por Martín Lozano
extraído de 'EL
NUEVO ORDEN MUNDIAL'
del Sitio Web
NuevoOrdenMundial-MembersTripod
Como ya se apuntara al comienzo de este capítulo, la logia
B'naï B'rith es
una organización paralela a la masonería regular cuya afiliación está
exclusivamente reservada a los ciudadanos de origen judío.
Esta entidad, fundada en 1843, tiene su sede central en Washington (1640
Rhode Island Avenue, NW), justo al lado de la Casa Blanca, proximidad que no
es solamente física. Actualmente cuenta con algo más de 600.000 afiliados
distribuidos por 47 países del globo, y en su cúspide se aglutina lo más
selecto de la oligarquía judía mundial.
Al igual que la masonería regular, la B'naï B'rith se presenta como una
organización filosófica y filantrópica dedicada a la consecución de los
consabidos enunciados humanistas, y también al igual que la primera su labor
fundamental se desarrolla en el campo de la influencia política y social. El
hecho de que esta logia haya sido desde su creación el más eficiente puntal
del movimiento sionista constituye una buena muestra de esa actividad.
La B'naï B'rith International cuenta con varias sociedades filiales, así
como con una pléyade de organizaciones afines que se mueven en su órbita.
Entre las primeras figuran las sociedades:
-
The Career and Counseling
Services
-
The Klutznick Museum, responsable del mantenimiento de los
archivos de la logia
-
The Hillels Foundations, dirigida a los medios
estudiantiles
-
The B'naï B'rith Youth Organization, enfocada al campo
cultural
-
The B'naï B'rith Women, que agrupa a las
mujeres afiliadas a la Orden
-
The Anti-Defamation League Jewish o Liga Antidifamatoria Judía,
cuyo cometido oficial es la lucha contra el antisemitismo, aunque el real
sea la lucha contra el antisionismo, lo que es algo muy distinto, como no
pocos sionistas antisemitas deben saber muy bien
Y esto último no ha sido
escrito a la ligera, sino con pleno conocimiento de una realidad
sobradamente avalada por los hechos.
Aparte de la marginación social y de la discriminación racial que padecen
los judíos sefarditas de Israel, existen multitud de manifestaciones
realizadas por diversas figuras de la oligarquía ashkenazi que avalan con
creces lo dicho con anterioridad.
Actitudes y posturas especialmente
deleznables si se tiene en cuenta que los judíos sefarditas son precisamente
los genuinos hebreos semitas, en tanto que los judíos ashkenazim de origen
europeo, que constituyen la casta dominante en aquel país, no pertenecen a
ese tronco racial.
Por otro lado, han sido precisamente estos últimos los
fundadores y principales promotores del sionismo moderno, cuyo carácter ultraracista no puede sorprender viniendo de individuos que aplican a los
sefarditas, esto es, a sus propios correligionarios, el calificativo
despectivo de "negros". Entre tales manifestaciones, sin duda más elocuentes
que cualquier otra explicación, figuran algunas especialmente significativas.
Golda Meir, por ejemplo, no tuvo pudor en afirmar que,
"todo judío leal debe
aprender el yiddish (lengua de los ashkenazim europeos), porque sin yiddish
no hay judío".
Ben Gurion fue más explícito aún:
"No queremos que los
israelíes se levantinicen. Debemos luchar contra el espíritu levantino (esto
es, semita) que corrompe a los hombres y a las sociedades"
(Le Monde,
9-3-66; en parecidos términos se manifestó también M.Dayan en Le Monde de
30-4-66).
Otro hebreo ilustre, Haïm Cohen, se refirió a la inspiración
racial del Estado judío con estas palabras:
"La amarga ironía de la suerte
ha querido que las mismas tesis biológicas y racistas propagadas por los
nazis sirvan de base para la definición oficial de la judaicidad en el seno
del Estado de Israel".
La pertenencia a la logia B'naï B'rith no excluye el que sus miembros militen
simultáneamente en otra logias masónicas, cosa frecuente por lo demás.
De
hecho, son numerosos los casos de miembros de dicha logia que han ostentado
el grado de Gran Maestre en otras logias americanas o europeas adscritas al
rito escocés. Sin embargo, la doble militancia en sentido contrario no es
posible. Bien puede decirse por tanto que la logia B'naï B'rith constituye
una Orden específica dentro de la masonería regular.
Algo parecido podría afirmarse en lo concerniente a los diversos organismos
plutocrático-oligárquicos descritos a lo largo de estas páginas, y en el
seno de los cuales los jerarcas de la B'naï B'rith forman un grupo
particular.
De tal modo que la influencia de la oligarquía judía en la vida
pública no se articula exclusivamente a través de las estructuras
específicas de dicha logia, sino también por medio de otros organismos que,
como el CFR, cuentan entre sus filas con numerosos miembros adscritos a la
misma.
Son las pequeñas ventajas que proporciona el hecho de
estar en varios
sitios a la vez.
La logia B'naï B'rith constituye el núcleo central de una vasta red de
sociedades afines que se mueven en su órbita y que confluyen en ella. Entre
las más relevantes figuran el American Jewish Committee, el American Jewish
Congress y la Conference of Presidents of Mayor American Jewish, que agrupa,
a su vez, a unas cuarenta asociaciones judío-americanas.
