por Michael Hudson del Sitio Web Editorial-Streicher
El Libro V de
La Política de Aristóteles
describe la eterna transición de las oligarquías que se transforman en
aristocracias hereditarias, que terminan por ser derrocadas por tiranos o
desarrollan rivalidades internas cuando algunas familias deciden “apoderarse
de las multitudes", lo que conduce a la democracia, dentro de la cual una
nueva oligarquía surge otra vez, seguido de aristocracia, democracia,
etcétera, a través de toda la Historia.
Ella polariza la riqueza para
crear una clase acreedora, cuyo gobierno oligárquico finaliza cuando nuevos
líderes ("tiranos" para Aristóteles) ganan el apoyo popular anulando las
deudas y redistribuyendo la propiedad o tomando su usufructo para el Estado.
Para que las deudas de un soberano llegaran a
hacerse extensivas a la nación entera, los representantes elegidos tuvieron
que decretar impuestos para pagar los cobros de intereses.
Ellos están exigiendo austeridad fiscal e incluso liquidaciones
privatizadoras.
En respuesta, las democracias están exigiendo consultas populares sobre si hay que pagar a los acreedores vendiendo la esfera pública y aumentando los impuestos para imponer el desempleo, salarios decrecientes y depresión económica.
La alternativa es
depreciar las deudas, o incluso anularlas, y reafirmar el control regulador
sobre el sector financiero.
...decretaban tabula rasa para los deudores
para conservar el equilibrio económico
Administrado primeramente a
principios del tercer milenio a.C. como un arreglo contractual entre los
templos y palacios de Sumer y los comerciantes y empresarios que normalmente
trabajaban en la burocracia monárquica, el interés del 20% (duplicando la
cifra inicial en cinco años) se suponía que se aproximaba a una parte justa
de las ganancias por el comercio a larga distancia o el arriendo de tierras
y otros bienes sociales como talleres, barcos y tabernas.
Las Leyes de Hammurabi (c. 1750 a.C.) anulaban sus deudas en tiempos de inundación o sequía. Todas los gobernantes de su dinastía babilónica comenzaban su primer año completo en el trono anulando las deudas agrarias para limpiar los atrasos en los pagos decretando que las deudas volvieran a cero.
Los esclavos, la tierra o los derechos de cosecha y otras prendas eran
devueltos a los deudores para "restaurar el orden" a una idealizada
condición "original" de equilibrio. Esta práctica sobrevivió en el llamado
Año del Jubileo de la ley mosaica descrito en Levítico capítulo 25.
Las leyes de Hammurabi protegían a los aurigas
y a otros combatientes de ser reducidos a la esclavitud por deudas, e
impedían a los acreedores tomar las cosechas de los arrendatarios en las
tierras Reales y otras tierras públicas y en la tierra comunal que debía
suministrar mano de obra y servicio militar al palacio.
Según Diodoro de Sicilia (I, 79, escrito hacia 40-30 a.C.), él decretó que si un deudor impugnaba la reclamación, la deuda era anulada si el acreedor no podía respaldar su reclamación con un contrato escrito (parece que los acreedores siempre han sido propensos a exagerar los saldos adeudados).
El faraón razonó que,
El hecho de que los principales acreedores del Cercano Oriente fueran el palacio, los templos y sus cobradores, hizo políticamente fácil anular las deudas.
Siempre es fácil anular las deudas que se le deben a uno mismo. Incluso los emperadores romanos quemaban los registros tributarios para prevenir una crisis. Pero fue mucho más difícil anular lo adeudado a acreedores privados cuando la práctica de agregar interés a la deuda se extendió después hacia el oeste a los reinos mediterráneos aproximadamente hacia 750 a.C.
En vez de permitir a las familias equilibrar los ingresos y los gastos, la deuda se convirtió en el principal instrumento de expropiación de tierras, polarizando a las comunidades entre oligarquías de acreedores y clientes endeudados.
En Judá, el profeta Isaías (5:8-9) condenaba a los acreedores que imposibilitaban la redención de los bienes, que,
El poder del acreedor y el crecimiento estable raramente han ido juntos.
La mayoría de las deudas personales en este período clásico eran el producto de pequeñas cantidades de dinero prestadas a individuos que vivían al borde de la subsistencia y que no alcanzaban a vivir con sus ingresos. La confiscación de tierras y bienes - y de la libertad personal - obligaba a los deudores a la esclavitud, que llegaba a ser irreversible.
Antes del siglo VII a.C. surgieron los "tiranos" (líderes populares) para derrocar las
aristocracias en Corinto y otras ciudades griegas ricas, ganando apoyo
mediante la cancelación de las deudas. En una manera menos tiránica, Solón
fundó la democracia ateniense en 594 a.C. prohibiendo la esclavitud por
deudas.
Ellos fueron asesinados y sus partidarios fueron desterrados.
Esta ha sido una constante política de la Historia desde la
Antigüedad, en que los intereses de los acreedores se oponían tanto a la
democracia popular como al poder Real capaz de limitar la conquista
financiera de la sociedad - una conquista que tenía por objetivo adjuntar a
las reclamaciones de deudas el pago de intereses en tanto el excedente
económico lo hiciera posible.
