En Egipto, por el contrario, casi no hallamos referencias a este planeta. La razón es que los sumos sacerdotes egipcios conservaron estos conocimientos para sí mismos. Como resultado, nos privaron de toda referencia relacionada con las similitudes entre los mayas y los antiguos egipcios. Pero, ahora que sabemos que ambas culturas tienen sus raíces en la Atlántida, no puede ser difícil develar los códigos que las vinculan.
Mi intuición me condujo directamente al número que muestra el corrimiento del zodíaco; lo dividí por el período de la órbita de Venus y llegué a esta sorprendente conclusión:
Allí estaba otra vez el 0,6666666, ¡el número que ya había usado en el capítulo sobre el programa de computación de la catástrofe anterior! Encontrarlo aquí no era algo fortuito. Era una buena señal. Por cierto, ese número debía ser investigado más profundamente. Pero antes de continuar mi búsqueda sentí que aún había algo más.
Me impacienté y, de repente, recordé mi última conversación con Gino:
Gino me miró con total asombro y respondió:
Gino fue a buscar este libro y lo abrió en los pasajes señalados, incluso los había marcado en rojo. Yo estaba feliz de confirmar que mi programa de cálculos me estaba guiando a la solución. No obstante, el número misterioso seguía en mi calculadora.
Sin dudarlo, lo dividí por el número que hallé en mi libro anterior relacionado con el desciframiento del zodíaco:
La siguiente división dio como resultado un número que yo había visto en mis programas anteriores:
De repente, me di cuenta de que debía seguir dividiendo. Los dos resultados siguientes eran familiares tanto para mí como para los fieles amantes de los enigmas que estudiaron atentamente mis decodificaciones anteriores:
Ya podía anticipar cuál seria el próximo resultado: el famoso número
de precesión, que aparece una y otra vez, 8.640 + 0.3333 = 25.920
De hecho, había estado esperando que un simple y racional programa de computación lo lograra. En la escuela todavía solía hacer cálculos aritméticos mentales: las tablas de multiplicar siempre han sido un verdadero desafío para mí. Actualmente, los alumnos casi no saben emplearlas, pero solucionar un programa como éste es imposible sin ellas: no se puede decodificar la lógica simple con supercomputadoras o complejos diferenciales; hay que regresar a lo básico. Pienso que he demostrado más que suficiente.
Por supuesto que, si continuaba de la manera como lo estaba haciendo, debía hallar otros números.
Cuando dividí por estos números el tiempo entre las dos catástrofes, los resultados fueron los siguientes:
El último número indica el código del zodíaco. 36 y 12 son números de código muy importantes, pero 4 no lo es. Decidí multiplicar de manera "cruzada" estos números con las soluciones que había hallado antes:
Éste era el mismo número que hallaría momentos más tarde. Ahora sabía que seria fácil continuar. Si todo iba de acuerdo con mis descubrimientos anteriores, el número 0,44444 tenía que aparecer varias veces en este código. En ese caso, yo iba a dj mostrar que ellos usaban la misma cuenta regresiva para la fecha final.
¡Tema que ser fácil!
Es idéntica a la cuenta regresiva para el año 2012. La cantidad de años entre el último cataclismo y el próximo es 11.804.
Entonces, de repente hallé dos conexiones que demostraban la hipótesis anterior.
¡Lo encontré! Esto era exactamente lo que predecía la Biblia. El número 66666 indica que ha llegado o llegará el fin de una era. ¡Venus es el principal código en él! Cuando repasé esos códigos mencionados precedentemente, apareció otro mensaje de los antiguos científicos.
Cuando dividí el número de precesión por 27 obtuve lo siguiente:
Inmediatamente decidí multiplicar el numero 576 por 0,33333 y obtuve:
Yo tuve que buscar mucho para hallar la correlación con el número que descubrí al comienzo de este capítulo,
Entonces, cuando vuelva a encontrar esto mismo número en un contexto futuro, sabré que se reitere al código de Venus. Supuse que hallaría otros códigos para confirmarlo. Pero no sólo aparecería evidencia numérica, sino también abundantes hechos astronómicos. La gente de la Atlántida tenia un gran conocimiento astronómico. Primero debía hallar más pruebas para convencer a los incrédulos.
