por Martín Lozano
extraído de 'EL
NUEVO ORDEN MUNDIAL'
del Sitio Web
NuevoOrdenMundial-MembersTripod
Con arreglo a la versión oficial, el Instituto de Asuntos Internacionales
fue constituido en 1920 como resultado de las conversaciones mantenidas por
varios delegados británicos y norteamericanos asistentes a la Conferencia de
Paz de 1919, celebrada en París al término de la 1ª Guerra Mundial.
Más
tarde, en 1926, el Instituto recibía el título de "Real" en virtud de una
Carta de la Corona británica que le encomendaba la tarea de promover y
sufragar medios de información sobre cuestiones internacionales, pero de
forma que los análisis vertidos en los mismos no fuesen en ningún caso
asumidos oficialmente por la institución.
La entidad debería financiarse con
las aportaciones de sus miembros individuales, con sus propias inversiones y
con las donaciones recibidas para labores de investigación. Hasta aquí llega
la información que el susodicho Instituto difunde sobre sí mismo. De lo que
ahora se trata, pues, es de penetrar en su verdadera génesis y en los
resortes que impulsaron su constitución.
El 19 de mayo de 1919, Edward Mendel House, alias "coronel" House, convocó a
una reunión de trabajo en el hotel Majestic a un reducido grupo de delegados
norteamericanos y británicos participantes en la Conferencia de Versalles.
De este sujeto, cuyo decisivo papel en la adopción del
Federal Board System
norteamericano ya fue significado páginas atrás, podría escribirse en
términos muy similares a los empleados cuando se describiera la trayectoria
de Joseph Retinger, pues se trata de otro de esos singulares personajes cuyo
papel en la historia reciente, siempre desarrollado en la sombra, ha sido
incomparablemente superior al de innumerables figurones políticos que han
gozado de gran notoriedad.
Además de eminencia gris de Woodrow Wilson, el
"coronel" House ejerció como peón de lujo del Establishment financiero
estadounidense, circunstancias que compaginaba con su condición de iniciado
en la logia iluminista Maestros de la Sabiduría y con su pertenencia a la
sociedad
The Order.
Por parte americana, los asistentes a dicha reunión fueron:
-
John Foster Dulle,
futuro secretario de Estado, y su hermano Allen Dulles, tiempo después
director de la CIA, ambos perteneciente a un bufete de abogados ligado a los
trusts Morgan y Rockefeller
-
Christian Herter, que también ocuparía años
después la Secretaría de Estado
-
Jerome Greene, asesor del Instituto
Rockefeller
-
W.Shepardson, miembro de la sociedad The Order
-
Robert Lansing
-
James Shotwell
-
Archibald Carey Coolidge
-
el general Tasker Bliss,
...todos
ellos vinculados a instituciones dominadas por la sección norteamericana de
la
Round Table.
En la delegación británica figuraban
-
lord Robert Cecil,
-
lord
Eustace Percy,
-
sir Valentine Chirol,
-
Lionel Curtis,
-
Harold Temperly
-
Edward Grigg,
....miembros todos ellos de la Round Table y de la Fabian Society.
El 30 de mayo tuvo lugar un segundo encuentro, y el 12 de junio, en la
tercera reunión, fueron designados Lionel Curtis y Whitney Shepardson,
respectivamente, como secretarios de las ramas inglesa y americana de la
organización. Asimismo se acordó que cada una de las dos ramas del Instituto
adoptara una denominación propia.
De acuerdo con dicha determinación, el 9
de noviembre de 1923 se presentaba oficialmente la sección inglesa bajo el
nombre de Instituto Británico de Asuntos Internacionales, título que fue
sustituido en 1926, tras la concesión de la Carta Real, por el definitivo de
Real Instituto de Asuntos Internacionales. Su sede social se estableció en
un inmueble conocido como Chatam House (10 de Saint-James Square), donde
también tenía sus dependencias la Round Table.
Siguiendo los mismos designios, la sección norteamericana se constituía
oficialmente en 1921 con el nombre de Council on Foreign Relations (CFR) o
Consejo de Relaciones Exteriores.
Ni que decir tiene que la dirección del
nuevo organismo recayó en el ínclito House, cuyas especiales relaciones con
los magnates de la banca neoyorquina explican el hecho de que se rodease en
la plana mayor del Consejo de elementos reclutados entre los asociados de la
banca J.P.Morgan, en los despachos jurídicos que trabajaban para dicha
firma, y en los círculos tecnocráticos vinculados a la Alta Finanza.
Figuraban entre ellos:
Desde entonces hasta hoy, el CFR ha venido siendo uno de los más eficientes
instrumentos del Establishment, que a través de este organismo determina el
curso de la vida pública estadounidense en todos los ámbitos, y muy
especialmente en el relativo a la política exterior, como iremos viendo a lo
largo de las páginas sucesivas.
