CAPITULO 3
	LOS MANIPULADORES DE 
	DINERO
	
	Muchos profesores universitarios de historia dirán a sus alumnos que los 
	libros que van a emplear durante el año son "objetivos". 
	
	 
	
	Pero deténgase y piense: 
	
		
		¿Es posible escribir un libro de historia 
		sin un punto de vista propio? 
	
	
	Hay millones de eventos que suceden en el mundo 
	cada día. Pensar en escribir la historia completa de una nación, cubriendo 
	aunque sea un año de vida, es algo absolutamente increíble.
	
	No es sólo habilidad de un historiador el escribir una historia "objetiva", 
	que estará limitada por un mero tomo de acontecimientos, sino también por el 
	hecho que la mayoría de los acontecimientos importantes nunca aparece en los 
	diarios y menos en las memorias de alguien. Las decisiones tomadas por los "Big 
	Boys" (Los "Grandes Muchachos") en sus salones de reuniones repletas de humo 
	ni siquiera son informadas por el New York Times, que ostensiblemente 
	publica todas las noticias que caben en sus imprentas. (O, mejor dicho, les 
	hacen lugar a las noticias que quepan.)
	
	Para construir su caso, el historiador debe seleccionar un minúsculo número 
	de hechos del limitado número que le es conocido. Si él no tiene una 
	"teoría", ¿Cómo separa los hechos importantes de aquellos que no lo son?
	
	
	 
	
	Como el profesor Stuart Crane (http//www.theconspiracy.us/9408/0023.html 
	- 
	http://www.markswatson.com/Audio.html) lo 
	ha destacado, ésta es la causa por que todo libro "comprueba" la tesis del 
	autor. 
	
	 
	
	Pero ningún libro es objetivo; y este mismo 
	libro incluso no puede ser objetivo. (Los críticos Liberales gozarían 
	citando esto fuera de contexto.) La información en él es verdadera, pero el 
	libro no es objetivo. Hemos seleccionado cuidadosamente los hechos para 
	probar nuestro caso. Creemos que la mayoría de los otros historiadores ha 
	enfocado el paisaje e ignorado lo más importante: la carreta, el niño y el 
	burro.
	
	La mayor parte de los sucesos que mostramos es fácilmente verificable en 
	cualquiera buena biblioteca. Pero nuestro argumento es que hemos arreglado 
	estos hechos de modo que revelan, con mayor exactitud, su verdadero 
	significado en la historia. Ellos son los acontecimientos que el 
	Establishment no quiere que usted sepa.
	
	¿Ha tenido alguna vez la experiencia de entrar a ver una película de 
	misterio cuando ya han mostrado sus dos terceras partes? Confuso, ¿no?
	
	
	 
	
	Toda la evidencia parcela mostrar que el 
	mayordomo era el asesino, pero en las escenas finales vemos, ante nuestra 
	sorpresa, que el homicida había sido la esposa del hombre a lo largo de toda 
	la historia. Hay que quedarse y ver el principio de la película. Entonces, a 
	medida que todas las partes vuelven a su lugar, la historia adquiere 
	sentido.
	
	Esto es muy similar a la situación en que se encuentran millones de 
	americanos de hoy. Están confundidos por los actuales acontecimientos en la 
	Nación. Han llegado, se podría decir, cuando la película ya está 
	finalizando. Para que la situación se torne comprensible, es necesario tener 
	la porción de misterio que la antecede. (En realidad, nosotros no estamos 
	comenzando desde el principio, pero volveremos lo suficientemente atrás como 
	para darles sentido a los acontecimientos actuales.)
	
	Para entender la conspiración, es preciso tener alguna noción rudimentaria 
	de la banca y, particularmente, de los banqueros internacionales. Aunque 
	sería una sobre-simplificación atribuirles toda la conspiración a los 
	banqueros internacionales, ellos han jugado, sin embargo, un rol clave.
	
	
	 
	
	Piense en la conspiración como una mano con un 
	dedo marcado “banca internacional”, otros "fundaciones", "el movimiento 
	antireligión", "Socialismo Fabiano" y "Comunismo". A los banqueros 
	internacionales se refería el profesor Quigley cuando lo citamos 
	anteriormente, afirmando que el objetivo de ellos era nada menos que 
	controlar el mundo a través de las finanzas.
	
	¿De dónde obtienen los gobiernos las enormes sumas de dinero que necesitan?
	
	
	 
	
	La mayoría viene de los impuestos, por supuesto, 
	pero los gobiernos a menudo gastan más de lo que desean que sus ciudadanos 
	impongan, y, entonces, se ven obligados a pedir préstamos. Nuestra deuda 
	nacional es ahora de US$ 455 mil millones ---cada centavo de eso prestado a 
	interés.
	
	Al público se le hace creer que el gobierno pide préstamos a "la gente" 
	mediante los bonos de ahorro. Realmente, sólo el porcentaje más pequeño de 
	la deuda nacional es sostenido por particulares, en esa forma. La mayoría de 
	los bonos de gobierno, excepto aquellos de propiedad del mismo gobierno a 
	través de los trusts de capitales, son manejados por vastas firmas de la 
	banca, conocidas como bancos internacionales.
	
	En el financiamiento de gobiernos y de reyes, los bancos internacionales, 
	por siglos, han podido hacer grandes sumas de dinero. Dichos operadores se 
	ven, sin embargo, enfrentados a espinudos problemas. 
	
	 
	
	Sabemos que las 
	pequeñas operaciones se protegen exigiendo garantía, pero, 
	
		
	
	
	El proceso a través del cual uno cobra una deuda 
	de un gobierno o de un monarca no es tema de estudio en las Escuelas de 
	Negocios de nuestras universidades, y la mayoría de nosotros ---sin haber 
	estado nunca en el negocio de financiar reyes---no ha pensado mucho en el 
	problema. Pero hoy un negocio de financiamiento-de-reyes y para aquellos que 
	puedan asegurar la cobranza es, de hecho, un negocio muy lucrativo.
	
	El profesor de Economía Stuart Crane manifiesta que existen dos 
	medios utilizados para garantizar los préstamos a gobiernos y reyes. Cuando 
	una firma de negocios pide prestadas grandes sumas de dinero, su acreedor 
	obtiene un derecho en el manejo de éstas para proteger su inversión. 
	