...gana la Guerra Social, esclaviza la
población y provoca una Edad Oscura
Aristóteles no mencionó la construcción del Imperio como parte de su esquema político, pero la conquista extranjera siempre ha sido un importante factor en la imposición de deudas, y las deudas de guerra han sido la principal causa de la deuda pública en los tiempos modernos.
La imposición de deudas más ruda de la Antigüedad fue la hecha por Roma, cuyos acreedores se esparcieron para plagar el Asia Menor, su provincia más próspera.
El gobierno de la ley casi desapareció cuando los "caballeros" acreedores dueños de tabernas llegaron. Mitrídates VI, rey del Ponto, lideró tres rebeliones populares, y las poblaciones locales en Éfeso y otras ciudades se amotinaron y mataron aproximadamente a unos 80.000 romanos en 88 a.C.. El ejército romano tomó represalias, y Sila impuso un tributo de guerra de 20.000 talentos en 84 a.C.
Los cargos por intereses multiplicaron esta suma por seis hacia 70 a.C.
Los líderes populistas procuraron ganar seguidores abogando por la cancelación de las deudas (p.ej., la conspiración de Catilina en 63-62 a.C.). Ellos fueron asesinados.
Antes del siglo II d. C. aproximadamente un cuarto de la población fue reducido a la esclavitud. Hacia el siglo V la economía de Roma colapsó, despojada de dinero.
La vida
de subsistencia regresó a los distritos rurales.
Pero las deudas Reales empeoraron cuando los reyes murieron.
Los Bardi y los Peruzzi quebraron en 1345 cuando Eduardo III rechazó su deuda de
guerra. Las familias bancarias perdieron aún más por préstamos a los
déspotas de Borbón y Habsburgo en los tronos de España, Austria y Francia.
El acceso al crédito "era en consecuencia el arma más poderosa de ellos en la lucha por su libertad", escribió Richard Ehrenberg en su Capital y Finanzas en la Época del Renacimiento (1928):
El éxito financiero del gobierno parlamentario fue así establecer deudas que no eran simplemente obligaciones personales de los príncipes, sino que eran realmente públicas y obligatorias, sin tener en cuenta quién ocupaba el trono.
Esto es por qué las dos primeras naciones democráticas, los Países Bajos y Gran Bretaña después de su revolución de 1688, desarrollaron los mercados de capital más activos y procedieron a convertirse en potencias militares principales.
Lo que es irónico es que fue la necesidad de financiar la guerra la que promovió la democracia, formando una trinidad simbiótica entre,
...vinculación que ha durado hasta el día de hoy.
Las más despóticas España, Austria y Francia encontraron mayores dificultades en la financiación de sus aventuras militares.
Hacia el final del siglo XVIII Austria fue dejada "sin crédito, y
por consiguiente sin mucha deuda", el país peor armado y el menos solvente
de Europa, totalmente dependiente de las subvenciones y garantías de
préstamo británicas en la época de las guerras napoleónicas.
...pero luego presionan para
conseguir la oligarquía
En Francia, los seguidores de Saint-Simon promovieron la idea de los bancos actuando como fondos de inversión, ampliando el crédito a las acciones gananciosas. El Estado alemán hizo una alianza con la industria bancaria y la industria pesada. Marx escribió con optimismo sobre cómo el socialismo haría finanzas productivas más bien que parásitas.
En Estados Unidos la regulación de los servicios públicos iba de la mano con ganancias garantizadas.
En China, Sun-Yat-Sen escribió en 1922:
La Primera Guerra Mundial vio a Estados Unidos sustituir a Gran Bretaña como la principal nación acreedora, y hacia el final de la Segunda Guerra Mundial había acaparado aproximadamente el 80% del oro monetario del mundo.
Sus diplomáticos formaron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial junto con áreas orientadas hacia los acreedores, que financiaron la dependencia comercial, principalmente en Estados Unidos. Los préstamos para financiar el comercio y los déficits de pagos estaban sujetos a "condicionalidades" que cambiaron la planificación económica de oligarquías y dictaduras militares clientes.
La respuesta democrática a los resultantes proyectos de
austeridad que estrujan el servicio de la deuda fue incapaz de ir mucho más
allá de disturbios contra el Fondo Monetario Internacional, hasta que
Argentina rechazó su deuda externa.
Las pérdidas por malos préstamos bancarios y especulaciones son incluidas en el estado de cuentas nacional mientras se reduce progresivamente el gasto público e incluso vendiéndose la infraestructura.
La respuesta de los contribuyentes atrapados en la deuda
resultante ha sido montar
protestas populares que comenzaron en Islandia y
Letonia en Enero de 2009, y demostraciones más ampliamente masivas en Grecia
y España este otoño (boreal), para protestar por la respuesta negativa de
sus gobiernos a proponer consultas populares sobre estas funestas "operaciones
de rescate" de inversionistas extranjeros.
