por Ricardo González
Octubre 2007
del Sitio Web
LegadoCosmico
“Colocaron en el centro un rayo de gran potencia dador de Vida, dador de luz,
llenando con sus poderes a todo aquel que se les acerque.
Colocaron tronos a su alrededor, tiene treinta y dos lugares,
uno para cada uno de los Hijos de la Luz, colocados de tal manera,
que constantemente les da la radiación, llena con la Vida de la Luz eterna”.
Tablas Esmeralda de Hermes Trismegisto
El pasado mes de agosto un grupo de siete personas, que viajaron desde
Argentina, Perú, Ecuador, Honduras y Puerto Rico, se reunieron en Mongolia
para emprender una expedición al desierto de Gobi.
Desde el Siglo XIX, un
grupo de lamas custodia un lugar que se halla “conectado” con la mítica
Shambhala, la ciudad sagrada del budismo que contiene la esperanza y el
futuro de la humanidad.
Formé parte de esta expedición y debo decir que el viaje me ha afectado
profundamente, tanto por las experiencias como por la vivencia en sí de
estar en un lugar así y haber podido corroborar de propia boca de los lamas
mucho de lo que veníamos afrontando todos estos años.
En lo que informaciones se refiere, pudimos “armar el rompecabezas” que
señala la historia de un piedra de naturaleza cósmica, sumamente importante
pues estaría entroncada con la leyenda del Santo Grial y episodios
desconocidos del llamado “Plan Cósmico”. Esta información la fuimos
recibiendo en una serie de experiencias desde el año 2003, y terminó de
completarse en el contacto interdimensional que el grupo de viaje tuvo en el
desierto de Gobi, en aquella “puerta” de luz que protegen los lamas desde
hace casi 200 años.
Este es un pequeño resumen de lo recibido, que compartimos aquí para ser
estudiado y comprendido (Informe
completo del viaje a Gobi).
Decenas de stupas y “Los Ojos que todo lo ven” de Buda
protegen el área
sagrada en donde se halla la puerta dimensional del desierto de Gobi.
LA PIEDRA CÓSMICA
El Universo Material fue creado por una realidad “no física”, dicen los
extraterrestres. Ellos denominan a esa realidad “Universo Mental”, un lugar
- si se puede emplear ese término - donde la luz es semejante en naturaleza a
un pensamiento humano.
La historia cuenta que desde allí se emanó el plano
de la materia, dando aparición al espacio-tiempo y el nacimiento de
gigantescas galaxias, estrellas, planetas, y todo el conglomerado celeste
que hoy por hoy procuramos desentrañar observando el firmamento.
Con la aparición de vida inteligente, y el desarrollo de naves espaciales,
la exploración del Universo y sus misterios fue una constante.
De esta forma
llegó el descubrimiento que cambió vertiginosamente el desarrollo
tecnológico de las civilizaciones extraterrestres que nos precedieron: sus
primeros exploradores
hallaron una forma extraña de cristales muy cerca del
centro de las grandes formaciones nebulosas y próximas al peligroso núcleo
de algunas galaxias - en donde muchas veces perecieron al ser absorbidos por
agujeros negros supermasivos.
Entonces sus científicos tomaron muestras y las
estudiaron intensamente, concluyendo de que se trataba de un desconocido
fenómeno de “transmigración” de energía al haberse creado el Universo
Material.
Es decir, aquellos cristales provenían del plano de la mente en
donde la luz no es física, pero que llegó a corporizarse al “pasar” al nuevo
plano material que había sido engendrado.
Estos cristales eran diferentes a otros que eran conocidos en sus mundos de
origen, generalmente formados durante la cristalización lenta de los magmas
terminales - como ha ocurrido también en la Tierra.
El reciente hallazgo de
aquellos impresionantes objetos verdes brillantes ponía todo en jaque:
tenían un origen sobrenatural que les permitía acumular mayor cantidad de
energía que los cristales convencionales.
Ello, como es de imaginarse,
supuso un gran salto tecnológico para aquellas civilizaciones que, con el
transcurrir del tiempo, fueron aplicando el empleo de esos objetos para la
industria, la navegación espacial, y más tarde para la guerra. Les llamaron
“Ergomenon”. Y de acuerdo a su geometría y programación podían ser aplicados
a distintas tareas.
Pero aún no habían visto todo.
Un grupo de científicos decidieron estudiar el centro de la Gran Nebulosa de
Orión. No era la primera vez que lo hacían, pero un accidente afortunado les
llevó a dar con el mayor de los descubrimientos.
La imponente nave, en la cual se desplazaban a través del torrente de
radiación ultravioleta de la gran nebulosa - y resistiendo las duras
condiciones allí reinantes - golpeó de pronto un objeto que inicialmente
pensaron se trataba de masa en formación.
