por Trinity A Tierra
8 Enero 2011
del Sitio Web
TrinityATierra
Hemos sido “programados” para creer y ver todo aquello que nuestros
controladores y programadores quieren que creamos y veamos.
Muy
probablemente la manipulación primigenia se efectuó a través de
nuestro ADN, en aquella época que llamaron “La Caída”, para que
pudiéramos percibir sólo una limitada banda de la realidad en la que
vivimos y nos movemos.
Eso explica la ceguera de millones de
personas a la hora de acercarse a fenómenos como,
-
los chemtrails y sus derivadas
-
la existencia de vida más allá de la
humana conocida en este planeta
-
la existencia de una “vida” después
de la muerte
Eso explica la dificultad de nuestras mentes a la hora
de encajar la idea de inexistencia real del tiempo, tal y como lo
concebimos, la complejidad del entramado espiritual, la conexión
absoluta y permanente del Todo, etc.
Como dice
David Icke, la mayor parte de la gente vive en un estado
hipnótico.
Estamos en trance hipnótico mientras realizamos las
tareas cotidianas, miramos la televisión y asumimos que el Sol sale
por el mismo lugar cada mañana y que iremos de vacaciones en próximo
año si conseguimos ahorrar un poco.
La hipnosis siempre funciona a la perfección cuando la programación
introduce elementos que están dentro de nuestro sistema de creencias
preestablecido. Existe un caso conocido en hipnosis experimental
que se ilustra de la siguiente forma:
A un sujeto bajo hipnosis le fue dicho que cuando se despertara de
una sesión hipnótica sería incapaz de ver un tercer hombre en la
habitación porque, según se le dijo, éste se habría convertido en un
ser “invisible”. Se le dieron todas las indicaciones para que, de
hecho, no viera a la tercera persona en aquel lugar, pero cuando el
sujeto se despertó, enseguida se dieron cuenta de que las
indicaciones no habían funcionado.
El sujeto podía ver perfectamente
a la tercera persona sin ningún tipo de problema en aquella
habitación.
La sesión no había funcionado porque la idea de que el hombre podía
conocer la invisibilidad era algo que simplemente no entraba en su
sistema de creencias. Al no creer en esa posibilidad, al no creer
que un hombre pudiera volverse invisible, así como así, las
sugerencias en estado de trance no funcionaron.
Más tarde se probó a realizar el mismo ejercicio con otra táctica
diferente. Esta vez, el sujeto fue hipnotizado, pero se le indicó
que el tercer hombre había salido de la habitación porque tenía que
ir a ocuparse de un negocio urgente.
El tercer hombre se puso el
abrigo, se le dijo al sujeto bajo hipnosis que esa persona salía del
cuarto, se hizo el ruido apropiado cerrando la puerta para hacer la
situación verosímil, y finalmente se despertó al sujeto del trance,
mientras el tercer hombre seguía allí.
Lo que resultó de este experimento es que el sujeto no podía ver al
tercer hombre en la habitación. Su mente había sido burlada con las
indicaciones, efectos especiales y explicaciones oportunas. La
sesión de hipnosis resultó un éxito. Esta vez el sistema de
creencias fue “activado” de una manera que era “aceptable” para sus
instintos de “supervivencia del ego”.
No había nada en esas
indicaciones que pudiera ser considerado una amenaza para el sistema
de creencias de aquel individuo y, por lo tanto, el sistema
“inmunitario” de la mente dejó colar esa programación haciendo
invisible al hombre de carne y hueso en la habitación. En este mundo,
la supervivencia del ego respecto a lo que es y no es posible queda
establecida muy temprano en la vida por nuestros programas
paternales y sociales.
Aprendemos esto al asimilar aquello que cree
nuestra familia y nuestra sociedad.
El Tercer Hombre “invisible” en la habitación andaba por allí
recogiendo y dejando cosas, apoyando cosas, sin dejar de moverse e
interactuar con los objetos de la habitación para poner a prueba la
conciencia del sujeto a su presencia. Podemos imaginarnos lo que
ocurrió cuando el individuo veía moverse a los objetos solos por la
habitación sin nadie que los portara, llegando a rozar la histeria
debido a toda esta actividad “anómala”.
El sujeto podía ver objetos
moviéndose a través del aire, puertas abriéndose y cerrándose, pero,
tal y como había sido programado, era incapaz de ver el cuadro
completo de lo que ocurría allí porque no creía que hubiera otro
hombre en la habitación.
Al parecer, esta es la razón por la cuál la mayor parte de las
terapias para eliminar malos hábitos no funcionan; dichas terapias
intentan operar en contra de “sistema de creencias” del propio
paciente que está muy claramente impreso en el subconsciente.
El
inconsciente del paciente está convencido de que ese hábito la
asegura la supervivencia y por lo tanto, nada que lo ponga en riesgo
será aceptado.
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Lo primero y más grave que se deduce de esta experiencia es que la
realidad que percibimos no es objetiva y que pertenece al ámbito de
la experiencia/percepción del individuo.
En esa misma habitación la
realidad para dos de los sujetos era de tres personas allí, mientras
que para uno de ellos, sólo había dos personas y un montón de
actividad “paranormal”.
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Lo segundo que me sugiere es la cantidad de “teatro” que los
hipnotizadores globales introducen en nuestras vidas, con ruideros y
científicos incluidos, para conseguir introducir en nuestra mente
programas parciales.
Esto es lo que me sugieren asuntos como el de
los
peces y aves muertos por millones, el
enigma del
Golfo de
México, los eventos en el espacio… uno tiene la sensación de estar
siendo engañado constantemente.
Las explicaciones oficiales son de
risa, pero sólo un poco menos increíbles que las que se ofrecen como
segunda alternativa a nuestra mente “conspirativa”.
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Lo tercero que me sugiere es la pregunta de si, como sujetos bajo
hipnosis permanente, somos capaces de “despertar” solos de un trance
una vez iniciada la programación.
¿Es posible que a un tipo que
está siendo hipnotizado le “despierte” el sonido de una
campaña de Iglesia o el ruido de un teléfono que no estaba
en el programa?
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Lo cuarto que me sugiere es que sólo cambiando nuestro sistema de
creencias podemos impedir que ciertas técnicas de programación
funcionen.
Pero ¿qué impide que funcionen otras más elaboradas y
complejas como en el caso del sujeto en la segunda sesión?
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