por
Francisco Javier Manero Vargas
1994
del Sitio Web
Free-News
Artículo publicado en el
número 36 de la revista
«Medicina Holística».
Edita: Asociación de Medicinas Complementarias (A.M.C.).
|
De como el poder económico y las influencias
políticas
dictan las pautas y líneas de
investigación en medicina.
Una primera ojeada selectiva al libro de Martin J.
Walker, «Dirty Medicine».
«Desde hace más de medio siglo la educación e
investigación en Gran Bretaña
han estado dominadas
por los intereses de la Wellcome y del imperio
Rockefeller»
Un poco de historia
Las inversiones de
Rockefeller en la investigación y educación
médicas en Gran Bretaña se remontan a los primeros años 20.
Tras las
recomendaciones de Abraham Flexner,1 a la Haldane Commission de la
Universidad de Londres el dinero de Rockefeller empezó a cruzar el
Atlántico a medida que las reformas derivadas de dichas
recomendaciones se hacían realidad, y se fue extendiendo hacia el
Colegio Universitario de Londres, la Universidad de Gales y la
Universidad de Cambridge.
En 1921 Rockefeller creó una nueva Escuela de Higiene y Medicina
Tropical como parte de la Universidad de Londres, lo que le
supuso por entonces medio millón de libras. Desde aquí su influencia
- auspiciada
por conversaciones tripartitas de Rockefeller, del gobierno
británico y de la Universidad - se encadenó a la red de los mayores
hospitales de esta capital.
Se fue entramando así un sistema netamente americano inspirado en
las ideas de Flexner y creado por Rockefeller, que se basaba en «unidades»
que combinaban enseñanza, investigación y práctica clínica en
edificios adyacentes, lo que cambió radicalmente la naturaleza y
dirección de la investigación médica británica.
De esta forma al
final de la segunda guerra mundial los principales hospitales y
colegios médicos de Londres tenían unidades inicialmente financiadas
por dinero americano que estaban inevitablemente influidas por las
percepciones sobre la investigación médica de Rockefeller.2
Paralelamente se crearon cuerpos administrativos a ambos lados del
Atlántico que velaran y supervisaran la puesta en práctica de tales
métodos, como el Medical Research Council.
La industria
farmacéutica británica
Hasta los años 30 las fundaciones y trust privados británicos no se
interesaron por la investigación y educación médicas, y las
iniciativas privadas fueron escasas, lo que sin duda permitió a
Rockefeller gran libertad de movimientos.
La
Wellcome Trust
británica, creado en 1936, vino a cubrir ese vacío.
La Wellcome y la
Rockefeller, dos empresas americanas que ya habían tenido relaciones
anteriormente en Estados Unidos comenzaron a asociarse en políticas
comunes a educación e investigación médicas, así y desde los años 50
se solapan sus cuadros técnicos, y gradualmente el Trust Wellcome
toma responsabilidades en las secciones del complejo universitario
londinense que había sido fundado por Rockefeller.
Esto lo ilustra,
por ejemplo, Sir Oliver Franks, presidente del Wellcome Trust entre
1965 y 1982, entre 1957 y 1973 participó del
Rhodes Trust y del
Pilgrim Trust (del que fue luego presidente) desde 1947 hasta 1979,
una organización cultural y filantrópica anglo-americana, y entre
1961 y 1970, concurrentemente con su presidencia del Wellcome Trust
participaba del Rockefeller Trust.
La Wellcome
La Wellcome fue fundada en 1880 por dos farmacéuticos
norteamericanos, Henry Wellcome y Silas Borroughs.
La actual Wellcome Foundation constituye una empresa particularmente poderosa
que se apoya en un eje Anglo-americano y se basa y concretiza en
muchas de las estructuras políticas, culturales y sociales que se
asientan a ambos lados del Atlántico.
Empezando, por ejemplo, por
sus bases político-legales, sus asuntos legales fueron llevados en
los años 30 por la firma Sullivan y Cromwell, una de las firmas de
abogados más influyentes de Nueva York y uno de los pilares de la
Rockefeller. Sus abogados fueron concretamente John Foster Dulles y
Allen Dulles que acabaron como Secretario de Estado en la guerra
fría y director de la CIA respectivamente.
Su estructura en Inglaterra incluye la manufactura de medicamentos - Wellcome Foundation
- funciones administrativas - Unicorn House - y
centro de operaciones financieras - Wellcome Trust - además de toda una serie de unidades académicas y
administrativas que están en parte o totalmente financiadas por el trust.
Operaciones
financieras, revalorización, y cambios de orientación
Hasta 1986 el trust controlaba el 100% de la acciones de la compañía
productora de medicamentos, entonces vendió cerca del 25% de
Wellcome plc., el trust retuvo la mayoría de las acciones y la
compañía productora pasó a denominarse Wellcome Foundation.
