por Milan Karmeli
24 Mayo 2015 
del Sitio Web 
Collective-Evolution

traducción de Adela Kaufmann
Versión original en ingles

 

 

 

 

 

 


Nuestro sentido de la dignidad está en la raíz de casi todo lo que sucede en nuestras vidas.

 

Afecta la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos, nuestra forma de escondernos de la vida o tirarnos a ella, y la forma en que pretendemos ser débil o ejercer un poder desproporcionado sobre otros. En el nombre de sentirse digno, a menudo vamos a traicionar nuestros valores y a nosotros mismos.

 

Perder nuestro sentido de pertenencia, simplemente se siente demasiado arriesgado en comparación a escuchar lo que sabemos que es verdad.

 

 


 

Cuando el exterior se convierte en la brújula de mi sentido de valor

Los cumplidos y la atención del exterior sirven como compensación para nuestro sentido interno de valor.

 

La mayoría de los momentos de sentirse valioso se derivan de lo externo, de los elogios de otra gente en lugar de una comprensión innata de nuestra propia importancia. Sin embargo, cuando miramos fuera de nosotros mismos buscando el valor, nos traicionamos a nosotros mismos y pagamos el alto precio de la mediocridad.

 

Somos continuamente desafiados a elegir entre las fuerzas externas e internas para establecer nuestra propia autoestima.

 

El auto-respeto, el amor propio, y una creencia en nuestra bondad básica tienen que luchar contra ceder a sentimientos de ansiedad social y vergüenza, el miedo al aislamiento, y la expresión de la ira reprimida. Nuestra necesidad de pertenencia es el detonante del núcleo y la fuerza nutritiva detrás de nuestra tendencia a ceder a estas presiones. 

 

La vida nos presenta con muchas cimas de montañas de éxito y valles de fracaso. En estos valles, nos enfrentamos a la vergüenza, la exclusión, la pena y la culpa.

 

Entonces, ¿cómo podemos mantener un sentido de dignidad, sobre todo en momentos de angustia? Especialmente cuando nos sentimos culpables y avergonzados, parece casi imposible recuperar nuestra inocencia y darnos la oportunidad de empezar de nuevo. 

 

La vergüenza y la culpa crean fuertes dinámicas de auto-castigo y, a menudo refuerzan un ciclo sin fin de elegir el camino equivocado a la felicidad y a una saludable autoestima. Un ejemplo extremo es la lucha de los criminales convictos.

 

Una vez que una persona ha infringido una regla importante, nuestra opinión sobre ésta cambia.

 

Se mueve hacia el otro lado de la línea, el lado oscuro, aunque se trate de una pérdida momentánea de juicio. Él ahora está marcado por esa mala elección de vida. A partir de ahí las posibilidades de volver a la normalidad se limitan. 

 

Pero la misma dinámica se aplica a todos nosotros. Cuando fallamos, o vemos fallar a otros, una sombra es lanzada, y es aún más difícil seguir adelante. Luchamos para perdonarnos a nosotros mismos y luchamos para recordar la bondad que ahora está enterrada debajo de la falla.
 

Pero a pesar de nuestros fracasos, nuestro derecho natural es estar aquí, incluso cuando estamos excluidos por ciertos sectores de la sociedad por romper sus normas, reglas o valores.

 

 

 

 

Dime quién debería ser yo para poder ser digno

Nuestro sentido de dignidad se pierde en la infancia a través de experiencias que pueden haber sido sentidas como el rechazo de quienes éramos.

 

Esto fue especialmente doloroso cuando estábamos siendo comparados con otros y no parecíamos estar a la altura. La lucha interna que resulta es una expresión de la indignidad que sentimos y que continúa reflejándose en nuestra personalidad. 


En el camino a reclamar un verdadero sentido de dignidad, no puede haber ningún principio o ideología. Estas solamente limitarán aún más nuestra comprensión de este complejo tema.

 

Lo que realmente necesitamos es un conocimiento profundo de nuestra humanidad y de cómo fue distorsionada para nosotros en el camino, pero lograr este hecho, es una empresa enorme.

 

 

 

 

La Verdadera Dignidad se encuentra en la Simplicidad

El mérito real es esencialmente acerca de permitirnos a nosotros mismos pertenecer a algo que es más grande y no está limitado a los valores de 'familia', 'cultura', o 'religión.'

 

Cada vez que basamos el mérito en "exclusividad", no puede ser real. Siempre que seamos inferiores o superiores, no puede haber una sensación verdadera de mérito. Por lo tanto, es mucho más acerca de la simplicidad y no se trata de ser especial. Irónicamente, es nuestro deseo de ser "especial" que nos impide sentirnos dignos. 


Curiosamente, el "yo" en nosotros es muy simple. Sin embargo, de acuerdo a nuestras normas sociales, la simplicidad es una característica juzgada y rechazada, y en nuestros interminables esfuerzos de ser "alguien" con el fin de hacernos notar, creamos esta repetición eterna de indignidad.

 

En vez de ser nosotros mismos y ser naturales, aprendemos a ser justos y morales, alimentándonos de valores basados en experiencias de otras personas en lugar de confiar en nosotros mismos.

 

Aprendemos a hacer hincapié en nuestro cuerpo y en la apariencia externa, descuidando nuestra esencia. Tomar este enfoque de vida nos lleva a tratar de usar el poder sobre las personas y sobre el mundo que nos rodea.

 

Esto puede asumir formas que parecen interminables y distorsionar nuestro sentido de la realidad, haciéndonos creer que estamos en control.

 

 

 

 

Encontrando de Nuevo tu Ritmo

Un verdadero sentido de dignidad puede ser sentido cuando estamos presentes.

 

Esto significa permitirnos a nosotros mismos movernos a nuestro propio ritmo, a pesar de que la mayoría de nosotros estamos acostumbrados a dejar que otros den forma a ese ritmo para nosotros. Nos movemos de acuerdo con el ritmo de otros, y hemos perdido el contacto con el nuestro. Esta "disponibilidad a nuestro ser" necesita tiempo y práctica.

 

Recordando que tenemos límites y necesidades naturales son pilares importantes en el proceso.

 

 

 

 

Profundizando Pacientemente nuestra comprensión de la simplicidad

En este camino de ganar nuestro verdadero sentido de dignidad, tenemos que aprender la humildad.

 

El tipo de humildad que acepta nuestra humanidad y que deja espacio para las dudas y fracasos, así como momentos de grandeza. Una humildad que acepta nuestro lado oscuro como parte de nuestra confrontación con la complejidad de la vida. 

 

Una humildad que también acepta las limitaciones de nuestro cuerpo y mente.

 

Y, sobre todo, necesitamos paciencia...