por Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada, México
23 Julio 2010
del Sitio Web
IARNoticias
El dominio omnipotente del
dolarcentrismo, incluida la relativa bipolaridad compartida con el
euro, constituía el reflejo del orden unipolar que ha llegado a su
fin con la decadencia multidimensional de EU, cuando el mundo se
mueve hacia un nuevo orden multipolar que imperativamente debe
traducirse en una pluralidad de las divisas de los grandes actores
del planeta. |
Una de las señales trágicas de la recesión
global, causada por los especuladores de Wall Street y su horda de Madoffs y
Soros, ha sido la colosal disparidad entre la economía real y el vigente
financierismo (impuesto por la banca israelí-anglosajona), lo cual se
subsume en el anómalo dominio del dolarcentrismo que ha llegado a su ocaso,
pero que no ha sido sencillo remplazar por los grandes actores del planeta.
La gran incongruencia de inicios del siglo XXI es que el dolarcentrismo
ejerce todavía su prevalencia - mediante su cobertura por las bombas
nucleares de EU y su complejo militar industrial, ya no se diga sus triunfos
en dos guerras mundiales y en la guerra fría - mediante un papel-chatarra que
arrastra una deuda impagable (según el célebre "reporte Wagelin", alcanzaría
600 por ciento del PIB; ver Bajo la Lupa, 21/10/09) y exhibe monumentales
déficit fiscal y presupuestal en una sociedad hedonista que desconoce el
ahorro y la mesura al haberse volcado al consumismo frenético que vive
parasitariamente a expensas de los ahorros del resto del planeta.
Esta situación aberrantemente singular y monopólica del dolarcentrismo llegó
a su paroxismo durante la unipolaridad estadounidense y fue mínimamente
atenuada por la aparición del euro, que hoy sufre los embates de los
chacales de Wall Street y la City.
La tragedia financiera global es doble, ya que ambas divisas trasatlánticas
siguen siendo las dos principales reservas globales, pese a la notable
vulnerabilidad del euro y a la decadencia multidimensional de EU:
el Dólar
estadounidense entre 60 y 65 por ciento del total mundial, seguido del Euro,
en casi 25 por ciento.
A las dos "superdivisas" trasatlánticas, paradójicamente más endebles que
nunca, que en su conjunto disponen entre 85 por ciento y 90 por ciento
global, le siguen muy a lo lejos la agónica libra esterlina, con casi 3.5
por ciento, y el yen nipón (3.2 por ciento).
Las migajas (entre 3 y 8 por
ciento) son dejadas a los restantes 173 países que forman la ONU
(descontados los 16 de la eurozona).
La relativa bipolaridad del dólar estadounidense y del euro - sin perder de
vista que el poderío del billete verde es más del doble que el de la divisa
común europea - más los apéndices de las divisas de dos aliados de EU (Gran
Bretaña y Japón), se refleja en la cuatripolaridad de la tenencia de los
derechos especiales de giro (la "moneda canasta" y/o "unidad contable") del
FMI.
Hoy el dólar estadounidense parece haber optado por su divorcio del euro, lo
cual ha sido exquisitamente fomentado por la banca israelí-anglosajona.
David P. Goldman (alias Spengler), uno de los voceros del sionismo
financiero global y polémico analista de Asia Times (21/7/10), truena contra
cinco países (cuatro católicos y uno ortodoxo) de los 16 de la eurozona, a
los que ubica en el "matadero" tildándolos de "cerdos" y califica en forma
despectiva de
PIIGS (acrónimo en inglés acuñado por la prensa británica:
Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España).
El dominio omnipotente del dolarcentrismo, incluida la relativa bipolaridad
compartida con el euro, constituía el reflejo del orden unipolar que ha
llegado a su fin con la decadencia multidimensional de EU, cuando el mundo
se mueve hacia un nuevo orden multipolar que imperativamente debe traducirse
en una pluralidad de las divisas de los grandes actores del planeta.