El abandono de este papel bajo el lema del "libre mercado" lo deja en las manos de los bancos. Pero el privilegio de la planificación, de la creación de crédito y su asignación, resulta ser aún más centralizado que el de los funcionarios públicos elegidos. Y para hacer las cosas peor, el marco de tiempo financiero es un golpe por sorpresa de corto plazo, finalizando con el despojo de los bienes.
Buscando sus propias ganancias, los bancos tienden a destruir la economía.
El excedente termina por ser consumido por
el interés y otros 'gastos financieros', no dejando ingresos para nueva
inversión de capital o gastos sociales básicos.
Las deudas aumentan exponencialmente, absorbiendo el superávit y reduciendo a la mayor parte de la población al equivalente de peón de la deuda.
Para restaurar el equilibrio económico, el clamor de la Antigüedad en pro de la cancelación de las deudas buscaba lo que el Cercano Oriente de la Edad del Bronce consiguió por decreto Real:
En tiempos más modernos, las democracias han impulsado un Estado fuerte para cobrar impuestos a los ingresos y riqueza de los rentistas, y cuando se lo pide, para rebajar el valor de las deudas. Esto se hace más fácilmente cuando el Estado mismo crea el dinero y el crédito.
Se hace menos fácilmente cuando los bancos traducen sus ganancias en poder político.
Cuando a los bancos se les permite ser auto-regulados y se les da el poder de veto sobre las regulaciones gubernamentales, la economía se distorsiona para permitir a los acreedores acceder a apuestas especulativas y al fraude absoluto, que han marcado la década pasada.
La caída del Imperio romano demuestra lo que sucede cuando las demandas de los acreedores no son comprobadas.
Bajo estas
condiciones, la alternativa a la planificación del gobierno y a la
regulación del sector financiero se convierte en un camino a la condición de
peón de las deudas.
Los ingresos de la propiedad privatizada o no gravada con impuestos la "libera" de ser empeñada a los bancos, y le permite ser capitalizada con préstamos más grandes. Financiada por el "apalancamiento" de la deuda, la inflación del precio de los bienes aumenta la riqueza de los rentistas mientras endeuda la economía en general.
La economía se contrae, cayendo en
una contabilidad negativa.
En la práctica esto significa la consolidación de su control sobre la política, que ellos usan de maneras que posteriormente polarizan las economías. El modelo básico es lo que ocurrió en la antigua Roma, cambiando desde la democracia a la oligarquía.
De hecho, el dar la prioridad a los banqueros y
dejar que la planificación económica sea dictada por la Unión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, amenaza con
despojar el Estado-nación del poder de acuñar o imprimir dinero y establecer
impuestos.
Más bien que dejar la opción política en manos de consultas populares, el rescate de bancos organizado por la Unión Europea y el Banco Central Europeo representa ahora la categoría más grande de la creciente deuda nacional.
Las deudas de los bancos privados asumidas en los estados de cuentas gubernamentales en Irlanda y Grecia, han sido convertidas en obligaciones de los contribuyentes.
Lo mismo es verdadero para los 13 billones de dólares de EE.UU. añadidos
desde Septiembre de 2008 (incluidos los 5,3 billones de dólares de los malos
créditos hipotecarios de Fannie Mae y Freddie Mac asumidos en el estado de
cuentas del gobierno, y los 2 billones de dólares de cambios de dinero
efectivo por basura [cash for trash] de
la Reserva Federal).
Comisionados por los cabilderos de los acreedores, su
papel es sólo contar cuánto desempleo y depresión son necesarios para
extraer un superávit para pagar a los acreedores por deudas que están ahora
en los libros. Lo que hace a este cálculo contraproducente es el hecho de
que la contracción económica - el desinflamiento de la deuda - convierte la
carga de la deuda en aún más impagable.
Mediante sus medios de comunicación y
grupos de expertos, ellos han convencido a la población de que el modo de
enriquecerse más rápidamente es tomar dinero prestado para comprar bienes
inmuebles, acciones y bonos cuyo precio está en alza - siendo éste inflado
por el crédito bancario - y rescindir los impuestos progresivos a la riqueza,
del siglo pasado.
Su objetivo es desactivar los controles y equilibrios públicos, cambiando el poder de la planificación a las manos de la alta finanza bajo el supuesto de que ésta es más eficiente que la regulación pública. La planificación del gobierno y los impuestos son acusados de ser "el camino a la servidumbre", como si los "mercados libres" controlados por los banqueros con libertad de acción para actuar imprudentemente no estuvieran planeados por intereses especiales con procedimientos que son oligárquicos, no democráticos.
A los gobiernos se les dice que tienen que
pagar las deudas adquiridas por las operaciones de rescate, no para defender
países en una guerra militar como antaño, sino para beneficiar a la capa más
rica de la población, transfiriendo sus pérdidas a los contribuyentes.
Las deudas impuestas por decreto, por gobiernos o agencias financieras extranjeras ante una fuerte oposición popular, pueden ser tan tenues como aquellas de los Habsburgo y otros déspotas en épocas pasadas. Careciendo de la validación popular, ellas pueden morir con el régimen que las contrajo.
Los nuevos gobiernos pueden actuar
democráticamente para subordinar el sector bancario y financiero para servir
a la economía, y no al revés.
Un principio matemático básico así como político está en acción:
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