Abril 2016
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Parte 1
01 Abril 2016
Un artículo publicado en la Web Waking Times, nos habla de una de
las técnicas que más se están utilizando en la actualidad para
manipular y condicionar a las masas a través de las redes sociales.
Esta técnica se conoce como Astroturfing y siempre deberíamos
recordar su existencia cuando vemos nacer movimientos sociales o
corrientes de opinión determinadas respecto a cualquier asunto
social, político o económico.
Así es como
nos lo exponían en dicho artículo…
TÁCTICAS DE LAVADO DE
CEREBRO DE LA INDUSTRIA DE LAS COMUNICACIONES
Nuestra realidad es cuidadosamente construida por poderosas fuentes
corporativas y políticas con el objetivo de influir en la opinión
pública de manera encubierta.
Constantemente son televisadas todo tipo de mentiras flagrantes en
relación con el terrorismo, la alimentación, la guerra, la salud,
etc. creadas para condicionar la mente de los espectadores y
obligarles a aceptar normas sociales destructivas.
La práctica de la manipulación y el control de la opinión pública
con mensajes de los medios distorsionados se ha vuelto tan común,
que se ha formado toda una industria a su alrededor.
El papel de esta industria de lavado de cerebro es encontrar la
manera de manipular cualquier tipo de información para moldear la
información que nos ofrecen los periodistas. Nunca está claro hasta
qué punto alcanza la verdad que reciben los periodistas y que
transmiten a la población, debido a que la industria de las noticias
se ha vuelto absolutamente complaciente.
Los mensajes que nos ofrecen los periodistas son moldeados por
grandes poderes corporativos que a menudo gastan millones en
publicidad.
Por poner un ejemplo, en EE.UU., un país repleto de
periódicos, televisiones, radios y publicaciones de todo tipo,
existen seis conglomerados que poseen el 90% de los medios de
comunicación:
-
General Electric (GE)
-
News-Corp
-
Disney
-
Viacom
-
Time Warner
-
CBS
Sin embargo, estas empresas funcionan bajo muchas
marcas diferentes, como,
-
Fox
-
ABC
-
CNN
-
Comcast
-
Wall Street Journal,
...etc., dando a la gente la percepción de que están eligiendo entre
múltiples opciones "diferentes".
Y en España sucede algo muy similar, con unos pocos grupos que
concentran el total de medios de comunicación de todo el país.
"Como mostraron los investigadores
de Tavistock, era importante que las víctimas del lavado de
cerebro masivo nunca se percataran de que su entorno estaba
siendo controlado.
Por lo tanto debe haber un gran número de
fuentes de información, cuyos mensajes pueden variar ligeramente,
a fin de enmascarar la sensación de control externo".
L.Wolfe,
especialista de lavado de cerebro de masas
ASTROTURF
- LAS
NUEVAS TÁCTICAS DE LAVADO DE CEREBRO
A medida que se ha producido el ascenso de los medios alternativos,
la maquinaria de la propaganda ha continuado expandiéndose.
Sharyl Attkisson, reportera de investigación de la CBS, explica que
la técnica del Astroturf (o césped artificial, en español), consiste
en la creación de movimientos de base falsos (Grass Roots en inglés),
que se utilizan para manipular y voltear todo tipo de información,
influyendo no sólo a los periodistas, sino a la opinión pública
directamente.
"Astroturf es una perversión de
las bases.
Hablamos de esta técnica cuando
los intereses políticos, corporativos u otros intereses
especiales se disfrazan y publican blogs, abren páginas en
Facebook y Twitter, publican anuncios, cartas al editor, o
simplemente publican comentarios online en cualquier medio o
plataforma, para tratar de hacerte creer que el mensaje sale
de un movimiento independiente de base"
O tal y como la definen en la Web
Marketingaholic:
"El astroturfing es una técnica de
marketing que consiste en ocultar al verdadero emisor de un
mensaje publicitario o propagandístico, y hacerlo pasar por una
expresión popular y espontánea.
A través de este controvertido
método, se crea popularidad y masividad ficticias, para que
otras personas estén más proclives a aceptar la idea, marca o
producto que se desea promover.
