por Thierry Meyssan
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14 Octubre 2009
Desde
Beirut (Líbano)
del Sitio Web
VoltaireNet
Thierry Meyssan
Analista político francés. Fundador y presidente de la Red Voltaire y de la
conferencia Axis for Peace. Última obra publicada en español: La gran
impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación
(Monte Ávila Editores, 2008) |
La atribución del premio Nóbel de la Paz ha dado lugar a un concierto de
elogios entre los dirigentes de la alianza atlántica. Pero también suscita
escepticismo a través del mundo.
Más que sumarse al debate sobre las razones
que pudieran justificar a posteriori la sorprendente decisión, Thierry
Meyssan expone la corrupción del Comité Nóbel y los lazos que existen entre
su presidente, Thorbjorn Jagland, y los colaboradores de Obama.
Madeleine Albright y Thorbjorn Jagland,
durante una reunión en la sede de
la OTAN.
«Esta mañana, al escuchar las noticias, mi hija entró y me dijo: ‘Papá, eres
Premio Nóbel de la Paz’.» [1]
Esta fue la conmovedora historia que el
presidente de los Estados Unidos contó a los periodistas como testimonio de
que nunca deseó esa distinción y de que era el primer sorprendido.
Sin
tratar de indagar más sobre el tema, los periodistas publicaron titulares
sobre la «humildad» del hombre más poderoso del mundo.
A decir verdad, no se sabe qué resulta más sorprendente: la atribución de
tan prestigiosa distinción a Barack Obama o la grotesca farsa que la
acompaña, o quizás el método utilizado para corromper al jurado y desviar
ese premio de su vocación inicial.
En primer lugar, hay que recordar que, según el reglamento del Comité Nóbel,
las candidaturas son presentadas por instituciones (parlamentos nacionales y
academias políticas) y personalidades calificadas para ello, principalmente
magistrados y ganadores de ese mismo premio. Teóricamente, es posible que se
presentar una candidatura sin que el candidato lo sepa. Sin embargo, cuando
el jurado toma la decisión se pone directamente en contacto con el
interesado para comunicarle la noticia una hora antes de la conferencia de
prensa.
Sería esta la primera vez en la historia que el Comité Nóbel viola esa regla
de cortesía. Según su vocero, lo que pasó es que el Comité Nóbel no se
atrevió a despertar al presidente de los Estados Unidos en medio de la noche.
Parece que no sabía que en la Casa Blanca hay consejeros que se turnan para
recibir las llamadas urgentes y despertar al presidente de ser necesario.
La conmovedora historia de la niñita que le anuncia a su papá que le han
dado el premio Nóbel no basta para disipar la incomodidad que provoca esa
decisión.
Por voluntad de Alfred Nóbel, el premio debe recompensar a,
«la
personalidad que [en el transcurso del año anterior] haya realizado la mayor
o la mejor contribución al acercamiento entre los pueblos, a la supresión o
a la reducción de los ejércitos permanentes, a la reunión y a la propagación
de los progresos por la paz».
Lo que el fundador del premio tenía en mente
era apoyar la acción militante, no simplemente conceder un certificado de
buenas intenciones a un jefe de Estado.
Ciertos laureados pisotearon el derecho internacional después de recibir el
premio, así que el Comité Nóbel decidió hace cuatro años dejar de
recompensar un acto en particular y conceder el premio únicamente a las
personalidades que hayan dedicado su vida a la paz.
Así que, al parecer, Barack Obama ha sido el militante por la paz más meritorio del año 2008 y no
ha cometido ninguna violación importante del derecho internacional en lo que
va del año 2009.
Sin entrar a mencionar a las personas que siguen
detenidas en la base estadounidense de Guantánamo y en Bagram, ni a los
afganos y los iraquíes que enfrentan la ocupación extranjera.
Vayamos al punto central del tema, a lo que los expertos en «relaciones
públicas» de la Casa Blanca y los medios de la prensa anglosajona quieren
esconder al público: los sórdidos lazos entre Barack Obama y el Comité Nóbel.
En 2006, el European Command (o sea, el comando regional de las tropas
estadounidenses cuya autoridad cubría entonces toda Europa y la mayor parte
de África) solicita al senador de origen kenyano Barack Obama que participe
en una operación secreta que reúne los esfuerzos combinados de varias
agencias (la CIA, la NED, la USAID y la NSA).
Se trataba de utilizar su
condición de parlamentario para que realizara un recorrido por África, lo
que le permitiría al mismo tiempo defender
los intereses de los grupos
farmacéuticos (ante las producciones no patentadas) y rechazar la influencia
china en Kenya y Sudán [2].
En este trabajo abordaremos solamente el
episodio kenyano.
La desestabilización de Kenya
Barack Obama y su familia llegan a Nairobi en compañía de un agregado de
prensa (Robert Gibbs) y de un consejero político-militar (Mark Lippert), a
bordo de un avión especial fletado por el Congreso. Detrás de aquel avión
llega otro, fletado por el US Army, a bordo del cual viaja un equipo de
expertos en guerra sicológica bajo las órdenes del general, supuestamente
retirado, J. Scott Gration.
