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			CAPITULO 
			6
 Trastornos del tiempo y el espacio. Otros mundos
 
 LOS INVESTIGADORES DEL TRIÁNGULO DE LAS Bermudas han advertido hace 
			tiempo la existencia de otra zona misteriosa en los océanos del 
			mundo. Está situada al sudeste de Japón, entre este país y las islas 
			Bonin, y más específicamente entré Iwo Jima y la isla Marcus, y su 
			historia y su reputación la señalan como un lugar de grave peligro 
			para barcos y aviones.
 
			  
			Ya sea que los barcos se han perdido 
			allí como consecuencia de la erupción de volcanes submarinos, o de 
			súbitas marejadas, lo cierto es que esta región, llamada Mar del 
			Diablo, goza de una fama aún más siniestra —por lo menos 
			oficialmente— que el Triángulo de las Bermudas. Después de la 
			investigación realizada por un buque del gobierno, en 1955, las 
			autoridades japonesas resolvieron declararla zona peligrosa. 
			El Mar del Diablo ha despertado temor desde antiguo entre los 
			pescadores, que creen que está habitado por seres satánicos, 
			demonios y monstruos que se apoderan de los barcos desprevenidos. 
			Naves de mar y aire desaparecieron regularmente allí durante muchos 
			años, pero en una época en que Japón gozaba de paz, entre 1950 y 
			1954, se perdieron nueve modernas embarcaciones, cuya tripulación 
			total alcanzaba a varios centenares de personas y en circunstancias 
			características (intensas búsquedas por mar y aire, falta de restos 
			o manchas de aceite) de los acontecimientos del Triángulo de las 
			Bermudas.
 
			Las dos zonas presentan coincidencias impresionantes: el Triángulo 
			incluye, casi en su extremo occidental, en una longitud 80° Oeste, 
			una línea donde el Norte magnético y el Norte verdadero resultan 
			alineados, sin necesidad de calcular una variación del compás. Esta 
			misma longitud cambia su denominación cuando pasa por los Polos, 
			convirtiéndose en 150° Este. Continúa desde el Polo Norte hacia el 
			Sur, pasa al este del Japón y cruza por el medio del Mar del Diablo.
 
			  
			En este punto, la aguja del compás también señala hacia el Norte 
			magnético y el Norte verdadero al mismo tiempo. 
		 
			Las inexplicables desapariciones ocurridas en este 
			equivalente 
			japonés del Triángulo de las Bermudas movieron al Gobierno a 
			realizar una investigación, que tuvo lugar en 1955.  
			  
			Esta expedición 
			incluía a un grupo de científicos que iban recogiendo datos mientras 
			su barco, el Kaiyo Maru N.° 5, cruzaba el Mar del Diablo, y tuvo un 
			final espectacular: de pronto, el barco investigador desapareció 
			junto con su tripulación y los científicos. 
			La existencia de una o más zonas de desapariciones similares a éstas 
			en los océanos del mundo ha movido a hacer algunas especulaciones 
			bastante desusadas. Se han elaborado teorías relativas a trastornos 
			antigravitacionales, suponiendo que hay zonas en que las leyes de 
			gravedad y de atracción magnética normal no funcionan de la manera 
			que nos es familiar.
 
			  
			Ralph Barker, autor del libro Great 
			Mysteries of the Air, anota que los nuevos descubrimientos en el 
			campo de la Física, 
				
				"demuestran la existencia de 
				partículas de materias antigravitacionales" y sugieren "la 
				presencia de materia antigravitacional o 'contraterrenal' de 
				naturaleza totalmente distinta de las conocidas en este 
				planeta..., de asombroso poder explosivo cuando (se) aproxima a 
				alguna materia de las conocidas..., situada en ciertas regiones 
				de la Tierra...". 
			Barker deja entrever la posibilidad de 
			que esta sustancia haya llegado desde el espacio para depositarse 
			bajo la corteza terrestre de los continentes y, con mayor 
			frecuencia, de los océanos. Esta teoría ofrece una posible 
			explicación de los trastornos electrónicos y magnéticos dentro de 
			algunas zonas, pero no explica en cambio las numerosas 
			desapariciones de barcos y aviones que se hallaban a la vista de 
			tierra. En este sentido, cabe recordar los informes acerca de otras 
			áreas de anomalías magnéticas, en que la fuerza de atracción de algo 
			oculto bajo el agua resulta más poderosa que la del Norte Magnético 
			Polar. 
			En su artículo titulado "The Twelve Devil's Graveyards Around the 
			World" (Los doce cementerios diabólicos alrededor del mundo), 
			escrito para la revista Saga, 
			
			Ivan Sanderson hace un estudio más 
			detallado del Triángulo de las Bermudas y otras regiones 
			sospechosas.
 
			 
			(Figure 1: Vile 
			Vortices Overview - from Ivan Sanderson's 1972 article in Saga 
			magazine,  
			"The Twelve Devil’s 
			Graveyards Around the World,"  
			plotted ship and 
			plane disappearances worldwide, focusing attention on 12 areas
			 
			[&Arctic & Antarctic 
			- see Hollow Earth Theory & Admiral Byrd])  
			  
			Al señalar los lugares del mundo en que 
			se han producido desapariciones de aviones y barcos, Sanderson y sus 
			colaboradores descubrieron, en primer término, que la mayoría 
			ocurrieron en seis zonas, todas las cuales tenían más o menos la 
			misma forma oblonga y estaban situadas entre las latitudes 30° y 
			40°, al norte y al sur del Ecuador. Entre ellas figuraban el 
			Triángulo de las Bermudas y el Mar del Diablo. 
			Al desarrollar aún más su teoría, Sanderson configuró una serie de 
			doce "anomalías" en torno del globo, que se producen a intervalos de 
			setenta y dos grados y tienen su centro exactamente en las latitudes 
			36° Norte y Sur. Son cinco en el Hemisferio Norte, cinco en el Sur y 
			los dos polos. La razón por la cual el Triángulo de las Bermudas es 
			el más célebre es que allí tiene lugar el mayor número de viajes. 
			Las otras zonas en cambio, aunque menos recorridas, presentaban 
			también evidencias notorias de perturbaciones magnéticas temporales 
			y espaciales.
 
			La mayor parte de estas regiones se halla al este de las masas 
			terrestres continentales donde las corrientes oceánicas cálidas que 
			se dirigen hacia el Norte chocan con las frías que van hacia el Sur. 
			Además, allí se encuentran también los puntos nodales en que las 
			corrientes de superficie toman una dirección y las submarinas otra.
 
			  
			Estas últimas fluyen tangencialmente, y 
			al sufrir la influencia de distintas temperaturas provocan 
			turbulencias magnéticas que afectan la comunicación radial y quizá 
			también la gravedad. En algunos casos, y cuando se presentan 
			condiciones especiales, provocan la desaparición de embarcaciones 
			aéreas y de superficie, haciéndolos dirigirse a otros puntos del 
			tiempo o el espacio. 
			Sanderson pone de relieve un aspecto muy interesante de la extraña 
			situación que se advierte en estas zonas cuando describe cómo 
			algunos vuelos cuidadosamente programados suelen llegar con un 
			asombroso adelanto. Hay aviones que han arribado con tanta 
			anticipación con respecto a su itinerario, que la única explicación 
			es que hayan encontrado un viento de cola de una velocidad de 800 
			kilómetros por hora, por ejemplo.
 
			  
			Tales incidentes pueden ser el resultado 
			de vientos no registrados, pero parecen producirse con más 
			frecuencia dentro del Triángulo de las Bermudas y otras, zonas 
			tormentosas, como si dichos aviones se hubiesen encontrado con la 
			anomalía pero hubiesen logrado sortearla o evadirse del "agujero del 
			espacio" que ha costado la vida a tantos viajeros.  
			 
			Hace cinco años se produjo un incidente 
			en el aeropuerto de Miami que significó un salto en el tiempo y que 
			nunca ha sido explicado satisfactoriamente. El aparato afectado fue 
			un Boeing 727 de la National Airlines que, al hacer la aproximación 
			para aterrizar desde el Nordeste, y cuando se hallaba dentro de la 
			pantalla de radar del centro de control, desapareció abruptamente y 
			por un lapso de diez minutos.  
			  
			Luego, reapareció y aterrizó sin 
			dificultades. El piloto y la tripulación mostraron cierta sorpresa 
			al advertir la preocupación del personal de tierra puesto que, según 
			ellos, nada extraño había ocurrido.  
			  
			A manera de explicación, uno de los 
			funcionarios de control aéreo dijo a uno de los pilotos: 
				
				—Muchacho, durante diez minutos has 
				dejado de existir. 
			En aquel momento, la tripulación 
			verificó la hora en sus relojes y en los diversos instrumentos 
			horarios del avión y descubrieron que todos estaban atrasados diez 
			minutos respecto de la hora real. Fue algo particularmente notable, 
			puesto que el avión había practicado un control horario de rutina 
			veinte minutos antes del incidente, y en aquel momento no se 
			advirtió ninguna discrepancia con el horario real. 
			Ivan Sanderson hace notar que nuestro planeta opera sobre la base 
			del electromagnetismo y se pregunta si el Triángulo de las Bermudas 
			y algunas otras zonas no funcionan como,
 
				
				"...enormes máquinas generadoras de 
				otro tipo de anomalías... ¿No podrían tal vez crear torbellinos, 
				dentro o fuera de los cuales los objetos materiales quedarían 
				sometidos a una continuidad de tiempo y espacio diferente?".
				 
			Porque, aparte de las numerosas 
			desapariciones ocurridas, en los últimos años se han producido un 
			número inmensamente mayor de apariciones. Ocurrieron en todo el 
			mundo, durante más de dos siglos y parecen seguir produciéndose, a 
			pesar de los desmentidos oficiales y del hecho de que, en estricta 
			lógica, son "imposibles". Ningún investigador de los acontecimientos 
			del Triángulo de las Bermudas puede eludir los informes acerca de 
			apariciones de OVNI.  
			  
			Los OVNI han dado lugar a miles de 
			documentos e investigaciones en los Estados Unidos desde 1947, en 
			que se produjo la primera serie de visiones registrada en tiempos de 
			paz. En el resto del mundo se han producido millares de apariciones; 
			diez mil, solamente en 1966. Muchos millones de personas sostienen 
			haber visto OVNI en Estados Unidos y en otros países. También han 
			sido descritos por observadores competentes desde el punto de vista 
			científico.  
			  
			Como dijo el doctor J. Allen Hyneck, ex 
			asesor de la Fuerza Aérea en esta materia,  
				
				"la inteligencia de los que se 
				dedican a observar estos objetos, y de quienes han informado 
				haberlos visto, es por lo menos normal. En muchos casos está por 
				encima de lo normal y en otros es embarazosamente elevada". 
			Los OVNI han sido fotografiados con 
			diversos grados de nitidez; se les ha observado siguiendo a aviones, 
			en algunos casos los han interceptado o destruido, y en algunas 
			ocasiones han aparecido en número considerable sobre capitales como 
			Washington y Roma.  
			  
			Los comunicados del Gobierno de los 
			Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y la Marina han atribuido la 
			mayor parte de las visiones a la Luna, a cometas, halos lunares, 
			espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación, estrellas, 
			meteoros, planetas (Venus, especialmente), aviones de prueba, luces 
			antiaéreas, fuegos artificiales, autokinesis (cuando un objeto 
			observado parece moverse), "postespejismos" (cuando un objeto 
			observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo en otro 
			lugar), fuegos fatuos, fraudes o, sencillamente, ilusiones ópticas 
			masivas.  
			  
			Sin embargo, los informes acerca de OVNI 
			siguen apareciendo y las diversas e importantes sociedades dedicadas 
			a estudiarlos, así como una verdadera proliferación de libros sobre 
			la materia, hacen que el tema se mantenga vivo. En todo caso, parece 
			seguro que no son armas secretas pertenecientes a las potencias 
			terrestres. Por cierto, durante la Segunda Guerra Mundial, cada uno 
			de los dos bandos pensaba que los "cazas fantasmas" luminosos que 
			revoloteaban junto a los aviones de combate eran armas secretas del 
			enemigo.  
			  
			Como se ha observado con toda crudeza, 
			si los OVNI fuesen armas secretas soviéticas, los rusos no lo 
			callarían, por el orgullo que sentirían de haberlos inventado, y si 
			fueran norteamericanas, los Estados Unidos no podrían mantenerlas 
			fuera del alcance de su propia prensa. Es interesante anotar que aun 
			cuando la posición oficial de la Fuerza Aérea estadounidense sigue 
			siendo que los OVNI no tienen explicación, y por lo tanto no 
			existen, su circular normativa AFR 80-17 dio instrucciones 
			detalladas a los pilotos acerca de las medidas que deben adoptarse 
			cuando se está a la vista de alguno de ellos. 
			Por una parte, muchas de las indicaciones de esta circular dejan en 
			claro, que la Fuerza Aérea no descarta el seguir investigando estos 
			fenómenos y, por otra, que los OVNI, tan a menudo desacreditados en 
			las declaraciones oficiales, son muy persistentes.
 
			  
			Las instrucciones consisten, 
				
				"...en determinar si el OVNI 
				constituye una posible amenaza para los Estados Unidos y en 
				utilizar los datos científicos o técnicos derivados del estudio 
				de los informes que se refieren a ellos". 
			Aunque la circular declara con mucha 
			seguridad que, 
				
				"La mayoría de los OVNI de los que se ha informado a 
			la Fuerza Aérea han resultado objetos convencionales o familiares, 
			que no representan peligro alguno para nuestra seguridad", agrega: 
			"Es posible que otros países hayan desarrollado vehículos voladores 
			de formas o propulsión revolucionarias".  
			En la declaración hay sin 
			embargo algo paradójico; por una parte se dice que "con frecuencia, 
			algunos OVNI han resultado ser aviones".  
			  
