Los nuevos datos son de una importancia
tan trascendental que podrían revolucionar nuestra manera de
entender la psique humana, la psicopatología y el proceso
terapéutico. La trascendencia de algunas observaciones hace que
superen el marco de la psicología y la psiquiatría y representen una
seria contradicción del paradigma newtoniano-cartesiano actual.
Podrían cambiar drásticamente la imagen que tenemos de la naturaleza
humana, de la cultura y la historia, y de la realidad.
STANISLAV GROF
en relación con los fenómenos
holográficos en The Adventure of Self-Discovery. |
AGRADECIMIENTOS
Escribir es siempre un trabajo de colaboración y son muchas las
personas que han contribuido a la producción del presente libro de
diversas maneras. No es posible nombrarlas a todas, pero hay unas
cuantas que merecen una mención especial.
Entre ellas están:
Barbara Brennan, Larry Dossey,
Brenda Dunne, Elisabeth W. Fenske, Gordon Globus, Jim Gordon,
Stanislav Grof, Francine Howland, Valerie Hunt, Robert Jahn,
Ronald Wong Jue, Mary Orser, F. David Peat, Elizabeth Rauscher,
Beatrice Rich, Peter M. Rojcewicz, Abner Shimony, Bernie Siegel,
T. M. Srinivasan, Whitley Strieber, Russell Targ, William A.
Tiller, Montague Ullman, Lyall Watson, Joel L. Whitton, Fred
Alan Wolf y Richard Zarro, que fueron también generosos con su
tiempo y con sus ideas.
Carol Ann Dryer, por su amistad,
perspicacia y apoyo y por su generosidad infinita a la hora de
compartir su profundo talento.
Kenneth Ring, por horas de conversación fascinante y por
introducirme en la lectura de los textos de Henry Corbin.
Stanley Krippner, por tomarse el tiempo de llamarme o dejarme una
nota siempre que encontraba nuevos ejemplos sobre la idea
holográfica.
Terry Oleson, por su tiempo y por permitirme amablemente utilizar su
diagrama del «hombrecito de la oreja».
Michael Grosso, por su conversación que induce a la reflexión y por
ayudarme a localizar varias obras de referencia sobre milagros poco
conocidas.
Brendan O'Regan, del Instituto de Ciencias Noéticas, por sus
importantes aportaciones al tema de los milagros y por ayudarme a
encontrar información sobre los mismos.
Mi amigo desde hace mucho tiempo Peter Brunjes, por utilizar sus
contactos universitarios para ayudarme a obtener varias obras de
referencia difíciles de encontrar.
Judith Hooper, por prestarme numerosos libros y artículos de su
extensa colección de publicaciones sobre la idea holográfica.
Susan Cowles, del Museo de la Holografía, de Nueva York, por
ayudarme a seleccionar ilustraciones para el libro.
Kerry Brace, por compartir conmigo sus pensamientos sobre la
aplicación de la idea holográfica en el pensamiento hindú; de sus
escritos he tomado prestada la idea de utilizar el holograma de la
princesa Leia de la película La guerra de las galaxias para empezar
el libro.
Marilyn Ferguson, fundadora del Brain/Mind Bulletin, que fue una de
las primeras escritoras en reconocer la importancia de la teoría
holográfica y en escribir sobre ella; fue también generosa con su
tiempo y sus pensamientos. El lector observador se dará cuenta de
que mi resumen de la visión del universo que surge cuando se
consideran conjuntamente las conclusiones de Bohm y de Pribram, al
final del capítulo 2, en realidad es una pequeña paráfrasis de las
palabras que utiliza ella en su obra, éxito de ventas, The Aquarian
Conspiracy.
Mi incapacidad para encontrar una forma
diferente y mejor para resumir la idea holográfica debería
contemplarse como testimonio a la claridad y capacidad de síntesis
que demuestra Marilyn Ferguson como escritora.
El personal de la American Society for Psychical Research por su
ayuda para localizar referencias, fuentes y los nombres de las
personas pertinentes.
