JAN: Antes de hablar de los niños, queremos formularte una pregunta
que se hacen muchos padres: a muchas personas que tienen más de
cuarenta y de cincuenta años les parece que reúnen todas las
características de los índigo. ¿Ellos podrían ser los precursores de
los índigo?
NANCY: Esas personas son violeta. Hay muchos matices en el color. No
todos tienen la misma edad espiritual, ¿comprendes? Algunos llevan
haciéndolo mucho más tiempo que los demás, y algunos de una forma
diferente de la de los demás, y es como ir a la universidad.
Elegimos distintos campos y distintos intereses. Por ejemplo, es
posible que todos hablemos de ciencias políticas, pero, dentro de un
campo tan amplio, caben el derecho, la salud, la psicología... Hay
diferentes roles en esa ciencia política que nos obligan a aprender
de forma diferente y a hacer distintas cosas.
JAN: ¿Quieres decir que algunos violeta son de distintos tonos de
ese color?
NANCY: Sí, según el programa que tengan. Siempre he dicho lo
siguiente: que un violeta nacido en un hogar próspero se comportará
de manera diferente a un violeta que haya nacido en un gueto. Un
violeta que haya nacido en un hogar culto será diferente de uno
nacido en otro tipo de hogar. Y el que haya nacido en un ambiente
artístico será diferente de un violeta nacido en las minas de West
Virginia.
JAN: Claro, pero, ¿en qué sentido serían distintos los matices?
NANCY: No se trata de una diferencia de tono o de matiz, sino de la
matriz que hay en su interior. Ahora casi nunca saco este tema en
una declaración pública ni en una conferencia privada, sencillamente
porque tardaría demasiado en definirlo y resultaría excesivamente
confuso para el público en general.
JAN: Puedes definirlo ahora, para nosotros?
NANCY: Yo puedo definirlo, pero se trata de la manera en que ellos
funcionan. Creo que los violeta están allí. Sigo insistiendo en que
los «humanistas» sustituyen al amarillo y al violeta. Por
consiguiente, tendrán dentro muchos de los atributos del amarillo y
del violeta. Son los «violeta populares», que tanto fascinan a la
gente. Además, está el índigo «conceptual», que sustituye al habano
y al verde dentro del violeta. Aparte, el índigo «artista» sustituye
al azul dentro del violeta. Y el índigo «interdimensional» sustituye
al violeta.
En realidad, el violeta que hay en los «interdimensionales»
representa a las personas extrañas, y
pueden estar en cualquier campo, pero hacen cosas que son
abstractas. Aportarán nuevas filosofías y
religiones nuevas. Lee [se refiere al otro autor de este libro]
entraría dentro de esa categoría. ¿Sabes lo
que te quiero decir? Que es violeta.
También encajaría como
«conceptual», porque es habano. Entiendes
lo que quiero decir a ese nivel? De modo que no sólo es abstracto y
hace algo que algunos podrían no
comprender, sino que además procura ser muy lógico, como es el
habano.
JAN: Sí.
NANCY: Él no tiene el amarillo. Tú sí que lo tienes. Tampoco tiene
el azul, el «artista» y tú sí. Por tanto, una de las cosas que os
convierten en un buen equipo de trabajo es que tenéis las
características del «humanista» y del «artista». Él tiene el proceso
«conceptual» y el «interdimensional», pero no es índigo; y tú
tampoco.
JAN: Y las personas que se sienten índigo, ¿tienen las mismas
características que los índigo o no?
NANCY: Tienen la misma conciencia que los índigo.
JAN: Entonces, ¿pueden tener algunas características similares?
NANCY: Tendrán algunas de las características similares, pero lo más
importante es que los índigo tienen sus propias características.
¿Entiendes lo que quiero decir?
JAN: ¿Los índigo tienen las características de los demás colores?
