EL RETORNO DE CRISTO *
Año tras año he escrito, para ustedes y todos aquellos a quienes
les interesa un mensaje, a menudo profético, relacionado siempre con
la unión espiritual fundamental de Oriente y Occidente, del Buda y
del Cristo, poniendo por lo tanto el énfasis sobre la oportunidad
espiritual inmediata. Cada año he preparado estos mensajes muy
cuidadosamente, y en su síntesis surge (si los han leído ordenada e
inteligentemente) una imagen de la vida espiritual del mundo, imagen
que involucra el pasado conocible, que concierne al presente
inmediato y lleva a un futuro de desarrollo espiritual, que su
expresión trasciende todo lo que hasta ahora se ha conocido, porque
se fundamentó siempre en la realidad, la realidad del Dios
Inmanente.
Dios Trascendente, más grande, más vasto y más incluyente que el
mundo de Su creación, ha sido reconocido universalmente y aceptado
general y enfáticamente; todos los credos pueden afirmar con Shri
Krishna –cuando habla como Dios, el Creador– que, "habiendo
compenetrado el entero universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo
permanezco". Este Dios Trascendente ha dominado el pensamiento
religioso de millones de personas sencillas y espirituales en el
transcurso de los siglos, desde que la humanidad inició su camino
hacia la divinidad.
Lentamente va despertando la incipiente conciencia de la humanidad
a la gran verdad paralela de Dios Inmanente –que divinamente
compenetra todas las formas e internamente condiciona todos los
reinos de la naturaleza, expresa la divinidad ingénita a través de
los seres humanos y, hace dos mil años, personificó la naturaleza de
esa divina Inmanencia en la persona del Cristo. Hoy, como
consecuencia de esta Presencia divina en manifestación, un nuevo
concepto está penetrando en la mente de los hombres de todas
partes: el de "Cristo en nosotros esperanza es de gloria". Existe
una creciente y progresiva creencia de que Cristo está en nosotros,
como lo estuvo en el Maestro Jesús, creencia que alterará los
asuntos del mundo y la actitud del género -humano hacia la vida.
La maravillosa vida que vivió hace dos mil años, permanece todavía
con nosotros y no ha perdido nada de su frescura, pues es
inspiración, esperanza, estímulo y ejemplo eternos. El amor que Él
demostró, todavía influye el mundo de pensamientos, aunque
relativamente pocos intentaron demostrar la misma cualidad de Su
amor –amor que lleva infaliblemente al servicio mundial, al completo
olvido de sí mismo y a una vida radiante y magnética. Las palabras
que Él pronunció fueron pocas y sencillas, y todos los hombres
pueden comprenderlas, pero su significado se ha perdido en las
tortuosas legitimaciones y discusiones de San Pablo, y en las
extensas disputas de los comentaristas teológicos, desde que Cristo
vivió y nos dejó –o lo hizo aparentemente.
No obstante, el Cristo está hoy más cerca de la humanidad que en
cualquier otro período de la historia humana; está más cerca de lo
que sospecha el anhelante y esperanzado discípulo, y puede estarLo
aún más, si lo que aquí está escrito es comprendido y llevado a la
atención de todos los hombres, porque Cristo pertenece a la
humanidad, al mundo de los hombres, no únicamente a la iglesia y a
las creencias religiosas de todo el mundo.
A Su alrededor –en ese Elevado Lugar de la Tierra, donde tiene Su
residencia– se hallan hoy reunidos Sus grandes discípulos, los
Maestros de Sabiduría, y todos Aquellos emancipados Hijos de Dios
que en el transcurso de las épocas han pasado de la oscuridad a la
Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad. Están
dispuestos a cumplir Su mandato y a obedecer al Maestro de Maestros
y al Instructor de ángeles y hombres. Los Exponentes y
Representantes de todos los credos del mundo aguardan revelar, bajo
Su guía, a todos los que hoy luchan en el caos de los asuntos
mundiales y tratan de resolver la crisis mundial, que no están
solos. Dios Trascendente está trabajando por medio del Cristo y de
la Jerarquía espiritual para traer alivio; Dios Inmanente en todos
los seres está al borde de ser plenamente reconocido.
La gran Sucesión Apostólica de Conocedores de Dios está preparada
hoy para iniciar una actividad renovada –la sucesión de Aquellos que
han vivido en la Tierra, han aceptado la realidad de Dios
'Trascendente, descubierto la realidad de Dios Inmanente,
reproducido en Sus propias vidas las características divinas de la
vida crística (porque han vivido en la Tierra como Él Lo ha hecho y
Lo hace) y "han penetrado por nosotros detrás del velo, dándonos un
ejemplo para qué sigamos Sus pasos" y los de Ellos. Oportunamente
también nosotros perteneceremos a esa gran Sucesión.
Quizás se pregunten por qué, en este momento del Festival del Buda,
les escribo acerca de Su gran Hermano, el Cristo. Lo hago
deliberadamente debido a que los ojos de todos los Conocedores
espirituales están fijos en Él, porque el Buda Mismo Se halla
también detrás del Cristo reconociendo humildemente la tarea divina
que está a punto de consumar y debido también a lo inminente de esa
realización espiritual. Lo expongo de esta manera porque quienes
actúan conscientemente en el Reino de Dios no sólo son conscientes
de Sus planes, sino que los grandes seres espirituales que viven y
moran en el "Hogar del Padre" y en el "centro donde la Voluntad de
Dios es conocida", también han sido movilizados y organizados para
ayudar en Su trabajo. La línea espiritual sucesora, desde el trono
del Anciano de los Días hasta el más humilde discípulo (reunidos a
los pies del Cristo) está abocada hoy a la tarea de ayudar a la
humanidad.
El momento que Él tan pacientemente ha esperado, es casi inminente;
el fin "de la edad", a lo cual Se refirió cuando hablaba a Su
pequeño grupo de discípulos, ha llegado: "¡He aquí! estoy con
vosotros hasta el fin de la edad". En la actualidad permanece y
espera, sabiendo que ha llegado el momento en que "verá el trabajo
de su alma y será satisfecho". Repetiré, en toda la sucesión
espiritual de los Hijos de Dios, sólo se ve y siente expectativa y
preparación.
Del Hogar del Padre o –Shamballa de los esotéricos– ha surgido el
fíat: la hora ha llegado. Del reino de Dios, donde el Cristo reina,
la respuesta ha venido: "Padre, hágase Tu voluntad". En el
esforzado, perplejo y desdichado mundo de los hombres se eleva
incesantemente el clamor: "Que Cristo retorne a la Tierra", porque
en los tres grandes centros espirituales: el Hogar del Padre, el
Reino de Dios y la humanidad, que va despertando, existe un solo
propósito, una sola idea y una conjunta expectativa...
No escribo con espíritu fanático o adventista, ni hablo como teólogo
especulativo o como exponente de un aspecto del anhelante
pensamiento religioso. Hablo porque muchos saben que el momento es
oportuno y el clamor de los corazones sencillos y llenos de fe ha
llegado a las más elevadas esferas espirituales y puso en movimiento
energías y fuerzas que ya no pueden ser detenidas, y también porque
la demanda invocadora de la angustiada humanidad es hoy tan grande y
sólida que, conjuntamente con la sabiduría y el conocimiento de la
Jerarquía espiritual, ha iniciado ciertas actividades en el Hogar
del Padre, que redundarán en la gloria de Dios, en la trasformación
de la divina voluntad al bien, en buena voluntad humana y en la
resultante paz en la Tierra.
Se está por escribir un nuevo capítulo en el gran libro de la vida
espiritual; una nueva expansión de conciencia es un acontecimiento
inminente; la humanidad puede reconocer la preocupación divina y
una acentuada expectativa comprobará la exactitud de la afirmación
bíblica: "Y todo ojo Lo verá". La vivencia religiosa o la historia
espiritual de la humanidad puede ser resumida en una serie de
reconocimientos –el reconocimiento de aquello que en el transcurso
de las épocas ha constituido la Sucesión Apostólica y culminó con
la aparición de los grandes guías religiosos que aparecieron desde
el año 700 a. C. y fundaron los grandes credos modernos y, sobre
todo, el Cristo Mismo que personificó la perfección de Dios
Inmanente, más el conocimiento de Dios Trascendente; el
reconocimiento de estos conceptos espirituales superiores, amor,
vida y relación, que siempre fluctuaron en el trasfondo del
pensamiento humano, están ahora a punto de ser correctamente
expresados; el reconocimiento de la verdadera hermandad entre los
hombres, basado en la divina vida una, que actúa a través del alma
una y se expresa por medio de la humanidad una, reconocimiento de
la relación que existe en el mundo entre la vida divina y el género
humano mismo. El desarrollo de esa actitud espiritual conducirá a
las rectas relaciones humanas y a la eventual paz mundial.
Posiblemente ahora se produzca otro reconocimiento, el del inminente
retorno de Cristo (si puede aplicarse esta frase a Quien nunca nos
ha abandonado) y de las nuevas oportunidades espirituales que
ofrecerá este acontecimiento.
La base para dicho reconocimiento reside en la profundamente
arraigada convicción, innata en la conciencia humana, de que algún
Instructor, Salvador, Revelador, Legislador o Representante divino,
proveniente del mundo de las realidades espirituales, debe aparecer,
debido a la necesidad y demanda humanas. En el transcurso de los
siglos, en los momentos de mayor necesidad del hombre y en
respuesta a su demanda, surgió un tipo de Dios bajo distintos
nombres. Luego vino Cristo y aparentemente nos abandonó sin haber
dado término a Su tarea y sin consumar Lo que había visualizado para
la humanidad. Por espacio de dos mil años pareciera que Su trabajo
fue obstaculizado, frustrado e inútil, porque la proliferación de
iglesias en el transcurso de los siglos no constituye una garantía
del triunfo espiritual que Él anhelaba.
Era necesario algo más que
las interpretaciones teológicas y el acrecentamiento numérico de las
religiones mundiales (incluyendo el cristianismo y el budismo) para
comprobar que Su misión se había llevado a cabo triunfalmente. Todo
parecía imposible de realizar y exigía tres condiciones, por las
cuales podría intentarse poner a prueba Su trabajo; actualmente
estas tres condiciones son hechos comprobados:
Primero, existe una condición general planetaria; desgraciadamente
ha demostrado ser tan catastrófica (debido al egoísmo del hombre)
que la humanidad se vio obligada a reconocer la causa y el origen
del desastre; segundo, un despertar espiritual originado en las
raíces más profundas de la conciencia humana, como resultado de la
Guerra Mundial (1914-1945) ; tercero, el creciente clamor invocador
(oración o demanda) que se eleva hasta las fuentes espirituales
superiores, no importa con qué nombre se las designe
En la actualidad impera estas tres condiciones, y la humanidad
enfrenta una renovada oportunidad. El desastre que ha sufrido el
género humano es de proporciones universales; nadie ha podido
escapar, y todos están en una u otra forma implicados en el mismo,
física, económica y socialmente. El despertar espiritual de los
hombres (dentro o fuera de los credos del mundo, pero mayormente
fuera de ellos) es general y amplio, pudiendo observarse en todas
partes un retorno hacia Dios. Finalmente, estas dos causas
produjeron en la humanidad –como nunca había ocurrido antes– una
demanda invocadora más clara, pura y altruista que en cualquier otra
época de la historia humana, porque está basada en pensamientos más
claros y en la angustia común. La verdadera religión está aflorando
nuevamente en el corazón del hombre; el reconocimiento de una
esperanza y trasfondo divinos, posiblemente hará retornar a los
pueblos a las iglesias y a los credos mundiales, pero con certeza
los hará retornar a Dios.
Innegablemente, religión es el nombre que damos a la demanda
invocadora de la ,humanidad, la cual conduce a una respuesta
evocadora del Espíritu de Dios, actúa en todo corazón humano y en
todo grupo, a través de la Jerarquía espiritual del planeta; impele
a actuar al Guía de la Jerarquía, el Cristo, y la actividad Que
emprenda hará que retorne con :Sus discípulos. Me pregunto si
repararon en la importancia de lo que acabo de decir.
La idea del retorno de Cristo es muy familiar, y el concepto de que
el Hijo de Dios regresa en respuesta a las necesidades, está
incluida en las enseñanzas de la mayoría de los credos mundiales.
Desde que aparentemente nos abandonó y Se dirigió hacia ese nivel en
que Lo habían ubicado los creyentes, pequeños grupos de personas
creyeron que en determinada fecha regresaría; pero sus profecías y
esperanzas se vieron siempre defraudadas. No ha retornado. Esas
personas fueron objeto de burla por parte de la multitud, y
censuradas por los inteligentes. Sus ojos jamás Lo vieron, ni han
tenido un indicio tangible de Su presencia. Hoy les digo que Él
vendrá, y que ya se han establecido los planes para Su reaparición,
pero no se ha fijado fecha ni hora. Sólo dos o tres la saben, "pero
en el momento que no penséis Él vendrá" (Ma. 24 : 44).