Entre la firmas multinacionales y Fundaciones "filantrópicas" que
contribuyen a costear los ingentes gastos de este poderoso club figuran:
-
la
Carnegie Corporation of New York
-
IBM World Trade Corporation
-
General
Motors Corporation
-
Morgan Guaranty Trust Company
-
Citybank
-
Chemical Bank
-
Citicorp
-
International Minerals and Chemical Corporation
-
Association of
Radio and Television News Analysts
-
The Ford Fundation
-
The Rockefeller
Fundation
-
Rockefeller Brothers Fundation
-
The Andrew Mellon Fundation
-
The
Commonwealth Fundation
Eso no impide, más bien todo lo contrario, que el CFR sea el organismo donde
mejor se ha operado la síntesis fabiana entre el capitalismo y uno de sus
hijos bastardos, el marxismo, que de esta forma, una vez ultimada la labor
de disolución cultural y espiritual para la que fue diseñado, se reintegra a
la matriz burguesa de la que surgió.
Dicho de otro modo, el CFR ofrece el
más preclaro exponente de la dialéctica hegeliana, y en su seno los dos
supuestos antagonistas se funden en la síntesis deseada.
Aquí, el
internacionalismo "proletario" de la retórica marxista se transfigura en el
cosmopolitismo "humanista" del capitalismo multinacional; el materialismo
marxista se identifica con el materialismo burgués que lo engendró; y el
gregarismo social del colectivismo bolchevique se corresponde con el paraíso
progresista de las masas uniformizadas pastando en los prados felices del
bienestar nihilista y del consumismo material.
No tiene nada de extraño, por tanto, que este Club oligárquico patrocinado
por el Gran Capital haya servido de tribuna para la difusión de la "cultura"
izquierdista y contado entre sus miembros con innumerables gentlemen
filomarxistas. Además del ya citado Henry Kissinger (presidente en su día de
este organismo) y de su equipo de colaboradores pro-soviéticos, son
abundantes los ejemplos de oligarcas progresistas que han destacado en sus
filas.
Entre algunos de los más conocidos figuran Alger Hiss, Herbert
Matthews, John Fairbank y Harry Dexter White, todos ellos agentes activos de
la Inteligencia soviética durante la época de la "confrontación".
El caso de Alger Hiss merece especial significación, entre otras razones
porque ilustra bastante bien la naturaleza del régimen de Franklin Delano
Roosevelt y de su equipo de colaboradores íntimos (Baruch, Morgenthau,
Lehman, Frankfurter, Hopkins, Rosenmann, Bloch, Cullmann), todos ellos
miembros del CFR y de la Round Table, todos ellos acaudalados plutócratas y
todos ellos simpatizantes y benefactores del régimen estalinista.
Pues bien,
entre esos colaboradores de Roosevelt figuraba también Alger Hiss, cuya
importancia viene dada por el decisivo papel que, en su calidad de asesor
especial del Departamento de Estado, desempeñó en los acuerdos de Yalta, tan
provechosos para la Rusia soviética.
Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía, Alger Hiss cursó
estudios en Harvard, feudo fabiano donde fue captado para su equipo de
cerebros por el financiero Frankfurter, uno de los ideólogos del New Deal.
Tras prestar servicios como abogado en una firma de Wall Street, entró en
contacto con otro destacado militante de la izquierda del New Deal, Lee Pressmann, quien le introdujo en la organización WARE, una red de espionaje
al servicio del Komitern.
Aunque la trayectoria de Hiss suscitó frecuentes
sospechas, no sería hasta tiempo después, con motivo de las imputaciones
formuladas contra él por un ex-camarada de la red WARE, Whittaker Chambers,
cuando quedaron al descubierto sus vínculos con los servicios secretos
soviéticos y su intensa labor de penetración y reclutamiento en las altas
esferas de la Administración estadounidense.
Pero lo más esperpéntico de
este asunto sería su desenlace, ya que, una vez desenmascarado, Alger Hiss
fue retirado del servicio estatal, recibiendo por toda sanción la
presidencia del Carnegie Endowment for Peace, una de las principales
entidades patrocinadoras de las Conferencias Bilderberg.
Otro de los "camaradas" americanos que desempeñó un importante papel en los
acuerdos de Yalta fue Averell Harriman, embajador especial de Roosevelt en
la Conferencia, miembro de una poderosa saga de banqueros y socio del CFR.
Este sujeto, conocido tanto por su pertenencia a todos los círculos
oligárquico-mundialistas como por sus deferencias hacia la antigua URSS, fue
señalado por Anatoli Golitsin, ex-agente del KGB, como uno de los más
activos integrantes de la red filomarxista de la Administración
estadounidense.