			Poco más adelante se agrega:  
				
				"En vista de que se ha establecido 
				que los aviones han sido la causa de algunos informes acerca de 
				OVNI, dichos aparatos no deben reseñarse según las normas de 
				esta circular", ya que el observador que informara acerca de un 
				objeto de aspecto extraño no sabría si se trata de un avión o 
				no, puesto que estaría operando en el aire.  
			Además, la circular prescribe lo 
			siguiente: 
				
				"El comandante de cada base de la 
				Fuerza Aérea deberá estar en capacidad de realizar 
				investigaciones acerca de los OVNI. Al recibir información sobre 
				alguno, deberá determinarse cuál fue la causa que provocó la 
				visión''. 
			La mayor parte del documento AFB. 80-17 
			está dedicada a establecer el orden jerárquico en que debe darse 
			cuenta de las visiones de OVNI y a detallar las instrucciones para 
			la investigación y el revelado de las fotografías que puedan tomarse 
			de los objetos.  
			  
			Se dan también instrucciones respecto de 
			la información que el comandante puede proporcionar a la prensa 
			local cuando le pregunten acerca de las visiones habidas en la 
			región:  
				
				"Como respuesta a las averiguaciones 
				relativas a los OVNI avistados en las proximidades de una base 
				de la Fuerza Aérea, el comandante puede entregar información a 
				los medios de prensa o al público después que la visión haya 
				sido plenamente identificada. Si el estímulo de la visión 
				resulta difícil de identificar a nivel de la base, el comandante 
				puede declarar que se está realizando una investigación y que 
				las conclusiones serán entregadas por el organismo SAFOI de la 
				Fuerza Aérea, una vez que se la haya completado. También puede 
				expresar que la Fuerza Aérea revisará y analizará los resultados 
				de la investigación. Cualquier otra pregunta que se desee hacer 
				deberá formularse al SAFOI". 
			Traducido a lenguaje civil, esto quiere 
			decir:  
				
				"Si no se trata de un avión o de 
				algo que usted pueda explicar, dígales que esperen y no hable de 
				más...". 
			Como primer anexo a la circular se 
			acompañaba un cuestionario a rellenar, compuesto de media docena de 
			páginas llenas de diagramas, preguntas y respuestas posibles, 
			destinado a servir de guía para una información exacta y secreta 
			acerca de los OVNI. La pregunta número 13, por ejemplo, pide a la 
			persona que informa que marque con un "sí", un "no" o con un 
			"desconocido" el espacio relativo a las diversas actitudes del OVNI 
			que dice haber visto. 
			  
			Las preguntas están formuladas así:
			 
				
				"¿Cómo actuaba el fenómeno?: ¿se 
				movía en línea recta?, ¿permanecía inmóvil?, ¿aceleró de pronto 
				para alejarse?, ¿se partió en pedazos y estalló?, ¿cambió de 
				color?, ¿echaba humo?, ¿emitía una luz fuerte o parpadeaba?, 
				¿desaparecía y volvía a aparecer?, ¿giraba como un trompo?, 
				¿hacía ruido?, ¿tenía un movimiento ondulante u oscilante?". 
			Las preguntas son interesantes, en el 
			sentido de que se leen como un resumen de lo que los observadores 
			han informado después que han visto, o han creído ver, platillos 
			voladores o cualquier cosa, excepto los hombrecillos verdes u otros 
			humanoides que algunos han creído distinguir en el interior de los 
			OVNI. 
			La Fuerza Aérea, que es tal vez el servicio más estrechamente 
			relacionado con los OVNI, firmó un contrato con la Universidad de 
			Colorado para elaborar un estudio final sobre los mismos, que fue 
			puntualmente entregado en 1968. Este proyecto, bajo la dirección del 
			doctor Edward A. Condón, director científico del informe, titulado 
			"Estudio científico de los Objetos Voladores No Identificados", 
			llegó a la conclusión, después de un estudio detallado acerca de una 
			amplia gama de casos, de que la mayor parte de los informes 
			presentados eran explicables de una manera u otra y que sólo un 
			pequeño porcentaje no tenía explicación.
 
			  
			Se concluyó también que la cantidad de 
			tiempo y dinero empleado en investigar los OVNI no justificaba la 
			información científica obtenida, dando a entender que cualquier 
			nuevo esfuerzo sería inútil. Mientras tanto, las visiones de OVNI 
			continuaron y se siguió informando sobre su presencia en los cielos 
			de diferentes lugares del mundo, y también en el espacio, en vuelos 
			individuales o masivos. 
			Aparte de los desmentidos oficiales, otra circunstancia que 
			obviamente atenta contra un estudio serio acerca de los OVNI es el 
			sentimiento generalizado acerca de la falta de seriedad con que los 
			medios de comunicación se refieren a las visiones de estos objetos.
 
			  
			En el mes de octubre de 1973, cuando los 
			testimonios de observadores aumentasen notoriamente, dando cuenta de 
			visiones en Louisiana, Ohio, Mississippi, Minnesota, Georgia y 
			Florida, y cuando entre ellos figuraron personas tan importantes 
			como el gobernador de Minnesota y numerosos funcionarios de policía 
			y soldados, se despertó suficiente interés entre el público como 
			para que la prensa y las cadenas de radio se ocuparan frecuentemente 
			del tema.  
			  
			La radio de la Columbia Broadcasting 
			System, por ejemplo, ofreció a sus auditores un reportaje bastante 
			detallado... ¡escrito en verso! Otra crónica aseguró que la policía 
			de Detroit había preparado todo un procedimiento para arrestar a los 
			ocupantes de los OVNI, incluso teniendo en cuenta su separación, en 
			caso de que se trate de entes de sexo masculino o femenino (como si 
			las diferencias biológicas terrestres pudieran darse en igual forma 
			en los centenares de millones de planetas potencialmente habitados). 
			La persistencia de los testimonios y el no reconocimiento oficial 
			del fenómeno provoca en los creyentes sentimientos como los 
			expresados por E. J. Ruppelt, quien dirigió una investigación de la 
			Fuerza Aérea sobre esta materia, en su libro The Report on 
			Unidentified flying Objects (El informe sobre Objetos Voladores No 
			Identificados):
 
 ¿Qué puede constituir una prueba? ¿Tendría un OVNI que aterrizar en 
			la entrada al Pentágono que da hacia el río, cerca de las oficinas 
			de los jefes del Estado Mayor? ¿O es prueba suficiente el que una 
			estación de radar lo detecte, envíe un avión a chorro a 
			interceptarlo, que el piloto del avión lo vea y lo identifique en su 
			radar, hasta que el OVNI huya a una velocidad fenomenal? ¿Constituye 
			prueba el que un piloto de otro avión a chorro dispare contra uno de 
			esos objetos y luego insista en su versión, incluso luego de verse 
			amenazado con ser sometido a una Corte Marcial?...
 
 Los informes acerca de OVNI registrados en la zona sur de Florida - 
			las Bahamas han sido y siguen siendo numerosos, mucho más que en 
			cualquier otra región. Se les ha visto bajo aguas transparentes, en 
			el cielo y viajando del cielo al mar y del mar al cielo.
 
			  
			Los testimonios han provenido de 
			observadores dignos de crédito y los lugares en que se han producido 
			las visiones han dado pie a algunas teorías según las cuales su 
			presencia está relacionada con las desapariciones que ocurren dentro 
			del Triángulo de las Bermudas; o mejor dicho, para ser más 
			explícito, que los OVNI han estado secuestrando aviones y barcos 
			durante varias generaciones. 
			Uno de los partidarios más elocuentes de esta versión es John 
			Spencer, autor del libro Limbo of the Lost (Limbo de los perdidos). 
			El autor está familiarizado con los aviones, puesto que fue piloto 
			de la Fuerza Aérea durante 10 años. Es además un estudioso del 
			fenómeno de los OVNI y miembro de NICAP (Comité Nacional de 
			Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), un organismo 
			investigador muy serio, que incluye entre sus miembros a altos 
			funcionarios del Gobierno, la Marina y organismos especializados en 
			cohetería de los Estados Unidos.
 
			  
			Spencer comenzó a interesarse por el 
			Triángulo de las Bermudas —al que prefiere llamar "Limbo de los 
			Perdidos"— durante la época de la desaparición del submarino atómico 
			Scorpion, que muchos relacionaron con otras pérdidas ocurridas 
			dentro del Triángulo. Sin embargo, la pérdida de este submarino no 
			constituyó un misterio, porque fue finalmente localizado a más de 
			650 km de las Azores, gracias, en parte, según Spencer, a los datos 
			proporcionados gentilmente por los rusos a la Marina de los Estados 
			Unidos.  
			  
			Luego siguió estudiando la zona de las 
			desapariciones y, mediante la proyección de las pérdidas en un mapa, 
			llegó a la conclusión de que la mayoría tienen lugar en la 
			plataforma continental que va desde Cape May, en New Jersey (cerca 
			de Nueva York) hasta el extremo de Florida, y aún más allá, 
			siguiendo por el Oeste hacia el Golfo de México, y por el Sudeste 
			hasta las Antillas. Incluye también un círculo de 700 km de radio 
			con centro en las Bermudas, y todos los bancos de las Bahamas. 
			Spencer ha realizado estos estudios durante muchos años y piensa que 
			la única explicación plausible en torno de la pérdida de aviones y 
			barcos con sus tripulaciones y pasajeros, es que han sido y son 
			arrebatados físicamente de los mares y cielos por los que viajaban.
 
			  
			Señala: 
				
				Puesto que la desaparición total de 
				navíos de más de 175 metros de largo, en mares totalmente en 
				calma y a 80 km de la costa, lo mismo que la de aviones a punto 
				de aterrizar, no puede ocurrir, según, las normas terrestres, y 
				sin embargo, siguen ocurriendo, me veo obligado a concluir que 
				se los están llevando de nuestro planeta. 
				El examen de los detalles de las visiones de OVNI, no sólo en 
				nuestra época sino a lo largo de toda la historia escrita, le 
				han llevado a creer que existen dos tipos principales de 
				objetos: uno sería el omnipresente "platillo volador", que 
				mediría unos 25 metros de circunferencia, y el otro un enorme 
				navío-madre, capaz de transportar una docena o más de 
				"platillos", o tal vez grandes ejemplares de muestra de 
				embarcaciones terrestres. Este gigantesco aparato espacial de 
				transporte correspondería a los de enorme tamaño y forma oblonga 
				o cilíndrica de los que algunas veces se ha hablado (llamándolos 
				objetos "con forma de puro"), pero no con la frecuencia con que 
				se menciona a los "platillos".
 
			Spencer piensa que la razón de que se 
			produzcan tantos "golpes" en el Triángulo, o Limbo, es que allí las 
			oportunidades de capturar ejemplares humanos son más numerosas, ya 
			que, en general, los presuntos captores parecen evitar las 
			operaciones de aterrizaje y los contactos con seres humanos.  
			  
			La zona está atestada de viajeros por 
			mar y aire, y a esos entes extraños les resultaría fácil entrar y 
			salir de allí. Según su opinión, la fuerza motriz de los OVNI podría 
			estar basada en una utilización muy sofisticada de las frecuencias 
			radiales como propulsor. Esto explicaría los fallos electrónicos 
			advertidos en casi todos los incidentes. 
			La teoría de Spencer acerca de la razón por la que los raptos 
			espaciales se producen en tan grande escala resulta inquietante y es 
			compartida por diversos otros investigadores, que parecen haber 
			llegado a la misma conclusión de manera independiente.
 
			  
			Sostiene que, entre el asombroso número 
			de planetas de los demás sistemas solares situados dentro de nuestra 
			galaxia (¡existen aproximadamente 1021 estrellas, cada una dotada 
			presumiblemente de su sistema solar!), hay que suponer, de acuerdo 
			con la ley de probabilidades, la existencia de civilizaciones 
			altamente desarrolladas; en consecuencia, es posible que las 
			poblaciones de otros planetas se hayan desintegrado en épocas 
			remotas, debido al mal uso de la energía, y convertido en soles 
			llameantes, sin haber dejado huella alguna de su historia, población 
			y desarrollo científico y cultural.  
			  
			De ahí que los visitantes de otros 
			mundos podrían estar interesados en mantener una reliquia viviente 
			de la Tierra en otros planetas, o tal vez desean impedir el avance 
			de nuestra actual civilización, antes que el mal empleo de la 
			energía nuclear se convierta en un peligro para otros mundos. O tal 
			vez tienen otros motivos, que nos resulta imposible concebir. 
			Podría ser incluso que estas inteligencias foráneas estuviesen 
			dispuestas a dejarnos seguir nuestro camino, observándonos, pero 
			capturando ejemplares de muestra que conservarían como un ejemplo de 
			la vida terrestre, tal como era antes de la autodestrucción del 
			planeta, lo que, en el caso de los demás planetas, no habrían tal 
			vez logrado realizar a tiempo.
 
			Cuando se examinan las numerosas descripciones de los que quizás 
			fueron OVNI anteriores a la era del aeroplano, se tiene la impresión 
			de que la Tierra ha estado sometida desde hace mucho tiempo a la 
			observación de otros mundos y otras civilizaciones.
 
			  
			Sin embargo, puesto que a lo largo de 
			toda su historia el hombre ha elevado la mirada al cielo en busca de 
			signos y portentos (que casi siempre encontró), a veces resulta 
			difícil establecer la diferencia entre los verdaderos OVNI (si es 
			que lo eran) y los numerosos y rojizos fenómenos celestes, que han 
			sido interpretados en formas diversas, como advertencias, estímulos 
			o profecías. Un párrafo de los anales de Tutmosis III (1500-1450 
			A.C.), un faraón de la XVIII dinastía, podría constituir el primer 
			testimonio acerca de un OVNI visto en la Antigüedad.   
			  
