilidad antes de esa fecha,
De manera que ya que no podíamos confiar más en Noriega, éste tendría que
irse. Washington impuso severas sanciones económicas que virtualmente
destruyeron la economía, y las peores consecuencias recayeron sobre la
mayoría no blanca. la población entonces comenzó a aborrecer a Noriega, no
porque fuera el responsable del bloqueo económico, (que era ilegal, si
alguien se molesta en estudiarlo), sino porque le hacían responsable de la
hambruna infantil.
A continuación se intentó un golpe militar, pero falló. Ya en diciembre de
1989 Estados Unidos se aprestó a celebrar la caída del muro de Berlín y el
final de la Guerra Fria invadiendo Panamá al margen de todo derecho
internacional y matando cientos o miles de personas, (nadie sabe, y pocos al
norte de Río Grande se molestan en averiguarlo). Inmediatamente se procedió
a restaurar el poder de la élite blanca rica, que había sido desplazada por
el golpe de Torrijos, justo a tiempo de asegurar un gobierno lacayo antes de
que se procediese al cambio de administración del Canal el 1 de enero de
1990, como no dejó de observar la prensa derechista europea.
Durante todo el proceso la prensa norteamericana no dejó de seguir las
consignas de Washington seleccionando a los «malos» en base a las
necesidades del momento. Acciones que habíamos perdonado se convirtieron en
crímenes. Por ejemplo en 1984 las elecciones presidenciales panameñas habían
sido ganadas por Arnulfo Arias. Noriega literalmente le robó la elección con
una buena dosis de violencia y de fraude.
Pero Noriega no se había convertido todavía en un chico díscolo. Era nuestro
hombre en Panamá, y se consideraba que el partido de Arias contenía
peligrosos elementos de uitranacionalismo, de manera que la administración
Reagan aplaudió sin tapujos la violencia y el fraude y mandó al secretario
de Estado George Shultz para legitimar la farsa y elogiar la versión de
Noriega de la democracia como un modelo a seguir por los equivocados
sandinistas.
Los medios de comunicación de Washington y sus aliados de los principales
periódicos del país se cuidaron muy mucho de criticar las elecciones
fraudulentos, pero minimizaron y calumniaron las elecciones celebradas por
los sandinistas en ese mismo ano, mucho mas honestas y libres más allá de
cualquier duda, porque desconfiaban del resultado.
En mayo de 1989 Noriega volvió a robar una elección, esta vez a un
representante del sector económico, Guillermo Endara. Noriega utilizó una
dosis menor de violencia que en 84, pero la administración Reagan había
lanzado la consigna de volverse contra Noriega. Siguiendo el libreto
fielmente, la prensa expresó sus críticas sobre el fraude cometido a
nuestras normas democráticas.
También comenzó a denunciar apasionadamente la violación de los derechos
humanos que previamente no habían llegado a llamar su atención. En la época
en que se invadió Panamá, diciembre de 1989, los medios de comunicación
habían demonizado a Noriega, de manera que se había convertido en uno de los
peores monstruos de la historia desde Atila, rey de los Hunos. Básicamente
era una repetición del mismo proceso empleado para demonizar al libio Gadafi.
Ted Koppel dictaminó que «Noriega pertenece a esa fraternidad especial de
villanos internacionales, hombres como Gadafi, ldi Amin y el Ayatoiah
Jomeini, que a los norteamericanos les encanta odiar». Dan Rather le situó
«a la cabeza de la lista mundial de criminales, traficantes y demás basura».
En realidad Noriega era un secuaz de pequeña categoría, exactamente el mismo
que cuando estaba bajo la cobertura de la CIA.
Tómese a Honduras por ejemplo. Aunque no es un Estado tan terrorista y
asesino como El Salvador o Guatemala, los abusos en el capítulo de los
derechos humanos son probablemente más graves que los cometidos por Panamá.
De hecho hay un batallón entrenado por Estados Unidos que ha cometido más
atrocidades que el mismo Noriega.
0 considérese un dictador apoyado por EEUU como Trujillo en la República
Dominicana, Somoza en Nicaragua, Marcos en Filipinas, Duvalier en Haiti, o
toda una corte de gángsteres centroamericanos durante la década de los
ochenta. Todos fueron mucho más brutales que Noriega, pero Estados Unidos
los apoyó con entusiasmo a través de décadas de atrocidades, en la medida en
que los beneficios siguieran saliendo de sus países con destino al nuestro.
La administración Bush continuó honrando a Mobutu Ceaucescu y Saddam Hussein
entre otros, todos peores criminales que Noriega. El presidente de lndonesia
Suharto, que razonablemente es el peor de todos los asesinos, continúa
siendo considerado por los medios de comunicación de Washington como un «moderado».
En el mismo instante en que se invadía Panamá por sus abusos sobre los
derechos humanos, la administración de Bush anunciaba nuevas ventas de
material de alta tecnología a China, nada menos que 300 millones de dólares
de volumen de negocio para empresas norteamericanas, justo unas pocas
semanas después de la matanza de Tiananmen.
El mismo día, el de la invasión de Panamá, la Casa Blanca también anunció
planes (que fueron llevados a cabo inmediatamente), para conceder créditos a
Irak. El Departamento de Estado anunció, con su cara más seria, que esto se
debía al intento «de incrementar las exportaciones norteamericanas y
situarnos en una mejor posición para pactar con lrak su respeto a los
derechos humanos ... ».
El Departamento continuaba con su postura de ignorar la oposición
democrática iraquí (banqueros, profesionales etc ... ) y bloquear los
esfuerzos del Congreso de condenar los atroces crímenes del antiguo amigo de
Bush. Comparado con los colegas del presidente Bush en Bagdag y Pekín,
Noriega parecía la Madre Teresa.
Después de la invasión, Bush anunció una ayuda de mil millones de dólares.
De esta cantidad 400 millones consistieron en incentivos a la exportación
norteamericana con destino Panamá, 150 millones tenían como fin pagar
créditos bancarios y 65 millones fueron al sector privado y a garantizar las
inversiones de EEUU en el país. En otra palabras la mitad de la ayuda fue un
regalo de los contribuyentes norteamericanos a las grandes corporaciones,
también norteamericanas.
Estados Unidos devolvió el poder a los banqueros después de la invasión. Las
conexiones de Noriega con el narcotráifico son insignificantes comparadas
con las de estos personajes. El tráfico de drogas ha sido siempre canalizado
fundamentalmente por los bancos; el sistema bancario no está regulado, de
forma que es el camino natural del dinero negro. Además ha sido la base de
la artificial economía panameña, y después de la invasión se mantiene
intacto, o quizá goza de mejor salud.
Las fuerzas panameñas de defensa han sido reconstruidas con los mismos
oficiales a su mando.
En general casi todo el sistema permanece estable, sóio que nuestros
servidores son ahora mucho más fiables. Lo mismo sucede en Granada, que se
ha convertido en uno de los mayores centros mundiales de lavado de
narcodólares desde la invasión norteamericana. Nicaragua también es ahora
una de las principales avenidas por donde circula la droga camino de los
mercados norteamericanos, después de la victoria de Washington en las
elecciones de 1990. El modelo permanece inalterable, de la misma forma que
es estéril intentar llamar la atención sobre él.
Vacunar el Sudeste Asiático
Las guerras norteamericanas en Indochina siguieron los mismos patrones.
Hacia 1948 el Departamento de Estado reconoció claramente que el Viet Minh,
el movimiento de resistencia antifrancesa liderado por Ho Chi Minh era el
auténtico representante de los intereses de Vietnam. Pero el Viet Minh no
cedió el control a la oligarquía local. Favoreció el desarrollo local e
ignoró los intereses de los inversores extranjeros.
Se extendió el temor de que el Viet Minh pudiera triunfar, en cuyo caso «el
mal podría extenderse» y el «virus» podría «infectar» la región, para
utilizar el lenguaje que los diseñadores de la política exterior
norteamericana iban a usar diez años después. (Excepto algunos locos y
algunos cretinos, nadie podía temer una verdadera conquista, lo que en
realidad se temía era un ejemplo positivo de desarrollo real).
¿Qué es lo que se hace cuando se tiene un virus? Primero se destruye y luego
se inocula a las potenciales víctimas, de forma que la enfermedad no se
extienda. Esta es, básicamente, la estrategia de EEUU en el Tercer Mundo.
Si es posible, es preferible que el ejército se ocupe de la destrucción del
virus en tu lugar. Si no puede, hay que utilizar las propias fuerzas. Es más
costoso, es menos estético, pero a veces hay que hacerlo. Vietnam fue uno de
esos países donde tuvo que hacerse.
Bien a finales de los años sesenta Estados Unidos bloqueó cualquier
posibilidad de acuerdo político para solventar el conflicto, incluso las
apuntadas por los generales de Saigón. Si se hubiera producido un acuerdo
político, podría haberse dado algún progreso en dirección a una salida
independiente de nuestra influencia, algo totalmente inaceptable.
En su lugar, se procedió a instalar el fipico Estado terrorista de corte «latinoamericano»
en Vietnam del Sur, subvirtiendo las únicas elecciones libres que se habían
producido en Laos, sólo porque ganó el lado «equivocado», y evitando que se
produjeran en Vietnam porque era obvio que también iba a ganar el lado «equivocado».
La administración Kennedy incrementó la escalada bélica en Vietnam del Sur,
cambiando la estrategia, desde el establecimiento de un Estado terrorista a
una agresión al margen de todo derecho internacional. Johnson mandó una
enorme fuerza expedicionaria para atacar Vietnam del Sur y expandir la
guerra a toda lndochina. De acuerdo, destruyeron el virus, pero Indochina
tardará más de cien años en recuperarse.
Mientras Estados Unidos estaba extirpando la enfermedad en su foco, Vietnam,
también prevenía su extensión apoyando la llegada al poder en lndonesia de
Suharto en 1965, respaldando el aplastamiento de la democracia en Filipinas
realizado por Ferdinand Marcos en 1972, y promoviendo el establecimiento de
la ley marcial en Corea del Sur, Thailandia, etc.
El golpe de Suharto de 1965 fue particularmente bienvenido por Occidente, ya
que destruyó los partidos políticos ampliamente respaldados. Claro que esto
condujo en pocos meses a una matanza de más de 700.000 personas, la mayoría
campesinos sin tierra; «un rayo de luz en Asia», como describió la cabeza
pensante de The New York Times, James Reston, exultante tras comunicar a sus
lectores que Estados Unidos tenía el triunfo en las manos.
Occidente estaba encantado en hacer negocios con el nuevo líder «moderado»
de lndonesia, como el Christian Science Monítor describía al general
Suharto, después de que se hubiera lavado parte de la sangre de sus manos,
mientras añadía a su cuenta cientos de miles de nuevos cadáveres en Timor
Oriental y en otros lugares. Esta espectacular matanza en masa es «benigna
de corazón» según nos asegura el respetado diario económico The Economist,
refiriéndose sin duda a su actitud hacia las grandes corporaciones
económicas occidentales.
Después de que la guerra del Vietnam terminara en 1975, el mayor logro de la
política estadounidense fue maximizar la represión y el sufrimiento de los
países que nuestra violencia había devastado. El grado de crueldad empleado
es asombroso.
Cuando los Menonitas trataron de enviar una partida de lápices a Camboya, el
Departamento de Estado trató de evitarlo. Cuando Oxfam intentó mandar diez
estaciones de bombeo que funcionaban mediante energía solar, la reacción fue
la misma. Y se volvió a repetir cuando algunos grupos religiosos intentaron
mandar excavadoras para desenterrar algunas bombas norteamericanas que no
habían llegado a explotar.
Cuando la India intentó mandar 100 búfalos de agua a Vietnam para reemplazar
los grandes rebaños que habían sido destruidos por los ataques
estadounidenses, y recuérdese que en este país retrasado un búfalo de agua
significa fertilizantes, tractor, supervivencia, los Estados Unidos de
América trataron de cancelar a la India el programa de ayuda Alimentos para
la Paz. Esto es algo que Orwell hubiera podido imaginar. No hay un grado de
crueldad suficiente para el sadismo de Washington. Las clases educadas saben
bien cuándo mirar hacia otro lado.
Con el fin de seguir desangrando a Vietnam hemos estado ayudando
indirectamente a los Khemeres Rojos a través de nuestros aliados, China y
Thailandia. los camboyanos han tenido que pagar con su sangre nuestro rencor
hacia Vietnam. los vietnamitas tenían que ser castigados por haberse
resistido a la violencia norteamericana.
Contrariamente a lo que cualquiera, bien sea de derechas o izquierdas
sostiene, Estados Unidos consiguió sus principales objetivos en Indochina.
Vietnam fue demolido. No hay peligro de que un desarrollo independiente
tenga éxito y sirva de modelo para otras naciones en la región.
Por supuesto no fue una victoria total para nosotros. Nuestra meta final era
incorporar lndochina a nuestro sistema global de dominación y eso no se
logró totalmente.
Pero una de las metas, la crucial, la que realmente contaba, era destruir el
virus y lo conseguimos. Vietnam está destrozado y Estados Unidos hace todo
lo que puede para mantenerlo en ese estado. En octubre de 1991, Estados
Unidos desdeñó las timidas objeciones de sus aliados en Occidente y de Japón
y renovó el bloqueo y las sanciones contra Vietnam. El Tercer Mundo tiene
que aprender que nadie puede levantar la cabeza de forma desafiante. El amo
del sistema global perseguirá sin descanso a quien se atreva a cometer este
inenarrable crimen.
La guerra del Golfo
La guerra del Golfo ilustra los mismos principios básicos, como se puede
apreciar claramente si levantamos el velo de la propaganda.
Cuando Irak invadió Kuwait en agosto de 1990, el Consejo de Seguridad de la
ONU condenó inmediatamente a Irak y le impuso severas sanciones. ¿Por qué
respondió la ONU tan pronto y tan firmemente? la alianza Gobierno EEUU con
los medios de comunicación tenía la respuesta.
En primer lugar se nos dijo que la agresión de lrak era un crimen singular,
por lo que merecía una respuesta singular y una reacción dura. «América
permanece donde estuvo siempre, contra las agresiones, contra aquellos que
usan la fuerza para reemplazar la ley», fuimos informados por el presidente
Bush, el invasor de Panamá, y el único jefe de Estado condenado por la Corte
Mundial por «su ilegal uso de la fuerza» (según la condena emitida por esa
misma Corte, en el caso de la agresión norteamericana a Nicaragua). los
medios de comunicación y las clases altas repetían obedientemente las
consignas dictadas por su líder, sucumbiendo al temor de la magnificencia de
tan altos principios.
En segundo lugar, los mismos agentes proclamaban como una letanía que por
fin la ONU estaba funcionando en la forma en que fue primitivamente diseñada.
Señalaban que no había sido posible antes del final de la Guerra Fría,
debido a los obstáiculos que planteaba la Unión Soviética y a la obtusa
oposición anti-occidental del Tercer Mundo.
Ninguna de estas quejas se sostienen si se realiza un escrutinio cuidadoso.
Estados Unidos no estaba sosteniendo ningún alto principio en el caso del
Golfo, ni ante cualquier otro conflicto. La razón para que se produjese esta
respuesta sin precedentes ante la brutal agresión de Saddam Hussein era que
se había equivocado de camino.
Saddam Hussein era un gangster asesino, exactamente el mismo que antes de la
guerra del Golfo, cuando era nuestro amigo y un socio favorecido en nuestro
comercio exterior. Su invasión de Kuwait era sin duda una atrocidad, pero de
similar naturaleza que otros crímenes llevados a cabo por EEUU y sus aliados,
y quizá no tan terrible como otros. Por ejemplo la invasión de lndonesia de
Timor Oriental alcanzó las proporciones de un verdadero genocidio, gracias
al decisivo apoyo de Estados Unidos y sus aliados. Quizá un cuarto de sus
700.000 habitantes fue asesinado, una matanza que superó a la de Pol Pot, si
se tiene en cuenta las respectivas proporciones.
Nuestro embajador ante la ONU en aquellos tiempos, ahora senador por Nueva
York, Daniel Moyniham explicó sus logros en la reunión de Naciones Unidas
sobre Timor Oriental: «Estados Unidos deseaba que las cosas se produjeran
como han sucedido, y han trabajado por su consecución. El Departamento de
Estado deseaba que Naciones Unidas tomase medidas completamente inútiles.
Esa tarea me fue confiada a mí, y la llevé a cabo con notable éxito».
El ministro australiano de Asuntos Exteriores justificó la aquiescencia de
su país ante la Invasión y anexión de Timor Oriental, y de paso la
participación de Australia junto con lndonesia en el robo de las riquezas
petrolíferas de Timor, diciendo simplemente que «el mundo es un lugar sucio,
enlodado con ejemplos de adquisiciones por la fuerza». No obstante, cuando
lrak invadió Kuwait su gobierno publicó una declaración en la que se
afirmaba que «los grandes países no pueden invadir a sus vecinos más
pequeños y que no pase nada». La magnitud de este cinismo no empañó la
ecuanimidad de los moralistas occidentales.
Respecto al hecho de que la ONU finalmente actuara como debía ser,
condenando la invasión, los hechos hablan por sí solos, aunque empañados y
manipulados por los guardianes de la ortodoxia política, que controlan
también los medios de comunicación con mano de hierro. Durante muchos años
las Naciones Unidas han estado bloqueadas, pero por Estados Unidos, no por
la Unión Soviética o el Tercer Mundo. Desde 1970 los EEUU han vetado más
resoluciones de la ONU que cualquier otro país, y en este ranking, Gran
Bretaña ocupa el segundo lugar, Francia el tercero y la Unión Soviética la
cuarta plaza.
Nuestro record en la Asamblea General es similar y «la obtusa y
anti-occidental retórica» del Tercer Mundo normalmente se convierte en una
llamada a observar las leyes internacionales, una lastimosa y débil barrera
contra la depredación de los poderosos.
Las Naciones Unidas estaban listas para responder a la agresión iraquí
porque, por primera vez, Estados Unidos lo permitia. La severidad sin
precedentes de las sanciones era el resultado de las presiones y amenazas de
EEUU. Las sanciones tenían una inusual posibilidad de funcionar tanto por su
dureza como porque los habituales vetos de Estados Unidos, Francia y Gran
Bretaña no se habían producido en esta ocasión.
Pero incluso después de permitir los sanciones, Estados Unidos se aprestó
con celeridad a desmarcarse de la opción diplomáitica despachando una fuerte
fuerza militar a la zona, a la que se unió Gran Bretaña y que era apoyada
por los dictadorzuelos que gobernaban los Estados petroleros del Golfo, y
con la participación nominal de otros países.
Una fuerza más pequeña de carácter disuasivo podía haber esperado a que las
sanciones surtieran efecto; un ejército de medio millón no podía. El
propósito de la rápida escalada militar trataba de evitar que lrak se
retirara de Kuwait por medios pacíficos.
¿Por qué era tan poco atractiva la opción diplomáitica? A las pocas semanas
de la invasión de Kuwait, el 2 de agosto, las líneas generales para un
posible acuerdo político estaban claras. la resolución 660 del Consejo de
Seguridad reclamaba la retirada iraquí de Kuwait, a la vez que llamaba a una
negociación simultánea soóre los límites territoriales. A mediados de agosto
el Consejo de Seguridad Nacional consideró una propuesta iraquí para
retirarse de Kuwait en esas condiciones.
Aquí parecía haber dos problemas: primero el acceso iraquí al Golfo, que
había quedado vinculado al control sobre dos llanuras áridas y deshabitadas
asignadas por Gran Bretaña a Kuwait después de su retirada, y que había
dejado a lrak práicticamente aislado. En segundo lugar, la resolución de la
disputa sobre un campo petrolífero que se adentraba dos millas en territorio
iraquí en una zona en que no estaban trazadas las fronteras.
Estados Unidos rechazó desdeñosamente la propuesta, o cualquier negociación.
El 22 de agosto sin haber hecho pública la propuesta iraquí, que
aparentemente parecía conocer el gobierno, The New York Times informó que la
administración Bush estaba determinada a bloquear la opción diplomática por
miedo a que se pudiera difuminar la crisis. Los principales hechos se
publicaron una semana más tarde en el periódico de long lsland Newsday, pero
los medios de comunicación en general guardaron silencio.
La última oferta conocida antes de los bombardeos, dada a conocer por
oficiales norteamericanos en la zona, proponía una retirada total iraquí de
Kuwait. No había connotaciones sobre conflictos territoriales pero se
enmarcaba con otras propuestas «vinculadas»: las armas de destrucción masiva
en la zona y el conflicto árabe-israelí.
Un propuesta posterior apuntaba la ocupación ilegal de Israel del sur del
Líbano, en violación de la resolución 425 de marzo de 1978 del Consejo de
Seguridad, que había reclamado una inmediata e incondicional retirada del
territorio que los israelíes habían invadido. La respuesta norteamericana
fue que ya no era tiempo para la diplomacia. Los medios de comunicación no
informaron de los hechos, Newsday aparte, pero alabaron los altos principios
de Bush.
Estados Unidos se opuso a considerar los hechos «relacionados» porque
estaban opuestos a usar la diplomacia en todos los hechos «relacionados».
Esto se había puesto de manifiesto meses antes de la invasión de Kuwait,
cuando EEUU rechazó la oferta iraquí de negociar sobre las armas de
destrucción masiva. En su oferta lrak proponía la destrucción de todas las
armas químicas o biológicas si otros países de la región también
desmantelaban sus armas de destrucción masiva.
Saddam Hussein era en aquel entonces amigo y aliado de Bush, de manera que
sí recibió respuesta. Washington le dijo que daba la bienvenida a la
propuesta iraquí de destruir sus propias armas, pero no quería «vincular
este hecho a sistemas armamentísticos u otras propuestas».
No se hacía mención sobre los «otros sistemas armamentísticos» y había una
buena razón para no hacerlo. Israel no sólo poseía armas químicas y
biológicas, sino que es el único país en Oriente Medio que posee armamento
nuclear, probablemente 200 artefactos. Pero la frase «armamento nuclear
israelí» no puede ser escrita o pronunciada por ninguna fuente oficial
norteamericana. Esa frase pondría de relieve la cuestión de por qué
cualquier tipo de ayuda a Israel es siempre legal, aunque según la
legislación sobre ayudas a países extranjeros está prohibida desde 1977 a
cualquier país que desarrolle en secreto un programa nuclear.
Al margen de la invasión iraquí, Estados Unidos siempre ha bloqueado
cualquier «proceso de paz» en Oriente Medio que incluyera una conferencia
internacional de paz y el derecho palestino a su propia autodeterminación.
Durante veinte años Estados Unidos ha mantenido esta actitud en solitario.
Los votos de las Naciones Unidas ilustran claramente la situación: de nuevo,
en diciembre de 1990, justo en medio de la niebla levantada por la crisis
del Golfo, la llamada a una conferencia internacional, obtuvo un resultado
de 142 votos a favor y 2 en contra, Estados Unidos e Israel. Esto no tenía
nada que ver con Irak y Kuwait.
Estados Unidos también se negó tajantemente a permitir la retirada iraquí
por los medios pacíficos que prescriben las leyes internacionales. En su
lugar prefirió evitar la diplomacia y situar el conflicto en la esfera de lo
violento, en el cual una superpotencia siempre se impondrá a cualquier
adversario del Tercer Mundo.