Martha Visser y Sharon Schuyler, por su ayuda en la investigación
para el libro.
Ross Wetzsteon, del Village Voice, que me pidió que escribiera el
artículo que empezó todo.
Claire Zion, de Simon & Schuster, que fue la primera en sugerirme
que escribiera un libro sobre la idea holográfica.
Lucy Kroll y Barbara Hogenson, por ser las mejores agentes posibles.
Lawrence P. Ashmead, de Harper Collins, por creer en el libro, y
John Michel por su amable y perspicaz corrección.
Si hay alguien a quien he dejado fuera sin advertirlo, le ruego que
me perdone. A todos los que me han ayudado a que este libro vea la
luz, tanto los que he nombrado como los que no, mi agradecimiento
más profundo.
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INTRODUCCIÓN
En la película La guerra de las galaxias, la aventura de Luke
Skywalker empieza cuando surge una luz del robot R2-D2 y proyecta
una imagen tridimensional en miniatura de la princesa Leia.
Luke contempla embelesado cómo la
escultura fantasmal de luz suplica a alguien llamado Obi-wan Kenobi
que acuda en ayuda de la princesa. La imagen es un holograma, una
imagen tridimensional realizada con ayuda del láser, y se requiere
una magia tecnológica extraordinaria para hacer imágenes como ésa.
Pero lo más increíble es que algunos científicos están empezando a
creer que el universo mismo es una especie de holograma gigante, una
ilusión espléndidamente detallada ni más ni menos real que la imagen
de la princesa Leia que impulsa a Luke a iniciar su búsqueda.
Por decirlo de otra manera: hay indicios que sugieren que nuestro
mundo y todo lo que contiene, desde los copos de nieve hasta los
arces y desde las estrellas fugaces a los electrones en órbita,
también son imágenes fantasmales solamente, proyecciones de un nivel
de realidad tan alejado del nuestro que está literalmente más allá
del espacio y del tiempo.
Los artífices principales de esta asombrosa idea son dos de los
pensadores más eminentes del mundo:
-
David Bohm, físico de la
Universidad de Londres, protegido de Einstein y uno de los
físicos teóricos más respetados
-
Karl Pribram, un neurofisiólogo
de la Universidad de Standford, autor del texto clásico de
neurofisiología Languages of the Brain
Lo intrigante es que Bohm y Pribram
llegaron a sus conclusiones respectivas de manera independiente,
mientras trabajaban desde dos direcciones muy diferentes.
Bohm sólo se convenció de la naturaleza
holográfica del universo tras años de insatisfacción con la
incapacidad de las teorías clásicas para explicar los fenómenos que
encontraba en la física cuántica. Pribram se convenció por el
fracaso de las teorías clásicas del cerebro para explicar varios
enigmas neurofisiológicos.
Sin embargo, una vez que formaron sus opiniones, Bohm y Pribram se
dieron cuenta enseguida de que el modelo holográfico explicaba
también otros muchos misterios, entre los que se cuentan la aparente
incapacidad de cualquier teoría, por exhaustiva que fuera, para
explicar todos los fenómenos de la naturaleza; la capacidad de los
individuos que sólo oyen por un oído para determinar la dirección de
la que proviene el sonido; y nuestra capacidad para reconocer la
cara de alguien a quien no hemos visto en muchos años, aunque haya
cambiado considerablemente desde entonces.
Pero lo más asombroso del modelo holográfico era que de repente
hacía que cobrara sentido una amplia gama de fenómenos tan difíciles
de entender que habían sido encuadrados por lo general fuera del
ámbito de la interpretación científica. Entre ellos figuran la
telepatía, la precognición, el sentimiento místico de unidad con el
universo y hasta la psicoquinesia o la capacidad de la mente para
mover objetos físicos sin que nadie los toque.
En efecto, el grupo de científicos, cada vez más numeroso, que llegó
a abrazar el modelo holográfico, enseguida vio que ayudaba a
explicar prácticamente todas las experiencias paranormales y
místicas; en la última media docena de años ha seguido impulsando a
muchos investigadores y ha arrojado luz sobre un conjunto creciente
de fenómenos anteriormente inexplicables.