	 
	
	Al igual que un negocio, ningún gobierno puede 
	pedir prestadas grandes sumas de dinero, a no ser que esté dispuesto a dar a 
	su acreedor cierta medida de soberanía como garantía. Por cierto que los 
	banqueros internacionales, que prestan cientos de billones de dólares a los 
	gobiernos de todo el mundo, ejercen una influencia considerable en las 
	políticas de dichos gobiernos.
	
	Pero la ventaja última que tiene el acreedor sobre el rey o presidente es 
	que si el gobernante se sale fuera de la línea, el banquero puede financiar 
	a su enemigo o rival, Por lo tanto, si se quiere quedar con el lucrativo 
	negocio de financiamiento-dereyes, es sabio tener un rival o enemigo a la 
	espera, para sacar de su trono al presidente o gobernante a quien se le 
	otorga el préstamo. Si el rey no tiene enemigo, se le debe crear uno.
	
	Preeminente en este juego fue la famosa
	
	Casa de Rothschild. Su fundador, Meyer 
	Arnschel Rothschild (1743-1812), de Francfort, Alemania, dejó a uno de 
	sus cinco hijos en casa para manejar el banco de Francfort y mandó a los 
	otros a Londres, París, Viena y Nápoles. Los Rothschild llegaron a ser 
	increíblemente ricos durante el siglo diecinueve, financiando a los 
	gobiernos que luchaban entre sí. 
	
	 
	
	De acuerdo al profesor Stuart Crane:
	
		
		“Si uno mira hacia atrás, se da cuenta de 
		que-cada guerra en Europa, durante el siglo XIX, terminaba con el 
		establecimiento de una "balanza de poder". Cada vez que se barajaban los 
		naipes, había un balance de poder en un nuevo agrupamiento alrededor de 
		la Casa de Rothschild en Inglaterra, Francia o Austria. 
		 
		
		Agrupaban a las naciones de tal modo que si 
		cualquier rey se salía de la línea, estallaría un conflicto y el éxito 
		final de la guerra favorecería al que se hubiera dado el financiamiento. 
		Investigando los estados de deuda de las naciones en guerra, 
		generalmente indicarán quién será el castigado."
	
	
	
	Describiendo las características de 
	los 
	Rothschild y otros banqueros internacionales de renombre, el Dr. Quigley nos 
	dice que ellos eran diferentes al resto de los banqueros comunes, 
	distinguiéndose principalmente por ser 
	 cosmopolitas, estar cerca de los 
	círculos dominantes y, muy en particular, interesados en las deudas internas 
	y externas de los gobiernos.
cosmopolitas, estar cerca de los 
	círculos dominantes y, muy en particular, interesados en las deudas internas 
	y externas de los gobiernos. 
	
	 
	
	Por todo esto fueron llamados "banqueros 
	internacionales" (Quigley: Tragedy and Hope, p. 52).
	
	Una de las razones fundamentales por las cuales el rol de los banqueros 
	internacionales sufrió un "eclipse" histórico trascendental en la política 
	mundial, es que los Rothschild eran judíos. 
	
	 
	
	Los Antisemitas han puesto sus manos en la 
	conspiración, tratando de pintarla como judía. Nada podría estar más lejos 
	de la verdad. 
	
	
	 
	
	
	
	Las instrucciones bancarias tradicionalmente anglosajonas de 
	J. P. Morgan y de Rockefeller han jugado un papel clave en la conspiración, 
	sin negar la importancia de los Rothschild y sus satélites. 
	
	
	 
	
	Sin embargo, es 
	tan irrazonable e inmoral culpar a todos los judíos por los delitos de los 
	Rothschild, como lo sería sostener que todos los Bautistas son culpables por 
	los delitos de los Rockefeller.
	
	Los miembros judíos de la conspiración han usado una organización llamada 
	Liga Anti-difamatoria (ver anexo: EL SISTEMA FINANCIERO MUNDIAL Y SUS 
	NÚCLEOS DE PODER) como instrumento para tratar de convencer a todos que 
	cualquier mención a los Rothschild o sus aliados es un ataque a todos los 
	judíos. 
	
	
	 
	
	De esta manera, han hecho callar a casi todos los eruditos sobre los 
	banqueros internacionales, y han convertido esta materia en un tabú dentro 
	de las universidades.
	
	Cualquier individuo o libro que investigue el tema es inmediatamente atacado 
	por cientos de comités de la Liga Antidifamatoria a través de todo el 
	país. La Liga Antidifamatoria nunca ha permitido que la lógica o la verdad 
	interfieran en sus sucias labores altamente profesionales. Cuando no hay 
	evidencia aparente, la Liga Antidifamatoria - que firmemente se opuso al 
	llamado "McCarthismo" - acusa a la gente de ser "antisemitas latentes".
	
	
	 
	
	¿Se imaginan cómo saltarían y gritarían si 
	alguien los acusara de ser "comunistas latentes"?
	
	Realmente, nadie tiene más derecho para estar disgustado con los Rothschild 
	y su grupo que sus propios camaradas judíos. Los Warburg, parte del mismo 
	imperio Rothschild, ayudaron a financiar a Adolfo Hitler. ¡Habrá 
	pocos o ningún Rothschild o Warburg en los campamentos de prisioneros nazis!
	
	
	 
	
	Ellos pasaron la guerra sentados en lujosos 
	hoteles de París o emigraron a los Estados Unidos o Inglaterra. Como grupo, 
	los judíos han sufrido muchísimo en las manos de estos buscadores de poder.
	
	Un Rothschild tiene mucho más en común con un Rockefeller que con un sastre 
	de Budapest o del Bronx.
	
	Como la base del imperio de la banca internacional han sido los bonos de 
	gobierno, los banqueros han alentado la deuda gubernamental. Mientras mayor 
	sea la deuda, más alto es el interés. 
	
	 
	
	Nada endeuda más a un gobierno que una guerra; y 
	no ha sido práctica, poco común, entre los banqueros internacionales 
	proporcionar financiamiento a ambos lados en los conflictos militares más 
	sangrientos. Durante nuestra Guerra Civil, por ejemplo, el Norte era 
	financiado por los Rothschild a través de su agente americano August 
	Belmont, mientras el Sur era subvencionado por los Erlanger, 
	parientes de Rothschild.
	
	Pero mientras las guerras y revoluciones han sido útiles para los banqueros 
	internacionales, en cuanto a ganar o aumentar la influencia sobre los 
	gobiernos, la llave que lleva a tal dominio siempre ha sido el control del 
	dinero. Usted puede oprimir a un gobierno si lo tiene como deudor; un 
	acreedor está en la posición de exigir los privilegios de un monopolio a su 
	soberano. Los gobiernos buscadores-de-dinero han concedido monopolios en la 
	banca estatal, recursos naturales, concesiones de petróleo y transporte. Sin 
	embargo, el monopolio que los financieros internacionales más anhelaban era 
	el control sobre el dinero de la nación.
	
