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			por 
			
			James F. Tracy
			  
			23 Junio 2012del Sitio Web 
			GlobalResearch
 
			traducción de Editorial-Streicher 
			23 Abril 2013 
			del Sitio Web
			
			Editorial-Streicher 
			
			
			Versión original en ingles 
			  
			  
			  
				
					
						
							
								
								Hace diez 
								meses se publicó este artículo de James F. Tracy 
								en globalresearch.ca.  
								  
								El señor Tracy es un 
								profesor de estudios de los medios en la Florida Atlantic University.    
								Este artículo que 
								ponemos en castellano complementa a otros que 
								también denuncian el engaño que hay en la 
								campaña de fluoración del agua, la que 
								finalmente produciría más mal que bien, y 
								también pone el tema en perspectiva. 
			  
			
 
			 
			  
			  
			  
			  
			  
			El Veneno es el 
			Tratamiento:La Campaña para Fluorar a EE.UU.
 
 
			La amplia escala de la aceptación de Estados Unidos de los 
			compuestos relacionados con el fluoruro en el agua potable y en una 
			amplia variedad de productos de consumo durante el pasado medio 
			siglo es un clásico caso de ingeniería social, orquestada por el 
			sobrino de Sigmund Freud y "padre de las Relaciones Públicas" 
			Edward 
			L. Bernays.
 
			  
			El episodio es instructivo ya que sugiere la enorme 
			capacidad de poderosos intereses para reformar el medioambiente 
			social, apuntando por consiguiente a que los individuos piensen de 
			manera incauta y que actúen de modos que son a menudo dañinos para 
			ellos y sus seres queridos.  
			  
			El ejemplo es especialmente pertinente 
			hoy cuando los gobiernos occidentales retienen datos y utilizan 
			técnicas de propaganda para suprimir el conocimiento de nuevas 
			tecnologías y desastres que amenazan la vida, como el colapso 
			nuclear que 
			
			aún se está desarrollando en Fukushima.
 Hoy la batalla en torno a la fluoración del agua permanece 
			obscurecida por caricaturas y falsificaciones a menudo perpetuadas 
			por la misma prensa predominante.
 
			  
			El potencial para que el mito 
			popular eclipse el hecho histórico es enormemente acelerado cuando 
			los pilares políticos e informativos de la civilización apoyan 
			activamente tales distorsiones.  
			  
			Por ejemplo, un reciente editorial 
			del New York Times señala a, 
				
				"esa paranoia de la Guerra Fría sobre la 
			fluoración en el agua potable".  
			Citando la afirmación del 
			Centro para el Control de Enfermedades (Center for Disease Control) 
			de que la fluoración es uno de los mayores logros en la salud 
			pública durante el siglo pasado, el New York Times (18 de Marzo de 
			2012) evoca la difícil lucha del fluoruro con segmentos 
			supuestamente no informados del público.  
				
				"Los críticos ya no 
			sostienen que la fluoración es un complot comunista. En cambio, 
			ellos expresan sus preocupaciones por los costos involucrados, por 
			el impropio control del gobierno sobre una decisión personal, y por 
			los potenciales peligros para la salud". [1] 
			El estribillo es familiar en todos los medios de comunicación 
			corporativamente controlados que incondicionalmente amplifican las 
			declaraciones de las agencias del gobierno acerca de la presunta 
			seguridad del fluoruro y su valor para la salud dental.  
			  
			Habiendo 
			sido aparentemente examinadas y confirmadas por el periódico 
			referido y sus homólogos, esas radicales declaraciones son rara vez 
			cuestionadas posteriormente por los lectores, mucho menos por el 
			público más amplio.
 De hecho, el fluoruro de sodio es un peligroso veneno y ha sido un 
			ingrediente activo primario en una amplia variedad de insecticidas y 
			fungicidas. [2]
 
			  
			Dicha sustancia se acumula biológicamente en los 
			mamíferos, y ha sido relacionada con el intelecto embotado en los 
			niños [3] y es una causa de las crecientes fracturas de hueso y del osteosarcoma.  
			  
			Posteriores y recientes estudios indican que el papel 
			del fluoruro en la prevención de caries, ya sea mediante su 
			ingestión [4] o su aplicación tópica,[5] es casi inexistente.
 