Kenya se encuentra entonces en pleno ascenso económico.
Desde el principio
de la presidencia de Mwai Kibaki, el crecimiento ha pasado del 3,9 al 7,1%
del PIB y la pobreza ha retrocedido de un 56 a un 46%. Tan excepcionales
resultados han sido posibles gracias a la reducción de los lazos económicos
postcoloniales con los anglosajones y a su reemplazo por acuerdos
comerciales más justos con China.
Para poner fin al milagro kenyano,
Washington y Londres han decidido derrocar al presidente Kibaki e imponer a
un oportunista obediente, Raila Odinga [3].
Para ello, la National
Endowement for Democracy ha propiciado la creación de una nueva formación
política, el Movimiento Naranja, y está preparando una «revolución coloreada»
en ocasión de las próximas elecciones legislativas de diciembre de 2007.
El senador Barack Obama hace campaña a favor de su «primo» Raila Odinga.
A su llegada, el senador Obama es recibido como un hijo de Kenya y los
medios dan a su visita la más amplia cobertura.
El senador estadounidense no
vacila en inmiscuirse en la vida política local y participa en los mítines
políticos de Raila Odinga. Aboga por una «revolución democrática», mientras
que su «acompañante», el general Gration, entrega a Odinga 1 millón de
dólares en efectivo.
Estas intervenciones desestabilizan el país y Nairobi protesta oficialmente
ante Washington. Al término de la gira y antes de regresar a Estados Unidos,
Obama y el general Gration rinden su informe en Stutgart, ante el general
James Jones (a la sazón jefe del European Command y comandante supremo de la
OTAN).
Continuando la misma operación, Madeleine Albright viaja a Nairobi, en
calidad de presidenta del
NDI (la rama de la
National Endowment for
Democracy [4] especializada en las relaciones con los partidos de izquierda),
donde supervisa la organización del Movimiento Naranja. Más tarde, John
McCain también viaja a Kenya, como presidente del
IRI (la rama de la
National Endowment for Democracy especializada en las relaciones con los
partidos de derecha), para completar la coalición de oposición con pequeñas
formaciones de derecha [5].
Durante las elecciones legislativas de diciembre de 2007, un sondeo
financiado por la USAID anuncia la victoria de Odinga. El día de la votación,
John McCain declara que el presidente Kibaki ha “arreglado” el escrutinio a
favor de su propio partido y que la victoria es en realidad de la oposición
que lidera Odinga.
La NSA, en contubernio con operadores locales de
telefonía, envía SMS anónimos a la población.
En las zonas pobladas por los
luos (la etnia a la que pertenece Odinga), los SMS difunden el siguiente
mensaje:
«Queridos kenyanos: los kikuyus han robado el porvenir de nuestros
hijos... Tenemos que darles el único tratamiento que ellos entienden... la
violencia».
Mientras tanto, en las zonas pobladas por los kikuyus, la redacción es la
siguiente:
«No se derramará la sangre de ningún kikuyu inocente. Los
masacraremos hasta en el corazón de la capital. Por la Justicia, hagan una
lista de los luos que conozcan. Haremos llegar a ustedes los números de
teléfono a los que se debe enviar esa información».
En pocos días, un
apacible país se ve sumido en la violencia étnica. Los motines dejan más de
1,000 muertos y 3,000 desplazados.
Se pierde medio millón de empleos.
Regresa Madeleine Albright. Propone servir de mediadora entre el presidente
Kibaki y la oposición que está tratando de derrocarlo.
Hábilmente, Albright se aparta y pone bajo la luz de los proyectores al Oslo Center for Peace and Human Rights. El nuevo presidente de esta
respetada ONG
es el ex primer ministro de Noruega, Thorbjorn Jagland.
Rompiendo con la
tradicional imparcialidad del Oslo Center, Jagland envía a Kenya dos
mediadores, cuyos gastos corren por cuenta del NDI que preside Madeleine
Albright (dicho de otra manera, el dinero que paga las cuentas proviene del
presupuesto del Departamento de Estado de los Estados Unidos).
Los
mediadores son otro ex primer ministro noruego, Kjell Magne Bondevik, y el
ex secretario general de la ONU, Kofi Annan (ghanés muy presente en los
Estados escandinavos desde que se casó con la sobrina-nieta de Raoul
Wallenberg).
Obligado a admitir el compromiso que se le impone como condición para el
restablecimiento de la paz civil, el presidente Kibaki acepta la creación de
un puesto de primer ministro y la nominación de Raila Odinga en ese cargo.
Lo primero que hace Odinga es reducir los intercambios con China.
Regalitos entre amigos
Ahí termina la operación kenyana, pero la vida de los protagonistas sigue
adelante. Thorbjom Jagland negocia un acuerdo entre la National Endowment
for Democracy y el Oslo Center, acuerdo que se hace formal en septiembre de
2008. Se crea una fundación adjunta en Minneapolis, permitiendo así que la
CIA pueda subvencionar indirectamente a la ONG noruega.
Esta interviene por
cuenta de Washington en Marruecos y principalmente en Somalia [6].