El término proviene de Astroturf,
una marca de césped sintético"
¿Cómo podemos llegar a distinguir lo que
son movimientos, organizaciones o opiniones reales de lo que no es
más que una máscara para engañar e influenciar?
Es realmente difícil, puesto que cuando se crean estos movimientos
de base falsos, se envuelven de la información adecuada para que
parezcan reales.
Así, cuando crean un movimiento de base falso mediante la "técnica
del Astroturf":
-
se crean páginas de Wikipedia, supervisadas por las
corporaciones
-
se genera una amplia y continuada presencia en los
medios sociales, incluyendo Facebook y Twitter, a cargo de
profesionales pagados
-
se financia secretamente a organizaciones sin
fines de lucro para conseguir el apoyo de terceros y aumentar la
presencia en las redes
-
se buscan páginas Web con motores de
optimización, tales como blogs y sitios de terceros que apoyan una
agenda específica
-
se financian investigaciones que se presentan
engañosamente como opiniones independientes de estudiosos o
científicos
-
se financia a expertos que trabajan en proyectos no
relacionados para que apoyen indirectamente la causa,
convirtiéndolos en realidad en consultores pagados, etc., etc.
Estos métodos se utilizan para dar a la gente la impresión de que
existe un amplio apoyo para un determinado programa, idea o
movimiento, cuando, en realidad, ese apoyo puede que ni tan sólo
llegue a existir.
Las tácticas de Astroturf también se utilizan para desacreditar o
criticar a aquellos que no están de acuerdo con ciertas agendas,
calificándolos con estereotipos como "teórico de la conspiración", "magufo" o
"curandero", algo que ya conocemos ampliamente pues este
tipo de técnica descalificativa se aplica constantemente.
A nadie debería sorprender lo que denuncia este artículo.
Al fin y
al cabo es la consecuencia lógica de la sociedad en la que vivimos.
Y es que vivimos en la era de la comunicación, un momento de la
historia de la humanidad sin precedentes, en el que una cantidad
cada vez más abundante de información se intercambia con una
facilidad nunca vista.
El gran problema es que, como más prolifera el intercambio de
información casi sin filtros ni cortapisas, más prolifera el
intercambio de mentiras, bulos y manipulaciones.
Es cierto, tenemos acceso a mucha información a la que antes no
podíamos llegar… ¿Pero sabemos distinguir cuánta de esa información
es verdadera y cuánta es falsa?
Si una cosa nos demuestra el ejemplo del Astroturfing es que en
muchos casos, no sabemos dónde se origina una determinada
información, quién se oculta tras ella, ni qué intención real tiene.
Así pues, la pregunta que quizás deberíamos afrontar es:
-
¿Estamos
mejor informados que en otros momentos anteriores de la historia
humana?
-
¿La información a la que tenemos acceso contribuye a que estemos más
cerca de la verdad respecto a lo que acontece en nuestro mundo, o
quizás este exceso de información genera más confusión que otra cosa?
Y es que si una palabra caracteriza al mundo sobrecomunicado de la
actualidad, es la palabra CONFUSIÓN.
EL REINO DE LA
CONFUSIÓN IDEOLÓGICA
Uno de los ejemplos más concretos del grado de confusión que reina
en la sociedad actual, lo encontramos en el campo de las ideologías
políticas.
Durante décadas, distinguir entre "progresistas" y "conservadores" o
entre "izquierdas" y "derechas" ha sido fácil. Los puntos de
referencia estaban muy claros y situarse en el tablero político era
sencillo.
¿Pero sucede lo mismo en el mundo actual?
Ahora, más que nunca, Internet se ha convertido en un campo de
batalla caótico, en el que las "líneas del frente" están desdibujadas
y en el que,
-
es prácticamente imposible distinguir entre amigos y
enemigos, entre izquierdas y derechas, entre sinceros y embusteros
-
es como un océano agitado en el que ya no se puede navegar con las
viejas cartas de navegación, pues las corrientes y los vientos han
cambiado totalmente, las islas se desplazan de lugar e incluso las
líneas de las costas se desdibujan y reconfiguran continuamente.