Como ya hemos visto, EEUU lleva a cabo agresiones de forma regular, o bien
las apoya, aún en casos más criminales que el de Kuwait. Sólo el más
empecinado papista puede dejar de entender estos hechos. En el extraño caso
de que EEUU se oponga diplomáticamente a alguna acción llegal de algún
cliente o aliado, estarán dispuestos a admitir las «vinculaciones» de sus
propuestas.
Tómese la ocupación sudafricana de Namibia declarada llegal por la Corte
Mundial y las Naciones Unidas en los años 60. Estados Unidos predicó durante
años «una tranquila acción diplomática» o un «acuerdo constructivo»,
respaldando un pacto que otorgaba a Sudáfrica amplio apoyo a sus atrocidades
y barbarie, amén del mayor puerto de Namibia, y admiria las «vinculaciones»
de esta ocupación con el Caribe, a la vez que bendecía los beneficios que se
derivaban de la invasión para los intereses económicos internacionales.
Las tropas cubanas que habían defendido a Angola, el vecino de Namibia, de
los ataques de Sudáfrica fueron retiradas. A pesar de ello, y tal como
sucedió en Nicaragua tras los «acuerdos de paz» de 1987, Estados Unidos
continuó apoyando al ejército terrorista junto con sus aliados Zaire y
Sudáfrica y preparando unas elecciones para 1992 al estilo de las
nicaragüenses, donde la gente tenía que acudir a las urnas bajo la amenaza
del estrangulamiento económico y los ataques terroristas si votaban por el
candidato «equivocado».
Mientras tanto Sudáfrica seguía saqueando y destruyendo Namibia, y usándola
como base para agredir a sus vecinos. Sólo durante la época Reagan-Bush
(1980-88) Sudáfrica causó unos daños valorados en más de 60.000 millones de
dólares y más de medio millón de personas asesinadas en los países vecinos,
excluidos Namibia y la propia Sudáfrica. Pero los comisarios políticos
estadounidenses eran incapaces de afrontar estos hechos, y en su lugar,
elogiaban la fascinante panoplia de principios con la que Bush «vinculaba»
estos hechos, cuando alguien te pisa los callos.
Es decir, ahora sí se admifian «vinculaciones» que equivalían a un rechazo
diplomático, pero light, es decir, de menor rango que un rechazo
diplomáitico. En el caso de Kuwait, la posición estadounidense fue
particularmente débil. Después de que Saddam Hussein se nos fuese de las
manos, la administración Bush insistió en que debía ser eliminada la
capacidad iraquí de ataque y agresión, una posición correcta en contraste
con el anterior apoyo que se había brindado a las atrocidades y agresiones
del pasado, y se hizo un llamamiento para lograr un pacto regional que
garantizase la seguridad.
Bien, en esto consisten las «vinculaciones». Cuando nuestro opositor
condiciona sus posiciones a otras premisas, no se permite que se dé la
«vinculación»; es el caso de lrak. Sin embargo, si nuestro aliado es el
condenado, «vinculamos» su agresión a otros factores: el avance del
comunismo, etc., para protegerle.
La cruda realidad es que, en el caso iraquí, Estados Unidos temía que la
diplomacia «difuminase» la crisis y por lo tanto se cerró en banda a aceptar
sus «vinculaciones» mientras se preparaba para la guerra.
Al rechazar la senda diplomática, Estados Unidos conseguía sus mayores metas
en el Golfo. Sabíamos con claridad que los incomparables recursos
energéticos de Oriente Medio debían permanecer bajo nuestro control y los
enormes beneficios que proporcionaban debían continuar dando soporte a las
economías de los propios Estados Unidos y de su cliente británico.
También reforzábamos nuestra posición dominante y enseñábamos la lección de
que el mundo debe ser gobernado por la fuerza. Estos objetivos han sido
alcanzados, Washington procedió a mantener la «estabilidad», impidiendo
cualquier amenaza de cambio democráitico en las tiranías de los Estados del
Golfo y permitiendo que Saddam Hussein machacase los levantamientos
populares de los chiitas en el sur, a pocos kiiómetros de nuestras líneas, y
de los kurdos en el norte.
Pero la administración Bush todavía no ha conseguido lo que el portavoz de
The New York Times y jefe de la sección internacional, Thomas Friedman llama
«lo mejor del mundo: una junta de puño de hierro sin Saddam Hussein». Esto,
continúa Friedman, supondria el retorno a la feliz época en que «el puño de
hierro de Saddam mantenía unido Irak, para satisfacción de los aliados de
Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudita» para no hablar de la del patrón de
Washington. La actual situación del Golfo refleja las prioridades de las
superpotencias para quedarse con todas las cartas, otra verdad que permanece
invisible ante los guardianes de la fe.
El encubrimiento de la operación Irán-Contra
Los principales elementos de la historia Irán-Contra eran bien conocidos
antes de que fueran expuestos en 1986, excepto un hecho: que la venta de
armas a Irán y la guerra ilegal de los contras llevada a cabo por el coronel
Oliver North, funcionario de la Casa Blanca, estuviesen interconectadas.
El envío por barco de armas a Irán vía Israel no comenzó en 1985, cuando la
encuesta del Congreso y el Fiscal especial tomaron cartas en el asunto.
Había comenzado casi inmediatamente de la caída del Sha en 1979. En 1982 era
de conocimiento público que Israel proveía gran parte de las armas que
tenían como destino Irán; se podía leer en la portada de The New York Tímes.
En febrero de 1982 las figuras más importantes de los israelíes, cuyos
nombres más tarde se vieron implicados en la vista del caso Irán-Contra,
aparecieron en la cadena de televisión inglesa BBC describiendo cómo habían
ayudado a organizar el trasvase de armas al régimen de Jomeini. En octubre
de 1982, el embajador de Israel ante EEUU declaró públicamente que Israel
estaba mandando armas al régimen de Jomeini «con la cooperación de Estados
Unidos... casi al más alto nivel». los altos oficiales israeiíes
involucrados también manifestaron las razones: establecer lazos de unión con
elementos militares en Irán que pudieran derrocar al régimen, restaurando el
que había bajo el Sha, es decir, el procedimiento habitual.
Al igual que en la guerra de la «contra», los actores básicos de las
operaciones llegales CIA-North eran conocidos en 1985 (un año antes de que
la historia estallase, cuando se derribó un avión de suministros
norteamericano en Nicaragua y Eugene Hasenfus, un agente yanqui, fuera hecho
prisionero). los medios de comunicación simplemente optaron por mirar hacia
otro lado.
De manera que ¿qué es lo que generó el escándalo Irán-Contra? Se produjo en
el momento en que ya no se pudo ocultar por más tiempo. Cuando Hasenfus fue
derribado en Nicaragua llevando suministros de la CIA a los contras y la
prensa libanesa informó que el consejero nacional de Seguridad
norteamericano llevaba biblias y chocolates a Teherán, la historia no pudo
silenciarse durante más tiempo. Después de eso, la conexión entre los dos
hechos se hizo patente,
Entonces se pasó a la siguiente Fase: control de daños. De eso fue de lo que
se sacó provecho.
Las perspectivas para Europa del Este
Lo que resulta más significativo acerca de los sucesos ocurridos en Europa
en los años ochenta es que simplemente el imperio retrocedió. No sólo la
URSS permitió los movimientos populares, es que, además, los impulsó.
Existen pocos precedentes históricos de este proceder.
No sucedió porque los soviéticos fueran buenos chicos, sino que se produjo a
remolque de las necesidades internas. Pero de hecho sucedió y como resultado
los movimientos populares no tuvieron que enfrentarse ni remotamente a algo
parecido a lo que sucedió en nuestro patio trasero. El periódico de los
jesuitas salvadoreños apuntó acertadamente que Vaclay Havel (el presidente
checoslovaco que antes había sido prisionero político), en El Salvador no
hubiera sueido prisión, simplemente le hubieran cortado en trocitos y los
hubieran abandonado en la cuneta de cualquier carretera.
La Unión Soviética casi pidió perdón por su anterior uso de la violencia, y
esto también constituyó un hecho sin precedentes. los periódicos
norteamericanos concluyeron que, ya que los rusos habían admitido que la
invasión de Afganistán había sido una violación de las leyes internacionales
y un crimen, al fin podrían entrar en el mundo civilizado. Una reacción
sumamente interesante. Me imagino a alguien, en los medios de comunicación
norteamericanos, sugiriendo que quizá Estados Unidos debería contribuir a
levantar la moral del Kremlin admitiendo que los ataques contra Vietnam,
Laos o Camboya habían violado las leyes internacionales.
El único país del Este de Europa donde había habido grandes dosis de
violencia en el derrumbe de la tiranía era en el que los soviéticos habían
tenido menos influencia y donde nosotros habíamos tenido más: Rumania.
Nicolas Ceaucescu, su dictador, había visitado Inglaterra y se le había
dispensado recibimiento real. Estados Unidos le había concedido el estatus
de nación más favorecida, ventajas comerciales y su aprecio.
Ceaucescu era tan brutal y despiadado entonces como lo fue después, pero ya
que se había retirado del Pacto de Varsovia y estaba siguiendo una senda de
corte independiente, creímos que estaba, en parte, de nuestro lado en la
batalla internacional. (Estamos a favor de la independencia siempre y cuando
se produzca en el imperio del enemigo, no en el nuestro).
En cualquier otro lugar de Europa del Este los levantamientos fueron
increíblemente pacíficos. Hubo alguna represión, pero desde el punto de
vista histórico 1989 fue un año único. No puedo recordar un caso semejante.
Creo que las perspectivas para Europa del Este son bien negras. Occidente
tiene un plan meridianamente claro; quiere convertir grandes zonas de ese
territorio en parte del Tercer Mundo.
Siempre ha habido una especie de relación seudocolonial entre Occidente y
Europa del Este; de hecho el bloqueo soviético de esa relación constituyó
una de las causas de la Guerra Fría. Ahora se están reestableciendo y hay un
serio conflicto sobre quién va a ser el ganador en la carrera para asegurar
la explotación y la depredación en esa zona del planeta. ¿Va a ser Europa
Occidental llderada por Alemania, actualmente primera en la línea de salida,
Japón aguardando a ver el tamaño de los beneficios, o Estados Unidos
tratando de sumarse al borin?
Hay una buena cantidad de recursos para apropiarse, y cantidad de mano de
obra barata para emplear en las empresas de ensamblaje. Pero primero tenemos
que imponerles el sistema capitalista. No lo aceptamos para nosotros mismos,
pero insistimos cuando se trata del Tercer Mundo. Es el sistema del Fondo
Monetario Internacional. Si podemos conseguir que lo acepten, serán
fácilmente explotados, y los llevaremos con facilidad a ejercer su nuevo
papel de México o Brasil.
En muchos aspectos Europa del Este es más atractiva para los inversores que
América latina. Una razón es que su población es blanca y de ojos azules, y
por lo tanto mucho más presentable para inversores que proceden de
sociedades profundamente racistas como las de Europa Occidental y Estados
Unidos.
Y aún más significativo, Europa del Este tiene un nivel de salud general y
de educación mucho más elevado que la media latinoamericana que, excepto
sectores aislados y de gente acomodada, es un desastre total. Una de las
pocas excepciones es Cuba, que supera el estándar occidental en salud y
tasas de alfabetismo, pero sus perspectivas son más bien pesimistas.
Una razón para esta disparidad entre Europa del Este y latinoamérica radica
en los diferentes niveles de terror ejercidos en ambos casos después de los
años de Stalin. Una segunda razón se establece en términos de economía
política.
De acuerdo con los servicios de espionaje norteamericanos, la Unión
Soviética gastó alrededor de 80.000 millones de dóiares en Europa del Este
durante la década de los setenta. La situación fue bien diferente en América
Latina. Entre 1982 y 1987 alrededor de 150.000 millones de dóiares fueron
transferidos de América Latina a Estados Unidos. The New York Times estima
que las «transacciones ocultas (incluyendo dinero del narco, beneficios
llegales etc.) podrían haber alcanzado la cifra de 700.000 millones de
dólares. los efectos en Centroamérica han sido particularmente odiosos, pero
casi lo mismo sucede en todo el subcontinente, donde hay una rampante
pobreza, mainutrición, mortalidad infantil, destrucción ecoiógica, estados
terroristas, y colapso generalizado de las condiciones de vida hasta llegar
a niveles de décadas precedentes.
La situación en África es todavía peor. La catástrofe del capitalismo fue
particularmente grave en los años ochenta, «una pesadilla inconmensurable»
en los dominios de las potencias occidentales, según los términos de la
Organización para la Unidad Africana. Cifras facilitadas por la Organización
Mundial de la Salud estiman que 11 millones de niños mueren cada año en el
«mundo subdesarrollado», un «silencioso genocidio» que hubiera podido ser
conducido a un rápido final si los recursos estuvieran dedicados
directamente a satisfacer las necesidades humanas en vez de al
enriquecimiento de unos pocos.
En una economía global diseñada para satisfacer los intereses y necesidades
de las corporaciones internacionales y financieras, y los sectores que las
sirven, la mayoría de las especies se convierten en superfluas. Hubieran
sido suprimidas si las estructuras institucionales de control y privilegio
hubieran funcionado sin un desafío o cierto grado de control popular.
El mundo alquila un gorila
Durante la mayor parte de este siglo, Estados Unidos era, de lejos, la
primera potencia económica mundial, y eso hizo que se utilizara el control
económico como una poderosa arma, que incluía medidas que iban desde los
embargos ilegales a la imposición de las reglas del Fondo Monetario
Internacional a los países débiles. Pero en los últimos 20 años, Estados
Unidos ha cedido parte del control a Japón y a la Europa liderada por
Alemania, gracias en parte a la pésima gestión de la administración Reagan,
que montó una verdadera fiesta para los ricos a costa del dinero pagado por
la mayoría de la población y de las generaciones futuras. No obstante, al
mismo tiempo el poder militar estadounidense se ha convertido en absoluto.
Mientras la URSS contaba en el panorama internacional, había un límite
establecido sobre la fuerza que EEUU podía aplicar, particularmente en
aquellas zonas remotas donde no disponíamos de una ventaja en fuerzas
convencionales. Ya que la URSS apoyaba gobiernos y movimientos políticos que
EEUU trataba de destruir, había un peligro cierto de que la intervención de
Estados Unidos en el Tercer Mundo generase un conflicto nuclear. Una vez
terminada la época de disuasión soviética, EEUU se ve más libre para
utilizar la violencia en el resto del mundo, un hecho que ha sido reconocido
con gran satisfacción por los analistas políticos de estos últimos años.
En cualquier confrontación cada contrincante trata de llevar la batalla al
terreno donde tiene más posibilidades de victoria. Se pretende utilizar la
fuerza, usar la carta más alta. la mejor carta de EEUU es la fuerza, de
manera que si se puede establecer que el mundo debe ser regido por la
fuerza, eso constituye una victoria para Estados Unidos. Por otra parte, si
un conflicto puede ser resuelto por medios pacíficos, nos beneficia menos ,
ya que nuestros rivales son tan buenos o mejores que nosotros en ese
aspecto.
La diplomacia es particularmente adversa a nuestros intereses, a no ser que
pueda imponerse por la fuerza. EEUU tiene muy poco apoyo popular en la
consecución de sus objetivos en el Tercer Mundo, y no es una sorpresa ya que
intenta imponer estructuras de dominación y explotación. Un acuerdo
diplomático puede tener respuesta, por lo menos en cierto grado, en interés
de los otros participantes en la negociación, y eso es un problema cuando
tus posiciones no son muy populares.
Por lo tanto las negociaciones son algo que Estados Unidos trata normalmente
de evitar. Contrariamente a la enorme propaganda, esto ha sido así en el
sudeste asiático, en Oriente Medio y en América Central durante muchos años.
Con estas premisas, es natural que la administración Bush haya contemplado
la respuesta militar como el principal instrumento político, prefiriéndola a
las sanciones y a la diplomacia, como en la crisis del Golfo. Pero desde que
Estados Unidos ha perdido la base económica para imponer «estabilidad y
orden» en el Tercer Mundo, debe confiar en otros para asegurarlos, ya que es
ampliamente asumido que debe haber alguien que garantice el respeto a los
amos. El flujo de beneficios provenientes de la producción petrolífera del
Golfo no es desdeñable, pero Japón y la Europa liderada por Alemania debe
pagar su cuota por el papel desempeñado por Estados Unidos, el de
mercenario, asumido siguiendo los consejos de la prensa económica
internacional.
El editor financiero del derechista Chicago Tribune ha estado haciendo
hincapié sobre estos temas con especial claridad. Debemos ser «mercenarios
voluntarios» pagados en concepto de nuestros amplios servicios por nuestros
rivales, usando nuestro «poder monopolístico» en el «mercado de la
seguridad» para «mantener nuestro control sobre el sistema económico
mundial». «Debemos extender una red de protección» aconseja, vendiendo
«protección» a las otras potencias mundiales que deberán por tanto pagarnos
«un canon de guerra».
Y eso es en Chicago donde los palabras son perfectamente entendidas: si
alguien te molesta, se llama a la mafia para que le rompa los huesos. Y si
no se obtiene la recompensa suficiente, también tu salud puede resentirse.
Quede claro que el uso de la fuerza para controlar el Tercer Mundo es sólo
un último recurso. El Fondo Monetario Internacional es un instrumento más
barato que los marines o la CIA si puede encargarse de la tarea. Pero el
«puño de hierro» debe poder ser contemplado en el horizonte, disponible para
cuando se necesite.
Nuestro papel de «gorila de alquiler» también causa sufrimientos en casa.
Las grandes corporaciones industriales siempre han confiado en el Estado
para proteger e incrementar sus enormes intereses económicos en casa, para
dirigir dinero público a las necesidades de los inversores, etc. y esa ha
sido una de las razones de su poder. Desde 1950 Estados Unidos ha conseguido
estos objetivos a través del sistema del Pentágono, que incluye a la NASA y
al Departamento de Energía que produce armas nucleares. Pero ahora estamos
amarrados a estos mecanismos para mantener los componentes electrónicos, las
conputadoras y la industria de la alta tecnoeía en general.
Los militantes keynesianos de la época de Reagan se excedieron añadiendo
nuevos problemas. La transferencia de recursos a las minorías acaudaladas y
otro tipo de políticas gubernamentales condujeron a una enorme ola de
manipulación financiera y a una orgía consumiste. Y además, se hacía poco en
relación a inversiones en el aparato productivo, y d país estaba repleto de
deudas: gubernamentales, corporativas, inmobiliarias y la incalculable deuda
nunca superada de los programas sociales, a medida que Estados Unidos iba
girando hacia un modelo tercermundista, con islas de gran riqueza y enormes
privilegios en un océano de miseria y sufrimiento.
Cuando un Estado adopta tales políticas, se debe encontrar el método de
distraer a la gente, eviando que adviertan lo que está sucediendo a su
alrededor. Y no hay muchas maneras de hacerlo. La más clásica es inspirar
temor a terribles enemigos que nos amenazan, y confiar en nuestros grandes
líderes que nos rescatarán en el último momento.
Éste ha sido el modelo seguido durante toda la década de los ochenta, que
requiere no poca ingenuidad por parte del público, una vez que la amenaza
habitual, la Unión Soviética, se hubiera evaporado. De manera que la amenaza
para nuestra existencia han sido Gadafi y sus hordas de terroristas, Granada
y su ominosa base aérea, los sandinistas marchando hacia Texas, los
narcotraficantes hispanos conducidos por el archimaníaco Noriega y los
árabes, locos en general. Más recientemente ha sido Saddam Hussein después
de que cometiera su único crimen, el de la desobediencia, en agosto del 90.
Ahora es más necesario que nunca reconocer lo que siempre ha sido verdad:
que el principal enemigo es el Tercer Mundo, que amenaza con «escapar a
nuestro control».
Éstas no son leyes naturales. Los procesos y las instituciones que las han
engendrado pueden ser cambiadas. Pero el proceso requiere cambios
culturales, sociales e institucionales no coyunturales, que incluyan a las
estructuras democráticas ya que la democracia no sólo consiste en elegir
periódicamente entre una selección de representantes del mundo económico
para que manejen los asuntos internacionales y domésticos.
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El Futuro
Las cosas han cambiado
Es importante reconocer cuánto han cambiado las cosas en los últimos 30 años
como resultado de las movilizaciones populares que se han organizado de
forma heterogéneo y caótica en torno a grandes objetivos: derechos civiles,
pacifismo, feminismo, medio ambiente y otras cuestiones de interés de la
humanidad.
Obsérvese las administraciones Kennedy y Reagan, que eran similares en
numerosos aspectos en cuanto a sus políticas bálsicas y compromisos. Cuando
Kennedy desencadenó una vasta campaña internacional terrorista contra Cuba
después de que fracasara su invasión, y cuando comenzó la escalada asesina
en Vietnam del Sur al margen de cualquier norma de derecho internacional, no
había prácticamente ningún tipo de protesta.
No llegó hasta que cientos de miles de soldados de las tropas
norteamericanas fueran desplegados y toda lndochina estuviese bajo
desvastadores ataques, con cientos de miles masacrados. Entonces la protesta
se hizo significativa. Por el contrario tan pronto como Reagan apuntó que se
iba a intervenir directamente en América Central, las protestas explotaron
de forma espontánea a escala suficiente como para obligar a la
administración a recurrir a otros medios.
Los líderes pueden graznar sobre el fin del «síndrome de Vietnam» pero
conocen la realidad. La Revista Política de Seguridad Nacional de la
administración Bush, filtró en el momento del ataque terrestre en la Guerra
del Golfo que «en casos en que Estados Unidos se enfrenta a enemigos más
débiles», los únicos a los que se atreve a enfrentar un verdadero estadista,
«nuestro objetivo es no sóio derrotarlos, sino derrotarlos rápida y
efectivamente». Cualquier otro resultado podría ser «embarazoso» y
cortocircuitar «el apoyo político», bien entendido que además, éste es muy
estrecho.
Por ahora, una intervención clásica ni siquiera se contempla como opción.
Los medios se limitan a operaciones terroristas clandestinas, mantenidas en
secreto a la opinión pública, o a «rápidos y decisivos» golpes a «enemigos
mucho más débiles» , después de una vasta campaña destinada a pintarlos como
monstruos de indescriptible poder.
Este mismo proceso de respuesta se puede observar en la actualidad. Por
ejemplo 1992. Si la celebración del Quinto Centenario hubiese sucedido en
1962, hubiera constituido una celebración de la liberación del continente.
En 1992 las celebraciones han obtenido una rápida respuesta, un factor que
ha causado la histeria de los gurús de la cultura que han ejercido un
control totalitario sobre todo el proceso. Ahora se apresuran a señalar los
«fanáticos excesos» de los que instan a respetar a otros pueblos y culturas.
También en otras áreas hay mas apertura y conocimiento, más escepticismo y
cuestionamiento de la autoridad. Por supuesto las últimas tendencias son un
arma de doble filo. Pueden conducir a un pensamiento independiente, a la
organización popular y a la presión para que cambien las instituciones. 0
pueden proporcionar una masa de gente aterrorizada que redame líderes nuevos
y más autoritarios. Esta posibilidad no es puramente especulativa, es algo
para tomar en serio y actuar en consecuencia, adoptando las medidas
oportunas para detener el fenómeno.
¿Qué hacer?
En cualquier país siempre hay un grupo que ostenta el verdadero poder. No es
un gran secreto dónde radica ese poder en Estados Unidos. Básicamente reside
en manos de personas que determinan las inversiones, qué se produce y qué se
distribuye. Ocupan cargos a lo largo y ancho del gobierno, escogen a los
analistas y programadores de la política, e imponen las condiciones
generales que rigen el sistema doctrinal.