Una verdad que al pensador ortodoxo se le hace difícil aceptar es el
hecho de que el Cristo no puede volver porque siempre ha estado en
la Tierra vigilando el destino espiritual de la humanidad; nunca
nos ha dejado, sino que, físicamente y bien protegido (aunque no
oculto), ha guiado los asuntos de la Jerarquía espiritual y de Sus
discípulos y trabajadores, quienes conjuntamente se comprometieron
con Él a servir en la Tierra. Lo único que Él puede hacer es
reaparecer. Constituye una verdad espiritual que quienes han
surgido de la tumba y penetrado en la plenitud de la vida de
resurrección, pueden ser visibles y al mismo tiempo invisibles para
el creyente. Ver y reconocer son dos cosas muy distintas, y uno de
los más grandes reconocimientos, por parte de la humanidad, en un
futuro próximo, es que Él siempre ha estado con nosotros,
compartiendo los valores familiares, las características de nuestra
civilización y sus numerosos dones otorgados al hombre.
Las primeras señales de que Se aproxima con Sus discípulos ya pueden
ser percibidas por quienes observan e interpretan correctamente los
signos de los tiempos. Existe (entre estas señales) la unión
espiritual de quienes aman a sus semejantes. Constituye en realidad
la organización del ejército externo físico del Señor, que sólo
tiene como armas el amor, la correcta palabra y las rectas
relaciones humanas. El establecimiento de esta organización
desconocida ha continuado con extraordinaria velocidad durante la
posguerra, porque la humanidad está cansada de odios y
controversias.
Los colaboradores de Cristo ya se hallan activos en el nuevo grupo
de servidores del mundo, constituyendo el grupo más poderoso de
precursores que jamás hubo precedido la entrada de un gran Personaje
mundial en la palestra del vivir humano. Su trabajo e influencia hoy
se ven y sienten en todas partes, y nada puede destruir lo
realizado. Desde 1935 se ha tratado de aprovechar el efecto
espiritual y organizador producido por la Invocación a través de su
recitación y expresión, dirigiendo la energía de la demanda
invocadora de la humanidad hacia esos canales que van desde la
Tierra hasta el Altísimo, lugar donde mora el Cristo. Desde allí ha
sido trasmitida a esferas aún más elevadas, donde la atención del
Señor del Mundo, el Anciano de los Días, el Padre de todos, además
de las Energías creadoras y los Seres Vivientes que allí moran con
Él, puede ser dirigida a la humanidad a fin de que dé los pasos
necesarios que personificarán más rápidamente los propósitos de
Dios.
Por primera vez en la historia de la humanidad, la demanda de los
pueblos de la Tierra es tan poderosa y se halla tan de acuerdo con
la orientación divina, en tiempo y espacio, que inevitablemente se
cumplirá; el esperado Representante espiritual debe venir, pero esta
vez no vendrá solo, sino acompañado por Aquellos cuyas vidas y
palabras evocarán el reconocimiento de todos los sectores del
pensamiento humano. Las profecías simbólicas que existen en todas
las Escrituras mundiales, relacionadas con este inminente
acontecimiento, demostrarán su veracidad, pero será necesario
reinterpretar su simbolismo; las circunstancias y los
acontecimientos no serán exactamente como las Escrituras parecen
indicar. Él vendrá, por ejemplo, en las "nubes del cielo" como lo
dicen las Escrituras cristianas, pero ¿qué tiene esto de
sobrenatural cuando millones de personas viajan por el espacio a
toda hora del día y de la noche? Lo menciono como una de las
profecías más destacadas y conocidas, con todo, tiene muy poco
significado para nuestra civilización moderna. Lo importante es que
Él vendrá.
El Festival de Wesak se ha celebrado durante siglos en el conocido
valle de los Himalayas (créase o no) a fin de:
1. Corroborar que Cristo existe físicamente entre nosotros, desde Su
supuesta partida.
2. Comprobar, en el plano físico, la real similitud que existe entre
Oriente y Occidente, en el acercamiento a Dios. Tanto el Cristo como
el Buda están presentes.
3. Establecer un lugar de reunión para Aquellos que anualmente; en
forma sintética y simbólica, se vinculan y representan el Hogar del
Padre, el Reino de Dios y la Humanidad.
4. Demostrar la naturaleza del trabajo que Cristo debe realizar
como el grande y elegido Intermediario, como el representante de la
Jerarquía espiritual y como el Guía del Nuevo Grupo de Servidores
del Mundo. Por Su intermedio se proclamará el reconocimiento de la
realidad de la existencia del reino de Dios aquí y ahora.
Uno de los mensajes principales para quienes leemos estas palabras,
quizá lo constituya en esta época, la gran verdad y la realidad de
la Presencia física de Cristo en la Tierra, de Su grupo de
discípulos y colaboradores, de Su representativa actividad en bien
del género humano y de la estrecha relación que existe entre ellos.
Dicha relación es percibida en ciertos grandes festivales
espirituales, e incluye no sólo al Reino de Dios sino también al
Padre y al Hogar del Padre. Tenemos el Festival de Pascua, el
Festival del Buda o Wesak, cuya Presencia física representa la
solidaridad espiritual de nuestro planeta, y en junio el Festival
denominado peculiarmente el Festival del Cristo, en el que –como
Guía del nuevo grupo de servidores del mundo– recita la Gran
Invocación en bien de todas las personas de buena voluntad,
reuniendo al mismo tiempo las demandas incipientes e inexpresadas de
quienes buscan un nuevo y mejor modo de vivir, ansían amor en su
vida diaria, rectas relaciones humanas y comprensión del Plan
subyacente.
Estos acontecimientos físicos son de importancia, no las vagas
esperanzas y promesas de los dogmas teológicos. Llamo la atención en
este momento culminante sobre la Presencia física en nuestro
planeta, de los conocidos Personajes espirituales como el Señor del
Mundo, el Anciano de los Días; los Siete Espíritus ante el trono de
Dios; el Buda, Guía espiritual de Oriente, y el Cristo, Guía
espiritual de Occidente. Les digo que la vaga creencia sobre Su
existencia, las ensoñadoras especulaciones acerca de Su trabajo, el
interés puesto al servicio del bienestar humano y el aún no
convincente, aunque esperanzado, ferviente anhelo de los creyentes
(y también de los incrédulos), pronto serán reemplazados por ciertos
conocimientos, por el reconocimiento visual y los signos
comprobables del trabajo ejecutivo, y por la reorganización (por
hombres de inusitado poder). de la vida política, religiosa,
económica y social del planeta.
Esto no vendrá como consecuencia de alguna proclama o de un
maravilloso acontecimiento planetario, que hará exclamar a los seres
humanos: "Loado sea, Él está aquí. ¡He aquí los signos de Su
divinidad!", porque sólo provocaría antagonismo y burla,
incredulidad o credulidad fanática. Vendrá porque se ha reconocido
Su capacidad de conductor, por los cambios dinámicos pero lógicos,
efectuados en los asuntos mundiales, y por la actividad emprendida
por las masas desde lo más recóndito de sus conciencias.
Hace muchos años manifesté que Cristo vendría de tres maneras
distintas o, más bien, que la realidad de Su presencia podría ser
comprobada en tres fases características.
Dije entonces que lo primero que haría la Jerarquía sería estimular
la conciencia espiritual del hombre, evocar en gran escala las
demandas espirituales de la humanidad y fomentar mundialmente la
conciencia crística en el corazón humano. Esto ya se ha hecho con
resultados muy efectivos. Las demandas clamorosas de los hombres de
buena voluntad, de los colaboradores en el campo de la beneficencia
y de quienes se han comprometido a colaborar internacionalmente,
para aliviar los sufrimientos del mundo y establecer rectas
relaciones humanas, expresan innegablemente la naturaleza real de
este proceso. El aspecto del trabajo preparatorio que señala Su
advenimiento ha llegado a una etapa donde nada puede detener su
progreso o disminuir su ímpetu. A pesar de las apariencias este
surgimiento de la conciencia crística ha triunfado, y lo que pueda
parecer una actividad contraria, a la larga no tendrá importancia
por ser de naturaleza temporaria.
También señalé que el próximo paso de la Jerarquía sería plasmar en
las mentes de los hombres iluminados de todas partes, las ideas
espirituales que encierran las nuevas verdades, por el "descenso"
(si así puedo denominarlo) de los nuevos conceptos que regirán la
vida humana y la influencia que ejercerá el Cristo sobre los
discípulos mundiales y el nuevo grupo de servidores del mundo.
Recordarán que en el relato bíblico, Cristo evocó simbólicamente el
reconocimiento de Juan, el Bautista, y comunicó las cosas del reino
de Dios a los discípulos que se dirigían a Emaús, aunque no
reconocieron a su Compañero.
Este movimiento planificado por la
Jerarquía, progresa; hombres y mujeres de todas partes y de todos
los sectores, enuncian las nuevas verdades que deben guiar la vida
humana en el futuro; fundan nuevas organizaciones, movimientos y
grupos, grandes o pequeños, que harán conocer a las masas la
realidad de la necesidad y el modo de enfrentarla. Esto lo hacen
impelidos por el fervor de sus corazones y la amorosa respuesta a la
angustia humana; no obstante y sin que se den cuenta, trabajan para
exteriorizar el reino de Dios en la Tierra. Ante la evidente
multiplicidad de organizaciones, libros y conferencias, resulta
imposible negar estos hechos.
En tercer lugar expresé que Cristo podría venir en Persona y caminar
entre los hombres como Lo hizo anteriormente. En la actualidad esto
no ha ocurrido aún, pero se están haciendo los planes necesarios
que Le permitirán llevarlo a cabo. Dichos planes no incluyen el
nacimiento de algún hermoso niño en un buen hogar de la Tierra, ni
habrá proclamas extravagantes; tampoco existirá el crédulo
reconocimiento de los bien intencionados y de los ignorantes, como
sucede tan frecuentemente hoy, ni nadie dirá: "Éste es Cristo. Él
está aquí o allí". No obstante, quisiera destacar que la amplia
difusión de tales enunciados y relatos, aunque indeseables,
engañosos y erróneos, demuestran sin embargo la expectativa humana
por la inminencia de Su venida. La creencia en Su llegada es algo
fundamental en la conciencia humana. Cómo y de qué manera vendrá, no
puedo ni debo decirlo. No ha llegado aún el momento propicio, ni se
ha determinado el modo en que reaparecerá. La naturaleza real de los
dos primeros pasos preparatorios, dados ya por la Jerarquía bajo Su
dirección, son la garantía de que Él vendrá, y, cuando Lo haga, la
humanidad estará preparada.
Resumiremos ciertos aspectos de la obra que Él inició hace dos mil
años, lo cual nos dará la clave de Su trabajo futuro. Parte del
mismo es bien conocido, pues ha sido destacado por todos los credos
y en particular por los instructores de la fe cristiana. Pero todos
presentaron Su tarea en forma demasiado difícil para que la capte el
hombre; el indebido énfasis puesto sobre Su divinidad (algo que
jamás Él hizo) inducen a creer que Cristo y sólo Él puede realizar
las mismas obras. Los teólogos han olvidado que manifestó: "mayores
cosas que éstas haréis, porque Yo voy al Padre" (Jn. 14:12). Con
esto quiso significar que la entrada en el Hogar del Padre traería
como resultado tal afluencia de poder espiritual, visión y
realización creadora para el hombre, que sus hazañas deberían
superar las Suyas. Debido a la tergiversación de Su enseñanza y a su
remota relación con el hombre, aún no hemos hecho esas "cosas más
grandes". Con seguridad algún día las haremos, aunque en ciertos
aspectos ya fueron hechas.
Permítaseme exponer alguna de las cosas
que Él hizo y que nosotros también podemos hacer con Su ayuda.
1. Por primera vez en la historia de la humanidad el amor de Dios
encarnó en un hombre, y Cristo inauguró la era del amor. Esta
expresión del amor divino todavía se halla en su etapa preparatoria;
en el mundo no existe verdadero amor y muy pocos comprenden el real
significado de dicha palabra. Pero, hablando simbólicamente, cuando
las Naciones Unidas hayan adquirido un verdadero y efectivo poder,
entonces se habrá asegurado el bienestar en el mundo. ¿Qué
significa este bienestar sino amor en acción? ¿Qué es la
colaboración internacional sino amor en escala mundial? Éstas son
las cosas que el amor de Dios ha expresado en Cristo y para las
cuales estamos trabajando a fin de traerlas a la existencia.
Tratamos de hacerlo en vastas proporciones a pesar de la oposición
(que sólo puede triunfar temporariamente), dado el poder del
espíritu despertado en el hombre. Éstas son las cosas que la
Jerarquía ayuda a realizar con Sus ya eficaces métodos y continuará
haciéndolo.
2. Cristo anunció que el reino de Dios se hallaba en la Tierra y
también nos dijo que buscáramos primero ese reino y que
abandonáramos todas las cosas por ese reino. Que siempre ha estado
con nosotros, constituido por aquellos que en el transcurso de las
épocas persiguieron fines espirituales, se liberaron de las
limitaciones del cuerpo físico y no son controlados por sus
emociones ni obstaculizados por una mente negativa. Son ciudadanos
de dicho reino aquellos que (desconocidos para la mayoría) viven hoy
en cuerpos físicos, trabajan para el bienestar de la humanidad,
aplican la técnica general del amor en vez de la emoción y
constituyen ese gran grupo de "mentes iluminadas" que guían los
destinos del mundo. El reino de Dios no es algo que descenderá a la
Tierra cuando los hombres sean suficientemente buenos, sino que ya
está en marcha y exige reconocimiento. Es un grupo organizado que
está siendo reconocido por todos los que realmente buscan
primeramente el reino de Dios y después descubren que tal reino se
halla aquí. Muchos saben que Cristo y Sus discípulos están
presentes físicamente en la Tierra, y que el reino que Ellos rigen
y que tiene sus propias leyes y actividades, es muy conocido y
siempre lo fue a través de los siglos.