Esto no sería difícil: todo lo que tenia que hacer era seguir con el procedimiento ya conocido para descifrar códigos.
Dividí estas cifras por el ya mencionado "número sagrado":
Estaba cerca ele varias soluciones. Algunos meses antes me había devanado los sesos con este programa, pero ahora me resultaba fácil. De todos modos, no hay que subestimar el poder ele estos números. No son simples y aburridos cálculos de contadores: nacieron en las mentes científicas de una cultura sumamente adelantada. Están conectados con la vida y la muerte de miles de millones de personas. Sólo por esto hay que tratarlos con respeto.
Entonces, dividí los números que acababa de hallar por una serie que ya había utilizado anteriormente en forma repetida.
Estas series numéricas eran, por cierto, la prueba de que 243 era un número de código. Lo consideré con la debida seriedad y descubrí los "códigos sagrados" de los mayas y egipcios:
Eso fue todo por ese día. Encantado con estos descubrimientos,
decidí salir a caminar por las calles de Amberes.
Me puse a repasar los libios de la sección de astronomía y tomé algunos ejemplares que estaban a mano. En uno de ellos me llamó la atención un capitulo que se refería al periodo de la órbita de Venus. Me puse a hojearlo: tal vez pudiera descubrir algo interesante, nunca se sabe... Súbitamente, como si hubiera caído un rayo sobre mí, quedé paralizado.
¿Qué había sucedido? ¿Qué había visto que me conmocionó tanto? Lo que vi era muy simple de explicar. El periodo de la órbita de Venus no era de 243 días sino de 224.7.
El número 243 se mencionaba debajo del periodo orbital e indicaba la cantidad de días que Venus necesita para rotar sobre su propio eje. Nuestra Tierra sólo necesita un día para hacerlo, pero Venus tarda mucho más tiempo. Gira tan lentamente que necesita más de un año venusiano: ¡en Venus el día es más largo que el año!
¡Cómo pude ser tan tonto! Sin embargo, esto me permitió descubrir algo sumamente importante, y en un minuto comprenderá por qué. En mi libro anterior había cometido un error en el cálculo de la cantidad de años entre el cataclismo anterior y el que vendrá, pero, gracias a esta equivocación, ¡finalmente hallé la solución!
¿Era posible que la
buena suerte estuviera otra vez de mi lado?
Sin importar cuánto tiempo se lo observe, es imposible medir su período de rotación.
Sólo en las observaciones con luz ultravioleta, las fotos pueden mostrar muy de vez en cuando algunas partes más oscuras, que cambian en forma permanente y se superponen unas a otras. En su mayoría se mueven en dirección opuesta y muestran un período orbital de más de cuatro días. Sin embargo, desde 1964. las observaciones por radar han brindado otro punto de vista, demostrando que ¡la rotación dura 243 días y corre hacia atrás!
Descubrieron varias manchas que muestran un reflejo anormal de las ondas del radar y que dan como resultado un mapa aproximado de la superficie que yace debajo de las nubes. Pero ahora debía manejar un serio problema. Cuando pensé que ya había resuelto el enigma, aparentemente sólo se agrandó.
Resumiré mis hallazgos:
Me volví completamente loco sobre este punto. Había comenzado a demostrar que las profecías que hicieron eran el resultado de simples mediciones.
Pero aquí me quedé atascado pues, independientemente de lo que hiciera, no podía hallar la solución ni siquiera después de varios días de investigación. ¡Mi perplejidad era total! Decidí que no iba a devanarme los sesos con este dilema irresuelto y que seguiría trabajando con mis cálculos anteriores. Y he aquí lo que hallé.
