¿Ficción o Realidad?
julio 16, 2007
INTRODUCCIÓN
La investigación del Meteorito Veas-01, así como el interés mostrado en él
por el Gobierno de los Estados Unidos, habiéndose designado al
puertorriqueño Elmer L. Román, actual Director de la Oficina de
Investigaciones Navales en Chile, como nexo entre dicho país y los
propietarios de Veas-01, ha llevado este estudio por derroteros
insospechados,
que incluyen presuntas plataformas de experimentación submarinas cercanas a
una isla griega llamada Agios Efstratios (con el objetivo de investigar
energías alternativas), así como la Historia Latinoamericana, y presuntos
misteriosos y "ocultos" archivos extraviados a comienzos del siglo XIX, y
antes, en el año 1617.
Los que databan del tiempo de la Colonia, y que
supuestamente describirían con detalle, entre otras, las actividades de los
Misioneros de la Compañía de Jesús, en su búsqueda de Meteoritos en
Sudamérica con la finalidad de transformarlos en piezas o enviarlos a Europa,
para la fabricación de espadas o de valiosos utensilios.
En efecto, y aunque
la Orden de Jesús fue creada el 27 de Septiembre de 1540 por el militar
Ignacio de Loyola (el mismo año en que el Rey Carlos V crea el Archivo de
Simancas, en Valladolid), tan sólo 53 años después la Cia de Jesús hacía su
entrada oficial y triunfante en Santiago de Chile, entre ellos el sacerdote
jesuita con conocimientos en idioma Chilidugu o Mapudungun, don Luis de
Valdivia (sobrino de Pedro de Valdivia).
Y apenas tres años después el
Gobernador en Chile, Oñez de Loyola (sobrino del ex militar San Ignacio de
Loyola), pide a la
Compañía de Jesus misionar al Sur del Rio Bio-Bio en todo
el territorio indígena.
Sin embargo, un documento del Archivo de Jesuitas (pieza 1585) indicaría que
miembros de la Compañía de Jesús ya en el año 1588 habían tomado posesión de
algunas tierras del Maipo y que en dicho año habrían procedido a mensurarlas,
es decir, unos 8 años antes de su llegada oficial. De este sector, el
conocido como Calera de Tango, y debido a una disputa territorial seguida a
comienzos del siglo XVIII, se encuentran documentos conteniendo "mercedes y
posesiones de tierra" en esa zona a favor de don Pedro de Valdivia.
En otras palabras, la zona de Calera de Tango y algunos sectores del Maipo, no fueron
de interés sólo por el desarrollo técnico impulsado ahí fundamentalmente por
el jesuita Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen), sino desde mucho
antes, en la época de don Pedro de Valdivia.
Todo esto lleva a pensar que
los planes jesuitas en la región latinoamericana no eran propios sino que
habrían sido decididos y "orquestados" no sólo desde la corte española sino
desde las bases mismas de la Ciudad del Vaticano, que usaría a los jesuitas
para "emparejar" el camino y permitir una conquista completa de los
territorios colonizados y hacerse, de este modo, de las riquezas que en el
Nuevo Mundo hubiesen (recordemos que en ese entonces la Iglesia y el Estado
funcionaban juntos).
Pero esta vez los Jesuitas intentarían no cometer el
mismo error que llevó a sus antecesores, la "Milites Templi Salomonis", de
ser expulsados del seno de la Iglesia, en 1312, por el Papa Clemente V, y
enjuiciados y expulsados por Felipe IV el Hermoso (Rey de Francia) entre
1307 y 1314, muriendo en la Hoguera su último General, Jaques de Molay.
Por ello, y así lo relata el Premio Nacional de Historia 1996, el sacerdote
jesuita Walter Hanisch Espíndola, dice que para conocer la Orden de Jesús
recomienda leer primero la historia de la desaparecida Orden del Temple.
Por
otro lado, cuando el padre Hanisch realizó sus investigaciones en el Archivo
del Vaticano, específicamente, en el Archivum Romanum Societatis Jesus, el
jesuita Charles O’Neill le comunicó que desde 1953 la Orden de Jesús estaba
avocada a efectuar una recopilación de toda la documentación que fuese
posible acopiar con el objetivo de obtener la Historia de la Compañía desde
sus comienzos, pasando por su expulsión en 1767, hasta nuestros días.
En
efecto, el padre O’Neill le habría comentado a Walter Hanisch, en el
Vaticano, que la escasez del material sobre los Jesuitas de la Colonia se
debía a que el Padre General de la época Mucio Vitelleschi, por razones
misteriosas, y a pedido de los mismos jesuitas, destruyó en 1617 la mayor
parte de la documentación que hasta entonces la Sociedad tenía.
Posteriormente, él mismo comunicó a las provincias de la Compañía lo
ejecutado personalmente por él.
Una segunda causa sobre la poca información que también existe sobre el
desarrollo industrial en Chile a mediados del siglo XVIII, implementado por
el Procurador jesuita Karl von Haimbhausen, así como en otras partes de
América Latina, puede deberse al resultado de la expulsión en 1767 por el
Rey de España Carlos III, y luego en 1773 por decreto del Papa Clemente XIV.
En efecto, la mayoría de los Jesuitas fueron detenidos simultáneamente en
1767 y enviados todos a España en el Barco "El Rosario", de propiedad del
comerciante Rafael de Almera. Sólo quedaron aquellos coadjutores y
sacerdotes que estaban enfermos, viejos, dementes o que por su oficio, eran
aún necesarios por algunos meses.
En dicho viaje, los regulares fueron
movilizados sin nada de sus pertenencias, pues éstas fueron llevadas por
otros barcos, así como documentos, microscopios, instrumentos científicos,
piezas valiosas, etc.
Todos los archivos y documentos incautados a la Orden de Jesús pasaron a la
Junta y Administración de Temporalidades que funcionó en el "Head's Quarter" o
sede de los Jesuitas en Madrid, el Colegio Imperial de San Isidro, aunque
evidentemente mucha de la información relevante debe haberse transferido
confidencialmente al Archivo de Simancas, en Valladolid.
Debido a las
guerras carlistas en España de los años 1820 y luego 1835, la Compañía fue
suprimida dos veces más, de manera que muchos de los documentos originales
de los Jesuitas (por alguna misteriosa razón) terminaron en los hornos de
las panaderías, o de las pulperías, en las tiendas para envolver carne, o en
los negocios de El Rastro.
Aunque parte importante de los documentos Jesuitas presuntamente
desaparecieron para siempre en 1617 y luego entre 1820 – 1860, lo que ahora
tenemos en Chile es gracias al rico empresario español Francisco Javier
Bravo, quien gastó parte importante de su fortuna en recuperar, con el
tiempo, algo así como 60.000 documentos originales directamente desde las
pulperías o desde las tiendas de bizcochos y pastelerías.
Cuando Bravo
publica hacia 1870 sus tres volúmenes con la documentación adquirida, la
gente poco o nulo interés pone en su investigación, y al no poder él pagar a
las Editoriales, unos 28.000 documentos son dados a la Compañía de Jesús, en
tanto otras 30.000 copias (sobre los jesuitas no sólo de Chile, sino de Perú,
Paraguay, Ecuador, Quito, Argentina, México, Antillas, Filipinas, Manila y
Canarias) terminan en la Biblioteca Nacional de Madrid, en manos del oficial
de esa entidad, Antonio Paz y Melia.
En 1886, y debido a gestiones que desde
1871 viene realizando el Delegado de Chile en Francia, Carlos Morla Vicuña,
son comprados por apenas $1.500 pesos chilenos (unos 1.700 francos) toda la
documentación, la cual hasta hoy permanece en el Archivo Nacional, dividida
en voluminosos Catálogos.
El Acero de Damasco y el Acero Toledano
¿Por qué el Premio Nacional de Historia de 1996, el sacerdote jesuita,
Walter Hanisch Espíndola, decía que para entender en cierto modo a la
Compañía de Jesús, era importante haber leído y entendido la extinta
Orden
del Temple?.
Aunque las razones pueden ser muchas, pretenderé brevemente
sólo analizar dicha orden militar a la luz de sus intereses en el aspecto de
los materiales y aceros:
La "Milicia Jerosolimitana del Templo de Salomón", conocidos también como "Templarios",
una Orden Militar, fue fundada por siete caballeros en el año 1119. Nueve
años mas tarde, el 13 de enero de 1128, el papa Honorio II ordena el
Concilio de Troyes, en la ciudad de Francia del mismo nombre, donde
oficialmente el Vaticano concibe dicha Milicia para la protección de los
peregrinos y mercaderes que iban hacia y desde la ciudad de Jerusalén, en
tiempos de las Cruzadas.
