por Frank Joseph 2005 extraído de "Forbidden History" traducción de Editorial-Streicher 5 Marzo 2013 del Sitio Web Editorial-Streicher
¿En Qué se Sustenta La Credibilidad del
Cronista Más Conocido de La Atlántida?
Su versión sigue atrayendo la atención tanto de escépticos que buscan desacreditar la existencia de un continente perdido, como de fieles que sostienen que cada palabra del relato corresponde a un hecho literal.
Sin
embargo, una lectura imparcial de esta obra, tal como se presenta en
los diálogos del Timeo y el Critias, deja en la mayoría de los
lectores la impresión de que los sucesos que con tanta claridad se
describen, también se podrían encontrar en los escritos, más
autentificables, de Heródoto o Tucídides.
Desde esta perspectiva, los mitos eran metáforas
más que personajes religiosos reales. Pero, en su mayor parte, lo
que cuentan es la historia de personas y acontecimientos del mundo
real de la región del Mediterráneo, no historias que desafían
excesivamente el poder de nuestra imaginación.
Como escribiera William Blackett en Lost History of the World [La Historia Perdida del Mundo] en 1881:
El argumento más común que se emplea contra la veracidad de la existencia de la Atlántida, tal como se presenta en los diálogos del Timeo y el Critias, es que el objetivo de Platón era que los textos fuesen entendidos simplemente como una alegoría ficticia sobre el Estado ideal.
Pero, aunque es obvia la admiración por su cultura superior, la Atlántida de Platón no es un reflejo de la sociedad que describe en La República. Hay diferencias significativas y fundamentales entre ambas.
Su régimen ideal era un autoritarismo
gobernado por reyes filósofos con un Estado único y consciente de
los linajes, y no una confederación de pueblos distantes entre sí,
bajo el antiguo sistema de monarcas, que no podían ejercer un poder
absoluto debido a la existencia de un consejo de iguales en realeza.
Su relato adquiere más sentido cuando se comprende que no fue concebido para ser tomado como algo único, una suerte de anomalía en medio de sus trabajos filosóficos, sino como la primera parte de una antología incompleta que pretendía recopilar los sucesos de mayor importancia y que más influyeron en el curso de la historia del mundo hasta su época.
Dada su naturaleza, habría sido entonces una
historia interpretativa, una más entre sus trabajos filosóficos.
Así, la historia de la Atlántida estaba destinada a ser parte de un proyecto mayor, pero en esencia no diferente en sus características al resto de las obras de Platón.
Aun más, si este relato fuera una
simple invención, no entraría en correspondencia tan clara con la
historia que se conoce de aquella época, ni llenaría de manera tan
lógica tantos vacíos en nuestros conocimientos sobre la Antigüedad pre-clásica, entrelazando una gran cantidad de información que de
otro modo habría permanecido desvinculada y aislada.
Su descripción de un manantial sagrado que corría por la Acrópolis fue considerada completamente mítica hasta el descubrimiento de restos de cerámica micénica del siglo XIII a.C., en la que aparece la ilustración de una fuente en el centro de la Acrópolis, lo que llevó a varios investigadores a reconsiderar su crónica.
Luego, en 1938, nuevas excavaciones revelaron que la actividad sísmica habría clausurado un manantial subterráneo que estaba debajo de la Acrópolis, precisamente en el sitio donde Platón lo había descrito. En los años '50, un equipo conjunto de arqueólogos griegos, alemanes y estadounidenses encontró una reconstrucción de los manantiales hecha en el siglo V a.C.
La ciudad de Atenas comenzaba a asemejarse a los detalles de Platón con una exactitud inesperada.
En consecuencia, tenemos suficientes motivos
para asumir que su descripción de la Atlántida es igualmente exacta.
Tanto la ubicación que ofreció del manantial de la Acrópolis como su
conocimiento fidedigno de la ciudad de Atenas, dan fe de su
credibilidad histórica.
Algunas de las
imágenes representaban la victoria de la diosa Atenea sobre los
atlantes, un detalle sin mayor importancia de no ser por el hecho de
que las Panateneas fueron fiestas que se venían realizando desde 125
años antes del nacimiento de Platón.
Todavía existen algunos increíbles fragmentos y restos del incendio que aconteció en la Gran Biblioteca de Alejandría, como los que hacen referencia a Eliano, escritor romano del siglo II, cuya Historia Natural describe cómo los gobernantes de la Atlántida vestían de forma que indicaba su descendencia del dios Poseidón.
El filósofo Proclo le dio una credibilidad especial a esta historia, al contar cómo Crantor, uno de los primeros discípulos de Platón, en su intento de validar la leyenda de la Atlántida, en 260 a.C. viajó personalmente al templo egipcio en Sais. Allí descubrió las tablillas originales que confirmaban los relatos.
Al traducirlas, su contenido se
correspondía detalladamente con la narración de Platón.
Mucho antes de su destrucción, es posible que la
Gran Biblioteca dispusiera de una buena cantidad de materiales de
apoyo que convencieron a casi todos los investigadores de entonces
de que Platón había descrito una ciudad real en el "océano
exterior".
La historia
fue condenada como una herejía al no aparecer en los textos bíblicos
y porque, supuestamente, era anterior a la creación divina del mundo
en 5508 a.C., fecha determinada por la curiosa cronología de algunos
teólogos cristianos.
