del Sitio Web LaVanguardia
QUE CONTRIBUYÓ AL DESASTRE AFGANO EN LOS OCHENTA Y PROPUSO EN LOS NOVENTA TROCEAR RUSIA EN TRES REPÚBLICAS, FUE UN AUTOR MUY LEÍDO EN MOSCÚ.
El inocente obituario que este diario le dedicó al día siguiente afirmaba que,
Los obituarios en otros periódicos, por no hablar de los de Estados Unidos, fueron casi tan kafkianos como los dedicados en su día a Richard Holbrooke, aquel otro que se nos fue.
Por ahí ninguna
sorpresa...
Brzezinski y los
paquidérmicos generalotes del ejército soviético lo dotaron de las
armas más modernas y lo convirtieron en primera línea del frente de
la guerra fría, con el criminal resultado de destrucción y
carnicería que hoy se mantiene.
Los cañones de los blindados que en diciembre de 1979 entraron en el país desde Uzbequistán, Tadzhikistán y Turkmenistán, no tenían más de 30 grados de alzada y eran completamente inútiles en los desfiladeros del Hindukush.
El ejército soviético estaba compuesto por jóvenes reclutas sin preparación, mal alimentados y sin motivación, frecuentemente sometidos a crueldades por sus propios compañeros más veteranos.
Aquella guerra fue para
ellos - por no hablar de la población civil afgana - una
pesadilla...
Recuerdo haber leído los
ecos de aquel mito washingtoniano en la columna de un periodista de
El País, que entonces era un diario más serio que el
inservible producto actual.
Brzezinski organizó la financiación y el rearme del universo tribal afgano desde Pakistán bien antes de la intervención soviética de diciembre de 1979, tal como reconoció en 1998 en una célebre entrevista con el Nouvel Observateur, otro medio que entonces aun se podía leer.
La directiva de asistir clandestinamente a los opositores al régimen de Kabul se firmó el 3 de julio de aquel año, es decir cinco meses antes de la intervención soviética.
Preguntado sobre si se arrepentía de aquello, sobre todo a la luz del impulso que recibió el integrismo islamista armado ("futuros terroristas") respondió:
La guerrilla afgana tuvo sus santuarios en las cuevas y túneles a prueba de bombas construidos con ayuda de la CIA en las montañas Spin Ghar de la provincia de Nangarhar, lindante con la turbulenta frontera noroccidental de Pakistán.
Brzezinski se fotografió allí, junto al célebre Khyber Pass, disparando hacia territorio afgano con un Kalashnikov.
El pasado13 de abril, un
mes antes de su muerte y 38 años después de aquello, la aviación de
Estados Unidos lanzó contra aquel complejo de cuevas y túneles su
famosa bomba
MOAB, un monstruo de 9000 kilos de
explosivos cuyo impacto lo arrasa todo en un radio de tres
kilómetros y se asemeja mucho al de una bomba nuclear aunque sin
radioctividad.
¿Con qué resultado
militar?
De los 407 distritos del país solo el 20% pueden considerarse bajo control y otro 37% bajo su influencia, es decir un 15% menos que en 2015.
Una tercera parte de los distritos se califican como "en disputa" y otro 10% bajo total o parcial control de los rebeldes. En 2016 se registraron 60 "incidentes de seguridad" diarios y solo en el primer trimestre del año en la capital, Kabul, 132 personas y otras 347 resultaron heridas en atentados.
Esa cifra ha sido
superada por las víctimas de un solo atentado, el del 31 de mayo
(150 muertos y más de 300 heridos). Cuatro días después de su
muerte, la obra a la que Brzezinski tanto contribuyó continua
prosperando...
Su también muy polaco ciego odio a Rusia, en cualquiera de sus formas, le acompañó toda su vida:
Como estratega, los diagnósticos de Brzezinski fueron muchas veces completamente errados, como cuando en 1962 descartó vehementemente cualquier posibilidad de una ruptura chino-soviética, una realidad que lanzaba señales desde finales de los cincuenta, pero la dimensión criminal de sus decisiones fue siempre considerable:
Una de sus últimas geniales proposiciones, expuesta en 1997 en The Grand Chessboard - American Primacy and its Geostrategic Imperatives, fue la de trocear la Rusia de Yeltsin, entonces un régimen amigo, en tres repúblicas:
Tanto a las potencias europeas, como a Turquía y Japón, Brzezinski los designaba como "vasallos".
Ese elocuente delirio, que tanto recuerda a los planes hitlerianos de Alfred Rosenberg para la URSS, Brzezinski lo definía como,
En el mismo libro, cuya traducción al ruso fue un éxito de ventas, Brzezinski enunciaba como,
El escenario a evitar era,
En eso, desde luego, no
erró...
Nunca, ni en lo más crudo
de la guerra fría, hubo en Moscú políticos y expertos medianamente
relevantes - e incluso marginales - que se permitieran soñar con
el troceamiento territorial del rival estratégico
estadounidense.
Los militares soviéticos habían escenificado una conferencia de prensa con los ancianos del lugar que actuaban con manifiesta rigidez para loar la beneficiosa presencia de aquellos en su país, que tocaba a su fin.
Los mujaidines de Gulbudin Hekmathiar bombardearon aquella conferencia de prensa con los morteros proporcionados por la CIA.
No hubo víctimas, pero una de las lámparas del salón del hotel en el que transcurría el acto cayó al suelo y se hizo trizas por la onda expansiva.
Los disparos se
mantuvieron durante toda la noche, antes de iniciar de madrugada un
regreso por tierra a Kabul jalonado por las tumbas de soldados
soviéticos en cirílico y blindados despanzurrados y oxidados en el
fondo de los barrancos que daban fe de las emboscadas sufridas en
aquella ruta, en la que muchos años después sería asesinado el
periodista Julio Fuentes.
Se ultimaba la jugada ucraniana: el cambio de régimen en Kiev y la imposición de un acuerdo económico con la Unión Europea que excluía a Rusia:
Ucrania rechazó aquel acuerdo, un proyecto de factura germano-polaca con el apoyo de Estados Unidos que debía concluir con bases de la OTAN en Crimea.
La perspectiva de lo que
habría sido una humillación histórica determinó y explica
sobradamente la respuesta de Putin, generalmente presentada
como 'loca' agresión expansionista...
...todos ellos invitados a aquel cónclave de la OTAN y el complejo militar-industrial de Europa y América.
Brzezinski presidió el debate sobre Ucrania en el que Alemania, el país que devastó militarmente Ucrania tres veces en el siglo XX, amenazó con sanciones al gobierno de Kiev.
Los alemanes ya tenían preparado el futuro gobierno ucraniano, aunque mantenían diferencias a ese respecto con Washington, como luego evidenció el famoso "fuck the EU" de la vicesecretaria de Estado Victoria Nuland.
La revuelta popular de Kiev y la oscura masacre que fue su colofón, hicieron el resto.
Theo Sommer y otros organizaron meses después un cónclave en Berlín sobre los planes militares alemanes.
También allí se esperaba la asistencia de Brzezinski, pero no pudo asistir, nos explicaron, porque el viejo se había lesionado jugando al golf.
Resultó que Brzezinski, uno de esos locos peligrosos que tanto cuentan en la estrategia imperial y que contribuyó, dentro de sus limitadas posibilidades, a un mundo peor y más violento, también era un ser 'humano', amante padre de familia y mortal, que jugaba al golf...
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