Como ya expusimos en el prólogo, esta Orden
sobrevivió por casi 193 años, hasta que en el año 1312 el papa Clemente V,
conjuntamente con el Rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, en 1314, la
suprimen definitivamente.
Cuando el papa Honorio II autoriza el funcionamiento oficial de "Los
Templarios" en 1128, ellos fijan como sede principal la legendaria Mezquita
Al-Masjid Aqsa o Al-Aqsa, construida el año 710 d.C en honor al Profeta
Mahoma, porque, según dice la leyenda, en dicha meseta el Angel Gabriel
habría subido a los cielos con el propio Profeta en el año 621 d.C.
Desde
este lugar los militares de la Orden del Temple estaban a escasos kilómetros
de la famosa y sagrada Piedra Negra, conocida como Al-Hajarul Aswad, o
Kaaba
en la sagrada ciudad de La Mecca.
La tradición musulmana cuenta que esta
Piedra Metálica habría sido dada por el Angel Gabriel, en tiempos de
Abraham, como regalo a los hombres, y que entró a la atmósfera terrestre
blanca como la nieve, pero que luego debido a los pecados de la humanidad,
ésta se habría tornado negra y oscura al momento de tocar la superficie
terrestre.
Desde los tiempos en que los cruzados estuvieron en Jerusalén, los
Templarios siempre mostraron interés por el material que conformaba la
Piedra Metálica o Kaaba, la cual se cree se trata de un Meteorito Metálico
(un Siderito), cuyas dimensiones son 13.7 metros de alto, 10.06 metros de
ancho y 15.24 metros de largo.
No obstante, los Templarios no pusieron interés únicamente en este Meteorito
de grandes dimensiones que se hallaba por siglos custodiado y querido por el
mundo musulmán, sino que además intentaron descifrar y copiar uno de los
secretos mejores guardados por los soldados del Islam, y sólo recientemente
redescubierto en 1982 por los investigadores de la Universidad de Stanford,
doctores Shelby y Wadsworth, y que en tiempos de Salah al-Din Yusuf, mejor
conocido como Saladino (1138 – 1193), fue ampliamente conocido por los
Templarios y por los cruzados:
Se trata del famoso Acero de Damasco que
hacía flexible y resistente a la vez las espadas y cimitarras del Islam,
constituyendo un verdadero "puzzle" y acertijo para los occidentales,
incluso para los toledanos a posteriori.
En efecto, cuenta la leyenda que cuando el Rey cruzado Ricardo Corazón de
León se encontró con el gran Saladino, el rey cristiano para demostrar las
virtudes de las espadas por occidente fabricadas, tomó su pesado mandoble y
cortó una barra de hierro.
En respuesta, Saladino tomó un cojín de seda y
sin esfuerzo lo partió en dos, de modo que ante los ojos de los cruzados, el
cojín pareció abrirse así mismo. Creyendo el Rey Ricardo que se trataba de
un truco, Saladino entonces lanzó al aire un velo y con su arma lo desgarró
sin esfuerzo.
Los cruzados y los caballeros de la Orden del Temple notaron entonces que
las láminas de los islámicos no brillaban como las espadas de los francos
sino que tenían un color azulado marcado por una miríada de líneas curvas
distribuidas al azar. Posteriormente en Damasco los europeos descubrieron
que estas extrañas líneas eran la característica de absolutamente todas las
espadas usadas en el Islam.
Las hojas eran excepcionalmente fuertes si se
las doblaba, siendo flexibles en extremo, aunque también eran
suficientemente duras para conservar el filo, aun cuando fuesen golpeadas
con firmeza contra objetos, de modo que dichas espadas islámicas misteriosas
podían absorber los golpes durante el combate sin romperse.
Las virtudes
mecánicas de estas espadas descubiertas en la ciudad de Damasco por los
cruzados, así como las preciosas marcas onduladas en su superficie, les dio
el nombre al material del cual las espadas estaban construidas: El Acero de
Damasco.
Durante siglos, a partir de entonces, las legendarias Espadas
construidas con Acero de Damasco fueron la fascinación y la frustración
tanto de los Templarios como de sus herreros, y de los herreros de toda
Europa Occidental quienes trataron en vano de reproducirlas.
Se dice que el Acero de Damasco se utilizaba ya en tiempos de Alejandro el
Grande, en torno al año 323 antes de Cristo, aunque las primeras
revelaciones escritas sobre estas hojas aparecen en el 540 d.C. Es así
entonces que el nombre de Aceros de Damasco no proviene del lugar de origen,
sino del lugar donde los Templarios y cruzados descubrieron por vez primera
dichas espadas.
Hoy se sabe, y aunque la moderna teoría de los Aceros predice que un acero
deja de ser de interés industrial cuando la cantidad de carbono supera el
1.5% aproximadamente, porque entonces éste se vuelve quebradizo,
precisamente los análisis químicos practicados sobre el material conocido
como Acero de Damasco, mostraron tener una cantidad de carbono que variaba
entre 1.5 y 2.0%, cantidad que interesantemente le daba a la espada tanto la
belleza como su "fuerza".
Se sabe hoy también que la materia prima con la
que se fabricaba las cimitarras islámicas eran "pastas sólidas" de hierro y
carbono, adquiridas y preparadas en la India, conocidas con el nombre de wootz. Esta se vendía en la forma de lingotes o de redondeles del tamaño de
una medalla gigante. Luego, se cree que dicho wootz era enviado a Persia,
donde se forjaban las mejores hojas, aunque también escudos y armaduras.
En
la Rusia Medieval al acero de Damasco se le conocía con el nombre de Bulat.
A diferencia del acero antes descrito, el Acero Toledano consistía en
delgadas láminas alternantes de Fe y de Ni, con un contenido de Ni que varía
entre el 5% hasta el 15%. Esta alternancia entre ambas bandas permitía dar
al acero la fuerza y la resistencia que los hizo tan famosos, al punto que
incluso durante la Edad Media los propios japoneses mandaban a Toledo y a
Salamanca a fabricar las catanas y espadas Samurai.
Nadie podía dudar de la
diferencia existente entre una espada fabricada con láminas exclusivamente
de Fe, con aquellas que eran fabricadas con láminas de Fe-Ni.
Sin embargo, y
aunque durante mis tres estadías en España, y habiendo consultado y
conversado con algunos herreros y metalúrgicos de aquellas zonas sobre la
forma en cómo forjaban las espadas toledanas durante la Edad Media, donde
ellos decían que el secreto de los Toledanos era justamente la técnica para
conseguir la unión de delgadas láminas de Fe con las de Ni, lo cierto es que
al estar el elemento Níquel en muy baja concentración sobre la corteza
terrestre, a los españoles de aquella época les habría sido virtualmente
imposible lograr obtener vetas de Ni, para luego transformarlas en delgadas
láminas, terminando en la confección de las famosas espadas.
Según el
parecer de algunos expertos, al cual me sumo, es mas probable que el secreto
del que los toledanos hablaban decía relación con la fuente y veta material
base para la confección de sus espadas, esto es, el hallazgo de los Sideritos. Las famosas
Líneas de Widdmanstaetten o bandas de desmezcla entre
Fe-Ni aparecen como los principales "delatores" del origen de las verdaderas
espadas toledanas.
En efecto, los españoles, los bávaros y dutchs, durante
la Edad Media (y también después) buscaban meteoritos metálicos tanto en las
montañas como en los valles, los adquirían y luego los trasformaban en las
más diversas piezas.
Es por tanto probable que, cuando la Orden de Jesús fue fundada en 1540,
también la sección de herrería y metalúrgica de
los Jesuitas (al igual que
sus antiguos antecesores,
los Templarios) buscó en los nuevos territorios
conquistados y descubiertos, estas preciadas piezas, lo que los llevaba a
recorren infatigablemente vastos y anchos territorios, permitiendo con ello
un mejor y natural conocimiento de la geografía e hidrografía de las zonas
colonizadas.
Aunque esto pueda a muchos lectores parecer una novedad, esto es, el que los
jesuitas bávaros y holandeses buscasen en América del Sur, y particularmente
en Chile, meteoritos metálicos, lo cierto es que desde el punto de vista
histórico existen numerosos antecedentes que demuestran la utilización de
meteoritos para la fabricación de piezas religiosas o sortijas, no sólo
durante los siglos XVII o XIII, sino mucho antes, remontándonos a los
tiempos de los egipcios y babilónicos.
Utensilios forjados a partir de Sideritos
Cuando Europa estaba en la Edad del Hierro, en lugares como Babilonia y en
Egipto se conocían plenamente el uso del hierro, apareciendo numerosos
objetos, armas, instrumentos y piezas decorativas construidas con este
material metálico.