 
			  
			La 
			Responsabilidad de la Contaminación por la Industria Metalúrgica
 
 La evidencia histórica indica cómo las muchas preocupaciones por la 
			fluoración del agua estaban totalmente justificadas.
 
			  
			En efecto, 
			agregar flúor al abastecimiento nacional de agua en una localidad a 
			la vez parece haber sido un plan cuidadosamente coordinado que 
			procuraba proteger a los principales productores de aluminio y de 
			acero de las innumerables responsabilidades derivadas de la 
			sustancial contaminación con flúor que sus plantas generaban.  
			  
			Esta 
			contaminación aumentó junto con la incrementada fabricación de 
			aviones militares y armamentos durante la Segunda Guerra Mundial. 
			 
			  
			Las fábricas de acero en California y Utah, y las plantas 
			productoras de aluminio en Washington y Oregon, generaron un aire 
			saturado con flúor que inevitablemente envenenó el ganado, las 
			cosechas y a las familias que cultivaban la tierra.
 En la época de la posguerra, demandas por daños que sumaban 30 
			millones de dólares fueron presentadas sólo en Provo, Utah, teniendo 
			los fabricantes metálicos que pagar 4,5 millones para llegar a 
			acuerdos extra-judiciales.
 
			  
			De esa manera, los intereses industriales 
			estadounidenses eran las fuerzas principales que estaban detrás de 
			la fluoración del agua, no debido a avaricia ni a altruismo sino más 
			bien por el miedo a asumir su responsabilidad por la contaminación 
			continuada y potencialmente aumentada cuando finalizó la Segunda 
			Guerra Mundial y comenzó la Guerra Fría.  
			  
			Ésta fue la conclusión del 
			doctor F.B. Exner, un resuelto abogado de la salud pública y 
			opositor a la fluoración del agua, quien observó que en el cambio de 
			siglo, 
				
				"la existencia misma de la industria de fundición, tanto en Alemania 
			como en Gran Bretaña, se vio amenazada por exitosas demandas 
			judiciales motivadas por el daño provocado por el flúor y por 
			agobiantes leyes y regulaciones.    
				Hoy aquella misma amenaza cuelga 
			sobre el núcleo de la gran industria estadounidense, y la fluoración 
			sirve tanto de camuflaje como de chivo expiatorio. De aquí la 
			continua e intransigente tendencia a la fluoración universal". 
				[6] 
			En un agudo ensayo de 1955 Exner señala la extraña ausencia de 
			investigación sobre el flúor en la literatura médica estadounidense, 
			que comienza a fines de los años '30, mientras que, 
				
				"la literatura 
			médica extranjera contiene cientos de artículos en una amplia 
			variedad de problemas que pueden ser causados por el flúor. Lo mismo 
			era verdadero en cuanto a la literatura veterinaria en este país". 
			Exner posteriormente señala la aparente estrategia detrás de la 
			fluoración: una que puede estar ocurriendo a lo largo de líneas 
			similares en los esfuerzos del gobierno japonés para distribuir e 
			incinerar el desecho radiactivo del desastre nuclear de Marzo de 
			2011 a través de todo el archipiélago japonés. [7] 
				
				"Ha habido un peligro 
			constante", observó el doctor Exner, "de que alguien que analizara 
			los tejidos tanto en áreas altas como bajas en fluoruro, encontraría 
			que el envenenamiento de flúor es común [en los residentes de áreas 
			altas en fluoruro]. Pero si cada comunidad puede ser fluorada no 
			habrá ninguna área sin flúor para efectuar la comparación".[8] 
			
 
 
			La Campaña de 
			Relaciones Públicas para Vender la Fluoración
 En los años '30 Edward Bernays era el consejero de relaciones 
			públicas para la Aluminium Company of America (Alcoa).
 
			  
			El abogado 
			principal de Alcoa, Oscar Ewing, pasó a servir en la administración 
			de Truman desde 1947 hasta 1952 como jefe de la Agencia de Seguridad 
			Federal (FSA), de la cual el Servicio de Salud Pública (Public 
			Health Service) era una parte.  
			  