Cristo es el Sanador y Salvador del mundo. Trabaja porque es el alma
encarnada de toda la Realidad. Actúa hoy, como lo hizo en Palestina
hace dos mil años, por intermedio de grupos. Allí trabajó por medio
de Sus tres discípulos amados, de los doce apóstoles, de los
setenta elegidos y de los quinientos interesados... Ahora trabaja
por intermedio de los Maestros y Sus grupos, intensificando así
grandemente Su esfuerzo. Puede trabajar, y Lo hará, por intermedio
de todos los grupos, en la medida en que éstos se adapten al
servicio planeado para difundir el amor, y logren alinearse
conscientemente con el gran poder de los grupos internos.
Los estudiantes esotéricos, ocultistas, rosacruces y también los
teósofos, siempre han proclamado la Presencia física de Cristo,
tergiversando de tal manera la enseñanza, con aseveraciones
dogmáticas sobre detalles sin importancia y enunciados ridículos,
que oscurecieron la verdad subyacente y no presentaron un reino
atractivo. Ese reino existe, pero no es un lugar de disciplina ni
de arpas doradas, habitado por fanáticos ignorantes, sino un campo
para servir y un lugar donde todo hombre tiene un amplio campo en
que ejercer su divinidad al servicio de la humanidad.
3. Durante la Transfiguración, Cristo reveló la gloria ingénita en
todos los hombres. A la triple naturaleza inferior –física,
emocional y mental– se la describe postrada ante la gloria que Le
fuera revelada. En ese preciso momento en que el Cristo inmanente
tenía forma física y la humanidad estaba representada por tres
apóstoles, surgió una voz desde el Hogar del Padre reconociendo la
divinidad revelada y la Primogenitura del Cristo trasfigurado. Sobre
esta divinidad innata y la reconocida Primogenitura, se funda la
hermandad de los hombres –una vida, una gloria que será revelada y
una relación divina. Hoy, en gran escala, aunque no se tenga en
cuenta lo que implica la divinidad, la gloria del hombre y su
relación fundamental son ya un hecho en la conciencia humana.
Conjuntamente con esas características tan deplorables, que
pareciera negar toda divinidad, tenemos las maravillosas
realizaciones del hombre y su triunfo sobre la naturaleza. La gloria
de los descubrimientos científicos y la magnífica evidencia del arte
creador –tanto moderno como antiguo– no dejan lugar a dudas respecto
a la divinidad del hombre. He aquí entonces las "cosas más grandes"
de las que Cristo hablara y he aquí también el triunfo del Cristo
dentro del corazón humano.
La razón por la cual el triunfo de la conciencia crística se
menciona siempre en términos de religión, de asistencia a los
templos y de creencias ortodoxas, se debe a uno de los increíbles
triunfos de las fuerzas del mal. Considerarse un ciudadano del
reino de Dios no significa ser necesariamente miembro de alguna de
las iglesias ortodoxas. El divino Cristo en el corazón humano puede
expresarse en los diferentes sectores de la vida humana: en la
política, arte, economía, vida social, ciencia y religión.
Convendría recordar que la única vez que Cristo, como adulto, visitó
el templo de los judíos, provocó un disturbio. La humanidad está
pasando de una gloria a otra, y en el extenso panorama histórico
puede observarse ya en forma destacada. La gloria se revela hoy en
todos los sectores de la actividad humana y la Transfiguración de
quienes se hallan en la cumbre de la civilización humana está muy
cerca.
4. Finalmente, con el triunfo de la Crucifixión o gran Renunciación
(como se la denomina con más exactitud en Oriente), Cristo introdujo
por primera vez en la Tierra un tenue hilo de la Voluntad divina a
medida que surgía del Hogar del Padre, Shamballa, que fue entregado
a la comprensiva custodia del reino de Dios y, por intermedio del
Cristo, presentado a la humanidad. Mediante la colaboración de
ciertos grandes Hijos de Dios, los tres aspectos divinos o
características de la divina Trinidad –voluntad, amor e
inteligencia– se han convertido en parte de los pensamientos y
aspiraciones humanos. Los cristianos son propensos a olvidar que
Cristo no pasó sobre la cruz la agonía de las últimas horas, sino en
el Huerto de Getsemaní. Entonces –en agonía y casi sin esperanzas–
Su voluntad fue absorbida por la del Padre, exclamando: "Padre no
se haga mi voluntad, sino la Tuya" (Lc., 22:42).
Algo nuevo, ideado desde las mismas profundidades del tiempo,
ocurrió entonces en aquel tranquilo huerto: Cristo, representando al
género humano, introdujo o estableció la Voluntad del Padre en la
Tierra e hizo posible que la humanidad inteligente la cumpliera.
Hasta entonces esa voluntad sólo había sido conocida en el Hogar del
Padre, reconocida y adaptada a las necesidades del mundo por la
Jerarquía espiritual, que trabaja dirigida por el Cristo,
configurándose así el Plan divino. Hoy, gracias a lo que Él hizo
siglos atrás en Su momento de crisis, la humanidad puede ayudar con
sus esfuerzos a desarrollar ese Plan. La voluntad al bien del Hogar
del Padre puede convertirse en buena voluntad en el reino de Dios y
la humanidad inteligente trasformarla en rectas relaciones humanas.
De esta manera la línea directa o hilo de la Voluntad de Dios se
extiende hoy desde el lugar más elevado al más bajo, y a su debido
tiempo puede convertirse en un cable por el cual podrán ascender los
hijos de los hombres y descender el amoroso y viviente espíritu de
Dios.
Olvidando distancias, lejanías y antigüedades, comprendan que me
refiero a acontecimientos exactos y reales de nuestro planeta. Me
ocupo de reconocimientos, hechos y acontecimientos auténticos que
son del dominio consciente de la mayoría. El Cristo histórico y el
Cristo en el corazón humano son realidades planetarias.
Hay un aspecto del retorno de Cristo que nunca se menciona ni
refiere. Yo, un humilde discípulo de Cristo, quisiera hablar sobre
lo que significará para el Cristo reaparecer entre los hombres y
desempeñar las actividades diarias y externas. ¿Qué sentirá cuando
llegue el momento de aparecer?
En El Nuevo Testamento se menciona una gran "iniciación denominada
Ascensión, de la cual nada sabemos. Sólo unas pocas informaciones
nos llegan por medio del Evangelio: lo acontecido en la cima de la
montaña, los observadores y las palabras de Cristo, asegurándoles
que no los abandonaba. Luego una nube Lo ocultó a su vista. Ninguno
de los presentes pudo ir más allá con Él. Sus conciencias no podían
penetrar en el lugar adonde había decidido ir, porque incluso habían
interpretado mal Sus palabras; la humanidad en un sentido vago y
místico, siempre ha comprendido erróneamente su desaparición, o la
significación de Su perdurable pero invisible Presencia. A los
observadores se les aseguró, por intermedio de dos Conocedores de
Dios, que se hallaban también presentes, que Él volvería en forma
similar. Ascendió. Las nubes Lo recibieron. Las nubes que hoy
cubren nuestro planeta esperan revelarlo.
Ahora Él aguarda el momento de descender. El descenso a este
desgraciado mundo de los hombres no le ofrece ningún cuadro
tentador. Desde ese tranquilo retiro en la montaña donde ha
esperado, guiado y vigilado a la humanidad y entrenado a Sus
discípulos iniciados y al nuevo grupo de servidores del mundo, debe
venir para ocupar Su lugar prominente en el escenario mundial y
desempeñar Su parte en el gran drama que allí se está
desarrollando. Esta vez desempeñará Su parte, pero no en la
oscuridad, como Lo hizo anteriormente, sino a los ojos de todo el
mundo. Debido a lo reducido de nuestro pequeño planeta, al
predominio de la radio y la televisión y a la rapidez de las
comunicaciones, Su actuación será observada por todos; probablemente
Le produzca cierta consternación la perspectiva de presentar algunas
pruebas y exigir grandes reajustes, además de una experiencia penosa
inevitable. No vendrá como Dios Omnipotente creado por la
ignorancia del hombre, sino como el Cristo, el Fundador del Reino
de Dios en la Tierra, para terminar el trabajo comenzado y demostrar
nuevamente la divinidad en circunstancias mucho más difíciles.
Sin embargo el Cristo sufre mucho más por Sus allegados que por los
extraños. El aspirante avanzado obstaculiza más Su trabajo que el
pensador inteligente. No fue la crueldad del mundo externo de los
hombres lo que causó al Cristo Su profundo dolor, sino Sus propios
discípulos, además del masivo sufrimiento de la humanidad –padecido
durante su ciclo de vida, incluyendo el pasado, el presente y el
futuro.
Vendrá a corregir los errores y las erróneas interpretaciones de
quienes se atrevieron a interpretar Sus sencillas palabras de
acuerdo a su propia ignorancia, y a reconocer a aquellos cuyo fiel
servicio hizo posible Su retorno. También Él enfrenta una gran
prueba, como preparación para recibir una gran iniciación, y cuando
la haya pasado y cumpla con Su tarea, ocupará un lugar más excelso
en el Hogar del Padre, o irá a prestar servicio en un lugar lejano,
donde sólo podrán seguirlo los más sublimes seres; Su cargo actual
será entonces desempeñado por Aquel a quien Él ha preparado y
entrenado.
Pero antes de que esto suceda tendrá que entrar nuevamente en la
palestra, desempeñar Su parte en los acontecimientos mundiales y
demostrar el alcance de Su misión. Reunirá físicamente a Su
alrededor a Sus asociados y consejeros elegidos; no serán los que
reunió en los días primitivos, sino esos miembros de la familia
humana que hoy Lo reconocen y se están preparando para trabajar con
Él, hasta donde les es posible. Proyecta retornar a un mundo muy
distinto, debido en gran parte al desarrollo intelectual de las
masas, lo cual Le presenta enormes dificultades, porque para
cumplir inteligentemente la Voluntad de Dios en la Tierra debe
llegar al intelecto de los hombres y no sólo a sus corazones, como
en los días primitivos. Su trabajo principal consiste en establecer
rectas relaciones humanas en todos los aspectos del vivir humano.
Les pediría que empleen la imaginación divina y traten de pensar en
la magnitud de la tarea que Le espera; reflexionen sobre las
dificultades que inevitablemente enfrentará –especialmente sobre el
erróneo y masivo énfasis intelectual.
Se Le ha pedido, como Representante del Amor de Dios, que nuevamente
actúe en la palestra mundial donde Su primer mensaje fue rechazado,
olvidado o mal interpretado, durante dos mil años, y donde el odio y
la separatividad han caracterizado a los hombres del mundo entero.
Esto Lo sumergirá en una atmósfera extraña y Lo llevará a una
situación donde necesitará y probará al máximo todos Sus recursos
divinos. La idea generalmente aceptada de que volverá como un
guerrero triunfante, omnipotente e irresistible, no tiene base real.
Sé que es definidamente una realidad de sólida base y que guiará a
Su pueblo, la humanidad, a Jerusalén, pero no será a la ciudad judía
llamada Jerusalén, sino al "lugar de paz", verdadero significado de
dicha palabra. Una consideración cuidadosa de la situación mundial
actual y el constante empleo de la imaginación, revelarán al
pensador sincero cuán aterradora es la obra que Él ha emprendido.
Pero "Él dirigió nuevamente su rostro para ir a Jerusalén" (Lc.
9:51); nuevamente reaparecerá y guiará al género humano hacia una
civilización y un estado de conciencia donde las rectas relaciones
humanas y la cooperación mundial en bien de todos, constituirán la
tónica universal. Por intermedio del nuevo grupo de servidores y de
los hombres de buena voluntad, completará la fusión de su voluntad
con la de Dios (los asuntos de Su Padre), en tal forma que la eterna
voluntad al bien de la humanidad será trasformada por la humanidad
en buena voluntad y correctas relaciones. Entonces habrá cumplido
Su tarea; nuevamente podrá abandonarnos, pero no volverá, porque
dejará el mundo de los hombres en manos de ese Gran Servidor
espiritual que será el nuevo Guía de la Jerarquía, la Iglesia
invisible.
La pregunta que ahora se nos plantea es: ¿En qué forma podremos ser
útiles? ¿Cómo podremos ayudar durante esta etapa preparatoria?
Sobre esto muy poco tengo que decir; la idea de Su retorno es tan
familiar, por su naturaleza expectante (pero no en sus detalles
efectivos, como los he insinuado), que me resulta difícil decir algo
práctico o que les llame la atención.
Los miembros de la Jerarquía ciertamente realizan un gran trabajo y
también los discípulos que están en contacto consciente con los
Maestros de Sabiduría –o si se prefiere el término, con los
discípulos avanzados del Cristo– que trabajan día y noche a fin de
inspirar esa confianza, establecer correctas actitudes y hacer
comprender el "empuje" o empresa espiritual divina, para allanarles
el camino. Ellos y sus grupos de discípulos, aspirantes y
estudiantes, Lo apoyan en forma unida y Le permiten realizar Su
propósito. Su mayor realización consiste en provocar una crisis
cíclica en la vida espiritual de nuestro planeta, anticipada en el
Hogar del Padre (Shamballa) hace miles de años.