			A diferencia de lo que ocurre con 
			algunos de los relatos visionarios de siglos posteriores, éste 
			describe la desusada aparición con una laudable objetividad: 
				
				En el año 22, tercer mes de 
				invierno, a la sexta hora del día, los escribas de la Casa de la 
				Vida... notaron que un círculo de fuego se estaba acercando 
				desde el cielo... su cuerpo tenía cinco metros de ancho y cinco 
				metros de largo... se posaron sobre sus vientres... (luego) 
				fueron a dar cuenta al faraón. Su Majestad estaba meditando 
				sobre lo que estaba ocurriendo entonces... estas cosas se 
				hicieron más numerosas que antes en el cielo... brillaban más 
				que el sol radiante y se extendía hasta los cuatro pilares del 
				cielo. 
				El ejército del faraón observó... Su Majestad estaba en el 
				centro... Después de la cena estos círculos de fuego ascendieron 
				a lo alto en el cielo, hacia el Sur.
 
				El faraón hizo que se quemara incienso para restablecer la paz 
				en la tierra, y ordenó que lo ocurrido fuese escrito en los 
				anales de la Casa de la Vida... para que fuese recordado para 
				siempre...
 
			Cabe advertir que el faraón mantuvo el 
			aplomo en medio de aquella tensión, como corresponde a un dios, que 
			era como se le consideraba y como tal se consideraba a sí mismo, 
			aunque posiblemente quedó algo confundido por esta manifestación de 
			otros dioses superiores. 
			En 
			Gilgamesh, narración épica de la antigua Babilonia, heredada 
			probablemente de la anterior civilización sumeria, describe al héroe Etana cuando los dioses le transportaron más allá de la Tierra, 
			hasta que estuvo tan lejos que el mar le parecía un estanque de agua 
			y la Tierra un cereal. Esto es más o menos lo que habría visto, si 
			hubiese contemplado el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y las tierras 
			vecinas desde una gran altura, o una trayectoria orbital.
 
			La ardiente visión presenciada por Ezequiel —"el torbellino del 
			Norte... un fuego que se envolvía a sí mismo... del centro surgieron 
			cuatro criaturas vivientes..."— ha sido citada con frecuencia como 
			un OVNI que aterrizó y posteriormente llevó a Ezequiel como 
			pasajero. Esta visión celestial, que tal vez era una nave espacial, 
			se produjo en el siglo VII A.C. y es el tema de gran parte del Libro 
			bíblico de Ezequiel.
 
			  
			Recientemente fue objeto de una 
			investigación, en el desusado libro alemán Da Tat Sich Der Himmel 
			Auf (Los Cielos se abrieron), recientemente publicado en inglés con 
			el título 
			
			The Space Ships of Ezequiel (Las naves espaciales de 
			Ezequiel). Fue escrito por Josef Blumrich, un diseñador e ingeniero 
			de cohetes que ahora trabaja con la NASA en Huntsville, Alabama. 
			El doctor Blumrich comenzó su libro con la intención de desvirtuar 
			la teoría, algunas veces avanzada, de que la visión de Ezequiel fue 
			realmente una nave espacial. Sin embargo, a medida que avanzó en su 
			investigación, advirtió que las detalladas alusiones de Ezequiel a 
			la aparición que había visto tendrían perfecto sentido si las 
			"ruedas dentro de las ruedas" se hubiesen referido a una propulsión 
			similar a la del helicóptero, que habría permitido al cohete central 
			flotar sobre la tierra.
 
			  
			Comprobó también que los procesos 
			habituales de aterrizaje y despegue de cohetes eran clara y 
			detalladamente descritos por Ezequiel, cuando habla de los colores 
			cambiantes según la velocidad, la explosión del viento, la velocidad 
			de aterrizaje e incluso el traje del ocupante, con apariencia de 
			tejido de asbesto.  
			  
			En vista de todo ello, Blumrich modificó 
			su tesis y escribió un libro diametralmente opuesto al que había 
			empezado, determinando por medio de referencias bíblicas, no sólo 
			que Ezequiel había visto una nave espacial repetidamente, sino que 
			el ser descrito por Ezequiel como Dios era, sencillamente, el 
			capitán del cohete... 
			La descripción de Ezequiel no es sino una de una larga serie de 
			relatos históricos acerca de lo que podrían haber sido OVNI de la 
			Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento y la primera época 
			moderna. Las diferentes formas en que los observadores los han 
			descrito a lo largo de los siglos resultan curiosas, variadas y a 
			menudo divertidas.
 
			  
			Pero su misma variedad parece 
			proporcionar una línea de narraciones que se van confirmando, cuando 
			pensamos que los que los vieron se han referido a ellos con el 
			vocabulario que resultaba más natural a sus mentes desconcertadas.
			 
			  
			Podríamos suponer, por ejemplo, que 
			Ezequiel utilizó términos como "león", "buey" y "águila" para 
			describir algunas de las características del cohete, comparando lo 
			que era tal vez el mecanismo de aterrizaje con el pie de una res 
			(descripción, por cierto, bastante adecuada), ya que él, que 
			pertenecía a una economía pastoril, estaba familiarizado con 
			aquellos animales salvajes y domésticos. 
			Alejandro el Grande, que era a su vez un conocedor eminente del arte 
			de la guerra, comparó un posible OVNI, que en 320 A.C. interrumpió 
			la marcha del ejército griego por el río Jaxartes hacia la India, 
			con "grandes y brillantes escudos plateados".
 
			Aristóteles (384-322 A.C.), aficionado al lanzamiento del disco de 
			los atletas griegos, calificó los objetos que vio en el cielo de 
			discos celestiales. Los romanos, más belicosos, los compararon, como 
			Alejandro, con escudos o dardos feroces o flotas de navíos. Plinio, 
			en el volumen II de su Historia natural (100 A.C.), escribió:
 
				
				"Durante el consulado de Lucius 
				Valerius y Gaius Valerius, un escudo ardiente que despedía 
				chispas recorrió el cielo de Este a Oeste". 
			Los hawaiianos describen los objetos que 
			han estado observando durante unos mil años como "akutele" o 
			espíritus voladores. En Europa, 
			
			durante la religiosa Edad Media, los 
			objetos movibles que aparecían en el cielo durante la noche se 
			asemejaban a cruces.  
			  
			(¿Será posible que ésta haya sido una de 
			las cruces vistas por Constantino y que cambió la historia?)  
			  
			En algunas otras ocasiones, como 
			Ezequiel, se las presentó bajo la forma de ardientes ruedas 
			giratorias. 
			En la era de los descubrimientos y las exploraciones, los viajeros 
			celestiales asumían, a ojos de los observadores, el aspecto de 
			barcos, y más tarde, cuando se inventaron los globos, los OVNI 
			fueron descritos en Francia como "brillantes globos rojizos." 
			Durante el siglo XIX, en la ciudad de Vermont, famosa por sus 
			telares, los que los veían los llamaban "husos aéreos".
 
			Y, así como en épocas anteriores se les describió según los nombres 
			que venían más rápido a los labios de quienes los veían, durante 
			nuestra propia civilización los hemos llamado "platillos volantes" u 
			"objetos con forma de puro." Como dato interesante, habría que 
			señalar que, en 1947, durante los dos primeros días de visiones 
			masivas en los Estados Unidos, en Iowa y luego sobre el pico Mount 
			Rainier, en Washington, se les identificó primero como "discos" y 
			luego "moldes de pasteles", y finalmente se les llamó "platillos".
 
			Frank Edwards, viejo observador de fenómenos no explicados, piensa 
			que 
			la tremenda explosión ocurrida en Siberia el 30 de junio de 
			1908, en una zona desierta a lo largo del río Yenisei, cerca del 
			lago Baikal (y en la que sólo murieron renos), no fue el resultado 
			del choque de un meteorito contra la Tierra, como se pensó durante 
			mucho tiempo, sino una explosión atómica producida por el estallido 
			de una nave espacial.
 
			  
			Cita al científico y escritor ruso 
			Alexander Katzenev, quien declaró que, según recientes 
			investigaciones, el daño que produjo la conflagración es idéntico al 
			ocasionado por las explosiones atómicas causadas por el hombre en 
			condiciones similares, con radioactividad prolongada y fusión de 
			metales. No se ha recuperado ningún fragmento de meteorito, aunque, 
			naturalmente, podrían hallarse enterrados a gran profundidad.  
			  
			Edwards concluye:  
				
				"En la catástrofe del río Yenisei, 
				en 1908, perdimos un visitante del Universo...". 
			En su libro The Case for the UFO's (El 
			caso de los OVNI), M. K. Jessup, un autor de considerable 
			preparación científica, dada su condición de astrónomo y 
			especialista en selenografía (experto en la Luna), opinó que las 
			famosas desapariciones de barcos y los misterios del Triángulo de 
			las Bermudas, como las que afectaron al Freya, al Mary Celeste, al 
			Ellen Austin y a tantos otros, fueron causadas por OVNI.  
			  
			Pero Jessup va más allá del Triángulo y 
			describe la desaparición de la tripulación completa del Seabird, un 
			gran barco de vela, que se desvaneció después de enviar señales de 
			saludo a un pesquero, cerca del puerto de Newport, en Rhode Island, 
			en 1850. 
			  
			En el cuaderno de bitácora del Seabird 
			se podía leer una nota escrita a 3,5 km del puerto, y en la mesa del 
			comedor se halló dispuesta una comida completa. Aparentemente, el 
			velero continuó su ruta hacia el puerto donde estaba anclado 
			habitualmente, fue a vararse en la playa —"como llevado de la mano 
			de un gigante"— y por la noche, aunque estaba firmemente enclavado 
			en la arena, desapareció en medio de una tormenta.  
			  
			Tras examinar estos incidentes náuticos, 
			Jessup llegó a la conclusión de que tales desapariciones eran, 
				
				"casi imposibles de explicar, 
				excepto hacia arriba... Algo operaba desde arriba, con gran 
				poder y velocidad de acción...".  
			Luego adelanta una sugerencia acerca del 
			"rigor selectivo... cierta evasión y carácter secreto..." agregando 
			que "son todos atributos de la inteligencia". 
			Jessup creía que el desarrollo de nuestra era aeronáutica "es de un 
			gran interés para nuestros vecinos del espacio" y que allí podría 
			estar la explicación del creciente número de visiones de OVNI 
			habidas en años recientes, que estuvieron concentradas en gran 
			medida en la zona del Triángulo situada frente a la costa de Florida 
			y alrededor de Cabo Kennedy.
 
			  
			El 10 de enero de 1964 se dio allí el 
			caso de un OVNI que entró en el radio de seguimiento del radar 
			durante el lanzamiento de un cohete Polaris y que la pantalla lo 
			siguió en su extraño curso durante catorce minutos, antes de volver 
			a enfocar al Polaris. Aunque ampliamente comentada por los que se 
			encontraban presentes, esta aparición nunca fue registrada por la 
			prensa, posiblemente porque los misterios no suelen robustecer la 
			confianza del público.  
			  
			La teoría de Jessup acerca del "interés" 
			de los OVNI en nuestra era aeronáutica —desplazado hacia nuestra era 
			espacial, desde la muerte de aquélla, en 1959— se ha visto 
			considerablemente robustecida por algunos acontecimientos muy 
			recientes. Durante los lanzamientos de algunos cohetes, sobre todo 
			los Géminis 4 y 7, se han observado algunos OVNI.  
			  
			Los astronautas del Géminis, McDivitt y 
			Borman, observaron un "duende" que avanzaba en paralelo a su nave y 
			pensaron por un momento que podría ser necesario emprender una 
			acción evasiva. Luego se informó que otro "duende" había seguido al 
			Géminis 7. El vuelo del Apolo 12 hacia la Luna se vio "escoltado" 
			por dos OVNI, uno al frente y otro detrás, cuando se hallaba a 
			210.000 km de la Tierra, en el espacio exterior. Su presencia llevó 
			al astronauta Gordón a comentar que eran "muy brillantes y parecían 
			hacernos señales luminosas".  
			  
			Aunque desde entonces no ha habido 
			confirmación del Centro Espacial de Houston o de la NASA, estas 
			luces también fueron notadas por varios observatorios europeos. Más 
			tarde, durante el mismo vuelo, los astronautas vieron otra luz 
			brillante, que calificaron de "tan grande como Venus", y que se 
			situó entre ellos y la Tierra durante alrededor de diez minutos, 
			para luego desaparecer. 
			Aunque debe tenerse en cuenta que estos objetos podrían ser 
			cualquier cosa no identificada, incluso partes de los cohetes 
			impulsores u otros restos flotantes en el espacio, las actividades 
			de tales OVNI, así como su capacidad para aparecer y desaparecer, 
			parecen sugerir una dirección no orbital e independiente.
 
			En 
			el Informe Condon, el doctor Franklin Roach se refirió a las 
			supuestas visiones de OVNI por parte de los astronautas, señalando 
			que,
 
				
				"las condiciones en que los 
				astronautas hicieron esas observaciones son similares a aquellas 
				en que se encontrarían una o dos personas que viajaran en el 
				asiento delantero de un automóvil pequeño, sin ventanillas 
				traseras o laterales y con un parabrisas muy sucio y 
				parcialmente cubierto".  
			Llevada a su conclusión lógica, esta 
			observación daría a entender que nada que los astronautas pudiesen 
			haber advertido por medio de la observación visual sería digno de 
			crédito. 
			Como ha ocurrido con muchos otros investigadores de OVNI e 
			incidentes ocurridos dentro del Triángulo, Jessup quedó convencido 
			de que había una censura encubierta que ocultaba muchas 
			informaciones y acontecimientos importantes.
 
			  
			El último libro que publicó antes de su 
			muerte se refería a las alusiones bíblicas a "platillos volantes" y 
			también se refería a la cuestión de cómo el magnetismo controlado 
			puede producir invísibilidad, que es una proyección de la "teoría de 
			campo unificado" de Einstein y que Jessup consideraba la clave, 
			tanto de las repentinas apariciones y desapariciones de OVNI como de 
			barcos y aviones.  
			  
			El día de su muerte, 20 de abril de 
			1959, se encontraba en Miami y, según el doctor Manson Valentine, su 
			amigo de muchos años y una de las últimas personas con quien habló, 
			estaba muy deprimido. El doctor Valentine le había invitado a cenar 
			la noche del 20 de abril; Jessup aceptó, pero no llegó. Murió dentro 
			de su coche, estacionado en el parque municipal de Dade, envenenado 
			con monóxido de carbono proveniente del tubo de escape, que había 
			sido conectado hacia el interior del automóvil por medio de una 
			manguera.  
			  
