Julio 24, 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
A mucha gente quizás le parezca una pregunta sin sentido, centrada
en algo anecdótico.
Pero es algo más profundo de lo que parece…
-
¿Por qué la gente celebra un
gol?
-
¿Por qué saltan, bailan, se
abrazan o gritan de alegría cuando "su equipo" marca un
tanto?
-
¿Acaso ganan dinero con ello?
-
¿Les regalan un coche por ese
gol?
-
¿Ese tanto les garantiza que les
crecerá el pelo, que perderán el michelín sobrante o que
crecerán de estatura?
-
¿Les han prometido que les
aprobarán un examen o que les subirán el sueldo si la
pelotita alcanza las mallas?
Entonces,
Podrían alegrarse de ver caer una hoja
de un árbol o de ver a un gato rascándose tras la oreja y tales
acontecimientos guardarían la misma relación con sus existencias, a
nivel real, que el hecho de que un balón chutado por un desconocido
pase entre 3 palos.
La única razón por la que esas personas celebran ese acontecimiento
intrascendente no relacionado con sus vidas, se debe al software
psíquico instalado en sus cabezas.
En su mente, hay grabada una instrucción que les dicta,
literalmente:
"cuando marque tal equipo, te
alegrarás".
Así pues, estamos ante un fenómeno de
pura programación mental. Una programación mental que forma parte
del Sistema.
Que de hecho, es el Sistema en sí mismo...
Mucha gente cree que cuando hablamos de "el Sistema" solo hacemos
referencia a grandes asuntos como todo lo referente a la
organización social, las ideologías y creencias, la política o el
reparto de las riquezas, los recursos y el dinero.
Pero en realidad, el Sistema es mucho más profundo.
Abarca toda la programación mental que hay instalada en nuestro
cerebro y alcanza hasta los detalles aparentemente más
insignificantes; aquellos a los que nadie presta atención, pero que
en realidad mantienen toda la estructura en pie.
Son esas pequeñas cosas que todos asumimos como normales y la
naturaleza de las cuales jamás llegamos a cuestionar. Cosas que
hacemos y sentimos automáticamente, como el respirar y que
configuran nuestra realidad cotidiana.
Identificar todos y cada uno de esos mecanismos es la clave para
comprender por dónde debemos empezar a desmontar esa programación
mental a la que estamos subyugados y que tanto nos esclaviza.
Un trabajo difícil que exige que nos hagamos preguntas, muchas de
las cuales, en un principio, nos parecerán absurdas y
desconcertantes.
Pregúntate por
qué y para qué
Por ejemplo, actualmente el hombre que alberga el récord mundial de
velocidad corriendo es Usain Bolt. Bolt es capaz de recorrer
100 metros en tan solo 9,58 segundos.
Un hecho que provoca que todo el mundo
le admire y le aclame por ello.
Por esa razón, el atleta acapara
fotografías, vídeos, portadas y reportajes en televisiones y
revistas, así como suculentos contratos publicitarios con los que
gana enormes cantidades de dinero.
Y la pregunta es ¿por qué?
De acuerdo, porque Usain Bolt corre los 100 metros en 9,58
segundos… muy bien, ¿Y qué?
Es el más rápido del mundo, ya lo sabemos…
-
¿Pero de qué sirve?
-
¿Corre para salvar a alguien de
un incendio?
-
¿Corre para llevar un mensaje
importante que salvará al mundo?
-
¿Corre porque le persigue un
leopardo y quiere salvarse?
-
¿Qué importancia real tiene que
corra tanto, pues?
-
¿Qué función tiene su "correr"?
-
¿Importa realmente que sea el
que corre más del mundo?
A la mayoría de gente, estas preguntas
le parecerán ridículas… pero lo que es realmente ridículo es lo que
hace la sociedad valorando "al que corre más" porqué sí.
Lo miréis por donde lo miréis, es algo que no tiene sentido.
Pongamos otro ejemplo.
Sir Edmund Hillary fue (oficialmente), el primer ser humano
en alcanzar la cima del monte Everest. Su nombre figura en las
enciclopedias y ha pasado a la historia por ello…
Pero, ¿por qué? ¿Por qué no se destaca jamás al que subió tercero,
al que subió vigésimo quinto, al que subió vestido de verde o al que
alcanzó la cima con un nombre empezado por la letra "g"?
Y ante todo,
-
¿Por qué hemos de admirar a
alguien que sube a lo alto de una montaña?
-
¿Es realmente importante subir a
una montaña?
-
¿Sí? ¿Por qué?
-
¿Alguien puede justificarlo con
auténticas razones de peso?
Y es que el Sistema es esto...
Es el conjunto de mecanismos que provocan que dentro de nuestra
mente adquieran gran relevancia hechos que realmente no tienen
ningún valor real.
El Sistema hace que le otorguemos VALOR a alguien que es el primero
en hacer alguna cosa, o a alguien que es el que levanta más peso, va
más rápido o bate algún "récord" y ni tan solo nos preguntamos "por
qué".