Entre ellos se encontraba Francisco López de Gómara, explorador y cartógrafo del siglo XVI, quien quedó sorprendido por la descripción de un "continente opuesto" (América) en el Timeo.
Pero lo cierto es que la Alejandría de la Antigüedad clásica se
encontraba tan solo a ciento veinte kilómetros de Sais. Además,
cualquier investigador que deseara verificar los detalles de los
relatos de Platón no tenía que viajar demasiado lejos para leer las
tablillas en el templo de Neit.
El historiógrafo Teopompo y el famoso naturalista Plinio el Viejo creían los relatos de Platón.
Las pruebas originales que una vez
tuvieron en su poder y que se han perdido desde el colapso de la
civilización clásica, así como las evidencias fragmentadas que se
conservan hasta nuestros tiempos, se inclinan de forma coherente a
favor de la credibilidad de Platón.
R. Catesby Taliaferro escribió en el prólogo de la traducción al inglés de Thomas Taylor de los diálogos del Timeo y el Critias,
Plutarco, el gran biógrafo griego del siglo I d.C., escribió en su obra Vida de Solón que el legislador griego citado en los relatos de Platón,
La propia ciudad de Sais jugó un papel importante en la epopeya de la Atlántida.
Fue uno de los asentamientos importantes más antiguos en Egipto y se desempeñó como primera capital del Bajo Nilo después de la unificación que tuvo lugar hacia 3100 a.C., es decir, en el comienzo mismo del Egipto dinástico e histórico.
Como referencia a
ello y a la antigüedad de la ciudad y de las tablillas que contaban
la historia de la Atlántida, el templo de Neit - donde las tablillas
fueron consagradas - fue erigido por el
faraón Hor Aha, el primer rey
de la dinastía del Egipto unificado.
Sonchis es una derivación griega del nombre del dios egipcio Suchos, conocido en su tierra natal del Nilo como Sobek, y este último era una deidad del agua que, muy apropiadamente, era venerada en el templo de Sais - donde quedó registrada la historia de la Atlántida - junto a su madre Neit.
Según
Platón fue en este templo donde se guardaron las tablillas.
Pero "la iniciadora del nacer" fue revivida durante el período de Saite de la dinastía XXVI, cuando se restauró su templo y salieron a la luz los registros más antiguos, precisamente la época en que Platón cuenta que Solón visitó Egipto.
Heródoto escribió que el faraón Ah-mose II recién
había terminado la restauración del templo de Neit cuando Solón
arribó a Sais.
Por ejemplo, el Critias nos cuenta que cada uno de los líderes pudientes de la sociedad de la Atlántida estaba obligado a contribuir al ejército con,
Aunque dicha costumbre estaba en desuso
en los tiempos más "democráticos" de Platón, durante el régimen de
Pericles y desde siglos anteriores, cada hombre rico, conocido como
"trierarca", estaba obligado a financiar un barco de guerra,
incluida su tripulación y armamentos.
Sobre él escribió Estrabón:
Los críticos modernos
son menos generosos. Siguen desacreditando la historia, al darla
simplemente como una alegoría fabulosa que intentaba dramatizar los
principios ya expuestos en La República, sin bases históricas a
excepción, tal vez, de la referencia incompleta a la Creta minoica.
Como escribiera Ivan Lissner:
Por sí solo, el relato de Platón parece muy sencillo.
Sin embargo,
al abordarlo a la luz de los principios de la narrativa, se aprecia
su nivel más allá de un simple informe árido para dar al lector la
sensación de una historia viva.
Timeo, nacido en Locri al Sur de Italia,
fue explorador y astrónomo pitagórico. Critias el Joven fue orador,
estadista, poeta y filósofo, y uno de los líderes de los Treinta
Tiranos. Además, era primo hermano de la madre de Platón. Era un
hombre vigoroso que murió en la batalla de Egospótamos, en los
Pirineos, en 403 a.C., próximo a cumplir noventa años.
Aunque estos personajes principales fueron reales y contaron la historia con gran precisión (como se mencionó anteriormente, Crantor verificó la versión de Platón al comparar su historia con las tablillas egipcias originales), los diálogos del Timeo y el Critias no son archivos estenográficos de conversaciones, palabra por palabra, sino discursos organizados para ilustrar ideas, al ordenar los argumentos en una presentación más lógica y convincente, un ejercicio muy habitual de las escuelas clásicas de retórica superior.
Por ello, cuando Critias dice que
espera no haber olvidado ninguno de los detalles de la historia de
la Atlántida, no se trata de que la integridad de toda la narrativa
dependa de la memoria de un anciano. Platón utiliza un recurso común
de la retórica para presentar su descripción.
Esto es lo que insinúa cuando hace a Critias decir:
Es incluso posible que Platón hubiera tenido acceso directo a las tablillas originales en el Templo de Neit y que, como muchos eruditos de la época, hubiera viajado a Egipto por lo menos en una ocasión.
Su narración tiene una credibilidad adicional por el
gran prestigio de los hombres involucrados. No hay ficciones
improvisadas, y sus vidas estaban vinculadas con la preservación del
relato.
Desde luego, puede que haya estado guardando sus preguntas para más adelante, pero eso no es típico en Sócrates.
Nosotros, en cambio, seguiremos interrogando a la Historia en busca
de más respuestas.
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