Parte 12 por Daniele Ganser 2 Agosto 2013 del Sitio Web VoltaireNet
Al igual que Bélgica y los Países Bajos, también
fue invadido y ocupado por el ejército alemán durante la Segunda Guerra
Mundial. Sin embargo, contrariamente a Bélgica - país donde el Senado nombró
una comisión investigadora - y los Países Bajos - donde varios
investigadores realizaron estudios sobre el tema - existe hoy en día muy
poca información sobre la red stay-behind creada en Luxemburgo [1].
Al igual que en Bélgica y en los Países Bajos, la idea tenía su origen en las experiencias vividas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando redes similares habían tratado, con muy relativo éxito, de luchar contra la ocupación alemana en el Gran Ducado.
Al crearse la OTAN, en 1949, Luxemburgo se unió a la alianza atlántica, que a partir de entonces comenzó a coordinar las redes clandestinas.
Nunca más debía encontrarse un país mal preparado ante una guerra y una posible ocupación, explicaba el primer ministro para justificar la lógica de la red secreta:
Aunque algunos parlamentarios consideraban que el ejército secreto que la OTAN dirigía por debajo de la mesa había actuado en violación de la soberanía nacional de los Estados europeos, el primer ministro Santer, quien presidió después la Comisión Europea, afirmó que nunca había sido así:
Esto implica que la organización stay-behind de
Luxemburgo también se hallaba bajo la coordinación de la OTAN y que
participó por ende en las reuniones secretas de los comités ACC y CPC,
incluyendo la conferencia del ACC que se reunió en Bruselas el 23 y el 24 de
octubre de 1990, bajo la presidencia del general Van Calster.
El primer ministro se limitó a confirmar que la organización había sido dirigida por el Servicio de Inteligencia del Gran Ducado:
El primer ministro daba a entender que el Gladio creado en Luxemburgo también había sido equipado con el sofisticado sistema de comunicación Harpoon durante los años 1980:
Santer no se extendió mucho sobre el papel que el MI6 y la CIA habían desempeñado en Luxemburgo, pero confirmó que en caso de guerra el ejército secreto debía colaborar con unidades de fuerzas especiales, o sea posiblemente con los SAS británicos y los Boinas Verdes estadounidenses.
Precisamente en momentos en que el público se enteraba de que los ejércitos secretos no habían sido una simple precaución sino más bien un instrumento utilizado para sembrar el terror, el primer ministro insistió en que la,
Jacques Santer sabía que en muchos países, y sobre todo en la vecina Bélgica, pero también en Italia, en Grecia, en Turquía, en Francia, España y Portugal, se estaban acumulando pruebas que demostraban la responsabilidad de los combatientes stay-behind en atentados y en otros actos de terrorismo tendientes a influir en el clima político.
Así que precisó:
Al no existir una investigación independiente, las palabras del primer ministro fueron tomadas como buenas, aunque una buena cantidad de parlamentarios deploró que los representantes de los electores no hubiesen sido informados sobre aquellos preparativos de guerra secreta.
Santer se limitó a abordar muy superficialmente la cuestión del control parlamentario de aquel tipo de estructura existente en el seno mismo del Estado, excluyendo además la idea de que ese tipo de control fuese posible.
El primer ministro, quien había sido él mismo parlamentario desde 1974 hasta 1979, compartía la concepción - muy extendida entre los servicios secretos - de que los parlamentarios tienen tendencia a hablar demasiado y que son de hecho incapaces de guardar un secreto.
Aún con la mejor voluntad del mundo, hubiesen acabado revelando lo que debía mantenerse en secreto.
Como conclusión de su breve alocución, el primer ministro afirmó que ni él ni ninguno de sus ministros habían sido informados de la existencia de la red clandestina de la OTAN en el país:
Aquella explicación no convenció a todos los parlamentarios.
Aquella confesión significaba, en efecto, que un ejército secreto había operado en Luxemburgo a espaldas y fuera de todo control no sólo del Parlamento sino también del gobierno.
El primer ministro fue incapaz de ofrecer una respuesta satisfactoria a esta delicada pregunta y reprochó indirectamente a la OTAN el hecho de haber creado un ejército secreto en el país:
Santer quiso convencer al Parlamento de que la red no había utilizado en ningún momento sus armas y explosivos ni había estado implicada en actividades ilegales en tiempo de paz ya que,
El primer ministro subrayó que,
La historia de la red Gladio en Luxemburgo sigue siendo hoy en día misteriosa y fragmentada.
La cantidad y la naturaleza exactas de las armas depositadas en los escondites así como la localización de estos últimos nunca fueron reveladas, como tampoco lo fueron las fechas ni los términos de los acuerdos de cooperación existentes entre la red stay-behind y la OTAN, la CIA y el MI6.
Ante las numerosas preguntas que seguían sin respuesta desde que Santer hizo aquellas declaraciones, el parlamentario Jean Huss - del Partido Verde Alternativo - y los demás miembros de su coalición pidieron primeramente que se abriera un debate público en el seno del Parlamento y, posteriormente, solicitaron la formación de una comisión parlamentaria investigadora encargada de investigar el tema.
Ambas solicitudes fueron rechazadas por mayoría
de votos.
fuerza de élite de la
gendarmería del Gran Ducado.
Los hechos no provocaron ninguna muerte de forma directa pero varias personas implicadas o presentes durante los hechos murieron accidentalmente.
Los periodistas cuestionaron al director general
de la Policía y señalaron que los hechos estaban relacionados con otros
casos vinculados al Gladio en otros Estados europeos.
A través de ese documento se supo que, durante
la guerra fría, 300 000 de los 500 000 habitantes de Luxemburgo habían
estado bajo vigilancia pero que sus expedientes habían sido destruidos
posteriormente. Sin embargo, 17 000 fichas "destruidas" fueron descubiertas
poco después, al igual que un centro de archivos secretos en el castillo de
Senningen.
Rápidamente se comprobó que el entonces ministro de Justicia, Luc Frieden, y el director general de la Policía, Pierre Reuland, habían hecho correr rumores sobre supuestas sospechas de pedofilia para desacreditar al Fiscal General y habían recurrido además a escuchas ilegales y presiones sobre los investigadores.
Un testigo acusa a Ben Gielben, ex jefe de la Brigada Móvil de ser la persona que puso las bombas. La operación parece haber sido supervisada por el príncipe Jean de Nassau.
El juicio está pospuesto para septiembre de
2013.
ministro de Justicia en el momento de los hechos, se presentó ante las cámaras de RTL, el 11 de junio de 2013, para desmentir la responsabilidad que se le atribuye
en el caso de los atentados
con bombas.
Referencias
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