por Mireille Delamarre
traducción del
francés de Rocío Anguiano
12 Enero 2010
del Sitio Web
Rebelion
“Déjà vu”
Recordemos el 22 de diciembre de 2001: Richard Reid, el hombre del zapato
lleno de explosivos, era detenido por intentar, según las autoridades
oficiales, hacer explotar un avión de la American Air Lines, el vuelo 63
procedente de París con destino a Miami.
Ahora, en Navidad, ocho años más
tarde, Umar Farouk Abdul Mutallab, un nigeriano de 23 años, intenta hacer
estallar un avión estadounidense de la compañía Northwest Airlines, el vuelo
253, que une Ámsterdam con Detroit en Estados Unidos.
Los dos utilizaron el mismo tipo de explosivo, el PETN (pentaeritritol),
ambos fueron reducidos por pasajeros de los vuelos que supuestamente iban a
hacer saltar por los aires y, también en los dos casos, las autoridades
responsables de la seguridad aeroportuaria aprovecharon para reforzar los
controles a los pasajeros.
En el caso de Reid, la obligación de quitarse los
zapatos y otras medidas de registro intensivo y, en el caso de Umar, la
prohibición de levantarse durante la última hora de vuelo y futuras
restricciones a la libertad de movimientos.
Otra similitud entre el caso Reid y el de Umar es el momento político
especialmente inestable. El caso Reid se produjo justo después de los
ataques del 11 de septiembre en Nueva York, cuando la
administración Bush
llevaba varios meses preparándose para atacar y ocupar Afganistán e Iraq.
En
el caso de Umar, el momento también es políticamente delicado, ya que Obama
acaba de lanzar una gran ofensiva en Afganistán con amplias repercusiones en
Pakistán, y recientemente ha ordenado a la aviación estadounidense que ayude
a las fuerzas del gobierno yemení a bombardear los supuestos refugios de
“terroristas” de Al Qaeda donde, según lo que divulgan los medios de
comunicación proguerra, Umar habría recibido el entrenamiento en el uso de
explosivos.
El fiasco de la tentativa para encender lo que los propios pasajeros del
vuelo 253 calificaron como “petardo”, parece demostrar que o bien ese tipo
de “entrenamiento” no es serio, o que la historia del “entrenamiento” en el
Yemen es simplemente falsa.
Reid tampoco consiguió hacer detonar los
explosivos escondidos en su zapato.
El caso Umar
las inconsistencias que hacen pensar en una operación
bajo bandera falsa
El padre de Umar, el Dr. Umaru Mutallah, uno de los banqueros más
importantes de Nigeria, ex ministro de economía de Níger, contactó con la
Embajada de EE.UU. y se reunió con responsables de la CIA y con altos
funcionarios de la agencia de servicios de información de su país y les
avisó de que su hijo representaba un peligro.
Entonces por qué se autorizó a Umar a subir a un avión que se dirigía a Estados Unidos. Las autoridades
estadounidenses dicen que estaba en una base de datos de individuos
vigilados pero no en la lista de los que no podían volar, a pesar de las
alertas de su padre.
Otra inconsistencia: Umar, que no tenía pasaporte, pudo coger el vuelo 253
en circunstancias dudosas. Un pasajero de ese vuelo, Kurt Haskell, hizo unas
declaraciones de lo más abrumadoras sobre la forma en que Umar pudo subir a
bordo del aparato:
Yo estaba cerca del terrorista cuando pasó el control en el aeropuerto de
Ámsterdam el día de Navidad temprano. Mi mujer y yo jugábamos a las cartas
justo delante del mostrador de facturación.
Esto es lo que vi (y lo que
declaré al FBI cuando fuimos retenidos en la aduana):
“Un hombre de la India bien vestido, de unos 50 años, se acercó al mostrador
de facturación con el terrorista y dijo «este hombre necesita subir a bordo
de ese vuelo y no tiene pasaporte».
Los dos hombres formaban una extraña
pareja, el terrorista un hombre bajito negro que parecía muy pobre y debía
de tener unos 17 años (aunque creo que tiene 23, pero no lo parece). No
pensé que fueran terroristas, solo que formaban una extraña pareja.
