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De hecho, las estrellas de neutrones que giran muy rápidamente se achatan en los polos, a pesar de su enorme gravedad, debido a esta velocidad vertiginosa.
Pulsar de la zona central de la Nebulosa del Cangrejo. Esta imagen combina imágenes del telescopio HST (rojo), e imágenes en rayos X obtenidas por el telescopio Chandra (azul)
El efecto combinado de la enorme densidad de estas estrellas con su intensísimo campo magnético (provocado por los protones y electrones de la superficie girando alrededor del centro a enormes velocidades) provoca que, cuando se acercan a la estrella partículas desde el exterior (por ejemplo moléculas de gas o polvo interestelar), estas aceleren a velocidades extremas y realicen espirales cerradísimas hacia los polos magnéticos de la estrella.
Por ello los polos magnéticos son lugares muy violentos en
una estrella de neutrones: emiten chorros de radiación que puede ser
de radio, rayos X o rayos gamma, como si fueran cañones de radiación
electromagnética muy intensa y muy dirigida.
Lo que percibimos entonces desde ese punto del cielo son pulsos de radiación con un período muy exacto, repetidos una y otra y otra vez (lo que se conoce como "efecto faro") cada vez que el chorro se orienta hacia nuestro planeta. Por eso este tipo de estrellas de neutrones "pulsantes" se denominan púlsares (del inglés Pulsating star, "estrella pulsante"). Si la estrella está orientada de manera adecuada, podemos detectarlas y analizar su velocidad de giro. La pulsación de estos objetos lógicamente disminuye a la vez que lo hace su rotación.
A pesar de
ello, la extrema constancia de ese período, en algunos pulsares, ha
hecho que sean usados para calibrar relojes de precisión.
Descubrimiento del primer pulsar
De hecho, cuando en julio de 1967 Jocelyn Bell y Antony Hewish detectaron estas señales de radio de corta duración, pensaron que podrían haber establecido contacto con una civilización extraterrestre, dada la precisa regularidad de la emisión.
Llamaron tentativamente a su fuente LGM (Little Green Men).
Tras una rápida búsqueda se descubrieron 3 nuevos pulsares emitiendo en radio a diferentes frecuencias por lo que pronto se concluyó que estos objetos debían ser producto de fenómenos naturales.
Diagrama de un Pulsar
Anthony Hewish recibió en 1974 el
Premio Nobel de Física por este descubrimiento y por el desarrollo
de su modelo teórico.
Jocelyn Bell no recibió condecoración por ser
únicamente una estudiante de doctorado, aunque fuera ella quien
advirtió la primera señal de radio.
El más famoso de todos los pulsares es quizás el que se encuentra en el centro de la Nebulosa del Cangrejo denominado PSR0531+121 con un período de rotación de 0,033 s.
Este pulsar se encuentra en el mismo punto en el que los astrónomos chinos registraron una brillante supernova en el año 1054 y permite establecer la relación supernova y estrella de neutrones como remanente final, esta segunda, de la explosión producida por la supernova.
Pulsar Vela y sus alrededores la pulsar nebulosa aérea.
Concepción artística del sistema PSR B1257+12
Este es un pulsar cuyo período es de milisegundos.
Las pequeñas variaciones de su período de emisión de radio sirvieron para detectar una ligerísima oscilación periódica del pulsar con una amplitud máxima en torno a 0,7 m/s. Los radioastrónomos Aleksander Wolszczan y Dale A. Frail interpretaron estas observaciones como causadas por un grupo de tres planetas en órbitas casi circulares a 0,2, 0,36 y 0,47 UA del pulsar central y con masas de 0,02, 4 y 4 masas terrestres respectivamente.
Este tipo de descubrimiento, altamente inesperado, causó un gran impacto en la comunidad científica.
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