Una de las cosas que desean es la aquiescencia y la pasividad de la
población. De manera que una de las cosas que les puede hacer la vida menos
cómoda es no ser pasivo y sumiso. Incluso plantear preguntas tiene un efecto
importante.
Las manifestaciones, escribir cartas y votar puede ser significativo,
depende de las circunstancias. Pero lo principal es estar organizado.
Si se va a una manifestación y luego a casa, es importante, pero los
poderosos pueden soportarlo. Con lo que no pueden vivir es con una presión
sostenida que funcione, con organizaciones que hagan cosas, gente que
aprenda lecciones para mejorar su actuación en el futuro.
Cualquier sistema de poder, incluso una dictadura fascista, reacciona ante
la disidencia popular. Esto es cierto en un país como éste donde,
afortunadamente, el Estado no dispone de mucha fuerza para coaccionar a la
población. Durante la guerra de Vietnam, la resistencia contra el conflicto
fue directa y el gobierno tuvo un alto coste que pagar.
Si las elecciones son una cita donde una parte de la población acude y
presiona un botón cada par de años, no se preocupan. Pero si los ciudadanos
se organizan para presionar sobre un determinado aspecto, y a su vez
presionan a los elegidos sobre ese asunto, las elecciones pueden tener una
importancia significativa.
Los miembros del Congreso son más fácilmente influenciables que los del
Senado, y los senadores más que el presidente, que es prácticamente inmune.
Cuando se llega a ese nivel, la política está prácticamente decidida por los
ricos y poderosos que controlan y manejan el país.
Se puede organizar métodos de presióne sobre nuestros representantes. Se les
puede llevar al barrio para que se enfrenten a las quejas de los vecinos, o
se pueden realizar sentadas en sus oficinas si se dan las circunstancias
apropiadas. Esto puede significar la diferencia, una sustancial diferencia.
También se pueden realizar nuestras propias investigaciones. No sólo se debe
confiar en los libros convencionales de historia y en los textos de ciencia
política, hay que estudiar las monografías de los especialistas y las
fuentes originales: los archivos ministeriales y documentos similares. La
mayoría de las buenas bibliotecas tienen departamentos donde pueden
encontrarse.
Esto requiere un poco de esfuerzo. La mayoría del material es basura, y hay
que leer una tonelada antes de encontrar algo bueno. Existen guías que nos
pueden orientar sobre dónde buscar, y a veces se encuentran indicios en las
fuentes de segunda mano. A veces son malinterpretadas, pero no obstante
sugieren lugares donde investigar.
No es un gran misterio, y no supone ningún especial esfuerzo intelectual.
Supone trabajo, pero cualquiera puede dedicar parte del tiempo que destina a
un hobby particular. Y los resultados de la investigación pueden cambiar la
manera de pensar de la gente. Las verdaderas investigaciones son siempre
fruto de un trabajo colectivo, y sus resultados pueden contribuir
significativamente a incrementar la conciencia de la gente, aumentando la
capacidad de crítica y de conocimiento de la realidad, y conducir a una
acción constructiva.
La lucha continúa
La lucha por la libertad no acaba jamás. La gente del Tercer Mundo necesita
nuestra solidaridad, nuestra comprensión, y mucho más que eso, nuestra
ayuda. Podemos proporcionarles un margen de supervivencia mediante nuestra
lucha en Estados Unidos. Su éxito en su lucha contra la brutalidad que les
imponemos depende, en gran medida, de lo que suceda aquí.
El coraje que muestran es encomiable. He tenido el privilegio personal de
percibir de primera mano un destello de ese coraje en el sudeste asiático,
en América Central y los Territorios Ocupados. Es una experiencia
sobrecogedora e inspiradora, e invariablemente trae a mi mente una desdeñosa
cita de Rousseau sobre los europeos que habían abandonado los ideales de
libertad y justicia sustituyéndolos por la paz y el reposo «que disfrutan
con sus cadenas»:
«Cuando veo multitudes de salvajes desnudos despreciar los lujos de los
europeos y arrastrar el hambre, la espada y la muerte para conservar su
independencia, síento que no les incumbe a los esclavos razonar sobre la
libertad».
La gente que piense que estas son meras palabras comprenden muy poco el
mundo actual.
Y ésta es sólo una parte de la tarea que tenemos por delante. Hay un
creciente Tercer Mundo en casa. Hay métodos para deslegitimar a la autoridad
en todas las esquinas del mundo social, político, económico o cultural. Por
primera vez en la historia, nos hemos enfrentado al problema de la
preservación del medio ambiente que tiene que sustentar una vida digna del
ser humano. No sabemos cuánto esfuerzo digno y decente será suficiente para
solventar o al menos mitigar problemas como éstos. Sin embargo, creemos
firmemente que su ausencia nos conduciría irremediablemente al desastre.
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Pocos son los prósperos y muchos los elegidos
La nueva economía global
Estuve en Brattle Street, Cambrídge, (Se refiere a Cambridge, Massachusetts,
en Estados Unidos. (N.T.)) la pasada noche. Había mendigos, gente pidiendo
dinero, gente durmiendo en los portales. Esta mañana, en la estación de
metro de Harvard Square lo mismo.
El espectro de la pobreza y la desesperación se ha ido íncrementando hasta
alcanzar, lógicamente, a la clase medía e incluso a la clase alta. Ya no se
puede evitar enfrentarse con este fenómeno de la misma forma que hace unos
años, cuando estaba circunscrito a una parte de la ciudad. Tiene mucho que
ver con la pauperización de Estados Unidos, creo que usted la llama la
«tercermundizacíón» íntema.
Hay varios factores implicados. Hace 20 años se produjo un gran cambio en el
orden mundial, simbolizado en parte, por el desmantelamiento del sistema
económico de posguerra llevado a cabo por Richard Nixon. Nixon reconoció que
la dominación norteamericana de todo el sistema había declinado, y en el
nuevo orden tripolar, con Japón y una Europa liderada por Alemania jugando
cada día un papel más importante, Estados Unidos ya no podía seguir siendo,
en efecto, el banquero mundial.
Esto condujo a aguantar una mayor presión de las corporaciones que querían
mantener su tasa de beneficios, y por lo tanto, a un ataque sistemático
contra los gastos sociales. Las migajas de que antes disfrutaba la gente
corriente se esfumaron. Todo tenía que ir a parar a manos de los ricos.
También hubo una tremenda expansión de capital irregular en el mundo. En
1971 Nixon desmanteló el sistema Bretton Woods, que regulaba los tipos de
cambio. Esta medida y otras expandieron tremendamente la cantidad de capital
irregular por todo el planeta, y aceleró lo que se ha dado en llamar
globalización o internacionalización de la economía.
Esa es una manera amable de decir que se iba a ejercer una gran represión
sobre los trabajadores productivos y a coartar las posibilidades de producir
localmente. Por supuesto también es una manera de incrementar los beneficios
de las empresas. Y es mucho más fáicil hacerlo con la libre circulación de
capitales, el desarrollo de las telecomunicaciones etc.
De esta globalización se deducen dos grandes consecuencias. La primera es
que se extiende el modelo del Tercer Mundo a los países industrializados. En
el Tercer Mundo existen dos clases interconectadas: un sector de extrema
riqueza y enormes privilegios y otro de enorme miseria y desesperación, de
gente desempleada, superflua.
Las políticas impuestas por Occidente están profundizando esta división. Se
está imponiendo un sistema de «libre mercado neoliberal» que dirija los
recursos a los ricos y a los inversores extranjeros, con la idea de que algo
funcionará como por arte de magia, cuando aparezca el Mesías.
Esto está sucediendo en todo el mundo industrializado, pero con mayor
crudeza en los tres países anglófonos. Durante la década de los ochenta la
Inglaterra de Margaret Thatcher, Estados Unidos con Reagan y Australia bajo
un gobierno laborista, adoptaron algunas de las doctrinas que habían
apadrinado para el Tercer Mundo.
Por supuesto, nunca iban a tomarse la ración completa. Sería demasiado
alarmante para los ricos. Pero rondaban en torno a la idea. Y se le temía.
Quiero decir que la sabia la población en general.
Tomemos por ejemplo el barrio del sur de los Ángeles. Ahí hubo alguna vez
fábricas. Ahora se han trasladado a Europa del Este, México, lndonesia, allí
donde hay campesinas que abandonan las tierras. Para los ricos estupendo,
igual que en el Tercer Mundo.
La segunda consecuencia, que también es importante, tiene que ver con las
estructuras gubernamentales. A través de la historia, éstas han tendido a
fundirse con otras formas de poder, recientemente con el poder económico.
Así, cuando se tienen economías nacionales, se obtienen Estados nacionales.
Bien, ahora tenemos una economía internacional y nos movemos hacia un Estado
internacional, lo que al final, viene a significar un gobierno
internacional.
Para citar a la prensa económica estamos creando una «nueva edad imperial»
con un «gobierno mundial de facto». Éste tiene sus propias instituciones
como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, estructuras
comerciales como el Tratado de Libre Comercio Norteamericano y el GATT,
Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio, reuniones de tipo ejecutivo como
el Grupo de los Siete, los siete países más industrializados del mundo,
Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Canadá e Italia, que
se reúnen periódicamente para discutir la política económica, y la burócrata
Comunidad Europea.
Y como se puede esperar, esta compleja estructura de toma de decisiones
responde básicamente a los intereses de las grandes corporaciones, los
bancos internacionales etc. También es una barrera efectiva para la
democracia. Todas estas estructuras elevan sus decisiones a nivel ejecutivo,
dejando lo que se denomina un «déficit democrático», parlamentos y pueblos
enteros con una sustancial merma de poder.
Y no sólo eso, la gente no sabe lo que está sucediendo, y ni siquiera sabe
que no lo sabe.
Como resultado se produce una alienación de las instituciones. la gente
siente que éstas no les sirven.
Y por supuesto que no sirven. La gente no sabe lo que sucede en ese remoto y
secreto nivel de toma de decisiones. Esto ha constituido un gran éxito en la
tarea a largo plazo de desproveer de sustancia a las estructuras
democráticas.
- En la conferencia dada por Clinton en Little Rock y en otras partes del
país, se hacían multítud de referencias sobre el despegue económico y la
recuperación de la competitívidad. El economista político Gar Alperovitz
escribió en The New York Times que lo que se había propuesto «no
profundizaba en nuestros problemas económicos. Simplemente estamos
instalados en una larga y dolorosa era de receso económico sin resolver».
¿Está usted de acuerdo con esto?
- Todavía no he podido echar una mirada a ese artículo, pero el Financial
Times, el influyente diario económico londinense, ha estado comentando con
placer el conservadurismo fiscal de Clinton y sus asesores.
Y eso tiene serias consecuencias. En primer lugar debemos ser cuidadosos con
el uso de los términos. Cuando alguien afirma que América está en un largo
período de decadencia, habría que ver qué se entiende por América. Si se
quiere señalar el área geográfica de Estados Unidos estoy de acuerdo. las
nuevas políticas implementadas sólo van a tener un efecto cosmético. Ha
habido decadencia y seguirá habiendo decadencia. El país está adquiriendo
muchas de las características del Tercer Mundo.
Pero si se está hablando de las corporaciones que tienen sus sedes en
Estados Unidos, entonces no estoy de acuerdo. los indicadores muestran lo
contrario; el índice de productos manufacturados se mantiene estable o está
probablemente creciendo, mientras que los índices que miden a Estados Unidos
arrojan cifras descendentes. Ésta es una consecuencia directa de trasladar
la fuerza productiva al exterior.
General Motors, como señalan constantemente los periódicos, está cerrando
unas 24 fábricas aquí. Pero en la letra pequeña se puede leer que está
abriendo otras, incluyendo una de alta tecnología en la antigua Alemania del
Este con un costo aproximado de 700 millones de dóIares. Ésta es una zona de
alto índice de paro donde General Motors puede ahorrarse un 40% en salarios
y quedarse con todos los beneficios.
Aparecía una bonita historia en la portada de The Financial Tímes, en la que
se aplaudía la idea. Como decían, la General Motors ya no tiene que
preocuparse por los mimados trabajadores de Europa Occidental. Ya pueden
sobreexplotar a los trabajadores de Alemania del Este que han sido empujados
a su tradicional papel de tercermundistas. Lo mismo está sucediendo en
México, Thailandia etc.
- Las recetas para nuestra economía son parecidas «dejemos actuar al
mercado». Hay una exaltación del libre mercado, que ya comienza a ser
asumido como un mito: «corrige todos los problemas». ¿Hay alternativas?
- Primero hay que separar la ideología de la praxis, porque hablar en este
momento de libre mercado es una broma. Al margen de los ideólogos, los
académicos y la prensa, nadie piensa que el capitalismo es un sistema
viable, y nadie lo ha pensado en los últimos 60 o 70 años.
Herman Daly y Robert Goodland, dos economistas del Banco Mundial, han
difundido, recientemente, un interesante estudio. En él señalan que la
teoría económica, la teoría clásica en la que se suponen están basadas las
principales decisiones en este área, dibujan el panorama de un océano de
mercado libre con pequeñas islas firmemente enclavadas. Estas islas, por
supuesto, no están internacionalmente aisladas, sino que están controladas
desde el centro.
Pero no hay problema, porque no son más que pequeñas islas en un océano. Se
supone que tenemos que creer que esos enclaves no son mucho más diferentes
que la tienda de ultramarinos de la esquina.
Daly y Goodiand también sostienen que tales islas se están aproximando al
tamaño de un mar. Un gran porcentaje del comercio fronterizo se realiza
dentro de un solo enclave, por lo que es dificil denominarlo «comercio
transnacional». lo que sí existe en realidad son transacciones comerciales
controladas centralmente por una mano muy visible que lo dirige, el
entramado de las grandes corporaciones. Y hay que añadir que el océano
soporta solamente una de las caracterizaciones, y además parcial del libre
comercio.
De manera que se puede afirmar que una de las alternativas al sistema de
libre mercado es la que ya tenemos, porque a menudo no confiamos en el
mercado, donde poderosos intereses pueden verse dañados. Nuestra actual
política económica es una mezcla de proteccionismo, intervencionismo, libre
mercado y medidas liberales. Y está fundamentalmente dirigido a satisfacer
las necesidades de aquellos que ponen en práctica la política social, la
mayoría pertenecientes a los ricos y los poderosos.
Por ejemplo, Estados Unidos siempre ha tenido una política industrial
pública muy activa. Es comúnmente aceptado que un sistema de empresa privada
sólo puede sobrevivir si se produce una intervención estatal masiva. Es
necesaria para regular la anarquía del mercado, y para proteger el capital
privado de los efectos destructivos del sistema de mercado, y para organizar
los subsidios públicos destinados a objetivos de la industria punta.
Pero nadie lo llama política industrial, porque a lo largo de medio siglo se
ha enmascarado con el sistema del Pentáigono. lnternacionalmente el
Pentágono era una fuerza de intervención, pero en casa la realidad es que
era un método mediante el cual el gobierno podía coordinar la economía
privada, subsidiar a las principales corporaciones y apoyarlas, dirigir el
dinero de los contribuyentes a la investigación y desarrollo, facilitar una
garantia estatal para controlar el exceso de producción, y seleccionar
industrias para un ulterior desarrollo. Todos los éxitos de la industria
norteamericanos se han basado en este apoyo gubernamental.
- En la conferencia de Littie Rock escuché a Clinton hablar acerca de los
problemas estructurales y de reconstruir las infraestructuras. Una
participante, Ann Markusen, economista y autora del libro «Desmantelando la
economía de la Guerra Fría» e intervino para señalar los excesos del sistema
del Pentágono y los daños y las distorsiones que ese sistema ha causado a la
economía norteamericana. De forma que parece que hay alguna discusión sobre
esos temas, lo que es algo que no me hubiera atrevido a aventurar antes.
- La razón es que no se puede mantener intacto el sistema del Pentágono.
Tienen que empezar a hablar de ello porque se le está cayendo la máscara. Es
difícil conseguir ahora que la gente reduzca su nivel de consumo y frene sus
deseos de que los fondos públicos no sean destinados a la industria de alta
tecnología con la excusa de que vienen los rusos.
O sea, que el sistema tiene problemas. Los economistas y los banqueros han
estado clamando durante cierto tiempo que una de las principales razones por
las que el actual receso es tan profundo es que el gobierno ha sido incapaz
de proporcionar los recursos necesarios para incrementar los gastos
militares, con todos sus efectos multiplicadores, el mecanismo tradicional
de estimular la economía. Aunque están en marcha varias iniciativas para
lograrlo, y según mi opinión las operaciones en Somalia suponen un gran
esfuerzo de relaciones públicas del Pentáigono, ya no es posible continuar
actuando como si nada hubiera sucedido.
Y hay otro factor a considerar. las restricciones de fondos públicos a la
industria han sido destinadas a otros sectores, alejados de la industria
basada en la electrónica de la posguerra, y dirigidos ahora hacia la
industria y el comercio basados en la biología.
La biotecnología, la ingeniería genética, la creación de nuevas semillas y
drogas, incluso el diseño de nuevas especies, etc., están destinadas a
proporcionar grandes beneficios a la industria. El enorme campo abierto es
más importante que la electrónica. En realidad si se compara la
biotecnología, que puede extenderse hasta la esencia de la vida, con la
electrónica, ésta queda reducida a una menudencia.
Pero es dificil disfrazar las aplicaciones del gobierno en estas áreas bajo
la cobertura del Pentágono. incluso si los rusos estuvieran ahí,
amenazantes, sería dificil.
Existen diferencias entre los dos partidos políticos sobre lo que debe
hacerse. El de Reagan y Bush, más fanáticos ideológicamente, es más reacio a
una apuesta ilimitada. Son un poco más dogmáticos. El de Clinton está
decididamente a favor. De hecho fue una de las principales razones por las
que Clinton recibió un apoyo significativo del mundo empresarial.
Tomemos la cuestión de las «infraestructuras» o «del capital humano», una
forma vulgar de decir que hay que mantener a la gente viva y permitirles
tener una educación. Por ahora el mundo empresarial es bien consciente de
que existe un problema. The Wall Street Journal por ejemplo, era el más
ardiente defensor de la política lunática de Reagan hace 10 años. Ahora
están publicando artículos en los que deploran las consecuencias, sin
reconocer, por supuesto, su responsabilidad.
Publicaron un gran reportaje sobre el colapso del sistema educativo en
California, sobre el que se mostraban muy negativos. los empresarios de la
zona de San Diego habían confiado en el sistema público para que les
proveyera de trabajadores cualificados, gerentes en prácticas,
investigadores especializados, etc. Ahora el sistema está en bancarrota.
La razón es obvia, los grandes recortes en gastos sociales del presupuesto
federal y las medidas fiscales y de otro tipo que han incrementado el
déficit federal, apoyadas por The Wall Street Journal, simplemente se han
dirigido a mantener a la gente viva y al funcionamiento de los Estados.
Éstos no son capaces de soportar la carga. Se encuentran con grandes
problemas y han tratado de pasar la «patata caliente» a los ayuntamientos,
que por cierto, también tienen considerables problemas.
Lo mismo es aplicable a los ricos que pueblan las zonas residenciales de
Boston. les gustaría subirse a sus limusinas y bajar al centro por una buena
carretera. Pero está llena de baches. También les gustaría pasear por la
ciudad e ir al teatro sin que les apuñalen.
De manera que los ejecutivos están quejándose. Quieren que el gobierno
retorne a su intervención y que les facilite lo que necesitan. Esto supone
una marcha atrás en el fanatismo con que The Wall Street Joumal y otros
medios han aplaudido la situación durante los años anteriores.
- Hablar de ello es una cosa, ¿pero de verdad saben qué hacer?
- Sí creo que tienen una pista. Si se escucha a economistas listos como Bob
Solow, que comenzó el debate en litfle Rock, te das cuenta de que tiene un
puñado de bonitas ideas.
Lo que quieren hacer lo hacen abiertamente Japón y Alemania y cualquier
economía funcional; básicamente confiar en las iniciativas gubernamentales
que proporcionan las bases del beneficio privado. En la periferia de Japón,
Corea del Sur y Taiwan por ejemplo, estamos asistiendo a una salida del
modelo del Tercer Mundo, y una entrada en un modelo de sociedad
industrializada a través de una intervención estatal masiva.
No solamente el Estado es suficientemente poderoso para controlar a los
trabajadores, también es capaz de controlar al capital. Durante los años
ochenta América latina tuvo un gran problema de evasión de capitales porque
estaba abierta a los mercados internacionales de capital. Corea del Sur no
tiene ese problema, existe la pena de muerte para ese delito. Como cualquier
analista con sentido común, usan el mercado para atraer capitales, pero
controlados por una dirección central.
Estados Unidos lo ha estado haciendo indirectamente a través del sistema del
Pentágono, que es el paradigma de la ineficacia. Ya no va a funcionar tan
bien como antes, de manera que a nuestros gobernantes les gustaría ahora
mantenerlo sin tapujos. la cuestión es si se va a poder hacer. Un problema
es el enorme déficit que nos ha legado la administración Reagan, federal, a
nivel de Estado, local e incluso a nivel de ama de casa, lo que hace
extremadamente difícil implementar programas constructivos.
- No hay capital disponible.
- En efecto. Probablemente eso formó parte intencionadamente del programa de
Reagan de endeudarse y gastar.
- ¿Eliminar el capítal?
- Recuerdo hace 10 años, cuando David Stockman, director de la Oficina del
Presupuesto en los primeros años de Reagan, fue despedido y mantuvo algunas
entrevistas con el periodista económico William Greider.
Entonces Stockman sostuvo que se trataba de poner coto a los gastos
sociales, por el camino de la deuda. Pero siempre habría suficiente para
subsidiar a los ricos. Aunque no se podía ayudar a las madres con hijos a su
cargo; el dinero sólo para los ejecutivos de las grandes empresas.
De cualquier forma el problema de la deuda, en lo que a su volumen se
refiere, no debería ser un gran obstáculo. Ya hemos tenido déficits mucho
mayores, no en valores absolutos, pero sí comparados con el Producto
Interior Bruto. El monto total de la deuda esta sujeto a sus diferentes
formulaciones estadísticas. Se la puede revestir de distintos ropajes según
se formule. En cualquier caso no supone algo que no pueda ser solucionado.
La cuestión es ¿qué se ha hecho con todo ese dinero? Si todo lo que se ha
gastado en los últimos 10 años hubiese sido destinado a propósitos
constructivos, infraestructuras o inversiones productivas por ejemplo,
estaríamos de acuerdo. Pero, de hecho, los gastos han ido a parar al
bolsillo de los ricos, o han estado destinados al consumo, lo que significa
incrementar las importaciones, y por lo tanto el déficit comercial. A la
manipulación financiera o a pura especulación. Todos, objetivos dañinos para
la economía.
Y hay otro problema, un problema de índole cultural o ideológico. El
gobíerno ha confiado durante años en el aparato propagandistico que negaba
estas evidencias. Son otros los países que soportan intervención
gubernamental y gastos sociales, nosotros somos individualistas feroces. Por
supuesto que la IBM no recibe nada del gobierno. Recibe y mucho, pero a
través del sistema del Pentágono.