Obama es electo presidente de los Estados Unidos. En Kenya, Odinga decreta
varios días de fiesta nacional para celebrar el resultado de las elecciones
estadounidenses. El general Jones se convierte en consejero de seguridad
nacional, y nombra a Mark Lippert jefe de su equipo y al general Gration
como adjunto.
Durante la transición presidencial estadounidense, el presidente del Oslo
Center, Thorbjorn Jagland, es electo presidente del Comité Nóbel, a pesar
del riesgo que un político tan retorcido representa para la institución [7].
La candidatura de Barack Obama al premio Nóbel de la Paz es presentada a más
tardar el 31 de enero de 2009 (fecha límite reglamentaria [8]), o sea 12
días después de su entrada en funciones en la Casa Blanca. Ásperos debates
se desarrollan en el seno del Comité que no logra ponerse de acuerdo en
cuanto al nombre del laureado para principios de septiembre, contrariamente
a lo previsto en su calendario habitual [9].
El 29 de septiembre, Thorbjorn Jagland es electo secretario general del
Consejo de Europa como resultado de un acuerdo, convenido por debajo de la
mesa, entre Washington y Moscú [10].
Cuando se recibe un regalo, hay que
devolver la cortesía. La condición de miembro del Comité Nóbel es
incompatible con una importante función política de carácter ejecutivo, pero Jagland se mantiene en el Comité argumentando que el reglamento se refiere a
una función ministerial pero que no dice nada del Consejo de Europa.
Así que
regresa a Oslo el 2 de octubre. Ese mismo día, el Comité designa al
presidente Obama como premio Nóbel de la Paz 2009.
En su comunicado oficial, el Comité declara con la mayor seriedad del mundo:
«Es muy raro que una persona, Obama en este caso, logre cautivar la atención
de todos y transmitirles la esperanza de un mundo mejor. Su diplomacia está
basada en el concepto de que los que dirigen el mundo tienen que hacerlo
sobre la base de valores y de comportamientos compartidos por la mayoría de
los habitantes del planeta.
Durante 108 años, el Comité del premio Nóbel se
ha esforzado por estimular el tipo de política internacional y de acción
cuyo principal vocero es Obama» [11].
Por su parte, el feliz laureado declaró:
«Recibo la decisión del Comité
Nóbel con sorpresa y con profunda humildad (...) Aceptaré esta recompensa
como un llamado a la acción, un llamado a todos los países a que se alcen
ante los desafíos comunes del siglo XXI».
Así que este hombre «humilde» se
ve a sí mismo como representante de «todos los países».
Eso no parece
augurar nada de paz.
Video
Aventuras de Un Premio Nóbel en Africa
Video Basado en Un Artículo de Thierry Meyssan de la Red Voltaire
Sobre
El
Premio Nóbel de La Paz Barak Obama (articulo arriba)
por
torontocosme
Noviembre 10, 2009
del Sitio Web
YouTube
Referencias
[1] «Remarks by Barack Obama on Winning
Nobel Peace Prize», Voltaire Network, 9 de Octobre de 2009.
[2] Más detalles sobre esta operación serán dados a conocer en el libro
de Thierry Meyssan Le Rapport Obama, de próxima publicación.
[3] Raila Odinga es el hijo de Jaramogi Oginga Odinga, quien tuvo como
principal consejero político al padre de Barack Obama.
[4] «Las redes de la injerencia "democrática"», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 22 de enero de 2004.
[5] Estados Unidos ya había creado hace tiempo su propio partido en
Kenya, bajo la dirección de Tom Mboya. Su objetivo era contrarrestar la
influencia rusa y, ya en aquella época, la influencia china.
[6] El Oslo Center también ha participado también en la
desestabilización de Irán, durante la reciente elección presidencial, a
través del envío de fondos al ex presidente Jatami.
[7] Vicepresidente de la Internacional Socialista, Thorbjorn Jagland es
un ferviente partidario de la OTAN y de la incorporación de Noruega a la
Unión Europea. Se codea con
las élites mundialistas y ha participado en
los trabajos del
Council on Foreign Relations, de la
Comisión Trilateral
y del
Grupo de Bilderberg. Su historial político incluye varios
escándalos por corrupción que implican a personas de su entorno, como su
amigo y ministro de Planificación Terje Rod Larsen (actual coordinador
de la ONU en las negociaciones del Medio Oriente).
[8] El Comité recibió 205 proposiciones de candidatura pero, conforme al
reglamento, sólo 199 eran elegibles. Después de alcanzar esa cifra, el
Comité Nóbel no podía agregar otros nombres durante sus deliberaciones.
[9] El anuncio del premio debió haber tenido lugar el 9 de octubre. Por
razones organizativas, el nombre del laureado tenía que estar
determinado a más tardar el 15 de septiembre.
[10] A pesar de no formar parte del Consejo de Europa, Estados Unidos
goza de gran influencie en el seno de ese órgano. Moscú no estaba de
acuerdo con la elección de Jagland, pero quería evitar sobre todo la del
polaco Wlodzimierz Cimoszewicz.
[11] «Anuncio del Comité del Premio Nobel sobre el premio Nobel de la
Paz de 2009», Red Voltaire, 9 de Octobre de 2009.