NANCY: Sí y más. Eso es lo que tenemos que recordar. No son sólo los
violeta los que sienten que pueden ser pre-índigo, sino los violeta,
los azules, los verdes, los amarillos y los habano. Todos esos
colores tienen un proceso que forma parte del niño índigo. Lo que
hacemos es reducirlo todo a una sola cosa. En el Apocalipsis lo
llaman muchas veces las «cuatro esquinas» y los «cuatro ángeles que
sujetan los cuatro vientos», cuando dice «No dejes que sople el
viento hasta que pase el presente». ¿Comprendes?
Eso equivale, para mí, a los cuatro tipos de índigo. Lo he estado
definiendo de modo que tenemos la tercera dimensión y la cuarta
dimensión. Ahora mismo estamos justo aquí [Nancy hace una marca en
una pizarra], más cerca del borde. De modo que los índigo, hasta
ahora, si bien en realidad todavía no se han separado del
precipicio, han construido parte del puente. Y lo han hecho con la
colaboración de los violeta. Y los violeta lo supervisarán, pero
tienen que construir el puente por aquí [Nancy hace otra marca] y
eso tardará entre doscientos y cuatrocientos años, según lo rápido
que aprendamos y crezcamos.
Podríamos conseguirlo en doscientos
años, pero puede tardar cuatrocientos, y entonces esos cuerpos ya no
tendrán un sistema inmunitario. Habrá cambios. Ese cuerpo no tendrá
el mismo aspecto que ahora ni funcionará como ahora, pero los
violeta son el principio de eso y el resto iremos detrás.
JAN: ¿Y qué sustituirá al sistema inmunitario?
NANCY: El sistema endocrino. De modo que, según lo rápido que los
índigo construyan ese puente, puede que nosotros, tú, yo y Lee,
regresemos para acelerarlo. Pero los índigo que ahora tienen menos
de veinte años ni siquiera quieren ver el pasado. No quieren
obedecer nuestras normas. Saben que las suyas van a ser diferentes.
Las actuales contienen una mezcla del pasado y el futuro. Algunos de
ellos se rebelan contra el pasado; algunos lo aceptan y tratan de
seguir adelante.
Durante los próximos seis años experimentarán unos
cambios tremendos porque, como digo, conseguirán sus normas como si
fuera una especie de suero gota a gota. De modo que no será algo
repentino. Empezará de forma gradual y de pronto nos daremos cuenta
de que los que dirigen el mundo ya no son los violeta. Y esa es la
clave que queremos intentar transmitirles: que disponen de parte de
esa información, pero que no es más que una cucharadita. Lo que de
alguna manera hemos de hacerles entender es que están perfectamente
bien como individuos violeta, que por ser violeta no se supone que
les falte nada.
JAN: Recibimos una carta que ponía: «Los fenómenos naturales no se
suelen producir en fragmentos lineales, sino que la vida es un
proceso. Su libro y los autores que en él se citan parecen situar el
fenómeno de los niños índigo a partir de la década de 1970. ¿Es
posible que los niños índigo comenzaran a llegar al mundo varias
décadas antes pero que, como eran tan pocos, pasaran del nacimiento
a la edad adulta sin que nadie reparara en ellos?» [Tomado del
capítulo anterior.]
NANCY: Lo que tenemos que recordar es que, antes del 1700, había muy
pocos violeta, casi ninguno. El azul iba a la cabeza, y el habano,
el amarillo y el verde. Los violeta comenzaron a ser más, más y cada
vez más, como están haciendo ahora los índigo.
Los precursores son los violeta. ¿Entiendes lo que quiero decir a
ese nivel? Cada dos siglos, aproximadamente, empieza a aparecer un
color nuevo y eso es lo que recoge la civilización. De modo que en
realidad los violeta comenzaron a entrar con fuerza durante el siglo
xviii. Antes no fueron más que pizcas durante un tiempo. Lo que
ocurre es que el tiempo se va acelerando y estos índigo van mucho
más aprisa que los demás colores.