Y una vez instalado ese mecanismo de valoración ficticia, genera en
nosotros emociones basadas en esos hechos vacíos de sentido.
Vemos a esos deportistas triunfando o
fracasando y sentimos admiración, alegría, devoción, envidia o rabia
y no podemos controlar esas emociones generadas a partir de la nada.
El Sistema está tan integrado y arraigado en nuestro interior que
somos incapaces de detectar su presencia y de preguntarnos qué hacen
esos mecanismos absurdos dentro de nuestra cabeza y porqué nos hacen
reaccionar visceralmente ante un hecho sin sentido que no nos afecta
para nada.
Vivimos inmersos en una ficción instalada dentro de nuestra psique.
Una ficción que nos controla, conduce y esclaviza, pero que no es
más que un enorme castillo de humo sin ningún cimiento real.
Como decíamos en un anterior artículo titulado "EL AUTÉNTICO VALOR
DE LAS COSAS", todo en nuestro mundo gira alrededor del Valor que le
otorgamos a los elementos que nos rodean.
Sabemos que hay cosas que tienen un valor intrínseco y absoluto,
porque sin ellas no podríamos vivir, como por ejemplo el aire, el
agua, la comida, el entorno, nuestro propio cuerpo o nuestro tiempo
de vida.
El valor de todos estos elementos es incalculable.
En cambio, hay una inmensa cantidad de elementos a nuestro alrededor
de Valor Vacío o Relativo; esos elementos tienen exactamente el
valor que nosotros decidamos otorgarles.
Poníamos el ejemplo de un billete. Un billete no es más que un
pedazo de papel al cual otorgamos valor llamándolo "dinero" y
otorgándole una serie de funciones.
Sin embargo, ese valor solo existe en el interior de nuestra mente.
Si en un momento dado decidimos que no
tiene ningún valor, para nosotros ese billete será lo que siempre ha
sido en realidad: un trozo de papel.
De esta manera, llegamos a la conclusión de que el Sistema es el
conjunto de mecanismos mentales que convierten esos valores vacíos y
relativos en cadenas que nos esclavizan en el interior de nuestra
psique.
Pues bien, lo mismo sucede con todo lo expuesto anteriormente en
relación al deporte.
Un gol, una copa, una marca, una victoria deportiva o ser el primero
en conseguir algo, tiene exactamente el valor que nosotros decidamos
darle. Y ninguno más.
El mundo del deporte, de los récords o de las competiciones es un
reflejo fidedigno de las dinámicas de funcionamiento del Sistema
dentro de nuestro cerebro.
Todos los triunfos, hitos y marcas tienen un valor ficticio que solo
existe en nuestra psique.
Un reflejo del
Sistema
Pero curiosamente, ese mundo del deporte fundamentado en valores
vacíos, absorbe gran cantidad de valor en forma de dinero y
recursos.
Y lo que es aún peor, absorbe una enorme
cantidad de valor real y tangible en forma de energía y tiempo de
vida malgastado por parte de los aficionados que seguimos esos
deportes.
Por esa razón resulta tan importante la promoción del deporte en el
mantenimiento del Sistema y en el proceso de aborregamiento de la
población.
Consigue canalizar elementos de valor absoluto e incalculable, como
la energía y el tiempo de vida de las masas y los utiliza para
alimentar elementos vacíos de valor… elementos, que de hecho, son el
Sistema en sí mismo.
El auténtico valor del deporte
En ningún caso estamos diciendo que el deporte no tenga sentido.
Todo lo contrario.
Practicar deporte puede tener mucho sentido y puede albergar un gran
valor intrínseco.
Mucha gente utiliza el deporte como un instrumento para mejorar su
cuerpo, su mente y su salud y como un vehículo para relacionarse con
las demás personas y vivir momentos de felicidad y plenitud.
Elementos, todos ellos que sí tienen un valor real y absoluto.
Y de hecho, los retos y los hitos deportivos propios del deporte
también pueden tener un valor incalculable.
La mayoría de veces, cuando alguien escala una montaña y vence las
dificultades que ello representa, en realidad utiliza el reto
deportivo que se auto-impone como un método de aprendizaje a nivel
interior.
Por lo tanto, para esa persona, escalar
la montaña tiene un enorme valor real de construcción personal.
Pero solo lo tiene para esa persona. Es algo íntimo,
personal e
intransferible.
Sin embargo, mediante la programación del Sistema, la gente acaba
valorando el hecho de "ser el primero en", el hecho de batir tal o
cual récord, de ganar en el marcador o de liderar la clasificación,
cuando en realidad, todos estos no son más que elementos abstractos
sin ninguna utilidad real.
Así pues, para empezar a comprender qué es el sistema y cómo nos
domina, resulta esencial saber delimitar correctamente en nuestro
interior qué tiene valor absoluto y qué no lo tiene, qué tiene
sentido y qué no lo tiene y afrontar este difícil ejercicio sabiendo
que al llevarlo a cabo podemos dejar de creer en muchas de las cosas
que nos impone la sociedad como algo "normal" y convertirnos en
personas que ven una realidad diferente a los demás.