Por ejemplo:
-
En 1980, un psicólogo de la
Universidad de Connecticut, el doctor Kenneth Ring, planteó
que el modelo holográfico podía explicar las experiencias
cercanas a la muerte. El doctor Ring, presidente de la
Internacional Association for Near-Death Studies, cree que
tales experiencias, así como la muerte misma, en realidad no
son más que el cambio de la consciencia de la persona de un
nivel del holograma de la realidad a otro.
-
En 1985, el doctor Stanislav
Grof, director de investigación psiquiátrica en el Maryland
Psychiatric Research Center y profesor colaborador de
psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad
Johns Hopkins, publicó un libro en el que llegaba a la
conclusión de que los modelos existentes de neurofisiología
cerebral eran inadecuados y que sólo el modelo holográfico
podía explicar cosas tales como las experiencias
arquetípicas, los encuentros con el inconsciente colectivo y
otros fenómenos inusuales que se experimentan en los estados
alterados de consciencia.
-
En la reunión anual de 1987 de
la Asociación para el Estudio de los Sueños que se celebró
en Washington D.C., el físico Fred Alan Wolf dio una charla
en la que aseguraba que el modelo holográfico explica los
sueños lúcidos (sueños inusualmente vívidos en los que la
persona que los tiene se da cuenta de que está despierta).
Wolf cree que esos sueños son en realidad visitas a
realidades paralelas y que el modelo holográfico permitirá
desarrollar finalmente una «física de la consciencia» que
nos capacitará para empezar a explorar a fondo los niveles
de existencia de esas otras dimensiones.
-
En su libro titulado
Sincronicidad: puente entre mente y materia, de 1987, el
doctor F. David Peat, físico de la Universidad Queen's de
Canadá, afirmaba que se puede explicar la sincronicidad
(coincidencia tan inusual y tan significativa
psicológicamente hablando que no parece ser sólo fruto del
azar) con el modelo holográfico. En su opinión,
coincidencias como ésas son realmente «fallos en el tejido
de la realidad» y revelan que los procesos del pensamiento
están conectados con el mundo físico mucho más íntimamente
de lo que se ha sospechado hasta ahora.
Estos apuntes son sólo una muestra de
las ideas sugerentes que inducen a la reflexión que analizaremos en
el presente libro.
Muchas son extraordinariamente
polémicas. En efecto, el modelo holográfico en sí es un tema muy
debatido y la mayoría de los científicos no lo acepta bajo ningún
concepto. Sin embargo, y como veremos, lo apoyan muchos pensadores
importantes y admirables que creen que puede ser la imagen más
precisa de la realidad que tenemos hasta la fecha.
El modelo holográfico también ha recibido un respaldo espectacular
por parte de no pocos experimentos. En el campo de la
neurofisiología, numerosos estudios han corroborado varias
predicciones de Pribram sobre la naturaleza holográfica de la
memoria y de la percepción.
De manera similar, un experimento famoso
realizado en 1982 por un equipo de investigación dirigido por el
físico Alain Aspect en el Institute of Theoretical and Applied
Optics de París, demostró que la red de partículas subatómicas que
compone el universo físico, el verdadero tejido de la propia
realidad, posee lo que parece ser una innegable propiedad
holográfica. También discutiremos sus conclusiones en este libro.
Además de las pruebas experimentales, hay varias cosas que confieren
autoridad a la hipótesis holográfica. Quizá los factores más
importantes sean el carácter y los logros de los dos hombres que
dieron origen a la idea. Al comienzo de sus carreras y antes de que
el modelo holográfico fuera siquiera un destello en sus
pensamientos, ambos acumularon triunfos que habrían llevado a la
mayoría de los investigadores a dormirse en los laureles el resto de
sus vidas académicas.