La propaganda oficial ha desatado la histeria sobre el tema de los
impuestos, y eso que si nos comparamos con países similares estamos muy por
debajo de ellos en este tema. Y también se ha dirigido contra la burocracia
que se lleva parte de los beneficios, por ejemplo protegiendo a los
trabajadores y los derechos de los consumidores. Claro está que la
burocracia que se dedica a subsidiar a la banca y a la industria es muy
conveniente.
Al margen de la propaganda, la gente en este país es realmente muy
individualista, y no le gusta recibir órdenes. No va a ser fácil venderle
una política industrial de ayudas y subsidios. Estos factores culturales son
importantes.
En Europa existe una especie de contrato social. Ahora está declinando pero
ha estado impuesto durante largo tiempo por la fuerza de los sindicatos y la
relativa debilidad de la patronal, que por razones históricas no tiene la
misma fuerza que aquí. los gobiernos europeos velan por supuesto, por los
intereses empresariales pero han tejido una importante red para el resto de
la población. Hay un sistema público sanitario, unos servicios razonables,
etc.
Nosotros no los tenemos en parte porque la clase trabajadora no ha tenido ni
la misma fuerza ni la misma organización, y porque además la patronal sí
tiene una conciencia más clara y una organización más firme.
En Japón se dan casi los mismos resultados que en Europa, pero debidos
fundamentalmente a una cultura de corte totalitario. La gente hace lo que se
le dice. Sólo hay que decirles que bajen el nivel de consumo o que trabajen
más y obedecen. Esto sería impensable aquí. Por otra parte su nivel de vida
es muy bajo si lo comparamos con el nivel de riqueza del país.
- Dada la situación económica, debería ser una buena ocasión para que la
Izquierda, el movimiento progresista, planteara propuestas concretas. Pero
la izquierda parece atascada en una guerra de aniquilación mutua, con un
modelo de actuación puramente reactivo. No toma iniciativas.
- Lo que la gente llama «la izquierda», los movimientos pacifistas y de las
libertades o lo que sea, se ha expandido enormemente a través de los años.
Pero son muy localistas. Se centran sobre problemas particulares y consiguen
resultados.
Pero no tienen una visión más amplia o una estructura organizativa. La
izquierda no puede fundirse con los sindicatos, porque éstos prácticamente
ya no existen. Para desarrollarse es necesaria cierta estructura.
Prácticamente no existe una inteligencia de izquierda, es decir un grupo o
clase diferenciado de intelectuales. Nadie plantea lo que debe hacerse, o
está disponible para dar charlas. La lucha de clases de las últimas décadas
ha conseguido sus objetivos de debilitar a las organizaciones populares. La
gente está aislada.
También debo decir que los problemas que debemos arrastrar son muy
profundos. Siempre es bueno conseguir reformas. Sería magnífico conseguir
más dinero para los niños que pasan hambre. Pero hay otros problemas
objetivos que nos encontramos si recorremos el país.
Un problema fue amablemente planteado a la administración Clinton por un
arficulo de portada de The Wall Street Joumal el otro día. Se preguntaba que
sucedería si la administración se tomara en serio su propia retórica, como
la del gasto en programas sociales. Ojo, no va a suceder, pero ¿y si alguien
se tomara en serio su propio discurso?
Estados Unidos está en manos de la comunidad financiera internacional a
causa de la deuda. Ellos tienen la llave de la política norteamericana. Si
algo sucediera aquí que no gustara a nuestros acreedores, por ejemplo que se
incrementaran los salarios de los trabajadores y les disminuyesen los
beneficios a corto plazo, podrían retirarse del mercado de la deuda pública
estadounidense.
Esto haría subir las tasas de interés, lo que deprimiría la economía, que a
su vez elevaría el déficit. The Wall Street Joumal señalaba que el programa
de gastos de Clinton de 20.000 millones de dóIares, podría costarle al
gobierno más de esa cantidad, ya que produciría significativos cambios en la
compra y venta de bonos de deuda pública.
De esta forma los programas sociales, incluso en un país tan rico y poderoso
como el nuestro, el más rico y poderoso de todos, están hipotecados a la
comunidad financiera internacional. Estos son problemas que hay que
resolver, y significan enfrentarse a cambios revolucionarios.
Se ha publicado que existe un debate en el seno de la administración
Clinton, con Laura Tyson y Robert Reich manteniendo posturas aparentemente
enfrentadas, sobre la necesidad de proteger a los trabajadores
norteamericanos. De acuerdo con las informaciones facilitadas, la posición
de Reich consiste en que hay que protegerlos, no importando a quien
pertenezca la empresa; la de Tyson consiste en protegerlos pero sóIo si la
empresa esta radicada en Estados Unidos.
Todos estos debates asumen de antemano que son los inversores quienes tienen
el derecho de decidir lo que vaya a suceder. De forma que las cosas hay que
hacerlas lo suficientemente atractivas para que las acepten. Pero si son los
inversores los que llevan la batuta, poco va a cambiar.
Es como tratar de cambiar el sistema proporcional de representación popular
u otro tipo de sistema representativo, usando el parlamento de un Estado
totalitario como foro de discusión. las cosas pueden cambiar un poco, pero
no significativamente.
Hasta que no se llegue a la fuente del poder, esto es, a los propios
inversores, todos los cambios posibles son sólo cosméticos, y sólo pueden
tener lugar de forma muy limitada. Si fueran demasiado lejos, los inversores
tomarían otro tipo de decisiones y nada se hubiera avanzado.
Desafiar el derecho de los inversores a decidir quién vive, quién muere, y
cómo se vive y se muere, significaría un paso adelante en dirección a los
ideales liberales, los verdaderos ideales liberales. Eso sería un cambio
revolucionario.
- Me gustaría introducir otro actor. Psicológicamente es mucho más fácil
criticar algo que proponer ideas constructivas. Aquí juegan dinámicas
totalmente diferentes.
- Se ven cantidad de cosas que están mal. Se pueden proponer pequeños
cambios. Pero para ser realista, los cambios sustanciales, los que alteran
la dirección de los acontecimientos y propician problemas de índole
diferente, requieren una profunda democratización de la sociedad y del
sistema económico.
Una empresa o una gran corporación esconden un sistema interno de corte
fascista. El poder está en la cúspide. las órdenes llegan hasta el escaión
más bajo. O se siguen las órdenes o te vas.
La concentración de poder en esas estructuras hace que cualquier iniciativa
política o ideológica se vea constreñida. No todo está controlado al cien
por cien, pero está agudamente constreñido. Esto son hechos.
La economía internacional impone otro tipo de limitaciones. No se pueden
obviar estas características. Si alguien se preocupa de leer a Adam Smith en
lugar de parlotear sobre él, se dará cuenta de que Smith sostiene que la
política social está basada en las clases sociales. Admitió que se basaba en
análisis de clase.
Si se estudia la materia con seriedad en la Universidad de Chicago, reducto
de Milton Friedman y otros economistas de derechas, se aprende que Adam
Smith denunció el sistema mercantilista y el colonialismo porque estaba a
favor del libre comercio. Esto es sólo la mitad de la verdad. la otra mitad
es que también dijo que el sistema mercantilista y el colonialismo eran muy
beneficiosos para «los mercaderes y los manufactureros ... los principales
arquitectos de la política», pero perjudicial para los propios ingleses.
Para abreviar, era una política de clase la que trabajaba en favor de los
ricos y los poderosos en Inglaterra. El pueblo inglés sufría las
consecuencias. Smith se oponía a esto porque era un brillante intelectual,
pero lo reconocía. Si no se reconoce el fenómeno no se habita en el mundo
real.
¿A quién beneficia el NAFTA y el GATT?
(NAFTA: North American Free Trade Agreement, lo que conocemos aquí por TLC,
Tratado de libre Comercio entre México, EUU y Canadá. GATT: General
Aqreement on Trade and Tariffs. Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas.
(N.T.))
- Antes usted ha mencionado que la General Motors había trasladado una
fábrica a México. La empresa de fabricación de máquinas de escríbir, Smíth
Corona, antes radicada en EEUU, ha hecho lo propío. Existe un ancho corredor
de «maquitadoras», plantas de ensamblaje, cerca de la frontera. Allí la
gente trabaja por cinco dólares al día y existen unos niveles increíbles de
polucíón, gases tóxicos, vertidos al agua, etc.
- Uno de los principales objetivos del país ahora es el NAFTA. No hay duda
que va a tener amplias consecuencias tanto para Estados Unidos como para
México. Se puede discutir sobre el tipo de efectos, pero es indudable que
van a ser enormes.
Es seguro que tales efectos van a acelerar lo que se ha descrito
anteriormente, el flujo de trabajo productivo a México. Allí existe una
dictadura totalitaria y represiva, de manera que está garantizado que los
salarios van a seguir siendo bajos. Durante lo que se ha dado en llamar el
«milagro económico mexicano» de la última década, los salarios se han
depreciado en un 60%. Los líderes sindicales han sido asesinados. Si la Ford
quiere despedir a toda su plantilla y alquilar fuerza de trabajo superbarata
lo hace. Nadie puede evitarlo. La contaminación carece de regulación. Es un
gran lugar para los inversores.
Uno puede pensar que el NAFTA, que incluye trasladar fuerza productiva a
México, puede mejorar las condiciones de vida de ambos países. Pero es muy
improbable. Una razón es que la represión en México imposibilita organizarse
para luchar por mejoras. Otra razón es que el NAFTA inundará México con
productos agrícolas norteamericanos.
Estos productos están todos obtenidos a base de grandes subsidios y
cortocircuitarán la agricultura mexicana. la gente abandonará sus tierras y
se calcula que unos 13 millones emigrarán a la ciudad o a las zonas de
maquitadoras, lo que conducirá a una nueva bajada de salarios.
También los trabajadores norteamericanos deberían recelar del acuerdo. Se
perderán cientos de miles de puestos de trabajo, o se bajará el nivel de
éstos. los que más lo van a sufrir serán los trabajadores hispanos y negros.
Pero realmente va a haber un buen período para los inversores
norteamericanos y sus socios adinerados mexicanos. Ellos, junto con los
profesionales que trabajan a su servicio, son los que se van a beneficiar de
este acuerdo.
- ¿Van el NAFTA y el GATT a institucionalizar y formalizar lás relaciones
entre el Norte, próspero, industrializado, formado casi en su totalidad por
naciones del hemisferio septentrional, y el Sur, más pobre, menos
industrializado, meridional?
- Ésa es la idea. El NAFTA degradará también el medio ambiente. Por ejemplo
las corporaciones argumentarán que las regulaciones ambientales violan los
acuerdos del NAFTA. Esto está ya pasando con las regulaciones del NAFTA que
afectan a las relaciones económicas EEUU-Canadá. Sus efectos generales
degradarán los niveles de calidad de vida y aumentarán los beneficios.
Es curioso observar cómo se ha llevado el tema. La opinión pública no tenía
la más mínima idea de qué estaba pasando. De hecho no podían saberlo. Una
razón es que el NAFTA es secreto, es un acuerdo entre los gobiernos que aún
no ha sido hecho público.
En 1974 el Acta de Comercio pasó por el Congreso. Una de sus resoluciones
fue que el Comité laboral Consultivo, que tiene su base en los sindicatos,
tenía que pronunciarse en cualquier acuerdo comercial. Obviamente el Comité
tiene que emitir su informe sobre el NAFTA, que es un acuerdo de los tres
gobiernos y tiene que ser firmado por el Presidente.
A mediados de agosto del 92 se le notificó al Comité que su informe debía
estar listo el 2 de septiembre de ese mismo año. No obstante el texto se le
entregó apenas 24 horas antes de esa fecha. Ni siquiera pudieron discutirlo
y menos escribir un informe mínimamente serio.
Además ese tipo de líderes laborales son bastante conservadores, no son ese
tipo de gente que se permite criticar al gobierno. Pero escribieron un
informe bastante ácido. Dijeron que a pesar del poco tiempo de que habían
dispuesto para estudiarlo, parecía que iba a ser un verdadero desastre para
los trabajadores, para el medio ambiente, para los mexicanos, y un chollo
para los inversores.
El Comité destacó que aunque los defensores del tratado mantenían que no
perjudicaría a muchos trabajadores americanos, quizá sólo a los no
cualificados, su propia definición de «no cualificados» abarcaba al 70% de
la fuerza productiva. También reseñó que el Acuerdo hacía un especial
esfuerzo en garantizar el derecho a la propiedad, pero no aparecían muchas
menciones a los derechos de los trabajadores.
También condenaba agriamente el desprecio a la democracia que había supuesto
recibir el texto con tan poca antelación. Y qué partes del Acuerdo seguían
siendo secretas.
El GATT es prácticamente parecido, nadie sabe de que va a no ser que sea un
verdadero especialista en el tema. Y tiene un contenido que abarca más que
el NAFTA. Uno de los aspectos sobre lo que se ha presionado más ha sido lo
que denomina «derechos de propiedad intelectual». Es decir, protección para
las patentes, software, grabaciones etc. Se trata de garantizar que la
tecnología del futuro permanezca en manos de las grandes corporaciones
internacionales, para las que trabajan los distintos gobiernos mundiales.
Hay que asegurarse, por ejemplo, de que la India no pueda producir medicinas
para su población al 1O% de costo que las producidas por Merck
Pharmaceutical, una empresa apoyada y subsidiada por el gobierno. la Merck
utiliza extensivamente la investigación proveniente de los laboratorios
universitarios de biología, que están apoyados y financiados por fondos
públicos, y otras formas de intervención gubernamental.
- ¿Ha podido estudiar los detalles de esos tratados?
- Bueno, ahora es teóricamente posible conseguir un texto. Pero lo que he
podido estudiar son los comentarios secundarios al texto, como el informe
del Comité Consultivo laboral, y el informe de la Oficina del Congreso de
Asesoría Tecnoiógica, que es muy parecido.
Lo verdaderamente importante es que aunque usted o yo podamos obtener el
texto, ¿qué es lo que esto significa para el sistema democrótico? ¿Cuánta
gente está enterada de lo que se está llevando a cabo? Según lo que yo sé,
el informe del Comité y el hecho de que el Acuerdo fuera criticado por el
Comité, nunca ha aparecido en la prensa.
Acabo de regresar de un viaje de dos semanas por Europa, donde el GATT es un
objetivo importante para la gente de los países de la Comunidad Europea.
Están preocupados por el vacío que se está produciendo entre las decisiones
del ejecutivo, que son secretas, y las instituciones democráticas,
parcialmente democráticas, como los parlamentos, que cada vez son más
incapaces de influir en las decisiones que se toman a nivel de Comunidad
Europea.
- Parece que la adminístración Clinton-Gore va a encontrarse en un grave
problema. Apoya tanto el NAFTA como el GATT, pero al mismo tiempo, por lo
menos retóricamente, habla sobre su compromiso con la protección ambiental y
la creación de puestos de trabajo para los norteamericanos.
- Mucho me sorprendería que se produjera un gran conflicto basado en esos
problemas. Su término «retórico» es totalmente apropiado. Su compromiso es
con las corporaciones radicadas en EEUU es decir con las corporaciones
internacionales. Y éstas aprueban los términos en que está redactado el
NAFTA, protección especial para la propiedad, desprotección para los
derechos laborales, así como los métodos empleados para desregular la
protección ambiental. El acuerdo forma parte de sus intereses. Dudo que haya
algún problema gubernamental a no ser que se ejerza una fuerte presión
popular.
Los «milagros económicos» del Tercer Mundo y la alimentación
- Háblenos de la economía política en el capítulo alimentarlo, su producción
y distribución, en el marco de las políticas implementadas por el FMI y el
Banco Mundial. Estas instituciones ofrecen crédítos al Sur bajo estrictas
condiciones: tienen que promover una economía de mercado, pagar estos
créditos en monedas fuertes e incrementar las exportaciones, como el café
para que podamos tomar 'cappuccino' o carne para que nos atraquemos de
hamburguesas, a expensas de la agricultura tradicional indígena.
- Lo ha descrito con todo detalle. Es también interesante mirar
detenidamente los casos individuales. Tomemos Bolivia. Ha habido dictadores
brutales y represivos, y una gran deuda exterior, todos los elementos
característicos.
Occidente acudió con todas las recetas del FMI; Jeffrey Sachs, experto de
Harvard fue consejero del país. Comenzaron a implementarse las típicas
medidas: estabilización monetaria, recortes de la producción destinada al
consumo interno, etc. Funcionó. las cifras, las estadísticas, arrojaban unos
resultados satisfactorios. la moneda se estabiiizó. la deuda se redujo. El
Producto Nacional Bruto se incremento.
Pero subsistian algunos moscardones volando sobre la miel. La pobreza se
incrementó. la malnutrición tres cuartos de lo mismo. El sistema educativo
se derrumbó. Pero lo más interesante es que lo que estabilizó la economía
fue la exportación de coca, la planta. Ahora representa dos terceras partes
de las exportaciones bolivianas.
Por supuesto los campesinos no sacaron gran provecho del «milagro». Tómese a
un campesino de cualquier país, inúndese sus tierras con productos agrícolas
norteamericanos subsidiarios, probablemente importados a través de un
programa de ayuda como el de Alimentos para la Paz, y compruébese si puede
competir o subsistir. Se ha creado un panorama en que sóio se puede cultivar
para la exportación. El campesino no es idiota. Producirá el producto que
rinda más, es decir coca.
Tampoco es que reciban ingentes cantidades de dinero por hacerlo, y se
enfrentará a las armas y los helicópteros de la DEA, pero por lo menos podrá
subsistir. Y el mundo se inundará de coca.
Los beneficios van a parar a las mafias, o a los bancos neoyorquinos. Nadie
sabe cuántos cientos de miles de dólares procedentes de los beneficios del
negocio de la coca pasan por los bancos de Nueva York o de sus filiales,
pero sin duda, muchos.
También reciben su tajada las compañías químicas estadounidenses, que como
es bien sabido, exportan los reactivos necesarios para la producción de
cocaína en América Latina. De manera que hay montones de beneficios. También
supone un «pico» en las venas de la economía norteamericana. Y además
contribuye amablemente a la proliferación mundial de drogas, incluido
Estados Unidos.
En esto consiste el «milagro económico boliviano». Y no sólo es este caso.
Echemos una mirada a Chile. Ahí hay también un gran milagro económico. La
pobreza se ha incrementado desde un 20% en tiempos de Allende, recuerdas, el
presidente asesinado por un golpe propiciado por EEUU, a un 40% ahora, tras
el gran milagro. Y esto es así país por país.
Estos son los tipos de consecuencias que se derivan de lo que se ha llamado
apropiadamente «fundamentalismo del FMI». Allí donde se aplica, los eíectos
son desastrosos.
Pero desde el punto de vista de los que perpetran estas recetas los
resultados son todo un éxito. Si se venden bienes públicos, se puede hacer
una gran cantidad de dinero y recuperar el capital invertido en América
Latina. El mercado lo estái haciendo muy bien. Los negociantes y los
profesionales están muy contentos. Además son los que escriben los artículos
en la prensa, los que trazan los planes a seguir, etc.
Métodos idénticos se están aplicando en Europa del Este. Están siendo
destacados allí los mismos consejeros. Después de que Sachs perpetrara el
milagro económico boliviano, se fue a Polonia y Rusia a enseñar las mismas
recetas.
Se oyen montones de elogios del proceso también aquí en EEUU, ya que son una
copia ampliada y exagerada de lo que está pasando en nuestros lares. La
gente adinerada lo está pasando muy bien, pero la población en general se
enfrenta a un serio problema. Es suave si se compara con el Tercer Mundo,
pero la estructura es la misma.
- Entre 1985 y 1992 la cifra de norteamericanos que pasaban hambre iba de
los 20 a los 30 millones de personas. Y todavía el novelista Tom Wolfe
describió los años ochenta como «uno de los momentos dorados que la
humanidad ha experimentado».
- Hace un par de años el Hospital Municipal de Boston, el que atiende a los
pobres y al público en general, no el sofisticado hospital de prácticas de
Harvard, tuvo que crear una unidad de cuidados para la malnutrición, porque
se estaban alcanzando niveles tercermundistas.
Gran parte de la enorme hambruna y malnutrición que se daba en EEUU se
erradicó mediante los programas de la Gran Sociedad de 1960. A principios de
los años ochenta el fenómeno remontó y ahora las últimas estimaciones cifran
en unos 30 millones las personas que pasan hambre en EEUU.
Es mucho peor durante el invierno porque los padres tienen que tomar una
agónica decisión entre alimentos o calefacción, y los niños mueren porque no
tienen arroz que echar al agua que cuecen.
- El grupo World Watch dice que una de las soluciones para el problema del
hambre es el control demográfico. áApoya usted los esfuerzos de limítar el
crecimiento demográfico?
- En primer lugar no existe un problema de escasez de alimentos. Hay un
serio problema de distribución. Dejando esto bien claro, creo que debeeia
hacerse un esfuerzo por controlar el crecimiento demográfico. Hay una buena
forma de hacerlo, mejorar las condiciones de vida.
La población se está reduciendo drásticamente en las sociedades
industrializadas. la mayoría no hace más que reemplazar su propia población.
En Italia por ejemplo, un país industrializado tardíamente, la tasa de
natalidad no llega a cubrir la tasa de mortalidad. Es un fenómeno típico.
- ¿Junto con la educación?
- Por supuesto el control de la natalidad tiene que ir acompañado de un
esfuerzo educativo. Estados Unidos ha jugado un papel terrible en esta
materia. Ni siquiera ha destinado fondos a los organismos internacionales
que se dedican a la educación sobre el control de la natalidad.
Los «milagros económicos» del Tercer Mundo y la alimentación > La fotogénica
operación de Somalia
-¿Representa la operación 'Restaurar la Esperanza' en Somalia, un nuevo
modelo de intervención en el mundo de EEUU?
-No creo que pueda calificarse de intervención. Más bien es una operación de
relaciones públicas del Pentágono. Es curioso observar cómo ha sido
preparada abiertamente. Colin Powell, el jefe de la Junta de Estado Mayor,
declaró que iba a ser una gran operación de relaciones públicas para los
militares. Un editorial del Washington Post la describió como una bonanza
para el Pentágono.
Los periodistas no podían dejar de observar qué estaba pasando. Después de
todo, el Pentágono llamó a las agencias y a las televisiones y les dijo
«Mira, tenéis que estar en al playa a tal hora, con las cámaras enfocando
hacia tal lado, y veréis desembarcar a la Marina, va a ser precioso». Nadie
podía dejar de pensar que era una operación de relaciones públicas. Hubiese
sido una estupidez de gran calibre.
La mejor explicación para la «intervención» fue, en mi opinión, la que
apareció en un árticulo de The Fínancial Times el mismo día del desembarco.
No mencionaba Somalia, trataba sobre la recesión en EEUU y de la dificultad
de la recuperación económica.
Citaba a varios economistas de empresas dedicadas a inversiones y de
diversos bancos, gente en suma preocupada por la economía. Llegaban al
acuerdo de que la recuperación es tan lenta porque el método tradicional de
estímulo gubernamental, el sistema del Pentágono, no podía usarse tan
masivamente como en el pasado.
Bush lo dijo claramente en su despedida cuando explicó por qué se intervenía
en Somalia y no en Bosnia. En Bosnia podríamos tener problemas serios. En
Somalia la superioridad es aplastante. Suponemos que podemos manejar la
situación con unos 30.000 marines.
