por Thierry Meyssan
25 Abril
2017
del Sitio Web
RedVoltair
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Estamos siendo
testigos de un viraje histórico en Francia, donde el
antiguo espectro político vuela en pedazos y está
apareciendo una nueva fractura.
Abrumados por
la intensa propaganda mediática que inunda su país,
los franceses han perdido las referencias esenciales
y se empeñan en ver líneas rojas que ya ni siquiera
existen, a pesar de que los hechos son muy claros y
de que ciertas evoluciones son perfectamente
previsibles.
Celebración privada en el restaurante parisino
La Rotonde.
Considerado ya como nuevo presidente de Francia,
e incluso felicitado como tal, el aún candidato
Emmanuel Macron recibe jefes de las empresas que
se cotizan en la Bolsa de París y personalidades
del mundo del espectáculo justo después de
anunciarse el resultado de la primera vuelta de
la elección presidencial.
Aquí aparece conversando con su amigo, el
banquero Jacques Attali.
Después de una campaña electoral tremendamente agitada, los
franceses eligieron a Emmanuel Macron y Marine Le Pen
para disputar la segunda vuelta de la elección presidencial.
En este momento, y es un hecho que está lejos de ser casual, ya casi
todos los candidatos ahora eliminados, exceptuando a Jean-Luc
Melenchon, han llamado a sus electores a votar por Macron, quien
debería por tanto alcanzar fácilmente la victoria.
Los dos grandes partidos históricos que habían gobernado Francia
desde los inicios de la Quinta República - el ahora llamado Les
Républicains (ex gaullistas) y el Partido Socialista (el
antiguo partido de Jean Jaures) - han sido derrotados y una
formación de nueva creación - llamada
En Marche!
- aparece en el escalón más alto de esta primera vuelta para
disputar la segunda contra la candidata del Frente Nacional (FN).
¿Hay realmente un candidato del fascismo?
No es la primera vez que se produce en Francia este tipo de
situación: de un lado, un partidario de la alianza con el país que
parece ser la primera potencia del momento - Estados Unidos - y del
otro, un movimiento en busca de la independencia nacional; de un
lado, todo el conjunto de la clase dirigente, sin grandes
excepciones, y del otro, un partido mucho menos homogéneo, que se
compone masivamente de proletarios provenientes, en dos terceras
partes, de la derecha mientras que la otra tercera parte proviene de
la izquierda.
Todo indica que el futuro presidente de Francia será por tanto
Emmanuel Macron, un ex-cuadro del banco
Rothschild & Cie, que ahora cuenta
con el respaldo de todos los patrones de las empresas que se cotizan
en la Bolsa de París.
Sin embargo, a pesar de todo lo que afirman los prejuicios
profundamente anclados en las mentes, la principal característica de
los partidos fascistas es… el apoyo unánime que reciben de los
poderes financieros.
Esa unanimidad del gran capital viene siempre acompañada de una
"unidad de la Nación" que borra todas las diferencias. Para ser
iguales, tenemos que hacernos idénticos.
A eso dio inicio el presidente saliente Francois Hollande, en
2012-2013, con su ley del "Matrimonio para todos".
Esa ley fue presentada como algo que establecería la igualdad entre
todos los ciudadanos, independientemente de la orientación sexual de
cada cual, cuando en realidad planteaba de facto que las parejas
homosexuales y las parejas con hijos tienen las mismas necesidades.
Pero había otras soluciones más inteligentes.
La oposición a esa ley dio lugar a grandes manifestaciones, que
desgraciadamente no planteaban ningún tipo de proposiciones y en las
que a veces aparecieron consignas homófobas.
De idéntica manera, en respuesta a la matanza perpetrada en los
locales del semanario humorístico Charlie-Hebdo se impuso la
consigna "Je
suis Charlie!" [¡Yo soy
Charlie!], y quienes osaban declarar "Yo no soy Charlie" fueron
incluso enviados a los tribunales.
Es muy triste comprobar la ausencia de reacción de los franceses
ante la unanimidad del gran capital y la manera perentoria en que se
les conmina a recurrir a los mismos dispositivos jurídicos, a
profesar las mismas convicciones y a repetir los mismos eslóganes.
Así que hoy se obstinan en considerar que el actual Frente Nacional
es "fascista", sin otro argumento que el ya lejano pasado de esa
formación política.
¿Es posible la resistencia ante el candidato del fascismo?
La mayoría de los franceses creen que Emmanuel Macron será un
presidente al estilo de Sarkozy o de Hollande,
que seguirá la política de sus dos predecesores.
Estiman, por consiguiente, que Francia está llamada a seguir
decayendo cada vez más y se resignan a aceptar esa maldición
creyendo evitar así la amenaza de la extrema derecha.