	Eventualmente, estos banqueros internacionales poseían como corporaciones 
	privadas los Bancos Centrales de varías naciones europeas. El Banco de 
	Inglaterra, el Banco de Francia y el Banco de Alemania no eran propiedad de 
	sus gobiernos respectivos, como casi todos se imaginaban, sino que eran 
	monopolios de propiedad privada concedidos por los Jefes de Estado, 
	generalmente en devolución de préstamos. 
	
	 
	
	Bajo este sistema, observa Reginald McKenna, 
	presidente del Midland Bank de Inglaterra, 
	
		
		"aquellos que crean y despachan el dinero y 
		el crédito, dirigen la política del gobierno y tienen en sus manos el 
		destino de la gente". 
		 
		
		"Una vez que el gobierno entra en deuda con 
		los banqueros, está a su merced. Un ejemplo aterrador fue citado por el 
		London Financial Times del 26 de septiembre de 1921, revelando que en 
		ese tiempo 41 media docena de hombres, en la cumbre de los Cinco Grandes 
		Bancos, podría alterar toda la obra financiera del gobierno si refrenara 
		la renovación de los pagarés de tesorería".
	
	
	Todos aquellos que han buscado el control 
	dictatorial sobre las naciones modernas han entendido la necesidad de un 
	Banco Central. Cuando la Liga de los Justos contrató al revolucionario autor 
	mercenario, llamado Karl Marx, para que escribiera el impreso de la 
	conquista llamado Manifiesto Comunista, el quinto renglón decía: 
	
		
		"La centralización del crédito en manos del 
		Estado, por medio de un Banco Nacional con capital estatal y un 
		monopolio exclusivo". 
	
	
	Después, Lenin dijo que el establecimiento de un 
	Banco Central era el noventa por ciento de la comunización de un país. Tales 
	conspiradores sabían que no se puede tomar el control de un país sin la 
	fuerza militar, a la vez que esa nación debe poseer un Banco Central a 
	través del cual se pueda controlar su economía. 
	
	 
	
	El anarquista Bakunin, sarcásticamente, 
	manifestó acerca de los seguidores de Karl Marx: 
	
		
		"Tienen un pie en el Banco y el otro en el 
		movimiento socialista".
	
	
	Los financieros internacionales destacan a sus 
	propios hombres al frente de cada banco interna. cional de Europa. 
	
	 
	
	El profesor Quigley informa:
	
		
		"No se debe pensar que estos jefes de los 
		principales Bancos Centrales del mundo eran poderes sustantivos en el 
		campo financiero. No lo eran. Más bien se desempeñaban como agentes y 
		técnicos de los banqueros inversionistas que dominaban en sus propios 
		países, quienes los levantaban o degradaban a voluntad. 
		 
		
		El poderío financiero absoluto del mundo 
		estaba en manos de estos banqueros inversionistas (también llamados 
		"banqueros internacionales o mercaderes") que permanecían muy escondidos 
		en sus propios bancos privados, sin aparecer en escena. Estos formaban 
		un sistema de cooperación internacional y dominio nacional, que era más 
		privado, más poderoso y más secreto que las actividades de sus agentes 
		en los Bancos Centrales". 
		
		(Quigley, op. cit., pp. 326-7).
	
	
	El doctor Quigley también revela que los 
	banqueros' internacionales. que poseían y controlaban los Bancos de 
	Inglaterra y Francia, mantendrían su poder aun después que aquellos bancos 
	hubieran sido teóricamente socializados.
	
	Naturalmente, aquellos que controlaban los Bancos Centrales de Europa 
	estaban ansiosos, desde un comienzo, por instalar un establecimiento similar 
	en los EE.UU. Desde el principio, los Padres Fundadores estuvieron 
	conscientes de los intentos para controlar América a través de la 
	manipulación del dinero, y por ello se enfrentaron en movida batalla con los 
	banqueros internacionales. 
	
	 
	
	Thomas Jefferson le escribió a John 
	Adams: 
	
		
		"... Creo sinceramente, como tú, que los 
		establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos en pie 
		...”
	
	
	Pero aun cuando América no tenía un Banco 
	Central -después de su abolición por el Presidente Jackson, en 1836-, los 
	financistas europeos y sus agentes americanos se ingeniaron para obtener 
	suficiente control sobre nuestro sistema monetario. 
	
	 
	
	Gustavus Myers, en su Historia de tas 
	Grandes Fortunas Americanas, revela:
	
		
		“Subterránearnente,los Rothschild ejercieron 
		ostensible influencia en el dictado de leyes financieras americanas. Los 
		registros muestran que ellos eran poderosos en el antiguo Banco de los 
		Estados Unidos (abolido por Andrew Jackson)”.
	
	
	Durante el siglo XIX los principales financieros 
	del metropolitano.
	
	 
	
	Estos a menudo se "cortaban el cuello 
	financiero" el uno al otro, pero a medida que sus víctimas rurales del Oeste 
	se empezaron a organizar políticamente, los "barones ladrones", como se los 
	llamó, vieron que debían trabajar unidos para formar una "comunidad de 
	interés, con el objeto de protegerse de miles de campesinos encolerizados y 
	de próximos competidores". 
	
	 
	
	Esta difusión del poder económico fue uno de los 
	principales factores estimulantes de la demanda de un Banco Central, por 
	parte de los futuros monopolistas financieros y comerciantes.
	
	En Años de Saqueo, Proctor Hans1 escribe sobre esta época:
	
		
		"Entre los Morgan, Kulm-Loeb y otros pilares 
		similares del área industrial no había disposición alguna para estar 
		involucrados en conflictos que llevaran a la dislocación financiera. Por 
		el contrario, apareció una comunidad de interés con resultados que 
		fueron altamente beneficiosos... "
	
	
	Pero fuera de los principales centros del Este, 
	la mayoría de los banqueros americanos y sus clientes aún desconfiaban del 
	método de Bancos Centrales.
	
	Para mostrarles a las regiones interiores del país que necesitarían un 
	sistema de Bancos centralizados, los banqueros internacionales crearon una 
	cadena de pánicos como demostración de su poder -una advertencia de lo que 
	pasarla si los otros banqueros no entraban en línea. 
	