Por ejemplo, el jeroglífico mas antiguo utilizaba el
signo "min" para describir el hierro en general, ya que en ese entonces los
Egipcios desconocían el origen de los fragmentos de meteoritos que
encontraban. Pero cuando luego descubrieron hacia el 2500 antes de Cristo,
que dicho hierro provenía del espacio, el jeroglífico fue cambiado a "bia-en-pet"
que literalmente quiere decir "hierro de los cielos".
Por otra parte, las
palabras Asirias y Babilónicas "anbar" o "parzillu" también significaban
"metal caído del cielo", de igual manera que las palabras Sumeria y Caldea "barsa"
y "barzel", similar a la palabra Hebrea "barzel", todas las cuales se
traducen como "hierro caído del cielo".
Hacia comienzos del siglo XX, el Egiptólogo G.A. Wainwright encontró en Gerzeh, en el Bajo Egipto, cuentas de collares que datan del período
predinástico entre el 5000 y 3400 antes de Cristo. Aunque las cuentas
estaban muy oxidadas, los análisis químicos revelaron que ellas contenían
92.5% de Fe y un 7.5% de Ni, determinándose que estos collares provenían de
una subclase de Meteorito conocido como Octahedrite.
En tiempos de Hamurabi
(o Hammurabi), se sabía que, tanto materiales metálicos como basaltos,
provenían del espacio y por tanto eran ocupados con muchos fines religiosos
y ceremoniales. Se presume que uno de ellos corresponde al enorme basalto o
especie de Diorita, sobre la cual en el año 1692 a. C., se grabó una ley con
caracteres Cuneiformes Acadios conocida como el Código de Hammurabi, el cual
corresponde al primer conjunto de leyes escrita de manera impersonal, cuyo
texto se asemeja al Derecho Jurisprudencial o Common Law, recopilando las
decisiones de justicia del Rey.
Se dice que el Código de Hammurabi es el
primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan
fundamentales que ni un Rey tiene la capacidad de cambiarlas. El presunto
meteorito basáltico que contiene el Código de Hammurabi, fue descubierto en
el año 1901 por el expedicionario y arqueólogo francés Jacques de Morgan,
posteriormente conducido a París, donde el asiriólogo y sacerdote dominico
francés Jean-Vincent Scheil determinó la traducción completa del código.
Luego, dicho códice se trasladó al Museo de Louvre en París, donde permanece
hasta el día de hoy.
El profesor polaco Andrzej Kotowiecki, publicó el año 2004 un interesante
artículo en la Meteoritical Society, que narra sobre diversos objetos
hallados en Polonia que corresponden a meteoritos metálicos. Así, Kotowiecki
menciona que en la localidad de Czestochowa-Rakow, se encontraron dos
brazaletes que datan de entre el 700 y el 550 antes de Cristo, con diámetros
de 7.3 y 7.0 centímetros, ambos conteniendo respectivamente 18.25% y 12.47%
de Ni, significando que la veta meteorítica desde donde se obtuvieron los
dos brazaletes era un meteorito de la subclase Ataxite.
En la villa de Wietrzno-Bobrka, cerca de Dulka Pass, en el año 1957 se
encontró un hacha de 376 gramos con una cantidad de Ni que variaba entre 8%
y 10%, implicando que el meteorito metálico del cual se obtuvo el hacha era
también una Ataxite.
Otra hacha conocida con el nombre de Hacha Jezierzyce
Male, hallada durante el siglo XIX en la villa de Klein Jeseritz, fue
fabricada de una subclase de meteorito conocida como Hexahedrite,
conteniendo entre un 1.6 y 3.0% de Ni y 0.56% de P. En el año 1997 los
doctores polacos Marek Krapiec y Elzbieta Bielanska descubren el primer
meteorito que no tiene absolutamente nada de Ni.
Se trata de una pequeña
cruz confeccionada en el siglo XIII, hallada en la localidad de Trepcza,
cerca de Sanok. Como la literatura establece que un meteorito metálico no
puede tener menos de 1% de níquel, esta pieza ha sido de alto interés,
puesto que correspondería al primer Siderito encontrado que no posee nada de
este elemento. El segundo meteorito de menor contenido de Ni sería Veas-01
con un promedio en la corteza de 0.2% de Ni.
Finalmente, en 2002, el profesor Andrzej Kotowiecki descubre en una Iglesia
Franciscana de Polonia una pequeña hacha de dimensiones 15 x 8 x 8 cms,
confeccionada probablemente en el siglo XVII, la cual es utilizada en las
celebraciones anuales de cada Viernes Santo.
Los regmagliptos sobre la
superficie de este objeto son característicos de los meteoritos.
Anécdotas curiosas
El secreto sobre el Acero de Damasco que intrigó tanto a los Templarios de
su tiempo, como a los jesuitas bávaros, españoles y holandeses en tiempos de
la Colonia, no ha sido el único material que ha sorprendido e intrigado a
los regulares y estudiosos en general.
En el año 1997 el metalúrgico y especialista en materiales hindú, Dr. R. Balasurbamanian, del
Instituto Tecnológico de Kampur, descubre una extraña
fase nunca antes vista del Oxihidróxido de Fe (fase delta) en una columna de
hierro erigida hacia el año 500 antes de Cristo.
Esta columna conocida como
Columna de Ashoka, tiene la particularidad de ser magnética, formada por
casi 99% de Fe, y que parece no oxidarse con el tiempo, aún cuando la
humedad y los monzones han arreciado sobre ella por siglos. En ocasiones,
esta misteriosa columna actúa como pararrayos durante los días tormentosos.
El compuesto descubierto por el profesor Balasurbamanian, con quien he
mantenido cierta correspondencia, fue denominado Misawite, el cual recubre
la Columna de Ashoka no provocando microfisuras en el material ferrítico;
descubrimiento que permitió al Instituto de Kampur registrar y comercializar
una millonaria patente tecnológica que será usada para recubrir superficies
que se desean proteger de la acción de la oxidación en metales.
Parece increíble que una construcción que posea mas de 2500 años de antigüedad
pueda aportar al actual conocimiento tecnológico, cuando a muchos pudiera
parecerles que en el pasado no existirían aportes técnicos para aplicaciones
modernas.
Así como sucedió con las patentes tecnológicas que se están obteniendo a
partir del estudio de la Columna de Ashoka en la India, también ha sucedido
que el interés gestado por Veas-01 no se debe sólo al hecho de que se trate
de un Meteorito anómalo, sino a las patentes tecnológicas que pudiesen
obtenerse del material que lo conforma, lo cual en parte explicaría la poca
colaboración existente por parte de institutos y universidades (que reciben
fondos provenientes de entidades extranjeras y ligadas a los gobiernos más
influyentes del Mundo) en financiar, terminar y corroborar otras
características interesantes que han sido detectadas sobre esta Piedra.
Incluso el sacerdote jesuita y director anterior de la Specola Vaticana y
director del Museo de Meteoritos del Vaticano, George Coyne, dijo no tener
el conocimiento ni los instrumentos para continuar con las investigaciones
de Veas-01, lo cual parece extraño toda vez que el Vaticano posee oficinas
científicas en la Universidad de Arizona, la cual mundialmente investiga
meteoritos.
También llama la atención que el ciudadano puertorriqueño designado como
contacto entre la ONR de USA y nosotros, Elmer Roman, sea precisamente
ex-alumno de una institución jesuita, como lo es la Universidad de Puerto
Rico, campus Mayaguez.
Su profesor y decano de la facultad de Ingeniería
Mecánica, Jorge E. Gonzalez, se trasladó hace un año desde la universidad
jesuita de Puerto Rico, a otra institución en Estados Unidos, también de la
Compañía de Jesús, al Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad
de Santa Clara, en California. La entidad universitaria mas antigua de los
Estados Unidos de Norteamérica es la universidad jesuita de Georgetown, en
la cual se entrenaban intelectualmente (durante la guerra fría) a los
agentes que serian enviados a diversas partes del Mundo.
Entre septiembre de 2006 y marzo del presente año, algunos vehículos e
intrusos fueron sorprendidos intentando tomar fotos no autorizadas de la
Roca Veas-01.
Luego de varias investigaciones relativas a las patentes de
los vehículos y análisis de sus dueños, sus rut, direcciones, y
vinculaciones, se logró determinar que siempre estos "fotógrafos" estaban
vinculados a actuales sacerdotes de la Compañía de Jesús, lo cual nos estaba
indicando que más que el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, son
sus nexos con la Orden Jesuita y con el Padre General holandés
Peter Hans Kolbenbach, los que demuestran mayor interés por obtener datos, fotos y, por
qué no decirlo, adquirir la Roca, reflejando que evidentemente antes debió
existir, en el pasado colonial de Chile, documentos escritos por los
jesuitas de entonces, describiendo ciertas características interesantes de
Veas-01; roca que durante mucho tiempo se perdió en la memoria de los
tiempos, y que hoy, luego de siglos, hace su reaparición.