			Debido tal vez a la insistencia de 
			Jessup en ciertos aspectos de la intervención de otros mundos en 
			asuntos de este planeta, hay quienes piensan que su muerte no fue 
			auto-provocada y que el incidente es una muestra de los peligros que 
			se corren al investigar muy de cerca en este campo. 
			El doctor Manson Valentine, zoólogo, arqueólogo y oceanógrafo, ha 
			estudiado durante varias décadas los extraños acontecimientos del 
			Triángulo de las Bermudas, situándose en el Triángulo mismo, en 
			Miami, las Bahamas y otras islas. Como investigador in situ es una 
			fuente excelente para determinar tanto lo que ha ocurrido allí en el 
			pasado como lo que está ocurriendo ahora.
 
			  
			Mucha de la información de que dispone, 
			especialmente la que recogió en sus últimas conversaciones con 
			Jessup resulta tan asombrosa, que preferimos reseñarla con sus 
			propias palabras, en sus respuestas a las siguientes preguntas: 
				
				¿Cuánto tiempo lleva usted 
				interesado en la observación de los fenómenos del Triángulo de 
				las Bermudas? 
				Durante más de veintiocho años, desde la desaparición de los PBM, 
				en 1945. He reunido datos sobre las desapariciones, he 
				entrevistado a supervivientes de los hechos y guardo anotaciones 
				acerca de los testimonios relativos a OVNI que fueron avistados 
				en la zona en el momento de las desapariciones.
 
 ¿Ha habido un aumento notorio de visiones de OVNI en la 
				región actualmente?
 
				En esta región se producen más visiones que en ningún otro 
				lugar. Ha habido muchas visiones recientes de aviones que 
				sabemos que no son tales, y de naves submarinas que sabemos que 
				no son submarinos normales.
 
				El capitán Dan Delmonico vio recientemente uno de estos 
				artefactos, en abril de 1973. Es un marino de toda la vida y un 
				observador tranquilo y de gran reputación. Tuvo dos visiones 
				casi idénticas de un objeto no identificado, bajo las aguas 
				trasparentes de la Corriente del Golfo —ambas aproximadamente en 
				la misma zona-, a más o menos un tercio de la distancia de 
				navegación entre Great Isaac Light, al norte de las Bimini y 
				Miami, donde las aguas de la Corriente del Golfo son muy 
				profundas. Ambas visiones se produjeron alrededor de las cuatro 
				de la tarde, cuando el mar estaba en calma, el oleaje era normal 
				y había una visibilidad excelente.
 
				 
				En ambos casos, hubo un objeto 
				blanco-grisáceo, liso, y de una forma parecida a la de "un puro 
				muy grueso, de bordes redondos", que pasó rápidamente bajo la 
				proa de su embarcación. Delmonico calculó que su tamaño era de 
				unos 45 a 60 metros de largo, y su velocidad de por lo menos 100 
				a 110 km por hora.    
				Cuando lo vio, de pronto, parecía 
				que iba a chocarle y le dio la impresión de que se aprestaba a 
				salir a la superficie justo delante de él. Pero, quizás 
				advirtiendo su presencia, después de pasar directamente por 
				debajo de su embarcación, el objeto se hundió y desapareció. No 
				hubo turbulencias ni una conmoción apreciable. El objeto no 
				mostraba aletas, elevadoras ni ninguna otra protuberancia que 
				alterase la superficie lisa. Tampoco tenía ventanillas u ojos de 
				buey. 
				Los pilotos de aviones y las tripulaciones de barcos han visto 
				OVNI con tanta frecuencia en los cielos del Triángulo, que ya se 
				han convertido en algo muy trivial, en especial sobre la Lengua 
				del Océano. Lo que resulta más inquietante es la presencia de 
				algunos de estos objetos revoloteando o suspendidos sobre las 
				cumbres de los árboles, en el pantano Okefenoke.
 
				Algunos soldados y yo mismo los hemos visto. En una ocasión 
				observé uno que tenía un rayo azul apuntando hacia las aguas de 
				un lago. Tal vez estaba cargando agua o incluso muestras para el 
				estudio de la fauna local. Cuando se produjo el apagón de abril 
				de 1973 en Florida meridional, fueron vistas algunas luces 
				azul-verdosas y azules en el cielo, especialmente en Turkey 
				Point, donde está situado un reactor nuclear.
 
				Durante el gran apagón ocurrido hace algunos años en la costa 
				del Este, fueron observados alrededor de una docena de OVNI.
 
 ¿Tiene usted alguna teoría acerca de la propulsión de los 
				OVNI?
 
				Hay varias que son posibles. Un método que resulta útil 
				solamente dentro de nuestra atmósfera, consistiría en que una 
				nave con forma de disco y con un perímetro de generadores de 
				rayos catódicos viajase rápidamente en cualquier dirección, 
				sencillamente al hacer funcionar los generadores situados en el 
				extremo frontal o en un costado, según el rumbo deseado.
   
				Luego los generadores ionizarían el 
				aire situado frente al vehículo, causando un vacío dentro del 
				cual podría moverse. Estas bolsas de aire ionizado dejados por 
				los OVNI podrían muy bien ser la causa de las turbulencias de 
				aire claro advertidas por los pilotos. 
				Otro de los métodos se asemeja al de los actuales aviones a 
				chorro, pero sería infinitamente más rápido; cercano, en teoría, 
				a la velocidad de la luz. Los reactores estarían basados en la 
				fusión, y no en la fisión atómica, y sólo se necesita materia y 
				agua fusionables. Este tipo de propulsión explicaría tal vez que 
				se hayan visto OVNI "succionando" agua desde algunos lagos 
				interiores.
 
				Hay otra teoría que supone un cambio de tiempo y dimensión 
				basado en campos electromagnéticos especiales.
 
 ¿Existía, según el doctor Jessup, una relación entre los OVNI 
				y el Triángulo de las Bermudas?
 
				Tenía una teoría, según la cual el poder de los campos 
				magnéticos podía transformar y transportar materia desde una 
				dimensión a otra... Creía que los OVNI podían entrar en nuestra 
				dimensión y luego salir, llevándose muestras de seres humanos o 
				de otro tipo. Además, pensaba que algunos de los accidentes 
				habían sido provocados por los rayos catódicos de los OVNI, que 
				habrían creado un vacío en el cual se desintegraban los aviones 
				que penetraban en aquel campo.
   
				Esto es probablemente lo que le 
				ocurrió a Mantel. (Nota: el 7 de enero de 1948, el capitán 
				Thomas Mantel y varios otros pilotos de la base Godman, en Fort 
				Knox, persiguieron con sus Mustangs P-51 a un OVNI "de enorme 
				tamaño" que habían observado durante el día, cerca de la base.
				   
				Cuando Mantel se elevó 
				persiguiéndole, algunos testigos lo vieron desintegrarse. Una 
				declaración posterior de la Fuerza Aérea sostuvo que el capitán 
				"perdió el control mientras trataba de alcanzar el planeta Venus 
				y que el avión se destrozó al caer en picado".) Mantel voló 
				demasiado cerca del platillo y cayó dentro del campo ionizado. 
				Su aparato estalló en tantos pedazos, que no se pudo encontrar 
				ninguno mayor que un puño. Todos los que se hallaron estaban 
				perforados, como si hubieran sido horadados por pequeños 
				gusanos. 
				Esto podría haberle ocurrido también al Constellation que Bob 
				Brush (un piloto de avión comercial) vio estallar cerca de Gran 
				Inagua, en las Bahamas, en octubre de 1971. Bob iba volando en 
				un DC-6 y captó en su radar al Constellation, que volaba bajo y 
				tal vez con dificultades.
   
				De pronto explotó, lo que provocó 
				una llamarada que encendió el cielo de un horizonte al otro. La 
				explosión fue tan brillante que le hizo daño en los ojos, lo que 
				era absolutamente desusado. Una embarcación que se hallaba en 
				las cercanías recogió un manual de vuelo que Bob pudo examinar 
				luego. Estaba acribillado de pequeños agujeros, igual que los 
				restos del avión desintegrado de Mantel. 
				Sean lo que fuesen los OVNI parecen crear un torbellino 
				magnético temporal y un tipo de ionización que puede causar la 
				desaparición o la desintegración de barcos y aviones.
 
				Antes de morir, Jessup creía que estaba a punto de descubrir la 
				base científica de lo que estaba ocurriendo, que para él 
				resultaba explicable según la "teoría de campo unificado" de 
				Einstein.
 
 ¿Podría usted darnos una explicación simple de lo que es esa 
				teoría?
 
				La base está en que todos nuestros conceptos de espacio-tiempo y 
				materia-energía no son entidades separadas, sino transmutables 
				en las mismas condiciones que la perturbación electromagnética. 
				En realidad, la teoría de campo unificado ofrece otra 
				explicación acerca de cómo los OVNI podrían materializarse y 
				desaparecer tan repentinamente.
 
				En la práctica, es algo que tiene que ver con los campos 
				magnéticos y eléctricos, de la siguiente manera: un campo 
				eléctrico creado en un anillo induce un campo magnético en 
				ángulo recto con relación al primero. Cada uno de estos campos 
				representa un plano del espacio. Pero, puesto que existen tres 
				planos del espacio, debe haber un tercer campo, que posiblemente 
				es gravitacional.
   
				Mediante el enlazamiento de 
				generadores electromagnéticos, de forma que produzcan un pulso 
				magnético, sería posible crear este tercer campo, a través del 
				principio de la resonancia. Jessup me dijo que pensaba que la 
				Marina de los Estados Unidos tropezó inadvertidamente con esto 
				durante un experimento de guerra que se realizó en un destructor 
				y que recibió el nombre de Experimento Filadelfia.
 ¿Qué era el Experimento Filadelfia?
 
				Según Jessup, era una experiencia secreta que la Marina realizó 
				durante la guerra, en 1943 en el mar, frente a Filadelfia. Su 
				finalidad era verificar el efecto de un fuerte campo magnético 
				sobre una embarcación de superficie tripulada. Esto había de 
				realizarse utilizando generadores magnéticos (degaussers).
   
				Se emplearon generadores pulsadores 
				y no pulsadores, para crear un enorme campo magnético sobre y 
				alrededor de un barco inmovilizado. Los resultados fueron tan 
				sorprendentes como importantes, aunque tuvieron consecuencias 
				posteriores muy desafortunadas para la tripulación. Cuando 
				empezó a realizarse la experiencia surgió una luz verdosa y 
				opaca, similar a la luminosidad gris brumosa que según los 
				testimonios de supervivientes de que disponemos se produce 
				durante los incidentes del Triángulo de las Bermudas. 
				   
				Muy pronto, el buque entero estaba 
				cubierto por este velo verde y la nave, con tripulación y todo, 
				empezó a desaparecer de la vista de los que se hallaban en el 
				muelle. Sólo podía verse la línea de flotación. Posteriormente 
				se dijo que el destructor había aparecido y desaparecido en 
				Norfolk, Virginia, lo que podría ser el resultado de un viaje 
				invisible de prueba y relacionado con un fenómeno de cambio en 
				el tiempo. 
				Un ex miembro de la tripulación informó que el experimento 
				resultó exitoso, y que se produjo un campo de invisibilidad de 
				forma esférica que se extendía a lo largo de cien metros, desde 
				un haz al otro, dejaba ver la depresión causada por el barco en 
				el barco, pero no el barco mismo.
   
				Al intensificarse la fuerza del 
				campo empezaron a desaparecer algunos marinos que tuvieron que 
				ser hallados mediante una búsqueda al tacto y vueltos a la 
				visibilidad mediante una especie de técnica de recuperación 
				manual. Otros quedaron tan lejos de sus dimensiones materiales 
				que sólo pudieron ser detectados y devueltos a la normalidad 
				mediante un aparato electrónico especialmente diseñado. 
				   
				En aquellos casos, cuando un 
				compañero no podía ser visto ni oído, la tripulación solía 
				decir. "Se quedó pegado en melaza". Lo que se había producido 
				realmente era un estado de animación suspendida, cuya 
				recuperación completa podía convertirse en un serio problema. Se 
				rumoreó que muchos marinos fueron hospitalizados, otros murieron 
				y otros resultaron con perturbaciones mentales.    
				En general, la capacidad física 
				pareció haber aumentado. Algunos tripulantes conservaron los 
				efectos de la transmutación causados por el experimento, y 
				desaparecían y reaparecían temporalmente, en casa o mientras 
				iban por la calle o estaban sentados en bares y restaurantes 
				causando asombro y consternación entre transeúntes y camareros. 
				De pronto, cuando la llevaban a tierra, la bitácora del buque 
				estalló en llamas, con insultados desastrosos para el que la 
				llevaba.
 ¿Presenció el doctor Jessup estos incidentes?
 
				Yo no sé cuántas de las cosas que me contó fueron vistas por él, 
				pero en todo caso las investigó muy acuciosamente. Tenga en 
				cuenta que no era un escritor "maniático", sino un científico y 
				astrónomo famoso y distinguido. Estuvo a cargo del mayor 
				telescopio reflector del Hemisferio Sur, dirigió diversos 
				proyectos relacionados con eclipses, fue el descubridor de las 
				estrellas dobles y tenía una trayectoria científica brillante.
   
