por Esther Vivas
Agosto 4, 2009.
del Sitio Web
ElProyectoMatriz
Esther Vivas es co-coordinadora de los libros “Supermercados, no gracias”
(Icaria, 2007) y “¿Adónde va el comercio justo?” (Icaria, 2006). Artículo
aparecido en el suplemento Altermundo nº13 del periódico Galicia Hoxe. |
A día de hoy hablar de comercio justo implica incorporar la perspectiva de
la soberanía alimentaria. Ambos conceptos están estrechamente unidos y el
primero no es posible sin asumir las premisas del segundo.
Cuando nos referimos al comercio justo consideramos una serie de criterios
de producción en origen: de respeto al medioambiente, de pago de un salario
digno, de igualdad de género…, a la vez que reivindicamos su aplicación a
todos los actores que integran la cadena comercial.
¿Qué sentido tendría
establecer unos criterios para el productor y no para el punto de venta?
Estos criterios, de justicia social y medioambiental, que deben ser tenidos
en cuenta en todo el “recorrido vital” de un producto, están íntimamente
ligados al principio de la soberanía alimentaria.
La soberanía alimentaria es,
-
el derecho de los pueblos a controlar sus
políticas agrícolas y alimentarias
-
el derecho a decidir qué cultivar, qué
comer y cómo comercializar
-
a producir localmente respetando el territorio
-
a tener en nuestras manos el control de los recursos naturales: el agua, las
semillas, la tierra…
En la actualidad la producción agrícola responde al afán de lucro
capitalista de las empresas multinacionales y de
las élites políticas que
las amparan; lo que comemos viene determinado por unos intereses económicos
que no tienen en cuenta nuestras necesidades alimenticias ni los límites de
producción del planeta; los recursos naturales están privatizados.
Los
alimentos se han convertido en una mercancía donde su valor original, el de
alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.
Estos principios de la soberanía alimentaria aplicados al comercio justo,
nos llevan a hablar:
-
de un comercio justo de proximidad, exceptuando aquellos
productos que no se elaboran en nuestro territorio
-
de un comercio justo
respetuoso con el medioambiente y controlado por las comunidades
-
de un
comercio justo que combate las políticas neoliberales y a las
multinacionales.
De este modo, podemos hablar de un comercio justo local, ya sea en el norte
o en el sur:
-
comer fruta y verdura fresca de temporada producida por
campesinos en base a unos principios de justicia social y medioambiental
-
acceder a estos productos a través de los mercados locales y la red de la
economía solidaria
Del mismo modo que podemos hablar de un comercio justo
internacional, del sur al norte y viceversa, para aquellos productos que no
se producen localmente.
Aquí, si adquirimos productos como el café, el azúcar, la quínoa… debemos de
asegurarnos que responden a estos principios de soberanía alimentaria, donde
su comercialización internacional sea un complemento a su distribución
local, a la vez que la compra de estos productos en establecimientos
solidarios nos garantiza la transparencia y la justicia en todo el recorrido
del producto.
Visto lo anterior,
-
¿Qué podemos decir de un café de comercio justo en una
estantería de un supermercado?
-
¿De una miel que nos llega de Ecuador?
-
¿De
los plátanos de una gran plantación latinoamericana con su certificación
correspondiente?
-
¿Es esto comercio justo?
Si tomamos como principio la
soberanía alimentaria, ninguna de estas prácticas lo es.
Una gran superficie que basa su beneficio,
-
en la explotación de sus
trabajadores
-
en extorsionar a los campesinos y proveedores
-
en fomentar un
consumismo irresponsable,
…nunca podrá llevar a cabo un comercio justo.
La importación de miel de Ecuador y su consiguiente impacto ambiental, por
más que haya sido elaborada con criterios sostenibles, no ésta justificada
en la medida en que contamos con mieles locales producidas con estos mismos
criterios.
Que plantaciones bananeras en manos de la industria
agroalimentaria, como
Chiquita y
Dole, produzcan plátanos con sellos de
comercio justo, mientras que en otras fincas explotan a sus trabajadores y
acaban con la producción local, tampoco es comercio justo.
La consecución de la soberanía alimentaria y de un comercio justo sólo será
posible con el trabajo conjunto de organizaciones de base campesinas, de
consumidores, sindicalistas, ecologistas… que apuesten por otro modelo de
agricultura, de comercio y de consumo al servicio de los pueblos y del
medioambiente.
Para conseguirlo, la alianza campo y ciudad, Sur y Norte es
imprescindible.