Los actuales jesuitas en Chile, y en el Mundo, aunque con una capacidad
intelectual y técnica muy inferior a aquellos que desarrollaron, durante la
Colonia, las artes y las ciencias en nuestra región y en los países
asiáticos, recién luego de la Segunda Guerra Mundial han estado dispuestos a
escudriñar su pasado, y determinar con certeza aquellas acciones que los
hicieron grandes, cuando entre sus filas habían ávidos investigadores de las
ciencias, geógrafos, historiadores, lingüistas, y técnicos.
A diferencia de entonces, y salvo contadas excepciones, como el Premio
Nacional de Historia y sacerdote, padre Walter Hanisch, los actuales
miembros de la Orden de Jesús se dedican única y exclusivamente a
"entrometerse" en lo que otros hacen, a "espiar" otras organizaciones, y a
participar en política contingente, tratando de congraciarse con el "vulgo",
como si con ellos pudiesen obtener alguna cosa benéfica.
Al igual que muchos
integrantes del pueblo judío, los jesuitas tienden a actuar con prepotencia
y desaire hacia los demás que no corresponden a su cofradía, viviendo,
"repasando" y rememorando las cosas que sus antepasados hicieron, aunque
ellos sin aportar nada constructivo en la actualidad; pero que ante el menor
ataque hacia ellos, reaccionan poniéndose públicamente como las víctimas en
las manos de la "maldad de la humanidad", y de
un holocausto inexistente.
Los aportes de la familia bávara Haimbhausen
Aunque mucho podríamos hablar del aporte de los alemanes a la ciencia y a la
técnica de aquel entonces, sólo me detendré brevemente en dos protagonistas
que fueron instruidos y criados por los estudiosos y científicos jesuitas de
entonces.
Me refiero a los dos Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen),
quienes destacaron durante el siglo XVIII en las artes, en las letras y en
las ciencias; aunque desafortunadamente la mayor parte de sus escritos
fueron extraviados, o quemados, durante la primera mitad del siglo XIX, y
sólo poca información ha llegado hasta nuestros días.
I.- Karl von Haimbhausen, el escritor
Mas conocido como Karl von Eckartshausen, este escritor fue uno de los
cerebros que más brilló en el campo de la filosofía y de la teología del
dicho siglo, aunque sus escritos abarcaron campos como la ciencia, el Arte,
drama, política, Historia y Religión, además de estudios y escritos
relacionados con el área de la Magia, la Alquimia, y las propiedades de los
Números. Hijo ilegítimo del conde Carlos de Haymhausen, nació en el castillo
bávaro de dicho nombre el 28 de junio de 1752.
Como no pudo mantener luego
su apellido, y gracias al total e incondicional apoyo de su padre, y debido
a que su madre (Marie Anne Eckart) falleció al dar a luz, su padre le dio un
apellido compuesto, que unía el de su madre y el de su influyente familia.
De este modo Carlos von Haymhausen hijo fue conocido en adelante como Karl von Eckartshausen.
Aunque la personalidad del pequeño Carlos era melancólica
y retraída, su padre se aseguró de colocarlo en puestos de importancia
pública. A la edad de los siete años, como él revelara después, tuvo
visiones y sueños de naturaleza mística y profética, que lo volcaron a
dedicarse con pasión a todas las ramas del conocimiento y a las ciencias
ocultas.
El padre de Eckartshausen se aseguró que su hijo Carlos recibiera
una de las mejores educaciones de la época. Primero recibió su educación en
el Colegio de Munich, para posteriormente ingresar en 1770 a la Universidad
de Ingolstadt para sus estudios de Filosofía y Leyes. Educado principalmente
en facultades Jesuitas, Eckartshausen sobresalió en todos sus estudios y
finalizó en 1774 con honores universitarios, obteniendo además un "Doctors
Degree of Divinity".
En el año 1777, Eckartshausen fue admitido en la
Academia de Ciencias de Munich, donde se dedicó a estudios académicos en el
campo de las Ciencias Naturales, donde conoció y entabló una estrecha
amistad con el Director de Historia de la academia, Ferdinand von
Sterzinger, quien se interesaba mucho en los fenómenos alquímicos.
Posteriormente se especializó en Criminología, y obtuvo el puesto de Censor
en la Biblioteca de Munich, donde estuvo encargado de revisar los trabajos
que se publicaban en Literatura y Leyes. En 1784 fue designado con el cargo
de Conservador de la Casa Electoral.
En esa posición tuvo el tiempo y el
acceso a documentos importantes, que luego le permitirían escribir su obras
literarias, de las cuales la mas conocida y que influiría en el futuro fue
"The Cloud upon the Sanctuary", publicada un año antes de su muerte.
Entre
sus artículos mas famosos podemos encontrar:
-
The practical and systematic
organization of the Principal Archives in general
-
The Moral Teachings for
the Bavarian Citizen
-
Concerning the Source of Crimes and the Possibility of
Prevention
-
Music of the Eyes or the Harmony of Colours
Al mismo tiempo Eckhartshausen se interesó en el teatro y escribió numeroso dramas, siendo
el más popular: ‘The Prejudice of Birth’.
Como hombre religioso, Carlos von Eckartshausen se interesó profundamente en
la Metafísica, en las Teosofías y en el pensamiento religioso. En 1788
publica su obra titulada: "Magic: Principles of Higher Knowledge".
Otras de
sus destacadas obras fueron, en 1790 "God is the Purest Love", en 1791
"Mystics Nights", y en 1796 "The Most Important Hieroglyphs for the Human
Heart".
Víctima de una dolorosa enfermedad, Karl von Eckartshausen muere el
13 de mayo de 1803, sucediendo entonces que la mayoría de sus trabajos se
pierden residiendo sólo parte ellos en viejos museos y bibliotecas, tomados
ocasionalmente por algunos académicos.
De todas sus obras, sólo "The Cloud upon the Sanctuary" continúa vigente
hasta comienzos del siglo XX cuando se crea la Sociedad Secreta del Amanecer
Dorado (Order of the Golden Dawn), donde las obras de Eckartshausen sirven
de inspiración para diversos movimientos esotéricos, incluyendo el
pensamiento místico que inspiró a muchos alemanes que conformaron el
movimiento Nacionalsocialista, el cual en tiempos de Adolfo Hitler llegó a
su máxima expresión.
II.- Karl von Haimbhausen, S.J. el primer industrial chileno
Karl von Haimbhausen, nació en la ciudad de Munich en el seno de la familia
noble ya antes descrita de los Haimbhausen (o Haymhausen) el 28 de mayo de
1692. A la edad de 10 a años, el 20 de octubre de 1702, Carlos ingresa a la
congregación de la Sociedad de Jesús, donde se le ordena venir a Chile como
sacerdote jesuita en 1724.
El fue profesor de teología y por muchos años el
rector del Colegio Máximo de San Miguel en Santiago. Como Chile se había
constituido en 1624 en una provincia independiente, Carlos Haimbhausen fue
nombrado Procurador y Provincial de la Orden Jesuita el año 1724, además de
Maestro de Novicios, e Instructor cuando él sólo tenía 32 años.
Tomado con
gran estima, el propio obispo español y el virrey lo escogen a él como
confesor personal, a pesar de ser Haymhausen un extranjero. El padre jesuita
Karl von Haimbhausen fue el precursor de la industria en Chile en tiempos de
la Colonia, impulsando económicamente e industrialmente la Hacienda de
Calera de Tango, adquirida por los jesuitas años atrás a la Orden de los
Agustinos.
Este procurador alemán tuvo la visión de gestar grandes
desarrollos en la zona de Chile debido al decaimiento industrial que Europa
sufría. En el año 1848 y también después, Haimbhausen trajo desde Bavaria
numerosos maestros industriales, entre ellos, orfebres, herreros,
fabricantes de campanas, relojeros, plateros, ebanistas, etc. todos los
cuales se instalaron en la Hacienda de la Calera, donde construyeron
numerosos túneles, acueductos y bocatomas para desviar los ríos y utilizar
sus aguas.
La abundancia de oro y plata existente en los territorios
descubiertos continuaron arruinando las industrias en Europa, ya que para
los españoles era mas fácil y conveniente importar artículos manufacturados
desde fuera de Europa y pagar por ellos en especias.
Teniendo esto en cuenta, el jesuita bávaro Haimbhausen fabricó, con su gente
desde Chile, relojes que luego vendía y/o regalaba a las cortes europeas.
