por Armando Mendoza

extracto de "Bajolalupa", n°10

2009

del sitio Web Scribd

 

2009 y 2010 serán años difíciles para el mundo, incluyendo al Perú, por la grave crisis crediticia e hipotecaria que viene padeciendo una de las economías más grandes del mundo. Nos encontramos ante la crisis financiera más grande desde el "Crack" de 1929.


El 2008 será recordado no solo como el año en que el sistema financiero intemacional implosionó y cayó en una profunda crisis - que aún no sabemos cuanto durará. También se recordará como el año en que los paradigmas político-económicos impuestos desde los años 90 fueron resquebrajados por sus propias y profundas contradicciones.


Nos referimos al Consenso de Washington y el neoliberalismo rampante, la obsolescencia del Estado, el auge del capitalismo salvaje, el crecimiento financiero perpetuo, etcétera: la realidad se ha tomado su revancha sobre estas ilusiones, imponiendo un proceso de transformación de las reglas de juego.

 

El futuro será - literalmente - diferente.

 

 


¿CÓMO Y CUÁNDO EMPIEZA ESTA PROFUNDA CRISIS?


Para el año 2007 los sistemas económicos y financieros globales llevaban ya varios años de un auge sostenido, con inversionistas, empresarios, gobiernos y consumidores norteamericanos, todos beneficiándose de un crecimiento de riqueza que parecía no tener fin, con empresas cada vez más grandes, ricas y poderosas.

 

Esta fiesta de prosperidad llegó a un abrupto final a mediados de ese año, cuando algunos bancos y financieras en Estados Unidos e Inglaterra comenzaron a experimentar serios problemas de liquidez. Es decir, cuando reconocieron que no contaban con suficientes fondos para hacer frente a sus obligaciones.


Al principio, los mercados asumieron que los problemas de estas entidades eran casos aislados: algunos bancos habían hecho malas inversiones y estaban en problemas, pero los mercados se mantendrían estables y solventes y la vida continuaría tal cual. Pronto la realidad les mostraría su error.


Uno tras otro, más bancos y financieras comenzaron a revelar graves pérdidas, sus activos y valores empezaron a derrumbarse y el pánico comenzó a extenderse, no sólo entre las economías del primer mundo, sino también hacia los países en vías de desarrollo, incluyendo al Perú.

 

Pronto lo que se había creído eran casos aislados de bancos en problemas, se transformó en una crisis financiera y económica global que ha puesto al mundo frente a un periodo de enorme incertidumbre y ha remecido hasta sus cimientos los principios del capitalismo.

 

 


¿CÓMO PUDO OCURRIR ESTO?


Aunque la crisis financiera y económica es un proceso complejo, con múltiples factores que han influido en su origen y desarrollo, en lo fundamental este proceso se generó por el desbalance entre la economía real (que se basa en la riqueza que efectivamente hay) y la economía virtual (que se basa en la riqueza que se piensa que habrá).


Respetados académicos y financistas, en el Perú y el mundo, proclamaban que habíamos entrado a un periodo de expansión continua, donde las rentabilidades de las empresas serían cada vez más altas, sus cotizaciones en la bolsa se elevarían sin parar y el crédito podría crecer indefinidamente por encima de la producción.


¿Cómo sucedió esto? La génesis del problema está en Estados Unidos, país que durante años ha disfrutado - en su condición de superpotencia política y financiera - de enormes ventajas para acceder a crédito público y privado para financiarlas operaciones de su gobierno y el consumo de sus ciudadanos.

 

Las políticas aplicadas por el Gobierno de George Bush - propulsadas por su estrategia de "Guerra contra el Terror", incluyendo las invasiones y ocupaciones de Afganistán e Irak - han significado un enorme dispendio de recursos y fabulosos niveles de gasto nunca antes vistos, que se han financiado con préstamos y emisión de deuda pública.


La deuda del Estado norteamericano se ha disparado en los últimos años de manera impresionante, superando los US$ 10 trillones, suma fantástica que equivale a nada menos que 100 veces el producto bruto interno del Perú


Pero no solo se han distorsionado crecientemente las finanzas públicas estadounidenses sino también las privadas.

 

Para poder mantener el crecimiento económico y del consumo, el gobierno estadounidense mantuvo durante años las tasas de interés extraordinariamente bajas, abaratando el costo del dinero y fomentando un gasto excesivo por parte de familias y empresas.