Se ha registrado el
hecho, por primera vez en la historia humana, de que los tres
centros espirituales o grupos, por medio de los cuales actúa Dios,
se enfocan en el mismo objetivo. Shamballa, la Jerarquía espiritual
y la Humanidad (el Hogar del Padre, el Reino de Dios y el Mundo de
los Hombres) se hallan todos empeñados en un vasto movimiento para
intensificar la Luz del Mundo. Esta Luz iluminará, en forma
desconocida hasta ahora, no sólo el Hogar del Padre, fuente de
nuestra luz planetaria, sino también el centro espiritual de donde
emanaron los Instructores y los Salvadores mundiales que aparecieron
ante los hombres, exclamando como Hermes, Buda y Cristo: "Yo soy la
Luz del Mundo". Esta luz inundará el mundo, iluminará las mentes de
los hombres y alumbrará los lugares oscuros de la vida humana.
Cristo traerá luz y, por sobre todas las cosas, "vida más
abundante", pero no sabemos lo que esto significa hasta que ello se
produzca; no es posible comprender lo que esta revelación
implicará, ni las nuevas perspectivas que se abrirán ante nosotros.
Por Su intermedio la Luz y la Vida están en camino de ser
interpretadas y aplicadas en términos de buena voluntad y de rectas
relaciones humanas. Con este fin se está preparando la Jerarquía
espiritual. Esta vez Cristo no vendrá solo, Lo hará con Sus
colaboradores. Su experiencia y la de Ellos será distinta de la
anterior, pues todos los ojos Lo verán, todos los oídos Lo oirán y
todas las mentes Lo juzgarán.
Por lo tanto, digo: pueden ayudar libremente en el trabajo de
reconstrucción que el Cristo se propone realizar, si se
familiarizan con los hechos que se exponen a continuación,
haciéndolos conocer a todos aquellos con quienes entran en
contacto:
1. Que el retorno de Cristo es inminente. 2. Que Cristo, inmanente en todo corazón humano, puede ser evocado
cuando se reconozca su reaparición. 3. Que las circunstancias de Su retorno están relatadas en forma
simbólica en las Escrituras mundiales, lo cual puede producir un
cambio vital en las ideas preconcebidas de la humanidad. 4. Que la principal condición exigible es un mundo de paz; paz que
debe estar fundada en la buena voluntad cultivada, que conducirá
inevitablemente a las correctas relaciones humanas y, por lo tanto,
al establecimiento (hablando en sentido figurado) de líneas de luz
entre una nación y otra, una religión y otra, un grupo y otro y un
hombre y otro hombre.
Si logramos hacer que se reconozcan en todo el mundo estas cuatro
ideas, contrarrestando las críticas inteligentes de que todo lo que
se dice es demasiado antiguo, profético y visionario, mucho habremos
realizado. Es muy posible que el viejo axioma: "La mente es el
matador de lo real", pueda ser fundamentalmente cierto en lo que a
las masas se refiere, y que el acercamiento puramente intelectual
(que rechaza la visión y rehusa aceptar lo incomprobable) sea más
falaz que el presentimiento de los Conocedores de Dios y de la
multitud expectante.
La Jerarquía espiritual está investida de inteligencia divina,
formada en la actualidad por Aquellos que han unido en Sí el
intelecto y la intuición, lo práctico y lo aparentemente impráctico,
la realidad de la vida y la manera de ser del hombre que tiene
visión. También existen personas en los lugares comunes de la vida
diaria, a las cuales se las debe entrenar acerca de los
reconocimientos divinos, lo que constituye esencialmente la
respuesta del plano físico a las nuevas expansiones de conciencia.
El Cristo que retornará no será igual al Cristo que aparentemente
partió. Tampoco será un "varón de dolores"; ni una figura
silenciosa y pensativa; hará declaraciones espirituales que no
necesitarán interpretación ni serán tergiversadas, porque Él estará
presente para explicar el verdadero significado.
Durante dos mil años ha sido el Guía supremo de la Iglesia
invisible, la Jerarquía espiritual, compuesta de discípulos de todos
los credos. Reconoce y ama a quienes no son cristianos, pero
mantiene su lealtad a los Fundadores de sus respectivas religiones
–Buda, Mahoma y otros–. No le interesa cuál es su credo, siempre
que el objetivo sea el amor a Dios y a la humanidad. Si los hombres
esperan al Cristo que dejó a Sus discípulos hace siglos, fracasarán
en reconocer al Cristo que está a punto de retornar. El Cristo no
tiene barreras religiosas en Su conciencia, ni Le da importancia a
la religión que profesa el Hombre.
El Hijo de Dios está en camino y no viene solo. Su avanzada ya se
acerca, y el Plan que debe seguir es evidente y ya está trazado.
¡Que el reconocimiento sea el objetivo!
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PREPARACIÓN PARA EL RETORNO DE CRISTO
Junio de 1947
Mucho tengo que decir aquí en correlación con mi comunicación
anterior y me dirijo a todos los aspirantes y discípulos. La
oportunidad es tan grande en este momento que quiero enfrentarlos
con la alternativa de llegar libremente a una decisión, Sin embargo,
lo que decidan afectará definitivamente la actividad de sus vidas.
Éste es el desafío. Mis palabras son relativamente sencillas, tan
sencillas que pueden parecer un contrasentido. Sin embargo, por
sencillo que pueda ser el problema, es muy difícil de solucionar. La
forma en que reaccionarán a lo que debo decir dependerá de su
sentido de los valores, no de la capacidad de razonar en forma
abstracta. El aspirante común y el ser humano inteligente tienden a
acentuar la complejidad actual de los asuntos y acontecimientos
humanos y creen que éstos engolfan a los hombres de todos los
países. De este modo presentan una excusa aceptable para sí mismos.
La importancia de lo que voy a decir está relacionado con el mensaje
que trasmití recientemente respecto al Retorno de Cristo, el cual
contiene su propio desafío y los interrogantes que hizo surgir en
todo corazón humano y sincero:
1. ¿Cómo puedo responder personalmente a este desafío?
2. ¿Qué puedo hacer específicamente? 3. ¿Cuáles son los pasos que yo y todo aspirante debemos dar?
Estos interrogantes significan una cosa para unos y otra para otros.
Algunas de las respuestas surgirán a medida que lean lo que debo
decir. Escribo para quienes son discípulos del Cristo, pero mis
palabras pueden tener significado para los pensadores sinceros y los
creyentes cristianos.
Las complejidades y dificultades de este período de posguerra son
enormes. Cuanto más se acerca el aspirante a la fuente de luz y
poderes espirituales, tanto más difícil se torna su problema y, al
mismo tiempo, tanto más clara será su comprensión de los hechos.
Apartándose de los detalles del primer plano, que asume siempre
proporciones indebidas, y divorciándose de esos detalles que anegan
la vida diaria con perplejidades y ansiedades, el problema es
relativamente simple y de naturaleza doble.
Primero de todo, la guerra externa física recién ha terminado; los
dos años transcurridos desde que cesó el fuego, son un breve lapso,
y ningún país se ha recuperado aún de sus terribles efectos. No hay
un verdadero intercambio entre las naciones y tampoco real
comprensión. Actualmente los Estados Unidos permiten reunir fondos
para armar a los sionistas contra Gran Bretaña, potencia aliada y
amiga; también está autorizando la propaganda contra Rusia, otra
potencia aliada y amiga. En ninguna parte hay verdadero esfuerzo
(realizado con fija determinación y justo arreglo) para poner
término a esas condiciones económicas que son la causa principal de
la guerra y responsables de engendrar el odio entre las naciones.
Segundo (y de mayor importancia aún, desde el ángulo de los valores
espirituales, aunque no tan fácilmente percibido), las fuerzas del
mal están aún activas, y aunque pudieron ser rechazadas, siguen
siendo poderosas; trabajan sutilmente y se esfuerzan para
afirmarse; siguen nutriendo astutamente la ansiedad y la inseguridad
mundiales, a fin de crear otro punto de tensión mundial.
Mientras ambas fuentes de tensión mundial no sean reconocidas y
correctamente tratadas, la vida le será excesivamente difícil al
aspirante, y más aún al discípulo. Pueden argüir (y con razón) de
que la vida de todos los que. sufrieron en la guerra, el destino de
los pueblos hambrientos que todavía sufren la violencia del ataque
en Europa –los habitantes de Gran Bretaña, Italia, China, Polonia y
los Balcanes, además de Alemania y Japón, responsables de las
dificultades, y todos los que están incluidos en los resultados del
ataque alemán al mundo– están más allá de toda resistencia y, por lo
tanto, deben ser compartidos por los aspirantes y discípulos. En
realidad es así. Pero los pensadores y trabajadores más avanzados
tienen algo más que soportar que un destino común. Si éstos abren
sus corazones y mentes, participarán no sólo de las dificultades
que enfrentan las masas de todas partes, sino que también serán
conscientes de las posibilidades espirituales, de la tarea que
tienen por delante de sellar "la puerta donde se halla el mal", y de
las estupendas y excepcionales circunstancias que enfrentan quienes
reconocen y aceptan el inminente retorno de Cristo.
A medida que el discípulo enfrenta los acontecimientos y
posibilidades internos y externos, tiende a sentir una total
frustración; anhela ayudar, pero no sabe qué hacer; la comprensión
de las dificultades que amenazan, el análisis de sus recursos y de
aquellos con quienes trabaja, y su claridad de percepción, respecto
a las fuerzas alineadas en su contra, lo inclinan a exclamar: ¿De
qué servirá cualquier esfuerzo que haga? ¿Por qué no dejar a ambas
fuerzas del bien y del mal, de la Logia Negra y de la Jerarquía
espiritual, que luchen solas? ¿Por qué no dejar que la presión de la
corriente evolutiva, oportunamente y a la larga, haga cesar la lucha
y traiga el triunfo del bien? ¿Por qué tratar de hacerlo ahora?
Éstas reacciones son naturales cuando se considera el actual campo
de conflicto, la codicia prevaleciente, los antagonismos
internacionales y raciales y los móviles egoístas que controlan a
tantas unidades nacionales, más la oscura apatía de las masas y, en
particular, la creciente suspicacia y desconfianza entre Estados
Unidos y Rusia –situación en la cual ambos grupos son igualmente
culpables. Esta situación generadora de guerra es fomentada detrás
de la escena por el poder altamente hábil y fuertemente
anticomunista de la Iglesia Católica Romana, con sus planes
políticos organizados –planes que se desarrollan notablemente en
los Estados Unidos.
A éstos, el pensador inteligente añade las
actividades reaccionarias en todos los países, más la lucha por el
petróleo, que gobierna la política de Rusia, Estados Unidos y Gran
Bretaña. Actualmente, debe agregarse a estos factores la lucha entre
hindúes y musulmanes por el control de la India y también la que se
libra por Palestina –fomentada por sionistas, no por judíos– donde
los Sionistas evitaron que los judíos desplazados (sólo el 20% de
la totalidad) descubrieran que en muchos países del mundo se les
daba la bienvenida; esta lucha estaba respaldada por la codicia y
no por el amor a Palestina, regida por intereses financieros, no
por el espíritu humanitario que proclaman los Sionistas y obligaría
a aceptar las ofertas hechas por Gran Bretaña, Canadá, Chile,
Bélgica y muchos otros países.
Estos factores, cuando son comprendidos por los hombres y mujeres
reflexivos, producen un profundo desaliento y un sentimiento de
futilidad y desesperanza. En cambio deberían ser enfrentados con
valor por medio de la verdad y la comprensión; además están
dispuestos a hablar con franqueza, sencillez y amor, al exponer la
verdad y al dilucidar los problemas que deben ser resueltos. Las
fuerzas antagónicas del mal deben ser derrotadas antes que venga
Aquel que todos los hombres esperan, el Cristo.
El conocimiento de que Él está preparado y ansioso de reaparecer
públicamente ante Su amada humanidad, aumenta el sentido de
frustración general, y surge otra pregunta de vital importancia:
¿Durante cuánto tiempo debemos esperar, esforzarnos y luchar? La
respuesta es clara: vendrá indefectiblemente cuando se haya
restablecido la paz en cierta medida, cuando el principio de
participación esté por lo menos en camino de controlar los asuntos
económicos y cuando las iglesias hayan comenzado a arreglar sus
propios asuntos. Entonces Él podrá venir y lo hará, y el Reino de
Dios será reconocido abiertamente y no será ya un sueño, ni un
ideal.
Los aspirantes tienden a preguntar, ¿por qué no vendrá Cristo con
la pompa y la ceremonia que la iglesia le asigna a ese
acontecimiento, y con Su venida demostrar Su divino poder y probar,
en forma convincente, la autoridad y la potencia de Dios,
terminando así con el ciclo de agonía y sufrimiento? Las respuestas
son muchas. Debe recordarse que el principal objetivo del Cristo no
será demostrar Su poder, sino hacer público el existente reino de
Dios. También se preguntarán ¿por qué cuando vino anteriormente no
fue reconocido?; ¿hay alguna garantía de que esta vez Lo será?
Quizás se pregunten ¿por qué no se Lo reconocerá? Porque los ojos de
los hombres están cegados por las lágrimas de la autoconmiseración y
no de la contrición; porque el corazón del hombre está aún corroído
por un egoísmo que la agonía de la guerra no ha curado; porque la
norma de valores es la misma que existía en el corrupto Imperio
Romano que vio Su primera aparición, pero entonces esa norma de
valores era local y no universal; porque aquellos que podrán
reconocerlo y anhelan y esperan Su venida, no están dispuestos a
hacer los sacrificios necesarios para asegurar el éxito de Su
advenimiento.