Resté los "números sagrados" de los egipcios de la serie numérica anterior y obtuve como resultado:
Obviamente estaba en la senda correcta, y pronto comprenderá por qué. Para empezar, mire el número del medio. ¡Es un número importantísimo para los mayas!
Los especialistas en los mayas deben haberse entusiasmado muchísimo al observarlos, como me entusiasmé yo. La tabla de Venus en el Códice Dresden nos da una clara perspectiva del calendario ritual maya, al mostrar las posiciones de Venus en el cielo. La tabla de Venus hace referencia a 65 ciclos de 584 días, que significa un total de 37.960 días, igual a 146 ciclos de 260 días del calendario maya, y a 104 años solares mayas de 365 días. ¿Podría haber una prueba más convincente que ésta? Entonces, decidí continuar con mis averiguaciones, y pronto descubrí lo siguiente:
Ambos resultados son sumamente importantes, pues muestran el número que hay que restar de los ciclos solares excesivos para obtener la longitud de un ciclo normal de manchas solares y de uno largo (véase el Capítulo 24. "Decodificación del Códice Dresden").
Hay que dividir la cantidad de días que hay entre el cataclismo anterior y el que vendrá por los números arriba mencionados, y se obtendrá el siguiente resultado:
Aquí, quise mostrar que se pueden usar los mismos números una y otra vez. Con una sensación de satisfacción por mis descubrimientos, decidí continuar con mi trabajo con los números arriba mencionados.
Dividí el número del Códice Dresden referido al cambio del campo magnético por mi serie:
Este resultado concuerda perfectamente: 36 y 36,5 se refieren a 360 y 365 días. Esperando lo mejor, dividí los números que se refieren al ciclo de las manchas solares por los mencionados precedentemente. Observe este curioso resultado:
Al restarlos obtendremos 0,0243055555
Luego de esta tarea de reflexión quedé exhausto y decidí que ya era suficiente por el momento.
18.
POSTERIOR DESCIFRAMIENTO DEL NÚMERO 576
El número 20 aparece con regularidad en la cultura maya, y también en mis cálculos. Por ejemplo, cada veinte años los mayas tiraban sus utensilios de cocina y los reemplazaban; por cierto, no lo hacían por diversión. Hay otros cálculos bien definidos que se basan en este ciclo, como los siguientes:
Otra referencia importante es el tonalamatl:
Y esto no termina aquí; podrá hallar el número 20 en los cálculos del magnetismo solar:
Todos estos números nos muestran con claridad la fuente de este número 20. En caso de que todavía no me crea, seguiré tratando de convencerlo. Divida 576 por 50 días invisibles, y el resultado será:
Si lo multiplicamos por 100, ¡obtendremos exactamente el intervalo entre los cataclismos anteriores! Por supuesto que esto no termina aquí. Tome mi último libro, fíjese en el capítulo sobre el zodíaco y lea la duración de los diferentes signos del zodíaco.
Allí encontrará dos veces el número 576 en los cálculos acerca del cataclismo anterior; al principio y al final. Esto indica que Venus, astronómicamente, nos muestra un código; ya hemos descubierto este mismo código y otro más. Los egipcios, de hecho, hacían todo por duplicado, y es probable que los habitantes de la Atlántida hicieran lo mismo. ¿Cómo iba a ser de otra manera? Entonces, obviamente yo debía seguir buscando más códigos.
Ahora sé, por supuesto, que ambos números se refieren a Venus.
Una vez más, esto demuestra que los códigos se relacionan entre sí. El período de ocho días en que Venus desaparece detrás del Sol indica que Venus y el Sol están íntimamente conectados. Venus se refiere a los cambios en el campo magnético solar, incluido el que se producirá, causando la catástrofe de la Tierra.
Después de estos sorprendentes descubrimientos, uno tras otro, era hora de tomarme un descanso, pues me sentía como si una pesada carga se apoyara sobre mis hombros. Gracias a la deducción lógica y a la obstinada persistencia, yo había recuperado muchos códigos en los cálculos del período entre las catástrofes.