En Julio
de 1992 el trust redujo su participación al 40%, venta que le rentó
un capital de 2,3 billones de libras. Siguiendo la primera flotación
de acciones, la Wellcome adquirió cada vez más fuerza, de forma que
los beneficios por acción pasaron de ser de 7,8 peniques en 1986 a
36,0 en 1992; y los dividendos de 2,11 peniques a 13,0.
Por otra parte las ventas en ese mismo año para el mercado sanitario
humano fueron de 843,3 millones de libras contra 1.669 millones en
1992 y para el mercado sanitario animal de 162,1 millones en 1986
contra 0, ya que para 1992 abandonaron este mercado3.
Se advierte, pues, que las ventas aumentaron en un 75% en seis años,
mientras que se orientaron progresivamente hacia el mercado
sanitario humano, abandonando sectores de mercado que
tradicionalmente habían cubierto.
Hacia mediados de los 80 los productos que generaban la mayor parte
de los ingresos de la compañía estaban constituidos por
preparaciones para la tos y el constipado - unos 142 millones de
libras - seguidos de los antihistamínicos y los esteroides - alrededor
de 100 millones.
Sin embargo en 1992 las preparaciones para la tos
y el constipado tan sólo representaban el 14% de las ventas.
Parece que la segunda mitad de los 80 representó para la Wellcome un
cambio sustancial en su orientación financiera, de mercado y
productos, y por su puesto de mercadotecnia. Un cambio que
evidentemente necesitó de todos los resortes e influencias en los
medios políticos, académicos, y de información y propaganda que
tanto la Wellcome como Rockefeller habían venido hábilmente
manteniendo hasta ahora.
Así vemos por ejemplo como Lord Swann,
director general de la BBC hasta su muerte en 1990, participaba de la Wellcome Trust, además de ser miembro de la Fundación Ditchley, que
organiza encuentros, y seminarios al más alto nivel, provistos de un
amplio equipo de seguridad.
El detonante de todo parece ser la crisis económica de los 80, que
produjo una transición súbita de una posiciones más o menos
bien-intencionadas, éticas y académicas a una posición netamente
orientada al mercado y a criterios de rentabilidad económica. Esto
se evidencia no sólo en las cifras y en los cambios de orientación
evidenciados por ellas, sino en múltiples declaraciones y
comentarios que tuvieron lugar en el seno de la fundación.
Así, en
el Annual Report de 1985 se lamentan del,
«ambiente deteriorado en
Gran Bretaña para las compañías farmacéuticas», producido por «las
restricciones del gobierno británico sobre la rentabilidad».
Durante la segunda mitad de la década de los 80 se da, pues, un
proceso de creciente racionalización de la producción, marketing y
distribución, que ya hemos visto de que afectó a los beneficios
empresariales.
Los dos factores que Martin J. Walker aduce para tal cambio de
orientación fueron por un lado la apertura durante los 70 de un
nuevo campo de investigación y desarrollo, la ingeniería genética y
la biotecnología; y de otro las presiones de la fundación americana
sobre la orientación del mercado. Así, y en 1982 se funda la Wellcome Biotechnology, que irá adquiriendo cada vez más importancia
en los planes de la compañía durante toda la década, como demuestra
el relevo que se produce al final de ella en los productos estrella
de la Wellcome.
De un lado, a mediados de los años 80 se comenzaron a desmantelar
las secciones de higiene, medicina «pasada de moda» y sanidad
animal, eliminación que culminó con la venta en 1989 de Coopers
Animal Health y en 1990 de la producción de vacunas humanas y su
restante negocio de higiene, Calmic.
Para este año, 1990, y gracias al desarrollo de Wellcome
Biotechnology, la Wellcome se impone como el primer investigador y
productor de antivirales, especializado en el virus del herpes y
el
VIH, pasando de esta forma sendos medicamentos a ocupar el liderato
en cuanto a producción, mercadotecnia, volumen de ventas y
beneficios, desplazando a las antiguas prescripciones para el
catarro.
Estos dos medicamentos líderes no son sino el Zovirax, para el virus
del herpes, y el
Retrovir (AZT), para el VIH - supuesta causa del
SIDA - que suponían en 1990 unos beneficios netos de 293 y 120
millones de libras respectivamente, aunque es de suponer que con
respecto al Retrovir los beneficios se hayan aumentado
sustancialmente debido a la desafortunada tendencia - inducida y
fomentada por ensayos clínicos dirigidos; presiones políticas y
financieras; y campañas de marketing de la propia compañía 4 - de los
últimos años a prescribir tal medicamento precozmente en casos
asintomáticos.