 

 

¿Y qué ha dicho sobre esto el Premio Nobel Paul Krugman?

 El economista norteamericano Paul Krugman ha recibido el Premio Nobel de Economía este año

 
¿Qué dijo Krugman sobre la actual crisis financiera mundial, iniciada en EE.UU.?

 
En primer lugar, condenó a la “ortodoxia republicana” que durante los últimos 30 años ha logrado reducir cada vez más el rol del Estado y que rebajó los impuestos a los más ricos con el argumento que eso haría crecerá la economía.

 

Esas medidas debilitaron a la economía norteamericana y la idea deque menos impuestos significan más empleos no resultó cierta (“Tax cuts didn't work”). De igual modo, la desregulación financiera, impulsada por el senador conservador Phil Gramm es, seguramente, la responsable principal de la crisis mundial que vivimos.

 
Desatada la crisis, cuando los bancos de inversión (para los que no existía ninguna forma de regulación)empezaron a quebrar y necesitaron ser salvados por el Estado, Krugman escribió que si las instituciones necesitan ser rescatadas tal como lo son los bancos comerciales, entonces, deben ser reguladas como ellos (“if institutions need to be rescued like banks, they should be regulated like banks”).

 
Cuando la crisis se agravó y la Fed decidió comprar las llamadas “acciones basura” que poseían los bancos, Krugman rechazó esa medida afirmando que sí el gobierno proveía de capital a los bancos y financieras, debería pedir a cambio una participación en la propiedad de esas empresas afín de que no se beneficien con ello quienes son los responsables de la crisis de esas instituciones (“if the government is going to provide capital to financial firms, it should get what people who provide capital are entitled to - a share in ownership, so that all the gains if the rescue plan works don't go to the people who made the mess in the first place”).

 

Esto nos recuerda, dolorosamente, el rescate que en el Perú se hizo de los bancos Latino y Wiese, operación en la que perdió el Estado Peruano (todos nosotros) y resultaron ganadores los propietarios que habían hecho quebrara esos bancos.

(JO)


 

Como consecuencia, la economía norteamericana se ha convertido en una economía de exceso e irresponsabilidad, con consumidores que viven muy por encima de sus reales capacidades y recursos, gracias a un acceso irrestricto al crédito.


Adicionalmente, la visión ideológica del Gobierno de Bush, que encarna a la derecha más conservadora y reaccionaria, ha fomentado el desmantelamiento del Estado, la concentración de la riqueza y la promoción del “capitalismo salvaje”.

 

Así, las regulaciones sobre los mercados financieros y de crédito fueron profundamente relajadas, bajo la consigna de que el Estado era innecesario y que el libre mercado lo resolvía todo. De esta manera, se favoreció que se dieran préstamos hipotecarios a familias sin capacidad de pago, y que luego esos préstamos fueran “empaquetados” en títulos y bonos que eran clasificados triples A, es decir, casi sin riesgo.


Fue así como se construyó un auge económico basado no en la real producción de riqueza sino en la mera especulación, no en la inversión responsable sino en la apuesta descuidada, y donde las expectativas por mayores ganancias, irrazonables e injustificadas, terminaron contagiando y emborrachando a todos.

 

La economía y finanzas de los Estados Unidos se vieron envueltas en una juerga de gasto y consumo nunca antes vista.

 

 


TODO TIENE SU FINAL...


La burbuja especulativa alimentada por el crédito barato se reflejó en los más diversos mercados: los precios de las materias primas - minerales, petróleo, alimentos - subieron enormemente en los últimos años impulsados por la fe ciega en que la demanda por estos productos continuaría creciendo indefinidamente, al igual que las acciones de empresas y bancos crecieron desorbitadamente con la ilusión de ganancias infinitas.


Lo mismo sucedió con el mercado de créditos inmobiliarios estadounidense, precisamente cuando la burbuja empezó a reventar.

 

El acceso a crédito hipotecario se hizo tan fácil que millones de familias se embarcaron en comprar casas, lo que llevó a su vez al alza de los precios de las viviendas.


La creciente oferta de hipotecas para viviendas llegó al punto que cualquiera podía financiarse la compra de una casa, incluso sin cumplir con los más mínimos requerimientos; los bancos concedían alegremente hipotecas a personas sin ingresos ni garantías. El negocio para ellos era prestar, prestar y prestar, y no preocuparse, porque conseguir dinero era cada vez más fácil y el valor de las viviendas era cada vez mayor.