En la década de 1940, Pribram hizo un
trabajo pionero sobre el sistema límbico, una zona del cerebro que
tiene que ver con las emociones y la conducta. Y también se
considera un hito la obra de Bohm del decenio de 1950 sobre la
física de los plasmas.
Pero más significativo todavía es que ambos se hayan distinguido
también de otra manera. Es una manera que rara vez pueden reclamar
para sí los hombres y mujeres más brillantes, porque no se mide
meramente por la inteligencia, ni por el talento siquiera. Se mide
por el coraje, por la tremenda resolución que supone mantener las
propias convicciones, incluso frente a una oposición sobrecogedora.
Cuando estaba estudiando, Bohm hizo
trabajos con Robert Oppenheimer para el obtener el doctorado.
Después, en 1951, cuando Oppenheimer cayó bajo la peligrosa mirada
escrutadora del Comité de Actividades Antiamericanas del senador
Joseph McCarthy, llamaron a Bohm para que testificara en su contra y
él se negó. A resultas de aquello, perdió su trabajo en Princeton y
nunca volvió a dar clase en Estados Unidos; se trasladó en primer
lugar a Brasil y después a Londres.
Al comienzo de su carrera, Pribram se enfrentó con una prueba de
temple parecida.
En 1935, un neurólogo portugués llamado
Egas Moniz ideó lo que creía que era un tratamiento perfecto para
las enfermedades mentales. Descubrió que perforando el cráneo de un
individuo con un instrumento quirúrgico y separando la corteza
prefrontal del resto del cerebro podía hacer que los pacientes más
problemáticos se volvieran dóciles.
Llamó al procedimiento Lobotomía
prefrontal, el cual, en la década de 1940, se había convertido en
una técnica médica tan popular que Moniz recibió el premio Nobel. En
los años cincuenta el procedimiento conservaba su popularidad y, al
igual que las escuchas de McCarthy, se convirtió en una herramienta
para acabar con las personas indeseables, culturalmente hablando.
Su utilización con esa finalidad estaba
tan aceptada que el cirujano Walter Freeman, que abogaba
abiertamente a favor del procedimiento en Estados Unidos, escribió
sin avergonzarse que las lobotomías «hacían ciudadanos americanos
buenos» de los inadaptados de la sociedad, los «esquizofrénicos,
homosexuales y radicales».
En esa época apareció en escena Pribram. Pero, a diferencia de
muchos de sus colegas, él creía que no estaba bien manipular el
cerebro de otra persona tan temerariamente. Sus convicciones eran
tan profundas que, mientras trabajaba como un joven neurocirujano en
Jacksonville (Florida), se opuso a los criterios médicos aceptados
de la época y se negó a permitir que se realizaran lobotomías en la
sala que estaba bajo su supervisión. Posteriormente, mantuvo en Yale
esa misma postura controvertida, y sus opiniones, radicales en aquel
entonces, casi le hicieron perder su trabajo.
El compromiso de Bohm y Pribram para mantener aquello en lo que
creían, sin importarles las consecuencias, es evidente también en lo
que se refiere al modelo holográfico. Como veremos, exponer su nada
desdeñable reputación apoyando una idea tan polémica no es el camino
más fácil que podía haber tomado cada uno de ellos. Tanto el valor
como la visión que ambos demostraron en el pasado da importancia
nuevamente a la idea holográfica.
Por último, otro indicio favorable al modelo holográfico es lo
paranormal mismo. No se trata de un asunto menor, porque en las
últimas décadas se ha acumulado un extraordinario conjunto de
pruebas que sugiere que nuestra interpretación actual de la
realidad, la imagen sólida y confortable del mundo de palos y
piedras que aprendimos todos en las clases de ciencias del
instituto, es una imagen equivocada.
Como ninguno de los modelos científicos
clásicos puede explicar los descubrimientos paranormales, la ciencia
en general prescinde de ellos. No obstante, el volumen de indicios
acumulados ha llegado a un punto que hace que la situación sea
insostenible.