La hambruna peor ya ha pasado y los combates han cedido. (Han vuelto a
recrudecerse porque ahora EEUU trata de implementar su política de
intervención cláisica, para áprovechándose de la coyuntura internacional, es
decir bajo los auspicios de la ONU.) Hay buenas oportunidades para hacerse
unas fotos. Uno espera que se ayude a los somalíes más que dañarles, pero
eso no es lo importante. Lo importante es que forman parte de las relaciones
públicas del Pentágono.
La prensa tiene que hacer un buen trabajo, porque Somalia tiene un tenebroso
pasado.
Estados Unidos fue el que apoyó y mantuvo en el poder a Siad Barre, una
especie de gemelo de Saddam Hussein, desde 1978 hasta 1990, una historia
bien reciente. Él destrozó el país de arriba a abajo.
Destruyó las estructuras sociales y civiles, de hecho creó las bases de lo
que ahora está sucediendo, y de acuerdo con la organización Africa Watch,
mató entre 50 o 60.000 de sus paisanos.
Estados Unidos estuvo respaldándole. Sus fuerzas recibieron todo tipo de
apoyo de Kenia, un fiel aliado de EEUU en la zona.
Estados Unidos se encontraba en Somalia por una razón específica. Tenía
bases militares que formaban parte del sistema montado en la época de la
Guerra del Golfo. No obstante, dudo que ésa haya sido la principal causa de
la intervención. Hay lugares más seguros y más estables para establecer
bases militares. Lo que se necesitaba desesperadamente era hallar un método
de impedir que el presupuesto del Pentágono siguiera bajando.
Cuando los comentaristas y la prensa dicen que Estados Unidos no tiene
intereses en Somalia se equivocan. Tienen una visión muy estrecha de los
acontecimientos. Mantener el sistema del Pentágono es un interés de gran
importancia para la economía norteamericana.
En un documento de la Marina publicado en septiembre de 1992 se mantenía que
los militares tienen que cambiar su ámbito de actuación, pasando de
intervenir contra los amenazas a enfocar su actuación «en los retos que se
plantean en las diversas regiones del mundo» incluyendo «ayuda humanitaria y
esfuerzos de reconstrucción en los países del Tercer Mundo».
En realidad ésa ha sido siempre la cobertura usada por los militares para
intervenir en el Tercer Mundo, Pero el presupuesto militar está dedicado en
realidad a la intervención armada. De hecho, las fuerzas estratégicas
nucleares son básicamente fuerzas de intervención.
Estados Unidos constituye un poder global. Noe s como la Unión Soviética,
que solía intervenir en países fronterizos, donde tenían una gran ventaja en
fuerzas convencionales. Estados Unidos interviene en todos los sitios en el
Sudeste Asiático, en Oriente Medio y en lugares donde no gozamos de esa
ventaja. Así, tenemos que mantener una postura extremadamente intimidatoria
para asegurarnos de que nadie nos plante cara.
Esa desventaja requiere un paraguas nuclear , unas armas estratégicas
poderosas para intimidar a todo el mundo, de forma que las fuerzas
convencionales puedan ser un instrumento del poder político. De hecho, casi
todo el sistema militar, en su aspecto puramente militar, no económico, está
diseñado para intervenir. Pero a menudo, la cobertura usada ha sido la
«reconstrucción nacional». En Vietnam, en América Central siempre hemos
prestado «ayuda-humanitaria».
De forma que cuando el documento de la Marina señala que ahora tenemos una
nueva misión se refiere a la misma historia, a la cobertura usada para
intervenir. Sólo que ahora hay que enfatizarla más porque el pretexto
tradicional, el conflicto con los rusos, ya no existe.
-¿Qué tipo de impacto va a projucir la íntervención norteamericana en
Somalia? Un oficial nuestro describió al país como Dodge City y a nuestros
marines como Wyatt Earp. ¿Qué sucede cuando el sheriff abandona una ciudad?
-En primer lugar la descripción no tiene nada que ver con Somalia. Uno de
los aspectos más sorprendentes de esta intervención es que no hay interés
por Somalia. Nadie que realmente supiera algo de este país estuvo
relacionado con los planes previos a la intervención, y no hay nadie somalí
implicado en las operaciones, por lo menos que yo sepa.
Desde que los marines han desembarcado han estado tratando con los llamados
«señores de la guerra», los mayores gángsteres del país. Pero Somalia es un
país. Hay gente que lo conoce bien y que se preocupa por lo que sucede allí,
solo que no tienen ni voz ni voto en esta operación.
Uno de los expertos en el tema es una mujer somalí, Rakiya Omaar, que era
directora ejecutiva de Africa Watch, un grupo que vela por los derechos
humanos en la zona y que tiene su base en Washington. Ella se encargaba de
la mayoría del trabajo sobre derechos humanos, escribía cartas, etc., hasta
la intervención. Se opuso vigorosamente a la intervención y la echaron de
Africa Watch.
Otra persona que tiene mucho que decir sobre el tema es Alex de Waai,
subdirector del mismo organismo. Renunció en protesta por el despido de
Rakiya. Además de su trabajo en pro de los derechos humanos es un
especialista en la zona. Ha escrito infinidad de arriculos y ha publicado en
Oxford University Press el libro más importante sobre el hambre en Sudán. Es
decir, no sólo conoce Somalia, conoce muy bien toda la zona. Y hay muchos
más. Su anáilisis es totalmente distinto del que hoy se ofrece en EEUU.
La mayoría de las atrocidades cometidas por Siad Barre tuvieron lugar en la
parte norte del país, que había sido una colonia británica. La zona se
estaba recuperando de los ataques de Barre, que estuvieron respaldados por
EEUU, y se estaba reorganizando con eficacia y recibiendo la ayuda
internacional. La sociedad civil estaba emergiendo, una sociedad tradicional
con sus consejos de ancianos, etc., pero con nuevos grupos sociales
asumiendo nuevos papeles. Por ejemplo grupos de mujeres.
La zona que se hallaba en una verdadera crisis era el sur. En parte se debía
a la intervención de las fuerzas del General Mohammed Hersi que estaban
apoyadas por Kenia. Hersi, conocido por Morgan, es yerno de Siad Barre. Sus
tropas así como las del General Mohammed Fara Aidid y All Mahdi, eran las
que estaban cometiendo las peores atrocidades. La situación era un verdadero
volcán, en la que la gente empuñaba las armas sólo para sobrevivir. Los
saqueos eran constantes y había una gran cantidad de pequeños gángsteres
adolescentes.
Hacia septiembre-octubre, la región estaba también recuperándose. A pesar de
organizaciones como US Care, y de las extremadamente torpes operaciones de
la ONU, otros grupos asistenciales como la Cruz Roja Internacional, Save the
Children, o grupos más pequeños como American Friends Service Committee o
Australian Care estaban consiguiendo hacer llegar la ayuda a sus
destinatarios.
A principios de noviembre el 80% o 90% de la ayuda era entregada, y a
finales de noviembre la cifra superaba el 95%. La razón es que se estaba
trabajando en cooperación con la sociedad civil somalí. En este meridional y
apartado rincón de hambre y violencia las cosas estaban empezando a
funcionar, de la misma forma que funcionaban en el norte.
Una gran parte del éxito se debía a las iniciativas del negociador de la
ONU, el argelino Mohammed Sahnoun, que era muy respetado por todas las
partes. Trabajaba en contacto con los grupos de ancianos y con los nuevos
grupos sociales emergentes, especialmente con los grupos de mujeres, que
estaban estructurándose con el resto de la sociedad bajo su actuación, o al
menos bajo su iniciativa.
Pero Sahnoun fue cesado por Butros Ghali porque había criticado públicamente
la incompetencia y corrupción de la actuación de la ONU. Fue reemplazado por
un iraquí, que aparentemente ha conseguido bien poca cosa.
La intervención norteamericana fue planificada para un poco después de que
se celebraran elecciones. La historia oficial es que fue decidida a finales
de noviembre, cuando George Bush vio unas estremecedoras imágenes por
televisión. Pero de hecho, periodistas norteamericanos pudieron ver en
Baidoa a principios de noviembre a oficiales de marines vestidos de civil
explorando la zona, y planeando dónde iban a establecer su base.
Esto era más racional. Lo peor del a crisis ya había pasado, la sociedad
estaba recomponiéndose, y se podía estar bien seguro del éxito del reparto
de la ayuda porque de hecho ya estaba siendo correctamente repartida. Ya se
podía enviar 30.000 marines. No habría mucho combate, porque la lucha no
entraba en los primeros planes. De manera que no era en absoluto Dodge City.
Bush tenía la posibilidad de hacerse la foto y dejar al siguiente que
afrontara los problemas que se iban a plantear más tarde. Nadie se
preocupaba de lo que pasaba en Somalia. Si la cosa salía bien, estupendo,
aplaudiríamos nos besaríamos unos a otros y nos desharíamos en
autoalabanzas. Si se convertía en un desastre, bueno, tendríamos que actuar
como en otras intervenciones desastrosas.
Después de todo teníamos una larga experiencia.La de Granada por ejemplo.
Fue una intervención humanitaria.Ibamos a salvar a la gente de la tragedia y
a convertir la isla en lo que Reagan llamó un «escaparate de la democracia»
o un «escaparate del capitalismo».
Estados Unidos derramó ayuda a manos llenas. Granada tuvo la ayuda per
cápita mayor del mundo al año siguiente, a continuación de Israel que es
harina de otro costal. Y se convirtió en un desastre.
La sociedad se colapsó. Lo único que ahora funciona es el lavado de dinero
proveniente de la droga. Pero nadie quiere enterarse. A las cámaras de
televisión se les dijo que enfocaran hacia otro lado.
De esta forma si la intervención de los marines resulta un éxito, lo que es
probable, se le prestará la debida atención y nos desharemos en
autoalabanzas sobre lo maravillosos que somos. Si se convierte en un
desastre, no existe, el país desaparece del mapa, olvidémoslo.
En cualquier caso, así no podemos perder.
Esclavos contra esclavos
- Me gustaría que hiciese algunos comentarios sobre los sucesos en la
antigua Yugoslavia, el mayor estallido de violencia en Europa en los últimos
50 años, con decenas de míles de muertos, y cientos de míles de refugiados.
No está sucediendo en zonas remotas como Timor Oríental, es en Europa, y
sale todas las noches en los telediarios.
- En cierto sentido lo que está sucediendo es lo que estaban pidiendo los
sectores más derechistas de EEUU y Gran Bretaña. Desde 1940 habían criticado
ávidamente el apoyo occidental a Tito y sus partisanos, en su lucha contra
Mikailhovitch y sus chetniks y contra los croatas anticomunistas, incluidos
los ustachis que fueron verdaderos nazis. También los chetniks estuvieron
coqueteando con los nazis, en su lucha contra los partisanos.
La victoria partisana impuso una dictadura comunista, pero también
estableció un marco federal. Suprimió la violencia étnica, que había sido
compañera de los odios, y creó las bases de un tipo de sociedad que
funcionaba y en la que cada parte ejercía su papel. Ahora se ha vuelto a la
situación de los años cuarenta, pero sin partisanos.
Serbia es la heredera de los chetniks y de su ideología. Croacia es la
heredera de los ustachís y de su ideología, menos feroz que la nazi, pero
similar. Es posible que ahora se conduzcan con mayor violencia que lo
hubieran hecho en los años cuarenta, aun sin los partisanos.
Por supuesto el liderazgo de estos elementos proviene del partido comunista,
pero por la razón de que cualquier canalla de esta zona se encontraba dentro
del aparato de poder. Yeltsin, sin ir más lejos, fue un responsable del
PCUS.
Es instructivo comprobar cómo los elementos más derechistas de Occidente,
por lo menos los elementos más honestos, defienden lo que está pasando. Por
ejemplo Nora Beloff, una reaccionaria comentarista británica enviada a
Yugoslavia, escribió una carta al londinense The Economist en la que
condenaba a aquellos que denuncian a los serbios de Bosnia. Mantiene que son
los musulmanes los agresores. Éstos habían rechazado convivir con los
serbios, y éstos, a su vez, no hacen más que defenderse.
Esta comentarista había sido una entusiasta de los chetniks desde hacía
mucho tiempo, de forma que ahora no había razón para que no continuara
apoyando la violencia chetnik. Pero también hay otro factor. Es una fanática
sionista, y el hecho de que aparezcan los musulmanes en el conflicto los
señalaba a sus ojos como culpables.
- Algunos dicen que, así como los aliados deberían haber bombardeado la
línea Férrea que conducía a Auschwitz para evitar las matanzas en los campos
de concentración, ahora deberíamos bombardear las posiciones de la
artillería serbia que rodean Saraievo y mantienen a la ciudad bajo sitio.
¿Defíende usted el uso de la fuerza?
- En primer lugar, hay una buena oportunidad para entablar un debate sobre
los efectos que hubiera tenido el bombardeo de la línea férrea que conducía
a Auschwitz. Dejando eso de lado, me parece que un juicioso uso de la
fuerza, no por fuerzas occidentales, sino por una fuerza multinacional o
internacional, podría, en una etapa temprana, haber suprimido gran parte de
la violencia y posiblemente haberia bloqueado. No sé si ahora servieia para
algo.
Si fuera posible detener los bombardeos sobre Sarajevo amenazando con
bombardear algunos emplazamientos, y quizá convirtiendo en realidad la
amenaza, creo que sería un argumento de peso a favor. Pero el «sí
condicional» es demasiado grande. No es sólo un problema moral, hay que
preguntarse por las consecuencias, y éstas pueden ser muy complejas.
¿Y si se extendiera la guerra a los Balcanes? Una consecuencia sería la
agitación de las fuerzas militares conservadoras dentro de Rusia. Están, de
hecho, dispuestos a apoyar a sus hermanos eslavos en Serbia. Podrían
movilizarse en masa. Por cierto que esto forma parte de la tradición.
Repásense las novelas de Tolstoy y compruébese cómo los rusos se internaron
hacia el sur para salvar a sus hermanos eslavos de los ataques que estaban
sufriendo. Ahora está sucediendo de nuevo.
En este estado de cosas hay dedos suspendidos sobre los botones del
armamento nuclear. Es completamente posible que un ataque contra los
serbios, que se sienten la parte agraviada, pueda inspirarles a actuar
contra Kosovo, la zona albanesa. Esto podría desencadenar una guerra a gran
escala con Grecia y Turquía implicadas. No es sencillo.
¿Y qué pasaría si los serbios de Bosnia, con el apoyo de Serbia y otras
regiones eslavas, comenzaran una guerra de guerrillas? los «expertos»
militares occidentales han sugerido que seria necesaria una fuerza de
100.000 hombres aproximadamente para controlar la zona. Probablemente es
cierto.
- Hay que hacerse muchas preguntas sobre las consecuencias de una
intervención en la zona. Bombardear la artillería serbia parece simple, pero
hay que preguntarse cuánta gente va aacabar después muerta. Repito, no es
sencillo.
- Zeliko Ranziatovic, conocido por el sobrenombre de Arkan, un fugitivo
buscado tras un asalto a un banco en Suecia, fue elegido para el parlamento
serbio en diciembre de 1992. Su milicia, los Tigres, están acusados de matar
civiles en Bosnia. Figura entre las 10 personas señaladas en una lista del
Departamento de Estado norteamericano de criminales de guerra. Arkan
desprecia los cargos diciendo «que hay una gran cantidad de gente en los
EEUU que yo podría incluir en una lista de criminales de guerra».
- Bueno, eso es verdad. Según los criterios establecidos en Nuremberg, hay
una buena cantidad de gente en Occidente que podría ser incluida en una
lista de criminales de guerra. Por supuesto, esto no le absuelve en
absoluto.
La Tierra prometida
- Las condiciones de la alianza norteamericana-israelí han cambiado,¿pero se
ha producido algún cambio estructural?
- No ha habido ningún cambio estructural significativo a pesar del acuerdo
entre la OLP e Israel de septiembre de 1993. lo que ha sucedido es que la
capacidad israelí de servir a los intereses norteamericanos, por lo menos a
corto plazo, se ha incrementado.
La administración Clinton ha dejado muy claro que va seguir la senda de
total apoyo al régimen israelí, establecida por la anterior administración
de Bush. Clinton ha nombrado a Martin Indyk, anteriormente miembro del
Comité de Asuntos Públicos Americanoisraelí -un grupo de presión-, para
ocupar el despacho de Oriente Medio del Consejo de Seguridad Nacional.
Indyk preside un fraudulento instituto de investigaciones, el Instituto de
Washington para el Estudio de Oriente Próximo. Es sobre todo a ese
«instituto» adonde se dirigen los periodistas que quieren publicar
propaganda israelí, pero quieren hacerlo con ciertos visos de «objetividad»
poniendo en boca de alguien de su personal lo que ellos querrían decir sin
tapujos.
Estados Unidos siempre ha mantenido la esperanza de que las llamadas
radiaciones de paz, la alianza tácita entre Israel y la familia de
dictadores que gobierna los Estados petrolíferos del Golfo, se convirtiera
de alguna forma en algo más sólido y manifiesto. Y es comprensible.
No obstante hay un gran problema. los planes de Israel de tomar e integrar
lo que deseen de los territorios ocupados, planes que nunca han cambiado,
están enfrentándose a problemas objetivos. Israel siempre ha mantenido la
esperanza de que a largo plazo una gran parte de la población palestina
fuera expulsada de sus territorios.
Se han hecho infinidad de maniobras con el fin de acelerar el proceso. Una
de las razones por las que los israelíes han instituido un sistema educativo
en la Franja Oeste, consistía en su esperanza de que la gente con un nivel
más elevado de educación quisiera marcharse al no encontrar ninguna
posibilidad de empleo.
Durante un largo período de tiempo funcionó, un gran número de gente se
marchó, pero ahora están de nuevo atascados con el problema de la población.
Esto va a causar enormes problemas, ya que Israel trata de quedarse con el
agua y con la tierra cultivable. Y esto no va a ser fácil.
- ¿Cuál es el grado de obediencia de Israel a las más de 20 resoluciones del
Consejo de Segurídad de la ONU condenando su política?
- Es de una categoría especial.
- ¿No hay sanciones, no se les obliga a cumplir las resoluciones?
- Ninguna. Tomemos una al azar, la resolución 425 del Consejo de Seguridad
de marzo de 1978. En ella se exigía la inmediata e incondicional retirada
israelí del Líbano. Aún sigue allí, aunque la exigencia fue reiterada por el
Gobierno libanés en febrero de 1991, cuando todo el mundo marchaba contra
irak.
Estados Unidos bloqueará cualquier intento para cambiar las cosas. Del gran
número de resoluciones del Consejo de Seguridad vetadas por EEUU, muchas
tienen que ver con las agresiones o atrocidades de los israelíes.
Tomemos, por ejemplo, la invasión del Líbano de 1982. Al principio Estados
Unidos secundó la condena del Consejo de Seguridad. Pero unos pocos días más
tarde vetó la principal resolución del Consejo de Seguridad que llamaba a
las partes a retirarse y parar los combates, y un poco más tarde vetó otra
de contenido similar.
- Estados Unídos ha respaldado las pocas y últimas resoluciones de Naciones
Unidas sobre las deportaciones.
- Estados Unidos las ha respaldado pero ha limado convenientemente sus
aristas. la pregunta crucial es ¿va a hacer algo al respecto Estados Unidos?
Por ejemplo, EEUU respaldó la resolución del Consejo de Seguridad que
condenaba la anexión de los Altos del Golán. Pero cuando llegó el momento de
actuar se negó.
- Las leyes íntemacionales trascienden a las leyes de ámbíto estatal, pero
Israel mantiene que esas resoluciones no son aplícables. ¿Cómo es que no son
aplicables?
- De la misma forma que no son aplicables a Estados Unidos, que siempre ha
sido condenada por la Corte Mundial. EEUU hace lo que le viene en gana,
aunque por supuesto los pequeños Estados tienen que obedecer su dictamen.
Israel no es un Estado pequeño. Es un apéndice de una superpotencia mundial,
de manera que hace lo que le permite Estados Unidos. Ellos le dicen: no
tienes que obedecer esas resoluciones, ya que son nulas, de la misma forma
que eran nulas cuando se condenaba a EEUU. Nosotros nunca hemos sido
condenados por una resolución del Consejo de Seguridad por la razón de que
previamente nos habíamos preocupado de vetarlas. Por ejemplo, la invasión de
Panamá. Había dos propuestas de resolución en el Consejo de Seguridad que
nos condenaba por la invasión. Vetamos ambas. Se pueden encontrar repetidos
casos de resoluciones que no han conseguido la aprobación del Consejo para
condenar a Estados Unidos y que habrían pasado si se hubieran referido a un
país indefenso. Y en la Asamblea General se toman resoluciones
constantemente, pero no son condenas, son sólo recomendaciones.
- Recuerdo una charla en Ramallah con Mona Rishmawi, una abogada de la
organización de derechos humanos Al Haq. Me dijo que cuando actuaba ante los
tribunales nunca sabía si el fiscal israelí intentaría condenar a sus
clientes apelando a la ley de emergencia de la época brítáníca, a la ley
jordana, a la ley israelí o a la ley otomana.
- En sus propias leyes existen regulaciones de tipo administrativo, algunas
de las cuales nunca han aparecido publicadas. Como cualquier abogado
palestino puede testimoniar, el sistema legal de los territorios es una
broma. No hay ley, sólo pura autoridad.
La mayoría de las pruebas están basadas en confesiones, y todo el mundo sabe
lo que esto significa. Después de 60 años, un veterano del Ejército
druso-israelí que había confesado y había sido sentenciado, pudo probar que
era inocente. Entonces estalló el escándalo.
Hubo una investigación y el Tribunal Supremo estableció que durante 60 años
los servicios secretos le habían estado mintiendo. Éstos, como todo el mundo
sabe, han estado torturando a la gente pero negando ante el Tribunal que lo
habían hecho.
Hubo un gran alboroto sobre el hecho de que estuvieran mintiendo al Tribunal
Supremo ¿cómo podemos tener un sistema democrático cuando se miente al
Tribunal Supremo? Pero nadie se escandalizó de la tortura, todo el mundo
estaba al cabo de la calle.
Amnistía Internacional entrevistó al juez del Tribunal Supremo Moshe Etzioni
en Londres en 1977. le pidieron que explicara por qué obtenían un porcentaje
tan alto de confesiones entre los árabes... Dijo, «es parte de su
naturaleza». Éste es el sistema legal israelí en los territorios ocupados.
- ¿Podría explícar los términos orwellíanos de «zona de seguridad» y «zona
de amortiguacíon»?
¿En el sur del Líbano? Así es como lo llama Israel y así aparece en los
medios de comunicacián.
- Israel invadió el sur del Líbano en 1978. la invasión se enmarcaba en el
clima creado por los acuerdos de Camp David. Era obvio que esos acuerdos
iban a tener las consecuencias que tuvieron. Es decir, liberar a Israel para
que pudiera atacar al Líbano e integrar los territorios ocupados, ahora que
Egipto había sido eliminado como factor de disuasión.
Israel invadió el Líbano y lo mantuvo en su poder a través de sus clientes,
en esa época mediante la milicia del mayor Sa'ad Haddad, básicamente una
fuerza mercenaria al servicio de los israelíes. Fue entonces cuando se dictó
la resolución 425 de la ONU, a la que me he referido un poco antes
Cuando Israel volvió a invadir la zona en 1982 había habido una buena dosis
de violencia previa en la frontera, toda por cuenta de los israelíes. Hubo
un alto el fuego, patrocinado por EEUU que la OLP respetó escrupulosamente,
renunciando a las acciones que traspasaban la frontera. Israel por su parte,
llevó a cabo miles de acciones provocadoras, incluyendo el bombardeo de
objetivos civiles, para tratar de que la OLP interviniera y poder tener una
excusa para la invasión.