Naturalmente, el CFR no es el único espacio en el que se ha operado la
síntesis ideológica señalada, aunque sí el más notorio. Los núcleos
iluministas radicados en las Universidades de Oxford y Yale, de los que se
hablará más adelante, se han mostrado igualmente activos en esa misma labor,
si bien dentro del más absoluto hermetismo.
Igualmente digna de mención a
este respecto es la Universidad de Cambridge, bastión fabiano del que
salieron los dandis británicos Philby, McLean, Blunt, Burgess y Cairncross,
cuyos eficientes servicios al régimen estalinista han sido minuciosamente
recogidos en una obra escrita por el que fuera su enlace soviético, el
oficial del KGB Yuri Modin.
El órgano oficial del CFR es la revista Foreign Affairs, una publicación
trimestral abierta a todos las opiniones "progresistas" en la que vierten
sus análisis los iniciados en los discretos círculos del Poder.
Dado su
carácter "abierto", la revista reitera en cada uno de sus números que no
asume oficialmente ninguna de las tesis expuestas en ella por sus
colaboradores, añadiendo que tan sólo se ofrece como un foro de reflexión en
el que confluyan ideas "divergentes", por estimar que de esa forma se
facilita a sus lectores una mejor información que adscribiéndose a una sola
escuela de pensamiento (sic).
A pesar de esa "disparidad" de criterios que se observa leyendo las
opiniones de individuos de la misma cuerda oligárquica (el Poder es su
denominador común) e ideológica (todos ellos participan en lo esencial de
una misma mentalidad), resulta sumamente instructivo ojear las páginas de
esa publicación. Y es que leyéndola resulta fácil prever el curso que van a
seguir ciertos acontecimientos, especialmente cuando las colaboraciones
literarias llevan la rúbrica de un capitoste del CFR o de algún iniciado en
los círculos más influyentes del Establishment.
Así, en el número
correspondiente a julio de 1990, uno de los analistas del CFR, Barry Rubin,
exponía la necesidad de,
"tomar medidas especiales y urgentes para acabar con
el poder militar y nuclear de ciertos Estados", indicando a continuación que
tales medidas "debían aplicarse a las ambiciones de Irak".
Unos meses
después se desencadenaría la guerra del Golfo Pérsico.
No menos ilustrativos
fueron los análisis realizados en 1982 sobre la evolución interna de los
regímenes marxistas de Polonia y la URSS por William Hyland, editor del
Foreign Affairs, ex-analista de la CIA y miembro del
Bilderberg Group, de la
Comisión Trilateral, de la
Pilgrims Society y de la
Round Table. Análisis
que, cuando menos, pusieron de manifiesto las portentosas dotes "proféticas"
del susodicho Hyland, ya que todas sus previsiones se han ido cumpliendo con
asombrosa precisión.
Pero el vehículo idóneo para hacer llegar a la gran masa de la población las
opciones decididas en los laboratorios del CFR no es el órgano oficial de
éste, de carácter y alcance restringidos, sino los grandes medios de
comunicación estadounidenses.
Después, los diversos
tributarios mediáticos
del Sistema esparcidos por las provincias del Imperio se aprestarán a
desempeñar su papel habitual de caja de resonancia de las consignas
elaboradas en el centro emisor, que es donde se decide qué asuntos deben
pudrirse en el silencio y cuáles otros han de convertirse en temas de
candente actualidad, marcando asimismo las pautas del modo en que deben
tratarse éstos.
Para hacerse una idea de la presencia del Consejo de Relaciones Exteriores
en los más influyentes medios de comunicación estadounidenses, he aquí una
breve relación de algunos de los capitostes de tales medios adscritos a
dicho organismo:
-
New York Times:
-
Richard Gelb
-
William Scranton
-
John F. Akers
-
Louis Gerstner
-
George Munroe
-
Donald Stewart
-
Cyrus Vance
-
A.M.Rosenthal
-
Seymur
Topping
-
James Greenfield
-
Max Frankel
-
Jack Rosenthal
-
John Oakes
-
Harrison
Salisbury
-
H.L.Smith
-
Steven Rattner
-
Richard Burt
-
Washington Post/Newsweek:
-
Katherine Graham
-
N.Katzenbach
-
Robert
Christopher
-
Osborne Elliot
-
Philipp Geyelin
-
Murry Marder
-
Maynard Parker
-
George Will
-
Robert Kaiser
-
Meg Greenfield
-
Walter Pincus
-
Murray Gart
-
Peter Osnos
-
Don Oberdorfer
-
Time Inc.:
-
Ralph Davison
-
Donald Wilson
-
Henry Grunwald
-
Alexander Heard
-
Sol Linowitz
-
Thomas Watson
-
Public Broadcast Service:
-
Robert McNeil
-
Jim Leher
-
C.Hunter Gault
-
Hodding
Carter
-
Daniel Schorr
-
Associated Press:
-
Stanley Swinton
-
Harold anderson
-
Katherine Graham
-
Wall Street Journal:
-
Richard Wood
-
Robert Bartley
-
Karen House
-
ABC:
-
Thomas Murphy
-
Barbara Walters
-
John Connor
-
Diane Sawyer
-
John Scall
-
NBC/RCA:
-
John Welch
-
Jane Pfeiffer
-
Lester Crystal
-
R.Sonnenfeldt
-
John Petty
-
Tom Brokaw
-
David Brinkley
-
John Chancellor
-
Marvin Kalb
-
Irving Levine
-
Herbert Schosser
-
P.G.Peterson
-
John Sawhill
-
CBS:
-
Laurence Tisch
-
Roswell Gilpatric
-
James Houghton
-
Henry Schacht
-
Dan Rather
-
Richard Hottelet
-
Frank Stanton
-
CNN:
-
W.T.Johnson
-
Daniel Schorr
Todo esto no es más que una pequeña muestra de la incidencia del CFR en la
vida pública norteamericana; y no será necesario explicar el peso de ese
país en el escenario internacional.