Mientras las preparaciones para la tos y constipados
y los destinados a las enfermedades cardiovasculares ocupaban un
lugar secundario.
Esta época de cambios culmina en el verano de 1990 con el
nombramiento de un nuevo director John Robb, con un filosofía
fuertemente orientada al mercado, como se aprecia en sus
declaraciones sobre al prevalencia de los proyectos que prometieran
rentabilidad económica sobre los que fueran simplemente interesantes
desde el punto de vista científico.
Se unió a un director financiero,
John Precious, para la creación de un programa de control de costes,
con controles estrechos de las salidas de capital y recortes de la
investigación y gastos de desarrollo, tratando de mejorar la
eficiencia, eficiencia evidenciada, por ejemplo, en su capacidad
disuasoria sobre las élites políticas, financieras y médicas, así
como también sobre los grandes auditorios a través de marketing,
conferencias, y publicaciones, encaminadas a la comercialización y
universalización del consumo de Retrovir.
Así pues, todo este desarrollo comercial se ha producido gracias
únicamente a su especial relación con los gobiernos de Gran Bretaña
y Estados Unidos.
Ha acosado a las normas económicas y ética
política establecidas, que han quedado eclipsadas por esta relación,
que obedece a un sistema desarrollado principalmente por los
intereses políticos y financieros de Rockefeller.
El historial de alienamiento de la Wellcome con los más poderosos y antiguos
sectores del poder en Gran Bretaña y Estados Unidos, incluyendo un
papel director en el complejo industrial militar, lo que evidencia
el hecho de que Sir Alistair Frame pasara de director de
Río-Tinto-Zinc (empresa de armamento) a presidente del Wellcome
Trust en 1985, la sitúa en una posición única para tratar con los
gobiernos.
Wellcome Trust
y la Comisión Trilateral
La Comisión Trilateral es una institución creada a principios de los
años 70 por David Rockefeller.
Actúa como un encuentro en la sombra
de políticas económicas mundiales. Está formada por industriales,
académicos y políticos expertos en relaciones internacionales. Sin
embargo su núcleo está constituido por un grupo de multinacionales
cuya directiva corporativa persigue un único objetivo: romper todas
las barreras y límites que se impongan al capitalismo más salvaje y
al libre comercio.
Lleva por tanto, dos décadas discutiendo y resolviendo asuntos de
política internacional años antes de que sean del dominio público.
En los últimos años 80 comenzó su expansión hacia los países de
Europa Oriental, anticipando e impulsando los cambios que allí están
aconteciendo, inició intercambios, y abrió factorías y ventanas de
mercado en Hungría, antigua Unión Soviética, y Rumania.
También
desde mediados de los 80 inició una expansión aún más violenta hacia
Japón, que llevó entre otras cosas en 1990 a la fundación de Nippon-Wellcome,
que es ahora una de las mejores compañías farmacéuticas de Japón.
Todo esto no obedece sino a estrategias globales de la Comisión
Trilateral de Rockefeller. El objetivo final del desarrollo
comercial con el Este ha resultado ser el final de la guerra fría y
la integración de las estructuras económicas y financieras a lo
largo de Europa.
Mientras que Japón se erige como el tercer poste de
la Comisión, que intenta integrar los mercados japoneses a los de
Europa y América.
Credibilidad a
prueba
En 1973 ya estuvo la Wellcome envuelta en conflictos de mercado
debido a su antibacteriano
Septrin (Gran Bretaña y Europa) o
Septra
(América) - usado actualmente entre otras cosas como profilaxis de
enfermedades oportunistas para individuos VIH-positivos, con CRS o
enfermos de SIDA - cuando una serie de artículos de EE.UU. y Canadá
sugirieron que había otros agentes antibacterianos más seguros e
igual de eficaces.
En los 80 comercializó una vacuna para el constipado que
eventualmente iba a obtener el monopolio de la salud nacional
británica.
Algunos críticos adujeron que la vacuna de la Wellcome
era menos segura que otros productos, y de hecho la compañía se
enfrentó a sendos juicios por los efectos colaterales que dicha
vacuna causó a Susan Loveday, un bebé que sufrió daños cerebrales
irreversibles, cuyo juicio se sobreleyó por falta de pruebas, y
Kenneth Best, que aunque tenía 23 años su edad mental era de 12
meses, y cuya familia fue compensada con una indemnización de 2,75
millones de libras.
El medicamento para el SIDA de la Wellcome, el Retrovir, está ahora
recibiendo el mismo tipo de críticas, la forma en que lo impuso a la
comunidad científica está llena de interrogantes5, sus efectos
colaterales están ampliamente documentados, y su efectividad
terapéutica gravemente cuestionada.