Ni una sola persona con pensamiento lógico puede negarlo, pues las conexiones son demasiado obvias. El mensaje era que debía seguir investigando: entonces volví a observar con mayor detenimiento el número del período orbital de Venus (= 225). ¿Habría alguna correlación con nuestro número mayor?
La respuesta estaba dada por una simple resta.
Esto no necesita ninguna otra explicación. Utilicé el número 351
varias veces para descifrar otros códigos; llegué allí por deducción
lógica. Es igual a
Nuevamente, aparece el intervalo entre los cataclismos anteriores. Les pregunto a los escépticos si esto podrá ser una coincidencia. Continué con las sumas y restas, y obtuve los siguientes resultados:
Ahora ya sabe de dónde sacaron los mayas sus números básicos 18 y 13; ¡todo proviene de Venus! Esto me alentó a seguir haciendo cálculos y a no abandonar tan fácilmente.
Entonces, me topé con algunas similitudes maravillosas:
Ambos números se refieren, por separado, a un número de código.
Ya había descubierto el número 108, de modo que ésta era una simple afirmación; la siguiente salió de estos cálculos:
¡He aquí al glorioso número 576 otra vez!
Aquí hay otro número que redescubrí y que está conectado con el cambio del campo magnético del Sol:
El campo magnético polar del Sol completa una órbita en 37 días, y de mostré que esto es correcto ele la siguiente manera:
19.
EL CÓDIGO DE VENUS DEL ZODÍACO
Y lo más importante:
Dos días después, decidí volver a mirar detenidamente el código del zodíaco. Había más códigos que hallar. Era tanta la lógica involucrada en esto que era imposible ignorarlo.
Sabemos que hay sólo cuatro calendarios posibles en el zodíaco: de 2.592, 2.304, 2.016 y 1.872 años; multipliqué estas cifras por 36 y dividí los resultados por el número del código de Venus:
De inmediato, identifiqué tres números que ya conocía: 162, 144 y 117, pero el 126 no me era familiar. Tal vez podría utilizarlo en alguna otra ocasión. ¿O no significaba nada, considerando que el número 576 (72.576) figuraba en el resultado?
Entonces, hice algunos cálculos simples:
Cuando sumo estos tres números (18 + 18 + 9), el resultado es 45, el
número total de los bits desviados en un ciclo de manchas solares de
68.302 días.
La gente de la Atlántida siempre trabajaba con series numéricas, y pronto yo hallé la conexión.
En 72 y 27 figuran los mismos dígitos, pero invertidos. Multiplicando ambos números (72 x 27) obtuve 1.944. Las longitudes de tiempo del zodíaco divididas por este número arrojan los siguientes resultados:
La serie 1,333333 me hizo pensar acerca de la importancia del número 0.33333. Estaba familiarizado con el 37, entonces seguí haciendo cálculos:
Empecé a impacientarme y consideré estos números una y otra vez: se veían demasiado hermosos. ¡Debía de haber algo más en ellos! Y pronto obtuve la respuesta.
Algunas simples restas me permitieron comprender mejor.
¡Entonces volví a toparme con el número 936!
Pronto verá con
claridad por qué utilizaban este número por separado en el número de
código del zodíaco.
El número 8.424 esta relacionado con el número mayor del cambio magnético de los mayas, que puede hallarse en el Códice Dresden.
Los números básicos para obtener este resultado son el 26 y el 37. Decidí utilizarlos para la duración más larga y la más corta de las eras del zodíaco;
Si le sumamos 936 a este resultado, obtendremos e) número menor del cambio magnético:
Luego, multipliqué la longitud menor del zodíaco por 37 y he aquí lo que hallé:
Resté 936 y nuevamente fui a dar con el ciclo de las manchas solares de los mayas:
De hecho, esto no podía ser una coincidencia, y pronto descubrí por qué:
No sólo es éste un número maya "sagrado", sino que, cuando se lo divide por 10. se refiere al período más corto del zodíaco. Por mera curiosidad, dividí los números del zodíaco que ya había utilizado por 72 y obtuve un resultado muy interesante:
Como verá, siempre aparecen los mismos números.