A través de sus pantallas vieron
el cuerpo de roca, ya fragmentado, y distinguieron en su interior
descubierto un brillo esmeralda que ya conocían.
Inmediatamente introdujeron
el objeto en la nave y, al limpiarlo de su efectivo “camuflaje”, se
encontraron con un bellísimo cristal octaédrico, que de inmediato se
encendió y les mostró cual oráculo el futuro de su civilización, la gran
guerra que vendría, y la aparición de una nueva raza que daría esperanza a
todo el Universo.
Los científicos que hallaron el Gran Cristal, sorprendidos, comprendieron
que aquel cuerpo había sido el primero en “pasar” al Universo Material
cuando el plano entero fue creado.
Representaba el camino por el cual la luz
mental se hizo sólida: una suerte de alquimia cósmica, y por ende el secreto
de cómo se habían “construido” los mundos y soles, los portales y las
galaxias. Aquel cristal maravilloso encerraba la formula de la Creación.
Pero, ¿de qué estaba hecho aquel objeto? ¿Cómo se formó?
Generalmente se sabe que en un cristal las moléculas, átomos o iones se
encuentran organizados simétricamente. Este orden interno muchas veces
dictamina la “apariencia” del cristal. Empero estas formaciones no son
exclusivas sólo de lo minerales, sino también de compuestos orgánicos.
Incluso en el agua.
-
¿Era un ser vivo aquel cristal?
-
¿Qué fuente mantenía el
orden de su perfecta estructura geométrica?
-
¿Cómo podía “ver” el futuro?
Sea
cual fuese la respuesta, los exploradores extraterrestres no podían
abandonarlo a su suerte en el espacio. Sabían que no tenían más remedio que
llevarlo con ellos. Finalmente lo tomaron como una misión, y se
transformaron en sus primeros custodios.
El resto de la historia ya la conocemos: la denominada Guerra Antigua
estalló en el mismo lugar donde anteriormente se había hallado el extraño
cristal. Quizá, esta fue la razón de peso por la cual distintas
civilizaciones se empezaron a interesar en la Nebulosa de Orión.
Lo cierto es que los primeros exploradores se exiliaron y dejaron el cristal
a custodia de un grupo de guardianes y vigilantes que estaban comprometidos,
en secreto, con la profecía del Gran Cristal.
Algunos de ellos formarían
parte más tarde del contingente de 32 enviados a la Tierra para sembrar la
semilla de la luz.
Esa historia empezaba a adquirir otro sentido.
LA FUNDACIÓN DE SHAMBHALA
De acuerdo a la información que los Guías nos fueron revelando, luego de la
destrucción de la
Atlántida - en el año 10,500 AC - un grupo de 32 seres
extraterrestres, representando cada uno a una civilización diferente del
cosmos, todas unidas bajo un mismo propósito de luz, llegaron a la Tierra
para establecer un gobierno interno positivo; es decir, plasmar en nuestro
planeta un orden que ya existía en el Universo, y que se veía reflejado en
la denominada “Confederación de Mundos de la Galaxia”.
Era el inicio de la
Hermandad Blanca.
Una gran nave, de aspecto triangular y de un color blanco tan puro como la
nieve, se instaló en el hoy desierto de Gobi, en Mongolia.
La ubicación
había sido estudiada previamente, pues en esa área del mundo, en el pasado,
diversas expediciones extraterrestres se habían asentado construyendo
inmensos túneles para la explotación mineral.
Los 32 enviados aprovecharon
la existencia de esas galerías abandonadas para adaptarlas a su misión de
preservar y proteger la verdadera historia de la Tierra, que fueron
“leyendo” del Registro Akásico o memoria matriz del planeta, y archivándola
en una impresionante colección de planchas metálicas de ingeniosas
aleaciones, semejantes al legendario “Oricalco” de
Platón.
Este procedimiento era más que importante, ya que cada cierto tiempo, al
completarse un ciclo cósmico, poderosas energías provenientes del espacio
afectan el campo magnético de la Tierra alterando la información contenida
en su “registro”.
En términos sencillos, los 32 enviados procuraron una “copia de respaldo” de
toda esa información para que ningún fenómeno externo la perdiese para
siempre.
También sabemos que fue allí donde se construyó el Gran Disco solar, un plan
maestro que procuraba “unir” los otros doce discos que provenían
originalmente de un gran objeto, que fue creado en tiempos de Lemuria para
conectarse con el Universo y comprender su naturaleza.
Pero la misión de los 32 poseía un ingrediente secreto: habían traído con
ellos el Gran Cristal que fue hallado en la Nebulosa de Orión. Lo
depositaron en una galería subterránea especialmente acondicionada para su
protección, bajo el suelo del silencioso Gobi. Y cuando el Gran Cristal fue
colocado, se “activó”, iluminándose con un brillo esmeralda que parecía
provenir de otro plano más allá de la materia.