Lo primero que debemos hacer es dejar de engañarnos a nosotros
mismos y aceptar que en el mundo de hoy ya no existen ni
"izquierdas" ni "derechas", al menos tal y como las conocíamos hasta
ahora.
Vivimos en,
-
un mundo en el que gran cantidad de movimientos
presuntamente independientes, presuntamente de izquierdas y
presuntamente anti-globalización, son financiados secretamente por
multimillonarios como
George Soros
-
un mundo en el que partidos que
se hacen llamar "Socialistas y Obreros" como el PSOE español, están
a las órdenes directas de las grandes corporaciones que siempre
habríamos identificado con "el capital"
-
un mundo en el que un
personaje como Vladimir Putin es considerado un ídolo de los
movimientos izquierdistas bolivarianos y pro-castristas, mientras es
entronizado a la vez por la ultra-derecha europea más fascista y
radical, como la que representa el Frente Nacional Francés de Marine
LePen
-
un mundo en el que partidos progresistas como Podemos,
aliados de esos mismos bolivarianos, tienden "alianzas" con medios
de comunicación impulsados por dictaduras ultra-religiosas (y por lo
tanto, retrógradas y ultraconservadoras) como la de Irán
-
por
descontado, un mundo en el que las potencias occidentales, empezando
por EE.UU. y sus aliados, crean y financian a los mismos grupos
terroristas que dicen combatir abiertamente
Si trajéramos a la actualidad a los activistas políticos que
luchaban por las calles a principios del siglo XX, probablemente se
volverían locos.
Mirarían ojipláticos a sus correligionarios de la actualidad y les
preguntarían entre balbuceos:
"¿y dices que éste es aliado
nuestro?"
De hecho, si no estuvieran tan acomodados, se deberían volver locos
hasta los activistas políticos que agitaron el mundo en la década de
los 60.
Los Eventos de Mayo
1968
Camino al Meeting en
el Estadio Charlety,
Place d'Italie, Paris, Francia,
27 Mayo 1968
¿Quién es quién en la actualidad? ¿Dónde están las presuntas
fidelidades ideológicas "de toda la vida"?
Nada de lo que vemos parece tener sentido ya, al menos siguiendo los
viejos parámetros.
Lo más desconcertante del asunto es que hay gran cantidad de gente
que se niega a ver todas estas contradicciones, y programada aún con
los viejos parámetros y coordenadas fijas del pasado, sigue
combatiendo enconadamente en favor de unos u otros, aferrándose
fanáticamente a sus filias y fobias más profundas y negándose a
aceptar que en realidad, esos viejos bandos ya no existen.
Pongamos un ejemplo candente que ha eclosionado con especial fuerza
en estos últimos años y que probablemente resultará incómodo para
muchos lectores:
el caso de Vladimir Putin y sus medios de
comunicación afines.
Como decíamos antes, ver a gente que se autoproclama
"de izquierdas"
o "progresista" defendiendo a un ultra-derechista
como
Vladimir Putin resulta
sencillamente pasmoso.
En estos momentos hay millones de personas que prácticamente
consideran a Putin poco menos que un "santo" o un "libertador"; un
hombre venido de los cielos para traer la paz y la concordia a la
tierra.
Esa misma gente devora con afán los medios de comunicación pro-rusos,
como
RT o
Sputnik, negándose a ver que al menos una tercera parte de
las noticias que ofrecen son pura propaganda militarista en la que
los medios rusos se jactan de lo "destructivas y mortales" que son
las armas rusas, al más puro estilo del ultra-nacionalismo fascista
de toda la vida:
"las mejores armas, las que matan
más, las que más destruyen, mucho mejores que las de esos
americanos gordos y desgraciados; los mejores misiles nucleares,
los submarinos más indetectables, los bombarderos más mortíferos
y los tanques más invulnerables"
Si en lugar de ser medios rusos, fueran medios norteamericanos y en
lugar de la palabra "Rusia", viéramos escrito "EE.UU." o "Israel", no
queremos ni imaginarnos lo que estaríamos diciendo sobre el
contenido de estos medios.