De ahí las declaraciones efectuadas en
el W Magazine (4-8-78, Fairchild Publications) por Winston Lord, presidente
por entonces del CFR y miembro de la sociedad
The Order:
"La Comisión
Trilateral no dirige el mundo entre bastidores; es el Consejo de Relaciones
Exteriores quien lo hace".
Palabras que, siendo certeras, no reflejaron sino
una parte de la realidad, ya que este organismo no es la la última instancia
o el núcleo central del organigrama oligárquico-mundialista, como más
adelante podremos comprobar.
Desde el mismo momento en que el CFR fuera creado, la política exterior
norteamericana ha venido siendo un predio de su absoluto dominio. Pero su
influencia, que ha ido a más con el transcurso del tiempo, no se reduce a
esa parcela, ya enormemente importante de por sí, sino que se hace extensiva
a todos los ámbitos de la esfera política estadounidense.
Como será fácil
comprender, resultaría excesivamente prolijo reproducir la relación
exhaustiva de todos y cada uno de los miembros del CFR que, desde 1921 hasta
hoy, han ostentado algún cargo de alto nivel en la Administración
norteamericana. Lo que sí podrá hacerse aquí es ofrecer una concisa
pero significativa muestra de la incidencia de este organismo en el presente.
Ésta era, en el momento en que se constituyó la Administración Clinton, la
relación de altos cargos de la misma pertenecientes al CFR.
Quede claro que
en modo alguno se trata de una enumeración exhaustiva, sino de un muestreo
referido a algunas de las áreas gubernamentales más relevantes.
Por otra
parte, el cuadro que se ofrece a continuación es perfectamente extrapolable
a cualquiera de los gabinetes precedentes, ya que la presencia del CFR en
todos ellos ha sido similar, con independencia de la facción política
gobernante en cada momento.
-
Gabinete Gubernamental:
William Clinton (Presidente del Gobierno); Albert
Gore (Vicepresidente); Warren Christopher (Secretario de Estado); Les Aspin
(Secretario Defensa); Bruce Babbit (Secretario Interior); Lloyd Bentsen
(Secretario del Tesoro); Henry Cisneros (Secretario de Vivienda y Desarrolo
Urbano); Donna Shalala (Secretaria Salud y Servicios Sociales); Anthony Lake
(Consejero Nacional de Seguridad); James Woolsey (Director de la CIA); Laura
Tyson (Directora del Consejo Económico); Colin Powel (Presidente Junta Jefes
Estado Mayor).
-
Staff de la Casa Blanca:
G.Stephanopoulos (Director Comunicaciones); Wiliams
Crove (Asesor Jefe de Inteligencia Exterior); Nancy Soderberg (Directora del
Staff del Consejo Nacional Seguridad); Samuel R.Berger (Consejero Delegado
de Seguridad Nacional); W.Bowman Cutter (Asesor Delegado del Consejo
Económico).
-
Departamento del Tesoro:
Robert M.Bestani (Delegado Adjunto Asuntos
Monetarios Internacionales); Roger Altman (Secretario Adjunto del Tesoro);
Robert R.Glauber (Subsecretario Finanzas); J.French (Delegado Adjunto
Departamento Finanzas); John M.Niehuss (Delegado Adjunto Asuntos Monetarios
Internacionales).