En la desglobalización y su concomitante regionalización es tan anómala la
persistencia de la unipolaridad del dolarcentrismo como la ausencia de un
nuevo orden financiero multipolar.
Bajo la Lupa había propuesto el lanzamiento de la "divisa
BRIC" para suplir
la unipolaridad del dolarcentrismo (Bajo la Lupa, 9/6/09), lo cual no ha
sido fácil de implementar.
Durante el reciente Foro Económico Internacional en San Petersburgo, el
presidente ruso, Dimitri Medvedev, promovió el rublo como reserva para,
"reducir el dominio del dólar y convertir a Moscú en un centro financiero
global", al unísono de otras divisas que serían seis (Bloomberg/Business
Week, 19/6/10).
Medvedev reveló que "discute seriamente (sic)" con China la creación de una
divisa de reserva - en este caso el rublo - y su ampliación a otras opciones
globales, lo cual "hace solamente tres o cinco años parecía una fantasía".
A su juicio, "el mundo necesita seis divisas de
reservas", que no especificó y que interpretamos deductivamente como las
siguientes:
-
el dólar estadounidense
-
el euro
-
el yuan
-
el rublo
-
el dólar
canadiense
-
el dólar australiano
Si Rusia, que posee la tercera reserva global, discute el nuevo orden
financiero multipolar con quien detenta la primera reserva (China), ergo, el
yuan es un candidato sólido para la hexapolaridad geofinanciera de Medvedev,
quien critica el domino del dólar estadounidense pero en ningún momento lo
exorciza, mientras impulsa la permanencia del euro:
"la emergencia del euro
como divisa para rivalizar el dominio de dólar ayudó a suavizar el impacto
de la crisis global. Si el mundo dependiera completamente del dólar, la
situación habría sido más difícil".
Si por sus actos los juzgaréis, entonces, los otros dos candidatos serían el
dólar canadiense y el dólar australiano, que han sido incorporados a la
canasta internacional de reservas del Banco Central de Rusia, como informó
su primer vicepresidente, Alexei Ulyukayev (Bloomberg/Business Week,
16/6/10).
Es evidente que Rusia apuesta tanto al economicismo (por encima del
fracasado financierismo especulativo), así como al auge de las materias
primas que detentan pletóricamente Canadá y Australia, dos miembros
prominentes de la anglósfera, quienes se han manejado convenientemente
durante la recesión global.
Llama la atención que Medvedev haya dejado de lado al real brasileño que -
ya sea solo o, mucho mejor, bajo el estandarte del sucre (la divisa común
sudamericana) - debe formar parte del nuevo orden financiero multipolar.
-
¿Dónde queda la rupia india en la
hexapolaridad de Medvedev?
-
¿Tanto la rupia india como el real
brasileño y/o el sucre sudamericano serían incorporados en una fase
ulterior?
-
¿Que advendrá de la libra esterlina, el
yen nipón y el franco suizo?
No faltan trabas al diseño de Medvedev
proferidas, como era de esperarse, por Stanley Fisher, gobernador del banco
central de Israel, quien alegó que si un país desea alterar (¡supersic!) el
presente orden (sic) económico, incluyendo el número de divisas de reserva,
debe convertirse en un centro financiero internacional "donde se pueda
vender y comprar con facilidad".
Es interesante que Fisher haya salido al quite como uno de los prototipos de
la banca israelí-anglosajona y el sionismo financiero global:
nacido en la
anterior colonia británica de Zambia, formado en la London School of
Economics y en el MIT, asesor de la tesis doctoral de Ben Shalom Bernanke
(presidente de la Reserva Federal), así como ex vicepresidente del Banco
Mundial, vicedirector ejecutivo del FMI y vicedirector de Citigroup.
Queda patente que el mayor obstáculo a la multipolaridad de las divisas
proviene de la banca israelí-anglosajona y del sionismo financiero global,
que insisten en mantener su control unimundial vía el financierismo
especulativo.