Personas mucho más libres… con las dificultades que ello conlleva.
De todas formas, no es nada fácil identificar esos mecanismos y
enfrentarse a ellos.
Pongamos un ejemplo, aunque sea de lo más simplista.
Imaginemos que un buen día aparece un líder político que en un mitin
dice lo siguiente:
"Nuestra sociedad está enferma y
debemos curarla.
No puede ser que un hombre que chuta un balón
gane más dinero que una persona que cura enfermedades y salva
vidas. La función de un político debe ser velar por mejorar el
mundo, aunque sea una tarea ardua y difícil.
¡Por esa razón, si me votáis, haré todo lo necesario para que un
futbolista en este país cobre menos que un médico!
De hecho,
haré todo lo posible para que todos los futbolistas y
deportistas del país sean amateurs y para que los clubes de
fútbol no ganen indecentes cantidades de dinero con actividades
tan absurdas como chutar una pelota, con las que aborregan a las
masas, mientras hay gente que pasa hambre y privaciones.
¡Vamos a poner las cosas en el lugar que les corresponde!
Os
garantizo que me esforzaré al máximo por conseguir que la
sociedad destine todo ese dinero y recursos malgastados en
tonterías a cosas realmente importantes que nos beneficien a
todos"
Bien, ¿cuántos votos creéis que
conseguiría?
¿Cuánta de la propia gente que ahora se manifiesta por calles y
plazas reclamando derechos y justicia social estaría dispuesta a ver
como su amado club de fútbol se convierte en un club amateur de
barrio incapaz de competir en las grandes competiciones
internacionales?
Los medios de comunicación y las masas tildarían a ese político de
iluminado, loco e intervencionista; de tirano enajenado que quiere
convertir la sociedad en algo utópico y absurdo.
Sin embargo, habría alguna gente, una pequeña minoría que quizás lo
calificaran de gran revolucionario y de soñador; quizás se
convirtiera en una figura de referencia para algunos grupos, que lo
considerarían una persona que pretende construir una nueva realidad
y un nuevo Sistema.
Y he aquí la gran ironía, la cruda realidad que refleja la
dificultad de identificar adecuadamente qué es el Sistema en
realidad.
Porque si pensaran eso, estarían cometiendo un error. En realidad,
ese líder no sería un revolucionario ni cambiaría el Sistema. Él
creería que lo es y sus admiradores también.
Pero aunque triunfara y consiguiera realizar todas esas reformas, el
Sistema seguiría siendo el mismo y funcionando bajo los mismos
parámetros; solo cambiaría su aspecto externo.
¿Por qué? Porque la gente seguiría celebrando los goles de su
equipo, aunque estuviera formado por amateurs.
Seguirían admirando a aquel que es más
rápido o que establece un récord. Seguirían valorando principios
abstractos sin ningún sentido y otorgándole valor a cosas que tienen
un valor relativo.
Quizás los deportistas no ganarían dinero ni recibirían tanto bombo
mediático, pero la estructura de fondo del Sistema seguiría
inalterable, porque no se habría identificado adecuadamente hasta
dónde llegan las raíces del Sistema ni cuales son sus mecanismos
básicos.
Por esta razón, tal y como hemos afirmado tantas veces, al Sistema
no se le puede derrotar mediante medidas externas.
Se debe desmontar en el interior de nuestra mente y ese es un
proceso que solo puede realizar cada uno de nosotros
individualmente, identificando de forma adecuada los mecanismos que
actúan en nuestra psique.
Algo más complejo de lo que pueda parecer inicialmente.
Así lo hemos visto en este ejemplo basado en el deporte. Un lugar
donde los deportistas fueran amateurs y los deportes no tuvieran la
repercusión económica actual, no sería ni un mundo nuevo, ni un
Sistema nuevo.
Sería un mundo y un Sistema nuevo aquel
en el que a las personas, simplemente no les importara quién corre
más, ni les importara quién nada más deprisa a lo largo de una
piscina, ni quién sube el primero a una montaña.
Sería un Sistema nuevo aquél en el que las personas no se alegraran
como locas al ver que unos tipos vestidos con camisetas de colores
marcan un gol, simplemente porque les importara un rábano que ese
hecho intrascendente sucediera.
Sería un sistema nuevo aquél en el que
el partido más importante y recordado de tu vida fuera aquél que
jugaste con tus amigos y en el que lo pasaste tan bien.
Y si fuese un mundo y un sistema, realmente muy nuevos y diferentes,
incluso podría ser que ni tan siquiera te importara ganar o perder
tu partido de fútbol mientras lo juegas…
Todo lo expuesto ha sido solo un ejemplo metafórico de la
profundidad a la que debemos llegar para cambiar realmente las
cosas.
Una forma de comprender que aquellos mecanismos que consideramos
pequeños detalles irrelevantes, en realidad tienen una gran
importancia si queremos cambiar el mundo…
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