Y es que de la misma forma que dar,
-
un paseo diario por los medios pro-occidentales significa someterse a un adoctrinamiento completo
vergonzoso repleto de falsedades y manipulaciones
-
un paseo diario
por RT o Sputnik es lo más parecido a un lavado de cerebro en un
cuartel militar, por más que le pese a más de uno
Y nosotros lo sabemos bien, porque CADA DÍA, nos hacemos eco de las noticias
publicadas en estos medios pro-rusos e incluso pro-iraníes,
precisamente porque ofrecen informaciones que van EN CONTRA de la
corriente mayoritaria pro-occidental.
Pero eso no significa que nos traguemos toda la inmensa cantidad de
basura propagandística que estos medios vomitan:
sencillamente
aprovechamos las denuncias que realizan contra occidente, para
acceder precisamente a aquellas informaciones que los medios
occidentales tratan de ocultarnos y que por puro interés, ofrecen
sus "presuntos enemigos".
Por poner un ejemplo:
si no fuera por los medios pro-rusos y pro-iraníes,
que se han dedicado a contrarrestar la propaganda occidental sobre
la guerra de Siria, no conoceríamos las auténticas vinculaciones de
Estado Islámico y Al-Qaeda con las potencias regionales, ni el
oscuro papel que ejercen en la promoción del terrorismo yihadista
países como EE.UU.,
Israel y sobretodo Arabia Saudita y la Turquía de Erdogan.
Y esto es lo que a mucha gente le cuesta aceptar y comprender:
los
medios rusos e iraníes no denuncian todo esto porque sean los
valedores de la VERDAD.
Lo hacen porque les INTERESA a nivel político y militar.
Y puesto que la información que transmiten obedece a sus INTERESES,
exactamente como sucede con los medios occidentales, debemos ser
conscientes de que obedeciendo a estos intereses, también MIENTEN o
falsean la realidad cuando a ellos les conviene, exactamente igual
como hacen los medios occidentales.
¿TAN DIFÍCIL
ES COMPRENDER ALGO TAN SIMPLE COMO ESTO?
La única conclusión a la que podemos llegar en esta guerra de
intereses propagandísticos, es que no hay ni "buenos" ni "malos", ni
"defensores de la verdad" contra "defensores de la mentira y la
manipulación".
De hecho, solo hay "malos" y "manipuladores" con diferentes colores
de uniforme o de bandera, que defienden sus respectivos intereses
momentáneos… y nosotros, la gente de a pie, solo somos sus títeres
manipulados, piezas en su ensangrentado tablero de juego.
Múltiples bandos luchan por conquistar nuestras mentes, para poder
así usar nuestros cuerpos como carne de cañón en sus batallas y
conflictos, de los que jamás recibiremos beneficio alguno, como nos
demuestra la historia una y otra vez.
Y solo alguien que es muy crédulo o que está muy adoctrinado, no se
da cuenta de ello, por más próximo que pueda sentirse
ideológicamente a unos de los "bandos" en lucha.
Sin embargo, podemos obtener información valiosa en este conflicto
de intereses, si en todo momento adquirimos una posición lo más
neutral posible y somos capaces de intuir la inclinación ideológica
y los intereses que defienden aquellos que publican noticias o
generan corrientes de opinión.
Dicho de otra manera:
sabiendo "de qué pie cojea cada uno", podemos
tratar de equilibrar la balanza y contrarrestar su sesgo ideológico.
Y si además somos capaces de detectar nuestro propio sesgo
ideológico y también tratamos de contrarrestarlo en la medida de lo
posible para tener una visión más neutral de la realidad, entonces
dispondremos de una brújula indispensable para tratar de navegar
en medio de este caos ideológico e informativo.
Y la pregunta es:
¿sabiendo que todos mienten por interés,
conociendo cuál es su sesgo ideológico y tratando de compensar la
información distorsionada que cada "bando" nos ofrece, podremos
conjurar el Caos Informativo en el que nos sumerge la sociedad
actual?
