
	por Manuel Freytas
	14 Diciembre 2012
	
	del Sitio Web
	IARNoticias
	
 
	
		
			
				
					
						
						El sistema 
						capitalista, no es otra cosa que una organización 
						delictiva legalizada convertida en abstracción numérica.
						
						 
						
						Es una simple operación matemática (robar al prójimo con 
						la política y la guerra) que terminó convertida en una 
						civilización: El sistema capitalista nivelado como 
						“mundo único” a escala planetaria.
					
				
			
		
	
	
	 
	
	
	
	 
	
	 
	
	 
	
	Resumido, el capitalismo no es nada más que una 
	empresa de ladrones comunes, que niveló a escala planetaria un “sistema” (económico, 
	político y social) para legalizar y legitimar con leyes e instituciones un 
	robo masivo y planetario de trabajo social y de recursos naturales, 
	disfrazado de “economía mundial”. 
	
	En la economía, el corazón estratégico del sistema capitalista, no existen 
	ni la verdad ni la mentira (son sólo moralismos antitéticos para controlar 
	cerebros), sino que existen situaciones objetivas e intereses comerciales que 
	determinan el qué y el para qué de los procesos económicos.
	 
	
	 
	
	
	
	 
	
	
	
	Y hay que tener en cuenta un principio probado por la historia: La guerras 
	militares no se hacen para matar (la muerte es solo un emergente del robo) 
	sino para dominar países, apoderarse de sus recursos y sus mercados y 
	robarlos con total impunidad. Toda la historia del capitalismo (y de los 
	sistemas imperiales que lo precedieron) está marcada por esa dinámica .
	
	Como definición el capitalismo no es solamente un modelo económico, sino un 
	sistema de dominación mundial establecido como civilización única.
	
	
 
	
	
	La “economía global”
	
	En el actual diseño de “economía mundial trasnacionalizada” no son (en forma 
	práctica) los gobiernos ni los países quienes deciden cuánto se produce y 
	para quién se produce a escala mundial, sino las corporaciones y los bancos 
	trasnacionales que tienen el dominio sobre las tres estructuras económicas 
	básicas del sistema capitalista:
	
		
		La estructura de producción, la estructura 
	de comercialización y la estructura financiera.
	
	
	Esta dinámica funcional arroja la primera contradicción histórica del 
	sistema: 
	
		
		El capitalismo solo produce para quien quien puede pagar por los 
	bienes y servicios producidos. La producción (controlada por las 
	corporaciones transnacionales) no está orientada por la búsqueda del bien 
	social sino por la búsqueda de la rentabilidad empresarial capitalista.
	
	
	 
	
	
	
	 
	
	 
	
	Esta asimetría funcional (del trabajo social y la apropiación individual) es 
	la clave determinante de la existencia de ricos y pobres, de incluidos y 
	excluidos, de empleados y desocupados, dentro de la pirámide histórico 
	funcional del sistema capitalista nivelado como “civilización única”.
	
	Es más, la llamada “civilización” capitalista, sus instituciones, sus 
	sistemas políticos y jurídicos, su cultura, sus reglas morales, sus credos 
	religiosos, su arte, su arquitectura, sus ciudades, sus universidades, sus 
	construcciones filosóficas, fueron edificadas a partir del robo y la 
	esclavización de seres humanos.
	
	Todo en el sistema capitalista, nace y empieza por el robo. O sea, empieza 
	por la economía. Y luego, como decía Hauser, viene la abstracción, política, 
	social y cultural, para disfrazar el robo.
	
	En la Argentina se dice popularmente ¿”Dónde está el curro” (que significa 
	“dónde está el negocio”), para descubrir la estafa que subyace detrás del 
	discurso abstracto y retorcido de la tecnocracia económica de la City 
	económica.
	
 
	
	
	
	El axioma funcional
	
	La economía del capitalismo empieza con dos frases
	
		
		Compro barato y vendo 
	caro.
		
			
			Compro mano de obra barata (la explotación del hombre por el hombre), compro 
	barato y controlo toda la producción (medios económicos), controlo todo el 
	mercado (la comercialización), controlo todo el sistema financiero (la 
	moneda), compro acciones baratas y las vendo caras (la especulación 
	financiera) controlo todo el comercio exterior (el mercado internacional) 
	evado o pago impuestos irrisorios (control de gobiernos), y luego vendo la 
	producción al precio más caro (la hegemonía monopólica de la economía).
		
	
	
	La diferencia matemática resultante de esta ecuación, es la ganancia 
	capitalista (generadora de concentración de riqueza en pocas manos), 
	producida por un sistema que no está orientado a satisfacer la demanda 
	social colectiva sino a satisfacer la rentabilidad privada de los macro-bancos 
	y mega-empresas que controlan todo el proceso económico.
	
	El primer axioma funcional de un capitalista sionista (los padres del 
	sionismo de Wall Street) es vender caro y comprar barato, lo que da como 
	resumen la ganancia capitalista.
	
	Eso exactamente es lo que hicieron los bancos y grupos financieros sionistas 
	que controlan 
	la Reserva Federal y las tasas de interés, con la “burbuja 
	hipotecaria”, primero, y con la “crisis hipotecaria” después.
	
	Si el capitalista dijera la verdad abierta (su único mensaje efectivo y real 
	que es el robo), las masas lo colgarían a los cinco segundos.
	
	Así como al usurero lo protegen las leyes y la policía, la existencia impune 
	del sistema capitalista solo se justifica por la existencia de los Estados 
	imperialistas (con EE.UU. a la cabeza) con sus aparatos militares y sus 
	arsenales nucleares rodeando como un anillo de muerte a países y recursos 
	estratégicos.
	