	 
	
	El hombre a cargo de conducir estas lecciones 
	era J. Pierpont Morgan, americano de nacimiento pero educado en 
	Inglaterra y Alemania. Muchos se refieren a Morgan, incluyendo al Congresal 
	Louis MacFadden (un banquero que encabezó la Casa de Banca y el Comité de 
	Circulante por diez años), como el agente americano más importante de los 
	Rothschild ingleses.
	
	A comienzos de siglo, ya J. P. Morgan era una experta mano en la creación de 
	pánicos artificiales. 
	
	 
	
	El Senador Robert Owen, coautor del 
	Acta de Reserva Federal (quien más tarde se lamentaba de su papel), 
	rindió testimonio ante un Comité del Congreso, que el banco de su propiedad 
	recibía instrucciones de la Asociación de Banqueros Nacionales, entre ellas 
	la que llegó a ser conocida como "Circular del Pánico de 1893", en la que se 
	decía: 
	
		
		"Usted retira de una vez la tercera parte de 
		su circulante y recogerá la mitad de sus préstamos".
	
	
	El historiador Frederick Lewis Allen nos 
	cuenta, en la revista Life del 25 de abril de 1949, del rol que jugó 
	Morgan en difundir rumores acerca de la insolvencia del Banco 
	Knickerbocker y de la Trust Company of America, rumores que 
	causaran el pánico de 1907. 
	
	 
	
	En respuesta a la pregunta: 
	
		
		"¿El pánico fue precipitado por Morgan?", 
		Allen informa:
		 
		
		"Oakleigh Thorne, el presidente de ese 
		singular Trust, testimonió ante un Comité del Congreso que su banco se 
		vio obligado a hacer solamente retiros moderados.... que no había 
		solicitado ayuda, y que la declaración (de Morgan) había sido el 
		leitmotiv desencadenante de la corrida en su banco. Partiendo del 
		testimonio anotado y de las medidas disciplinarias adoptadas por el 
		Banco de Liquidación contra los bancos Heinze, Morse y Thomas, algunos 
		cronistas llegaron a la original conclusión de que Morgan manejó 
		hábilmente las inestables condiciones financieras del otoño de 1907, 
		precipitando el pánico. 
		 
		
		Luego orientó este movimiento en orden a 
		liquidar la banca rival y consolidar las entidades financieras que 
		giraban en la órbita de sus intereses."
	
	
	Cumplida esta finalidad, Morgan puso fin al 
	pánico por él creado. 
	
	 
	
	Sobre el particular, Frederick Allen 
	anota:
	
		
		"La lección del pánico financiero de 1907 
		fue decisiva, pero hubo que esperar aproximadamente seis años para que 
		en Estados Unidos se legislara para implantar normas que evitaran, en el 
		futuro, un caos similar. En todo caso, era evidente que en Norteamérica 
		se necesitaba con urgencia un sistema de bancos centralizados... "
	
	
	El hombre que debla jugar la parte más 
	significativa en proveer a América de un Banco Central fue Paul Warburg, 
	quien, con su hermano Félix, había inmigrado a los Estados Unidos desde 
	Alemania en 1902 (Ver Cuadro 4). Dejaron a su hermano Max (después uno de 
	los mayores financieros de la Revolución Rusa) en Francfort, para que 
	manejara el banco de la familia (M. N. Warburg y Compañía).
	
	Paul Warburg casó con Nina Loeb, hija de Salomón Loeb, de' Kuhn, Loeb 
	y Cía., la firma de banqueros internacionales más poderosa de América. Su 
	hermano Félix se casó con Frieda Schiff, hija de Jacob Schiff, el 
	poder dirigente detrás de Kuhn, Loeb. 
	
	 
	
	Stephen Birmingham escribe en su libro 
	Nuestra Multitud: 
	
		
		"En el siglo XVIII los Schiff y los 
		Rothschild compartían una casa doble en Franefort. Se decía -que Schiff 
		compró la sociedad de Kuhn-Loeb con dinero de Rothschild".
	
	
	Paul y Félix Warburg llegaron a ser socios de la 
	Kuhn, Loeb y Compañía.
	
	En 1907, el año del pánico precipitado por Morgan, Paul Warburg empezó a 
	utilizar casi todo su tiempo en escribir y dar clases sobre la necesidad de 
	una "reforma bancaria". Kuhn, Loeb y Compañía tenía suficiente espíritu 
	cívico sobre la materia como para mantenerlo a un sueldo de US$ 500.000 
	anuales con el objeto que entregara ,u tiempo, durante seis años, al "bien 
	público".
	
	Trabajando con Warburg en la promoción de la "reforma bancaria" estaba 
	Nelson Aldrich, conocido como el "corredor del Buró de Morgan en el Senado". 
	Abby, hija de Aldrich, casó con John D. Rockefeller Jr. (el actual 
	Gobernador de Nueva York recibió el nombre de su abuelo materno).
	
	
	
	Después del pánico de 1907, Aldrich fue nombrado jefe de la Comisión 
	Monetaria Nacional por el Senado. 
	
	 
	
	Aunque no tenía conocimientos técnicos de 
	la banca, Aldrich y su séquito gastaron casi dos años y US$ 300.000 del 
	dinero de los depositantes, siendo "paseados y bailados" por los 
	propietarios de los Bancos Centrales de Europa, recorriendo el continente 
	"para estudiar" la banca centralizada. 
	
	 
	
	Cuando la Comisión volvió de su lujoso festín, 
	no llamó a reunión ni dio informe alguno por cerca de dos años. Pero el 
	Senador Aldrich estaba ocupado "arreglando" las cosas. Junto con Paul 
	Warburg y otros banqueros internacionales, sostuvo una de las reuniones 
	secretas más importantes en la historia de los Estados Unidos. 
	
	 
	
	El agente de Rockefeller, Franck Vanderlip, 
	admitió en sus Memorias muchos años más tarde:
	
		
		"A pesar de mis ideas acerca del valor que 
		tiene la mayor publicidad para los asuntos de las corporaciones, hubo 
		una ocasión, cerca del cierre del año 1910, en que yo era tan reservado 
		-de hecho tan sigiloso-como cualquier conspirador... No creo que sea 
		exagerado hablar de nuestra expedición secreta a la Isla Jekyll, a 
		propósito de lo que eventualmente sería el Sistema de Reserva Federal."
	
	
	La reserva estaba bien garantizada. El control 
	sobre toda la economía estaba en juego. 
	