Los violeta son los precursores de los índigo. Recuerda que ellos no
tienen nada que aprender, sino que
lo repasan todo: algunas cosas medio recordadas y otras medio
olvidadas. Los índigo no repasan nada:
ellos son futuristas. Están aquí para enseñarnos el mañana. El ayer
les importa un comino. Pero los
violeta tuvieron que entretejerlo todo para completar la tercera
dimensión. De modo que es muy
importante rendir homenaje a todos los roles de todos los colores,
porque cada uno ocupa su lugar y no
debilita el sistema con su propio proceso. De modo que eso es lo que
tenemos que saber al respecto: que los violeta son los precursores
de los índigo.
Recuerda que, desde hace dos mil años hasta mediados del siglo
XX,
hemos sido totalmente religiosos. No empleábamos la palabra
«metafísica», aunque Aristóteles la hubiera inventado. Teníamos una
orientación más religiosa e incluso, a mediados del siglo XX, lo que
ahora llamamos «metafísica» se denominaba «espiritualidad»: un
proceso protestante de la fe cristiana. Y las personas raras
quedaban bajo la vigilancia de la brigada anti-vicio, lo mismo que
las prostitutas.
De modo que sólo durante los últimos cien años,
digamos, hemos podido ser librepensadores, al margen de la Biblia
conocida. Hasta entonces nadie había hablado del color, ni nadie
había hablado del desarrollo de la mente humana a ese nivel, ni de
que tuviéramos una finalidad en el Universo. No éramos más que hijos
de Dios.
Es decir que hemos iniciado un proceso que es mucho más dramático y
que se mueve mucho más aprisa en este tiempo que antes. Seguimos
enganchados a la religión y no estamos dispuestos todavía a atribuir
a los seres humanos los méritos de su propia evolución. En el último
siglo, hemos dado grandes saltos en el desarrollo de nuestra mente,
a pesar de lo cual sentimos que nos falta algo, porque hay algo
nuevo en el horizonte. Eso siempre me deja perpleja: ¿por qué lo
tenemos?
Lo que ocurre es que nos movemos más aprisa y, por tanto,
nuestra línea lineal de la vida es mucho más impresionante. Ahora
existe, antes no; no era más que una pequeña ondulación y en
realidad nadie se daba cuenta de su existencia. En cambio ahora se
convierte casi en algo como el ordenador, con bytes, cortes y
desplazamientos. De modo que tenemos que ser conscientes de eso. Es
interesante.
JAN: Hablemos de los niños. Han pasado más de dos años desde nuestra
última entrevista. ¿Hay algo nuevo en relación con los niños índigo
de lo que seas consciente o que haya cambiado?
NANCY: Creo que ellos son cada vez más conscientes de quiénes son.
Una de las cosas que estoy investigando ahora, que acabo de observar
el año pasado en Europa, es una característica especial que veo en
la mayoría de los «humanistas», y es que tienen los dientes
torcidos. Tal vez parezca ridículo. Los «humanistas» a menudo tienen
los dientes torcidos, porque los dientes de delante no les caben en
la boca y muy pocos se la arreglan. Lo he observado.
Muchos de esos
índigos viven en familias que no ponen aparatos a sus hijos, no sé
por qué, pero me sorprende, porque los hijos tienen dieciséis,
diecisiete, dieciocho, veinte o veintidós años. Y también lo veo en
los más jóvenes. Yo no sé si las familias les pondrán aparatos o no,
pero no parece tener demasiada importancia. No pasa lo mismo con los
«artistas» ni con los «conceptuales».
JAN: Puede que en realidad a los niños no les importe su aspecto.
NANCY: No tengo la menor idea de a qué se debe. Bueno, también creo
que no confiamos tanto en los médicos como antes. Ellos [los
médicos] han dejado de tener el poder absoluto. Ese es el único
cambio que he notado, aparte de que cada vez son más y más [los
índigo]. Creo que vamos a ser testigos del mayor cambio en los
próximos cinco o seis años, aunque no me parece que eso vaya a
cambiar la definición, sino que creo que lo va a definir mejor.
JAN: Con tu don especial, ¿ves algún color nuevo?
NANCY: Todavía no. Pero cuando me llegó el color índigo, me dijeron
que habría otro, aunque todavía no lo he visto. Sigo esperando.
JAN: ¿Te imaginas cuál puede ser?