Por poner un solo ejemplo, en 1987 el físico Robert G. Jahn y la
psicóloga clínica Brenda J. Dunne, ambos de la Universidad de
Princeton, anunciaron que, tras una década de experimentación
rigurosa en el Princeton Engineering Anomalies Research Laboratory,
habían acumulado datos inequívocos de que la mente puede
interaccionar físicamente con la realidad física.
Más en concreto, Jahn y Dunne
averiguaron que los seres humanos son capaces de influir en el
funcionamiento de cierta clase de máquinas simplemente con la
concentración mental. Era un descubrimiento asombroso que no tenía
explicación con arreglo a la imagen habitual de la realidad.
Sin embargo, se puede explicar de acuerdo con la idea holográfica. Y
a la inversa, los acontecimientos paranormales, como no se pueden
explicar según nuestra interpretación científica actual, piden a
gritos una forma nueva de contemplar el universo, un paradigma
científico nuevo. Este libro, además de mostrar cómo puede explicar
el modelo holográfico lo paranormal, examinará también cómo los
indicios cada vez más numerosos en favor de lo paranormal parecen
necesitar a su vez la existencia de dicho modelo.
El hecho de que nuestra visión científica actual no pueda explicar
lo paranormal es sólo una de las razones que justifica que siga
siendo un tema tan controvertido. Otra de esas razones es que muchas
veces es muy difícil captar con precisión el funcionamiento psíquico
en el laboratorio, lo cual ha llevado a muchos científicos a
concluir que por lo tanto no existe. En el presente libro
discutiremos también esa dificultad aparente.
Una razón todavía más importante es que la ciencia, contrariamente a
lo que muchos de nosotros hemos llegado a creer, no está libre de
prejuicios. Lo aprendí por vez primera hace unos cuantos años,
cuando pregunté a un conocido físico su opinión sobre un experimento
parapsicológico en concreto.
El físico (que tenía fama de escéptico
en cuanto se refería a los fenómenos paranormales) me miró y con
gran autoridad afirmó que los resultados no revelaban «pruebas de
funcionamiento psíquico alguno sea cual fuere».
Yo no había visto aún los resultados,
pero como respetaba la inteligencia del físico y su reputación,
acepté su juicio sin cuestionarlo. Posteriormente, cuando examiné
los resultados por mí mismo, me quedé pasmado al descubrir que el
experimento había arrojado indicios muy sorprendentes de capacidad
psíquica. Me di cuenta entonces de que hasta los científicos famosos
pueden tener actitudes parciales y puntos flacos.
Desgraciadamente es una situación que se da con frecuencia en la
investigación de lo paranormal. En un artículo reciente publicado en
American Psychologist, el psicólogo de Yale Irving L. Child
examinaba el tratamiento que la comunidad científica establecida
había dado a una serie muy conocida de experimentos PES con el
sueño, llevados a cabo en el Centro Médico Maimónides de Brooklyn,
Nueva York.
A pesar de que los experimentos habían
revelado datos espectaculares en apoyo de la PES (percepción
extrasensorial), Child averiguó que la comunidad científica había
prescindido del trabajo casi por completo. Y más penoso aún fue el
descubrimiento de que el puñado de publicaciones científicas que se
habían tomado la molestia de comentar los experimentos, había
«tergiversado» la investigación tan gravemente que su importancia
quedó completamente oscurecida.
¿Cómo es posible? Una razón es que la ciencia no es siempre tan
objetiva como nos gustaría creer. Miramos a los científicos con un
cierto temor reverencial y cuando nos dicen algo estamos convencidos
de que tiene que ser verdad. Olvidamos que son humanos simplemente y
están sujetos a los mismos prejuicios religiosos, filosóficos y
culturales que el resto de nosotros. Es una pena porque, como pondrá
de manifiesto el libro, hay una gran cantidad de indicios que
demuestran que el universo abarca bastante más de lo que permite
nuestra cosmovisión actual.
Ahora bien, ¿por qué la ciencia opone tanta resistencia a lo
paranormal en particular? Esta cuestión es más difícil.