	Si las mayorías tomaran conciencia del macro-robo capitalista no habría 
	refugio en todo el mundo para proteger a los empresarios y banqueros de la 
	ira popular.
	
	Por eso el capitalismo inventó y le dio identidad y escalas de “prestigio” a 
	la cultura, a las universidades, y más recientemente a los medios de 
	comunicación. 
	
	 
	
	Son los grandes ocultadores y legitimadores del robo 
	capitalista ejecutado a escala masiva y con total impunidad.
	
 
	
	
	
	La telaraña del robo
	
	Quien se interese en la investigación de sistemas y procesos económicos 
	productivos (tanto de las potencias centrales como de los países periféricos) 
	podrá comprobar que tanto los recursos naturales como los sistemas de 
	producción y de comercialización a escala global están hegemonizados por no 
	más de 200 bancos y corporaciones empresarias transnacionales cuyas casas 
	centrales se encuentran en EE.UU. o Europa.
	
	Estos gigantes “diversificados” e interactivos (ligados a través de 
	infinitos vasos comunicantes) de la producción, el comercio y las finanzas 
	mundiales, están liderados por los 30 primeros primeros consorcios 
	trasnacionales que cotizan en el 
	
	índice Dow Jones de Wall Street, el centro 
	financiero del capitalismo a nivel mundial. 
	 
	
	 
	
	
	
	 
	
	
	
	Dentro de esta lógica económica funcional del capitalismo, los Estados 
	capitalistas (tanto del mundo imperial como del mundo dependiente) solo 
	cumplen una función reguladora y ordenadora (elaboración de leyes, cobros de 
	impuestos, gobernabilidad política y jurídica, etc.) sobre la actividad 
	económica desarrollada por las corporaciones privadas que hegemonizan las 
	decisiones y el control sobre los recursos naturales, la producción y la 
	comercialización de los bienes y servicios que consume la genéricamente 
	llamada “humanidad”.
	
	En el sistema capitalista está todo a la vista. 
	
		
	
	
	Se pueden rastrear los procesos, verificar (en cifras 
	numéricas) como bancos y empresas trasnacionales controlan el comercio 
	interno, el comercio exterior y el sistema financiero de los países (tanto 
	centrales como periféricos).
	
	Con sólo leer y comparar los números, las “inversiones” y el saldo rentable, 
	se puede verificar y hacer un seguimiento de la depredación económica (la 
	transferencia de riqueza y de recursos) que realizan los conglomerados 
	capitalistas multinacionales que controlan gobiernos y países.
	
	
 
	
	
	La sociedad de consumo
	
	Para cumplir con sus objetivos de dominación imperial (orientada a la 
	depredación económica y a la conquista de mercados) el sistema capitalista 
	utilizó históricamente (y sigue utilizando) dos técnicas básicas combinadas: 
	
	
		
			- 
			
			El pensamiento individualista (como matriz de conducta social orientada a 
	imponer la conciencia atomizada imperial por sobre la conciencia nacional de 
	los países y sociedades conquistadas)    
- 
			
			La desaparición de la frontera entre 
	el dominador y el dominado (orientada a imponer al dominado el pensamiento y 
	la ideología del dominador). 
	
	 
	
	
	
	 
	
	 
	
	Mediante la publicidad comercial (la ideología del consumo) y la sociedad de 
	consumo (la conducta consumista), el sistema capitalista niveló (en una fase 
	de su desarrollo histórico) una “conciencia universal” basada y adaptada a 
	los esquemas funcionales del mercado y a la búsqueda de rentabilidad 
	comercial capitalista.
	
	Los teóricos de la izquierda solo han llegado a la raíz “economicista” y 
	“militarista” del sistema capitalista sin ahondar en el rol funcional que 
	cumplen los medios de comunicación y la sociedad de consumo en el esquema 
	del dominio sin el uso de las armas.
	
	Hoy el sistema capitalista, masivamente y a nivel planetario, ya no domina 
	con ejércitos militares sino con ejércitos mediáticos y técnicas de 
	manipulación cerebral orientadas al direccionamiento de conducta masiva con 
	fines de control político y social.
	
	
 
	
	
	La expansión 
	transnacional
	
	Destruido el Estado nacional (la barrera de contención territorial del 
	capitalismo trasnacional) y sustituida la “conciencia social” por la 
	“conciencia individual”, se rompe toda escala de pertenencia de los 
	individuos a una particular línea histórica de sociedad, familia, lengua, 
	cultura, tradiciones y creencias (propias de un país y de sus fronteras 
	geográficas) para convertirlos en terminales funcionales de una “conciencia 
	universal” consumista del sistema capitalista nivelado a escala planetaria 
	como “civilización única”.
	
	De manera tal que, durante la vigencia del capitalismo “transnacional”, el 
	esquema referencial de “socialización” de los individuos ya no se parametran 
	en los “valores locales” sociales, históricos y culturales de cada país, 
	sino en los ”valores universales” expresados por formas del consumo de 
	pensamiento social, modas, etc., enmarcados en la conciencia individualista.
	
	Esta nivelación de conducta y pensamiento social individualista (que se 
	puede confirmar en lo que reflejan a nivel planetario las grandes cadenas 
	informativas y la propia Internet) permite alienar y “des-socializar” al 
	individuo de su entorno natural y social (extrañamiento) y convertirlo en 
	una pieza funcional destinada a consumir los diferentes productos y 
	programas que el sistema capitalista utiliza para generar rentabilidad y 
	dominar a escala planetaria.
	
	El objetivo final es convertir y nivelar planetariamente al ser en una 
	célula funcional del macro robo capitalista de la sociedad de consumo 
	masificada también como ”ideología única”.