Junto con ello fabricó los famosos órganos de coro, campanas de grandes
dimensiones, numerosas piezas para uso de cultos religiosos, como cálices,
patenas, y custodias (como la que aún sobrevive en el Museo de la Catedral
de Santiago).
Se sabe también que Haimbhausen trajo en 1750 todas la
maquinarias, papel e implementos para montar una imprenta privada dedicada
exclusivamente para los jesuitas (no para uso público ni de las
instituciones oficiales del gobierno). Lamentablemente debido a la
desaparición y quema de los documentos jesuitas durante el siglo XIX (que ya
fue mencionado al comienzo de este artículo), no existen vestigios ni
documentos de que la Orden de Jesús de ese entonces hubiese implementado la
primera imprenta moderna en Chile.
El crecimiento y desarrollo industrial de
Chile de entonces se debe principalmente a la gestión de los jesuitas
alemanes y holandeses, y aunque algunos historiadores chilenos (que no son
expertos técnicos) dicen que éstos no tenían la capacidad ni los
conocimientos metalúrgicos europeos, es probable que los jesuitas bávaros sí
habrían traído instrumentos y técnicas desde Europa para forjar metales, o
al menos, para utilizarlos cuando los hallaban (como sucedían con los
meteoritos encontrados por los toledanos, y usados para la fabricación de
espadas).
La decadencia europea precisamente alentaba a fabricar objetos y
piezas en el extranjero, puesto que resultaban menos costosas, además de que
se estaba en contacto directo con la materia prima, sin el inconveniente de
exportarla hacia España o Europa.
Sin embargo, el 31 de marzo de 1767 el rey de España, Carlos III, secundado
por el Conde de Aranda, expulsa a la Compañía de Jesús de toda la península
Ibérica y desde todos los territorios conquistados. Esta orden es llevada a
cabo a partir del 1 de abril de ese año.
El padre jesuita, notable
industrial de noble familia bávara, fallece en Chile el 7 de abril de 1767 a
la edad de los 75 años de edad.
Los Jesuitas y la Ciudad de los Césares
12 años antes de la creación de los Jesuitas por decreto papal, en el año
1528 sucede que un comandante de fragata inicia una expedición española al
Rio de la Plata. Entre la tripulación viene el capitán Francisco César,
quien junto a otros 11 soldados reales deciden explorar el territorio
internándose lentamente hasta llegar presuntamente a las sierras de Córdoba,
en el borde cordillerano.
El y sus soldados luego informan al Rey de España
haber visto una ciudad redonda entre las montañas cordilleranas, la cual
luego con los años es vista por numerosos soldados, pero en lugares
diferentes. Como el apellido del primer capitán en observarla fue César, en
conjunto con sus 11 soldados, esta misteriosa ciudad sería conocida a partir
de entonces como la Ciudad de los Césares o de los Españoles.
Según las diversas versiones, que se sucedieron por más de 300 años, la
Ciudad de los Españoles era una ciudad hermosa, luminosa y dirigida por
hombres altos y blancos, que algunos pensaron se trataba de ingleses, o
incluso rusos, que habrían hecho asentamientos humanos. El problema era que
la posición de esta ciudad cambiaba según las declaraciones prestadas tanto
por soldados españoles como por los indígenas que decían haberla visto.
Mientras algunos afirmaban haber visto esta ciudad redonda en las
cordilleras de Córdoba, otros decían haberla visto en la zona de Nahuelhuapi, o incluso en el Estrecho de Magallanes.
En efecto, en el Catálogo de Morla Vicuña (Vol. 87, pieza 15) aparece un
documento del 21 de febrero de 1587, en que el Gobernador de Tucumán informa
a S.M. el Rey de España sobre el comercio interno y externo de la provincia,
pero además sobre la misteriosa Ciudad de los Césares. Luego en el año 1600
(Vol. 87, pieza 21), Domingo de Eraso informa a S.M. sobre la división
administrativa del Reino, pero también sobre la Ciudad de los Césares.
En 26
de febrero de 1611, Alonso de Rivera informa al Rey sobre los progresos en
la colonización pero además sobre la ciudad de los césares. Posteriormente,
desde Europa viaja hacia Chile el sacerdote jesuita P. Antonio Mascardi para
misionar entre 1674 y 1684, aunque el propósito encomendado en Europa era
dar con la localización exacta de la Ciudad de los Césares.
De esta forma,
el jesuita Mascardi ayuda con la creación de la misión en Nahuelhuapi, e
interroga a los indios del lugar sobre la posición donde la "huidiza" ciudad
estaría. Aunque los jesuitas, P. Mascardi y padre Laguna, realizan varias
expediciones financiadas desde Europa para hallar la ciudad, como siempre,
la posición dada por los indios y los testigos no parece dar fruto, puesto
que al ellos llegar al lugar establecido, no encuentran mas que montañas y
valles.
En 1705, el rey de España pide un informe detallado de los resultados de las
expediciones del jesuita P. Mascardi en su intento por encontrar la Ciudad
de los Césares.
En octubre de 1712, el gobernador Andrés de Ustáriz comunica al S.M. que el
oficial Mayorga habría descubierto la Ciudad de los Césares (Vol. 90, pieza
18e), emitiéndose luego en junio de 1716 una Orden Real desde la ciudad de
Aranjuez, en España, para pesquisar la ruta propuesta por Silvestre Antonio
Díaz de Rojas, para así llegar al lugar donde Mayorga habría encontrado la
Ciudad de los Césares.
Evidentemente, esta búsqueda fracasó, porque la
posición de la ciudad había nuevamente cambiado. Algunos proponían que para
llegar a dicha ciudad era conveniente hacer el derrotero desde la ciudad de
Buenos Aires.
En septiembre de 1720, el Dr. Bruno de Zavala (Vol. 90, pieza 18i,j) habla
del desembarque de indios que van con destino en búsqueda de la Ciudad de
los Césares, agregándose algunos mapas y cartas sobre las anteriores
versiones.
El año que el jesuita Karl von Haimbhausen llega a Chile, el padre jesuita
Fray Pedro Jerónimo de la Cruz, solicita autorización para descubrir la
Ciudad de los Césares. En el 1725 el Rey de España recomienda que, para
encontrar la ciudad, era preferible seguir la ruta mencionada en 1716 por
Silvestre Antonio Díaz.
Los ingleses se enteran que Europa tiene mucho interés por las
investigaciones y posibles hallazgos que han tenido lugar en territorio de
las Indias, y deciden esta vez sorpresivamente tomarse las Islas Malvinas
hacia 1767, cuando son expulsados los jesuitas. Antes, en 1712 los ingleses,
con la ayuda del Marques de Corpa y sus familiares, y sobornado a algunos
gobernadores como Andrés de Ustáriz, fracasaron en el intento por tomar el
control del Reino de Chile a partir de los puertos chilenos.
El soldado Francisco Aburto presta una declaración el 21 de junio de 1777
expresando haber visto con sus propios ojos la Ciudad de los Césares. A los
autos son agradadas las declaraciones de la india María, quien dijo haberla
visto también. En febrero de 1778, el gobernador de la ciudad de Valdivia
informa del nombre de personas a quienes se les puede tomar testimonio de
haber visto la Ciudad de los Césares, informando además de los viajes de
Ventura Carvallo y sus tentativas para llegar a la ciudad de los césares en
base a las declaraciones de los indios.
En 1782, se vuelve a tomar nota de un avistamiento de la Ciudad de los
Césares en territorios cercanos al Estrecho de Magallanes. Luego, el 3 de
febrero de 1783 Ambrosio de Benavides le escribe al Ministro de Indias sobre
el resultado de las expediciones por ubicar esta misteriosa ciudad.
En
resumen, hasta 1813 aparecen escritos relativos a los avistamientos de
una ciudad redonda, hermosa, escurridiza o esquiva, la cual gusta de
colocarse en los interiores cordilleranos, o en valles escondidos y de
difícil acceso. En otras palabras, por casi 300 años, entre 1524 y 1813,
aparecieron versiones sobre esta misteriosa ciudad, la cual muchos dijeron
haberla hallado al menos una vez, en diferentes posiciones físicas, en
latitudes muy diversas, pero que nunca pudieron confirmar sus declaraciones.
España, Alemania, Holanda, Francia e Inglaterra buscaron afanosamente
mediante sus exploraciones esta perdida ciudad, logrando acrecentar con ello
el conocimiento de la geografía, de los fiordos, de los ríos, las islas y de
los mares de la Indias.
La Sociedad del Jahrbuch
Cuando la Segunda Guerra Mundial finaliza, y con ello, llegan a su fin las
exploraciones científicas alemanas hacia Sudamérica y territorios asiáticos,
son múltiples los adelantos científicos y técnicos alemanes que son
incorporados y sorteados entre los países soviéticos y los del ala
americana. Aeronaves, materiales con aleaciones especiales, misiles,
radares, etc., todo es repartido entre los países vencedores.