NANCY: No, ni siquiera puedo intentar averiguarlo.
JAN: Desde que publicamos el libro sobre los índigo, ha habido un
tremendo incremento de la violencia en lo que respecta a niños que
matan a otros niños. ¿Cómo se explica eso dentro de la experiencia
de los índigo?
NANCY: Recuerda lo que te he dicho. Cuando lleguemos al 100 por 100,
la mitad estarán construyendo una utopía y la otra mitad, un caos.
La mitad estarán construyendo un infierno. Y lo que he observado en
todos los niños que han matado a otras personas es que eran
«conceptuales», y no olvides que los «conceptuales» actúan en
función de un proyecto.
Las personas no son más que instrumentos
para su proyecto. Lo que más me ha llamado la atención, dejando de
lado a los dos estudiantes que [supuestamente] mataron a los
profesores de instituto [en Dartmouth] (aunque no me he enterado de
la historia lo suficiente para conocer sus antecedentes ni lo que
estaban haciendo, porque eran de clase media alta), es que la
mayoría de las veces, cuando hacen una cosa así, los «conceptuales»
se suicidan, además. Sin embargo, en esa otra historia, queda algo
oculto que todavía no he comprendido.
JAN: ¿Cuándo ocurrió eso?
NANCY: La semana pasada. Los entregó el padre de uno de los niños.
Habían huido, pero creo que
pasó algo que alteró la situación. No obstante, los dos son
«conceptuales». Como digo, observo que la
mayoría de las veces se matan, ellos también. Por eso creo que el
caso de estos dos es diferente y me voy a ir enterando para
averiguar de qué se trata, porque hay algo que todavía no ha salido
a la luz.
JAN: ¿Estaban metidos en algo?
NANCY: Esa es la pregunta que quiero hacer. Pero creo que muchos de
ellos simplemente tienen unos padres que han hecho que se enfadaran
con el mundo.
JAN: ¿Y se lo explican a todo el mundo?
NANCY: Mira lo que ocurre con los índigo en la escuela: si un padre
los maltrata, van a la escuela y se lo cuentan a alguien, para que
los ayude. Muchos de ellos llaman al 061. Muchos le dicen a la
policía:
«Mis padres me pegan».
Son más francos con respecto a lo que les
ocurre de lo que lo éramos nosotros. En cierto modo, teníamos
incorporado un mecanismo que establecía:
«No podemos decírselo a
nadie, porque es culpa nuestra».
Estos niños no se tragan ese
anzuelo. Está ocurriendo a edades incluso menores y resulta incluso
más dramático. Ahora hay niños que, con menos de diez años, van a
conseguir cosas que otros no tuvieron jamás.
Creo que tenemos que comprender lo rápido que nos estamos moviendo y
que están ocurriendo cosas que a muchos habrían horrorizado, hace
quince años, incluso hace diez. De modo que creo que vamos a ver
cada vez con mayor frecuencia que, a medida que los índigo se
unifican cada vez más, se va a notar una gran diferencia entre los
violeta y los índigo, y que será muy fácil de reconocer, algo así
como lo antiguo frente a lo nuevo. Y lo veremos con respecto a las
nuevas capacidades de sus cuerpos, así como también las de sus
mentes.
JAN: ¿Tienes alguna idea o alguna prueba de que los hijos de los
índigo tienen algo más que los niños índigo originales no tenían?
Quiero decir: ¿te parece que se puede ver la evolución espiritual de
ese grupo humano?
NANCY: Creo que sí, que existe una diferencia indudable. No sé si
llamarla espiritual porque, cuanto más jóvenes son los índigo, más
informatizados están, son más realistas, más desconfían de nuestro
mundo, más nos ven como fracasados y más se dan cuenta de que no
tenemos ningún proceso de franqueza. Creo que esa es una de las
cosas que todos estamos viendo.
JAN: ¿Tú crees que lo que ocurre es nos leen la mente, y que decimos
una cosa pero muchos de nosotros estamos pensando otra?