	 
	
	El Senador Aldrich había despachado invitaciones 
	confidenciales a:
	
		
			- 
			
			Henry P. Davison, de la J. P. Morgan y 
			Cía. 
- 
			
			Franck A. Vanderlip, presidente del 
			National City Bank, de propiedad de Rockefeller 
- 
			
			A. Piatt Andrew, Segundo Secretario de 
			la Tesorería 
- 
			
			Benjamín Strong, de la Banker's Trust 
			Company, de Morgan, 
- 
			
			Paul Warburg 
	
	Todos ellos lo debían acompañar a la Isla 
	Jekyll, Georgia, para escribir las recomendaciones finales del informe 
	de la Comisión Monetaria Nacional.
	
		
		
		
		
		
		Jekyll Island
		
		La gloriosa historia de 
		Jekyll, la más al sur de Las Islas Doradas, comenzó en 1886, cuando la 
		isla fue comprada por un grupo de familias adineradas como lugar privado 
		de retiro. Para 1900, en la lista de socios del Jekyll Island Club 
		figuraban los Rockefellers, los Morgans y los Goulds. El Club cerró sus 
		puertas en 1942 y Jekyll fue comprada por el estado de Georgia en 1947.
		
		Hoy, esta era de la historia de Jekyll puede ser revisitada de manera 
		espectacular haciendo en tranvía la gira turística del Distrito 
		Histórico, el cual comprende muchas de aquellas opulentas mansiones a 
		las que sus dueños llamaban "casitas de campo".
		
		El distintivo de Jekyll son sus kilómetros de hermosas playas de arena 
		blanca. Y sus más de 63 hoyos de golf, un complejo de canchas de tenis 
		cubiertas y al aire libre, un parque acuático, malecones para pescar, 
		esquí, acuático, marinas, restaurantes, tiendas y eventos musicales. Los 
		alojamientos son tentadoramente variados, incluyendo elegantes lugares 
		de veraneo, propiedades a orillas del Océano e incluso camping. La isla 
		Jekyll, en otros tiempos paraíso de la élite, es ahora la atracción de 
		todos.
	
	
	En torno a lo que ocurrió en la Isla Jekyll, 
	B.C. Forbes escribe en su Men Who Are Making America:
	
		
		"Después de una discusión general, se 
		decidió redactar una serie de principios amplios, en los cuales todos 
		estuvieron de acuerdo. Todos los miembros del grupo votaron por el Banco 
		Central, considerándolo como la piedra angular ideal para cualquier 
		sistema bancario".
		
		(p. 399)
	
	
	Warburg puso de relieve que el nombre de “Banco 
	Central” debía ser evitado a toda costa. Se decidió promover el esquema como 
	un sistema de "Reserva Regional", con cuatro (después doce) ramas en 
	diferentes secciones del país. Los conspiradores sabían que el Banco de 
	Nueva York dominaría al resto y que sería un "elefante blanco" de mármol 
	para desilusionar al público.
	
	De la reunión de la Isla Jekyll, salieron definitivamente elaborados el 
	Informe de la Comisión Monetaria y la Ley Aldrich. 
	
	 
	
	Warburg había propuesto que la ley se designara 
	como "Sistema de Reserva Federal", pero Aldrich insistió en que el público 
	asociaba ya su nombre con la reforma bancaria, y sería motivo de sospecha 
	si, inopinadamente, se presentaba la ley sin el patronímico Aldrich. Sin 
	embargo, el nombre de Aldrich, vinculado a la norma legal, resultó ser el 
	beso de la muerte, pues era obviamente evidente que todo proyecto con su 
	patrocinio representaba el pensamiento de los banqueros internacionales.
	
	Cuando la Ley Aldrich no pudo avanzar en el Congreso, una nueva estrategia 
	debió ser ideada. El Partido Republicano estaba conectado con Wall Street 
	muy de cerca. La única esperanza para un Banco Central era disfrazarlo y 
	hacerlo pasar, a través de los Demócratas, como una medida para despojar a 
	Wall Street de su poder. La oportunidad para hacer esto vino con la 
	proximidad de la elección presidencial de 1912. 
	
	 
	
	El Presidente Republicano, William Howard Taft, 
	se habla opuesto a la Ley Aldrich y parecía seguro para la reelección, hasta 
	que el predecesor de Taft, su camarada el republicano Teddy Roosevelt, buscó 
	el apoyo del Partido Progresista. 
	
	 
	
	En America's 60 Families, Ferdinand 
	Lundberg reconoce:
	
		
		"Tan pronto Roosevelt expresó que nuevamente 
		desafiaría a Taft, la derrota del Presidente fue inevitable. A través de 
		la pelea de tres-esquinas (TaftRoosevelt-Wilson), Roosevelt tuvo a 
		Munsey (Frank, agente de Morgan) y a Perkins (George) constantemente a 
		sus pies, proporcionándole dinero, revisando sus discursos, trayendo a 
		gente a Wall Street, para ayudar, y, en general, llevando todo el peso 
		de la campaña contra Taft..."
		
		"Perkins, y J. P. Morgan y Cía. eran la médula del Partido Progresista; 
		todo lo demás era una mentira..."
		 
		
		"En pocas palabras, la mayoría de los fondos 
		de la campaña de Roosevelt eran proporcionados por los dos hombres de 
		Morgan que buscaban la cabeza de Taft." 
		
		(pp. 110-112.)
	
	
	
	 El candidato Demócrata, Woodrow Wilson, 
	era igualmente de propiedad de Morgan.
El candidato Demócrata, Woodrow Wilson, 
	era igualmente de propiedad de Morgan. 
	
	 
	
	El doctor Gabriel Kolko, en su The 
	Triumph of Conservatism, informa:
	
		
		"A fines de 1907, él (Wilson) apoyó la Ley 
		Aldrich sobre la banca, y se sintió orgulloso por el rol que jugó Morgan 
		en la sociedad americana" 
		
		(p. 205). 
	
	
	De acuerdo a Lundberg: 
	
		
		"Durante veinte años antes de su 
		nombramiento, Woodrow Wilson se había movido a la sombra de Wall Street."
		
		
		(p.112.)
	
	
	Woodrow Wilson y Teddy Roosevelt asombraron al 
	país tratando de eclipsarse el uno al otro, con denuncias floridas (e 
	hipócritas) sobre el "trust de dinero" de Wall Street - el mismo grupo de 
	los Privilegiados que estaba financiando las campañas de ambos.
	
	El doctor Kolko continúa diciéndonos que, a principios de 1912, la reforma 
	bancaria,
	
		
		"parecía un informe muerto... El movimiento de la reforma bancaria 
	se había aislado a sí mismo". 
	