-
Departamento de Estado:
Madeleine Albright (Embajadora en la ONU); Lynn
Davis (Subsecretario Seguridad Internacional); Peter Tarnoff (Subsecretario
Asuntos Políticos); John E.Spero (Subsecretario Asuntos Económicos); Brian
Atwood (Subsecretario Administración); G.E.Moose (Subsecretario Asuntos
Africanos); H. Allen Holmes (Secretario Adjunto Asuntos Político-Militares);
Joseph Verner Reed (Jefe Protocolo); Edward Perkins (Director Personal);
Winston Lord (Secretario Adjunto Asuntos Este de Asia y Pacífico); John
H.Kelly (Secretario Adjunto Asuntos Sudeste Asiático y Cercano Oriente);
Stephen A.Oxman (Secretario Adjunto Asuntos Europeos)); Clifton Wharton
(Consejero Delegado); Brandon Grove (Director Servicios Asuntos exteriores);
Dennis B.Ross (Director Staff Planificación Política); Abraham David Sofaer
(Asesor Legal).
-
Cuerpo Diplomático (Embajadores):
Strobe Talbot (CEI); John Negroponte
(Méjico); Thomas Pickering (Rusia); Edward Ney (Canadá); Morton Abramowitz
(Turquía); Robert Oakley (Paquistán); Michael Armacost (Japón); Henry Catto
(Gran Bretaña); Robert Pelletreau (Túnez); Shirley T.Black (Rep.Checa);
Nicholas Platt (Filipinas); Christopher Phillips (Brunei); James Spain (Sri
Lanka); Frances Cook (Camerún); Terence Todman (Argentina); Edward Djerejlan
(Siria); Frank Wisner (Egipto); Warrem Zimmerman (Yugoslavia).
-
Departamento de Defensa:
Frank G.Wisnerll (Subsecretario Asuntos Políticos);
Michael P.W.Stone (Secretario de la Armada); Donald B.Rice (Secretario
Fuerza Aérea); Henry S.Rowen (Secretario Adjunto Seguridad Interior); Seymur
Weiss (Presidente Política de Defensa); Franklin C.Miller (Delegado Adjunto
Sec.Nuclear); W.Bruce Weinrod (Delegado OTAN); Charles M.Herzfeld (Director
Departamento Investigación);
-
Junta Jefes Estado Mayor:
Tte. Gral. T.Boyd; Tte.Gral. G.L.Butler; Tte.Gral.
B.C.Hosmer; Gral. Carl E.Vuono; Gral. Merrill A.McPeak; Gral. John T.Chain.
-
Reserva Federal:
Alan Greenspan (Presidente); Gerald Corrigan
(Vicepresidente); Richard Cooper; Robert Forrestal; Robert Erburu; Bobby
Inman; Anthony Solomon; Edwin Truman; Cyrus Vance; Paul Volker; Sam Cros;
John Opel; Steven Muller; Robert Knight.
-
Oficina de Comercio:
Gary R.Edson (Presidente); Joshua Bolten (Consejero
General); Daniel M.Price (Consejero General Adjunto).
-
Export-Import Bank:
John Macomber (Presidente); Eugene Lawson
(Vicepresidente); Rita Rodríguez (Directora); Hart Fessenden (Consejero
General).
-
Agencia Control y Desarme:
William Schneider (Presidente); Thomas Graham
(Consejero General); Richard Burt (Negociador Defensa Estratégica); David
Smith.
Antes de pasar a ver las relaciones que ha venido manteniendo la izquierda
occidental con el CFR, no estará de más dedicar una breve reseña al papel
desempeñado por este poderoso club en el alumbramiento de la ONU, de la que
últimamente se ha puesto de moda deplorar su inoperancia, lo que no deja de
ser una maniobra más de intoxicación, ya que este organismo ha dado buenas
muestras de su eficacia cuando los intereses de quienes lo manejan lo han
exigido así.
Recuérdese, si no, la Guerra del Golfo y todo lo que ha
sobrevenido después, entre otras cosas el embargo criminal decretado por tan
humanitaria institución contra la población iraquí, que es la que está
pagando sus consecuencias.
Pues bien, los avances preparatorios para la constitución de las Naciones
Unidas, cuyo edificio, dicho sea de paso, se levantó en unos terrenos
cedidos al efecto por el clan Rockefeller (tan filantrópica donación se
vería largamente compensada por la revalorización del suelo colindante
propiedad de la familia), fueron elaborados por un Comité Secreto (Secret
Steering Committee) instituido en 1943 por el Secretario de Estado
norteamericano, Cordell Hull.
Dicho Comité estaba formado, además del citado
Hull, por cinco asesores del presidente Roosevelt: Taylor, Davis, Bowman, Pasvolski y Welles, todos ellos miembros del CFR.
En diciembre de 1943 se incorporó al grupo Edward Stettinius, recién
nombrado Subsecretario de Estado y miembro también del CFR. Hijo de un
asociado de la banca Morgan, y antiguo ejecutivo de la United States Steel,
este sujeto había gestionado antes de acceder a su nuevo cargo la Ley de
Préstamo y Arriendo dictada al final de 2ª Guerra Mundial por el gobierno
estadounidense.