Nos tememos que no, pues el problema al que nos enfrentamos es mucho
más complejo aún, como trataremos de exponer en la segunda parte del
artículo…
Parte 2
15 Abril 2016
Como decíamos en la primera
parte del artículo, la sobreabundancia de información en
la sociedad actual nos sumerge en un estado de caos informativo que
se ha convertido en una eficiente herramienta de manipulación
social.
En la primera parte del artículo hablábamos de la necesidad de
comprender que en el mundo de la información actual no existen ya ni
las "izquierdas" ni las "derechas" y que todos estamos inmersos en
un caos informativo e ideológico que no permite posicionarse en el
espectro ideológico siguiendo los parámetros tradicionales.
También destacábamos que nadie en su sano juicio puede creer que
ninguno de los bandos en conflicto (en cualquiera de los múltiples
conflictos que hay en todo el mundo), es el portador de la "verdad
absoluta", pues en esta guerra informativa global, todos los bandos
mienten y manipulan sistemáticamente, y que en todo caso, cuando
alguien revela "verdades" sobre el bando "enemigo", lo hace por puro
interés.
Así pues, concluimos que la mejor manera de abordar este caos
informativo, era tratar de tomar una posición lo más neutral
posible ante todos los conflictos y tratar de no tomar partido
por nadie.
Sin embargo, no debemos engañarnos:
por más neutrales que nos
mantengamos y por más analíticos que seamos con el sesgo
ideológico de la información recibida, el problema principal
sigue sin poder resolverse.
Y es que el problema es mucho más
complejo que todo eso…
DOS MECANISMOS
QUE UTILIZAN LA INFORMACIÓN PARA CONVERTIRNOS EN ESCLAVOS
Para comprender la magnitud del problema al que nos enfrentamos como
individuos en la actual sociedad sobre-informada, debemos tomar
conciencia de que sobre nosotros actúan dos mecanismos diferentes,
que combinados se convierten en una "pinza mortal" para nuestras
mentes.
El primero surge de una necesidad psicológica que todos llevamos en
nuestro interior y el segundo procede de la configuración del
entorno informativo en el que estamos inmersos.
1 - LA NECESIDAD DE UNA VERDAD DE
REFERENCIA
Por más libre-pensantes e independientes que queramos ser,
nuestra mente alberga una tendencia muy difícil de contrarrestar
y que podríamos definir como una,
"incapacidad para convivir con
la incertidumbre y la duda",
...una incapacidad que siempre
desemboca en la necesidad de abrazar verdades incontestables que
actúen como puntos de referencia fijos e inviolables.
Muchos en el mundo tienden por naturaleza a buscar una creencia,
una ideología o una doctrina que pueda abrazar y que se
convierta en un punto de referencia inalterable para interpretar
la realidad.
Y es que cuando abrazamos una
creencia, una ideología, o una doctrina, lo que realmente
estamos haciendo es instalar en nuestra mente un "software
psicológico" que reprograma nuestra percepción de la realidad y
nos garantiza unos puntos de referencia pre-fijados y pre-diseñados
para navegar por la vida con la comodidad de no tener que
analizar por nosotros mismos y según nuestro propio criterio
mutable y cambiante, cada una de las situaciones que se nos
presentan.
Aceptamos la instalación de esta programación mental en nuestra
cabeza para que sea ella la que decida, según valores
prefijados,
-
lo que está "bien" o lo que
está "mal"
-
cuáles son los "buenos" de
la película y cuáles los "malos"
-
cuáles son los "aliados" y
cuales los "enemigos"...
La mayoría de gente cree que es ella misma la que está juzgando
su entorno, siguiendo las creencias o valores que ha abrazado…
cuando en realidad, el que juzga el entorno es el programa
ideológico instalado en su mente, que utiliza como instrumento a
la propia persona para manifestarse en el entorno físico.
Si usted, por ejemplo, "es" un comunista convencido y actúa
sobre su entorno social "como un comunista", NO es usted el que
toma la decisión de actuar "como un comunista", sino que es el
programa mental llamado "comunismo" instalado en su cabeza el
que le utiliza a usted para actuar sobre el entorno social.