			Con tal facultad Ewing autorizó la 
			fluoración del agua para el país entero en 1950 y contrató los 
			servicios de Bernays para promover la fluoración del agua entre el 
			público.[9]
 De todos modos, la campaña para fluorar el abastecimiento nacional 
			de agua tuvo lugar principalmente en ciudades individuales y 
			municipios, requiriéndose una campaña de propaganda sofisticada para 
			persuadir a funcionarios locales para que apoyaran proactivamente la 
			fluoración. [10]
 
			  
			Bernays reconoció a la ciudad de Nueva York como el 
			principal campo de batalla y un premio táctico particularmente 
			valioso dado el predominio de los medios de comunicación liberales. 
			Una vez que la prensa de Nueva York estuviera toda comentando sobre 
			la eventual fluoración de la ciudad, otras municipalidades serían 
			más fácilmente persuadidas a formar filas.
 Bernays recordaba la campaña de fluoración en la cual estuvo 
			involucrado como simplemente otra tarea más.
 
				
				"El mago de las 
			Relaciones Públicas se especializó en la promoción de nuevas ideas y 
			productos al público enfatizando en una supuesta ventaja de salud", 
			explica el periodista Christopher Bryson, que entrevistó a Bernays 
			en 1993 acerca de la campaña del fluoruro.
 "Usted puede conseguir que prácticamente cualquier idea sea 
			aceptada", me dijo Bernays, riéndose entre dientes.
   
				 "Si los médicos 
			están a favor, el público está dispuesto a aceptarlo, porque un 
			médico es una autoridad para la mayor parte de las personas, sin 
			tener en cuenta cuánto éste sabe o no...    
				Según la ley del promedio, 
			usted puede encontrar por lo general un individuo en cualquier campo 
			que estará dispuesto a aceptar nuevas ideas, y las nuevas ideas 
			luego se infiltran en los demás que no las han aceptado" 
				[11] 
			Pero principios de los años '50, justo cuando Bernays fue llevado a 
			bordo, el sentimiento público hacia la fluoración estaba claramente 
			en el lado del campo anti-fluoracionista que incluía a doctores e 
			investigadores principales.  
			  
			Desplegados contra aquellos que se 
			oponían a la fluoración estaban el Comisionado de Departamento de 
			Salud de la Ciudad de Nueva York, el Comisionado de Salud del Estado 
			de Nueva York, la Fundación Rockefeller y el Servicio de Salud 
			Pública.  
				
				"Todo esto me intriga infinitamente", comentó Bernays 
			eufóricamente al Comisionado de Salud de la Ciudad, "porque presenta 
			situaciones desafiantes profundamente relacionadas con el interés 
			del público que pueden ser solucionadas por la ingeniería del 
			consentimiento". 
			Una estrategia tal para la persuasión de la opinión pública 
			implicaba la correspondencia del Departamento de Salud de la ciudad 
			con los presidentes de las redes de televisión CBS y NBC, 
			informándoseles que, 
				
				"debatir la fluoración se parece a la 
			presentación de los dos lados para el anti-catolicismo o el anti-judaísmo, 
			y por lo tanto no era de interés público".  
			Otro método implicaba 
			sentar las bases para hacer de la "fluoración" un término familiar 
			con una pátina científica.  
			  
			Él aconsejó que sus clientes enviaran 
			cartas a los editores de las principales publicaciones hablando de 
			los aspectos específicos que la fluoración requería.  
				
				«Queríamos 
			poner la primera definición para los editores de periódicos 
			importantes», recordó Bernays.    
				«Luego enviaríamos una carta a los 
			editores de diccionarios y enciclopedias. Después de seis u ocho 
			meses encontraríamos que la palabra "fluoración" había sido 
			publicada y definida en diccionarios y enciclopedias».[12] 
			En 1957 surgió repentinamente el Comité para Proteger los Dientes de 
			Nuestros Niños para publicitar la fluoración con varias figuras de 
			celebridades en su lista, incluyendo a, 
				
					
					
					el doctor Benjamin Spock
					
					Eleanor Roosevelt
					
					Jackie Robinson 
					
					A. Phillip Randolph 
			Financiado 
			por subvenciones de la Fundación W. K. Kellogg (23.350 dólares) y la 
			Fundación Rockefeller (2.500 dólares), el maquillaje del Comité 
			también incluía a figuras principales de la investigación de armas 
			atómicas e intereses industriales.
 Un esmerado folleto, "Los Dientes de Nuestros Niños", fue 
			ostensiblemente producido por el Comité y circuló por todo Estados 
			Unidos.
 