Estados
Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética se nutren, a partir de entonces, con
las mejores y más brillantes mentes del mundo científico y técnico alemán,
dejando al pueblo alemán y a sus antiguos aliados en una gran desventaja
industrial. Los aviones de guerra modernos, las lanzaderas espaciales, los
transbordadores, todo ello fueron obras del pensamiento científico alemán,
imitado ahora, pero nunca igualados ni por americanos ni ingleses.
Es como
comparar una obra del mismísimo maestro Leonardo da Vinci con la de una
imitación bastante buena: los ojos de un novato no notarán diferencia, pero
claramente un especialista notará el trazo del genio de aquel que sólo busca
imitarlo para obtener un fin comercial.
Con la caída del Nazismo, la consiguiente venida de los juicios políticos,
sumados a una desmesurada y marcada "victimización" del pueblo judío, muchos
de los pensamientos intelectuales alemanes basados en los escritos y aportes
de antiguos filósofos como el del mencionado escritor Karl von Haimbhausen
(Eckartshausen), parecieron entrar en un estado de letargo, a la espera de
un momento mas propicio.
De igual forma que las órdenes militares de antaño,
la Orden del Temple en 1314, o la Orden de Jesús en 1767, así también, antes
de 1945 el impulso industrial y tecnológico sin parangón propuesto por el
Nazismo, fue abruptamente detenido, pero sólo momentáneamente.
El interés por los adelantos que pudieron existir en Sudamérica colonial
pasaba por descubrir qué piezas habían sido desarrolladas por los nativos e
indígenas, y cuáles por los jesuitas o por artesanos europeos que dejaron
aquí su legado y sus descubrimientos.
Como los jesuitas eran hasta antes de
su expulsión en 1767, los confesores naturales de los reyes y monarcas
europeos, difícilmente los líderes alemanes y holandeses de la Orden de
Jesús pudieron desconocer que su persecución y expulsión sería inminente.
Por ello, es probable que la propia imprenta privada traída hacia 1748 a
Santiago de Chile por el industrial Haimbhausen, no fuese para otra cosa
sino para respaldar y escribir en textos legibles todo el legado y el
conocimiento que hasta ese momento ellos habían adquirido tanto en Europa
como en América Latina; conocimiento que presumiblemente quedó en nuestro
país y que jamás viajó a Europa, ni al Archivo de Simancas ni a Juntas de
Temporalidades en Madrid, ni menos al Archivo de Indias en Sevilla.
En efecto, en el Archivo Nacional existe documentación certificatoria de que
el sacerdote jesuita Juan Nepomuceno Walther, junto con otros regulares,
habrían planificado proteger y salvaguardar, al menos con dos años de
antelación, tanto la documentación importante de los jesuitas como las
piezas mas preciadas fabricadas o encontradas por ellos en el Reino de
Chile.
En 1765 Nepomuceno Walther selecciona documentos y libros a ser
enviados a bodegas, en tanto en el Catálogo de Archivo de Jesuitas, pieza
2713, se dice que este jesuita pide en 1766 se ordene que bajo ningún
pretexto se les despoje del sitio que han elegido en Talcahuano para
construir una bodega. La pieza 2353 del mismo catálogo dice que, habiéndose
dado la orden de incautar los bienes de los jesuitas en agosto de 1767, se
procede a verificar los libros y documentos que estaban en el Colegio Máximo
de San Miguel, y que los libros que ese colegio tenían fueron inventariados
por don José de Traslaviña y por los padres jesuitas Juan Nepomuceno Walther
y Bernardo Goyonete.
Siguiendo este análisis, es probable también que la
información sobre la
documentación presuntamente quemada y destruida en 1617 por el general de la
Orden Jesuita, P. Mucio Vitelleschi, tampoco sea verídica, habiéndose
logrado, probablemente, la protección de la información contenida en los
originales o manuscritos de importancia.
Así, justo en los años en que
Estados Unidos crea cursos de acción para influir sobre Chile y
Latinoamérica, utilizando la sede la Universidad de Georgetown, universidad
jesuita, para entrenar a los agentes y espías que dirigiría hacia
Sudamérica, Europa y Rusia, en Alemania se funda en 1963 un anuario sólo
para tomar conocimiento de la historia latinoamericana, bajo el título
"Jahrbuch fuer Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft
Lateinamerikas", conocido simplemente como el "Jahrbuch".
El Jahrbuch fue fundado en 1963 por Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz,
los representantes mas destacados de los estudios de la historia de España y
de Hispanoamérica en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. El
motivo principal para tal empresa fue el de dar impulso a los estudios de
historia hispanoamericana especialmente en Alemania, creando un órgano que
recogiera colaboraciones originales de especialistas de todos los países y
que al mismo tiempo facilitara la publicación de sus trabajos al pequeño
grupo de estudiosos alemanes, formados en su mayoría por los mismos
fundadores.
En 1963 Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz publican en
colaboración con Günter Kahle y Hans Pohl. Editorial Böhlau, Köln-Wien.
Cuando en 1964 salio el primer volumen, era el Jahrbuch la primera
publicación periódica dedicada exclusivamente a la historia iberoamericana
que se editaba en Europa fuera de España.
El Jahrbuch es una de las
publicaciones con carácter internacional mas acentuado que publica
colaboraciones en cinco idiomas distintos, a saber, español, portugués,
francés, ingles y alemán. Sin embargo su difusión se encuentra ceñida mas
bien a bibliotecas e instituciones científicas., debido al hecho que la
publicación corre a cargo de una editorial privada, de la "Iberische und
Lateinamerikanische Abteilung des Historischen Seminars der Universität
Köhln", Departamento Ibérico y Latinoamericano del Instituto de Historia de
la Universidad de Kohln, lo cual impide la distribución por canje.
En el año
1974 se dan a conocer en Sevilla el índice de los volúmenes editados hasta
la fecha, que al mismo tiempo representa un resumen bastante completo del
americanismo alemán.
Un rastreo superficial del índice del Jahrbuch entre 1963 – 1974 nos
evidencia un ligero predominio de temas de historia colonial con respecto a
la contemporánea. En cuanto a las materias abarcados encontramos
representadas todas las ramas históricas, si bien prevalecen claramente por
un lado los estudios de historia económica y social (testimonio elocuente de
los intereses históricos de los fundadores) y por el otro las colaboraciones
bajo el rubro de "fuentes", archivística y bibliográfica en señal del
propósito inicial de facilitar al americanismo alemán el conocimiento de los
medios de trabajo precisos, y de dar a conocer bibliografía alemana y
materiales del archivo conservados en Alemania.
La lista de colaboradores,
sin embargo, demuestra claramente que el Jahrbuch, o Anuario, no es en
absoluto una publicación de alemanes para alemanes, sino de marcado carácter
internacional, siendo de destacar la nutrida colaboración de autores
hispanoamericanos, incluyendo el artículo de P. Walter Hanisch, S.J., en
1973 sobre el jesuita bávaro Haimbhausen; fenómeno poco común en las
revistas publicadas fuera del mundo hispánico.
Entre los artículos publicados en este
índice podemos apreciar que, así
como en enero de 1712 los ingleses fueron descubiertos y desbaratados en su
intento por tomar el control de Chile con la ayuda de algunos gobernadores
españoles y el Marques de Corpa, también el investigador Gerhard Brunn
publica en 1969 un artículo en el que Alemania tendría interés por controlar
Latinoamérica, para lo cual se propuso entre los años 1885 y 1924, influir y
profesionalizar algunos ejércitos latinoamericanos antes de la I Guerra
Mundial.
En cuanto al período 1504 – 1800 sobre el Brasil y la influencia alemana
ahí, un interesante artículo es publicado por el investigador Martin
Franzbach en 1970, bajo el titulo: "Intento de una bibliografía
cronológica
de relaciones de viajeros y de obras geográficas, históricas y teológicas
sobre el Brasil en regiones de habla alemana"
Como antes ya se mencionó, y respecto de la influencia de jesuitas bávaros
en Chile durante el siglo XVIII, el sacerdote jesuita Walter Hanisch
Espíndola publica en 1973 su trabajo titulado: "El padre Haimbhausen, S.J.,
precursor de la Industria Chilena".
En resumen, Latinoamérica ha sido y seguirá siendo un punto estratégico de
máximo interés tanto para países de la comunidad europea, como para Estados
Unidos y para los grupos del ala Soviética.