	
	Wilson resucitó el informe y prometió al país 
	un sistema monetario libre de la dominación de los banqueros internacionales 
	de Wall Street. 
	
	 
	
	Por otra parte, la plataforma Demócrata 
	manifestó expresamente: "Estamos en contra del plan Aldrich por un Banco 
	Central". Pero los "Big Boys" sabían a quién habían comprado. 
	
	 
	
	Entre los financieros internacionales que 
	contribuían fuertemente a la campaña de Wilson, además de todos aquellos ya 
	nombrados, estaban:
	
		
	
	
	El perro pastor de los Privilegiados, que 
	controlaba a Wilson y guiaba el programa a través del Congreso, era el 
	misterioso "Coronel". 
	
	
	
	Edward Mandel House, educado en 
	Inglaterra, hijo de un representante de los intereses financieros de 
	Inglaterra en Sudamérica. Su titulo era honorífico; House tampoco nunca 
	sirvió en el ejército. 
	
	 
	
	Era el típico "tirador de cuerdas detrás del 
	escenario", que ejercía control con su influencia secreta. Es considerado 
	por muchos historiadores como el verdadero Presidente de los Estados Unidos 
	durante los años de Wilson. 
	
	 
	
	House fue autor de un libro,
	
	Philip Dru: Administrator, en el cual 
	sostuvo la necesidad de establecer el "Socialismo como fue soñado por Karl 
	Marx". Como pasos hacia su objetivo, House, en su libro y vida real, 
	recuerda algo sobre el impuesto de renta gradual y de un Banco Central 
	proporcionando una "moneda flexible". 
	
	 
	
	El impuesto a la renta graduado y un Banco 
	Central son dos de los diez renglones de el Manifiesto Comunista.
	
	En sus The Intimate Papers of Colonel House, el Profesor Charles 
	Seymour se refiere al "Coronel" como un "invisible ángel guardián" del 
	Acto de Reserva Federal. El trabajo de Seymour contiene numerosos documentos 
	e informes que muestran permanente contacto entre House y Paul Warburg, 
	mientras el Acto de Reserva Federal estaba siendo preparado y timoneado a 
	través del Congreso. 
	
	 
	
	El biógrafo George Viereck nos asegura 
	que: 
	
		
		“los Schiff, los Warburg, los Kuhn, los 
		Rockefeller y los Morgan pusieron su fe en House...“ 
	
	
	Su fe fue fuertemente recompensada.
	
	Para sostener la ficción de que el Acto de Reserva Federal era "una ley del 
	pueblo", los financistas Privilegiados pusieron una cortina de humo en 
	oposición a ella. Era exactamente el caso del Hermano Conejo, rogando no ser 
	echado al sembrado de agavanzo (escaramujo). Ambos, Aldrich y Vanderlip, 
	censuraron lo que en realidad era su propia ley. 
	
	 
	
	Cerca de veinticinco años más tarde, Frank 
	Vanderlip admitió: 
	
		
		"A pesar de que el Plan de Reserva Federal 
		de Aldrich haya sido derrotado cuando llevaba su nombre, sus puntos 
		esenciales estuvieron todos contenidos en el plan que finalmente se 
		adoptó".
	
	
	Aprovechando el deseo del Congreso, de suspender 
	las sesiones por Navidad, el Acto de Reserva Federal fue votado el 22 de 
	diciembre de 1913, con una votación de 298 contra 60 en la Cámara y en el 
	Senado con una mayoría de 43 contra 25. Wilson había cumplido la promesa que 
	había hecho a los Privilegiados, para poder llegar a la Presidencia. 
	
	 
	
	Warburg le dijo a House, 
	
		
		"Bueno, no tiene exactamente lo que 
		queremos, pero lo que falta lo podemos ir ajustando con el proceso 
		administrativo".
	
	
	Había genuina oposición al Acto, pero ésta no 
	podía igualar al poder de los partidarios de la Ley. El Conservador Henry 
	Cabot Lodge Sr. proclamó con gran visión: 
	
		
		"La Ley, como está, me parece abrirá camino 
		a una vasta inflación de la moneda... No quiero creer que ninguna Ley 
		que sea aprobada haga posible el sumergimiento del patrón oro en una 
		inundación irremediable de papel moneda".
		
		(Informe del Congreso, 10 de junio de 
		1932)
	
	
	Después de la votación, el Congresal Charles A. 
	Lindbergh Sr., padre del famoso aviador le dijo al Congreso:
	
		
		"Este Acto establece el trust más gigantesco 
		de la tierra... Cuando el Presidente firme este Acto, el gobierno 
		invisible del Poder Monetario, cuya existencia ha sido probada en la 
		investigación del Trust del Dinero, será legalizado." 
		 
		
		"Esta es la Ley Aldrich disfrazada... La 
		nueva Ley creará inflación cuando los trusts quieran inflación... "
	
	
	El Acto de Reserva Federal fue aclamado, y aun 
	lo es hoy, como victoria de la "democracia" sobre los "trusts de dinero". 
	Nada podría estar más lejos de la verdad.
	
	Todo el concepto de la banca central era manejado por el mismo grupo que se 
	suponía había que despojar del poder. El mito que el "trust de dinero" había 
	sido depuesto, explotó cuando Paul Warburg fue designado al Primer Consejo 
	de Reforma Federal, un Consejo escogido por el "Coronel" House. Paul Warburg 
	abandonó su puesto de US$ 500.000 anuales como socio de Kuhn, Loeb, para 
	tomar uno de US$ 12.000 anuales en la Reserva Federal. 
	
	 
	
	Los "accidentalistas" que enseñan en nuestras 
	universidades lo harían creer a usted que Warburg lo hizo por patriotismo. Y 
	el hombre que actuó como Presidente del Banco de Reserva Federal de Nueva 
	York, durante sus primeros años, fue el mismo Benjamin Strong, de los 
	intereses Morgan, quien acompañó a Warburg, Davison, Vanderlíp y otros a la 
	Isla Jekyll, Georgia, para redactar la Ley Aldrich.
	
	¿Cuán poderoso es nuestro "Banco Central"? 
	La Reserva Federal controla 
	nuestra oferta de dinero y tasas de interés y, por lo tanto, manipula toda 
	la economía, creando inflación o deflación, receso o auge, y enviando el 
	mercado de valores hacia arriba o hacia abajo a su antojo. 
	