Otro factor que milita contra Su reconocimiento y que sorprenderá,
es el hecho de que actualmente hay un número tan grande de personas
excesivamente buenas en el mundo, y tantos trabajadores y discípulos
altruistas y personas realmente santas, que la rivalidad espiritual
Le exigiría tal grado de santidad que Le impediría apropiarse de un
cuerpo físico cuya calidad Le permitiera manifestarse entre los
hombres. Esto no sucedió hace dos mil años; pero hoy sí, debido al
enorme progreso humano y al éxito del proceso evolutivo.
Actualmente, para que Él pueda caminar entre los hombres, es
necesario un mundo que contenga suficientes trabajadores eficaces y
personas de mente espiritual que cambien la atmósfera de nuestro
planeta; sólo entonces, el Cristo puede venir y vendrá. Sin embargo,
no les presento una imposibilidad.
El esoterismo moderno y el éxito de la vida científica espiritual
han sido ahora tan ampliamente reconocidos, que la conciencia de
los hombres de todas partes fue profundamente afectada; esto se
acrecentará a medida que la esperanza de Su venida y la consiguiente
preparación se difundan entre los hombres. Esta situación no
significa divina frustración (de la cual los discípulos mundiales
podrían ser el reflejo), tampoco indica la incapacidad de aparecer,
sino más bien la maravilla de la divinidad humana y el éxito del
Plan divino para el hombre. Sin embargo, la divinidad espera que
éste exprese su libre albedrío.
Otra respuesta es que cuando el Cristo venga desde el Lugar de
Poder, trayendo a Sus discípulos, los Maestros de Sabiduría, ese
Lugar de Amor y de Poder estará situado en la tierra y será
públicamente reconocido; los efectos de esa aparición y
reconocimiento serán tremendos, y traerá una arremetida y un
esfuerzo análogamente tremendo, por parte de las Fuerzas del Mal –a
no ser que la humanidad misma haya sellado primero "la puerta donde
se halla el mal", lo cual debe hacerse mediante el establecimiento
de las rectas relaciones humanas.
Otra respuesta sobre la cual les pediría que reflexionen es, que el
Cristo y la Jerarquía espiritual –cualquiera sea el incentivo–
nunca infringen el derecho divino de la humanidad, de obtener la
liberación luchando por ella, individual, nacional e
internacionalmente. Cuando la verdadera libertad reine sobre la
tierra, veremos el final de la tiranía en la política y la religión.
No me refiero a la democracia moderna, que actualmente es una
filosofía de buenos deseos, sino a ese estado donde gobernarán los
pueblos mismos, los cuales no tolerarán el autoritarismo de ninguna
iglesia, o el totalitarismo de ningún sistema o gobierno político;
tampoco aceptarán ni permitirán el gobierno de ningún grupo de
hombres que les diga en qué deben creer a fin de ser salvados o qué
gobierno aceptar. No digo que estos objetivos deseados deban ser
realidades en la tierra antes de que venga el Cristo, pero si que
esta actitud hacia la religión y la política debe ser generalmente
aceptada como algo necesario para todos los hombres, y que los pasos
deben haberse dado con. éxito y en dirección hacia las rectas
relaciones humanas.
Éstas son las cosas que el nuevo grupo de servidores del mundo, los
discípulos, los aspirantes y los hombres de buena voluntad de todas
partes deben creer y enseñar, como preparación para Su venida.
Por lo tanto, nada contrarresta el sentimiento de frustración (que
está innegablemente presente y basado en condiciones reales), sino
la aceptación y el desarrollo de un estado mental basado en la
creencia de la veracidad de los registros históricos que dan
testimonio a muchos advenimientos en los momentos cruciales de los
asuntos humanos y a muchos Salvadores del mundo –de los cuales el
Cristo fue el más grande. Una actitud correcta y constructiva debe
estar también basada en el reconocimiento innato de la existencia
del Cristo y de Su Presencia entre nosotros en todo momento; debe
estar fundada en el conocimiento de que la guerra –con sus
indecibles horrores, crueldades y desastres catastróficos– sólo fue
la escoba del Padre, barriendo los obstáculos del camino de retorno
de Su Hijo.
Debido a las condiciones de la preguerra hubiera sido
casi imposible prepararse para el advenimiento. El nuevo grupo de
servidores del mundo debe hoy adoptar una actitud basada en estos
hechos y reconocer los factores obstaculizadores, sin dejarse
frustrar por ellos; debe ser consciente de los impedimentos (muchos
de ellos de orden financiero, basados en la codicia material),
entonces debe emplear habilidad en la acción y perspicacia
financiera para superar los obstáculos; sus miembros deben tener los
ojos bien abiertos al enfrentar las dificultades mundiales y
–mantener ante sí Su estrella de cinco puntas– pasar incólumes y
triunfalmente a través de todos los factores frustradores.
No trato de considerar las frustraciones espirituales generales ni
deseo perder el tiempo con las trivialidades comunes y las bien
conocidas respuestas, que no ayudan porque siguen siendo
trivialidades y no se traducen en acción. Me ocuparé sólo de dos
factores, que condicionan la oportunidad actual; se los puede
considerar que obstaculizan en tal forma que si no se los elimina se
producirá una gran demora en el retorno de Cristo. Éstos son:
-
La inercia del aspirante común, u hombre de mente espiritual.
-
La falta de dinero para el trabajo de preparación.
Ambos obstáculos están fundamentalmente basados en una y la misma
cosa: en el materialismo; uno, el materialismo del esfuerzo físico,
el otro, el materialismo de la actitud mundial.
No compliquen el tema y manténganlo en el nivel donde trabaja y
piensa hoy la mayoría de las personas, sean intensamente prácticos
y oblíguense a ver las condiciones tal como son, llegando así a un
mejor conocimiento de nosotros y de nuestros móviles.
La Inercia del Hombre Común de Mente
Espiritual
El aspirante común, el hombre de buena voluntad o el discípulo, es
siempre consciente del desafío de las épocas y de la oportunidad que
pueden ofrecer los acontecimientos espirituales. El deseo de hacer
el bien y de llevar a cabo fines espirituales, se agita
incesantemente en su conciencia. Nadie que ama a sus semejantes, y
sueña ver al Reino de Dios materializado en la Tierra, o es
consciente aunque lentamente, del despertar de las masas a los
valores espirituales superiores, está totalmente insatisfecho.
Comprende que contribuye muy poco para lograr estos objetivos
deseables. Sabe que su vida espiritual es una cosa secundaria que
reserva cuidadosamente para sí mismo, y frecuentemente teme
mencionarlo a los más allegados y queridos; trata de ensamblar su
esfuerzo espiritual con la vida externa común, luchando por hallar
tiempo y oportunidad para aplicarlo en forma grata, imperceptible e
inocua.
Se siente inerme ante la tarea de organizar y reordenar sus
asuntos, para que predomine el modo de vivir espiritual; busca
excusas para sí, y oportunamente razona consigo mismo con tanto
éxito, que llega a la conclusión de que hace lo mejor que puede,
dadas las circunstancias. En verdad hace tan poco, que probablemente
una y quizás dos horas de veinticuatro, abarcan el tiempo dedicado
al trabajo del Maestro; se escuda detrás de la excusa de que las
obligaciones del hogar le impiden hacer más, y no se da cuenta que
con tacto y comprensión amorosa, su ambiente hogareño puede y debe
ser el campo de su triunfo; olvida que no hay circunstancias en las
que el espíritu del hombre pueda ser derrotado o el aspirante no
pueda meditar, pensar, hablar y preparar el camino para la venida
de Cristo, siempre que tenga suficiente interés y conozca el
significado del sacrificio y el silencio. Las circunstancias y el
medio ambiente no constituyen un verdadero obstáculo para la vida
espiritual.
Quizás se escude en el pretexto de la mala salud y con frecuencia
en males imaginarios. Dedica tanto tiempo al cuidado de sí mismo que
las horas que podría dedicar al trabajo del Maestro son directa y
seriamente disminuidas; se halla tan preocupado con su cansancio, su
tendencia a resfriarse y su imaginaria enfermedad cardíaca, que
cada vez es más "consciente de su cuerpo", hasta que domina
oportunamente su vida; entonces es demasiado tarde para hacer algo.
Esto ocurre especialmente con las personas que llegan a los
cincuenta años o más, dificultad predominante en las mujeres.
Difícilmente dejarán de emplear esta excusa, pues se sienten
cansadas y doloridas y esto tiende a empeorar en el transcurso de
los años.
El único remedio para la inercia progresiva es ignorar al
cuerpo y gozar la vivencia del servicio, lo cual conduce a una vida
más larga. No me refiero a una enfermedad definida o a serios
impedimentos físicos, a los que debe dispensarse cuidado y atención
debidos, sino a los miles de hombres y mujeres enfermizos y
preocupados del cuidado de sí mismos, desperdiciando horas que
podrían dedicar al servicio de la humanidad. A quienes tratan de
hollar el sendero del discipulado les pido que dediquen esas horas
empleadas en el cuidado de sí mismos, a servir a la Jerarquía.
Otra excusa que conduce a la inercia es el temor que tienen las
personas de hablar sobre las cosas del Reino de Dios; temen ser
rechazadas, consideradas raras o inoportunas. Por lo tanto, guardan
silencio, pierden la oportunidad y nunca descubren cuán dispuesta
está la gente a discutir las realidades, por el consuelo y la
esperanza que puede traerles la idea del retorno de Cristo o de
compartir la luz espiritual. Esto es esencialmente una especie de
cobardía espiritual tan difundida, que es responsable de la pérdida
de millones de horas de servicio mundial.
Hay otras excusas, hermanos míos, pero las mencionadas son las más
comunes; liberar de estas condiciones obstaculizadoras aportaría a
la mayoría de los aspirantes al servicio del Cristo (empleando el
lenguaje de los gremios) tantas horas hombre y esfuerzo extra, que
la tarea de quienes no admiten excusas sería grandemente aliviada y
la venida del Cristo mucho más inmediata. Lo que llamamos inercia no
es simplemente de naturaleza sicológica. Las cualidades de la
materia o de la sustancia están involucradas. La inercia es el
aspecto más lento y bajo de la sustancia material, y en la filosofía
oriental se la denomina cualidad de tamas.
Debe ser trasmutada en
una cualidad superior, la de la actividad o (en términos técnicos)
cualidad rajásica, que conduce después a una cualidad superior de
sattva o ritmo. No los exhorto a llevar un ritmo de vida de acuerdo
al cual actúan el Cristo y la Jerarquía espiritual, y que vibra en
armonía con la necesidad humana y la respuesta jerárquica. Sin
embargo, los incito a demostrar actividad y no a ocultarse detrás
de las excusas. Es esencial que todos los aspirantes reconozcan que
en el lugar en que se encuentran y entre las personas con quienes
están asociados kármicamente y con el equipo psicológico y físico
que poseen, pueden y deben trabajar. No me extenderé sobre este
tema. No se ejerce coerción ni indebida presión al servir a la
Jerarquía. La situación es clara y simple.
Tres grandes actividades
tienen lugar con la actualidad.
Primero, la actividad que se percibe en el "centro donde la voluntad
de Dios es conocida", esa voluntad al bien que ha llevado a la
creación a una mayor gloria y a una respuesta cada vez más profunda
e inteligente. Esta actividad trata de producir, en forma creadora,
un nuevo orden mundial, el del Reino de Dios, supervisado
físicamente por Cristo. Esto podría ser considerado como la
exteriorización de la Jerarquía espiritual de nuestro planeta, cuyo
signo y símbolo lo constituirá el retorno de Cristo a la actividad
visible.
Segundo, la actividad máxima que condiciona a la Jerarquía
espiritual, desde el Cristo Mismo hasta el más humilde aspirante,
situado en la periferia de ese "centro donde el amor de Dios" se
halla plenamente activo. Allí es donde se comprende (expresado con
las palabras de San Pablo) aquello de: "Porque sabemos que todas las
criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora, esperando
la manifestación de los Hijos de Dios". Para esta manifestación se
preparan estos "Hijos de Dios que son los Hijos de los hombres";
para este advenimiento al servicio activo o externo, Ellos vienen
uno tras otro a la actividad en el plano físico. No se los reconoce
por lo que son, pero se encargan de los asuntos del Padre,
demostrando buena voluntad, tratando de ampliar el horizonte de la
humanidad, preparando así el camino para Aquel a Quien Ellos sirven,
el Cristo, Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres.
Tercero, tenemos la humanidad misma, "el centro que llamamos la
raza de los hombres", en el cual predomina hoy el caos, el tumulto y
la confusión, una humanidad dolorida, perpleja y confundida, no
obstante, consciente mentalmente de infinitas posibilidades,
luchando emocionalmente por ese plan que cree el mejor, haciéndolo
sin coherencia y sin comprender que debe ser un mundo para una
humanidad. Simplemente desea paz emocional, seguridad para vivir y
trabajar y visión de un futuro que satisfaga algún sentido
incipiente de la perdurabilidad divina. Está físicamente enferma,
privada de lo más esencial para llevar una vida normal y sana,
atormentada por la inseguridad económica, invocando, consciente o
inconscientemente, al Padre en bien de sí misma y del resto del
mundo.