Por el momento no se han
cuantificado las muertes o empeoramientos que ha producido esta
medicación, porque tienden a confundirlos con la patología de la
propia enfermedad, pero ya se está empezando a presentar querellas
judiciales por este motivo.
Dado el hermetismo y unicidad impuesta por tales poderes, parece
preciso que este tipo de acciones se lleve a cabo: que los críticos
critiquen; que los científicos ofrezcan alternativas científicamente
fundadas; que los pacientes afectados denuncien; y ante todo que
todos tengan opción a divulgar sus ideas. De alguna forma hemos de
exigir una mayor transparencia y libertad de información en los
asuntos que conciernen a nuestra salud individual y colectiva, y
procurar unos cada vez mayores niveles éticos en la industria y
prácticas médicas.
Es necesario desligar la salud de la rentabilidad
económica, que son fenómenos que no forzosamente tienen que
implicarse, y pensar antes en aquella que en los balances económicos
anuales.
Tras la redacción y en puertas a la publicación del presente
artículo nos enfrentamos, de nuevo, al boicot, censura y presiones
sobre la libertad de expresión y circulación de la información.
El libro de Martin Walker -
Dirty Medicine
- está soportando una
intensa presión para bloquear su difusión: las publicaciones que se
han hecho eco de su publicación, y las distribuidoras que han
procedido a su difusión están siendo sometidas a presiones
amenazadoras que en algunos casos están consiguiendo su objetivo.
Las principales presiones provienen de Duncan Campbell, activista
político y articulista especializado en prácticas médicas, que
sorprendentemente cambió en 1988 drásticamente de opinión desde un
enfrentamiento previo contra las compañías farmacéuticas y su papel
director en la práctica médica a un apoyo incondicional del AZT como
única aproximación al SIDA.
Estas presiones han hecho incluso disculparse a la dirección
editorial del Journal of Alternative and Complementary Medicines por
una excelente crítica y exhortación a comprarlo (Brave, bold, buy
it) 6 que realizaron en su número del pasado enero, así como a
desestimar su distribución.
En su libro Martin Walker no sólo se limita a exponer pruebas sobre
las presiones que la industria farmacéutica multinacional ha
ejercido y está ejerciendo sobre las medicinas alternativas, y no
precisamente por una «conspiración siniestra» como Campbell ironiza
en función de alguna clase de presunta paranoia de Martin Walker,
sino en virtud de lazos históricos que, remontándose a principios de
siglo, establecen las líneas generales de las relaciones económicas
y de poder mediante las que dichas presiones se han ejercido, por
supuesto mediatizadas por los beneficios económicos, y que
ejemplificamos más arriba en el caso particular de la Wellcome.
Campbell en sus críticas tacha a todos los terapeutas y terapias
expuestas, de farsantes y criminales.
También expone lo que llama «vanidad
de un libro auto-publicado», introduciendo perniciosas dudas sobre
supuestas fuentes de financiación siniestras, ¿cómo podría ser de
otra forma?
Si un libro auto-publicado tiene estas dificultades en su
distribución y difusión, ¿cuáles no tendría para su publicación en
el caso que recurriera a los medios habituales?.
Martin Walker no abandona y propone la retirada masiva de las
suscripciones al Journal of Alternative and Complementary Medicines,
y la creación de un nuevo Alternative Health Defence Network
(Trabajo en Defensa de la Salud Alternativa) que incluiría una nueva
publicación.
Notas
1- Abraham Flexner, autor del informe Flexner, patrocinado por la
Carnegie Foundation y Rockefeller, que estableció un patrón único
para la educación e investigación médicas en EE.UU. - que entre otras
cosas significativamente recortaba las opciones para los colegios
médicos destinados a los blancos con bajos ingresos, negros y
mujeres-. 2- Hacia 1950 había becas de formación en 31 cátedras en los colegios
médicos británicos costeadas por Rockefeller. 3- Datos sacados del Wellcome Annual Report and Accounts, 1992. 4- 1993. Walker, Martin J., Dirty Medicine, Slingshot Publications, BM
Box 8314, London WC1N 3XX. Capitulos 22, 23 y 32. 5- Como ejemplos:
-
El primer ensayo de doble ciego no fue estrictamente válido, y sus
datos fueron falseados.
-
La industria farmacéutica, por supuesto la Wellcome Trust, tienen
representación en el All-Party Science Committee, comité
parlamentario sobre asuntos científicos.
-
Tras presidir la Burroughs Wellcome y la Wellcome Foundation, Sir
Alfred Shepperd se unió en 1982 al Advisory Council on Science and
Technology, que aconseja en Gran Bretaña sobre asuntos de ciencia al
gobierno y a los servicios civiles y sanitarios.
6- Valiente, audaz, cómprelo; título del comentario al libro del
Journal of Alternative and Complementary Medicines en la página de
libros.
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