Según el
doctor Bernie S. Siegel, cirujano de Yale y autor del libro, éxito
de ventas, Amor, medicina milagrosa, al comentar la resistencia que
encontraron sus opiniones poco ortodoxas sobre la salud, se debe a
que la gente es adicta a sus creencias. En su opinión, por eso hay
personas que se comportan como los adictos cuando intentas cambiar
sus creencias.
Parece que la observación de Siegel encierra una gran verdad, que
tal vez es ése el motivo de que muchas de las revelaciones y los
avances más importantes de la civilización fueran recibidos, en un
principio, con un rechazo apasionado. Somos adictos a nuestras
creencias y actuamos como adictos cuando alguien intenta arrancarnos
el opio poderoso de nuestros dogmas. Y como la ciencia occidental ha
dedicado varios siglos a no creer en lo paranormal, no va a
renunciar a su adicción a la ligera.
Soy un hombre afortunado. Siempre he sabido que en el mundo había
algo más que lo que se acepta generalmente.
Crecí en una familia de psíquicos y,
desde una temprana edad, experimenté de primera mano muchos de los
fenómenos de los que hablaremos en el libro. En alguna ocasión,
relataré unas cuantas experiencias propias, cuando sea pertinente en
relación con el tema que se esté tratando. Aunque sólo pueden
contemplarse como pruebas anecdóticas, a mí me han proporcionado una
prueba totalmente convincente de que vivimos en un universo que sólo
acabamos de empezar a comprender; pero las incluyo por la
información que ofrecen.
Finalmente, teniendo en cuenta que el concepto holográfico todavía
es una idea en ciernes y un mosaico de muchas opiniones e indicios
distintos, algunos han argüido que no debería ser llamado modelo o
teoría hasta que los divergentes puntos de vista se integren en un
todo unificado. Como consecuencia, algunos investigadores se
refieren a esos pensamientos como el paradigma holográfico.
Otros prefieren llamarlo analogía
holográfica, metáfora holográfica, etcétera. En este libro he
empleado todas estas expresiones, en aras de la diversidad, además
de modelo holográfico y teoría holográfica; sin embargo, con eso no
pretendo dar a entender que la idea holográfica haya adquirido la
categoría de modelo o teoría, en el sentido estricto del término.
En esta misma línea es importante observar que Bohm y Pribram, si
bien son los creadores de la idea holográfica, no abrazan todas las
opiniones y conclusiones presentadas en el presente libro. Más bien
se trata de una obra que no mira únicamente a las teorías de Bohm y
Pribram, sino también a las ideas y conclusiones de numerosos
investigadores que han sido influidos por el modelo holográfico y
que lo han interpretado a su manera, una manera controvertida
algunas veces.
A lo largo del libro trato asimismo varias ideas de física cuántica,
la rama de la física que estudia las partículas subatómicas
(electrones, protones, etcétera). Como he escrito sobre este tema
anteriormente, soy consciente de que a la gente le intimida la
expresión «física cuántica» y temen no ser capaces de entender los
conceptos.
Mi experiencia me dice que hasta
aquellos que no saben nada de matemáticas pueden entender el tipo de
ideas de física que se tocan en este libro. Ni siquiera se precisa
tener conocimientos previos de ciencias. Lo único que se necesita es
una mente abierta, si por casualidad ojeas una página y ves un
término científico que no conoces. He tratado de reducir esa clase
de términos al mínimo, y cuando era necesario utilizar alguno,
siempre lo explico antes de continuar con el texto.
Así que no te asustes. Una vez que hayas superado el «miedo al
agua», creo que te verás nadando entre las ideas extrañas y
fascinantes de la física cuántica, con mucha más facilidad de lo que
piensas. Estoy seguro de que descubrirás que reflexionar sobre
algunas de esas ideas puede incluso cambiar tu forma de ver el
mundo.
De hecho, espero que las ideas que contienen los capítulos
que vienen a continuación cambien tu forma de ver el mundo.
Con ese deseo humilde presento este
libro.
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