				La razón por la que estuvo 
				relacionado con el 
				
				Experimento Filadelfia fue que un hombre que 
				alegaba haber sobrevivido a la prueba, llamado Carlos Allende (o Carl Allen) le escribió en 1956, en relación con su libro El 
				caso de los OVNI. Además, había gran similitud entre su teoría y 
				lo ocurrido durante el experimento.    
				Allende comenzó a escribirse 
				regularmente con Jessup, quien respondía, naturalmente, como 
				cualquier autor a un admirador. Algún tiempo más tarde, la 
				Oficina de Investigación Naval (ONR) le pidió que viajara a 
				Washington. Recuerde que la censura había encubierto el 
				Experimento Filadelfia, con excepción de un pequeño artículo 
				publicado en un periódico de aquella ciudad.    
				Le enseñaron un ejemplar de su 
				libro, que había aparecido misteriosamente en las oficinas de la 
				ONR, y que estaba lleno de anotaciones relativas a sus teorías, 
				al Experimento y a las actividades de los OVNI. Luego le 
				preguntaron si reconocía la letra, que al parecer pertenecía a 
				tres personas distintas. Cada una había identificado sus notas 
				con sus iniciales. Jessup creyó reconocer uno de los escritos y 
				la firma anexa como perteneciente a Allende y entregó las cartas 
				de éste a la ONR.    
				Posteriormente, el Departamento de 
				Marina ordenó reproducirlas en Texas, creo. Se hicieron 25 
				copias exactas del libro marcado, con las notas impresas en 
				rojo. Según Jessup, quien recibió tres ejemplares, le dijeron 
				que aquello sólo circularía en los niveles más altos del 
				Departamento.    
				La Marina nunca admitió nada, 
				oficialmente, pero sin duda estaban interesados en el libro. 
				Jessup me dijo también que la Marina trató de ubicar a Allende 
				por medio del remitente de su correspondencia, pero no lo 
				consiguió. Los otros comentaristas tampoco fueron nunca 
				identificados.
 ¿Por qué se mató Jessup?
 
				Si es que se suicidó, lo hizo probablemente por la extrema 
				depresión en que se hallaba sumido. La Marina le había pedido 
				que siguiera trabajando en el Experimento Filadelfia, o en otros 
				proyectos similares, pero se negó, porque estaba preocupado 
				respecto de sus peligrosas ramificaciones.
   
				También estaba abatido por la 
				crítica de sus libros hecha por el mundo científico y académico.
 Dijo usted "si es que se suicidó". ¿Existe algún motivo para 
				pensar que lo mataron?
 
				Hubo algunos comentarios en ese sentido. Algunos lo pensaron y 
				tal vez pudo salvarse. Cuando lo encontraron estaba todavía con 
				vida... Tal vez dejaron que se muriera. Sus teorías eran muy 
				avanzadas y tal vez había gente o influencias que deseaban 
				evitar que se propagaran.
   
				Es curioso que el ejemplar del libro 
				de la Marina lleno de anotaciones que pertenecía a Jessup y otro 
				que regaló a Briant Reeves (otro escritor especializado en OVNI) 
				desaparecieron del correo cuando fueron enviados a otras 
				personas.
 ¿Está usted de acuerdo con las teorías de Jessup?
 
				En general, sí. Toda la cuestión del magnetismo es por ahora un 
				misterio. Si desarrolláramos las sugerencias contenidas en la 
				teoría del campo unificado de Einstein, que relacionan los 
				campos gravitacionales y electromagnéticos con la teoría del 
				espacio-tiempo, y si los campos magnéticos fuesen 
				suficientemente fuertes, esa sería la causa de que los objetos y 
				la gente cambien de dimensión, haciéndose invisibles.
   
				La respuesta a la cuestión del 
				Triángulo de las Bermudas se halla tal vez en las aberraciones o 
				controles electromagnéticos, que se evidencian sólo en algunas 
				épocas, cuando son activados por casualidad o a propósito, y 
				parece posible que la presencia de los OVNI cree las cargas de 
				energía requeridas.
 ¿Por qué cree usted que existe esa concentración de 
				incidentes en el Triángulo de las Bermudas?
 
				Creo que es posible que los seres inteligentes que dirigen a los 
				OVNI no estén sólo tomando muestras y verificando nuestro 
				progreso científico, como lo demuestra su interés por Cabo 
				Kennedy y nuestras pruebas espaciales, sino que están retornando 
				a lo que podrían ser antiguos recintos sagrados o quizá centros 
				o estaciones generadores de energía que actualmente están 
				cubiertos por el mar.
   
				En años recientes hemos descubierto, 
				cerca de las Bimini y en otros lugares de las Bahamas, grandes 
				construcciones en el fondo del mar que constituyen indicios de 
				que allí existía hace miles de años una civilización muy 
				desarrollada. Resulta más que curioso que hayan ocurrido tantos 
				incidentes en esta zona y que haya habido tantas visiones de 
				OVNI, no sólo en el cielo, sino también entrando y saliendo del 
				océano.
 ¿ Qué podemos hacer respecto de los OVNI y de la amenaza que 
				significan?
 
				En este momento no podemos hacer nada. No creo que exista mucho 
				peligro para la mayor parte de los viajeros, y tal vez las 
				personas que han desaparecido están vivas todavía, en otro lugar 
				o dimensión. Me parece, sin embargo, que es importante estudiar 
				la situación y tratar de idear alguna forma de comunicación con 
				ellas. Eso es lo que muchos de nosotros estamos intentando.
 
				En vista de lo que obviamente podría hacerse, deberíamos 
				considerarnos afortunados de que sus actividades hayan sido tan 
				benevolentes hasta ahora, aunque siempre existe la posibilidad 
				de que estos visitantes no provengan de los mismos lugares en el 
				espacio exterior o interior y no tengan las mismas nociones 
				"conservacionistas" acerca de nuestro planeta y sus habitantes.
 
				Si nuestros grandes apagones han sido causados por naves del 
				espacio, deliberada o inadvertidamente, es notable que ni un 
				sólo accidente relacionado con daños sufridos por personas haya 
				sido atribuido a los cortes de energía ocurridos durante esos 
				períodos.
 
 Cabe señalar que tanto el gran apagón del Nordeste, en 1965, 
				como la falla de energía ocurrida en Miami en 1973 fueron 
				seguidas de informes locales acerca de OVNI. Durante el apagón 
				del Nordeste, hubo observadores que advirtieron una bola roja y 
				brillante de 30 metros de diámetro en Syracuse. Entre ellos se 
				hallaba el subcomisionado de la Agencia de Aviación Federal. 
				Fueron vistos OVNI también sobre Nueva York, Newark y Filadelfia 
				y en numerosos lugares de Massachusets, Rhode Island y el estado 
				de Nueva York.
   
				El desperfecto en los motores 
				sufrido por automóviles que se hallaban cerca de los lugares 
				donde fueron vistos OVNI tiene relación con los fallos 
				eléctricos y de radio que suele caracterizar su presencia y que 
				ha sido confirmada por tantos pilotos de aviones y barcos, 
				dentro del Triángulo de las Bermudas. 
				Sin embargo, es evidente que muchas personas aceptaron de 
				antemano la explicación de los OVNI, como causantes del apagón y 
				de las perturbaciones en los sistemas eléctricos y de 
				comunicaciones, y en el campo magnético de la Tierra. La noche 
				del incidente estaban particularmente predispuestas a descubrir 
				visitantes celestes, sobre todo porque no había luces que 
				interfirieran y era una oportunidad óptima para examinar los 
				cielos.
 
				En todo caso, aunque el lugar en que se produjo el fallo del 
				circuito que provocó el gran apagón de 1965 ha sido identificado 
				(el Sir Adam Beck No. 2, en el río Niágara), la causa original 
				no ha sido explicada y el comentario que alguien hizo después de 
				la investigación sigue siendo cierto:
 
					
					"El apagón causado por el fallo 
					de la red de energía del Nordeste ha creado uno de los 
					mayores misterios en la historia de la civilización 
					moderna". 
				Varios de los más persistentes 
				observadores del Triángulo de las Bermudas coinciden al señalar 
				que, puesto que no existe una explicación terrenal acerca de las 
				desapariciones de tantos barcos y aviones, la explicación podría 
				ser extraterrestre: captura de naves y personas por intermedio 
				de los OVNI.    
				Además, la mayor parte de las 
				visiones de estos objetos hablan de luces de distintos colores e 
				intensidades advertidas durante la noche y algunas de las más 
				espectaculares desapariciones de aviones se han caracterizado 
				por las extrañas luces advertidas en el cielo. Eso fue lo que 
				ocurrió en la época del Vuelo 19 y nuevamente en el caso del 
				Star Ariel. Sin embargo, aunque existen ciertas coincidencias 
				acerca de las desapariciones de aviones y barcos, no la hay 
				respecto del lugar desde el cual vendrían los OVNI. 
				Cualquier punto del espacio exterior, con sus billones de 
				planetas posiblemente habitados, podría ser una fuente plausible 
				del origen de estas visitas, salvo que el tiempo del viaje, 
				calculado en años luz, llevaría buena parte de la vida de una 
				persona, o varias vidas.
   
				El viaje a la estrella más cercana, 
				nuestro propio Sol, tomaría sólo ocho minutos, medido en 
				unidades de tiempo-luz, pero la siguiente estrella más próxima, 
				Alpha Centauri, está a 4,3 años-luz de distancia. Sin embargo, 
				es posible que la duración de una vida humana, tal como ahora la 
				concebimos, sea muy distinta a la conocida en los planetas de 
				las estrellas lejanas.    
				Además, en años recientes han 
				surgido nuevas teorías relacionadas con el límite de la 
				velocidad —velocidad de la luz, curvatura del espacio, y 
				relaciones entre tiempo, masa y energía— que podrían terminar 
				por modificar nuestro concepto acerca del tiempo necesario para 
				viajar a otras galaxias. 
			[AQUÍ] 
			Algunos teóricos sugieren que la fuente de las visitas podría 
			hallarse más cerca de la Tierra, tal vez en los océanos de la Tierra 
			misma.
 
			  
			Ivan Sanderson, en su libro Residentes 
			invisibles, señala que casi tres cuartos de la Tierra yacen bajo el 
			agua (hay 400 millones de km2 de agua, y sólo 150 millones de 
			tierra) y que los seres que respiran en la atmósfera y existen sobre 
			el fondo terrestre del "océano de aire" viven bastante cerca de la 
			superficie terrestre, mientras que los que respiran dentro del agua 
			no están limitados a permanecer en el fondo de la hidrosfera y 
			disponen de un volumen cúbico inmensamente mayor para operar y 
			desarrollarse; por esto sugiere lo siguiente: 
				
				... En este planeta existe una 
				"civilización" (o civilizaciones) submarina que ha permanecido y 
				evolucionado aquí durante mucho tiempo y hay seres inteligentes 
				que han llegado desde otros lugares y que prefieren usar el 
				fondo de la hidrosfera y posiblemente también las capas 
				superficiales de la litosfera que está debajo de aquélla. Sobre 
				ella, o dentro de ella, residen y desde allí operan. 
			Sanderson señala que si una civilización 
			como ésta ha podido desarrollarse bajo el agua, actualmente se 
			encontraría mucho más adelantada que la que vive en la superficie y 
			que abandonó el mar hace tantos billones de años, para vivir sobre 
			la tierra. Al permanecer en el océano habría tenido la ventaja 
			inicial de mantenerse en su ambiente original, para luego crecer con 
			el tiempo preocupándose muy poco de lo que ocurría en tierra firme. 
			La presencia de seres y actividades tecnológicas tan adelantadas 
			bajo los mares del mundo ha sido tal vez la causa de las numerosas 
			leyendas conservadas a lo largo de la historia y que se recogen 
			incluso hoy, en una época en que los acontecimientos desusados se 
			advierten y registran con mucha mayor precisión que en épocas 
			anteriores.
 
			  
			Esto explicaría los OVNI de mar a aire 
			vistos en el Triángulo de las Bermudas, y también el especial 
			interés de los OVNI por los avances tecnológicos que se advierten en 
			Florida y aguas adyacentes. En cuanto a la verdad sobre su 
			existencia, podría ser cuestión, no tanto de que nosotros los 
			descubriéramos, como de que ellos nos descubriesen y vieran en 
			nosotros una fuente de peligro para su propio medio ambiente. 
			En cuanto a la posibilidad de que los OVNI vengan volando desde otra 
			dimensión, para secuestrar aviones, barcos y personas de la nuestra, 
			existe la teoría relativa a las otras dimensiones, coexistentes, que 
			a su vez tiene relación con la teoría de la materia negativa: una 
			Tierra negativa y mundos coexistentes. Todo ello resulta menos 
			fantástico ahora que hace varias décadas, cuando fue sugerido por 
			primera vez.
 
			El almirante 
			
			Richard Byrd, un famoso explorador y piloto que voló en 
			varias ocasiones sobre los intensos campos magnéticos de los Polos, 
			transmitió por radio un mensaje increíble mientras volaba sobre el 
			Polo Sur, en 1929. Dijo que estaba penetrando a través de una niebla 
			luminosa en una zona cubierta de vegetación y con lagos sin hielo. 
			Agregó que veía grandes bestias, como bisontes y otros animales y 
			seres que parecían hombres primitivos.
 
			  
			La transmisión se perdió casi 
			inmediatamente y el informe del almirante fue atribuido a cansancio 
			nervioso momentáneo o a una alucinación. Tanto su hazaña como su 
			testimonio quedaron posteriormente sin publicarse, pero el hecho de 
			que Byrd hubiera transmitido aquel informe no hizo ningún bien a su 
			reputación, en los círculos científicos.  
			  
			Lo que resulta extraño es que cierto 
			número de personas que iban habitualmente al cine en los años veinte 
			están seguras de haber visto noticieros acerca del vuelo de Byrd que 
			incluían escenas de "la tierra más allá del Polo". Pero es posible 
			que, después de haber leído acerca del incidente, hayan confundido 
			otros noticieros que mostraban las hazañas del Almirante con el del 
			controvertido incidente.  
			  
			El hecho mismo ha sido relegado al mundo 
			de la leyenda y muy pocas veces se hace alusión a él, salvo por los 
			creyentes en el culto a la "tierra hueca", que suponen que el 
			almirante voló a través de un agujero en la Tierra, y no en otra 
			dimensión, como se ha sugerido para explicar las desapariciones en 
			el Triángulo de las Bermudas. 
			En todo caso, parece existir una similitud entre los campos 
			magnéticos del tipo supuestamente creado por el Experimento 
			Filadelfia y las condiciones existentes sobre los polos, siempre 
			suponiendo que el vuelo del almirante Byrd fue hecho en 
			circunstancias en que se hallaba en total control de sus facultades.
 