	 
	
	La Reserva Federal es tan poderosa, que el 
	Congresal Wright Patman, presidente del Comité de la Comisión Bancaria, 
	sostiene:
	
		
		"En los Estados Unidos de hoy tenemos, en 
		efecto, dos gobiernos... Tenemos un gobierno legal, debidamente 
		constituido; otro, independiente, sin control ni coordinación, esto es, 
		el Sistema de Reserva Federal, que maneja todo el poder monetario que, 
		por mandato de la Constitución, le está reservado al Congreso."
	
	
	¡Ni los Presidentes, Congresales, ni Secretarios 
	de la Tesorería dirigen la Reserva Federal! En los asuntos de dinero, ¡la 
	Reserva Federal los-dirige a ellos! 
	
	 
	
	El poder incontrolado de la "Fed" fue reconocido 
	por el Secretario de la Tesorería, David M. Kennedy, en una entrevista para 
	el número del 5 de marzo de 1969 del U. S. News and World Report:
	
		
		P.: - ¿Usted aprueba las últimas medidas de 
		restricción de crédito? 
		
		R.: -   No es mi labor aprobar o desaprobar. 
		Esa es obra de la Reserva Federal.
	
	
	Y lo que es curioso, el Sistema de Reserva 
	Federal nunca ha sido intervenido y se ha resistido firmemente a todos los 
	intentos por parte del Presidente del Comité de la Comisión Bancaria, Wright 
	Patman, a que sean revisadas sus cuentas (N. Y. Times, 14 de septiembre de 
	1967).
	
	¿Cuán exitoso ha sido el Sistema de Reserva Federal? 
	
	 
	
	Depende de cómo se aprecie la situación. Desde 
	que Woodrow Wilson hizo su juramento, al asumir el cargo, la deuda nacional 
	se ha elevado desde US$ 1 billón a US$ 455 billones. La suma total de 
	interés pagado desde entonces a los banqueros internacionales por sostener 
	esa deuda es tambaleante, llegando a ser ese rédito el tercer mayor ítem en 
	el presupuesto federal. 
	
	 
	
	El interés de la deuda nacional es ahora de US$ 
	22 billones anuales, y ha aumentado fuertemente a medida que la inflación 
	eleva la tasa de beneficio de los bonos de gobierno. Mientras tanto, nuestro 
	oro es hipotecado en Bancos Centrales europeos y toda nuestra plata ha sido 
	vendida. 
	
	 
	
	Con la inminente catástrofe económica, sólo un 
	ciego discípulo de la "teoría accidental de la historia" podría creer que 
	todo esto ha ocurrido por coincidencia.
	
		
			| 
			 | 
			 | 
		
			| 
			Profesor Carroll Quigley, 
			de lasUniversidades de Harvard,
 Princeton y Georgetown, escritor
 de un libro en que expone el plan
 de los banqueros internacionales
 para controlar el mundo a la zaga
 de los escenarios Políticos y
 financieros. Quigley revela planes
 de billonaríos para establecer
 dictaduras de los super-ricos
 disfrazadas como democracias de
 los trabajadores.
 
			
			    | 
			J.P. Morgan creó pánico 
			artificialusado como excusa para pasar el
 Acto de Reserva Federal. Morgan
 influyó en la participación de los
 Estados Unidos en la Primera
 Guerra Mundial para Proteger sus
 préstamos al gobierno británico.
 Financió grupos socialistas para
 crear un gobierno centralizado,
 todopoderoso, que los banqueros
 internacionales, desde las sombras,
 controlarían en su ápice. A su
 muerte, sus socios ayudaron a
 financiar la
 
			Revolución Bolchevique en Rusia. | 
	
	
	Cuando el Sistema de Reserva Federal fue 
	impuesto al confiado público norteamericano, se contaba con absolutas 
	garantías de que no habría más ciclos de auge y ruina económicos. 
	
	 
	
	Los hombres que, desde detrás del escenario, 
	impulsaban el concepto de Banco Central para los banqueros internacionales, 
	prometieron fielmente que, desde ese momento en adelante, sólo habría 
	crecimiento constante y perpetua prosperidad. 
	
	 
	
	Sin embargo, el Congresal Charles A. Lindberg 
	Sr. proclama precisamente: 
	
		
		"De ahora en adelante, las depresiones serán 
		creadas artificialmente". 
	
	
	Así fue cómo el Banco Central se empleó para 
	crear períodos alternos de inflación y deflación, privando al público de 
	vastos beneficios.
	
	Habiendo construido 
	la Reserva Federal como herramienta para 
	consolidar y controlar riqueza, los banqueros internacionales estaban ahora 
	listos para hacer una destrucción mayor. Entre 1923 y 1929, la Reserva 
	Federal extendió (infló) la oferta de dinero en un sesenta y dos por ciento. 
	Mucho de este nuevo dinero fue usado para levantar el mercado de valores a 
	alturas inconmensurables.
	
	Al mismo tiempo que esas enormes sumas de dinero para crédito estaban 
	disponibles, la gran masa empezó a conocer variados cuentos e historias 
	sobre riquezas instantáneas posibles de hacer en el mercado de valores.
	
	
	 
	
	De acuerdo a Ferdinand Lundberg:
	
		
		"Para obtener ganancias de estos fondos, el 
		público era inducido a especular, era influenciado por las noticias 
		desconcertantes de los diarios, muchos de los cuales habían sido 
		comprados y pagados por los corredores que operaban en los pools..."
	
	
	La investigación parlamentaria de la Cámara de 
	Representantes sobre Estabilización del Valor Adquisitivo del Dólar, mostró 
	evidencia, en 1928, que el Consejo de la Reserva Federal estaba trabajando 
	muy de cerca con los jefes de los Bancos Centrales de Europa. 
	
	 
	
	El Comité advirtió que una quiebra mayor habla 
	sido planeada en 1927. En un almuerzo secreto del Consejo de la Reserva 
	Federal y de jefes de los Bancos 
	 Centrales europeos, el Comité evidenció que 
	los banqueros internacionales estaban apretando la soga al cuello.
Centrales europeos, el Comité evidenció que 
	los banqueros internacionales estaban apretando la soga al cuello.
	
	Montagu Norman, Gobernador del Banco de Inglaterra, vino a Washington el 6 
	de febrero de 1929 a conferenciar con Andrew Mellon, Secretario de la 
	Tesorería. El 11 de noviembre de 1927 el Wall Street Journal describía al 
	señor Norman como "el dictador del circulante de Europa". 
	