Muchos recuerdan que, en el momento de su creación, el Frente
Nacional reunía en su seno a los perdedores de la Segunda Guerra
Mundial y de la política socialista de colonización de Argelia.
Se concentran en la presencia en esa organización de unos cuantos
personajes que colaboraron con el ocupante nazi, lo cual les impide
ver que el Frente Nacional de hoy no tiene absolutamente nada que
ver con esos individuos.
Los franceses se obstinan en ver al entonces subteniente Jean
Marie Le Pen - el padre de Marine, la hoy candidata a la
presidencia - como responsable de los terribles abusos que Francia
cometió en Argelia mientras que exoneran de su enorme
responsabilidad histórica a los dirigentes socialistas que trazaron
la política colonialista de Francia en aquel país del norte de
África, principalmente al terrible ministro francés del Interior de
aquella época, Francois Mitterrand, quien años más tarde
habría de convertirse en presidente de Francia bajo la etiqueta del
Partido Socialista.
Nadie recuerda hoy que en 1940 fue un ministro fascista, el general
Charles De Gaulle, quien rechazó el vergonzoso armisticio
entre Francia y la Alemania nazi.
Considerado entonces como el sucesor oficial del mariscal
Philippe Petain - que incluso era el padrino de su hija - De
Gaulle se lanzó solo en la creación del movimiento de resistencia.
Luchando contra su propia educación y sus prejuicios, poco a poco
reunió a su alrededor - en contra de su antiguo mentor - a franceses
de todos los horizontes y tendencias para defender la República
Francesa.
En esa lucha adoptó como aliado a Jean Moulin, una
personalidad de izquierda que años antes había desviado fondos del
ministerio de Marina y contrabandeado armas para ayudar a los
republicanos españoles en su lucha contra los fascistas.
Nadie parece recordar hoy que un colega de De Gaulle, Robert
Schuman, firmó el vergonzoso armisticio entre Francia y la Alemania
nazi. Años después, ese mismo Robert Schuman fundó la Comunidad
Económica Europea (CEE),
la actual Unión Europea, una
organización supranacional basada en el modelo nazi del
"Nuevo Orden Europeo", en aquel entonces dirigida contra la Unión
Soviética y actualmente contra Rusia.
El modelo Obama-Clinton
El ex presidente estadounidense
Barack Obama ya expresó públicamente su apoyo al
candidato Emmanuel Macron, quien a su vez se ha rodeado de un equipo
de política exterior que incluye a los principales diplomáticos
neoconservadores y no oculta su respaldo a la política exterior del
Partido Demócrata estadounidense.
En Estados Unidos, el demócrata Barack Obama presentó su política
exterior utilizando una retórica diametralmente opuesta a la de su
predecesor, el republicano
George Bush.
Pero en la práctica, Obama sólo siguió - en todos los aspectos - los
pasos de las administraciones de Bush hijo.
Al igual que el republicano Bush Jr., el demócrata Obama aplicó el
mismo plan de destrucción contra las sociedades del Medio Oriente
ampliado, plan que ya ha causado más de 3 millones de muertes.
Emmanuel Macron apoya esa política, sólo habrá que esperar un poco
para saber si la justifica hablando de "democratización" o de
"revolución espontánea".
En Estados Unidos,
Hillary Clinton perdió la
carrera por la presidencia, pero en Francia Emmanuel Macron tiene
las mayores probabilidades de ganar la segunda vuelta y convertirse
así en presidente de la República.
Nada demuestra que Marine Le Pen sea capaz de asumir el papel
que Charles De Gaulle desempeñó en el pasado, pero sí son
seguras 3 cosas:
-
Al igual que en
1940, cuando los británicos no tuvieron otra opción que
acoger a De Gaulle en Londres, los rusos de hoy apoyarán a
la señora Le Pen.
-
Al igual que en
1939, cuando fueron pocos los comunistas que - en contra de
las orientaciones de su partido - se unieron a la
resistencia, hoy son pocos los partidarios de Jean-Luc
Melenchon que darán ese paso.
Pero hay que
recordar que, a partir de la agresión nazi contra la URSS,
todo el Partido Comunista respaldó a De Gaulle y sus
militantes fueron mayoría en las filas de la resistencia
francesa.
No cabe duda de
que, en los próximos años, Melenchon y la señora Le Pen
acabarán en el mismo bando.
-
Emmanuel Macron
nunca podrá entender a los hombres y mujeres que oponen
resistencia a las fuerzas que tratan de imponer su dictado a
su patria.
Así que no podrá
entender tampoco a los pueblos del "Medio Oriente ampliado",
que siguen luchan por su verdadera independencia alrededor
del Hezbollah libanés, de la República Árabe Siria y de la
República Islámica de Irán.
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