			Al examinar la amplia gama de explicaciones desusadas que dan muchos 
			serios y calificados investigadores de los incidentes del Triángulo 
			de las Bermudas, no podemos dejar de recordar el epigrama de Haldane:
 
				
				"El Universo no es sólo más extraño 
				que lo que imaginamos, sino más extraño que lo que podemos 
				imaginar". 
			Entre las diversas razones que se citan 
			para justificar las inexplicables desapariciones que acabamos de 
			enumerar existen las siguientes: entes del espacio exterior o 
			interior capturarían en forma selectiva a seres humanos; existiría 
			un agujero dimensional en el cielo, al que los aviones pueden 
			entrar, pero del que no pueden salir, que se ha denominado "un 
			desgarrón magnético en la cortina del tiempo" y, en tercer lugar, 
			que habría ciertos vértices o torbellinos magnéticos que serían la 
			causa de la desaparición de los aviones, o de su traslado a otra 
			dimensión. 
			Estas teorías no son ni más ni menos fantásticas que aquella otra 
			que predica la existencia, dentro del Triángulo, de grandes 
			complejos de energía, antiguas máquinas o fuentes energéticas de una 
			civilización anterior que yacen en el fondo del océano, dentro del 
			área del Triángulo, y que incluso ahora podrían ser ocasionalmente 
			accionadas por aviones que, al sobrevolarlas, crean torbellinos 
			magnéticos y provocan perturbaciones magnéticas y electrónicas.
 
			  
			En cierto sentido, estos aviones 
			desencadenarían, en un momento preciso y bajo determinadas 
			condiciones, la causa de su propia destrucción. Sin embargo, aunque 
			esta teoría es tal vez la menos plausible (según nuestras normas 
			comúnmente aceptadas), de todas las sugeridas en este y en otros 
			capítulos, hay algunas características de la zona en cuestión y de 
			su historia geológica que sugieren la existencia de un punto de 
			unión entre ella y las que hemos señalado anteriormente. 
			Para examinar esta nueva teoría debemos volver atrás en el tiempo y 
			en la vida del océano y de la civilización humana.
 
 
			
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			CAPITULO 
			7
 Una sugerencia del pasado del Océano
 
 SE ACEPTA GENERALMENTE QUE GRANDES PORCIONES de la superficie de la 
			Tierra estuvieron en alguna época bajo el agua, y que otras que 
			ahora están sumergidas fueron parte de la superficie terrestre.
 
			  
			Esto ya fue advertido por los 
			naturalistas de la Antigüedad, cuando encontraron restos fósiles en 
			el desierto, y por los de nuestra época, que han hallado esqueletos 
			de ballenas en zonas tan al interior de los continentes como 
			Minnesota e incluso las montañas del Himalaya.  
			  
			Por otra parte, existen amplias pruebas 
			de que el desierto del Sahara fue alguna vez un mar interior. 
			Existe, pues, un acuerdo general en cuanto a los intercambios en 
			gran escala entre la tierra y los océanos ocurridos en el mundo 
			entero, pero hay un aspecto que resulta particularmente importante 
			para el estudio de los cambios de nivel en la tierra y el mar 
			ocurridos dentro del Triángulo en épocas comparativamente recientes, 
			y es el relativo a la oportunidad exacta en que se produjeron. 
			Sabemos que durante la edad de los hielos existía un enorme volumen 
			de agua del océano dentro de la zona de glaciares de una profundidad 
			de varios kilómetros que cubrían grandes extensiones del Hemisferio 
			Norte, que estaba congelada.
 
			  
			Hace unos 12.000 años, cuando los 
			glaciares comenzaron a derretirse, debido a cambios de clima cuyas 
			causas no están claras todavía, las aguas del planeta se elevaron, 
			sumergiendo islas y tierras de la costa, convirtiendo istmos en 
			estrechos y grandes islas en llanuras submarinas.  
			  
			Se estima que el nivel de las aguas del 
			océano era unos 200 o más metros más bajo que el actual, en el 
			momento en que el Tercer Glaciar comenzó a derretirse. Además, 
			muchas tierras que estuvieron alguna vez sobre las aguas pueden 
			haber quedado aún por debajo de ese nivel, debido a la actividad 
			volcánica que se produjo, en el mismo momento, o con posterioridad a 
			la inundación, para usar la terminología bíblica utilizada quizá 
			para describir estos acontecimientos. 
			Casi todas las razas y tribus del mundo han conservado vivas 
			narraciones acerca de las anteriores destrucciones universales 
			causadas por incendios, inundaciones, terremotos, explosiones o 
			trastornos y mutaciones de la Tierra toda. En la mayor parte de los 
			casos, sólo un superviviente, junto con su familia y algunos 
			animales elegidos, han logrado iniciar una nueva vida, como lo 
			hiciera Noé, en un nuevo mundo, una vez que las perturbaciones 
			cesaron y las aguas recuperaron su nivel.
 
			  
			Pero Noé fue sólo un superviviente, el 
			que resultaba familiar a los herederos de la tradición religiosa 
			judeocristiana. Hubo otros muchos que escaparon a las mismas o 
			similares catástrofes, como por ejemplo, 
				
					
					
					Deucalión, de la mitología 
					griega, que repobló la tierra esparciendo piedras
					
					Baisbasbata, el superviviente de 
					la inundación de que se habla en el Mahabharata de la India
					
					Ut-napishtim, de la leyenda 
					babilónica, cuya historia se parece mucho a la de Noé
					
					Yima, de Irán
					
					Coxcox, del antiguo México, que 
					escapó a la inundación en una balsa de ciprés gigantesca
					
					Tezpi, perteneciente a otra raza 
					mexicana, más desarrollada, quien dispuso de un espacioso 
					navío en el que cargó granos y animales
					
					Bochica, de la leyenda Chibcha 
					colombiana, quien finalmente se libró de las aguas abriendo 
					un agujero en la Tierra (igual que el griego Deucalión)
					
					Tamandere, el Noé guaraní de la 
					Sudamérica Sudoriental, que flotó en un árbol enorme, sobre 
					la cumbre de una montaña, donde consiguió supervivir
					
					y muchos otros alrededor del 
					globo 
			En cada caso, los animales salvados 
			representaban la fauna local, como se desprende de la descripción 
			del Arca de Noé. En la leyenda estadounidense, estos ejemplares se 
			ven complementados por otros, como llamas, jaguares, tapires, 
			búfalos, coyotes y buitres, que fueron salvados por los antiguos 
			personajes, contrapartida norteamericana de Noé. 
			Ante una leyenda mundial tan precisa, en que incluso el período de 
			tiempo en que ocurrió la inundación varía sólo ligeramente, entre 
			cuarenta y sesenta días, parece plausible presumir que aquella 
			catástrofe de escala mundial realmente ocurrió, y que dejó profunda 
			huella en la memoria de las razas. También parece cierto que tuvo 
			alguna relación con el mar y los cambios subsiguientes en la tierra, 
			el clima y los niveles del agua ocurridos en todo el planeta.
 
			Se han encontrado vestigios de esta catástrofe, o catástrofes, no 
			sólo en la memoria del hombre, sino en las vastas erupciones, 
			hundimientos y uniones de los fondos de la tierra y el mar. Por 
			ejemplo, las extensiones de arena que se hallan a miles de metros de 
			profundidad en torno de las Azores; los límites de la costa que se 
			alzan a centenares de metros en algunos parajes, especialmente en 
			Groenlandia, el norte de California y el Perú (donde se han hallado 
			restos humanos cerca del fondo de las antiguas estribaciones 
			geológicas resultantes de estos levantamientos).
 
			  
			Los Andes mismos, que son geológicamente 
			muy recientes, parecen haber sido levantados o empujados hacia 
			arriba, transportando con ellos tal vez ciudades enteras, como 
			Tiahuanaco. Mientras tanto, otras tierras costeras de la América del 
			Sur se hundían en el océano, en las profundidades de la fosa de 
			Nazca.  
			  
			El derretimiento de los glaciares podría 
			haber causado la misma catástrofe, ya que habría significado la 
			inundación de las llanuras de las islas del Atlántico y grandes 
			extensiones de las plataformas continentales, que anteriormente se 
			hallaban sobre el agua. Al mismo tiempo, en todo el mundo se 
			produjeron cambios climáticos, con asombrosa rapidez.  
			  
			En Siberia, todavía suelen hallarse 
			restos congelados de mamuts, helados con tal rapidez, que su carne 
			era aún comestible y fue ingerida, primero por perros y luego por 
			científicos soviéticos. Estos mamuts, rinocerontes y otros animales 
			que en general no suelen relacionarse con Siberia, se vieron 
			aparentemente atrapados por grandes inundaciones de lodo en 
			congelación (o lodo que se congeló con posterioridad) y quedaron tan 
			rápidamente en estado de conservación, que en sus estómagos se han 
			hallado restos de alimentos no digeridos (de plantas que ya no se 
			dan en Siberia). 
			Hay algunos lugares del norte de Siberia, Alaska y Canadá que se 
			hallan cubiertos de huesos de grandes animales que sucumbieron 
			repentinamente, en una época que se estima entre 10.000 y 11.000 
			años atrás. Hasta tal punto son abundantes, que algunas islas o 
			lugares elevados a los que acudieron buscando refugio parecen estar 
			constituidos enteramente por sus huesos.
 
			  
			Se han encontrado también otros puntos 
			de supervivencia en Europa del Norte, Asia Central y China, donde 
			especies totalmente distintas y hostiles huyeron buscando abrigo y 
			murieron en grandes manadas. Pareciera como si la cumbre entera del 
			mundo hubiese experimentado al mismo tiempo un trastorno climático 
			rápido e inexplicable. No obstante, en otros hemisferios se hallan 
			también señales de exterminación simultánea de especies, desde el 
			gran cementerio de elefantes que existe en los Andes colombianos, 
			hasta zonas bajo el agua, como el otro enorme cementerio de 
			elefantes hallado frente a la costa de Georgia.  
			  
			Ninguno de estos animales eran 
			habitantes naturales de los sitios en que los encontró la muerte en 
			número tan elevado y en medio del repentino cambio climático que 
			ocurrió hace 12.000 años. 
			Entre las áreas que eran tierra firme en aquel período, y que hoy 
			están cubiertas por las aguas, se hallan partes del Mediterráneo, 
			puentes terrestres entre Gibraltar y África y entre Italia y Sicilia, 
			una gran extensión del Mar del Norte, las plataformas continentales 
			que están frente a Irlanda, Francia, la Península Ibérica y África, 
			las llanuras sumergidas en torno de las Azores, las islas Canarias y 
			Madeira, la cordillera de las Azores-Gibraltar y la del Atlántico 
			Norte, y las plataformas continentales de Norte y Sudamérica, 
			especialmente los enormes bancos de las Bahamas, que, una vez 
			sumergidos, se extienden a lo largo de un área de miles de 
			kilómetros cuadrados.
 
			Existen abundantes pruebas de que estas zonas han estado sobre la 
			superficie del océano en un período situado dentro de los últimos 
			10.000 o 12.000 años. Una expedición rusa realizada al norte de las 
			Azores rescató recientemente desde una profundidad de 2.000 metros, 
			algunas rocas que presentaban evidencias de haberse formado bajo 
			presión atmosférica, hace unos 17.000 años.
 
			  
			En el siglo XIX, mientras se realizaba 
			una operación de dragado destinada a reparar una avería en el cable 
			transatlántico, cerca de las Azores, se recogieron trozos de "taquilita", 
			una lava vitrificada que se forma sobre el agua debido a la presión 
			atmosférica.  
			  
			Se estimó que las muestras tenían una 
			antigüedad de unos 12.000 años. (Aunque este incidente ha suscitado 
			numerosos comentarios, resulta particularmente interesante examinar 
			el motivo de la avería, o ruptura del cable, como un ejemplo de los 
			movimientos que se producen en el fondo del océano. Lo que hizo que 
			el cable se rompiera fue un repentino alzamiento de alrededor de 
			1.200 metros ocurrido en el fondo del mar.) 
			Un proyecto que están realizando actualmente (1973-4) en las Azores 
			un grupo de científicos de la Universidad de Halifax, destinado a la 
			investigación de la energía geotérmica, ha dado como resultado 
			indirecto la comprobación de que en los primeros 800 metros de 
			núcleos perforados bajo el nivel del mar se encuentran indicios de 
			que su formación se produjo sobre el nivel del mar. Ello implicaría 
			que las grandes zonas que se encuentran alrededor de las actuales 
			islas Azores estuvieron alguna vez sobre las aguas.
 
			Hay otros recientes descubrimientos que parecen apoyar la fecha de 
			12.000 años atrás como aquella en que se produjo el hundimiento más 
			reciente de grandes extensiones de tierra en el Atlántico. Esto 
			coincidiría también en la época en que se estima que se formó el 
			Tercer Glaciar.
 
			  
			En 1956, los doctores R. Malaise y 
			P. Kolbe, del Museo Nacional de Estocolmo, manifestaron su creencia de 
			que los fósiles de diatomeas (algas microscópicas) de agua dulce que 
			el doctor Kolbe extrajo de una profundidad de 3.600 metros, cerca de 
			la cordillera Atlántica, estuvieron depositados originalmente en un 
			lago que existió en la superficie de la Tierra y que ahora se 
			hallaría en el fondo del océano. La edad de estas diatomeas se 
			estimó entre 10.000 y 12.000 años. 
			Esta cifra resulta de una curiosa coincidencia con la descripción de 
			la Atlántida que hace Platón en su diálogo Timeo, donde se refiere a 
			un gran continente que habría existido en el océano "hace 9.000 
			años" —unos 11.400 años antes de nuestra era—.
 