Es interesante ver cómo se relató este período en la prensa estadounidense.
Todo lo que apareció fueron relatos de bombardeos de la OLP a asentamientos
israelíes, una parte tan sóio de la verdadera historia, y en el año previo a
la invasión ni siquiera eso.
La verdad fue que Israel bombardeó e invadió el norte del país y la OLP no
respondió a los ataques. De hecho estaban buscando un acuerdo negado. El
relato periodístico de los años precedentes era similar, como yo denuncié en
reiteradas ocasiones, sin ningún resultado, por supuesto.
Sabemos lo que sucedió después de que Israel invadiera Líbano. Fueron
forzados a tomar esta determinación por lo que denominaban «terrorismo», o
lo que es más apropiado, la resistencia de la gente que no estaba dispuesta
a acobardarse. Israel tuvo éxito en inspirar un movimiento fundamentalista
sin posibilidad de control.
Se quedaron en el sector sur, que empezaron a llamar «zona de seguridad»,
aunque no había ninguna razón para creer que tenía algo que ver con la
«seguridad». Simplemente era la huella de Israel en el territorio. Ahora
está controlada por un ejército mercenario, el Ejército del Sur del Líbano,
respaldado por el propio Ejército israelí. Son brutales, y tienen unas
eficaces salas de tortura.
No podemos conocer todos los detalles porque siempre se han negado a ser
inspeccionados por la Cruz Roja Internacional o cualquier otro organismo.
Pero se han llevado a cabo investigaciones por comités de derechos humanos,
periodistas y otros grupos independientes, así como de algunos grupos
israelíes, que atestiguan su brutalidad. Hubo incluso un soldado israelí que
se suicidó porque no podía soportar lo que estaba contemplando. Otros
escribieron a su propia prensa para contar lo que estaba pasando.
El campamento principal es el de Ansar. Está situado en la ciudad de Khiyam,
como recordatorio de la matanza perpetrada allí por los israelíes en 1948.
En 1978 la milicia de Haddad reaiizó una nueva masacre bajo la mirada del
Ejército israelí, después de años de bombardeos destinados a los pobladores
libaneses que no querían «cooperar» con el Ejército del Sur del Líbano.
En esto consiste la «zona de seguridad».
- Israel deportó a grandes cantidades de palestínos al Líbano entre 1970 y
1980. ¿Por qué ha cambiado la actitud libanesa? ¿Por qué se niegan ahora a
aceptarlos?
- No hace mucho que se niegan. Si Israel deporta palestinos en helicóptero y
los abandona en las afueras de Sidon, Líbano no puede rechazarlos. Pero creo
que esta vez Israel ha cometido un error táctico. La deportación de los 415
árabes-israelíes de diciembre del 92 va a traer graves consecuencias para
ellos.
Según la prensa israelí, esta deportación en masa se realizó al azar, una
forma brutal de castigo colectivo. Leí en Ha'aretz, el principal periódico
israelí, que la Shabak, la policía secreta, tenía sóIo seis nombres de
personas que pudieran comportar algún riesgo, y añadieron uno más, el
séptimo, cuando el gobierno laborista de Rabin les pidió un mayor número.
Los otros 400 fueron añadidos por el propio gobierno sin ninguna información
policial.
De forma que no exisria razón alguna para creer que los deportados
pertenecieran a Hamas, la organización islámica fundamentalista. De hecho
Israel deportó a la práctica totalidad de una facultad de cierta universidad
islámica. La mayoría era, pues, intelectuales, gente involucrada en
programas de tipo social, etc.
Pero coger a este tipo de gente y llevarles a las montañas del sur del
Líbano, donde hiela en invierno y hace un calor espantoso en verano, no iba
a quedar muy bien delante de las cámaras de televisión. Y eso es lo único
que importa. Porque Israel no los va a traer de vuelta a no ser que reciba
una gran presión internacional.
- He escuchado a Steven Solarz, antiguo diputado en el Congreso por
Brooklyn, en la BBC. Dice que el mundo aplíca un doble rasero: 700.000
yemeníes fueron expulsados de Arabia Saudita y nadie díio una palabra, lo
que es verdad; 415 palestínos son deportados de Gaza y la Franja Oeste y
todos se ponen a gritar.
- Todos los estalinistas dicen lo mismo: «mandamos a Sajarov al exilio y
todo el mundo empezó a vociferar». ¿Cuál de estas barbaridades es peor?
Siempre hay alguien que ha hecho algo peor. ¿Por qué no usar el mismo
principio con este imitador de Stalin? Además hay una diferencia: los
yemeníes fueron deportados a su propio país, y los palestinos de su propio
país. ¿Reclamaría Solarz que todos nos mantuviéramos en silencio, en el caso
de que él y su familia fueran deportados al desierto de México ?
- La actitud de Israel hacia Hamas ha evolucionado con el paso de los años.
¿Al principio les favoreció, no?
- No solamente les favoreció, trataron de organizarlos y motivarlos. Israel
estuvo apoyando activamente a los fundamentalistas siónicos en los comienzos
de la Intifada. Si había una huelga de estudiantes en alguna universidad de
la Franja Oeste, el Ejército israelí a veces llevaba al lugar en autobús a
fundamentalistas para romper la huelga.
Sheikh Yaseen, un maníaco antisemita de Gaza y líder de los Fundamentalistas
islámicos, estuvo protegido durante largo tiempo. Les gustaba. Yaseen
proclamaba a voz en grito: «matemos a todos los judíos». Es algo que se
repite en la historia. Ya hace 70 años Chaim Weizman decía: «el peligro para
nosotros son los árabes moderados, no los extremistas».
Con la invasión del Líbano sucedió lo mismo. Israel quería destruir a la OLP
porque eran laicos y nacionalistas, y estaban haciendo un llamamiento para
conseguir un acuerdo diplomático. Ésa era la amenaza, no los terroristas.
Los comentaristas israelíes han sido desde el principio muy francos en esta
cuestión.
Israel sigue cometiendo los mismos errores, con los mismos previsibles
resultados. En Líbano trataron de destruir la amenaza de la moderación y se
encontraron con Hezbdlah, los fundamentalistas respaldados por Irán. En la
Franja Oeste trataron de repetir la jugada, y se dieron de bruces con Hamas,
que está organizando una guerrilla que lleva a cabo eficaces ataques contra
su Ejército.
Es importante señalar lo terriblemente incompetentes que son los servicios
secretos cuando tratan con personas y asuntos políticos. Los servicios
secretos cometen los errores más groseros, de la misma Forma que los
«expertos».
En una situación de ocupación o dominación, el ocupante, el dominante, tiene
que justificar lo que está haciendo. SóIo hay una manera de hacerlo,
convirtiéndose en un racista. Hay que denostar a la víctima. Una vez que te
has convertido en racista rabioso en defensa propia, ya has perdido la
capacidad de comprender lo que está pasando.
Estados Unidos siguió el modelo al pie de la letra en Indochina. Nunca
pudieron comprender la situación, hay excelentes ejemplos en los archivos. Y
aquí el FBI hace lo propio, cometen los errores más increíbles, por razones
similares.
- En una carta a The New York Times, el director de la Líga Contra la
Dífamación Abraham Foxman, escribía que el Gobierno de Rabin «estaba
demostrando sin ninguna ambigüedad su compromiso con el proceso de paz» y
asumiendo su papel de tirar del carro. «Israel es la última parte que tiene
que demostrar su deseo de paz» añadía. ¿Cuál ha sido la verdadera actítud
del Gobierno laborista de Rabin?
- Es perfectamente cierto que Israel quiere la paz. También la quería Hitier.
Todo el mundo quiere la paz. La cuestión es en qué términos.
El Gobierno de Rabin, exactamente como se predijo, endureció la represión en
los territorios ocupados. Esta misma tarde he estado hablando con una mujer
que ha pasado los dos últimos años en Gaza desarrollando una labor
humanitaria y de vigilancia de los derechos humanos. Ella cuenta lo que todo
el mundo sabe, todo el mundo con cerebro, que tan pronto como Rabin accedió
al poder la cosa se puso mucho peor. EI es el hombre de mano de hierro.
Ciertamente el Likud tiene mejor «prensa» en los territorios ocupados que
los laboristas. La tortura y los castigos colectivos acabaron con Beguin.
Sólo hubo un breve período negro cuando Sharon estuvo al frente, pero con
Beguin las cosas mejoraron. Cuando los laboristas llegaron de nuevo al poder
en 1984 volvieron a comenzar los castigos colectivos y la tortura, y un poco
más tarde empezó la lntifada.
En febrero de 1989 Rabin les dijo a un grupo de dirigentes de Paz Ahora que
las negociaciones con la OLP no significaban nada, eran un pretexto para
permitir ganar tiempo y aplastar definitivamente a los palestinos. Y los
aplastaremos, dijo, los reduciremos a ceniza.
No ha sucedido.
Sí ha sucedido. la lntifada estaba apagada, muerta y Rabin la ha vuelto a
prender con su propia violencia. Ha continuado con los asentamientos en los
territorios ocupados, exactamente como habían vaticinado los que tenían los
ojos abiertos. Aunque hubo un cierto parón ampliamente publicitario, estaba
claro que era un fraude. Foxman lo sabía. Estoy seguro que lee la prensa
israelí.
Lo que detuvo Rabin fueron parte de los planes más delirantes de Sharon.
Éste se dedicaba a construir casas por todas partes, incluso en lugares
adonde no iba a acudir nadie, y que el país no podía financiar. Rabin diseñó
un plan de asentamientos más racional. Creo que la cifra correcta es de
11.000 nuevas viviendas.
Los laboristas tienen una política más racional que el Likud, y ésa es una
de las razones de por qué EEUU ha preferido siempre a los laboristas. Los
dos hacen lo mismo, pero éstos lo hacen más tranquilamente, sin tanto
alboroto. Son más modernos en sus orientaciones, sintonizan mejor con la
hipocresía occidental. También son más realistas. En lugar de tratar de
establecer siete zonas de asentamientos apuestan por cuatro.
Pero el objetivo es el mismo, instalar asentamientos que dividan Palestina.
Conectarán los asentamientos judíos mediante una bueno red de carreteras que
rodeen los pueblecitos árabes de las cimas de las colinas. Se quieren
asegurar que ninguna autonomía local se convierta en el embrión de un Estado
independiente. Todo esto está sucediendo y EEUU continúa apoyándolo. (Como
se ha encaraado de decir claramente Rabin en Washington durante la firma de
los acuerdos de paz, de su paz. No habrá nunca un Estado)
- Críticos del movimiento palestino han apuntado que lo que ellos llaman
«Intrafada», el hecho de que haya palestinos matando otros polestinos,
pudiera justificar el control israelí y deslegítimar las aspiraciones
palestinas.
- Volvamos la mirada al movimiento sionista. Ha habido una gran cantidad de
judíos muertos a manos de otros judíos. Han matado a colaboradores,
traidores y a gente que creían que eran traidores. Y no estaban bajo las
extremas condiciones que sufren los palestinos. Como han apuntado muchos
israelíes, los británicos no eran estupendos, pero eran verdaderos
caballeros comparados con nosotros.
La fuerza de defensa Haganah basada en el partido laborista, dispone de
salas de tortura y de asesinos profesionales. Leí el relato del primer
asesinato en la historia oficial de Haganah. Lo describía con gran claridad.
Sucedió en 1921. Un judío alemán llamado Jacob de Haan tenía que ser
ejecutado, ya que trataba de iniciar una aproximación a los palestinos de la
zona y comprobar cómo iban a ser las relaciones entre éstos y los nuevos
pobladores judíos. Su asesinato fue asumido por la que sería la esposa del
primer presidente de Israel. Dijeron que otra causa que lo había motivado
era su condición de homosexual.
Yizhak Shamir se convirtió en el líder de la banda Stern asesinando al que
estaba designado para ejercer ese papel. Por varias razones no le gustaba.
Shamir le invitó a dar un paseo por la playa. Nunca volvió. Todo el mundo
sabe que Skamir le asesinó.
La Intifada comenzó a convertirse en un proceso autodestructivo bajo una
tremenda represión, y las ejecuciones escaparon a todo control. Empezó a ser
una manera de dirimir viejas rencillas y los gángsteres mataban a quien se
les antojaba. Al principio estuvo perfectamente disciplinada, pero se
convirtió en algo caótico, de asesinatos indiscriminados, algo que encandila
a los israelíes. Así pueden señalar lo locos que son los árabes.
- Los ísraelíes son una peligrosa vecindad.
- Cierto. Ayudan a que cualquier cosa se convierta en algo peligroso.
Gandhi, la no violencia y la India
- Nunca he he oído hablar sobre Gandhi. Orwell escribió sobre él que
«comparado con otros lugares políticos de nuestra época, Gandhi ha dejado
tras de sí un imborrable perfume». ¿Cuál es su punto de vista sobre el
Mahatma?
- No me gustaría aventurar opiniones sin un análisis previo más riguroso
sobre sus hechos y sus logros. Hay cosas positivas, por ejemplo su énfasis
sobre el desarrollo de los pequeños pueblos, la ayuda mutua, y los proyectos
comunales. Han sido una gran contribución a la historia de la India.
Implícitamente sugería un modelo de desarrollo que podía ser más humano y
tener más éxito que el modelo estalinista que fue adoptado, que primaba la
industrialización, el desarrollo de la industria pesada, etc.
Realmente es necesario reflexionar acerca de sus discursos sobre la no
violencia. Estoy seguro que casi todo el mundo está a favor de la no
violencia y en contra de la violencia, ¿pero bajo qué condiciones y cuándo?
¿Es un principio absoluto?
- Ya sabe lo que Gancihí le dijo a Lewis Fisher en 1938 acerca de los judíos
en Alemania, que tenían que haberse suicidado en masa, lo que hubiera
«levantado al mundo y a las masas alemanas en contra de Hitler».
- Le estaba haciendo una propuesta táctica, no de principios. No le estaba
proponiendo que caminasen pacificamente hasta las cámaras de gas, en virtud
del principio de la no violencia. Le estaba diciendo que si lo hacían,
podrían mejorar el método.
Si se divorcia esta propuesta de cualquier principio que se relacione con
otros sobre la supervivencia de la gente, es posible que hubiera levantado
al mundo en contra de los nazis de tal forma que el holocausto no hubiera
tenido lugar. No lo creo pero no es totalmente imposible. Por otra parte,
los judíos europeos no tenían mucho donde escoger en las circunstancias en
las que se encontraban, que eran bochornosas a los ojos de todo el mundo.
- Orwell añadió que después de la guerra Gandhi justificó sus posiciones
diciendo que «los judíos hubieran muerto de cualquier forma y podrían haber
muerto de manera significativa».
- De nuevo esta formulando una propuesta táctica no un principio. Hay que
preguntarse por las consecuencias que la acción que él recomendaba hubieran
podido tener. Esto es especular sin base ni evidencia. Pero si él hubiera
propuesto lo que usted señala antes del final de la guerra hubiera sido
grotesco.
Lo que debe ser enfatizado es lo siguiente. «Mira, la gente desprovista de
cualquier tipo de poder que es llevada al matadero no puede hacer nada. Por
lo tanto corresponde a otros impedir que sea masacrado». Aconsejarles sobre
la forma en que deben ser sacrificados es poco edificante, por usar una
expresión suave.
Se puede afirmar lo mismo sobre montones de cosas. Por ejemplo, sobre la
gente que está siendo torturada y asesinada en Haití. Habría que decirles:
«lo que tienes que hacer es dirigirte al carnicero y presentarle tu cabeza
para que te la corte, y así quizá el mundo quiera enterarse». Puede ser.
Pero sería una idea mucho más positiva decir a las personas que están
facilitando a los matarifes los cuchillos, que podrían dedicarse a otra
cosa.
Predicar la no violencia es fácil. Se puede tomar en serio cuando lo dice
alguien como Dave Dellinger, un pacifista y activista durante toda su vida,
que se unió a las víctimas en su sacrificio.
- La India está plagada de movimientos separatistas. En Cachemira hay una
confusión tremenda, está militarmente ocupada por el Ejército hindú y se
producen asesinatos, detenciones y una conculcación masiva de los derechos
humanos.
Me gustaría que comentara algo sobre la tendencia en el Tercer Mundo de
culpar a los antiguos amos colonialistas de los problemas que asolan sus
países hoy en día. Parecen decir «bien, la India tiene problemas pero es
culpa de los británicos, antes esto era un país feliz».
- Es difícil señalar culpables de los desastres históricos. Es como intentar
señalar al culpable de la salud de una persona previamente hambrienta y
enferma. Existe una enorme cantidad de factores diferentes. Pongamos por
caso que esa persona ha sido torturada, lo que sin duda ha tenido graves
efectos. Pero cuando finallzó la tortura esa persona tuvo una dieta
deficiente, llevó una vida disoluta y murió por los efectos combinados de
todo lo anterior. Ése es el caso del que estamos hablando.
No hay duda de que el régimen imperialista que sufrieron fue un completo
desastre. En la India, cuando los británicos al principio de la conquista
llegaron hasta Bengala, esa tierra era uno de los lugares más ricos del
mundo. los británicos mitad mercaderes mitad soldados lo describieron como
un paraíso. Esa zona se llama ahora Bangla Desh y Calcuta, los símbolos de
la desesperación y la falta de futuro.
Había grandes área de cultivo que producían un algodón extraordinariamente
fino. Tenían un sistema manufacturero avanzado para la época. Por ejemplo
una firma india tejió una de las banderas del buque insignia de un almirante
inglés durante las guerras napoleónicas. No fue tejida en las fábricas
inglesas, se tejió en las hindúes.
Se puede leer lo que sucedió en los libros de Adam Smith, escritos hace 200
años. Smith deploraba lo que los ingleses estaban haciendo en Bengala. Como
escribió, primero destruyeron la economía agrícola y luego «convirtieron la
escasez en hambre». Uno de los métodos que usaron fue dedicar los campos de
labranza al cultivo de la adormidera, ya que el opio era uno de los pocos
productos que podían venderles a los chinos. Fue entonces cuando se produjo
una enorme hambruna en Bengala.
Los británicos también trataron de destruir, en las zonas de la India que
controlaban, el sistema de manufactura existente. Empezaron hacia el año
1700 imponiendo duros aranceles a los productos indios para que no
compitieran con los británicos. Tenían que paralizar su producción y
destruir su industria textil ya que éstos contaban con considerable ventaja.
Usaban un algodón de mayor calidad y su tejido era comparable, si no mejor
que el británico.
Los ingleses tuvieron éxito. la India fue desindustrializada, y empujada a
adoptar de nuevo una economía rural. Mientras la revolución industrial se
extendía por Inglaterra, la India se estaba convirtiendo, de la mano de sus
amos ingleses, en una economía pobre, agrícola y rural.
Fue en 1846, cuando sus competidores habían sido prácticamente destruidos y
los británicos estaban a la cabeza del comercio mundial, cuando éstos
descubrieron «el libre comercio». Se hace preciso leer a los historiadores
liberales ingleses, los grandes defensores del libre comercio, los amigos de
James Hill lo tenían muy claro. En esa época afirmaban «mira, lo que se está
haciendo en la India no está bien, pero no hay otra solución si queremos que
sobrevivan los campos de Lancaster. Tenemos que destruir a nuestros
competidores».
Y así lo siguieron haciendo. Podemos analizar caso por caso. En 1944 Nehru
escribió un libro bien interesante, El descubrimiento de la India, en una
prisión británica. En él se manifestaba que si se observaba el control y la
influencia de los británicos en cada región de la India, podría observarse
cómo se corresponde con su progresivo empobrecimiento. Cuanto más tiempo los
británicos estuvieron en una zona más pobre se converfia. La peor parte le
tocó a Bengala, lo que hoy es Bangla Desh.
Se pueden seguir los mismos acontecimientos en Canadá y en Norteamérica.
Diezmaron a la población. Esto lo mantienen no sólo los políticos de ahora;
se puede corroborar en los escritos de los «padres fundadores».
El primer secretario de Defensa, el general Henry Knox dijo que lo que los
ingleses hicieron con la población indígena era peor que lo que habían hecho
los españoles en México o Perú. También afirmó que los futuros historiadores
contemplarían la destrucción de estos pueblos, lo que más tarde
denominaríamos genocidio, y la pintarían con tenebrosos colores.
Esto siempre se ha sabido. Tiempo después de que John Quincy Adams, el padre
intelectual del Destino Manifiesto, abandonara el poder, se convirtió en un
adversario de la esclavitud y de la política contra los indígenas. Mantuvo
que ni él ni sus compañeros, se verían envueltos, en un crimen de exterminio
de tal magnitud y que sin duda Dios les castigaría por sus enormes pecados.
América Latina fue un caso más complejo, pero la población inicial fue
prácticamente destruida en poco más de 150 años. Mientras tanto, a los
africanos se les arrancó de sus tierras para traerlos de esclavos. Esto
contribuyó a devastar África antes del período colonial, y así se pudo
llevar a cabo la conquista con más facilidad.
Después de que Occidente saqueara los colonias a conciencia, lo que
contribuyó a nuestro desarrollo, se instituyó un mal llamado
neocolonialismo, unas relaciones que significan dominación sin
administración directa. Después de eso vino el desastre.
- Divide y conquistarás.
Para continuar con la India, háblenos de la política de divide y vencerás
del virrey británico, que enfrentó a hindúes con musulmanes. Todavía hoy
pueden apreciarse los resultados.
- Naturalmente todo conquistador trata de enfrentar a unos contra otros. Por
ejemplo, estoy pensando en que el 90% de las fuerzas que los británicos
usaron para controlar la India eran hindúes.
- Existe esa sorprendente estadística de que en la época de mayor apogeo del
imperio británico en la India, no había más de 150.000 británicos en la
zona.
Esto sucede en todas partes. Fue cierto cuando las fuerzas estadounidenses
conquistaron Filipinas, matando un par de cientos de miles de personas.
Fueron ayudados por las tribus autóctonas, explotando en su favor los
conflictos entre ellas. Hubo miles que se enrolaron en las tropas
conquistadoras.
Pero dejemos por un momento el Tercer Mundo, contemplemos la conquista nazi
de hermosos y civilizados lugares de la Europa Occidental como Holanda,
Bélgica o Francia. ¿Quién se dedicaba a acosar a los judíos? A menudo los
propios habitantes. En Francia lo hicieron a más velocidad de lo que
permiria la maquinaria nazi. los nazis utilizaron también a los judíos
contra los propios judíos.
Si los rusos hubieran conquistado Estados Unidos, Ronald Reagan, George
Bush, Elliot Abrams y el resto de esa banda probablemente hubieran
colaborado con los invasores para mandar a parte de la población a campos de
concentración. Tienen todos los rasgos precisos para hacerlo.
Ése es el modelo tradicional. los invasores tratan siempre de usar a
colaboradores para que les hagan parte de la tarea sucia. Juegan con gran
naturalidad con las rivalidades existentes entre los distintos grupos para
enfrentarlos unos contra otros.
Está sucediendo ahora con los kurdos. Occidente está tratando de movilizar a
los kurdos iraquís para que destruyan a los kurdos turcos, que son de lejos
el grupo más numeroso y más reprimido de esta etnia. Aparte de lo que
podamos pensar de esas guerrillas, no hay duda de que gozan de considerable
apoyo popular en el sudeste de Turquía.
