El mes pasado (Octubre 2017), las publicaciones más importantes de Occidente, como el semanario estadounidense Time, el diario francés Le Monde y la revista alemana Der Spiegel, imprimieron sus titulares en caracteres chinos o en pinyin anunciando al mundo entero:
Der Spiegel escogió el término chino xing lai (que significa "despertar") para anunciar su artículo "China - el despertar de un gigante".
Por una parte, el
artículo toma nota del despertar del gigante chino e interpreta la
visita del presidente estadounidense
Donald Trump como un acto de sumisión, incluso como
un traspaso del bastón de mando o del estatus de primera potencia
mundial.
Hoy se ven ante una China que ha alcanzado un poderío sin igual, que sobrepasa al mundo occidental en numerosos aspectos, tanto en el plano económico como en los sectores político, tecnológico y cultural.
Según Der Spiegel,
China y Occidente están condenados a vivir eternamente en conflicto.
...afirmando que el alza de la demanda china agravará la escasez de alimentos a escala mundial.
La realidad es que China
alimenta, no sólo a su inmensa población sino también al mundo
entero con una contribución de más de 30% al crecimiento económico
actual.
Pero ha resultado, desde aquel momento, que prácticamente ninguno de los países que emprendieron las reformas inspiradas por las élites occidentales ha podido desarrollarse correctamente. A veces hasta han retrocedido y en ciertos casos se hallan al borde del colapso.
Y hasta el propio
Occidente se ha dado cuenta finalmente de que su sistema no sólo
sería incapaz de salvar a China sino que su eficacia misma es en
definitiva muy discutible.
Por eso es que la
pregunta "¿Quién va a oponerse a China?" aparece cada vez más
frecuentemente en los medios de difusión occidentales. Y todas las
esperanzas recaen en Estados Unidos y en su presidente.
Las élites occidentales,
que desprecian la cultura china, harían mucho mejor en ir a buscar
en sus propios ancestros al menos una pizca de sabiduría.
Más recientemente, el
ex-canciller alemán Helmut Schmidt también recordó que
Occidente no debería reprochar a China el hecho de tener una forma
diferente de funcionamiento y que tendría más bien que mostrar
respeto a esta civilización milenaria, y también hacia sus recientes
reformas y su también reciente desarrollo, y dejar de cometer
errores sobre ella.
En vez de sacar enseñanzas del programa de desarrollo y de las reformas chinas, las élites occidentales mantienen un estado de ánimo belicoso y tratan de entorpecer el desarrollo de China.
Eso puede frenar a China
momentáneamente pero no puede afectar a largo plazo la dirección
general de su desarrollo.
China no debe prestar atención a todas esas "teorías".
Su desarrollo es lo más
importante.
|