Una ley cuyos beneficiarios no sólo fueron los grandes
consorcios industriales norteamericanos, que recibieron a precio de saldo
las modernas instalaciones construidas por el Estado durante la guerra, sino
también la Unión Soviética, a la que el susodicho Stettinius entregó a fondo
perdido equipamientos por valor de 10.000 millones de dólares que, por
supuesto, nunca fueron pagados.
Posteriormente se irían añadiendo al Comité en cuestión nuevos miembros, la
inmensa mayoría procedentes del CFR: Green, Cohen, Hornbeck, Hackworth y
Dunn entre ellos. Finalmente, el borrador definitivo para la constitución de
la ONU fue redactado por un equipo de juristas socios en su mayoría del CFR
(Hughes, Taylor, Davis y Miller entre ellos).
Pero vayamos ya con el tema apuntado líneas atrás, esto es, las relaciones
mantenidas por la izquierda occidental y su foro más prestigioso, la
Internacional Socialista, con ese sólido baluarte del poder plutocrático que
es el CFR.
Antes de nada convendrá recordar que el proyecto de crear una Internacional
Socialista se planteó por primera vez en la Conferencia de Claton-on-Sea de
1946, a propuesta de los ministros fabianos del gabinete británico. Dicho
proyecto no respondía sino a la doctrina formulada por el CFR para el
escenario post-bélico europeo, doctrina que se basó en la conveniencia de
crear un frente de contención al comunismo que, al mismo tiempo, no fuera
anticomunista.
Se trataba, pues, de frenar el expansionismo político y
territorial de la URSS, pero sin cercenar la expansión ideológica del
marxismo y de las tesis izquierdistas. Un planteamiento, como podrá verse,
en la línea de la más pura dialéctica hegeliana, y sin duda el más idóneo
para alcanzar la síntesis ya comentada.
La idea esbozada en Claton-on-Sea no tardó en fructificar. Poco después se
constituía en Londres el Comité Socialista Internacional, integrado por
socialistas alemanes y británicos; y éstos fueron quienes, a su vez, se
encargaron de preparar el Congreso Internacional de 1951 celebrado en
Frankfurt con la participación de treinta y cuatro delegaciones socialistas,
la mayoría de las cuales procedían de los países integrados en la OTAN. La
Internacional socialista nacía así como el instrumento más idóneo para
lograr los objetivos marcados.
En las postrimerías de la década de los setenta surgieron dos nuevos
organismos que vinieron a completar la estructura de la Internacional
Socialista:, de la que bien podrían considerarse como una prolongación: La
Comisión Palme y la Comisión Brandt.
Entre los integrantes de la primera en el momento de su creación figuraban,
además del propio Olof Palme, socio del Bildreberg Group, individuos como
-
David Owen (Trilateral)
-
Egon Bahr (Bilderberg)
-
Cyrus Vance (Trilateral,
Bilderberg, CFR, Pilgrims)
-
Georgi Arbatov (director del Instituto de
Relaciones Internacionales de Moscú, equivalente soviético del CFR)
-
Emma Rothschild
De parecido corte era la nómina de miembros de la Comisión Brandt, nacida a
finales de 1977 bajo los auspicios de Robert McNamara (Trilateral,
Bilderberg, CFR, presidente del Banco Mundial).
La presidencia de la
Comisión recayó, lógicamente, en Herbert Karl Frahm, más conocido como
Willy
Brandt, al lado del cual figuraban:
-
Edward Heath (Bilderberg)
-
Peter Peterson
(director de la banca Lehman-Kuhn&Loeb)
-
Edgard Pisani (Bilderberg)
-
Eduardo
Frei (líder democristiano chileno)
-
Katherine Graham (Trilateral, Bilderberg, CFR, propietaria del Washington Post y de la revista Newsweek),
...y
algún que otro sindicalista de relleno incluido en la lista para conferir el
oportuno toque proletario a la comisión.
A esta distinguida organización Internacional y Socialista pertenece el
Partido Socialista Obrero Español, uno más de los muchos clubs de
izquierdistas incendiarios devenidos en férvidos apagafuegos tan pronto como
sus ambiciones de pequeño-burgueses resentidos encontraron la debida
satisfacción. Veamos, pues, sin más preámbulos, algunas de las
peregrinaciones efectuadas por sus más destacados dirigentes a las
dependencias del CFR y a otros santuarios del Gran Capital.
Tales peregrinaciones, iniciadas ya en la época en que los líderes
socialistas vestían de pana progre, comenzaron en agosto de 1975, con la
visita de una delegación del PSOE a Israel, donde la poderosa
socialdemocracia judía, entonces en el poder, y su organización sindical, la
no menos poderosa Histadrut, brindaron a sus homólogos españoles ayuda
económica y formación de cuadros a cambio de silenciar o poner sordina a las
tropelías israelíes en la zona.