Y podemos sustituir el término "comunista" por cualquier otra
etiqueta que se nos ocurra:
Esta es una idea que a mucha gente quizás le cueste de
comprender, pero es así y si no empezamos a tomar conciencia de
esta extrañísima realidad, no conseguiremos jamás liberarnos de
nuestras cadenas.
Existen mil y un programas mentales que nos permiten integrarnos
en grupos afines de personas programadas con la misma creencia,
ideología o doctrina que nosotros y con ello satisfacemos
nuestra necesidad de vivir en sociedad y formar parte de un
grupo.
Todos estos mecanismos de programación mental para interpretar
nuestro entorno que todos más o menos abrazamos, provienen de
nuestra incapacidad existencial para convivir con la
incertidumbre y la duda constantes.
Lo peor del asunto es que, por regla general, estos mecanismos
de programación social, vienen acompañados del concepto dañino
de "líder" o "ídolo", al que debemos seguir como un rebaño para
formar parte del grupo y que tanto daño ha hecho a lo largo de
la historia.
Es algo que vemos constantemente a nuestro alrededor:
para la mayoría de gente,
lo más fácil es esperar a la llegada de un "mesías" o un
"líder" que les traiga la "verdad" en bandeja de plata.
La mayoría
busca alguien en quien confiar ciegamente, para no tener que
afrontar la durísima tarea de cuestionarlo todo
a cada momento, para no vernos forzados a hacernos preguntas
constantemente y para no vernos abocados a ser suspicaces
con las personas que nos rodean.
De hecho, la sociedad, siguiendo
estos principios internos, nos ha educado para eso:
para esperar que la verdad "esté
ahí fuera" y que nos la ofrezca algún extraño, bajo la
representación de una autoridad política, académica, moral o
ideológica a la que obedecer y seguir ciegamente.
Todos queremos hallar una doctrina única de referencia
que contenga todas las instrucciones que necesitamos para ser
felices y que responda de una vez por todas a todos los
problemas sociales, económicos y políticos, así como a todas
aquellas cuestiones abismales y amedrentadoras que nos acechan
desde que nacemos hasta que exhalamos el último aliento.
Por esa razón la sociedad ha configurado nuestra mente para que
podamos abrazar cualquier tipo de "respuesta" que nos resulte
conveniente en un momento determinado, como quien se abraza a un
salvavidas en medio del océano.
Nos han programado para temer, por encima de
todo, a la duda.
Y ese miedo a la duda, a la falta de respuestas
concluyentes y definitivas a las que podamos llamar "la verdad",
es el que al final nos convierte en unos cobardes existenciales
y en esclavos y servidores de nuestras propias creencias, que
son finalmente instrumentalizadas por líderes y élites sin
escrúpulos en su propio beneficio.
No hay frase más desalentadora que escuchar a alguien decir:
"¡Esto no puede ser! ¡Las cosas
tienen que cambiar! ¡Necesitamos que aparezca un líder que
lo cambie todo!"
Escuchar a alguien expresarse en
estos términos, es exasperante.
Es como escuchar a una oveja perdida, que bala desesperada
mientras espera la aparición de un pastor que le indique el
camino, en lugar de levantar la mirada hacia los inmensos prados
y montañas que se extienden ante ella y que puede explorar como
le de la gana.
Así pues, este es el primer mecanismo que nos convierte en
esclavos en la sociedad de la sobre-información:
el principio atávico que
llevamos enterrado en lo más profundo de nuestras mentes y
que genera la necesidad de creer y seguir "una verdad" fija
e inmutable que nos garantice que todo "tiene un sentido".
Por último podemos añadir un
principio físico más básico que nos hace aún más difícil
liberarnos de este mecanismo esclavizante: la conservación de la
energía.
Y es que se gasta mucha menos energía psíquica obedeciendo una
doctrina pre-escrita o un conjunto de reglamentaciones pre-establecidas,
que pensando por uno mismo y analizando y juzgando de forma
crítica cada aspecto de la realidad por separado.