El
empleado dijo:
«no puede subir a bordo sin pasaporte»
Entonces el indio
respondió:
«viene de Sudán, hacemos esto continuamente»
Deduje de ello que
era difícil obtener un pasaporte en Sudán y que en cierta medida era una
estratagema basada en la simpatía. Entonces el empleado contestó: «tendrá
que hablar con mi jefe» y envió a los dos hombres hacia el pasillo. No volví
a ver al indio, no estaba en el avión. También es raro que el terrorista no
pronunciara una sola palabra durante todo ese tiempo.
En cualquier caso, el
terrorista consiguió subir al avión. No sé si hubo una gratificación o
simplemente simpatía por parte del jefe de seguridad”.
Sin embargo, los controles de seguridad del aeropuerto de Ámsterdam tienen
fama de ser muy estrictos, incluso se somete a los pasajeros a un
interrogatorio personal.
Otro factor desconcertante en los testimonios de esta tentativa de hacer
estallar un avión estadounidense en vuelo, es lo que contó Jasper Shuringa,
el pasajero que saltó de su asiento para controlar a Umar y apagar el
principio de incendio:
“Temblaba. No opuso ninguna resistencia. Simplemente resulta difícil creer
que estuviera intentando hacer estallar el avión. Estaba en trance. Tenía
mucho miedo”.
El hecho de que no opusiera resistencia, hace que surjan serias dudas sobre
sus capacidades de “jihadista”, al igual que en el caso de Reid, por cierto.
Los dos parecían presentar en el momento de los hechos actitudes y
comportamientos de personas bajo el efecto de estupefacientes.
La versión oficial simplista de los sucesos, divulgada con complacencia por
los medios de masas, se desmorona a medida que surgen nuevos datos.
Apenas un año después de su investidura,
Barack Obama ha adoptado la
política extranjera de «guerra contra el terrorismo» «guerra contra Al
Qaeda» de
Bush II frente a los estados que EE.UU. califica de “delincuentes”,
como Yemen y Somalia.
En Yemen, según el NYT, la CIA es ya muy activa desde hace más de un año en
el marco de operaciones clandestinas y la formación de agentes
gubernamentales de contra insurrección. En los próximos 18 meses, el
gobierno de Estados Unidos va a invertir 70 millones de dólares en financiar
el despliegue de fuerzas especiales estadounidenses para dichos
entrenamientos y en equipar a las fuerzas armadas yemeníes, lo que
representa el doble de lo que había gastado hasta ahora.
La administración Obama intenta establecer relaciones de vasallaje con el
actual presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh.
Este país ocupa una posición
estratégica en la península arábiga y, según Christopher Boucek,
especialista de Yemen en la Carnegie Endowment for International Peace de
Washington,
“los problemas de seguridad en Yemen no son solo cosa de Yemen...
son problemas regionales y afectan también a los intereses occidentales”.
Dicho de otro modo, el intervencionismo bélico de Estados Unidos ha
encontrado una nueva presa. Este país pobre, inestable, cuyos dirigentes son
fácilmente manipulables.
Los EE.UU. se han especializado en atacar a este tipo de país débil
estratégicamente bien situado.
Obama puede contar con la “oposición” en Washington para aprobar esta nueva
“guerra necesaria”. Algunos senadores halcones republicanos así como Joe
Lieberman, un sionista estadounidense a la vanguardia de todas las
iniciativas bélicas de EE.UU., ha exigido ya a Obama que lance un ataque
“preventivo” contra los “nidos de terroristas” de Al Qaeda en Yemen.
Pero la opinión pública estadounidense, mayoritariamente en contra de nuevas
guerras, no está dispuesta a aceptar otra guerra "necesaria".
Para acabar de
convencerla de que cambie libertad contra falsa seguridad, el totalitarismo,
impuesto por un presidente blanco o negro, adopta siempre los mismos métodos.
Hacer que reine el terror cuando resulte necesario montando falsos ataques,
lo que se llama una operación bajo bandera falsa.
El caso Umar - puesto en la palestra por los medios de comunicación cuya
función esencial es tocar a rebato, como hace el NYT que se empeña en vender
a la opinión pública estadounidense un ataque “preventivo” contra un país
refugio de “terroristas” - presenta elementos chocantes que hacen pensar en
una operación de este tipo.