Ya habíamos obtenido antes el número 45 en la misma serie; por lo tanto, lo multipliqué por 16:
Esto indica la diferencia entre la duración mayor y menor del zodiaco:
Otra secuencia confirmó este asombroso descubrimiento sin lugar a duda:
También pude comprobarlo de otra manera (remítase al principio).
Cuando combinamos estos números en otro orden, obtenemos:
El último número, 64, es igual a 4 x i 6, y yo ya había hallado una serie de 4 x 16; por eso multipliqué 64 x 45:
Seguro que éste era un número especial. Al observarlo con detenimiento, lo siguiente fue revelado:
Cuando dividí el tiempo entre las dos catástrofes anteriores por este número, obtuve un resultado sumamente asombroso:
Una multiplicación con los diversos calendarios dio como resultado los "números sagrados" de los egipcios.
Un simple cálculo con el número 64 lo confirmó.
El número 18 se usa en muchos cálculos:
El ciclo de precesión como resultado de un cálculo con el número 576.
Ya habíamos hallado anteriormente la relación con Venus; ahora era el momento de echar una mirada a este periodo orbital con mayor detenimiento; ¡y pronto obtendremos una respuesta!
Como sabe, los mayas utilizaban dos números para el ciclo sinódico de Venus: el "número sagrado" 584 y el valor más preciso de 583.92. Después de este período. Venus se vuelve a ubicar exactamente en el mismo punto del cielo. Al restar estos dos números, obtenemos una diferencia de 0,08 días. Una profunda investigación arroja un importante resultado. Los lectores que han prestado atención saben que el número 117 ya se ha multiplicado por 584, y al hacerlo se obtiene el ciclo de las manchas solares determinado por los mayas un tanto "agrandado".
Si multiplicamos 117 por 0,08 obtenemos 9,36; y éste es un número muy especial, que yo ya había utilizado. Con él pude demostrar algunas tesis importantes. Por ejemplo, si dividimos el supernúmero maya del magnetismo solar por 936 obtenemos los "números sagrados" de los egipcios. ¡No puede ser coincidencia que justo ahora aparezca de nuevo! He descifrado muchos códigos mediante este número, y similitudes tan asombrosas como éstas son demasiado obvias como para ignorarlas.
Además, hallé los números 117 y 936 en el
capítulo acerca del número 666: ¡se refieren al período entre el
cataclismo anterior y el que vendrá!
En mi último libro redescubrí ese número varias veces y trabajé con él: es ahora el momento de volver a utilizarlo. El periodo entre los cataclismos anteriores fue de 11.520 años.
Lo que me condujo a la serie numérica 0.8888888, que ya conocía de cálculos anteriores:
Entonces, el paso siguiente me dio el periodo que tarda Venus en girar alrededor de su eje.
Y ésta es la respuesta correcta: ¡243!
En esta ocasión fue fácil hallarlo:
Esto, a su vez. dio como resultado la siguiente evidencia:
Por último:
Resumen
Este desciframiento demuestra que los mayas y los egipcios tuvieron un origen común.
20.
EL CICLO DE SOTHIS, EL ZODÍACO Y NUESTRA CRONOLOGÍA
Cito aquí literalmente lo que dice sobre tres temas:
La diferencia entre el día sideral y solar causa la precesión o corrimiento del zodíaco. Si multiplicamos la diferencia de 4 minutos por cada ciclo calendario, obtenemos el siguiente resultado:
Si dividimos 1.440 por 60 minutos para obtener la cantidad de horas, obtendremos 24 horas (1.440 + 60 = 24).
Después de tres años arroja una diferencia de:
Y después de 72 años, la diferencia aumenta a:
Aquí es muy importante estudiar con detenimiento el número 1.728. Yo utilicé este número, cuyo significado es esencial, en mis cálculos para decodificar el zodíaco; pronto conocerá su origen.