Entonces se produjo el
“alumbramiento” del Gran Cristal: un pequeño objeto, de similar naturaleza,
se desprendió de su madre. Aquel elemento emprendería un largo viaje a
través de la superficie, mezclándose entre la humanidad en tiempos de suma
trascendencia.
Ese objeto, al igual que el Gran Cristal que lo engendró, era
indestructible. Pero ambos eran intensamente custodiados para que no cayeran
en manos equivocadas. De hecho aquel pequeño cristal ha vuelto una y otra
vez a los diferentes Retiros Interiores de Asia y de todo el mundo, pero sin
integrarse nuevamente al gran objeto viviente que lo desprendió.
Ello
ocurrirá cuando la magna obra de la Hermandad Blanca termine.
Asociar el fragmento del Gran Cristal con la leyenda de la
Diosa Umiña de
los Incas, la
Piedra de Chintamani de Roerich, e inclusive los primeros
relatos que hablan del origen cósmico del Santo Grial, como se explicó
anteriormente, no resulta descabellado.
¿Qué
era la Umiña?
Según los historiadores y las
leyendas se habla que cuando los españoles llegaron a Centro
América, una de las leyendas mencionaban que en Ecuador, en la zona
de Manabi, en la cultura de los Mantas, seres gigantes, donde se
encontraron osamentas de seres gigantes de 2 a 3 mts. de altura;
pues había una piedra de poder que se llamaba la Umiña y había un
templo, esta piedra podía curar a la gente, podía sanar y
proporcionaba a los que la poseían grandes poderes.
del Sitio Web
RahmaEsAmar |
Los 32 enviados sabían que sólo la humanidad de este planeta podría revelar
el misterio y mensaje del Gran Cristal, por tanto cierta tranquilidad
reposaba en sus mentes cuando se produjo el despertar y alumbramiento de su
tesoro secreto.
Fue así que decidieron mover la gran nave hacia el extremo
oeste del desierto, donde dominan las altas y sagradas
montañas del Altai.
Desde allí vigilarían cada rincón del antiguo Gobi.
Hallaron en el
macizo del Belukha el lugar perfecto para ocultar su nave
bajo su corpulenta estructura.
Luego aprovecharon la tecnología de
navegación de su ingenio espacial para congelar sus cuerpos - como si fueran
a emprender un largo viaje - quedando en estados de animación suspendida. Lo
hacían así pues al morir en la Tierra - donde seres de otros mundos
experimentan un envejecimiento prematuro - sus almas deberían volver a sus
planetas de origen, y ellos aún no habían terminado su misión.
De esta forma
quedaron físicamente “dormidos” en sus capsulas de hibernación, pero
espiritualmente activos y vigilantes desde otro plano. Mientras la luz del
Gran Cristal permaneciese encendida, cual rayo dador de vida desde su
escondite secreto en el Gobi, ellos permanecerían aquí.
Este proceso supuso un traspaso de postas: desde que llegó el Gran Cristal a
la Tierra los hombres más elevados del mundo, muchos de ellos supervivientes
de la catástrofe de Atlántida, emprendieron viaje hacia el Gobi y el Altai,
sintiendo fuertemente el llamado de los 32 y la energía de aquel objeto
cósmico que ahora latía, cual luz maxin o antorcha eterna de cada Retiro
Interior.
Así, el remanente de antiguas culturas antediluvianas, todos ellos seres
sabios que habían comprendido el error de sus semejantes cuando se generó el
divorcio entre la ciencia y la espiritualidad - como ocurrió con la
Atlántida - se constituyeron en los nuevos guardianes materiales del Gobi y
las altas cadenas montañosas adyacentes.
Era el inicio de
Shambhala. La ciudad luz, la semilla de la Paz.
EL CUMPLIMIENTO DEL
PLAN
El Gran Cristal se había enlazado mágicamente con la red nodal del planeta,
conectando incluso túneles y espacios subterráneos, inundando todo con su
brillo verde brillante de creación.
Durante varios miles de años, los
habitantes de esta humanidad subterránea, vigilante y protectora de los
secretos del Gobi y las montañas, permaneció activa físicamente. Hoy en día,
la mayoría de aquellos Maestros ha emigrado a
otros planos, en donde
continúan su magna labor.
Esto está sucediendo porque se aguarda otro cambio de postas, tal como
ocurriera con el deseo de los 32 enviados de perpetuar la cadena, quedando
por voluntad propia a vanguardia de que todo lo anunciado se cumpla. Los
mensajeros extraterrestres conocían bien su misión, pues en anteriores
oportunidades, luego de la Guerra Antigua, su Consejo había enviado
diferentes misiones a lejanos mundos para sembrar la semilla de la paz.
La
visita de estos seres a la Tierra suponía la décima cruzada.
Y quizá la
última y definitiva.