Aunque la mayoría de los
historiadores europeos, por falta de pruebas antropológicas, no se atreven a
exponerlo públicamente, todos ellos al conversar privadamente con uno,
sostienen que en Sudamérica existió una avanzada civilización que no tendría
nada que ver con las culturas precolombinas, las cuales en términos de
herrería, con suerte alcanzaban temperaturas en sus hornos como para
producir cobre de gran pureza (como lo fue la Fundición Inca-Diaguita
conocida como Vina del Cerro, situada a 88 kms al interior de Copiapo, en
Chile, y que estuvo activa hasta aproximadamente el 1470 d.C).
Algunos
alemanes sostienen que los numerosos proyectos financiados del extranjero,
para conocer de la orfebrería y la cerámica de los pueblos aborígenes de
Sudamérica y de América central, no son sino para detectar piezas anómalas
que pudiesen indicar alguna influencia desconocida o no natural para esa
cultura.
En el caso de Veas-01, y aunque hoy sabemos a ciencia cierta que se
trata de un Meteorito anómalo, cada vez aparecen más personas, de diversas
entidades científicas, quienes confidencialmente nos aseguran que aunque
Veas-01 pueda haber sido originalmente un meteorito, creen que la Roca fue
posteriormente tratada o manipulada con tecnologías, con temperaturas que se
empinarían por sobre los 3000 grados Celsius (lo que presuntamente
explicaría el orificio perfectamente rectangular encontrado en Veas-01), en
una época que no pudo ser ni en el siglo XX, ni durante el siglo XIX.
La
descripción de túneles jesuitas con paredes rectas y totalmente vitrificadas
(indicativas de altas temperaturas de cristalización), las visiones de la
Ciudad de los Césares por casi 300 años, las descripciones fantasiosas de
Alonso de Ercilla en el Capítulo XXIII (en su obra La Araucana), además de
la curiosa foto espacial, tomada a comienzos de los años 90, desde la
Estación MIR por el astronauta "Sasha" (a la cual tuve acceso directo cuando
fui invitado a verla en el Hotel Manquehue, algunos años atrás).
Todo ello
ha alimentado un pensamiento mitológico en torno a supuestas tecnologías
descubiertas por los jesuitas coloniales, así como de fuentes alternativas de
energía escondidas en "las cavernas" de estos territorios.
El presunto "Proyecto Apocalipsis"
Con respecto a las fuentes alternativas de energía, mucho se comenta aún
sobre los desarrollos impulsados durante la Alemania Nazi en el campo de
obtener, desde la Tierra misma, en sus fondos oceánicos, energía suficiente
para movilizar turbinas y así alimentar ciudades o villas.
Cercados los
alemanes durante la guerra, en la cual se les negaba la venta de petróleo
para mover su instrumental y vehículos, y buscando otras posibles fuentes
energéticas adicionales a las que se obtenían a partir del carbón de las
minas de Ruhr, y retomando alguno de los estudios practicados con éxito por
el científico Croata,
Nikola Tesla, los alemanes sugirieron la posibilidad
de que la propia Tierra pudiera emitir cierta energía capaz de ser captada
por determinados dispositivos.
Dicha energía se supuso era emitida radialmente, desde el núcleo terrestre hacia el espacio, y que los puntos de
concentración sobre la superficie terrestre semejaban una verdadera red
similar a los patrones de difracción que se obtienen con rayos X o con
electrones (red directa o recíproca).
En efecto, y a raíz de que, por pura casualidad nuestro logo corporativo
(dado al comienzo de este artículo) presuntamente coincidiera, en el diseño
y en colores, con aquellos usados por este proyecto, lentamente fuimos
escuchando ciertos rumores sobre los alcances de un proyecto denominado
Apocalipsis, cuyo lema es: "todas las ciencias trabajan juntas", rumores que
reproduzco parcialmente aquí, aunque no me responsabilizo por la veracidad o
certeza de su contenido (pudiendo también ser todo falso y caer sólo en el
marco de la ciencia ficción).
He aquí lo que se dice del Proyecto
Apocalipsis:
Pocos años después de terminada la II Guerra Mundial, comenzó un proyecto
multidisciplinario cuyo objetivo fue la obtención de nuevas fuentes de
energía limpia, obtenibles de las fuentes de la naturaleza. En dicha tarea
habrían participado la mayoría de los países europeos más industrializados,
un grupo reservado ligado a los grupos petroleros más poderosos de los
Estados Unidos, y algunas empresas tecnológicas de Japón.
Debido al cambio
gigantesco que implica un viraje en la obtención de energía, alejándose del
concepto del petróleo como única alternativa para el desarrollo de una
civilización, al proyecto se le denominó Proyecto Apocalipsis: se termina lo
establecido y comienza lo nuevo.
Salvo pequeñas interrupciones por falta de presupuesto, el proyecto se
habría desarrollado de manera casi continua, funcionando en los últimos 17
años prácticamente sin detenciones. El presupuesto para el desarrollo de
Apocalipsis se obtiene de los Ítems Varios de los presupuestos nacionales de
los múltiples países, principalmente europeos.
La parte norteamericana ha
colocado exclusivamente la tecnología referente a las plataformas
petroleras, para presuntamente camuflar Apocalipsis. Antes de la actual
implementación del proyecto, bajo el camuflaje de una plataforma petrolera,
se necesitó determinar dentro de los muchos puntos posibles de
emplazamiento, el sitio perfecto para desarrollar cada uno de los
experimentos que se verificarán seguidamente.
Se habían detectado
satelitalmente puntos sobre la superficie terrestre donde se producían
emanaciones electromagnéticas intensas. Se requería analizar si la energía
producida por casa una de estas fuentes era lo suficientemente potente como
para iniciar la puesta en operación de turbinas, los tradicionales equipos
eléctricos, generadores, y en fin, la maquinaria técnica adecuada.
También
era preciso que, al escoger uno de estos puntos, no existiese interferencia
externa, tales como inestabilidad política del país, o excesivo tráfico
marítimo o aéreo del sector, o bien gobiernos adversos a este tipo de
planes, o bien que ciertos Servicios Secretos no estuviesen dispuestos a
guardar confidencialmente este objetivo, disparando entonces los costos de
puesta en marcha del mismo, además de las implicaciones sociales que
implicaría el que el público conociese de Proyecto Apocalipsis.
Era evidente
que, el país que facilitara el sitio para emplazar el proyecto, debería
recibir sustantivas retribuciones, ya que Apocalipsis era de gran
envergadura, y el silencio de sus gobernantes era crucial, así como los
miembros de los servicios secretos de turno. Dicho país debería dejar pasar
libremente a todos los aviones, helicópteros y embarcaciones dentro de sus
deslindes, sin efectuar más preguntas que la confirmación de ser parte de
Apocalipsis.
Fue así como, luego de variados análisis estratégicos y habiéndose
consultado a todos los países participantes, se determinó que el lugar
perfecto era un punto altamente activo ubicado en los fondos del Mar Egeo,
en territorio griego, en un "bolso abisal" situado a unos cuantos kilómetros
al noreste de la isla griega Agios-Efstratios, entre dicha isla y la
Isla de
Lemnos.
Agios Efstratios (Ag. Efstratios) es una isla de origen volcánico,
actualmente casi desierta, de costas acantiladas de acceso difícil, y que
cuenta con una cantidad de habitantes y pesadores que no superan las 300
personas, los que al no poseer mucha educación, no revisten peligro alguno.
Desde la isla Lemnos (o Limnos) la plataforma que simula ser una plataforma
petrolera (que en su superficie posee el símbolo indicado al comienzo de
este artículo), está demasiado distante como para ser percibida por algún
improvisado barco, bote o avión. Desde el aire no existe presuntamente
ninguna ruta de avión que efectúe un trayecto a baja altura por los
deslindes o cercana a la estructura de Apocalipsis.
Para proteger su localización, además de las importantes labores que el
Gobierno de Grecia efectúa, existe en todo momento un grupo de aviones
militares listos para sobrevolar el lugar, así como barcos de custodia que
evitan el que algún barco se extravíe y que por tanto, casualmente se
acerque a la plataforma.
Si algún barco ajeno al proyecto sufre algún
desperfecto en sus máquinas o cualquier otro percance, los barcos de apoyo
de Apocalipsis, socorren de inmediato a la embarcación con problemas
prestándole toda la ayuda técnica necesaria hasta hacer que el intruso
abandone el área demarcada hasta una zona considerada de mínimo riesgo.
La plataforma base de Apocalipsis está anclada en un profundo hoyo,
protegida por las grandes paredes rocosas naturales, de manera que, incluso
bajo el agua es difícil observar las estructuras sumergidas para los
experimentos. En esta posición, la estructura submarina y su anclaje están
protegidas de las fuertes corrientes y tormentas que suelen ocurrir a su
alrededor.