			  
			Pero fue primeramente utilizado por los abogados defensores 
			de la Reynolds Aluminium Company en la corte federal de apelaciones 
			de Oregon contra acusaciones de haber causado daños por fluoruro 
			presentadas por una familia de agricultores.  
			  
			Los abogados de la 
			Reynolds le recordaron al tribunal cómo el folleto "Los Dientes de 
			Nuestros Niños" estaba lleno de testimonios de, 
				
				"un experto médico y 
			un experto científico uno tras otro, todos en el sentido de que los 
			fluoruros en baja concentración (como están presentes en las plantas 
			industriales de aluminio y otras) no representan ningún daño para el 
			hombre".[13] 
			El American Journal of Public Health notó cómo el folleto no 
			contenía ninguna nueva información sobre la fluoración del agua sino 
			que estaba más bien, 
				
				"diseñado para la presentación ante un Consejo 
			de Notables de la ciudad de Nueva York como un destilado de 
			opiniones expertas" de científicos y funcionarios involucrados en la 
			promoción del fluoruro.    
				"Las declaraciones son concisas pero 
			extremadamente citables", decía la reseña.    
				"Este volumen es, por lo 
			tanto, especialmente recomendado a aquellos interesados o 
			comprometidos en la promoción de la fluoración del agua en sus 
			propias comunidades".[14] 
			"Los Dientes de Nuestros Niños" hacía referencia a los 300 miembros 
			que comprendían el Comité para Proteger los Dientes de Nuestros 
			Niños.  
			  
			Esta lista apareció junto a dos listas adicionales de, 
				
				"229 autoridades 
			estadounidenses principales en cuanto a la nutrición" y "121 de los 
			más destacados químicos nacionales".  
			A la luz de la ráfaga de 
			nombres y títulos "la verdadera pregunta", comentaba el doctor Exner, 
				
				"es por qué alguien con algún grado de respeto propio permitiría que 
			su nombre figurara en una u otra lista. Los nombres están añadidos a 
			dos declaraciones", seguía Exner, "ninguna de las cuales podría ser 
			honestamente firmada por ningún lego inteligente, mucho menos por 
			ningún científico que valore su reputación científica". 
			Intrigado por cómo fueron compiladas las listas, Exner personalmente 
			escribió a cada uno de los químicos señalados en la publicación para 
			preguntar, 
				
				"si él había firmado o si él creía que la declaración era 
			verdadera. Algunos negaron haber firmado. Otros habían firmado sin 
			haber leído. Otros habían firmado sabiendo que la declaración era 
			falsa pero pensando que la fluoración era tan deseable que cualquier 
			medio estaba justificado".[15] 
			Exner posteriormente encontró que de los 360 "químicos" y "autoridades 
			en nutrición" cuyos nombres aparecían en el folleto, 201 trabajaban 
			para 87 instituciones, incluyendo universidades, que recibieron más 
			de 151 millones de dólares en subvenciones.  
			  
			A fines de los años '50 
			una mayoría de tales subvenciones se originó en el defensor 
			principal de la fluoración del agua: el Servicio de Salud Pública 
			(Public Health Service, PHS).  
			  
			Otro importante receptor de la 
			financiación del PHS era la American Dental Association (ADA). La 
			investigación y los datos colectados por Exner resultaron ser 
			especialmente valiosos en demandas interpuestas contra la industria 
			y los defensores de la fluoración. En 1978, poco después de su 
			muerte, todos sus archivos se perdieron en un extraño incendio.[16]
 Cuando la campaña de propaganda a favor de la fluoración alcanzó su 
			auge a finales de los años '50, una colaborativa campaña de 
			vigilancia que apuntaba a los anti-fluoracionistas fue emprendida 
			por el PHS, la ADA, y la American Water Works Association.
 