La reaparición de Cristo proporcionará la solución. Ésta es la firme
voluntad de Dios; es el deseo del Cristo Mismo y de Sus discípulos,
los Maestros de Sabiduría, y es la demanda inconsciente de los
hombres de todas partes. Donde exista esta unidad de propósito,
uniformidad de intención espiritual y demanda consciente, lo único
que podría detener Su reaparición sería el fracaso del género humano
en preparar el escenario para tan magno acontecimiento, allanar el
camino, familiarizar a los pueblos y obtener la necesaria paz en la
tierra, basada en rectas relaciones humanas.
La Falta de Apoyo Financiero para el Trabajo de Preparación
Llegamos ahora al segundo de los obstáculos principales: la falta de
apoyo financiero para los trabajadores y discípulos del Cristo en
todos los países, a medida que se esfuerzan por liberar la energía
espiritual y poner un nuevo orden en el actual caos mundial. Ésta es
quizás la mayor dificultad y a veces parece insuperable; involucra
el problema de la verdadera administración económica y la
orientación de sumas adecuadas de dinero hacia determinados canales,
que ayuden definidamente en el trabajo de preparación para el
retorno de Cristo. Por esta razón he cerrado la sección anterior de
este artículo con las palabras "rectas relaciones humanas".
Por lo tanto, el problema es particularmente difícil, porque los
trabajadores espirituales no sólo tienen que preparar a la gente
para dar (de acuerdo a sus posibilidades), sino que en muchos casos
deben proporcionar ante todo un móvil tan atrayente que se vea
obligada a dar. También tendrán que proveer la institución,
fundación u organización, para administrar esos fondos. Esto
representa una tarea muy difícil. La encrucijada actual no radica
solamente en reunir fondos para Su venida, sino en el egoísmo
enraizado en la mayoría de aquellos que detentan la riqueza
mundial, y cuando dan –si es que dan– lo hacen porque aumenta su
prestigio o indica su éxito financiero. Debe recordarse aquí que
toda generalización presupone excepciones. Por lo tanto, generalizar
es simplificar excesivamente el tema. Podemos decir que los cuatro
canales principales por los cuales circula el dinero son:
1. Los millones de hogares a los cuales llega en forma de sueldo,
salario o herencia. Todo esto está hoy desequilibrado, existiendo
excesiva riqueza o extrema pobreza.
2. Los grandes sistemas capitalistas y monopolios, en que se fundan
las estructuras económicas en la mayoría de los países. No interesa
si este capital pertenece al gobierno, a la municipalidad, a un
puñado de hombres ricos o a grandes sindicatos. Poco se gasta en el
mejoramiento de la vida humana o para inculcar los principios que
conducen a rectas relaciones humanas.
3. Las iglesias y grupos religiosos de todo el mundo. Aquí (hablando
nuevamente en términos generales, y al mismo tiempo reconociendo la
existencia de una pequeña minoría espiritualmente orientada) el
dinero es dedicado a los aspectos materiales del trabajo, a la
multiplicación y preservación de la estructura eclesiástica, a los
salarios y gastos generales, y sólo un pequeño porcentaje se destina
realmente a la educación de los pueblos, a la demostración viviente
de la realidad de Su retorno –que ha sido durante siglos la doctrina
definida de las iglesias. Ese retorno se ha anticipado en el
transcurso de las edades y podría haber ocurrido si las iglesias y
las organizaciones religiosas de todas partes, hubieran cumplido con
su deber.
4. Las obras filantrópicas, sanitarias y educativas. Todo ello ha
sido muy beneficioso y necesario, y la deuda que el mundo ha
contraído con los filántropos que hicieron posible estas
instituciones es realmente enorme. Todo fue un paso dado en la
correcta dirección y expresión de la divina voluntad al bien. Sin
embargo, es dinero a menudo mal empleado y mal dirigido, y los
valores desarrollados han sido mayormente institucionales y
concretos, limitados por las restricciones que imponen los donantes
o los prejuicios religiosos de quienes controlan el desembolso de
los fondos. En medio de las querellas motivadas por ideas, teorías
religiosas o ideologías, se olvida la verdadera ayuda a la humanidad
una.
Pero subsiste el hecho de que si los agentes administradores (que
manejan el dinero) tuvieran una visión verdadera de la realidad
espiritual de la humanidad una y del mundo uno, y si su objetivo
hubiese sido estimular las rectas relaciones humanas, las multitudes
de todas partes responderían a una visión muy distinta de la actual;
no enfrentaríamos como hoy la necesidad de gastar enormes sumas –que
suman miles de millones– necesarias para restablecer físicamente no
sólo el cuerpo físico de incontables millones de hombres, sino
ciudades enteras, sistemas de transporte y centros responsables de
la reorganización del vivir humano.
Análogamente puede decirse que si el valor y la responsabilidad
espirituales otorgados al dinero (en la medida que sea) hubieran
sido apreciados y enseñados debidamente en los hogares y en las
escuelas, no tendríamos las espantosas estadísticas del dinero
gastado en todo el mundo, antes de la guerra (y aún hoy en el
hemisferio occidental), en golosinas, licores, cigarrillos,
diversiones, vestimenta innecesaria y en lujo. Estas estadísticas
suman cientos de millones de dólares por año. Una parte de ese
dinero, cuya recaudación exigiría un mínimo de sacrificio,
permitiría a los discípulos del Cristo y al nuevo grupo de
servidores del mundo preparar el camino para Su venida y educar las
mentes y los corazones de los hombres, a fin de establecer rectas
relaciones humanas.
El dinero –así como otras cosas de la vida humana– ha sido
mancillado por el egoísmo y acaparado para fines individuales y
nacionales egoístas. La Guerra Mundial (1914-1945) es un ejemplo de
ello, pues si bien se habló mucho de "salvar el mundo para la
democracia" y de "librar una guerra para terminar con las guerras",
el objetivo principal fue la autoprotección y la autoconservación,
el ansia de lucro, la venganza por viejos odios y la recuperación de
territorios. Los dos años transcurridos desde la guerra lo han
probado. Las Naciones Unidas están ocupadas con las voraces demandas
de todas partes, las intrigas de las naciones, a fin de adquirir
poder y posición, y obtener posesión de los recursos naturales de la
tierra: carbón, petróleo, etc., y también con las actividades de las
grandes potencias y de los capitalistas.
Sin embargo, durante todo el tiempo, la humanidad una –no importa el
país, color o credo– reclama paz, justicia y seguridad. Esto podría
procurarse por el correcto empleo del dinero y por la comprensión,
de parte de los acaudalados, de su responsabilidad económica basada
en los valores espirituales. Excepto algunos filántropos de visión
amplia y un puñado de estadistas, eclesiásticos y educadores
iluminados, el sentido de responsabilidad financiera no se
encuentra en ninguna parte.
Ha llegado el momento de revalorizar el dinero y canalizar su
utilidad en nuevas direcciones. La voz del pueblo debe prevalecer,
pero debe ser un pueblo educado en los verdaderos valores, en el
significado de la verdadera cultura y en la necesidad de que existan
rectas relaciones humanas. Por lo tanto, es esencialmente una
cuestión de sana educación y de correcta preparación para la
ciudadanía mundial, algo no emprendido aún. ¿Quién puede dar este
entrenamiento? Rusia prepararía gustosamente al mundo en los
ideales del comunismo y acapararía en las arcas del proletariado
todo el dinero del mundo, produciendo el más grande sistema
capitalista que jamás se haya visto; Gran Bretaña prepararía
gustosamente al mundo en los conceptos británicos de justicia,
juego limpio y comercio internacional, algo que realizaría mejor que
ninguna otra nación, debido a su vasta experiencia.
Los Estados
Unidos también emprenderían gustosamente la tarea de imprimir el
sello de la democracia norteamericana en el mundo, utilizando sus
vastos capitales y recursos y acaparando en sus bancos las
utilidades de sus grandes actividades financieras, resguardándose
del peligro de la bomba atómica y amenazando con "puño de hierro" al
resto del mundo. Francia mantendría a Europa en un estado de
intranquilidad, al tratar de reconquistar el prestigio perdido y
beneficiarse en todo lo posible con la victoria lograda por las
naciones aliadas. Así, hermano mío, se escribe la historia, cada
nación lucha para sí misma y se valora mutuamente en términos de
recursos y finanzas. Mientras tanto la humanidad sufre hambre, no
posee la cultura necesaria y se le enseñan falsos valores y el mal
empleo del dinero. Hasta no subsanar esta situación, no será
posible el retorno de Cristo.
Ante esta perturbadora situación financiera, ¿cuál es la solución
del problema? Hay hombres y mujeres en todos los países, en todo
gobierno, iglesia, religión y fundación, dedicada a la educación,
que pueden dar la respuesta. ¿Qué esperanzas albergan para ello y
para el trabajo que se les ha confiado? ¿En qué forma pueden ayudar
los pueblos del mundo, los hombres de buena voluntad y de visión
espiritual? ¿Qué pueden hacer para cambiar el concepto respecto al
dinero, encauzándolo hacia canales donde sea empleado correctamente?
La respuesta reside en estas personas.
Hay dos grupos que mucho pueden hacer sobre esto: uno, emplea ya
los recursos financieros del mundo, siempre que capte la nueva
visión y advierta que el antiguo orden está bíblicamente
sentenciado a ser destruido, y el otro, es el conjunto de personas
buenas y generosas de todas las clases sociales y esferas de
influencia. Desconocen el poder del hombre común y del ciudadano,
no obstante tienen ante sí una gran oportunidad si poseen el valor
y la paciencia de realizar el trabajo necesario. Los hombres de.
orientación espiritual y de buena voluntad deben rechazar la idea de
su inutilidad, insignificancia y futileza, y comprender que ahora,
en estos momentos cruciales y críticos, pueden trabajar
eficientemente. Las Fuerzas del Mal están derrotadas, aunque
todavía no "ha sido sellada" la puerta detrás de la cual la
humanidad puede encerrarlas, según lo predijo El Nuevo Testamento.
El mundo está nuevamente en la balanza.
El mal busca cualquier
camino disponible para un nuevo acercamiento pero –y esto lo digo
con confianza e insistencia– las personas humildes, iluminadas y
altruistas, existen en número suficiente como para hacer sentir su
poder, si lo desean. En todo país hay millones de hombres y mujeres
espiritualmente orientados que, llegado el momento de encarar
globalmente la cuestión del dinero, pueden recanalizarlo en forma
permanente. En todos los países existen escritores y pensadores que
podrían sumar su poderosa ayuda, y lo harán si se los solicita como
corresponde. Hay estudiantes esotéricos y devotos religiosos a
quienes se puede apelar para ayudar en la preparación de la
reaparición de Cristo, especialmente si la cooperación requerida
consiste en emplear dinero y tiempo para el establecimiento de las
rectas relaciones humanas y el incremento y difusión de la buena
voluntad.
No se pide una gran campaña para reunir fondos, sino el trabajo
desinteresado de miles de personas aparentemente insignificantes.
Diría, hermanos míos, que lo que más se necesita es valor, porque
debe tenerse valentía para vencer la desconfianza, la timidez y el
desagrado, al presentar un punto de vista relacionado con el
dinero. Aquí es donde la mayoría fracasa. Resulta relativamente
fácil hoy reunir fondos para la Cruz Roja, hospitales o
instituciones educativas. Es sumamente difícil hacer lo mismo para
la propagación de la buena voluntad y el empleo correcto del dinero
para la difusión de ideas progresistas, tales como el retorno de
Cristo. Por lo tanto, repito, el primer requisito es valor.
El segundo requisito permitirá a los colaboradores de Cristo hacer
esos sacrificios y arreglos para dar, hasta el límite de su
capacidad; no debe ser simplemente esa capacidad adquirida para
presentar el tema, sino que cada colaborador debe practicar lo que
predica. Si los millones de personas, por ejemplo, que aman al
Cristo y tratan de servir su causa, dieran una pequeña cantidad de
dinero por año, habría fondos suficientes para realizar Su trabajo,
entonces aparecerían automáticamente las necesarias organizaciones y
los administradores espiritualmente orientados. La dificultad no
reside en la organización del trabajó y del dinero, sino en la
aparente incapacidad de la gente para dar. Por una razón u otra dan
poco o nada, aunque estén interesados en una causa como la del
retorno de Cristo; el temor, el derroche, el deseo de hacer
obsequios y el no darse cuenta que las grandes sumas están formadas
por muchas sumas pequeñas, gravitan todos en contra de la
generosidad económica, y siempre dan excusas que creen adecuadas.
Por lo tanto el segundo requisito es que todo el mundo dé lo que
pueda.
Tercero, las escuelas metafísicas y los grupos esotéricos han
prestado preferente atención a la cuestión de la orientación del
dinero hacia los canales preferidos. Con frecuencia se oye la
siguiente pregunta: ¿Por qué la escuela de pensamiento "Unity", la
iglesia "Christian Science" y los movimientos del "Nuevo
Pensamiento", pueden reunir los fondos necesarios, mientras que
otros grupos, especialmente los esotéricos, no pueden hacerlo? ¿Por
qué los verdaderos trabajadores espirituales son incapaces de
materializar lo que necesitan? La respuesta es sencilla. Estos
grupos y trabajadores que están más cerca del ideal espiritual, se
hallan divididos entre sí. Su interés principal reside en los
niveles abstractos y espirituales, y evidentemente no captaron el
hecho de que el plano físico tiene la misma importancia cuando está
motivado desde niveles espirituales.