Las barbaridades que han hecho los turcos con el pueblo kurdo no aparecen en
la prensa occidental, ya que los turcos son nuestros aliados. En mitad de la
Guerra del Golfo estuvieron bombardeando enclaves kurdos y cientos de miles
de personas tuvieron que abandonarlos.
Ahora el objetivo occidental es utilizar a los kurdos iraquís para
«restaurar la estabilidad» en Irak, es decir el sistema de dominación
occidental. Además se está tratando de utilizarlos para destruir a los
kurdos turcos y asegurar el crecimiento e influencia de Turquía como
potencia en la zona.
En octubre de 1992 hubo un vergonzoso incidente en el que se produjo una
operación de pinza entre el Ejército turco y la guerrilla kurda iraquí para
destruir a los kurdos de Turquía.
Y sus líderes junto con una parte de su pueblo están colaborando en el
proceso porque pueden sacar algo positivo. Se puede entender la postura, no
aceptarla, pero sí entenderla.
Han sido pueblos que han recibido palos desde todos lados. Si para
sobrevivir tienen que agarrarse a un clavo ardiendo lo hacen. Si eso
significa ayudar a destruir a sus propios primos al otro lado de la frontera
lo hacen.
Así se conquistan zonas enteras. Siempre ha Funcionado así. En la India
también.
No es que la India fuera un lugar idílico antes, no lo era, claro que el
hemisferio occidental tampoco era una utopía pacifista. Pero no hay duda que
a casi todos los lugares a los que llegaban los europeos la violencia se
incrementaba significativamente. Hay historiadores militares serios que no
lo ponen en duda, y ya era evidente en el siglo XVIII. De nuevo puede leerse
en Adam Smith.
Una razón es que Europa ya había tenido su buena ración de violencia
interna, lo que había edificado una cultura de la violencia más importante
que la propia tecnología que era de menor rango.
La descripción de lo que habían hecho los europeos es monstruosa. Los
comerciantes holandeses y británicos, en realidad comerciantes guerreros,
fueron a Asia, a zonas que habían estado funcionando perfectamente, con
reglas establecidas. Eran zonas que podríamos denominar de «libre comercio».
Los europeos destruían todo lo que encontraban a su paso. Y así en todo el
mundo, con pocas excepciones. Las guerras de los europeos eran guerras de
exterminio. Si fuéramos honestos podriamos describirlas como invasiones
bárbaras.
Los nativos nunca habían visto algo parecido. Los únicos que pudieron
defenderse durante cierto tiempo fueron China y Japón.
China tenía la tecnología y el gobierno necesario para sostener la defensa
hasta el siglo XIX.
Japón pudo arreglárselas para mantenerse incólume. Esto explica su posterior
desarrollo económico dentro del Tercer Mundo. Parece sorprendente, pero la
única parte del Tercer Mundo que no fue colonizada ha sido la única capaz de
industrializarse. No es una coincidencia.
Y este hecho viene refrendado por la historia de la propia Europa. las zonas
que fueron colonizadas, como Irlanda, son las que han sufrido un mayor grado
de tercermundización. Cuando la gente del Tercer Mundo maldice el
imperialismo por sus consecuencias, tiene buenas razones para hacerlo.
Es interesante comprobar cómo se contempla este fenómeno hoy en día en
Occidente. El 7 de enero de 1993 había un fantástico articulo en The Wall
Street Journal que criticaba la intervención en Somalia. Estaba firmado por
un miembro del Hoover Instituto de Stanford, Angelo Codevilla y venía a
decir lo siguiente: el problema occidental es que sus intelectuales odian su
propia cultura y reniegan del colonialismo. Sólo las civilizaciones de gran
generosidad pueden asumir tareas tan nobles como el colonialismo, que trata
de rescatar a los bárbaros de todo el mundo de su miserable destino. los
europeos fueron capaces de hacerlo, y por supuesto les reportó enormes
riquezas y beneficios. Pero esos intelectuales que abominaban de su propia
cultura les obligaron a retirarse. El resultado está hoy a la vista.
Realmente hay que remontarse hasta los archivos de los nazis para encontrar
algo semejante. Aparte de la supina ignorancia, tan colosal que sólo puede
aparecer en un periódico poblado de «intelectuales», el nivel moral es tan
bajo que para encontrar parangón hay que remitirse a los nazis. Y esto
aparece en las páginas de opinión de The Wall Street Joumal. Seguramente no
levantó mucha crítica adversa.
Es también interesante leer los periódicos más derechistas de Inglaterra,
Sunday Telegraphy Daily Telegraph cuando Rigoberta Menchú gana el Premio
Nobel de la Paz. Estaban furiosos, especialmente su corresponsal en
Centroamérica. Su punto de vista era que, bueno, sí había habido algunas
atrocidades en la zona, pero, o habían sido cometidas por la guerrilla
izquierdista, o eran una respuesta razonable de la sociedad bienpensante
guatemalteca a las atrocidades de los marxistas. Vamos, que darle el Nobel
de la Paz a una persona que ha estado torturando indígenas durante tantos
años, a Rigoberta Menchú!
Me es difícil reproducir esto. Hay que leer el original. De nuevo hay que
remitirse a los archivos de los nazis o de los peores estalinistas para
encontrar algo parecido. Pero son elementos típicos de la cultura británica
o norteamericana.
La inmencionable palabra de cinco letras: las raíces del racismo.
- En todo el mundo, desde Los Ángeles a los Balcanes, desde el Cáucaso a la
India, hay un resurgimiento del tribalismo, del nacionalismo, del fanatismo
religioso, del racismo. ¿Por qué en este momento?
En primer lugar recordemos que siempre ha estado presente. - De acuerdo,
pero parece haberse recrudecido.
- Hay partes del mundo donde es más pronunciado. En Europa del Este. Toda
Europa es muy racista, incluso peor que Estados Unidos, pero en Europa del
Este es escandaloso. Esa sociedad siempre ha sido amargamente racista. Una
razón por la que muchos de nosotros estamos hoy aquí, en EEUU, es porque
nuestros abuelos huyeron de eso.
Hasta hace un par de años Europa del Este estaba bajo una opresiva tiranía,
el sistema soviético. Éste había inmovilizado a la sociedad civil, lo que
suponía que había suprimido lo que estaba bien, pero también lo que estaba
mal. Ahora que esa tiranía ha desaparecido la sociedad civil despierta de su
letargo, con todas sus verrugas, que no son pocas.
En todo el mundo, pongamos África por caso, se cometen todo tipo de
atrocidades. Allí siempre las ha habido. Las peores fueron cometidas en los
ochenta. Exactamente entre 1980 y 1988, Estados Unidos apoyó las salvajadas
de Sudáfrica que causaron millón y medio de muertos y 6.000 millones de
dóIares en pérdidas, sólo en la zona que hace frontera con Sudáfrica.
Aquí nadie se preocupó del asunto porque Estados Unidos apoyaba las
acciones. Si se retrocede hasta los años setenta se puede observar la
matanza de decenas de miles de personas en Burundi. Tampoco se preocupó
nadie.
En Europa Occidental hay un incremento del regionalismo, que, en parte
refleja el declive de sus instituciones democráticas. la gente está tratando
de preservar su identidad al observar el proceso de unión dé la Comunidad
Europea y su conversión en un organismo supraestatal de toma de decisiones
por parte de los grandes grupos económicos. Este proceso conduce al
regionalismo, con aspectos positivos y negativos. Esto no es toda la
historia, pero si una parte.
- Alemania tuvo la política de asílo más liberal del mundo, y ahora quiere
limitar las libertades públicas y prohibir los partidos políticos.
- Se habla mucho sobre el racismo alemán, y con razón. Por ejemplo, expulsar
a los gitanos de vuelta a Rumania es un escándalo inconcebible. Se les trató
como a los judíos en el holocausto, pero nadie movió un dedo, porque a nadie
le importa un comino los gitanos.
Pero deberíamos recordar que están sucediendo otras cosas que tienen incluso
menos publicidad. En España, por ejemplo. Se la admitió en la Comunidad
Europea con varias condiciones. Una era que debía establecer una barrera
para proteger a Europa de las hordas del Norte de África, que algunos
europeos temían que fueran a anegar sus países.
Se han producido cientos de actuaciones de la policía y la marina españolas
para expulsar a la gente que conseguía cruzar el estrecho y devolverles a su
país. Es terrible.
Por supuesto existen razones por las que los africanos tratan de llegar a
Europa y no se dirigen hacia otra dirección; 500 años de razones. Pero está
sucediendo y los europeos se niegan en redondo a admitirlos. Quieren
preservar su riqueza y mantenerla fuera del alcance de los pobres.
En Italia está sucediendo lo mismo. la liga lombarda, que contiene una buena
cantidad de elementos fascistas en su seno, ganó recientemente unas
elecciones. No quieren mezclarse con los pobres del sur de su propio país. Y
mucho menos con los africanos que llegan a través de Sicilia. Los italianos
del norte no quieren pobres, quieren gente rica y blanca.
- Esto nos lleva a la cuestión de la raza y el racismo y cómo intervienen
estos conceptos en las relaciones entre el Norte y el Sur.
Siempre ha habido racismo. Pero se desarrolló como un principio de
percepción y pensamiento en el contexto del colonialismo. Era comprensible.
Cuando se tiene la bota sobre el cuello de alguien, hay que justificarlo. La
justificación solía consistir en su depravación.
Esto es más sorprendente en el caso de pueblos muy parecidos entre sí.
Echemos un vistazo a la conquista británica de Irlanda, la primera de las
conquistas occidentales. Fue descrita en los mismos términos que la
conquista de África. Los irlandeses eran una raza distinta. No eran humanos.
No eran como nosotros. Había que destruirlos.
- Algunos marxistas sostienen que el racismo es producto del sistema
capitalista. ¿Acepta usted esta teoría?
- No. Tiene que ver con la conquista, con la opresión. Si se está robando a
alguien, oprimiéndole, dictando su vida, habría que ser muy singular para
decir: «Mira, soy un monstruo. Hago esto por mi propio beneficio». Ni
siquiera Himmler lo diria.
Una técnica clásica de desarrollo de las creencias se relaciona íntimamente
con la opresión, bien se esté conduciendo a alguien a la cámara de gas, o
cobrándole de más en la tienda de la esquina. La reacción clásica es pensar
que lo que se está haciendo es a causa de su propia depravación, para
hacerle un bien.
Si es por su propia depravación debe haber algo que le haga diferente de mí.
La diferencia puede consistir en cualquier cosa que encuentre.
- Y ésa es la justificación.
Entonces se convierte en racismo. Siempre se puede encontrar algo, el color
del pelo o de los ojos, que son gordos o homosexuales. Se encuentra algo que
sea lo suficientemente diferenciador. Por supuesto también se puede mentir.
Obsérvese a serbios y croatas. No se pueden distinguir unos de otros. Usan
diferente alfabeto pero la misma lengua. Pertenecen a distintas ramas de la
Iglesia católica. Esto es todo. Pero parte de ambos grupos están dispuestos
a asesinar y destruir al contrario. No pueden imaginar tarea más elevada.
- Se supone que ideología y propaganda son fenómenos de otras culturas. No
existen en Estados Unidos. Al concepto de clase le sucede lo mismo. Usted lo
ha llamado la inmencionable palabra de cinco letras .
- Es interesante comprobar como funciona. Las estadísticas sobre calidad de
vida, mortalidad infantil, esperanza de vida, están siempre compartimentadas
por razas. Siempre demuestran que los negros tienen unos índices espantosos
comparados con los de los blancos.
Pero Vicente Navarro, profesor en Johns Hopkins y estudioso de la salud
publica, ha realizado un interesante trabajo. Decidió volver a analizar las
encuestas separando los factores de raza y clase. Por ejemplo analizaba a
trabajadores negros y trabajadores blancos comparados con ejecutivos negros
y ejecutivos blancos. Descubrió que muchas de las diferencias entre blancos
y negros son diferencias de clase. Si se comparan a trabajadores blancos
pobres con ejecutivos blancos, la diferencia es enorme.
Obviamente su estudio tenia mucho que aportar sobre epidemiología y salud
publica así que lo envío a las principales revistas medicas norteamericanas.
Todas lo rechazaron. Entonces lo envío a la revista mas prestigiosa del
mundo en el tema, la británica Lancet. La aceptaron sin problemas.
La razón estaba clara. En Estados Unidos no se puede hablar de diferencias
de clase. De hecho, solo se le permite a dos grupos tener conciencia de
clase. Uno es el mundo de los negocios, que es agudamente consciente. Cuando
se lee la literatura que producen, se comprueba que esta preñada de temor a
las masas; habla de su creciente poder y de la forma en que hay que
defenderse de ellas. Es como una inversión vulgar del marxismo.
El otro grupo es el de los políticos de altura del gobierno. Hablan de la
misma forma, de como hay que preocuparse acerca de las aspiraciones del
hombre común y de las masas empobrecidas que tratan de mejorar su condición
y salir de su pobreza, alterando el clima económico.
Ellos pueden tener conciencia de clase. Tienen un trabajo que hacer. Pero es
extremadamente importante hacer creer al resto de la población que no
existen cosas como clases sociales. Todos somos iguales, todos somos
americanos, vivimos en armonía, trabajamos juntos, y todo es maravilloso.
Tómese por ejemplo el libro Mandato para el cambio publicado por Progressive
Policy Institute, el cofre de donde salen casi todas las ideas de Clinton.
Es un libro que se puede comprar en los quioscos de los aeropuertos, forma
parte de la campaña de Clinton. Tiene un capítulo dedicado a la economía
empresarial que es la que va a superar las posiciones de izquierda y
derecha.
Combate las viejas ideas liberales sobre el Estado de bienestar, ya se sabe,
sobre los derechos de la población y ayudcir a los madres a que alimenten a
sus hijos, eso está pasado. No vamos a seguir en la misma política caduca.
Ahora se va a desarrollar una política económica competitiva, se van a
incrementar las inversiones y el crecimiento. A la única gente que queremos
ayudar es cí los trabajadores y a las empresas donde trabajan.
Según este cuadro todos somos trcibajadores. Hay empresas donde trabajar y
queremos mejorarlas, de la misma forma que uno mejora una cocina, se compra
una nevera nueva etc.
Pero se echa en falta a alguien en esta historia. No hay gerentes, no hay
jefes, no hay inversores. No existen. Sólo hay trabajadores y las empresas
donde trabajamos. Y lo que le interesa a la administración es ayudar a la
gente en sus empresas.
La palabra empresarios sólo aparece una vez, creo. Sólo hay gente que ayuda
a los trabajadores y ci las empresas donde trabajan. La palabra beneficios
también ciparece sólo una vez- No se cómo consiguieron meterla a
hurtadillas, es otra fea palabra, corno clase.
O tomemos la palabra empleo. Ahora se usa para denominar a los beneficios.
Asi cuando Bush aterrizó en Japón con Lee lacocca y el resto de ejecutivos
del sector del automóvil, sus palabras mágincas eran empleos, empleos,
empleos". Era todo lo que iban buscando.
Ya sabemos cuánto se preocupa Bush por el empleo. Sólo hay que mirar lo que
ha sucedido durante su mandato, cuando el número de parados o trabajadores
en precario llegó a 17 millones, habiéndose registrado durante su
presidencia un incremento de 8 millones.
Estaba creando las condiciones para exportar empleos. Debilitar a los
sindicatos y bajar el nivel de vida. De forma que ¿qué quiere decir cuando
él y los medios de comunicación se desgañitan gritando «empleos, empleos,
empleos»? Obviamente «beneficios, beneficios, beneficios». Una manera de
incrementar los beneficios.
La idea es pintar un cuadro para que la gente crea que todos somos una
familia feliz. Somos americanos, tenemos un interés nacional, todos
trabajamos juntos. Todos somos excelentes trabajadores, incluidas las
empresas en las que trabajamos y al gobierno que trabaja para nosotros. Son
nuestros servidores.
Y lo que aquí existe puede aplicarse a todo el mundo. No hay conflictos, no
hay distintas categorías de personas, no hay estructura que trascienda al
sistema. Por supuesto no hay clases. A no ser que se pertenezca a la clase
dominante, en cuyo caso la conciencia de clase estará bien establecida.
- ¿De manera que fenómenos exóticos como la opresión de clase y la lucha de
clases sólo ocurren en libros siniestros y en Marte?
- O en la prensa y la literatura económica, donde no deja de escribirse
sobre ellos. Existen ahí porque tienen que preocuparse sobre ellos.
- USA utilíza el térmíno «éste». El bien conocido economista político e
historiador Samír Amin dice que les concede demasiada Importancia. El
prefiere el término «clase dominante». Además es mucho más reciente el
término «la clase dominante».
- La única razón por la que no utilizo el término «clase» es porque la
terminología del discurso político está tan descentrada, tan desarraigada,
que es difícil encontrar los términos precisos. Esto forma parte del
objetivo del propio discurso político, que sea imposible hablar. Además la
palabra clase provoca distintos tipos de asociaciones. En cuanto se
pronuncia hay personas que se desmayan. Piensan: «Aquí huele a marxista».
Otro inconveniente es que se tiene que realizar un concienzudo análisis de
clases, no se puede hablar sólo de la clase dominante. ¿Son parte de la
clase dominante los profesores de Harvard? ¿Y los editores de The New York
Times? ¿Y los burócratas del Departamento de Estado? Hay una gran cantidad
de distintas categorías de personas. De forma que se puede hablar sólo
vagamente acerca del establishment o de las élites o de los sectores
dominantes.
Pero, estoy de acuerdo, no se puede obviar que existen agudas diferencias
sociales basadas en hechos que, en último término, se enraizan en el sistema
económico. Se puede hablar de amos si se quiere. Son palabras de Adam Smith,
y este autor está nuevamente de moda. la élite son los amos, que pretenden
lo que él llamó «la máxima ruindad», esto es, «todo para nosotros y nada
para los demás».
- Usted dice que esencialmente el concepto de clase trasciende al de raza.
- Sin duda. Por ejemplo Estados Unidos podría convertirse en una sociedad
sin prejuicios de color. Es posible. No creo que vaya a suceder, pero sería
perfectamente posible. Pero no cambiaría el sistema de política económica.
De la misma forma que las mujeres han atravesado el hielo y esto no ha
cambiado el sistema económico en absoluto.
- Ésta es una de las razones por las que normalmente se verifica que la
clase dominante no tiene ningún problema en apoyar las iniciativas tendentes
a la supresión de la discriminación sexual y racial. No importa demasiado.
Se pueden perder algunos ejecutivos blancos masculinos, pero no importa
siempre y cuando el sistema de dominación permanezca intacto.
-Y se puede pagar menos a los mujeres.
- O se les puede pagar lo mismo. En Inglaterra aguantaron pacientemente 10
largos años con la Dama de Hierro en el gobierno. Peor incluso que Reagan.
- Así que para huir abundando en las zonas oscuras de la democracia líberal,
donde existe esta pirámide control y dominacián, donde hay discriminacián de
clase raza y sexo, existe la coerción, la fuerza.
- Proviene del hecho de que el poder objetivo está concentrado. Reside en
varios lugares, en el patriarcado, en el factor raza. Especialmente en la
propiedad.
Si se piensa en la forma en que la sociedad funciona, se asemeja mucho a la
que describieron nuestros «padres fundadores». Como dijo John Jay, el país
debería ser gobernado por los que poseen, y los propietarios tienden a
seguir la cita de Adam Smith, la «máxima ruindad». Ése es el núcleo de las
cosas. Puede seguir existiendo incluso si cantidad de cosas cambian.
Por otro lado, son ciertamente peores otras formas de opresión. Para la vida
de la gente el racismo y el sexismo puede ser mucho peores que la opresión
de clase. Cuando un niño fue linchado en el sur del país, ese suceso fue sin
duda mucho más grave que los bajos salarios que se estaban pagando. De
manera que cuando hablamos de las raíces del sistema de opresión, no puede
cuantificarse en términos de sufrimiento. El sufrimiento constituye una
dimensión distinta que trata de evitarse.
Naturaleza humana y autopercepción
- ¿Se puede aprender el racismo o es algo con lo que se nace?
- No creo que ninguna de las dos posibilidades sea cierta. No hay duda de
que la naturaleza humana es rica y compleja. No somos piedras. Cualquiera en
su sano juicio sabe que gran parte de lo que somos viene genéticamente
determinado, incluidos aspectos de nuestra conducta o actitudes. No hay
duda.
Cuando se intenta ir más allá, y preguntarse sobre qué es eso, se entra en
un capítulo de ignorancia general. Sabemos que hay algo en la naturaleza
humana que nos fuerza a que nos crezcan brazos, no alas y que va más allá de
la pubertad, hasta la edad madura. Y ahora sabemos que la adquisición del
lenguaje, o el sentido de la vista, son parte de la naturaleza humana en sus
aspectos más fundamentales.
Cuando nos referimos a modelos culturales, sistemas de creencias o cosas
parecidas, la opinión del tipo que te encuentra en la parada del autobús es
tan correcta como la del mejor científico. Nadie sabe nada. la gente puede
especular pero en realidad no se sabe nada.
En este aspecto particular lo único que podemos hacer razonablemente por
tanto, es especular. Creo que la que he subrayado puede ser una suposición
razonable. No es que el racismo esté en nuestros genes. Lo que está en
nuestros genes es la necesidad de proteger nuestra propia imagen.
Probablemente resida en nuestra naturaleza encontrar una forma de
reconvertir lo que hacemos en algo que nos permita vivir con nuestros actos
sin traumas.
Es lo mismo que sucede en la esfera social, incomparablemente mayor, donde
funcionan las instituciones y los sistemas de opresión y de dominación. la
gente que esta al mando, que está oprimiendo a otros, tiene que justificarse
a sí misma. Se puede realizar de forma sencilla o sofisticada, pero tiene
que hacerse. Es propio de la naturaleza humana. Una de esas consecuencias
puede convertirse en racismo. También puede convertirse en otra cosa.
Tomemos a los sofisticados. Uno de los gurús intelectuales de los últimos
tiempos en Estados Unidos es Reinhold Niebuhr. Se le ha llamado el «teólogo
del sistema». Ha sido reverenciado por los típicos liberales de la era de
Kennedy, por gente como Georges Kennan. Se le ha considerado como un maestro
moral de las generaciones contemporáneas.
Es instructivo echar una mirada a las causas por las que ha sido tan
exaltado. Tuve que estudiar su material una vez. Se suponía que iba a haber
un capítulo dedicado al tema en uno de mis libros, pero el editor pensó que
iba a ser demasiado oscuro para el público y no lo incluí. Su nivel
intelectual es increíblemente bajo, es difícil permanecer serio durante su
lectura.
Pero hay algo que lo hace llamativo, su concepto de la «paradoja de la
gracia». lo que viene a decir es que no importa lo bien que pretendas
comportarte, al final siempre vas a causar daño. Por supuesto es un
intelectual, de forma que todo el concepto está adornado de grandes
palabras, pero al final lo que se deduce es sólo eso.
Es realmente un consejo edificante para la gente que está pensando en
engrosar las filas del crimen. «No importa cuánto te esfuerces en hacer el
bien, siempre vas a causar daño a otras personas. No se puede evitar». Es
una idea maravillosa para un padrino de la mafia. Puede hacer lo que quiera.