A la larga, como era previsible, un número considerable de hipotecas correspondía a familias sin capacidad real de pago, que simplemente estaban apostando a que su vivienda se valorizaría tanto que les sería posible refinanciar su deuda.


Así, la expansión inmobiliaria en Estados Unidos fue construida, literalmente, sobre arenas movedizas, con millones de hipotecas incobrables ocultas bajo una refinanciación creciente: las deudas se pagan con nuevas y mayores deudas.


Las consecuencias dramáticas de esta situación, sin embargo, sólo pueden explicarse por la desaforada política de desregulación llevada a cabo por los adalides del libre mercado. Como los controles del sistema financiero habían sido brutalmente reducidos, muchos bancos invirtieron excesivamente en el mercado de hipotecas, más allá de lo razonable y lo prudente.

 

Y cuando los prestatarios comenzaron a incumplir sus pagos, estos bancos se encontraron con que poseían una gigantesca cantidad de hipotecas cuyo valor real se estaba derrumbando: habían hecho préstamos que no podrían recuperar, pero seguían teniendo las mismas obligaciones para con sus depositantes e inversionistas.

 

Estaban quebrados, muy quebrados.


Así se inició una reacción en cadena, donde estas inversiones riesgosas en activos de dudoso valor han generado enormes pérdidas para sus accionistas y a su vez, la caída del valor de sus acciones ha desatado el pánico en los mercados financieros y crediticios de todo el mundo - incluyendo al Perú. Nadie está seguro de nada en el sistema financiero actual, porque no se sabe quienes tienen esos “activos tóxicos”, es decir, esas inversiones financieras que ya no valen nada.

 

Cualquier banco o financiera podría quebrar, y uno perder su dinero.

La contracción del crédito y la pérdida de riqueza se han trasladado ya a la economía real: en Estados Unidos y el mundo entero, el consumo de las empresas y las personas se ha contraído y los niveles de producción y de empleo empiezan a caer.

 

 


LO QUE SE VIENE


Los intentos por parte de los EE.UU., Europa y Japón por controlar la crisis han sido hasta ahora infructuosos.

 

El cuestionado "Salvataje Financiero" propuesto por el Gobierno de Bush mediante la fabulosa suma de US$ 700 billones, ha sido fuertemente criticado por buscar protegerlos intereses de sus millonarios inversionistas mientras ignora el drama de millones de familias de escasos recursos que se ven amenazadas con perder sus hogares.

 

Este gigantesco "Salvataje Bancario" le costará nada menos que US$ 2,300 a cada habitante (hombre, mujer y niño) de los EE.UU.

 

 

La última y desesperada medida adoptada por el Gobierno de los EE.UU. es una amarga ironía:

el Gobierno ha decidido comprar parte de las acciones de los bancos en mayores problemas, convirtiéndose de hecho en socio y accionista de estos bancos. Ello equivale en la práctica a una nacionalización de la banca norteamericana, en la mismísima sede del capitalismo y del libre mercado.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...

Visto que la crisis financiera se está transformando en una crisis de la economía real, hoy es consenso que estamos ante las puertas de una recesión global durante la cual los niveles de ingreso y consumo de millones de personas se reducirán y muchos caerán en la pobreza y la indigencia.


Se estima que en el 2009 el crecimiento económico de los EE.UU. será literalmente cero o negativo, lo mismo que en Europa y Japón. En el Perú, las ilusiones de mantener el alto ritmo del crecimiento registrado en el pasado se están desvaneciendo rápidamente. La meta oficial de 7% de crecimiento del PBI para el 2009 es evidentemente inalcanzable.


¿Cuánto durará esta situación? La verdad es que nadie lo sabe. La caída en los niveles de actividad seguirá hasta que la economía real no se ajuste, sincerando los exorbitados niveles de consumo en países como EE.UU., y los precios no se estabilicen en niveles reales.

 

¿Cuándo sucederá eso? No hay respuesta exacta, pero la experiencia histórica indica que podrían pasar al menos dos años antes de que veamos la luz al final del túnel.

 

El 2009 y el 2010 serán años difíciles para el mundo, incluyendo al Perú.
 

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