NANCY: No sé si nos leen la mente, pero creo que tienen un nivel de
sensibilidad muy superior al nuestro, que captan cosas y que confían
en sus sentidos. En cambio nosotros lo tenemos todo revuelto. Yo
digo que «seguimos siendo corruptibles para el mundo». A menudo no
sabemos cuál es la realidad.
Sólo conocemos lo que percibimos de ella.
Si ponemos en fila a quince personas, tendremos quince percepciones
distintas. Porque la verdad tiene muchas caras. Para los índigo, la
verdad quiere decir otra cosa. Creo que van a ser mucho más
andróginos que nosotros. El sexo no va a significar lo mismo para
ellos que para nosotros. No lo van a usar como estratagema para
casarse, sino para jugar, que creo que es para lo que se concibió de
entrada, en todo caso, además de para la procreación. Pero es
posible que no confíen tanto en la procreación como nosotros, lo
cual supone que tal vez se interesen antes por la autosuficiencia,
que es la lección de los violeta.
Porque la edad violeta exige que seamos auto suficientes. Los
violeta, la mayoría de ellos, están orientados hacia el destino. A
esos niños les encanta el viaje, pero el destino no cuenta. De modo
que muchos padres se encuentran con el problema que supone que sus
hijos acaben el instituto pero no estén dispuestos a ir a la
universidad, que no quieran ir. Muchos de ellos se van a quedar en
casa hasta que se puedan permitir el lujo de vivir como sus padres
los han acostumbrado a vivir. ¿Comprendes?
En nuestras generaciones, estábamos impacientes por irnos de casa y
empezar de cero. No queríamos que nuestros padres nos mantuvieran.
Aparte de que ellos no lo habrían hecho. Era un logro salir y
conseguir vivir por nuestra cuenta. Estos niños dicen: «Lo haré», y
después se quedan en casa. Es un período interesante. Por
consiguiente, su sistema de valores va a ser tan completamente
diferente del nuestro que algunos lo considerarán horrible y a otros
les parecerá maravilloso.
La verdad es que están cambiando y que van
a enseñarnos lo que es el amor, y nos vamos a quedar realmente
atónitos por habérnoslo perdido. Van a enseñarnos a disfrutar de la
vida (sin dejar que nos dirijan los chicos mayores de la escuela), a
vivir más en el momento y a no estar tan preocupados por si tienen
un diploma o no, sino por hacer lo que los hace felices. Van a ser
muy diferentes.
JAN: Eso es lo que yo llamo «vivir en armonía con el niño interior»,
que fue la parte de mí que encontré cuando mi madre estaba haciendo
la transición que llamamos «muerte». Cuando encontré a mi propia
niña interior y me puse a trabajar con ella, me cambió la vida. Tuve
que volver a hacerle de madre (a la niña interior). A medida que
ella y yo dejábamos marchar a nuestra madre física, pude ayudarla y
recordarle que yo era su madre auténtica / su hada madrina.
NANCY: Piensa en la cantidad de personas que no lo hacen así.
JAN: De modo que lo que me llega de los índigo es que esos padres
intentan aprender a manejar a sus hijos, y la conclusión a la que
llego es que tienen que tratar de aprender a manejar a su niño
interior. Si consiguen una cosa, consiguen la otra.
NANCY: Creo que tienes toda la razón. No hay que tratar de ser
ellos.
JAN: Hay que ponerse en contacto con el que llevas dentro. Los niños
índigo verán la honestidad y la verdad en ti.
NANCY: Sí, y entonces los índigo se ocupan de todo lo demás. A los
índigo les gusta hablar con franqueza.
JAN: Por supuesto.
NANCY: No les gusta que les hablen en tono condescendiente. Ayer
vino a verme una mujer que es guionista en Los Ángeles y trajo
consigo a su hijo de doce años. Entonces me siento y me pongo
a charlar con él y ella me dice:
«Te dirá la verdad a ti, pero a
nadie más».
Él no tenía ningún problema en
hablar conmigo, pero se niega a hablar con ella. Entonces ella me lo
trae para enterarse de lo que hace.
¿No es gracioso?
JAN: Me encanta. Gracias otra vez, Nancy.