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por Wanderer Enero 13, 2014 del Sitio Web Erraticario
En la introducción al libro de Nuccio Ordine, 'La Utilidad de lo Inútil', el autor expresa rotundo que, en tiempos de crisis económica, no todo está permitido, y que la crisis no puede justificar la destrucción de las prácticas humanas y solidarias:
Hay un breve ensayo firmado por Julia Honkasalo en el que la autora busca las semejanzas entre el informe en que, en 2009, Irene Khan, secretaria de Amnistía Internacional, ya denunciaba este desprecio por los derechos humanos que se escondía tras la crisis económica, y el pensamiento de Hannah Arendt quien, sesenta años atrás, ante la Declaración Universal de los Derechos Humanos, criticó su absoluta falta de realismo:
Escribe Honkasalo que,
La crítica de Arendt radica en que el ámbito político termina buscando su finalidad en supuestos externos, supra-políticos, como Dios, la naturaleza o la historia universal.
Es la comunidad la que otorga el derecho a tener derechos que reclama indignado Ordino y que recomienda escéptica Arendt.
Continúa Honkasalo:
Puesto que la potestad de proporcionar o no derechos depende de la voluntad de cada Estado nación, siempre se ha estimado necesaria una estructura política mundial que los comprometa como solución a la falta de respeto de los Derechos Humanos.
Pero, ay… todo hombre que alcanza el poder tiende a abusar de él, que dijo Montesquieu.
Hace falta un poder que frene al poder, dicen los padres de la idea de separación de poderes. Y ese complejo mundo de las ciencias políticas se devana los sesos buscando la solución al problema de la convivencia humana.
El universo se sostiene sobre una tortuga; ¿y la tortuga? Pues, hombre, sobre otra tortuga…
Arendt nunca creyó en el éxito de esta idea. Detrás de todo poder, hay seres humanos. La universalidad de los derechos está condenada a fracasar por la fragilidad, la accidentalidad e imprevisibilidad de la condición humana y, por consiguiente, de las instituciones en que se desenvuelve y expresa tal condición.
La crítica de Arendt se resume, en palabras de Honkasalo, en que:
Al respecto, cuenta Slavoj Zizek en Viviendo el final de los tiempos que fue Confucio,
...esto es, el mito por el que se legitima un nuevo sistema de poder:
Pero esta alusión a la tradición suele ser una creación más que una transmisión, "una necesaria ilusión estructural" que haga referencia a un orden natural superior sobre el que sustentar las acciones de los hombres.
Los legalistas chinos, por su parte,
Así, si el hombre es malo por naturaleza, esa maldad innata es la que permite endurecer el sistema de leyes y justificar la acción totalitaria.
Además, el sistema legal será siempre tan complejo que permite tomar, sin posibilidad de enmienda, la decisión más conveniente desde el punto de vista del gobernante.
En resumen: la verdad de la ideología no cuenta; lo importante es "cómo funcionan los mitos y rituales ideológicos, su papel para mantener el orden social".
El orden se basa, desde el principio de los tiempos, no tanto en la distinción entre lo que está permitido y lo que está prohibido como en la regulación de tales prohibiciones, de manera que siempre habrá excepciones por las cuales justificar, conforme a la ley, la violación de la ley.
Para ponernos más cultos si cabe, Zizek recurre a Santo Tomás para explicar lo dicho.
Se trata de la "universalidad con excepciones", mediante la cual se busca resolver la brecha entre la ley universal y su aplicación concreta. La universalidad, al ser abstracta, tiene que ser tergiversada para servir al pragmatismo de las circunstancias particulares.
Por ejemplo, para resolver la contradicción entre la sociedad feudal y las enseñanzas cristianas:
Hegel, por su parte, hablaría de "universal concreto", concepto que, señala Zizek, difiere del "universal con excepciones" en que, mientras éste es una cuestión de imposibilidad de aplicación de lo abstracto, aquél evoca de forma sutil que hay algo erróneo en el universal que exige su modificación.
Por ejemplo, en el caso de la pena de muerte como ley permitida en sistemas legales del "primer mundo" civilizado, pero que no es aplicada gracias a infinidad de prerrogativas que permiten escurrir el bulto y no tocar el principio abstracto que la legitima.
Así, observamos dos aspectos de una misma imposibilidad:
Todo lo dicho se resume en que toda sociedad, organizada inevitablemente bajo una ideología, incluida la ideología que pretende no ser una ideología, necesita su código oculto, sus leyes no escritas, brutales y despiadadas que todos conocen pero nadie reconoce, que son las que realmente hacen funcionar la sociedad y permiten desde la sombra que perviva la fantasía de valores en cuestión.
La época del terror que sucedió a la Revolución francesa es un ejemplo de la incapacidad para trasladar la universalidad abstracta a circunstancias concretas; cualquier intento deriva en furia autodestructiva al comprender su impotencia.
De hecho, la advertencia de Arendt en Los Orígenes del Totalitarismo es que todo buen sistema totalitario se reconoce por su empeño en suprimir las diferencias y las contingencias humanas en nombre de la seguridad nacional y el bienestar del orden establecido, o establecido por el orden, pues esta parece la única vía de incluir los ideales en el plano de esta nuestra materia.
Aquí cabe incluir uno de esos chistes populares a los que recurre habitualmente Zizek:
Y es que todo gran relato sobre la historia - cristiano, liberal, hegeliano, marxista, fascista - no es más que un intento por hacerse cargo de la complejidad del mundo y orientar su explicación hacia los fines de unos intereses concretos, escribe Sloterdijk en En el mundo interior del capital.
El estado del bienestar tranquilizó al ser humano y le hizo creer que había progresado en eso de la ética y el respeto por la vida y tal. No se daba cuenta, hasta ahora, que sólo el excedente, las sobras, los desperdicios de la acción del progreso, era lo que permitía mantener la ilusión.
Sin ese excedente, regresa la cruda verdad.
No se trata de que en tiempos de crisis esté o no esté todo permitido. En realidad, siempre estuvo permitido todo. Es solo que, por estos lares, se podía disimular.
Como escribe Arendt en Los orígenes del totalitarismo:
Al final, "la única "reconciliación" entre lo universal y lo particular es la de la excepción universalizada:
Toda ideología está condenada a fracasar por naturaleza puesto que es la relación entre individuos la que define las relaciones concretas, no los universales de la ideología.
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