Si hace daño a alguien debe limitarse a exclamar: «Oh Dios mío, la paradoja
de la gracia».
Esto explica porqué Niebuhr era tan atrayente para los intelectuales
norteamericanos de después de la 1ª Guerra Mundial. Se estaban preparando
para arrastrar una vida de grandes crímenes. Iban a ser los ejecutores o los
apologetas de un período de grandes conquistas globales.
Controlar el mundo significa obviamente arrastrar enormes crímenes. Pero ¿no
es magnífico tener esa doctrina respaldándonos?
Por supuesto que queremos ser bondadosos y humanos pero no podemos evitar la
«paradoja de la gracia».
Vuelvo a señalar que si se es un intelectual, se puede revestir la teoría de
hermosos ropajes y escribir artículos sobre ella, pero el mecanismo es bien
simple.
Supongo que todo esto forma, si se quiere, parte de nuestra naturaleza. Pero
no se puede teorizar tan groseramente; ni siquiera llega a ser una teória
propiamente dicha. Todo el mundo sabe por propia experiencia cómo es la
naturaleza del ser humano, cómo actúa y porqué, si uno se para a pensar en
ello. No es Física Cuántica.
- ¿Qué me dice de lo que se ha denominado «la ética de la competitividad»?
¿Hay alguna evidencia de que seamos competitivos por naturaleza? Muchos
defensores del mercado libre y del capitalismo mercantil afirman que hay dar
a la gente la posíbilidad de competir ya que es algo consustancial.
- Existen ciertas condiciones en que la gente compite y ciertas condiciones
en que la gente coopera. Por ejemplo supongamos en una familia en que la
persona que traiga el dinero para alimentarla, él o ella, pierda su trabajo,
y no haya suficiente dinero para alimentos.
Probablemente el padre sea el individuo más fuerte. ¿Robaría toda la comida
a la familia y dejaría que los niños mueran de hambre? Supongo que hay gente
que lo hace, pero entonces se la encierra. En todas partes hay mentes
patológicas. Lo normal es compartirla.
¿Significa esto que no son competitivos? No. Significa que en esas
circunstancias se comparte. Esas circunstancias pueden extenderse
rápidamente, por ejemplo pueden extenderse a toda la clase trabajadora. Es
entonces cuando se producen períodos de solidaridad entre los trabajadores,
cuando la gente lucha junta para crear sindicatos y mejorar las condiciones
de trabajo.
Y esto ocurre también en Estados Unidos. Recuérdese la huelga de Homestead
de hace un siglo, cuando Andrew Carnegie cerró su acería a los trabajadores
en huelga. Ese fue un período de enorme rivalidad étnica y racismo, dirigida
fundamentalmente a los emigrantes procedentes de Europa del Este, húngaros y
eslovacos. Pero durante ese conflicto lucharon codo con codo. Es uno de los
pocos períodos de armonía étnica. Todos luchaban juntos, los anglosajones,
los alemanes y el resto de trabajadores.
Déjeme que le cuente una historia personal. Yo no soy particularmente
violento, pero en el instituto aprendí boxeo. Para ello teníamos que pelear
con un amigo como sparring. Bien, después de un rato de golpes, realmente
quería hacer daño a mi mejor amigo. Podía notar cómo crecía en mí el
sentimiento de querer matarle.
¿Significa esto que el sentimiento de matar es innato? En ciertas
circunstancias surge ese deseo incluso con tu mejor amigo. Se dan
circunstancias bajo las cuales este aspecto de la humanidad prevalece. Pero
hay otras circunstancias en que prevalecen otros aspectos del género humano.
Si se quiere crear un mundo más humano, hay que cambiar las circunstancias.
- En todo esto ¿qué grado de determinísmo juegan los condicionantes
sociales? Pongamos que se es un niño que vive en Somalia en este momento.
- O un niño que vive a dos manzanas de aquí, en Cambridge. El verano pasado
un estudiante del MIT, Instituto Tecnológico de Massachussets, fue apuñalado
y muerto por un par de adolescentes del instituto local. Estaban practicando
un deporte singular: caminaban por el barrio y tenían que encontrar a
alguien. Entonces uno de los chicos tenía que golpearle y derribarlo de un
solo golpe. Si fallaba el otro chico le golpeaba a él.
Así que estaban caminando y se encontraron con el estudiante del MIT. El
chico que debía actuar en esta ocasión le derribó de un solo golpe. Por
razones desconocidas también le apuñaló y mató. El chico no creyó que
hubiera hecho nada especialmente atroz. Se fueron a un bar la policía los
detuvo porque alguien los había visto. No trataron de huir.
Estos chicos han crecido en Cambridge. No en la zona residencial,
probablemente en un barrio de la periferia. No en un barrio de Somalia. No
creo que los chicos de barrios más sórdidos actuaran de igual forma.
¿Significa que son diferentes genéticamente? No. Existe algo en su medio que
hace que esta conducta sea aceptable, incluso natural. Cualquiera que haya
nacido en un área urbana lo sabe y toma sus precauciones para no verse
envuelto en tales incidentes.
Recuerdo que en mi infancia había barrios vecinos donde te recibían a
pedradas si pasabas por allí. Se suponía que no debías ir. Los chicos que
defendían esta postura creían que les asistía todo el derecho del mundo.
Estaban defendiendo su parcela.
¿Tenían acaso alguna otra cosa que defender?
¿Aquí no puede suceder, verdad?
- Huey Long, un gobernador y senador populista por Louísiano a principios de
los años treinta, dijo una vez que sí el fascismo llegaba a este país
debería ser envuelto en una bandera norteamericana. Ya ha comentado algo
sobre la tendencia al fascismo en éste país. Incluso ha llegado a citar a
Hitler para explicar el ámbito familiar y el papel asignado a la mujer.
- La convención de los republicanos, que afortunadamente pude evitar ver por
televisión, pero que seguí en los periódicos, empezó a entonar los cánticos
que yo he estado estudiando desde sus inicios en los años treinta. Estudié
los discursos de Hitler a grupos de mujeres y a grandes multitudes. La
retórica era muy parecida a la de la reunión «Dios y Patria» que se celebró
la primera noche de la Convención republicana.
No me tomo esas similitudes muy en serio ya que el poder se encuentra
firmemente asentado en las manos de las grandes corporaciones. Se puede
permitir a estos furiosos fundamentalistas chillar sobre Dios, la patria y
la familia, pero en realidad están bien alejados de los centros de toma de
decisiones.
Quedó claramente demostrado según se iba desarrollando la campaña electoral.
les dieron la primera noche para vociferar. Incluso se les facilitó el
aparato del partido. Pero cuando comenzó la campaña propiamente dicha, las
aguas volvieron a su cauce.
Pero esta situación puede cambiar. Cuando la gente se aliena y se queda
aislada empieza a desarrollar actitudes irracionales y autodestructivas.
Quieren algo en sus vidas. Tienen que identificarse de alguna forma. No
quieren estar solamente pegados al televisor. Si se les niegan posibilidades
constructivas, volverán su mirada a otros enfoques.
Es un fenómeno que también se puede apreciar en las encuestas. Estuve
estudiando el trabajo de un sociólogo norteamericano, publicado en Londres,
en el que se comparaban las tendencias religiosas de la gente en varios
países. las cifras eran sorprendentes. Las tres cuartas partes de la
población norteamericana creía en los milagros religiosos. El número de los
que creían en el diablo, en la resurrección, en un dios que hace y deshace
es igualmente espectacular.
Esas cifras no se repetían en cualquier país industrializado del mundo. Para
encontrar algo semejante hay que dirigirse a las mezquitas iraníes o a las
ancianas de Sicilia. Éste sigue siendo el perfil de la sociedad
norteamericana.
Hace un par de años se realizó una encuesta para determinar lo que la gente
opinaba sobre la evolución. El porcentaje de gente que creía en las teorías
de Darwin rondaba el 60%, no hay margen, pues, a ningún error estadístico
significativo. Aproximadamente la mitad de la población creía en la doctrina
católica de que Dios había creado al hombre. El 40% pensaba que el mundo
había sido creado hace unos pocos miles de años.
De nuevo hay que dirigirse a una sociedad pretecnolóica, o a sociedades
profundamente agrarias para encontrar unos datos como estos. Esos son los
sistemas de creencias que se impulsan en las reuniones tipo «Dios y Patria».
El fundamentalismo religioso puede llegar a ser un fenómeno a tener muy en
cuenta. Puede constituir la base de un movimiento de masas francamente
peligroso. Los líderes fundamentalistas no son estúpidos. Disponen de
grandes cantidades de dinero, están organizados y se mueven en la dirección
correcta, empezando por tomar el control de pequeñas organizaciones locales
donde es más difícil advertirlos.
En la última elección se produjo un fenómeno alarmante que llegó a ocupar
las portadas de los periódicos. En muchas partes del país, fundamentalistas
de extrema derecha se han presentado candidatos sin identificarse. No cuesta
demasiado trabajo lormalizar la candidatura. la gente no prestará demasiada
atención. No hay que decir quién eres realmente. Se aparece por ahí con una
cara amable y una gran sonrisa diciendo: «Me voy a ocupar del futuro de tus
hijos». Mucha gente los votará.
Muchos candidatos han sido elegidos a través de las campañas organizadas por
las estructuras locales, una vez que se hicieron con su control. Esto lleva
aparejado un cierto tipo de poder carismático a la persona que afirma «soy
vuestro líder, seguidme». Es peligroso. Estamos avanzando hacia el pasado.
- También se ha producido un gran incremento del fundamentalismo en los
medios de comunicación, especialmente en los electrónicos. No se puede
recorrer el país sin advertirlo.
- Comenzó años atrás. Recuerdo una vez viajando que puse la radio. En cada
emisora que pude sintonizar había un ministro fundamentalista predicando.
Ahora es mucho peor y además está la televisión.
La paradoja de Hume
- Usted ha afirmado que desde 1776 el verdadero drama ha sido «el ataque sin
tregua de los pocos prósperos sobre los derechos de los muchos desposeídos».
Quisiera preguntarle sobre los «muchos desposeídos». ¿Les quedan cartas por
jugar?
- Ciertamente. Han salido victoriosos de muchas batallas. El país es mucho
más libre de lo que era hace 200 años. Por lo menos no tenemos esclavos. Es
un gran cambio. La meta de Thomas Jefferson, un liberal de izquierda, era
crear un país «libre de sangre mestiza», es decir sin indios de piel roja,
sin negros; sólo blancos anglosajones. Esto era lo que querían los liberales
de izquierda.
No tuvieron éxito. Se desembarazaron de gran parte de la población nativa,
casi los «exterminan», como se decía por aquella época, pero no pudieron
deshacerse de los negros, y al cabo del tiempo tuvieron que incorporarlos de
algún modo a la sociedad.
La libertad de palabra se ha extendido por todas partes. Ciento cincuenta
años después de la revolución las mujeres pudieron votar. Los trabajadores
acabaron por conquistar algunos derechos, después de una sangrienta guerra
en la década de los treinta, con 50 años de retraso respecto a Europa. Se
están perdiendo paulatinamente después de esa fecha, pero la conquista se
realizó con intención de que perduraran.
En muchos sentidos grandes grupos de la población han sido integrados a un
sistema de bienestar relativo y de libertad relativa, a menudo casi siempre
fruto de la lucha popular. De manera que la población en general dispone de
cartas que jugar.
Esto es algo que el filósofo inglés David Hume señaló hace un par de siglos.
En su teoría política señalaba la paradoja de que en cualquier sociedad la
población se somete a los gobernantes, aunque la fuerza reside siempre en
las manos de los gobernados.
Los gobernantes sólo pueden dirigir un país si controlan las opiniones, no
importa de cuántos fusiles dispongan. Esto es así incluso en las sociedades
despóticas, o en las más libres. Si el pueblo no acepta las cosas, sus
gobernantes están acabados.
Esta teoría subestima el papel de la violencia, pero, no obstante, expresa
realidades tangibles. Hay una batalla constante entre la gente que rechaza
aceptar la dominación y la injusticia y los que tratan de imponerlas.
- ¿Cómo quebrar el sístema de adoctrinamiento y propaganda? Usted ha dícho
que es casi imposible hacerlo individualmente, que es necesario actuar
colectivamente. ¿Qué impide a la gente asociarse?
- Hay poderosos factores implicados. Todo el mundo vive dentro de un sistema
cultural y social que tiene ciertos valores y ciertas oportunidades. Asigna
costos a ciertas formas de acción y beneficios a otras. Se vive en él, es
inevitable.
Vivimos en un sistema que asigna beneficios a los esfuerzos que se dirigen a
lograr ventajas individuales. Pongamos que soy el cabeza de familia, hombre
o mujer. ¿Qué hago con mi tiempo? Tengo 24 horas al día. Tengo niños a los
que cuidar, y un futuro del que preocuparme. ¿Qué hago?
Una posibilidad es dedicarme en exclusiva a mi jefe y ver si puedo obtener
un dólar más por hora. O quizá pegar una patada en la cara a alguien que
pase a mi lado; no hace falta hacerlo físicamente, existen mecanismos en la
sociedad capitalista para hacerlo figuradamente.
Otra posibilidad es dedicar mis tardes a tratar de organizar a otra gente,
lo que me llevará a pasarlas en reuniones, formar parte de piquetes y
sostener una larga lucha en la cual seremos golpeados por la policía y
algunos perderán su trabajo. Al final hemos conseguido reunir a cierta gente
de forma que podamos decir que hemos alcanzado una pequeña victoria, que
puede ser o no mayor que la que hubiéramos conseguido siguiendo métodos
individualistas.
En determinados juegos, este tipo de situación se llama el «dilema del
prisionero». Se puede tratar de presentar las cosas como si fueran «juegos»,
es decir, tratar de provocar interacciones mediante las cuales cada
participante gana más si otra persona participa colaborando contigo. Si la
otra persona trata de maximizar su propio beneficio, pierde.
Voy a explicar un caso sencillo, el de ir en coche al trabajo. Puede llevar
más tiempo ir al trabajo en metro que en coche. Si todos fuéramos en metro y
si se invirtiese en él, en lugar de en carreteras, todos iríamos en metro y
más rápidamente. Pero tenemos que ir todos. Si hay un sector de gente que
sigue utilizando el coche, se seguirá invirtiendo en el transporte privado
en lugar del público.
Si todos nos empeñamos en hacer las cosas de otra forma, todos seremos los
beneficiados. los costes que pueden suponer a una sola persona hacer que se
trabaje en grupo pueden ser elevados. SóIo si mucha gente empieza a trabajar
unida, y de manera seria, se pueden alcanzar importantes beneficios.
Este esquema ha funcionado en casi todas las luchas que se han llevado a
cabo. Supongamos que se sea el chico negro de 20 años del Instituto de
Atlanta en 1960. Se tienen dos opciones. Una consiste en decir: «Voy a
intentar conseguir un empleo en otra parte. Quizá alguien quiera contratar a
un gerente negro. Seré humilde y servil. Así puede que llegue a vivir en una
casa de clase media».
La otra sería afiliarse al SNCC, Comité de Coordinación de Estudiantes No
violentos, un grupo que luchaba por los derechos civiles de los negros en
1960, en cuyo caso se corre el riesgo de ser asesinado. Con seguridad me
difamarán y golpearán. Durante un largo periodo tendré una dura existencia.
Quizá al final se consiga apoyo suficiente para que yo y mi familia vivamos
mejor.
Es dificil tomar una decisión como la que adoptó este muchacho, dadas las
alternativas posibles. La sociedad está estructurada de forma que fuerza a
los individuos a tomar decisiones de tipo individual. Es realmente
significativo que muchos jóvenes elijan la segunda opción, sufran por ello y
ayuden a crear un mundo mejor.
- Usted ha apuntado que hay encuestas que señalan que el 83% de la población
contempla el sistema económico como «una desgraciada herencia». Pero esto no
se traduce en nada.
- Sóio se traduce en algo si la gente esta dispuesta a hacer algo. Esto es
así tanto si se habla de asuntos generales, como esa pesada herencia
económica, como de cosas de menor rango.
Tomemos por caso la sanidad pública. En público nadie reclama el sistema
«canadiense». Un sistema extendido por todo el mundo, un sistema de sanidad
pública eficiente, organizado y estatal, que garantiza a todo el mundo la
salud, y si está mejor organizado que el canadiense, contempla también la
salud preventiva.
Y de acuerdo con las encuestas dos terceras partes de la población está a
favor, aunque apenas se oiga a alguien defenderlo. ¿Alguien toma medidas?
No. Tiene que haber algún tipo de empresa sustentada por las aseguradoras
que se toma las necesarias molestias para que nadie ponga en cuestión los
enormes beneficios de las compañías aseguradoras y la medicina privada.
Sólo hay dos maneras para conseguir el sistema de salud que la mayoría de la
población desea. Una requiere movilizaciones populares de consideración, lo
que significa profundizar la democracia, algo que nadie en el poder desea, o
que las grandes empresas decidan que este sistema es conveniente para ellas.
Podría ocurrir.
El sistema actual, burocratizado y extremadamente incompetente, diseñado
para beneíiciar a un solo sector de las compañías médicas privadas, puede
estar dañando los intereses de otros sectores. las aseguradoras del sector
del automóvil están pagando aquí en concepto sanitario, más que en otros
países. Lo saben. Podrían presionar para conseguir un sistema más eficiente
que rompa con el actual basado en el sistema capitalista.
Las páginas de opinión y las amenazas de muerte
- El periodista canadiense David Frum le ha llamado «el gran chiflado
norteamericano». Creo que todo arranca de cuando Martin Peretz de New
Republic le situó «al margen de los límítes de la responsabilidad
intelectual». Frum también dijo que «había un tiempo que las páginas de
opinión de The New York Times eran su coto» ¿Me he perdido algo?
- Pues creo que también yo. Recuerdo que una vez The New York Times publicó
algo mío. Creo recordar que fue en 1971. Fue en el período en que las
grandes corporaciones, y más tarde The New York Times decidieron que era
mejor retirarse de Vietnam, porque nos estaba saliendo demasiado caro.
Testifiqué ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. El senador
Fulibright consiguió cambiar el rango del Comité hasta reducirlo a un
seminario. Estaba muy disgustado por la guerra y por la política exterior
norteamericana de esa época. Me invitó a testificar, lo que me pareció
adecuado. Entonces fueron a publicar....
- Parte de su Intervención. No fue un artículo que usted había escrito para
el Times.
- Quizá lo repasé un poco previamente, pero esencialmente era parte de mi
testimonio ante el Comité. Ésa es la verdad, el Times publicó parte de mi
testimonio ante el citado Comité.
- ¿Y en eso consistía su «coto» en el New York Times? Y respecto a la
sección de Cartas al Director, ¿cuántas le han publicado?
- Ocasionalmente cuando alguien me calumnia y las mentiras se publican en
ese medio, escribo. Habitualmente no publican las cartas. Una vez, quizá
más, estaba tan furioso que me puse en contacto con un amigo que trabajaba
allí para que ejerciera algún tipo de presión y se publicara mi respuesta.
Pero a veces, se limitan a rechazarlas. En la sección de crítica de libros
de ese mismo periódico, se publicaron una buena serie de mentiras podridas
sobre mí y los khemeres rojos. Escribí una breve carta respondiendo y se
negaron a publicarla. Me quedé estupefacto y volví a escribir, y entonces si
recibí respuesta. Me ofrecían publicar una carta distinta, una que mereciera
su aprobación.
- David Frum no puede dejar de derramar alabanzas sobre su persona. Dijo que
«sus puntos de vista son exactamente iguales a los que vende puerta por
puerta Lyndon LaRouche y el Christic Institute». Usted se vio envuelto en un
serio incidente con los «Laruchitas» que ha mencionado en varias
conferencias.
- Fue tan serio que fui amenazado de muerte. He estado realizando un
estrecho seguimiento de ese grupo, en parte porque conocía a algunos de los
chicos implicados, eran hijos de amigos personales.
El grupo surgió de la huelga de la Universidad de Columbia de 1968.
Originalmente se llamaba Convención Nacional de Comités de Trabajadores, un
grupo marxista de gente joven y seria que iban a vivir en barrios de clase
trabajadora y a tratar de organizarlos. Puede gustar más o menos pero es
algo perfectamente racional.
Este tipo, Lyndon LaRouche, que ha tenido otros 10 nombres más, era el gurú.
Al principio parecía el típico ex-trotskista. Al cabo de un cierto tiempo se
podía advertir lo que estaba pasando. Los chicos habían renunciado a sus
vidas, a sus carreras, y el único territorio que frecuentaban era el que les
rodeaba. Su gurú empezó a introducir progresivamente teorías absolutamente
disparatadas en su ideología. Lo hizo poco a poco.
A cada paso todos los componentes del grupo, chicos de 19 años, tenían que
tomar una decisión: ¿Voy a continuar con esto o voy a desperdiciar mi vida?
Gran cantidad decidió continuar adelante. En poco tiempo estaban vagando por
la estratosfera. Las posiciones del grupo eran tan absurdas y perniciosas
que no pueden siquiera describirse.
Entonces se volvieron violentos. Comenzaron lo que denominaron «operación
limpieza». Iban a conquistar la hegemonía en el sector de la izquierda,
acudiendo a sus reuniones y pegando con un bate de béisbol a los
congregados. Al principio de la «operación» nadie sabía qué hacer pero luego
pensaron, vale, volveremos con unos bates de mayor tamaño.
Lo siguiente consistió en montar una verdadera red de extorsión. Gran parte
de los chicos pertenecían a la clase media. La idea consistía en acudir a
sus padres y pedirles que dieran dinero a LaRouche, o se convertirían en
enemigos de la raza humana, fascistas objetivos, y nunca les volverían a ver
el pelo.
Esto duró un tiempo. Empezaron a acercárseme algunos padres durante mis
charlas. Recuerdo una pareja, él tenía una pequeña tienda no sé dónde, y me
contaron lo que les decían sus hijos. Me preguntaron qué debían hacer.
Habitualmente no suelo dar consejos. Esta vez me dije si queréis la verdad
os diré la verdad. Una semana más tarde recibí un mensaje que decía:
«Nuestro Servicio de Inteligencia se ha enterado de que Vd. anda esparciendo
rumores sobre el partido. Dispone de una semana para rectificar y librarse
de los cargos». Estaba Firmado por el Comité del Servicio de Inteligencia de
los Trabajadores, o algo por el estilo. Lo tiré a la papelera.
Poco después, su periódico empezó a publicar una serie de enloquecidos
ataques personales. El más gracioso fue un panfleto que sacaron para el
Bicentenario, el 4 de Julio de 1976. Se titulaba Comandantes Terroristas.
Aparecían fotos de mi persona y de Mark Raskin. Era increíble. Se nos
describía como agentes de la KGB, la CIA, la OLP, la reina de Inglaterra y
el Instituto Tavistock y de cualquier otro organismo que, en ese momento,
estuviera conspirando contra ellos. Añadían que estábamos planeando poner
bombas atómicas en las principales ciudades de Estados Unidos coincidiendo
con el Bicentenario.
Conseguí otro muy parecido en agosto, un mes más tarde. Seguían afirmando
que en un mes más cometeríamos los atentados. Estaba en el parabrisas de mi
coche, y tenía añadida una amenaza de muerte.
No voy a entrar en detalles de lo que sucedió luego. Supe quién era el
responsable y hablé con sus padres. No volví a saber de ellos durante cierto
tiempo. Luego comenzaron de nuevo.
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