	 
	
	El Profesor Carroll Quigley anota que Norman, 
	cercano confidente de J.P. Morgan, admitió: 
	
		
		"Yo sostengo la hegemonía del 
	mundo". 
	
	
	Inmediatamente después de esta misteriosa visita, el Consejo de la 
	Reserva Federal alteró su política de dinero-fácil y empezó a subir la tasa 
	de descuento. El globo, que había sido inflado en forma constante durante 
	siete años, estaba por explotar.
	
	El 24 de octubre, las plumas chocaron con el ventilador. 
	
	 
	
	Escribiendo The United States' Unresolved 
	Monetary and Political Problems, William Bryan reseña lo 
	sucedido: 
	
		
		“Cuando todo estuvo listo, los financieros 
		de Nueva York empezaron a pedir los préstamos a la vista de los 
		corredores en veinticuatro horas. Esto significaba que los corredores y 
		clientes debían vender sus capitales a precios inferiores a los 
		corrientes en el mercado, para pagar sus préstamos. 
		 
		
		Naturalmente, esto arruinó al Mercado de 
		Capitales y trajo un colapso bancario en todo el país, porque los bancos 
		que no eran de la oligarquía estaban fuertemente involucrados en 
		préstamos a la vista en ese momento, y los fondos bancarios pronto 
		agotaron sus dineros y tuvieron que cerrar. 
		
		 
		
		El Sistema de Reserva 
		Federal no vendría en su ayuda, pese a que la Ley le ordenaba mantener 
		un circulante elástico.”
	
	
	El público inversionista, incluyendo a la 
	mayoría de los corredores y banqueros, sufrió un inmenso golpe con la 
	quiebra, no así los Privilegiados. Ellos estaban fuera del mercado o 
	vendieron anticipadamente, de modo que hicieron grandes ganancias. 
	
	 
	
	Los que presagiaban una catástrofe se vieron 
	advertidos de ella por unas declaraciones formuladas por Paul Warburg al 
	Financial Chronicle del 9 de marzo de 1929:
	
		
		"Si las orgías de la especulación no 
		restringida están permitidas a ir demasiado lejos.... el colapso último 
		es seguro... ; traer al país entero a una depresión general."
	
	
	Los astutos pudieron después comprar de vuelta 
	estos capitales con un descuento del noventa por ciento.
	
	Pensar que la Quiebra del 29, manejada científicamente, fue un accidente o 
	el resultado de la estupidez, desafía toda lógica. Los banqueros 
	internacionales, que promovieron las políticas inflacionarias y que 
	empujaron la propaganda que bombeaba el mercado de capitales hacia arriba, 
	representaban muchas generaciones de acumulada experiencia como para haber 
	desatinado hacia la "gran depresión".
	
	El Congresal Louis MaeFadden, Presidente de la Comisión Bancaria y 
	Comité de Circulante, comentó:
	
		
		"No fue accidental (la depresión). Fue una 
		ocurrencia cuidadosamente ideada... Los banqueros internacionales 
		buscaban provocar la desesperación para salir como los gobernantes de 
		todos nosotros."
	
	
	Aunque no hemos tenido otra depresión de la 
	magnitud de la que siguió a 1929, hemos sufrido desde entonces recesiones 
	regulares. Cada una de éstas ha seguido un período en el cual la Reserva 
	Federal empujó fuertemente el acelerador del dinero, y después dio un golpe 
	estrepitoso en los frenos. 
	
	 
	
	Desde 1929, las siguientes recesiones han sido 
	creadas por tal manipulación:
	
		
			- 
			
			1936-1937 Los precios de mercado cayeron 
			en un cincuenta por ciento 
- 
			
			1948 Los precios de mercado descendieron 
			en un dieciséis por ciento 
- 
			
			1953 Los precios de mercado declinaron 
			en un trece por ciento 
- 
			
			1956-1957 El mercado bajó en un trece 
			por ciento 
- 
			
			1957 A fines de año, el mercado cayó en 
			un diecinueve por ciento 
- 
			
			1960 El mercado descendió el diecisiete 
			por ciento 
- 
			
			1966 Los precios de mercado bajaron en 
			un veinticinco por ciento 
- 
			
			1970 El mercado descendió en más de un 
			veinticinco por ciento 
	
	
	
	El Cuadro 5, basado en el que aparece en una 
	publicación financiera altamente respetada, el Indicator Digest, del 
	24 de junio de 1969, muestra los efectos de las políticas de expansión o 
	contracción de la oferta monetaria en el Promedio Industrial de la Reserva 
	Federal, según el indicador Dow-Jones. 
	
	 
	
	Esta es la forma de cómo el mercado de valores 
	es manipulado y de cómo las depresiones y recesiones son científicamente 
	creadas. Si se tiene conocimiento previo acerca del camino que tomará la 
	política de la Reserva Federal, uno puede hacerse de una tonelada de dinero.
	
	 
	
	Los miembros del Consejo de la Reserva Federal son nombrados por el 
	Presidente por un período de catorce semestres. Como estas posiciones 
	controlan toda la economía del país, son de mucha más importancia que los 
	cargos en el gabinete, ¿pero quién ha tenido conocimiento acerca de estas 
	designaciones, a excepción de la del Presidente Arthur Burns? Estos 
	nombramientos, que deberían ser extensamente debatidos por el Senado, son 
	aprobados en forma rutinaria. 
	
	 
	
	Pero aquí, como en Europa, estos hombres son 
	simples figurones puestos en sus posiciones por el mandato de los banqueros 
	internacionales, que financian las campañas presidenciales de ambos partidos 
	políticos.
	
	Y el Profesor Quigley revela que estos banqueros internacionales, que 
	poseían y controlaban los Bancos de Inglaterra y Francia, mantuvieron su 
	poder aun después que aquellos bancos hubieron sido teóricamente 
	socializados. 
	
	 
	
	El sistema americano es ligeramente diferente, 
	pero su efecto neto es el mismo, una deuda de incremento sostenido, 
	requiriendo pagos de interés en constante aumento, inflación y depresiones y 
	recesiones creadas en forma periódica y científica.
	
	El resultado final, si los Privilegiados se salen con la suya, será el sueño 
	de Montagu Norman, del Banco de Inglaterra, 
	
		
		"que la hegemonía del mundo financiero 
		debería reinar supremamente sobre todos, en todas partes, como un solo 
		control de mecanismo supernacional". 
		
		(Montagu Norman, de John Hargrave, 
		Greystine Press, N. Y., 1942.)
	
	
	
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