			Aunque las fechas recogidas de leyendas resultan sospechosas, 
			especialmente cuando son de segunda o tercera mano (Platón recibió 
			su información indirectamente de Solón, quien, por su parte, la tomó 
			originalmente durante un viaje de Sais, en Egipto), resulta sin duda 
			notable que estos cálculos de tiempo surjan con tanta frecuencia en 
			otros campos relacionados con estas tierras sumergidas.
 
			Sin embargo, hay otros indicios de que grandes zonas del Atlántico 
			Occidental estuvieron alguna vez sobre el nivel de las aguas. Las 
			playas de arena, por ejemplo, se forman no en el fondo del océano, 
			sino en las orillas, por la fuerza de las olas al romper contra la 
			costa.
 
			  
			No obstante, suelen encontrarse playas 
			de arena en llanuras submarinas muy profundas que existen alrededor 
			de las Azores. Los ríos forman cañones únicamente en tierra; sin 
			embargo, el cañón del río Hudson continúa bajo el agua durante 
			cientos de kilómetros. Otros similares se extienden de manera 
			parecida, desde los puntos en que algunos ríos de Europa, África y 
			Sudamérica entran al océano. 
			En el fondo del Mar del Norte se han hallado huesos humanos y de 
			mastodonte junto a herramientas prehistóricas. Ello indica un cierto 
			grado de adelanto y la posibilidad de que haya existido algún 
			desarrollo cultural en la era del Pleistoceno (anterior al año 
			11.000 A.C.).
 
			  
			Pero, tal vez el más notable indicio de 
			cómo se han estado sumergiendo los restos culturales de los pueblos 
			prehistóricos desde el derretimiento de los últimos glaciares son 
			los edificios submarinos, las paredes, diques y caminos que suelen 
			encontrarse ahora con frecuencia cada vez mayor bajo las aguas de 
			las costas occidentales de Europa y Sudáfrica y las suborientales de 
			Norteamérica.  
			  
			En éstas últimas se han hallado 
			edificios submarinos, paredes y caminos de piedra que llevan hacia 
			el Este desde las costas de Yucatán y Honduras. Dichos caminos 
			podrían conducir a ciudades sumergidas que se encontrarían aun más 
			allá, mar afuera. Hay incluso un ejemplo de "muralla" marina de 10 
			metros de alto y 185 km de largo que se interna en el océano frente 
			a Venezuela y cerca de la desembocadura del Orinoco.  
			  
			En un comienzo 
			se creyó que era un fenómeno natural, pero sus líneas rectas y su 
			estructura tienden a desmentir esta primera apreciación.  
			 
			Hay fuertes indicios de que en el Mar 
			Caribe existía una masa de tierra continental, de la que algunas 
			islas y cordilleras de las Antillas podrían ser cumbres 
			supervivientes. En 1969, una expedición investigadora de la 
			Universidad de Duke estudió el fondo del mar en el Caribe y realizó 
			operaciones de dragado en cierto número de localidades de la Cumbre 
			de Aves, que se extiende a lo largo del límite oriental de la fosa 
			oceánica venezolana, entre Venezuela y las islas Vírgenes.  
			  
			En cincuenta oportunidades se sacaron a 
			la superficie rocas de granito (ácido ígneo), que normalmente sólo 
			se encuentran en los continentes. Comentando este hecho, el doctor 
			Bruce Heezen, un distinguido oceanógrafo, observó:  
				
				"Hasta ahora, los geólogos creían 
				que el granito ligero, o rocas de ácido ígneo, existían sólo en 
				los continentes y que la corteza terrestre bajo el mar estaba 
				compuesta de rocas basálticas, más pesadas y de color oscuro... 
				De manera que la aparición de rocas graníticas y de color más 
				suave podría apoyar una vieja teoría, según la cual, en la 
				región del Caribe Oriental existió antes un continente y estas 
				rocas podrían representar el núcleo de un continente hundido, 
				perdido". 
			 
			Sin embargo, el área del Triángulo de 
			las Bermudas en que más incidentes se han producido, y en que han 
			tenido lugar los descubrimientos más sorprendentes de restos 
			submarinos es la meseta de las Bahamas. Muchos de los hallazgos se 
			han hecho a sólo algunas brazas de profundidad.  
			  
			Las formaciones submarinas de piedra 
			caliza de los bancos de las Bahamas estaban en su mayor parte sobre 
			el nivel del mar, hace unos 12.000 años. Esta gran zona terrestre 
			contenía bahías y vías de agua interiores que ahora aparecen en los 
			mapas de profundidad como las partes hondas del océano que cruzan 
			sobre y alrededor de los bancos de las Bahamas.  
			  
			En una época anterior al levantamiento 
			del mar, esta considerable extensión de tierra formaba una gran isla 
			o conjunto de islas que albergaban una cultura muy compleja, si 
			hemos de creer lo que señalan los restos submarinos. 
			Desde 1968 hasta la actualidad se han realizado descubrimientos bajo 
			las aguas, especialmente en las Bimini, de algo que parece haber 
			sido una construcción de piedra enorme. Se halla depositada sobre lo 
			que actualmente es el fondo del mar y la componen inmensos bloques 
			de piedra, dispuestos de tal modo que parecen ser caminos, 
			plataformas, obras portuarias o murallas caídas.
 
			  
			Se asemejan extrañamente a las 
			construcciones pétreas de Perú, a las columnas de Stonehenge y a las 
			murallas ciclópeas de la Grecia de Minos. La edad de los bloques es 
			incierta, aunque algunas raíces fosilizadas de mangle que habían 
			crecido sobre las piedras han arrojado, en los análisis con 
			carbono-14, fechas que les dan una antigüedad de unos 12.000 años. 
			 
			El más célebre de estos hallazgos ha 
			sido el del "Camino" o "Muralla" de las Bimini, descubierta primero 
			por el doctor J. Manson Valentine, en 1968, junto a los buceadores 
			Jacques Mayol, Harold Climo y Robert Angove.  
			  
			A primera vista, desde un bote y cuando 
			el mar estaba especialmente claro y no había movimiento en la 
			superficie, era, según las palabras de Valentine,  
				
				"un extenso pavimento de piedras 
				lisas, rectangulares y poligonales de diverso tamaño y grosor 
				que, obviamente, habían sido diseñadas y alineadas para formar 
				una estructura muy armoniosa. Era obvio, también, que estas 
				piedras habían permanecido sumergidas durante un largo período, 
				a juzgar por los bordes de las más grandes, que se habían 
				alisado y les daban una apariencia de almohadones o trozos de 
				pan gigantescos.    
				Algunas eran absolutamente 
				rectangulares y en ocasiones casi formaban perfectos cuadrados. 
				(Debemos recordar que en las formaciones naturales las líneas 
				rectas no se dan jamás.) Las piezas más grandes, que tenían un 
				largo de unos tres a cinco metros, por lo menos, estaban 
				colocadas a menudo a lo ancho de las avenidas situadas en forma 
				paralela, mientras las más pequeñas formaban pavimentos tipo 
				mosaico y cubrían secciones más amplias...    
				Las avenidas compuestas por las 
				piedras, aparentemente calzadas, son paralelas y de bordes 
				rectos; la más larga está constituida por una serie doble, 
				interrumpida por dos expansiones que contienen piedras lisas y 
				muy grandes, sujetas en los extremos por piezas verticales (como 
				los antiguos dólmenes de Europa Occidental). El extremo 
				sudoriental de esta gran carretera termina en una esquina 
				hermosamente curva; los tres cortos diques, construidos con 
				grandes piedras cuidadosamente alineadas, tienen una anchura 
				uniforme y terminan en piedras angulares...   
				"Desde el aire, bajo el manto de 
				algas oscuras, resulta difícil distinguir los grandes bloques 
				individuales, que son precisamente los que bordean los márgenes 
				de este desafío geológico y arqueológico". 
			Los primeros descubrimientos submarinos 
			en las Bimini recibieron duros ataques de parte de geólogos y 
			arqueólogos, algunos de los cuales no han visitado el lugar. Sin 
			embargo, los recientes hallazgos que demuestran que la gigantesca 
			construcción hace una curva y aparece en otros lugares del fondo del 
			océano, indican cada vez con mayor claridad el tamaño y las 
			ramificaciones de esta estructura enorme, cuya finalidad sólo 
			podemos por ahora conjeturar.  
			  
			El descubridor ha expresado así sus 
			opiniones:  
				
				"...La sugerencia de que las piedras 
				representan restos de murallas, caminos o incluso un antiguo 
				puerto, son inaceptables en estos momentos, debido a que aún no 
				se ha precisado qué hay debajo de las rocas, si es que hay algo.
				   
				Sin embargo, las observaciones más 
				recientes, en aguas ligeramente más profundas, han confirmado la 
				existencia de una construcción de múltiples ramificaciones, por 
				lo menos, en una zona. Yo creo que este gran complejo representa 
				la utilización inteligente, por parte de hombres de la 
				Antigüedad, de materiales proporcionados por la Naturaleza y 
				apropiados para la creación de una especie de centro ceremonial.
				   
				En relación con esto, debe 
				recordarse que algunos lugares sagrados, como el Círculo de 
				Glastonbury (55 km de circunferencia) y los trazados del 
				desierto de Nazca, en el Perú, de líneas e imágenes de animales 
				de 1.800 metros de largo, que sólo pueden apreciarse desde el 
				aire, por sus gigantescas proporciones, no tienen prácticamente 
				ningún punto de referencia con nuestra tecnología moderna, ya 
				que la finalidad de estos artefactos majestuosos nos resulta 
				incomprensible...". 
			Los vuelos de exploración realizados 
			desde 1968 han puesto en evidencia otras formaciones extraordinarias 
			existentes en los bancos de las Bahamas y en el fondo del mar, cerca 
			de Cuba, Haití y Santo Domingo, que en apariencia habrían sido 
			hechas por el hombre. Algunas parecen ser pirámides o enormes 
			cimientos de edificios.  
			  
			Uno de ellos, situado en la zona de las 
			Bimini, mide 55 por 42 metros, y podría ser la mitad superior de una 
			pirámide (o plataformas de templos) cuya existencia mar afuera es 
			conocida. Dentro de las aguas territoriales de Cuba existe un 
			complejo entero de "ruinas" submarinas a la espera de exploración; a 
			menos que ya los propios cubanos (Castro es un entusiasta buceador) 
			hayan estado allí. 
			Los pilotos comerciales Bob Brush y Trig Adams fotografiaron un 
			rectángulo partido en los bancos de arena de Andros, mientras 
			volaban en los alrededores de esa isla, en 1968. Más tarde, los 
			buceadores descubrieron que lo que se creía una muralla era una 
			piedra. Sin embargo, no existe información acerca de que los 
			primitivos habitantes de la zona, o los conquistadores españoles que 
			llegaron luego, hayan construido semejantes estructuras allí, y 
			mucho menos bajo el agua.
 
			  
			Cerca de Cayo Lobos se ha localizado y 
			fotografiado lo que se cree que puede ser un camino sumergido o una 
			muralla que corre a lo largo de las cumbres de un acantilado. Es 
			posible que la antigua carretera tuviese ya ese trazado cuando tanto 
			ella como la montaña se hallaban sobre el nivel del mar.  
			  
			Tal vez la visión de escalones labrados 
			en la plataforma continental frente a la costa Norte de Puerto Rico, 
			de la que informaron el capitán de la Marina francesa Georges Houot 
			y el teniente Gérard de Froberville desde el batiscafo Archiméde, 
			representaba simplemente una escalera construida en un acantilado 
			rocoso, que descendía hasta el antiguo nivel del mar, hace 12.000 
			años. 
			En México, frente a la costa de Yucatán, existen numerosas vías 
			terrestres que han sido a menudo observadas desde el aire. Parten de 
			la playa, en línea recta hacia localidades submarinas desconocidas 
			que se hallarían muy lejos, mar afuera, en aguas más profundas. 
			Aunque los caminos de enlace en tierra son invisibles, debido a la 
			jungla que los ha cubierto, los que se encuentran bajo el agua 
			pueden distinguirse todavía cada cierto tiempo, cuando alguna 
			tormenta o las corrientes los dejan al descubierto.
 
			En 1967, los integrantes de una misión que se hallaban a bordo del 
			submarino de gran profundidad Aluminaut observaron lo que les 
			pareció un enorme camino sumergido, o tal vez un pavimento que había 
			estado previamente sobre el agua, frente a las costas de Florida, 
			Georgia y Carolina del Sur.
 
			  
			Aparentemente, la carretera estaba 
			construida o pavimentada con óxido de manganeso, y cuando se le 
			instalaron ruedas especiales al Aluminaut, pudo avanzar a lo largo 
			de la carretera, que en algunos lugares alcanzaba una profundidad de 
			unos 900 metros, como si fuese un automóvil que se desplazaba a lo 
			largo de un camino normal, salvo que se hallaba en el fondo del mar. 
			El tamaño de la superficie pavimentada era demasiado ancho para 
			sugerir que había sido construido por el hombre. 
			Esto fue lo mismo que ocurrió con un muy extenso sector 
			"embaldosado" del fondo del océano que fue observado por el doctor 
			Bruce Heezen, del Observatorio Lamont, durante una profunda 
			exploración submarina, en la zona de las Bahamas.
 Entre los hallazgos hechos en las Bermudas, que parecieran haber 
			sido construidos por el hombre, algunos son muy visibles, pero otros 
			se encuentran, no sólo bajo el agua, sino debajo del fondo mismo del 
			mar.
 
			  
			Es un hecho que los trabajos en piedra, 
			o los cimientos pétreos enterrados bajo una acumulación de capas de 
			tierra de las diversas eras, o como resultado de terremotos o 
			inundaciones, transforman el musgo o los otros tipos de plantas que 
			viven sobre ellos. Esto ha conducido a algunos exitosos 
			descubrimientos en el pasado, tanto en tierra como bajo el mar.
			 