Cuando se convierte a segundos, el resultado es el siguiente:
Al dividir estos resultados por la cantidad de días en un año calendario, obtenemos un número muy conocido:
También la división por la cantidad de grados en un círculo completo arroja una serie muy conocida (véase el Capítulo 4).
Si empezamos con estos números, podemos redescubrir el código de los atlantes sobre la precesión.
El número 3,3333 muestra la cantidad de segundos que la Tierra se corre en el zodíaco en un solo año. Decidí continuar investigando, debido a la relación con el código zodiacal, que incluye el número 576.
Si sigue mis argumentos hallará series muy conocidas (véase el Capítulo 17).
Sobre la base de los próximos cálculos, podemos suponer que todavía hay más códigos. La verdadera longitud de un año calendario es de 365,2422; los mayas hacían cálculos con 365,242 días.
Nuevos cálculos dieron como resultado lo siguiente:
Si restamos ambos números, obtenemos un código:
Dado que había notado que el número 8 aparecía dos veces después de la coma, decidí dividir por 8, de la siguiente manera:
Es mucho mejor observar el conjunto. En los cálculos hallamos los números 576 y 36: 5,76 y 3,6.
Este hallazgo demuestra que la gente de la Atlántida tenía un cálculo del tiempo increíblemente preciso. Eran capaces de detectar diferencias menores a 0,01 segundos en un año. Sin lugar a duda, ¡ésta era una astronomía superior!
Por lo tanto, llegué a la conclusión de que debería de haber más códigos ocultos: 20.926,08 segundos pueden subdividirse en 5 horas y una cantidad de segundos: 5 horas es igual a 18.000 segundos; la cantidad de segundos restantes es la siguiente:
Hallamos el número 8 después de la coma: nuevamente, hay más códigos para descubrir:
El código oculto es:
Si sumamos el cuadrado de 72, obtendremos el número de precesión:
De modo que los cálculos con 72 deberían hallarse en otra parte, y aquí están:
Otra prueba:
La división por 8 arroja los siguientes resultados:
Si lo dividimos por 60 segundos arroja una cantidad de minutos:
Diferencia: 0,0013333 = número de código conocido (1,3333 x 27 = 36). ¡Los hindúes dividían el zodíaco en 27 parles de 13,3333 grados!
En esta decodificación notamos que falla el número restante maya 0.08.
46 = anagrama de 64, y 64 aparece después de la coma.
Deseche el número 8 después de la coma y hallé la siguiente duración de un año solar:
¡Este valor es increíblemente preciso! El número actual, calculado
con sistemas de relojería atómicos y supercomputadoras, es
365,242199074.
Nuevos cálculos resultan en:
Si omite ahora el número 8 después de la coma, obtiene:
Divida como lo hicimos más arriba:
La similitud con el valor actual es asombrosa; sólo Falta el número 2, igual que en el número maya. Por eso debía haber más códigos que descubrir. Si sigue mis pensamientos, los encontrará fácilmente.
Saltee la serie periódica 74:
SI restamos el primer número del segundo:
Esto es asombroso porque 576 + 864 = ¡0.66666666! = ¡número de supercódigo!
Podemos hallar el número 0,6066666 en el próximo cálculo:
Ya había utilizado este número para descifrar el programa
computarizado sobre el cataclismo anterior; por lo tanto, es lógico
que lo hayan usado, pues aquí está, ¡oculto en los cálculos del
período orbital de la Tierra alrededor del Sol!
Existe una correlación con la cifra 20.900, que decodificamos hace un momento:
8 es un número especial, y ya lo hemos usado en otros cálculos; multiplicaremos 8 por 16 y 26.
Si restamos estos números entre sí (208 - 144) obtendremos 64, cifra a la que también llegamos mediante la siguiente multiplicación:
Esto nos conduce al período de órbita sideral de la Tierra:
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