29 Marzo 2016
del Sitio Web
SputnikNews
Luego de
casi setenta años de la OTAN, es tiempo de preguntarse si la alianza
realmente contribuye a la seguridad de EE.UU. y del mundo y
no existe como una cosa "per se", opinan los analistas.
La cuestión de si las obligaciones
de EE.UU. vinculadas con su participación en la OTAN coinciden
con los intereses del país en el siglo XXI se hace un tema cada
vez más y más actual, opina Ted Galen Carpenter, analista
del
Instituto Cato, experto en
asuntos internacionales y autor de varios libros sobre la OTAN,
en su artículo para
National Interest.
La histórica
decisión
La creación de la OTAN en 1949 fue
la respuesta de EE.UU. a dos guerras mundiales que acabaron con
la política exterior de "no injerencia".
En aquella época, los funcionarios
estadounidenses afirmaron que "el mundo había cambiado" y que el
país debía cesar su "aislamiento". El resultado - la alianza
militar con los estados europeos - fue la mayor muestra de este
cambio, escribe Carpenter.
En los años 40 y 50, la debilidad de
Europa occidental aunado al dominio soviético sobre los países de
Europa Central y del Este "constituían una amenaza", y en aquella
situación estratégica, EE.UU. no estaba dispuesto a
dejar que Europa se automanejara.
Sin embargo, los políticos de la época -
como el senador Robert A. Taft - advirtieron que las
garantías de seguridad para Europa no deberían convertirse en,
"un liderazgo sin límites a plazo
indefinido" para EE.UU., cita el analista.
"El error del análisis de los
partidarios de la OTAN ha sido ignorar los cambios, tachando a
cada uno ‘de poca importancia' para el sistema en general.
Pero los cambios son un proceso
continuo", explica.
"Tempora
mutantur" - Los tiempos cambian
Hoy en día, el balance mundial no tiene
nada que ver con la Europa del período de la posguerra, afirma
Carpenter.
Los países europeos dejaron de ser
"huérfanos desmoralizados dañados por la guerra" y crearon su propia
entidad supranacional -
la Unión Europea - con una economía
común mayor que la de la misma EE.UU.
"La Rusia de
Vladímir Putin tampoco
equivale a la amenaza que representó la URSS", opina Carpenter,
subrayando la superioridad demográfica y económica de la Europa
unida en comparación con una solitaria Rusia.
Europa es capaz de solucionar sus
propios problemas y,
"la única razón por la que no lo
hace es que EE.UU. sigue insistiendo en su papel clave", afirma
el experto.
El error
definitivo
Antes de la disolución de la Unión
Soviética el papel de la OTAN fue 'proteger' a Alemania del
Oeste, Italia, Francia y el Reino Unido.
Pero después de la caída de la URSS en
1991, los jefes de EE.UU.
insistieron en expandir la alianza
e incorporar a los países de Europa Central y
Europa del Este.
"La OTAN invitaba a nuevos miembros
como si fuesen amigos en Facebook", destaca Carpenter.
El famoso artículo número 5 de la Carta
de la OTAN prevé la defensa colectiva ante un ataque contra
cualquier miembro. A base de esta norma, EE.UU. podría
entrar en un conflicto que no tiene absolutamente nada que ver con
su propia seguridad, destaca el experto.
La absurdez alcanzó su cima en febrero
de 2016, cuando
la OTAN incorporó a Montenegro.
"¿Cómo un microestado como
Montenegro contribuye al poderío militar y económico de EE.UU.? Es
un gran misterio", ironiza el analista.
Al menos, Montenegro no tiene grandes
rivales como lo tienen, por ejemplo, las Repúblicas bálticas -
Estonia, Letonia y Lituania - incorporadas a la OTAN desde hace 10
años.
Los tres tienen malas relaciones con
Rusia y son muy vulnerables- los mismos centros de análisis de
EE.UU. estiman que en caso de un ataque
serían ocupados en cuestión de días
- asegura el experto.
"Resulta paradójico: la OTAN
prometió proteger a sus aliados europeos más valiosos, pero
ahora
arriesga vincularse en un conflicto
por un par de países pequeñitos en la frontera con Rusia",
afirma Carpenter.
Además, el aumento de la presencia
militar de EE.UU. en las
fronteras occidentales de Rusia
perjudicó considerablemente las relaciones bilaterales entre ambos
países.
Una salida para
el futuro
"Parece que los partidarios de la
OTAN valoran la existencia de la alianza más que la
seguridad y el bienestar de EE.UU. No debemos concordar con
este modo de pensar", señala el autor.
Sesenta y siete años de existencia es un
período largo, y la política no puede evitar los cambios de manera
indefinida.
La política de EE.UU. en el marco de la
OTAN carece de simple adecuación. Ya
es tiempo de revisarla, analizando
también la variante más radical posible - la salida de EE.UU. de la
OTAN - concluye Carpenter.
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