por Shelley White
traducción de
Adela Kaufmann
Lo sentí dentro de mí por primera vez cuando era un niño.
Cuando crecí, siempre resurgía cuando era necesario, como un escudo de paz interior donde retirarse a cuando llegaba la tragedia. Nunca he tenido una palabra para "ello, ya que yo creía que todo ser humano lo tenía dentro, una naturaleza inherente que todos poseíamos, así como la respiración. Aún así, creo que esta noción es posible.
Ha pasado una década desde que era ese niño curioso de pie en un acantilado rico en viviendas nativo-americanas, pinturas rupestres, y objetos, experimentando mi primer momento de un cambio en un vacío de conciencia vacía del ego dentro de mí.
Un momento que trasciende todo tiempo y espacio, conectándome a nuestros antepasados indígenas, hasta el presente, con el universo, a la verdad en su forma más cruda, y a usted.
Desde entonces he observado inevitablemente la grotesca naturaleza de la sociedad en ocasiones, pero también he tenido el placer de presenciar vislumbres de la asombros e inspiradora naturaleza de la humanidad elevándose por encima de los límites de la sociedad en contra de todos los pronósticos.
Más importante aún, he llegado a entender lo que ‘eso’, o mejor dicho, a lo que ‘eso’ conduce.
Un despertar a un nivel superior de conciencia.
Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias, Yo no soy el contenido de mi vida.
Yo soy Vida. Yo soy el espacio en el cual suceden todas las cosas. Yo soy conciencia. Soy el Ahora. Yo Soy.
Este particular cambio en la conciencia, a menudo llamado despertar o iluminación, trae simultáneamente a la superficie la capacidad de uno de disolver la identificación con su ego.
Con cada momento que pasa se hace más evidente que tal despertar colectivo ya ha comenzado a surgir dentro de muchos, demostrando ser un papel importante en la evolución exitosa de la humanidad. He escuchado a la gente hablar de la evolución como una cosa del pasado.
Sin embargo, tal charla es sólo eso, charla.
Tal vez, inconscientemente subyacente a esa charla existe la ilusión subliminal del individuo de su capacidad de evadir lo desconocido. No es ningún secreto que el cambio acompaña a lo desconocido. Adjunta al cambio está la idea de salir de la zona de confort, una idea reteniendo un inmenso potencial para reproducir finalmente, el miedo debilitante en una persona si se le permite correr salvaje en la mente de uno.
La profunda verdad es inmutable, no obstante. Siempre lo seguirá siendo, a pesar de ser ignorado. Y la verdad, aunque a veces su presencia es sutil, es que el universo está constantemente evolucionando y continuará haciéndolo.
Como descendientes
del universo, la especie humana depende finalmente de ello para
sobrevivir y por lo tanto está destinado a evolucionar con él.
Ahora más fuerte que nunca, el ego es capaz de controlar cada movimiento del hombre. Con esto, la sociedad misma empezó a autodestruirse en todos los niveles e inconscientemente a repetir la historia de una manera que alcanza un mayor nivel de gravedad y maldad cada vez.
Eventualmente, para la supervivencia, será necesario que la humanidad evolucione colectivamente y despierte a un nuevo nivel de conciencia con el fin de evitar la destrucción definitiva de la especie humana.
Todas son correctas.
Sin embargo, al final, no es nada más que pura verdad. Por cierto, la verdad pura es todo.
Como Eckhart Tolle tan adecuadamente afirma,
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