Introducción
«En tiempos pasados los hombres estaban siempre en busca de Dioses a
quienes adorar. En el futuro, los hombres vamos a tener que
defendernos de los Dioses».
Con esta frase, terminaba mi libro «ISRAEL PUEBLO-CONTACTO». Desde
entonces he seguido dándole vueltas al mismo tema y buscando hechos
que sirviesen de apoyo a una teoría que a medida que pasa el tiempo,
aparece menos como una teoría y más como un hecho incuestionable.
Por otro lado, este libro es en cierta manera, continuación lógica
del mío anterior «Por qué agoniza el cristianismo». En él traté de
demostrar la vaciedad del credo cristiano; en éste, trato de llenar
aquel vacío, mostrando otro «más allá» u otra realidad trascendente
que esté más de acuerdo con lo que nos dice la vida y la historia de
la humanidad, por más que esa realidad trascendente esté disimulada
tras mil sutiles velos.
Creo que ya va siendo hora de que la humanidad pensante —porque
desgraciadamente la mayoría de la humanidad no es pensante— vaya
arrancando estos sutiles velos y se encare con la tremenda realidad
de que ha sido manipulada y en cierta manera engañada por los
Dioses. El que ayude a esta tarea —aunque corre el peligro de ser
tenido por alucinado— estará haciendo una enorme contribución a la
evolución de la raza humana.
Este libro pretende ser una tal ayuda y soy comprensivo para los que
piensen que desvarío. Yo también pensé durante muchos años que estas
ideas eran desvaríos, hasta que conocí muchos hechos extraños que
sistemáticamente habían estado ocultos a mi conocimiento, o habían
sido presentados como meras fábulas. Cuando me convencí de que tales
hechos eran tan reales como los que yo presenciaba todos los días en
la vida normal, mis ideas acerca de los fundamentos y propósitos de
la vida, sufrieron un tremendo estremecimiento.
Algunas de ellas se
derrumbaron estrepitosamente, y otras completamente diferentes,
comenzaron a tomar cuerpo y fuerza en mi mente. Yo lamento —y al
mismo tiempo no dejo de admirarme— que otras personas con grados
académicos y con inteligencia superiores a la mía, no sean capaces
de deducir todas las enormes cosas que yo he deducido del mero
conocimiento y convencimiento de la realidad de tales hechos
extraños.
Las ideas que encierra este libro no sólo no son una locura, sino
que son una explicación mucho más realista y hasta mucho más
profunda que las infantilidades con que el cristianismo y las demás
religiones han intentado por siglos explicarnos el porqué y el para
qué de la vida humana. Si se desconocen o se rechazan estas ideas,
no se podrá tener una idea realista de las raíces de la existencia
humana y seguiremos teniendo las mismas ideas distorsionadas que
hemos tenido por siglos, de las religiones, de la historia, de las
guerras, de la filosofía y de las culturas.
La tremenda realidad es
que la humanidad sabe únicamente lo que los Dioses le han dejado
saber y cree lo que los Dioses le han hecho creer. Pero ya ha
llegado la hora de que los hombres sepamos todo lo que debemos y
somos capaces de saber y ha llegado la hora de que no creamos nada o
casi nada de lo que los Dioses quieren que creamos para su
conveniencia.
En vez de ser portavoces de ideas desquiciadas, estamos propugnando
una profunda y nueva teología: la teología de los Dioses (con
minúscula).
La teología del «Dios verdadero y único» es falsa; la teología de
los Dioses falsos es la verdadera.
La explicación de estas frases es
lo que constituye la esencia de este libro; y desde ahora le decimos
al lector, que se equivoca si interpreta estas palabras como
indicadoras de que profesamos el ateísmo. Ateísmo integral es
sinónimo de miopía mental o por lo menos de una gran confusión de
ideas.
Pero con la misma sinceridad tenemos que decir, desde el
comienzo de este libro, que le retiramos nuestra fe como Dios
Universal y Único al Dios del Pentateuco, al que reducimos su
categoría convirtiéndolo en uno más de los muchos dioses menores que
a lo largo de la historia han estado utilizando a los hombres.
La parte más evolucionada de la humanidad está comenzando a
sacudirse de una especie de mito de los reyes magos. Los niños
cuando crecen, se dan cuenta de la piadosa mentira que sus padres
les han estado contando por años; les basta con aprender a leer y
ver en la parte inferior de los juguetes, el lugar donde han sido
construidos o comprados, para comenzar a sospechar del bello
embeleco tan celosamente guardado por sus padres durante tantos
años.
Los hombres y mujeres más desarrollados intelectualmente,
también han aprendido a leer en la naturaleza muchas cosas que en la
antigüedad nuestros antepasados no podían leer o porque se lo
prohibían, o simplemente porque su adelanto técnico no los facultaba
para leerlas.
Los reyes magos existieron, pero no son ellos los que les traen los
juguetes a los niños; el Dios cristiano de que se nos habla en el
Pentateuco, también existió, pero no es el padre bueno que él quiso
hacernos creer, y mucho menos es el Dios Universal, Creador de todo
el Cosmos. Es simplemente un suplantador más, que al igual que
muchos otros semejantes a él, pretendió hacerse pasar por la Gran
Energía Inteligente creadora de todo el Universo.
En las páginas
siguientes intentaremos presentar las razones en que nos basamos
para defender una idea tan perturbadora y tan extraña a primera
vista.
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