2 - SATURACIÓN PSICOLÓGICA POR
SOBRE-INFORMACIÓN
El factor interno que hemos descrito antes parece muy difícil de
combatir, pero cuando lo combinamos con el factor externo que
nos aporta la sociedad actual, el efecto sobre los individuos es
devastador.
Y este factor es el incesante bombardeo de información
fragmentada que sufrimos constantemente, especialmente desde la
llegada de Internet y la eclosión de las redes sociales.
Nuestras mentes están sometidas a un flujo constante y
totalmente inabarcable de información; información que además
muta continuamente a nuestro alrededor y que provoca en nosotros
un estado de aturdimiento vital que acaba derivando en un estado
generalizado próximo a la hipnosis, el pasotismo, la indolencia
y el conformismo ante las injusticias y los atropellos
recibidos.
Ya hablamos de este fenómeno en el artículo
Porqué No Estalla Una Revolución.
Pero el aspecto más problemático de este bombardeo incesante de
información, es la imposibilidad de distinguir entre lo
verdadero y lo falso, entre lo legítimo y lo ilegítimo, así como
distinguir la intencionalidad final de quién nos suministra
dicha información.
Para visualizar gráficamente el efecto que este fenómeno de
sobre-información puede tener sobre nosotros, vamos a imaginar
una situación metafórica.
Imaginemos por un momento, que todos nosotros, miles y miles de
personas, estamos en medio de una inmensa plaza y que desde el
cielo llueven continuamente y sin cesar cientos de miles de
octavillas de colores repletas de lemas, avisos, proclamas,
propaganda, escritos y manifiestos.
Esas octavillas de papel contienen
toda la información que necesitamos para interpretar lo que
sucede en el mundo, pero tenemos un grave problema:
cada vez que nos agachamos a
recoger alguno de estos papeles para leerlo, a nuestro
alrededor ya han llovido 10000 más.
No solo somos incapaces de leer el
contenido de todas las octavillas, sino que además no sabemos
cuáles dicen la verdad y cuales mienten, ni tampoco conocemos
qué intención tenían los que imprimieron sus mensajes en ellas.
A base de leer gran cantidad de estos papeles que se acumulan
sin cesar por todas partes, vamos deduciendo que podemos
clasificarlos por colores, para determinar una misma
procedencia.
Pero también nos vamos dando cuenta
de que se pueden clasificar por su tipografía, por su idioma y
si somos más metódicos, por su contenido.
El gran problema es que las informaciones en las octavillas de
un color, contradicen parcial o totalmente, los mensajes que nos
ofrecen las octavillas de otros colores, lo que nos lleva a
confundirnos.
En medio de este caos, además, tenemos a miles de personas que
nos rodean y que intercambian octavillas entre sí y con nosotros
mismos, hablando, gritando y discutiendo sin parar e
invitándonos a leerlas mientras nos dicen:
"¡Mira que dice esta, aquí está
la verdad!"
"¡Deja de leer las octavillas moradas, todas mienten! ¡Las
buenas son las verdes!"
Mientras otros les espetan:
"¡Qué dices loco! ¿Es que no
habéis visto que las que dicen la verdad son las amarillas?"
Además, por si todo este caos fuera poca cosa, entre la multitud
creciente de octavillas, llueven de tanto en tanto extraños
ejemplares mucho más difíciles de encontrar que ofrecen mensajes
contradictorios entre sí y con la mayoría de las otras
octavillas.
Algunos de estos pasquines están
escritos con tipografías extrañas y otros incluso están escritos
a mano y nos advierten de que todos los demás mensajes son
falsos y de que la lluvia de papeles es una conspiración.
Muchas de esas octavillas contienen
además extraños símbolos y dibujos intrigantes, que provocan que
algunos sujetos aislados, que murmuran para sí y miran de reojo
a los demás con recelo, los busquen con ahínco para reunirlos,
convencidos de que podrán desentrañar los supuestos misterios
que contienen y la verdad sobre lo que sucede en el mundo.
¿Esta imagen no se parece mucho a la de
un inmenso manicomio?
Pues bien, la "sociedad de la información" actual se parece bastante
a esta locura masiva.