			  
			El 
			Servicio de Información de Fluoración Nacional de la División de 
			Salud Dental del Servicio de Salud Pública estadounidense, un 
			sistema de recolección de inteligencia que funciona de los 
			Institutos Nacionales de Salud, controlados por el PHS, fue 
			formalmente establecido para supervisar y crear bases de datos sobre 
			personas críticas a la fluoración en las profesiones médicas. 
			  
			Los 
			herejes del fluoruro estaban expuestos a ser vapuleados en la prensa 
			o a la expulsión absoluta de sus organizaciones profesionales.[17]
 La fluoración fue finalmente lanzada en la ciudad de Nueva York en 
			1965, no considerando un referéndum popular, y en vista de la 
			continuada oposición, entregándose la elección al Consejo de 
			Notables municipal de cinco miembros.
 
			  
			Detrás del esfuerzo final para 
			fluorar el agua estaban Mary y Albert Lasker. La primera estaba 
			involucrada en el Comité para Proteger los Dientes de Nuestros Niños 
			y el segundo era un ejecutivo publicitario y socio de Bernays que 
			ayudó a la American Tobacco Company a hacer de Lucky Strike los 
			cigarrillos más vendidos de Estados Unidos.  
			  
			Los Lasker organizaron 
			una exclusiva fiesta cóctel para celebrar la victoria, con invitados 
			que incluían al alcalde de Nueva York Robert Wagner y a los miembros 
			del Consejo de Notables y del Ayuntamiento.
 La anti-fluoruro Asociación para la Protección de Nuestro Suministro 
			de Agua condenó el proceso anti-democrático calificándolo como "gobierno 
			mediante cócteles".
 
				
				"Aquí hay una audiencia privada unilateral sobre 
			el asunto más controvertido", decía el comunicado de prensa de la 
			organización, "en una reunión de funcionarios en una sesión ex cathedra. ¿Dónde quedan las masas de ciudadanos opuestos a la 
			fluoración?".[18] 
			Cuando el Comité para Proteger los Dientes de Nuestros Niños fue 
			formado en 1957 sólo el 5% del suministro de agua estadounidense 
			estaba fluorado.  
			  
			Después de una masiva campaña de relaciones 
			públicas que preparó el terreno para fluorar el agua de la ciudad de 
			Nueva York, más del 60% del agua a través de EE.UU. estaba finalmente 
			fluorado.  
			  
			Actualmente más de dos terceras partes de la población 
			estadounidense bebe agua fluorada,[19] y casi toda la población consume 
			flúor a través de los alimentos y bebidas procesadas que han usado 
			tal agua.[20]
 
			  
			
 El 
			Mantenimiento del Status Quo del Fluoruro
 
 Cuando surgieron nuevos estudios científicos sugiriendo los peligros 
			del fluoruro para la salud humana el PHS prontamente designó una 
			comisión de figuras veteranas a favor del fluoruro que procedió a 
			aplazar cualquier nueva conclusión y a reforzar el status quo.
 
			  
			En 
			1983 cuando un inusual panel reunido por el PHS compuesto por 
			científicos menos inducidos descubrió que la propia investigación 
			del gobierno que sostiene la seguridad del fluoruro era casi 
			inexistente, se emitió una recomendación de precaución enfatizando 
			una particular atención a la exposición de los niños a la sustancia.
 La oficina del Ministro de Salud Charles Everett Koop publicó su 
			informe oficial un mes más tarde omitiendo las opiniones y 
			recomendaciones más significativas del comité.
 
			  
			Los miembros del 
			panel, 
				
				"expresaron sorpresa por las conclusiones de su informe: Ellos 
			nunca recibieron copias de la alterada versión final". 
				 
			Respondiendo 
			al consejo del comité de que el agua potable debería contener no más 
			de 1,4 a 2,4 partes por millón (ppm) para niños menores de 10 años, 
			el gobierno insertó una declaración que afirma:  
				
				"No existe ninguna 
			documentación científica directamente aplicable de efectos médicos 
			adversos del fluoruro debajo de 8 ppm".  
			Basado en el adulterado 
			informe final de Koop la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) 
			aumentó la cantidad del fluoruro aceptable en el agua potable de 2 a 
			4 ppm para niños y adultos.[21]
 Hoy el fluoruro de sodio per se es usado en menos del 10% de los 
			sistemas de agua fluorada. En su lugar están las variantes del 
			fluoruro como el fluoruro de sílice o ácido fluorisílico [o ácido 
			hexafluorosilícico], más comúnmente conocido como silicofluoridos (SIFs).
 