Dos años después, en noviembre de 1977, Felipe González viajaba a los
Estados Unidos para entrevistarse con Walter Mondale, vicepresidente
norteamericano, Cyrus Vance, secretario de Estado, y otros altos cargos
gubernamentales, encuentros que serían ampliamente reflejados en los medios
de comunicación.
Lo que, sin embargo, no obtuvo el menor comentario fue su
visita a la sede del CFR, donde el líder socialista pronunció una
conferencia que, de acuerdo con los hábitos de ese organismo, fue seguida
del correspondiente coloquio-interrogatorio, cuyos resultados debieron ser
plenamente satisfactorios para los cancerberos del Gran Capital a juzgar por
la ulterior trayectoria política de su invitado.
Acto seguido el futuro
presidente acudió a una cena organizada por otro feudo del Establishment, el
Carnegie Endowment for International Peace, donde también puso de manifiesto
que estaba en condiciones de satisfacer las expectativas de sus distinguidos
anfitriones. La primera romería a la meca plutocrática, que concluyó con una
visita a
David Rockefeller, no pudo ser, por tanto, más satisfactoria para
ambas partes, y de ella regresó Isidoro el revolucionario con el placet de
los patrones y una pequeña donación de doce millones de dólares para las
arcas del partido.
En marzo de 1978 eran Enrique Múgica, entonces presidente de la Comisión de
Defensa del Congreso, y Luis Solana, futuro cacique de las comunicaciones,
quienes viajaban a Nueva York.
En su agenda oficial figuraban entrevistas
con Harold Brown, secretario de Defensa, con altos cargos del Consejo
Nacional de Seguridad y con los rectores de la multinacional ITT. De todo
ello se hicieron eco los medios. Nada se publicó acerca de su asistencia al
correspondiente desayuno-sondeo celebrado en los despachos del CFR.
Por
aquellas mismas fechas viajó también a la metrópoli el entonces ministro
socialdemócrata de la UCD, y futuro ministro del PSOE, Francisco Fernández
Ordóñez. Oficialmente, el objetivo de su visita, ya elocuente de por sí, era
contrastar con las autoridades norteamericanas la idoneidad de la política
económica del Gobierno español.
A tal efecto se entrevistó con:
-
Michel
Blumenthal, secretario del Tesoro y miembro del CFR
-
Artur Burns, presidente
de la Reserva Federal y miembro del CFR
-
William Dale, vicepresidente del
Fondo Monetario Internacional y militante del CFR
-
Robert McNamara,
presidente del Banco Mundial y asimismo socio destacado del CFR
La visita
de Fernández Ordóñez finalizó, según la norma, con una sesión a puerta
cerrada en las oficinas del CFR, de la que tampoco se informó.
Mientras tanto, el profesor Tierno Galván multiplicaba sus esfuerzos para
recabar el apoyo de personalidades influyentes (Brandt, Schell, Hoffman) que
le permitieran ingresar en la Comisión Trilateral, cosa que no logró debido
a que sus gestiones en ese sentido fueron sistemáticamente saboteadas por
Felipe González, quien por aquellas fechas estimaba inconveniente para la
buena imagen del PSOE el ingreso de uno de sus dirigentes en esa entidad.
Tales remilgos no tardarían mucho en disiparse, y en 1985 el presidente de
la Compañía Telefónica y militante del PSOE, Luis Solana, ingresaba en la
Trilateral, siendo seguido un año después por Julio Feo, entonces fontanero
mayor de la Presidencia del Gobierno y miembro en la actualidad del Comité
Ejecutivo de la sección europea de dicha organización plutocrática.
En marzo de 1981, Felipe González emprendía otra gira, esta vez a Gran
Bretaña, invitado por el Instituto de Estudios Europeos, una especie de
apéndice del Saint-Anthony College de la Universidad de Oxford. Ese centro
escolar, dominado por la Round Table y la Fabian Society, ha sido objeto de
frecuentes peregrinaciones por parte de diversos líderes socialistas, entre
los que se encuentran Fernando Morán, Narcís Serra, Alfonso Guerra, Pascual
Maragall y José Borrell.
El viaje de González concluyó con una comida de
trabajo en la sede de la Fabian Society.
En diciembre de 1982, con el sonado triunfo electoral del PSOE aún caliente,
Alfonso Guerra asistía a una reunión convocada por el European Management
Forum, un organismo en la órbita de Davos. Allí manifestaría públicamente la
disposición del Gobierno socialista a colaborar con las empresas
multinacionales "por la confianza en el futuro de España que han demostrado
en los tiempos difíciles".
Una vez en el poder, los contactos socialistas con los centros de dominio
plutocrático se prodigaron aún más. En abril de 1983, David Rockefeller
giraba una visita a España de regreso de una cumbre de la Comisión
Trilateral, siendo recibido en la Moncloa por González y Boyer, dada su
condición de "miembro de primera fila del mundo económico internacional",
según palabras del comunicado emitido al respecto por el Gabinete de Prensa
de la Presidencia.