Y llegados aquí, la pregunta que todos más o menos nos hacemos es:
¿Qué podemos hacer para desentrañar
la verdad en una situación tan caótica como esta?
Si seguimos con la imagen metafórica de la lluvia de octavillas en
la plaza, veremos que podemos actuar de diferentes maneras:
-
podemos aceptar como veraces y
legítimas las octavillas de un determinado color, tipografía
o idioma, aquellas que nos parezcan más fiables
-
podemos intentar deducir la
verdad leyendo el máximo de octavillas posibles y
contrastando sus mensajes, buscando la parte de verdad que
contienen todas
-
podemos renunciar a las
octavillas que la mayoría de gente lee y confiar solamente
en esas octavillas extrañas con mensajes enigmáticos que van
contracorriente
-
podemos integrarnos a cualquiera
de los múltiples grupos de discusión que se forman por
doquier, en los que gente diversa discute sobre el contenido
de las octavillas
-
podemos buscar a los más sabios
lectores e interpretadores de octavillas y seguir sus
consejos
-
podemos sentarnos en un rincón y
tratar de abstraernos del entorno como si nada de eso
estuviera pasando
-
incluso podemos tratar de
provocar un incendio en la montaña de octavillas que van
acumulándose, para que se queme todo de una vez, con el
consiguiente peligro de que todos acabemos asfixiados o
calcinados.
Así pues,
¿Cuál de estas maneras de actuar es
la mejor para alcanzar la verdad?
¿Cuál elegirías tú?
¿Te has fijado en que a pesar de parecer muy diferentes, todas
estas opciones tienen una misma cosa en común?
Todas y cada una de ellas son una
respuesta a la lluvia incesante de octavillas, incluida la opción de
los que deciden abstraerse de su entorno; en ninguna de estas
opciones se pone en discusión la naturaleza misma de la situación.
Nadie que elija alguna de estas posibles actitudes se pregunta:
-
"¿De donde proceden todas estas
octavillas?"
-
"¿Quién las arroja y por qué las
arroja?"
-
"¿Por qué tengo que creerme que
en ellas esta escrita la verdad?"
-
"¿Para qué las necesito?"
Y sobretodo, nadie va al fondo del
asunto y se hace la pregunta más importante de todas:
-
"¿Tiene sentido que me pase la
vida en una plaza rodeado de locos recogiendo octavillas que
llueven del cielo?"
-
"¿Qué hago yo en esta plaza?"
-
"¿Por dónde se sale de aquí?"
Y es que aquí es donde está la clave del
asunto:
para llegar a hacerse estas
preguntas y acabar saliendo de la plaza, los individuos tienen
que dejar de fijarse en las puñeteras octavillas y centrar la
atención en sí mismos… y eso es precisamente lo que la
apabullante lluvia de octavillas trata de impedir a toda costa.
Por lo tanto, podemos deducir que lo
realmente importante no es lo que digan las octavillas, ni la
posible veracidad o falsedad de su contenido, sino que todo gira
alrededor de que estemos en la plaza hipnotizados por el
espectáculo.
En realidad, poco importa quiénes sean los que arrojen estos miles
de papeles y poco importa lo que digan:
lo único que parecen pretender es
que todos estemos distraídos, juntos y perfectamente
controlados.
Así pues, de nada sirve discutir sobre
la veracidad o la falsedad de los pasquines rojos o de los azules,
como tampoco sirve de nada teorizar o conjeturar sobre quién escribe las
octavillas ni qué intención final tiene cada uno de los mensajes
escritos.
Ahora el Sistema nos inunda con una incesante lluvia de
papeles y mensajes para tenernos distraídos, pero
quizás en el futuro nos arrojará confeti, billetes, caramelos o
llenará el cielo de fuegos artificiales.
El Sistema hará lo que sea con tal de distraernos y que no
nos cuestionemos la posibilidad que más le aterroriza:
que dejemos de distraernos con la
lluvia de papelitos, empecemos a escucharnos a nosotros mismos y
decidamos marcharnos de la plaza de una vez por todas…
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