			  
			En 2001 los investigadores encontraron que los SIFs pueden causar 
			una absorción más alta del plomo en niños y disminuir la 
			colinesterasa, una enzima necesaria para la regulación de los 
			neurotransmisores.  
			  
			Ni la Agencia de Protección del Medioambiente, ni 
			la Food and Drug Administration, ni ninguna otra agencia reguladora 
			hasta ahora ha investigado los efectos internos a largo plazo de 
			consumir el ácido fluorisílico, un subproducto de la industria de 
			fertilizantes de fosfato que es ahora el sustituto predominante para 
			el fluoruro de sodio dado su relativo bajo costo.[22]
 Lo que es conocido, sin embargo, es que el ácido fluorisílico no 
			diluido es una sustancia extremadamente peligrosa y corrosiva.
 
			  
			En 
			1994, por ejemplo, 4.500 galones [17.000 litros] del elemento fueron 
			liberados en el condado Volusia en Florida cuando un camión cisterna 
			que llevaba la carga perdió un juego de ruedas en la carretera 
			interestatal 4.  
			  
			El derrame envió a 47 personas al hospital, obligó a 
			la evacuación de más de 2.300, y cerró la carretera durante dos días. 
			Los espectadores experimentaron, 
				
				"problemas para respirar o una 
			sensación quemante en su piel".  
			Los motoristas que condujeron a 
			través del derrame fueron aconsejados de que sus vehículos debían 
			ser profesionalmente descontaminados porque, 
				
				"las sustancias químicas 
			se disolverán en el agua, se evaporarán y causarán problemas 
			respiratorios a cualquiera que esté cerca".[23] 
			
 
 
			Conclusión
 En un mundo hecho cada vez más incierto por corporativos y 
			gubernamentales ingenieros de la realidad y el consentimiento, la 
			sensibilidad de la clase burocrática y científica frente al 
			bienestar público es ilusoria.
 
			  
			El caso de la fluoración del agua 
			proporciona un ejemplo convincente de un plan para engañar y 
			difundir propaganda entre las masas.  
			  
			Una década completa antes de la 
			advertencia del presidente Eisenhower de "una permanente industria 
			de armamentos de enormes proporciones", la fluoración de los 
			suministros de agua de Estados Unidos estaba ya en pleno juego con 
			el oculto conocimiento previo entre aquellos en sitios de poder de 
			que tal campaña casi ciertamente conduciría a la puesta en peligro 
			de la salud pública para muchas generaciones por venir.
 La fluoración del agua está prohibida en muchas naciones 
			escandinavas y europeas,[24] pero persiste en EE.UU., Canadá, Australia 
			y numerosos otros países en todo el mundo.
 
			  
			La práctica se sustenta 
			en gran medida por el mito extensamente sostenido que Bernays diseñó 
			y llevó adelante, por autoridades médicas y reguladoras aprobatorias, 
			y quizá sobre todo por una prensa rutinariamente crédula y dócil.
 No muy distinto de las premisas contradictorias sobre las cuales la 
			existencia psico-social era predicada en la novela "1984" de 
			Orwell 
			- la ignorancia es la fuerza, la guerra es la paz, la libertad es la 
			esclavitud - en el caso de los más de sesenta años de experimentos 
			con la fluoración en Occidente, el veneno es el tratamiento.
 
			  
			  
			  
			  
			Notas 
				
				[1] New York Times, 
				“Fluoridation Debate Redux,” 18 March, 2012,
				
				http://www.nytimes.com/2012/03/18/opinion/sunday/fluoridation-debate-redux.html?_r=1. 
				See also Jane E. Brody, “Dental Exam Went Well? Thank Fluoride,”
				New York Times, January 23, 2012, 
				
				
				http://well.blogs.nytimes.com/2012/01/23/dental-exam-went-well-thank-fluoride/ 
				[2] Scorecard: The Pollution 
				Information Website, Chemical Profiles: Sodium Fluoride, n.d., 
				GoodGuide, 
				
				
				http://scorecard.goodguide.com/chemical-profiles/pesticides.tcl?edf_substance_id=7681-49-4 
				[3] Ethan A. Huff, “Study: 
				Fluoridated Water Causes Brain Damage in Children,” 
				NaturalNews.com, December 23, 2010, 
				
				
				http://www.naturalnews.com/030819_fluoride_brain_damage.html 
				[4] Fluoride Action Network, 
				“Fluoride & Tooth Decay: Topical Vs. Systemic Effects,” n.d.,
				