Las grandes escuelas
metafísicas se empeñan en hacer demostraciones materialistas y
ponen tanto énfasis y están tan centralizadas en su acercamiento,
que obtienen lo que piden; tienen que aprender que la demanda y su
respuesta debe ser el resultado del propósito espiritual, y que lo
que se pide no debe emplearse para el yo separado ni para una
organización o iglesia separatista. En la nueva era que se acerca,
antes del retorno de Cristo, la petición de ayuda financiera debe
hacerse con el fin de establecer rectas relaciones humanas y buena
voluntad, no para el engrandecimiento de una organización
particular. Las organizaciones que reúnen fondos deben trabajar en
una Sede que tenga un mínimo de gastos, y el personal percibir un
salario mínimo pero razonable. No hay muchas organizaciones como
éstas actualmente; las que existen pueden dar un ejemplo que será
rápidamente seguido, a medida que aumenta el deseo para el retorno
de Cristo. Por lo tanto, el tercer requisito es servir a la
humanidad una.
El cuarto requisito debe ser una minuciosa explicación de la causa
para la cual se solicita ayuda económica. La gente podrá tener
valor para hablar, pero también tiene mucha importancia una
explicación inteligente. El punto principal que debe acentuarse en
el trabajo preparatorio para el retorno de Cristo, es el
establecimiento de rectas relaciones humanas. Esto ya lo iniciaron
las personas de buena voluntad de todo el mundo con distintos
nombres. Lo único que he hecho aquí es indicar otro motivo para
presentarlo.
Llegamos ahora al quinto requisito: una fe vital y firme en la
humanidad como un todo. No debe sentirse pesimismo respecto al
futuro del género humano, tampoco preocupación por la desaparición
del antiguo orden. "Lo bueno, lo verdadero y lo bello" están en
camino, y de ello es responsable la humanidad y no una divina
intervención externa. La humanidad es sana y está despertando
rápidamente. Atravesamos la etapa en que todo se proclama
abiertamente desde los tejados –tal como Cristo predijo– y a medida
que escuchamos o leemos respecto a la ola de escándalos, crímenes,
placeres sensuales y lujos, tendemos a desalentarnos; es bueno que
todo esto salga a la superficie y lo conozcamos. Sería análogo a una
depuración sicológica del subconsciente, a la cual se somete al
individuo y presagia la inauguración de un nuevo y mejor día.
Hay un trabajo que debe realizarse y deben hacerlo las personas de
buena voluntad, las de instinto espiritual y las que poseen un
verdadero entrenamiento cristiano. Deben inaugurar la era en que se
empleará el dinero para la Jerarquía espiritual y lo harán en los
niveles de la invocación. Invocación es el tipo más elevado de
oración que existe y una nueva forma de demanda divina que se hizo
posible por la meditación. Para este fin proporcionaré una breve
fórmula de demanda espiritual, pidiéndoles que la utilicen en lugar
de la plegaria, la meditación o la invocación para el dinero,
empleada hasta ahora. Es breve y poderosa, pero se requiere un
grupo unificado o una personalidad verdaderamente integrada para
emplearla...
Nada tengo que agregar para la obtención de fondos, valor y
comprensión. Si el valor que demuestra Cristo al enfrentar Su
regreso a este mundo físico externo, si la necesidad de la
humanidad de establecer rectas relaciones humanas y si la obra de
sacrificio de los discípulos del Cristo, no son suficientes para
enardecer y energetizar a ustedes y a aquellos con quienes pueden
hacer contacto, todo cuanto diga será inútil.
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EL TRABAJO DE LAS DÉCADAS VENIDERAS
Abril de 1948
Éste es el último Mensaje de Wesak que pienso darles. En 1949, habré
completado treinta años de trabajo cuidadosamente planeado y
meticulosamente delineado; emprendí esta tarea de acuerdo a la ley
cíclica (relacionada con la periódica divulgación de la enseñanza
esotérica) a fin de ayudar a la humanidad y al trabajo de la
Jerarquía, pues pertenezco a ambas.
El 19 de noviembre de 1919, hice mi primer contacto con A.A.B. (a
pesar de su preocupación y consternación) y, desde entonces trabajé
con ella firmemente. Los libros proyectados casi los hemos
terminado; los diferentes aspectos del trabajo que eran parte de la
preparación para la reaparición de Cristo, han tomado forma y deben
seguir adelante con acrecentado impulso, durante los próximos veinte
años.
Las dos ideas principales que constituía mi tarea llevar a la
atención de la humanidad de todas partes del mundo, estuvieron bien
arraigadas (si se me permite emplear tal término) y constituyen el
aspecto más importante del trabajo que realicé. Estas ideas son:
1. La notificación de la existencia (hasta ahora no reconocida) del
Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, grupo efectivo de trabajadores,
intermediario entre la Humanidad y la Jerarquía espiritual del
planeta.
2. La afirmación hecha, últimamente, en relación con la Reaparición
de Cristo y para la inmediata consolidación del trabajo de
preparación.
Todo lo que hice para la Jerarquía es de importancia secundaria ante
estas dos enunciaciones de realidad espiritual.
El Tomo V del Tratado sobre los Siete Rayos queda por terminar, así
como el Tomo 11 de Discipulado en la Nueva Era, es todo lo que hay;
por lo tanto lo que queda puede ser fácilmente realizado antes de
que llegue a su fin mi plazo de treinta años. Otro trabajo me
espera según la reorganización de los esfuerzos jerárquicos
incidentales a la reaparición de Cristo y una más estrecha relación
que será entonces establecida entre la humanidad y la Jerarquía. El
trabajo de reorganización jerárquica es en la actualidad mayormente
interno, y no concierne actualmente a la humanidad.
He aclarado a todos ustedes el trabajo que deben hacer y no tengo la
intención en este mensaje final, de rogarles para que lo realicen
–fuera de pedirles que continúen donde yo dejo. Lógicamente me
refiero a mi trabajo exotérico.
A. A. B. desconocía totalmente que el trabajo que estoy haciendo
ahora debía terminar definitivamente en 1949, y nada tiene que ver
con su salud precaria. Sin embargo, tiene alguna relación con el
hecho de que ella haya reasumido un trabajo más activo como
discípulo en el Ashrama de su propio Maestro, después de veintiocho
años de servicio en el mío. Antes de que comenzara el trabajo de las
últimas tres décadas, sabía exactamente el tiempo de que disponía
para obtener los resultados deseados por la Jerarquía, y todo fue
meticulosamente llevado a cabo bajo un plan muy claramente
visualizado.
Primero, fue necesario encontrar el núcleo de personas por
intermedio de las cuales yo debía trabajar; por lo tanto, el primer
paso era escribir ciertos libros que contuvieran la nueva enseñanza
y actuaran, en consecuencia, como agentes selectivos para descubrir
a quienes trabajarían en el nuevo y emergente ciclo.
El comienzo de la Escuela Arcana por A.A.B. fue solo incidental a
este objetivo; su meta consiste en entrenar a esos discípulos que
pueden complementar el Plan y prepararse para la reaparición de
Cristo y, por lo tanto, la Escuela Arcana puede proporcionar un
grupo entrenado de trabajadores.
Diez años después, empecé a expandir la serie de contactos; la
enseñanza comenzó a llegar hasta los pensadores, en otros
continentes. Como resultado empecé a formar mi propio ashrama y a
buscar personas calificadas como discípulos en todos los países,
pero que necesitaban el impacto de la influencia de un ashrama de
segundo rayo. Cuando lo logré, fue posible la parte principal de la
segunda década de mi trabajo y, por lo tanto, escribí un folleto
titulado El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, donde llamaba la
atención sobre el hecho de que existían en la Tierra y en cada
nación, hombres y mujeres que (de alguna manera) reconocían a la
Jerarquía espiritual del planeta, poseían o estaban desarrollando
rápidamente la cualidad de no separatividad, y no se hallaban
limitados por una organización, sino principalmente por la misma
tendencia de sus ideas y por sus actividades comunes.
Constituían
un grupo que creaban subjetiva, espiritual, práctica y
abiertamente, una nueva forma de relación humana. Esta nueva
relación dio por resultado mutua comprensión y colaboración mental,
que no reconocen barrera ni limitaciones nacionales. En el aspecto
interno del incentivo y del esfuerzo espirituales, actualmente
trabajan como un solo grupo; en el aspecto externo de los asuntos
mundiales, quizá no se conozcan entre sí físicamente, ni lleguen
abiertamente a hacer contacto, sin .embargo están animados por los
mismos principios y llevan adelante –en todas las naciones y en cada
gran sector del pensamiento y del planeamiento humano– un trabajo
similar.
En esta década de mi trabajo, se inauguraron dos actividades
principales: la creación del movimiento de Triángulos y la
formación de Hombres de Buena Voluntad, que están en víspera de
una mayor actividad creadora. Constituyen un esfuerzo para
energetizar y relacionar a los miembros y adherentes del nuevo
grupo de servidores del mundo (particularmente organizar a las
personas de buena voluntad), descubrir y movilizar a los grupos
formados por el nuevo grupo de servidores del mundo en todo el
mundo, a fin de fortalecerlos, iniciando un esfuerzo masivo de
quienes oran, tienen buenas intenciones y creen en la divina
voluntad al bien, más aquellos que la complementan por medio del
amor –sin importarles lo que significa ese vago término. Así se creó
el núcleo de una gran síntesis en esta segunda década y tendrá
efectos duraderos en la vida y designios humanos. Debido a la
frustración planetaria y a la acrecentada actividad de las Fuerzas
del Mal, el trabajo de Triángulos y de los hombres de buena
voluntad ha sido formulado con más lentitud de lo que se esperaba
originalmente, pero no fue por culpa de ellos; este período de
frustración termina dentro de poco tiempo y el resultado será un
impulso grandemente acrecentado. Deberían ahora hacer sus planes
para una creciente respuesta, en lo que al público respecta.
En la tercera y última década de mi trabajo, llegó el momento y la
oportunidad de anunciar, en forma nueva y más enfática, lo que todas
las religiones mundiales han proclamado, que –con la debida
preparación y el establecimiento de una pronunciada tendencia hacia
las rectas relaciones humanas– llegó el momento en que Cristo podría
reaparecer y ocupar el lugar que le corresponde como Instructor del
Mundo. Nunca antes había puesto el énfasis sobre el necesario
trabajo de preparación. Los resultados de este pronunciamiento no
han tenido tiempo todavía de hacerse sentir, pero los primeros diez
años revelarán toda la importancia de lo realizado.
Con el mencionado pronunciamiento terminó mi trabajo designado; el
libro* que indicará la proximidad de este acontecimiento y las
líneas por las que se promoverá la nueva religión mundial, está
ahora en prensa. Llamaré la atención sobre el hecho de que el
concepto general de un Salvador del Mundo (siempre ligado a la
función del Cristo, no importa el nombre con que se designe al
excelso Hijo de Dios, en cualquier ciclo mundial) está en realidad
estrechamente relacionado con la función mucho más importante como
Instructor del Mundo. Las personas quieren ser salvadas, porque
ignoran su propia responsabilidad inmediata, destacada definidamente
por la enseñanza. Debe recordarse que la muerte simbólica en la
cruz, no trae la salvación sino la enseñanza dada por Cristo. Los
hombres deben salvarse a sí mismos, reaccionando y respondiendo a
la enseñanza dada en toda su pureza por Cristo, algo que ustedes
deberían inculcar enérgicamente; no son las interpretaciones
humanas lo que salvan al hombre, sino la forma con que inicia y
aplica lo que él comprende de la enseñanza. Los seguidores de Cristo
deben llevar lo antedicho a la conciencia de todos los seres humanos
con quienes establecen contacto.
Ésta es una breve reseña del trabajo que emprendí en nombre de la
Jerarquía y del Cristo, a Quien muy reverentemente considero mi
Maestro. El trabajo fue llevado a cabo con éxito; muchos de los que
leen estas palabras hicieron lo posible para ayudar y esto yo no lo
olvido ni la Jerarquía es desagradecida. Quizás –poseyendo una
visión mental más clara– descubran que aún pueden hacer mucho más.
Pienso indicar (también brevemente) lo que deberá realizarse en las
próximas dos décadas, pero primero me referiré a la situación del
mundo y su condición, porque ambas obstaculizaron el esfuerzo
jerárquico y particularmente lo que yo traté de hacer (llevar a cabo
una gran empresa jerárquica), allanando al mismo tiempo, en forma
extraordinaria, el camino para la reaparición de Cristo.
Cuando comencé el trabajo exotérico en 1919, no creí verme frustrado
por la segunda guerra mundial, o más bien por la fase final de la
Primera Guerra Mundial. La Jerarquía abrigaba la esperanza de que la
lección fuera suficientemente severa como para forzar los cambios
esenciales para el futuro del género humano. Pero la humanidad no
aprendió las necesarias lecciones. Como he dicho a menudo, la
Jerarquía –debido al divino principio del libre albedrío en la
humanidad– no puede predecir cómo actuarán los hombres en momentos
de crisis, ni puede obligar a seguir la buena senda de la vida
contra el deseo normal humano, porque las buenas acciones deben
llegar desde lo más profundo del pensamiento y sentimientos humanos
y surgir como un esfuerzo libre y no dirigido; la Jerarquía no puede
dar los pasos que impidan a los hombres cometer errores, pues los
hombres por los errores cometidos se dan cuenta "a través del mal,
que es mejor el bien", según lo expresó un gran poeta iniciado.