Una descripción detallada de la plataforma de Apocalipsis, efectuada desde
fuera hacia el interior de ella, sería la siguiente:
Si una persona se aproxima, en un helicóptero autorizado, hacia la
plataforma lo primero que divisará es el intenso color rojo del logo de
Apocalipsis, colocado en la superficie de la plataforma.
La forma
rectangular de colores celeste y blanco del logo, que se ubica al centro,
corresponde al helipuerto de la plataforma, y a la vez corresponde al
símbolo de la compañía naviera encargada del abastecimiento del proyecto.
Este helipuerto se eleva por sobre la estructura de la plataforma algunos
metros, donde están una serie de elementos y en el pilón que soporta al
helipuerto se encuentran los ascensores. Al subir a uno de éstos, se
descenderá unos 60 metros aproximadamente antes de encontrarnos en la
primera parada o estancia.
La siguiente figura muestra una recreación
artística de la estructura completa sumergida (no está a escala), con un
total de cinco módulos de forma toroidal, separados entre dona y dona, unos
5 metros aproximadamente.
Desde cada uno de estos cinco toroides salen unas
protuberancias (no dibujadas aquí) que actúan como anclajes cuya finalidad
es incrustarse fuertemente a las paredes rocosas submarinas de modo de
lograr la estabilidad y equilibrio de la plataforma, indispensable para las
perforaciones que se efectúan en las profundidades.
He aquí una descripción
de los cinco toroides (desde arriba hacia abajo) que conforman las
dependencias submarinas de la plataforma de Apocalipsis:
-
Toroide 1: es la estancia donde se ubican los dormitorios, salas de
recreación y casino para todo el personal. No es un área de experimentación
ni de investigación.
-
Toroide 2: en esta sección se ubica la sala de control con todo el sistema
de protocolo de comunicaciones, enlaces externos e internos. Aquí están la
sala de computadores así como el laboratorio de química, debidamente
protegido y resguardado para evitar cualquier tipo de accidente. El
protocolo de comunicaciones y de control utilizado para toda la plataforma
se denomina Danubio, y habría sido desarrollado por el ingeniero Michele Iacobelli, ingeniero electrónico graduado de la Politécnica de Bari, en
Italia. Danubio Streaming Server implementa un protocolo estándar RTSP/RTP,
y como Apache, puede usarse como enlace bajo Internet.
-
Toroide 3: Conocido como Laboratorio de Experimentación Directa, se estudia
y analiza en esta sección el comportamiento de ciertos peces luminiscentes,
en especial una variedad que logra resistir las altas presiones oceánicas, y
que produce su propia luz gracias a unos bacilos bioluminiscentes. Este
lugar es completamente aséptico, para evitar contagio alguno y posterior
propagación. El laboratorio de esta sección está minuciosamente controlado y
desinfectado en todas sus zonas, y aislado de las puertas de acceso y del
asensor.
-
Toroide 4: en estas dependencias se ubica el laboratorio de experimentación
tecnológica directa con las salas de microelectrónica. Una empresa japonesa
es la encargada de abastecer de chips y micocontroladores especialmente
diseñados para el proyecto Apocalipsis.
-
Toroide 5: Aquí se ubica la zona de soportes para perforaciones. Hacia ambos
lados de este toroide están los hangares para el depósito de materiales y de
equipos de perforación altamente sofisticados. Desde aquí se verifican las
perforaciones submarinas para obtener la energía proveniente del fondo
oceánico, donde un vórtice energético está situado inmediatamente debajo de
la plataforma. Esta energía es "capturada" por los ingenieros de Apocalipsis
y utilizada para mover turbinas, laboratorios, asensores, y todo el equipo
restante, así como las dependencias y dormitorios.
Se comenzó durante el 2002, se sospechaba de una segunda etapa de
Apocalipsis
que estaría siendo llevada a cabo en alguna parte del cono sur, en costas
chilenas o argentinas.
¿Las Islas Falkland o Malvinas?.
Aunque no es el objetivo de este Blog hablar sobre este presunto proyecto
que estudia energías alternativas, solo diremos que las investigaciones de
Apocalipsis habrían determinado que los haces energéticos provenientes del
interior terrestre tendrían un espaciamiento entre sí, sobre la superficie
terrestre, de aproximadamente 16 kilómetros, aunque no todos con la misma
intensidad, formando una red hexagonal levemente deformada por los
accidentes geográficos (ver imagen artística, no está a escala).
Dichos haces son proyectados a la atmósfera donde se juntan con la radiación
solar formando un tipo de "remolino electromagnético" que durante la noche
se ubicarían a unos 38 kilómetros por sobre el nivel del mar, en tanto
durante el día, cuando el sol está en el Cenit, estos "torbellinos"
descenderían hasta 24 kilómetros por sobre el nivel del mar.
El diámetro de
estos torbellinos, aunque es variable, dependiendo de la intensidad de los
haces, pulsan 20 ciclos por minuto, entre un diámetro de 20 a 50 metros,
aproximadamente.
Otra de las conjeturas de los científicos de Apocalipsis es el que las
ballenas y delfines, lejos de lo que se cree (de que ellos seguirían las
líneas de campo magnético terrestre), lo que en verdad estos mamíferos
seguirían son las configuraciones o redes de los haces energéticos que
emanan desde el centro terrestre.
Las Islas Malvinas
Aunque se dice que ellas fueron administradas por el Reino Unido a partir de
su ocupación el 2 de enero de 1833, cuando las invadieron militarmente
desalojando por la fuerza a sus habitantes, lo cierto es que documentación
que obra en el Archivo Nacional mostraría que los ingleses ya habían tomado
y ocupado las Islas Malvinas entre 1767 y 1768, e incluso antes, ya que el
Conde de Aranda (que expulsó a los jesuitas de las Indias) el 15 de
septiembre de 1766 envía un Dictamen sobre la ocupación de los ingleses (en
contubernio con los franceses) en las Islas Malvinas.
En efecto, entre marzo
y mayo de 1768, los gobernadores Antonio Guill y Gonzaga, Francisco
Bucareli, Felipe Ruiz y Manuel de Amat, comunican al Ministro de Indias que
los ingleses ya habían ocupado dichas islas, y que ahora se preparaban para
invadir Paraguay, de modo que se ordena se envíen barcos de reconocimiento
para detectar la posición del posible asentamiento inglés.
Aunque hasta la fecha no se entiende a ciencia cierta el profundo interés de
Inglaterra por poseer el archipiélago de las Malvinas, salvo como punto
estratégico para el Cono Sur, un conflicto sucedido en aguas
internacionales, hace unos pocos años atrás, entre investigadores
norteamericanos de NASA y la Armada Real de Inglaterra, permitió dar luces
sobre del por qué los ingleses duramente lucharán por estos pocos kilómetros
de tierra.
A raíz de que NASA y el Instituto de Física de Rosario, en Argentina,
exploraran satelitalmente los fondos marinos que rodean inmediatamente las
Islas Falkland, los investigadores de Meteoritos de NASA detectaron un
posible cinturón hidrotermal al noroeste del archipiélago de aproximadamente
52 kilómetros, detectando con ello un posible cráter, del cual las Malvinas
formarían uno de sus bordes, con un diámetro superior a los 200 kilómetros.
Descartado inicialmente un origen volcánico en su formación, se propuso que
este gran cráter habría sido formado por un violento impacto meteorítico
ocurrido con anterioridad al de la península de Yucatán, y que presuntamente
acabó con los dinosaurios hace más de 65 millones de años. Pero para
confirmar la edad del cráter era preciso efectuar una expedición al sector,
utilizar buzos tácticos, y llevar equipamiento adecuado para extraer
muestras desde las paredes de este cráter submarino.
El resultado fue que,
cuando la embarcación científica entró a la zona donde está el cráter de 200 kms,
sorpresivamente fueron abordados por un buque de la Armada Inglesa,
quien los conminó a abandonar la zona inmediatamente.
Más, cuando los
científicos de NASA les explicaron a los ingleses el motivo de la misión y
que sólo intentarían extraer material del fondo oceánico, los marinos
reaccionaron con mayor irritación y los expulsaron de lugar.
Aunque los de
NASA dijeron acudirían al Gobierno de USA para solicitar una explicación de
lo sucedido, los ingleses les respondieron que ni el propio Presidente de
EE.UU. podría revertir esta orden, de modo que posteriormente los americanos
de NASA debieron contentarse con un supuesto trozo de las profundidades
oceánicas extraídas por los buzos ingleses, y enviadas a los laboratorios de
NASA.
Una cosa sí notaron los científicos americanos, y fue algunas plataformas
similares a las de las petroleras mar adentro, sospechando los de NASA de
algún tipo de investigación científica o tecnológica que se estaría llevando
bajo el océano, lo cual obviamente habría despertado la indignación de los
ingleses, ante el riesgo de ser descubiertos.
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