Mención aparte
merecen el World Jewish Congress y el American Israel Public Affairs
Committee, sin duda las más poderosos e influyentes sociedades de toda esa
red.
El World Jewish Congress, o Congreso Judío Mundial, tiene su sede central en
Nueva York, y cuenta con delegaciones en setenta países del mundo.
Solamente
en Estados Unidos su red organizativa aglutina a treinta y dos
organizaciones anexas y publica siete diarios. Esta poderosa entidad está
presidida en el presente por Edgar Bronfman, magnate del sector vitivinícola
y de la industria cinematográfica.
El trust Bronfman posee el 15% de la Time
Warner y es accionista mayoritario de la MCA-Universal, la más importante
productora cinematográfica y televisiva estadounidense del momento.
Por otro
lado, el consejero especial de Edgar Bronfman en la MCA es Michel Ovitz,
miembro también del Congreso Judío Mundial y director de la Creative Artist
Agency, primera agencia de contratación artística de Hollywood.
En cuanto al American Israel Public Affairs Committee, se trata de uno de
los grupos de presión más poderosos y discretos de los Estados Unidos.
Así
lo reflejaba sin ambages en su número 407 (junio 1991) la revista L'Arche,
órgano oficial del Frente Nacional Judío Unificado:
"El American Israel Public Affairs Committee es un lobby extraordinariamente potente,
literalmente capaz de destruir la carrera pública de cualquier político
anti-israelí".
Conviene decir que este tipo de lenguaje directo y explícito
sobre el tema tabú que ahora nos ocupa es prácticamente privativo de las
publicaciones judías.
Estos son, a grandes rasgos, los más descollantes engranajes de una poderosa
maquinaria cuya presencia en las altas esferas políticas estadounidenses
veremos a continuación. Y una vez más, ante la imposibilidad material de
efectuar un recorrido exhaustivo en el tiempo, lo más apropiado será ceñirse
al momento presente.
Centrándonos, pues, en la actual
Administración Clinton,
he aquí un breve resumen de dicha presencia.
De los doce integrantes del Consejo Nacional de Seguridad, organismo sobre
cuya importancia no será preciso extenderse, seis proceden de la oligarquía
judía estadounidense:
-
Samuel Berger, vicepresidente del Consejo
-
Martin
Indik, responsable del área de Oriente Medio
-
Don Steinberg, director del
área africana
-
Richard Feinbert, al frente del departamento de
Hispanoamérica
-
Stanley Ross, jefe del departamento de Asia
-
Dan Schifte,
director del departamento de Europa Occidental
En los servicios de asistencia y asesoramiento a la Presidencia del gobierno
figuran:
-
Abner Mikve, en calidad de Attorney (Fiscal) General
-
Ricky Seidman,
como responsable de la agenda presidencial
-
Phil Leida, jefe adjunto del
Estado Mayor
-
Robert Rubin, consejero de Economía
-
David Heiser, director del servicio de
Prensa
En el Departamento de Estado la lista es numerosísima, pudiendo subrayarse
los nombres de:
Otros altos cargos dignos de mención son:
-
Rehm Emmanuel, consejero personal y
eminencia gris de Clinton
-
Miky Kantor, ministro de Comercio
-
Robert Reich,
ministro de Trabajo
-
Cotie Stuart Eizenstat, embajador ante la CEE
-
Louis French, director del FBI
-
Madeleine Albright, embajadora en la ONU
-
Laura Tyson, al frente del Consejo
Económico
A la vista de esta realidad, y en su calidad de buen conocedor de los
entresijos de la política estadounidense, éstos eran los comentarios
vertidos sobre el particular por un destacado analista político en cierto
medio informativo:
"Hace algunas semanas, el rabino de la sinagoga
Adath Yisraël, de
Washington, pronunciaba un sermón en el Centro Cultural y Político judío en
el curso del cual celebró el hecho de que los judíos norteamericanos tomen
parte en las decisiones políticas a todos los niveles de la Administración
Clinton, señalando textualmente que los Estados Unidos no son un Gobierno de
goyim (no-judíos), sino una Administración donde los judíos participan
enteramente en las decisiones políticas a todos los niveles".
Tras pasar revista al panorama político estadounidense y subrayar
explícitamente la influencia en el mismo del lobby judío, el citado analista
añadía:
"La influencia sionista no sólo se manifiesta en el ámbito político.
También es considerable en los medios de comunicación, donde un gran número
de responsables de programas televisivos, así como la mayor parte de los
redactores jefes, corresponsales y comentaristas son judíos...
La misma
preeminencia se encuentra en las instituciones universitarias, en los
centros de investigación, en los servicios de seguridad, en la industria
cinematográfica y en los medios artísticos y literarios".
Naturalmente, todos estos comentarios no pueden ser más que
infundíos
malintencionados de algún elemento fascistoide y antijudaico, como diría
cualquier "bien-pensante" de pesebre al uso.
En efecto, el autor de los mismos fue el analista hebreo Bar Yosef,
colaborador del rotativo israelí Maariv, en cuyo número del 2-9-1994
apareció su artículo.