Todo
lo que la Jerarquía puede hacer es presentar la enseñanza necesaria
que dirigirá el pensamiento del hombre por líneas correctas;
también señalar el camino hacia las verdaderas relaciones y, al
mismo tiempo, demostrar objetivamente la índole del mal camino. La
Jerarquía siempre Lo hizo. Como grupo espiritual, Sus miembros
pueden estar y están contra el egoísmo, la codicia y todo lo que
trata de aprisionar al espíritu humano y coartar su libertad. Para
ilustrar diré que la Jerarquía se declaró en contra del
totalitarismo, que expresaron las dos grandes potencias, Alemania y
Japón, cuando precipitaron la segunda guerra mundial. La Jerarquía
es y seguirá siendo contraria a todo aspecto de codicia y
agresividad totalitarias, de cualquier tipo (sutil, no declarado o
abierto), que limite la libertad del individuo, del hombre
espiritual libre, cualquiera sea su etapa en la evolución.
Hacia el final de la segunda década de mi trabajo, el totalitarismo
alzó nuevamente su maligna cabeza, y la Jerarquía forzosamente se
opuso a este primordial principio del mal, pero nunca en contra de
un grupo de seres humanos. Observen esta frase. El punto que trata
de señalar es que la Jerarquía está inflexiblemente en contra de
cualquier demostración del principio de no libertad, sin tener en
cuenta la forma que adopte, pero está siempre de parte de la
humanidad. El espíritu del mal que animaba a las acciones alemanas
evocó toda posible oposición de las Fuerzas de la Luz y de su
fuente, la Jerarquía.
Actualmente este mal totalitario se está
expresando por intermedio de la planificación de la oligarquía
rusa, por intermedio del movimiento sionista y de todos los grupos
que tratan de encadenar y aprisionar al espíritu del hombre; pero a
los pueblos dominados por esta mala influencia y a los proyectos de
estos malignos grupos nunca se los considera bajó una luz distinta
del resto del género humano, sino como afectados por el espejismo, o
como débiles e ignorantes (que indudablemente lo son), pero jamás se
los separa, en los pensamientos y planes de la Jerarquía, del resto
de la humanidad. Al mal no se lo debe permitir ni consentir que
triunfe, sino que debe amarse a estos desdichados e ilusos
exponentes del mal, al igual que al resto de la humanidad. Esto es
algo difícil de comprender para el pensador ilógico, pero expresa
más verdaderamente la actitud del Cristo y de todos los que sirven
Su causa.
Al introducirse la codicia y el despiadado totalitarismo en la
palestra mundial, se frustró mucho de lo que yo había planeado y de
lo que todos trataron de realizar; fue grandemente impedido y
obstaculizado de muchas maneras el trabajo de los discípulos, pero
no por la visión de largo alcance sino por la acción de corto
alcance. Les pediría que no olviden esto. La visión persiste aunque
esté bloqueada la acción inmediata.
Es evidente que por las indicaciones dadas y las predominantes
tendencias mundiales, la codicia prevalece innegablemente en algunas
de las más poderosas naciones, por lo tanto, enfrentamos otro
período de frustración y de mayor dificultad mundial. El sentimiento
contra Rusia es muy fuerte entre las potencias occidentales y es
mayormente por su culpa, aunque se base primordialmente en dos
factores principales –uno de ellos malo y el otro bueno.
La errónea reacción se basa en la misma antigua triplicidad de
temor, codicia y envidia, y desde el ángulo de esas tres fases del
egoísmo, es totalmente justificable. El hecho en sí constituye una
dificultad mayor. Reflexionen sobre esto.
La correcta reacción se basa en la frustración de la idea o del
concepto de desarrollar un mundo pacífico y unificado –un mundo en
el cual no habría guerra y donde los hombres pudieran vivir
mutuamente en paz y seguridad y trabajar en todas partes sin
oposición alguna para establecer rectas relaciones humanas. Este
supermundo y esta humanidad unificada es un verdadero ideal, pero no
un proyecto factible.
Los trabajadores espirituales deberán enfrentar diversas
alternativas mundiales:
1. Un total predominio de Rusia, cuyo régimen abarcaría el planeta,
imponiendo su interpretación totalitaria de la doctrina comunista
(porque tiene una interpretación correcta y verdadera) negando la
libertad al individuo en interés del estado y –debido a la baja
opinión que se tienen de las masas humanas– regimentando en todas
partes su interpretación de la democracia.
2. Un mundo en donde todas las naciones vivan en un armisticio
armado, prevalezca eternamente la desconfianza, y la ciencia se
dedique al arte de la destrucción. En un mundo así deberá y se
producirá oportunamente una explosión, que destruirá a la humanidad,
tal como fue destruida anteriormente, según La Biblia y otras
Escrituras mundiales y los registros jerárquicos.
3. Un mundo en el que los Estados Unidos lleguen a ser factor
controlador, después de haber arrasado a Rusia, lo cual puede
hacerlo si actúa ahora. Será un mundo predominantemente capitalista,
regido por varias naciones, pero encabezadas por Estados Unidos.
Una nación capitalista no es necesariamente mala; el capital tiene
su lugar, y Rusia (el enemigo del capitalismo) de ninguna manera
está libre de la tendencia capitalista. Los móviles de Estados
Unidos están muy mezclados; avidez de dinero o su equivalente, tal
como el petróleo y, al mismo tiempo, sinceras buenas intenciones de
establecer la libertad humana en un mundo democrático –modelado,
lógicamente, de acuerdo a la democracia americana. Otro de los
móviles son el respeto al puño armado y al mismo tiempo el anhelo de
compartir los recursos económicos, y la bondad esencial que es una
fuerte característica americana –característica masiva. Esta
mezcolanza de móviles producirán oportunamente un mundo muy confuso,
en el cual se verá que la humanidad ha aprendido muy poco como
resultado de la Guerra Mundial (1914-1945), favoreciendo el ciclo
del control monetario bien intencionado.
4. Un mundo dividido en "bloques" para la ayuda mutua y la
participación económica. El tratado propuesto entre Gran Bretaña,
Francia y los países del Benelux, es un ensayo, aunque contaminado
por móviles objetables, desde el ángulo de la Jerarquía. El
principal factor que ha inducido a este tratado, es el temor, no
obstante contener las simientes de la esperanza. Nada hay
intrínsecamente erróneo en el hecho de que las naciones se agrupen
para ayuda mutua y colaboración económica. El factor erróneo se
introduce cuando se unen contra cualquier otro grupo de naciones y,
por lo tanto, contra cualquier grupo de seres humanos. Esta
actitud, ideada y sostenida por Rusia, ha conducido al concepto
relativamente nuevo de bloques opositores. En esta línea y con esta
actitud de agrupaciones antagónicas, sólo puede producirse un
desastre.
Los bloques en sí pueden ser buenos y apropiados si siguen líneas de
separaciones naturales, de diferencias de idioma y de distintas
culturas. Pueden ser esencialmente correctos si se formaron para
alcanzar metas económicas, educativas, religiosas y sociales y, por
consiguiente, no deben causar alarma. Tales bloques podrían ser
culturales y no militaristas, económicos y no codiciosos, y
proporcionarían un movimiento normal y progresivo, lejos del
nacionalismo separatista del pasado, que lleve hacia la lejana
creación del Mundo Uno y de la Humanidad Una. Esto se verá algún
día, después que la creación y el funcionamiento de los bloques
está preparado para un supergobierno, ni puede proporcionar todavía
los estadistas altruistas y entrenados que tal gobierno requeriría.
Hasta ahora este concepto contiene más simientes peligrosas que
útiles. No obstante, es un sueño que se materializará algún día,
después que la creación y el funcionamiento de los bloques hayan
probado cómo los hombres deberían trabajar y vivir juntos.
Las Naciones Unidas siguen siendo la esperanza del mundo y pueden
continuar siéndolo; es un gran campo de experimentación, pero hoy
están sufriendo las consecuencias de un error inicial. Ese error
consistió en admitir una potencia totalitaria en su seno. Durante
siete largos y terribles años las Fuerzas de la Luz combatieron al
totalitarismo. En los primeros días del período de posguerra las
naciones llegaron a una componenda de principios y admitieron a
Rusia en las Naciones Unidas. Si hubieran tratado de unir a las
otras naciones del mundo sobre la sólida base de una reforma
económica, de la necesaria reorganización nacional y de los grupos
regionales (término más apropiado que "bloques"), Rusia se habría
visto obligada a adaptarse, porque hubiera estado en juego su propia
existencia. Un error inicial puede conducir a muchas dificultades y
esto es lo que enfrentan actualmente las Naciones Unidas.
He expuesto aquí las posibilidades que pueden desafiar y enfrentar
el trabajo y nuevamente me niego a predecir lo que sucederá. No se
me permite hacerlo. He juzgado necesario resumir la situación,
porque en este mundo ustedes y todos los hombres de buena voluntad
tendrán que trabajar durante los próximos veinte años; este período
de estabilización, en el cual los discípulos del Cristo deben
prepararse para Su reaparición, no será fácil. Durante las dos
décadas venideras ustedes deberán hacer fructificar las simientes
que he sembrado. Aunque no estaré trabajando activa ni externamente
con ustedes y tampoco me comunicaré como lo he hecho durante los
últimos treinta años, tendrán mis libros (que entonces estarán
terminados) y la relación que ahora mantengo con ustedes y con
todas las actividades que he ayudado a inaugurar, permanecerán
básicamente las mismas; eso será más subjetivo, pero hay muchas
personas en el mundo que conocen los medios para llegar hasta mí.
En Cristo, a Quien yo sirvo como discípulo, y la Jerarquía
espiritual, de la cual soy miembro, se están acercando más
firmemente a la humanidad; en el pasado he afirmado para
alentarlos, que "la Jerarquía permanece"; hoy les digo "la Jerarquía
está cerca".
El trabajo que debe realizarse en las dos décadas venideras es el
siguiente, y no me extenderé sobre el mismo porque han sido
entrenados para realizarlo; saben lo que debe hacerse y la
responsabilidad es de ustedes –como lo será mi infalible ayuda:
1. Preparar a los hombres para la reaparición de Cristo. Éste es el
primer y mayor deber. La parte más importante de ese trabajo es
enseñar a los hombres –en amplia escala– a emplear la Invocación
para que llegue a ser una plegaria mundial, y a enfocar la demanda
invocadora de la humanidad.
2. Ampliar el trabajo de Triángulos, de manera que, subjetiva y
etéricamente, la luz y la buena voluntad puedan abarcar la Tierra.
3. Promover incesantemente el trabajo de Buena Voluntad Mundial,
para que cada nación pueda tener su grupo de hombres y, mujeres
dedicados al establecimiento de rectas relaciones humanas. El
núcleo lo poseen, deben por lo tanto iniciar la expansión. Tienen el
principio de la buena voluntad presente en todo el mundo; la tarea
será realmente pesada, pero está lejos de ser imposible.
4. Emprender la constante distribución de mis libros, que contienen
mucha enseñanza para la nueva era. En último análisis, los libros
son para ustedes las herramientas de trabajo y los instrumentos por
los cuales entrenarán a sus trabajadores. Traten de que circulen
constantemente.
5. Esfuércense por hacer del Festival de Wesak (en el momento de la
Luna llena de Tauro) un festival universal, que sea reconocido como
de valor para todos los credos. En este Festival dos Guías divinos,
de Oriente y de Occidente, colaboran juntos y trabajan en la más
estrecha unión espiritual; el Cristo y el Buda emplean este festival
cada año como punto de inspiración para el trabajo del año próximo.
Traten de hacer lo mismo. Entonces, las energías espirituales
estarán excepcionalmente disponibles.
6. Descubran a los miembros del nuevo grupo de servidores del mundo
donde sea posible, y fortalezcan sus manos. Búsquenlos en todas las
naciones y en todas las expresiones de las distintas líneas de
pensamiento y puntos de vista. Recuerden siempre que en doctrina y
dogma y en técnicas y métodos, podrán diferir ampliamente de
ustedes, pero en el amor a sus semejantes, en la buena voluntad
práctica y en la devoción para el establecimiento de rectas
relaciones humanas, están con ustedes, son sus iguales y
probablemente puedan enseñarles mucho.
Y ahora, ¿qué les diré para terminar, compañeros, hermanos y
condiscípulos míos? Les he dicho tanto durante los últimos años que
poco queda por decir; tienen todo lo que necesitan para llevar
adelante el trabajo y recibir el impulso de la Jerarquía, a través
de lo que he intentado hacer. Sólo puedo decir que confío en
ustedes y espero que no disminuyan sus esfuerzos. Se han dedicado y
consagrado y seguirán haciéndolo, porque el acercamiento de la
Jerarquía y la proximidad del Cristo demostraron ser crecientes
fuentes de fortaleza.
Que la bendición de Aquel a Quien todos servimos se derrame sobre
ustedes y los discípulos de todas partes, y que se dediquen
plenamente a ayudar a los hombres a pasar de la oscuridad a la luz y
de la muerte a la inmortalidad.
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