				
				
				http://www.fluoridealert.org/health/teeth/caries/topical-systemic.html 
				[5] Ethan A. Huff, “Does 
				Topica Fluoride Really Protect Tooth Enamel? Study Suggests NO,” 
				NaturalNews.com, March 6, 2011, 
				
				
				http://www.naturalnews.com/031602_fluoride_tooth_enamel.html 
				[6] F. B. Exner, “Economic 
				Motives Behind Water Fluoridation—Fluoride is a Protected 
				Pollutant,” in F. B. Exner, G. L. Waldbott and James Rorty, 
				The American Fluoridation Experiment (New York: Devin-Adair, 
				1955), pp. 119-121. Available at 
				
				http://www.fluoridation.com/exner.htm 
				[7] Asia-Pacific Journal 
				Feature, “Eco-Model City Kitakyushu and Japan’s Disposal of 
				Radioactive Tsunami Debris,” The Asia-Pacific Journal, Vol 
				10, Issue 24, No 6, June 11, 2012. Available at
				
				http://www.japanfocus.org/-Asia_Pacific_Journal-Feature/3770; 
				Michael McAteer, “Japan’s Latest Nuclear Crisis: Getting Rid 
				of Radioactive Debris,” The Atlantic, June 4, 2012, 
				
				
				http://www.theatlantic.com/international/archive/2012/06/japans-latest-nuclear-crisis-getting-rid-of-the-radioactive-debris/257963/ 
				[8] Exner, “Economic Motives Behind 
				Water Fluoridation.” 
				[9] J. Y. Smith, “Oscar Ewing Dies; 
				Leading Architect of ‘Fair Deal’ Program for Truman,” 
				Washington Post, January 9, 1980, C6; Christopher Bryson,
				
						
						
						The Fluoride Deception
				 
						
						(New York: Seven Stories 
				Press, 2004). Bryson’s description of his encounters with 
				Bernays suggests how the spin doctor recognized the impropriety 
				of the former Alcoa attorney’s influential endorsement of water 
				fluoridation. 
				[10] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 159-160. 
				[11] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 159. 
				[12] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 161. 
				[13] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 161-162, 324f. 
				[14] Review of Our Children’s 
				Teeth—A Digest of Expert Opinion Based on Studies of the Use of 
				Fluorides in Public Water Supplies, by Herman E. Hilleboe, 
				et al., American Journal of Public Health 48 (1958): 
				821. 
				[15] Exner, “Economic Motives Behind 
				Water Fluoridation.” 
				[16] Joel Griffiths, 
				“Fluoride: Commie Plot or Capitalist Ploy,” Covert Action 
				Quarterly 42 (1992), 
				
				http://sonic.net/kryptox/history/covert.htm 
				[17] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 165. 
				[18] Bryson, The Fluoride 
				Deception, 164. 
				[19] Center for Disease 
				Control 2010 Water Fluoridation Statistics, n.d., 
				
				
				http://www.cdc.gov/fluoridation/statistics/2010stats.htm 
				[20] Brody, “Dental Exam Went Well? 
				Thank Fluoride.” 
				[21] Griffiths, “Fluoride: Commie 
				Plot or Capitalist Ploy.” 
				[22] Washington’s Blog, “Untested Type of Fluoride Used in the 
				Overwhelming Majority of U.S. Water Supplies,” Centre for 
				Research on Globalization, January 10, 2011, 
				
				
				http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=22707
 
				[23] St. Petersburg Times, 
				“Acid Spill Closes I-4,” September 7, 1994, 1B. 
				[24] “Fluoridation Status of 
				Some Countries,” Fluoridation.com, n.d., 
				
				http://www.fluoridation.com/c-country.htm 
				   
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