			  
			Se han descubierto y reconstruido 
			algunas estructuras que van desde campamentos y caminos romanos en 
			ruinas, en Inglaterra, hasta viejos sistemas de canales y murallas 
			de ciudades de lo que alguna vez fue Babilonia y Asiria (hoy Iraq) y 
			ciudades perdidas enteras, en Irán y Asia Central. Esto ha sido 
			posible al estudiar la variedad de formas y degradación de la flora 
			en tierra o en los pantanos y zonas submarinas. Hay líneas rectas 
			que muestran, en los colores de la superficie, los lugares en que se 
			hallan enterrados los cimientos de murallas o en que existieron 
			canales y carreteras.  
			  
			El antiguo puerto etrusco de Spina, en 
			Italia, desapareció hasta tal punto que se le creyó legendario 
			mientras no se hallaron las huellas de sus muros, cimientos, canales 
			y muelles, absolutamente invisibles desde tierra pero claramente 
			perceptibles desde el aire. 
			La posibilidad de localizar antiguos emplazamientos desde el aire ha 
			sido utilizada con éxito en las Bahamas, donde la plataforma 
			continental es lo bastante superficial como para distinguir en una 
			observación aérea los restos de construcciones submarinas. En muchos 
			lugares, dentro de la zona de bancos de las Bahamas existen 
			asombrosas variedades de grandes plazas, rectángulos, cruces, largas 
			líneas paralelas unas a otras, tal vez caminos que algunas veces dan 
			vuelta en ángulo recto, círculos concéntricos, triángulos, hexágonos 
			y otras formas geométricas.
 
			  
			Todas han sido descubiertas gracias a la 
			presencia (o ausencia) de musgo sobre las ruinas. Bajo el agua, los 
			exámenes verificados por los buceadores indican que las 
			construcciones de piedra descubiertas por las líneas existentes en 
			el fondo yacen a varios metros de profundidad bajo la arena. 
			Con todas estas desusadas muestras que ahora están siendo 
			investigadas, uno podría preguntarse por qué nadie las había 
			advertido antes. Parte de la respuesta es que, sin duda, nunca se le 
			ocurrió a nadie buscar una civilización perdida en los bancos de las 
			Bahamas, especialmente dado que existían tantos emplazamientos por 
			descubrir en el Mediterráneo.
 
			  
			Las investigaciones submarinas en esta 
			zona y frente a la costa de Florida han estado concentradas 
			especialmente en los barcos españoles cargados de tesoros, que 
			ciertamente son objetivos que deparan una recompensa financiera más 
			inmediata que el descubrimiento de alguna civilización olvidada y 
			difícil de identificar. Incluso teniendo las pruebas en la mano, se 
			está gastando tantos esfuerzos en los círculos científicos para 
			descalificar los hallazgos como entre los exploradores e 
			investigadores para atraer la atención pública hacia ellos. 
			Hay que hacer notar también que algunos investigadores muy 
			distinguidos dudan antes de enfrentar la opinión hostil de otros 
			arqueólogos y oceanógrafos, o sencillamente no están dispuestos a 
			enfrentarla. Ocurre también que las construcciones y artefactos 
			hallados hasta ahora podrían quedar cubiertos por la acción de 
			tormentas y mareas, y volverían a perderse.
 
			  
			Sin embargo, es notable comprobar que, 
			desde 1968, se ha producido cierto levantamiento del fondo del Banco 
			de la Gran Bahama, descubriendo huellas de nuevas formaciones, allí 
			donde fotografías anteriores de la misma zona no permitían 
			distinguir ninguna. Este fue el caso de una estructura que tenía la 
			forma de una gran flecha. Estaba hecha de piedra, tenía 30 metros de 
			largo y se hallaba entre los cayos North Cat y South Cat, en las 
			Bimini. Había otra al sudeste de South Caicos, apuntando en dicha 
			dirección y siguiendo otra línea recta en el fondo que aún no ha 
			sido explorada. 
			Algunos de los lugares ya descubiertos parecen también estar 
			alzándose, o tal vez la acción de las mareas los están despojando de 
			los sedimentos, de manera que su estructura, artificial o construida 
			por el hombre, puede apreciarse mejor.
 
			  
			El doctor James Thorne, distinguido 
			oceanógrafo y buceador, que es sin duda neutral, o en todo caso se 
			muestra escéptico en cuanto al tema de las "civilizaciones perdidas 
			bajo el mar", examinó recientemente las gruesas columnas que 
			sostienen algunas de las piedras de la "muralla" de las Bimini. Ello 
			significó una convincente refutación de las opiniones de numerosos 
			otros oceanógrafos, en el sentido de que todo el complejo de las 
			Bimini y de los otros lugares de las Bahamas son formaciones 
			naturales.  
			  
			Otro grupo de buceadores, que habían 
			hallado el ancla sumergida de un galeón español, descubrieron 
			mientras la examinaban y rastreaban el fondo alrededor de ella, que 
			estaba puesta sobre un piso de mosaico, o terraza, que pudo haberse 
			hundido miles de años antes. 
			Cada vez que se encuentran restos de alguna civilización sumergida 
			en el Atlántico (o en otras zonas), se publican una serie de libros 
			y artículos de revistas que suelen identificarlos con 
			
			el continente 
			"perdido" de la Atlántida. La Atlántida, cuya imagen ha intrigado a 
			la Humanidad desde épocas remotas, fue descrita con muchos detalles 
			por Platón en sus diálogos Timeo y Critias como la tierra de la Edad 
			de Oro del hombre, un grande y maravilloso imperio mundial que,
 
				
				"se hundió bajo el mar... en medio 
				de violentos terremotos e inundaciones... en un sólo día y una 
				sola noche de lluvia... y que ésa es la razón por la cual el mar 
				es impenetrable en esos lugares...". 
			Como es natural, se han identificado las 
			ruinas submarinas de las Bahamas con la Atlántida, aunque Platón, el 
			más famoso comentarista de este continente perdido, parece haberlo 
			situado en frente de las Columnas de Heracles (Hércules), hoy 
			conocidas como Estrecho de Gibraltar, en algún lugar del Atlántico.
			 
			  
			Una lectura detenida del relato de 
			Platón revela sin embargo una información en extremo interesante, 
			que sugiere que el Imperio Atlántico no era una isla, sino una serie 
			de grandes islas a lo largo del Atlántico, cuyo poder se había 
			extendido a ambos lados del océano.  
			  
			Platón escribió: 
				
				...En aquellos días (aproximadamente 
				hace 11.500 años), el Atlántico era navegable y había una isla 
				situada frente a los estrechos llamados Columnas de Heracles: la 
				isla era mayor que Libia y Asia juntas y era la ruta hacia otras 
				islas, y desde ellas podía uno pasar a través de todo el 
				continente situado en dirección opuesta y que rodea el verdadero 
				océano; porque este mar que se halla dentro de los estrechos de 
				Heracles (el Mediterráneo) es sólo un puerto, con una entrada 
				estrecha, pero el otro es el verdadero mar y la tierra que lo 
				rodea podría en verdad ser llamada un continente. 
			Debe señalarse que Platón mencionó a 
			Libia (es decir, África) y Asia, pero específica y separadamente 
			habla del continente; es decir, el continente hacia el Oeste que, 
			según había dicho antes, se hallaba dentro de la égida de la 
			Atlántida. 
			Los complejos submarinos de las Bimini y de otros puntos situados 
			dentro de las Bahamas han sido atribuidos a toda clase de tempranos 
			viajeros oceánicos: fenicios, cartagineses, griegos de Minos, mayas, 
			egipcios y, como recurso final, cuando su antigüedad se va haciendo 
			más patente, a los atlantes. Sin embargo, es casi seguro que ninguna 
			raza de nuestra historia conocida fue responsable de su construcción 
			y lo que es del todo cierto es que no fueron construidos bajo el 
			agua.
 
 
			La referencia de Platón a un continente 
			situado al otro extremo del "verdadero océano" ha sido a menudo 
			citada como prueba de que los antiguos archivos hacían referencia a 
			la América del Norte y que dichas menciones sirvieron de inspiración 
			y estímulo a Colón. Según se dice, el navegante llevaba consigo un 
			mapa que mostraba la Atlántida y las tierras que se extendían más 
			allá.  
			  
			El relato de Platón implica de manera 
			directa la posibilidad de que la Atlántida (término utilizado aquí 
			en el sentido de imperio del océano Atlántico) se hallara en el 
			extremo occidental del océano Atlántico.  
			  
			Esta zona habría abarcado las actuales 
			islas de los Bancos de la Gran Bahama, en la época en que grandes 
			extensiones de ellos se hallaban muy por encima del nivel del mar, y 
			en que los accidentes oceánicos más profundos de la actualidad, como 
			la Lengua del Océano y el Estrecho de Florida formaban una bahía 
			interior y una barrera marina que partía desde la costa de Florida, 
			la cual se extendía también mar adentro, mucho más que ahora. Los 
			declives circulares del fondo del mar que se hallan a 25 km de los 
			Cayos de Florida y a 150 metros de profundidad respecto del fondo 
			marino que los rodea (de unos 300 metros de hondura en esa zona) han 
			sido diseñados en mapas por el Registro Costero y Geodésico de los 
			Estados Unidos.  
			  
			En ellos se les considera lagos de agua 
			dulce cubiertos por el mar en la época del último levantamiento del 
			océano, o del último hundimiento de las zonas costeras. 
			Observando la actual tabla de profundidades del Atlántico Occidental 
			se advierten claros indicios de que, si el nivel del mar descendiera 
			entre 180 y 250 metros, existirían grandes islas en las zonas en que 
			actualmente se encuentran algunas pequeñas. Y resulta 
			particularmente interesante recordar que este ascenso de las aguas 
			se produjo hace 11.000 o 12.000 años, lo cual coincide con la 
			información que Platón recibió por medio de Solón, de los sacerdotes 
			egipcios de Sais, cuyos archivos escritos anteceden a los de los 
			griegos en mil años.
 
			 
			A lo largo de los años, la Atlántida ha 
			sido "situada" en distintos lugares del mundo: bajo el océano 
			Atlántico, bajo los mares Egeo, Caspio y del Norte, en África 
			Occidental, España, Túnez, Alemania, Suecia, el Sahara, Arabia, 
			México, Yucatán, Venezuela, las Azores, las Canarias y las islas 
			Madeira, Brasil, Irlanda, Ceilán, e incluso las profundidades del 
			Océano Indico. A menudo, esto depende de la nacionalidad y tal vez 
			también, diríamos, de la Weltanschauung del escritor o investigador. 
			La candidatura de la parte occidental del Triángulo de las Bermudas 
			como lugar de emplazamiento de la Atlántida se ha popularizado desde 
			los descubrimientos de 1968, que se vieron rodeados de una serie de 
			circunstancias curiosas y relacionadas con el año mismo en que se 
			produjeron. Todos giran en torno de las predicciones de 
			Edgar Cayce, 
			el "profeta durmiente" que murió en Virginia en 1945 y cuyas 
			"conferencias" (término utilizado para describir las entrevistas 
			concedidas por Cayce mientras se hallaba en trance) han seguido 
			influyendo en muchos miles de personas.
 
			  
			Mientras vivió, dio consejo por medio de 
			este sistema a más de 8.000 individuos, primero sobre problemas de 
			salud y luego sobre una serie de diversas cuestiones. No es 
			necesario reseñar aquí la documentación que existe acerca de sus 
			notables poderes curativos y telepáticos, salvo en cuanto se refiere 
			a las predicciones arqueológicas más desusadas de la historia, que 
			están relacionadas directamente con la Atlántida y las Bimini. 
			Entre los años 1923 y 1944, Cayce concedió centenares de entrevistas 
			en trance acerca de la Atlántida, en relación con seres que en su 
			opinión, y en la de quienes han continuado su obra dentro de la 
			Asociación para la Investigación y la Iluminación, vivieron allí en 
			épocas anteriores.
 
			  
			Cuando no se hallaba en trance, Cayce 
			era incapaz de hablar del tema, o no parecía estar interesado en él, 
			y a menudo se mostraba perplejo de haberlo mencionado en tantas 
			"conferencias". Sin embargo, en junio de 1940, y refiriéndose a 
			numerosas otras observaciones previas en el sentido de que la 
			Atlántida existió en la zona de las Bimini (a la que llamaba 
			Poseidia), declaró inesperadamente: 
				
				Poseidia estará entre las primeras 
				porciones de la Atlántida que volverán a levantarse 
				-posiblemente en 1968 y 1969— en una época que no está tan 
				lejana. 
			Esta curiosa profecía arqueológica se 
			cumplió casi dentro del plazo señalado cuando se produjeron los 
			hallazgos de los bancos de las Bahamas, el descubrimiento de algunas 
			construcciones causado por las mareas y una elevación del fondo del 
			mar en algunas zonas.  
			  
			Sin embargo, uno se siente tentado a 
			preguntarse si dichos descubrimientos ocurrieron como los habían 
			previsto aquellas profecías o debido a las profecías mismas, o tal 
			vez porque aquellos que habían escuchado o leído acerca de Cayce 
			estaban investigando. Ese fue el caso de los pilotos que avistaron 
			las primeras formaciones o construcciones submarinas. 
			Como era de suponer, los descubrimientos de los complejos sumergidos 
			realizados en 1968 y en los años siguientes, tal como se había 
			profetizado 28 años antes, hicieron que mucha gente examinara con 
			renovado interés las demás referencias de Cayce a la Atlántida y a 
			toda la región.
 
			  
			Si las "conferencias" del vidente y las 
			antiguas leyendas se basaban en recuerdos de hechos reales, podría 
			contemplarse la posibilidad de que algunas fuerzas desarrolladas por 
			una civilización anterior científicamente muy adelantada actuasen 
			todavía dentro de la región en que estuvieron concentradas en una 
			época, y debería estudiarse también la posibilidad de que las 
			aberraciones electrónicas, magnéticas y gravitacionales del 
			Triángulo de las Bermudas fueran un legado —tal vez negativo— de una 
			cultura tan antigua que no habrían quedado restos de ella y acerca 
			de la cual nuestras memorias serían más instintivas que concretas.
 
			
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