En mayo de ese mismo año Miguel Boyer, Fernández Ordóñez y Guillermo de la
Dehesa, máximos representantes del equipo económico gubernamental,
emprendían un viaje a Nueva York para entrevistarse con varios dirigentes de
la banca estadounidense.
En el curso de esa gira Miguel Boyer asistió a una
cena convocada por el Metropolitan Club neoyorquino durante la cual se
dirigió a los presidentes y directores de los principales bancos comerciales
estadounidenses para transmitirles,
"el mensaje del Gobierno español, que es
un gobierno socialista, pero moderado y pragmático, en la línea de la
tradición socialdemócrata y fabiana".
Poco después, en junio de 1983, Miguel Boyer se desplazaba de nuevo a los
Estados Unidos, pero esta vez como segundo del jefe de la comitiva, el
presidente González. En el curso de esa importante gira la delegación
española se entrevistó con las más altas instancias políticas y económicas
estadounidenses, actuando David Rockefeller como introductor de González en
la entidad más representativa del capitalismo norteamericano, la Century Association.
En aquel viaje se ultimaron, entre otras cosas, los últimos
retoques y el visto bueno definitivo del Gran Capital al proyecto económico
socialista, todo ello dentro del mejor ambiente, dada la disposición del
presidente español, reiteradamente expresada por éste, de,
"fomentar ante
todo la inversión del capital extranjero en España como la mejor vía para su
desarrollo económico".
También fue sometido a un último examen el plan
cuatrienal de Boyer, cuyo elemento básico, la reconversión industrial,
respondía a los designios de la CEE y, en última instancia, a los esquemas
económicos trazados por la Comisión Trilateral. En virtud de tales
directrices, España entraba en la calificación de nación semiperiférica, lo
que suponía el desmantelamiento de su industria pesada y la consideración de
apta únicamente para el desarrollo de industrias auxiliares y subsidiarias
de las grandes multinacionales.
Tras aquella visita crucial, de la que el órgano oficial del PSOE no se dio
por enterado, resulta perfectamente lógico que otros viajes más discretos
pasasen desapercibidos. Así, en septiembre de 1983, Fernado Morán acudía a
la sede del CFR para contrastar con ese organismo la política exterior del
Gobierno socialista, viaje que repetiría exactamente un año después.
Durante
los años sucesivos habrían de prodigarse las visitas al CFR y a otros foros
mundialistas de los dos principales asesores de González, Roberto Dorado y
Juan Antonio Yáñez, que de esa forma le mantenían al corriente de los
últimos designios trazados por los árbitros de la economía y la política
internacional.
En marzo de 1987 David Rockefeller giraba una nueva visita a España, en el
curso de la cual se entrevistó con el subgobernador del Banco de España, con
el jefe del Estado y con el presidente del Gobierno, sin que nada de ello
mereciera la más breve reseña en los medios de comunicación. En noviembre de
1988 Felipe González recibía a una delegación de la European Round Table
encabezada por Giovanni Agnelli, patrón de la multinacional FIAT y figura de
primera fila de la Comisión Trilateral. Y así ininterrumpidamente hasta hoy.
Todo lo reseñado no son más que unos cuantos ejemplos sacados de una
casuística muchísimo más amplia y demasiado extensa para ser reproducida en
un texto cuyas prioridades son otras. A modo de colofón, bien podría
cerrarse este asunto con las andanzas por los mismos circuitos oligárquicos
de otra celebridad de la izquierda española, Santiago Carrillo, quien
también protagonizó una singular peregrinación a la meca del capitalismo
atendiendo los requerimientos de la Universidad de Yale, centro del
iluminismo yanqui y feudo de la logia
The Order.
Antes de partir, el
camarada Carrillo se reunió a cenar con Antonio Garrigues Walker, principal
asociado en España del trust Rockefeller, quien le instruyó acerca del modo
en que debía comportarse ante sus distinguidos anfitriones. En su gira
americana, el dirigente comunista pronunció una conferencia en Yale, donde
adelantó la renuncia del PCE al leninismo, acudiendo a continuación a una
cena convocada en su honor por la revista Time, uno de los medios
emblemáticos de la plutocracia norteamericana.
En el curso del ágape,
Santiago Carrillo realizó una serie de declaraciones que luego serían
ampliamente difundidas por Radio Europa Libre y Radio Libertad, dos emisoras
controladas por la CIA.
Pero entre los numerosos actos a los que asistió el
incalificable personaje, todos ellos organizados por entidades vinculadas a
los núcleos oligárquicos norteamericanos, merecen destacarse las entrevistas
a puerta cerrada que mantuvo en las dependencias del Institute for
International Affairs y en la sede neoyorquina del CFR.
También en esta
ocasión el mutismo de los medios fue absoluto.