designan la enfermedad que padece la civilización occidental como wetiko, la manifestación maligna egoica que está destruyendo nuestro planeta.
Este término es usado por los indígenas nativos americanos (wetiko para los algonquin, windigo para los ojibwa) para describir la forma de pensamiento que se desarrolla entre personas que practican el canibalismo, como si fuera el virus mental del canibalismo.
Se dice que este patógeno engaña a su huésped y lo hace creer que obtener la fuerza vital de los demás (plantas, animales, personas, etc.) es una forma lógica y racional de existir.
En otras palabras es el
virus del egoísmo, o lo que Paul Levy ha llamado en su
libro
Dispelling Wetiko "egofrenia", el
egoísmo intrínsecamente como una enfermedad que impide reconocer la
realidad de que vivimos en un mundo interdependiente, que toda la
vida tiene el mismo valor intrínseco y que en realidad no existimos
como egos separados.
Puede que actualmente el canibalismo no ocurra de manera literal - aunque se podría argumentar que alimentarnos de animales es una forma de canibalismo - pero ocurre masivamente en la forma en la que se ejecuta nuestro sistema económico.
Miles de millones de personas viven entregando su jornada, toda su fuerza vital, persiguiendo una ilusión, una fantasía ajena, y en el proceso entregando su riqueza a unos pocos.
Podemos ver un canibalismo en la voluntad de poder de conquistar el mundo y explotar la naturaleza; en el sobre-consumo y en la extracción de todos los recursos con el fin de obtener más ganancias personales (una especie de vampirismo también de la fuerza vital del planeta).
Todo esto se hace en nombre de la civilización, un argumento colectivo que es la más crasa hipocresía.
Cuando le preguntaron a Gandhi qué pensaba de la civilización occidental, contestó:
Una buena idea que pese a
algunos intentos no ha logrado materializarse.
Decimos que es una enfermedad espiritual o psico-espiritual porque centra toda la conciencia en una parte del cerebro e impide reconocer la profundidad de la mente (que no está constreñida sólo a un cuerpo, a la materia), es decir, se niega el aspecto espiritual del ser.
Podemos creer que wetiko es sólo una forma, más o menos supersticiosa, de imaginar concretamente nuestro egoísmo.
Pero es posible que aunque sea sólo una enfermedad mental pueda también contagiarse y replicarse en otras personas, como sugiere la teoría memética de Richard Dawkins.
De cierta manera la información se comporta como un organismo vivo que busca perpetuarse, lo cual logra infectando a través de las ideas y el contenido mental (genes culturales) a otros organismos.
Paul Levy sugiere que el wetiko opera como un virus mental que se esparce a través de nuestros puntos ciegos, de la mente subconsciente, y depende de nuestra propia ignorancia de lo que está sucediendo, es decir, de no ver que estamos siendo arrastrados por la importancia personal o la egofrenia.
Levy compara el wetiko con el concepto de la Prisión de Hierro Negro del escritor Philip K. Dick.
En sus visiones gnósticas Dick notó que,
Debemos darnos cuenta de que estamos encerrados en una cárcel y que existe una especie de simulación, generada por nuestra propia mente (infectada por un agente patógeno, "un falsificador del espíritu"), que se superpone a la realidad.
La Prisión de Hierro Negro se replica creando a través de nosotros micro-extensiones de ella misma,
A lo que Levy agrega:
La enfermedad opera produciendo un sentido de aislamiento e independencia, de que estamos solos aquí adentro y el mundo allá afuera es salvaje y hostil.
Dick había escrito también que creer que existe una realidad objetiva separada de la mente que la observa sería "un terrible error intelectual".
Esto es importante porque
esta creencia en un mundo objetivo es la raíz de nuestra separación
- lo que sustenta un mundo dividido entre un sujeto y sus objetos -
y es también el alimento que mantiene corriendo el programa del ego
como una realidad absoluta.
Dick creía que un demiurgo que había querido reemplazar la creación original divina había producido un mundo falso, una realidad espuria - pero lo había creado a través de nosotros.
El demonio se había infiltrado en nuestra propia mente, al punto de hacernos pensar que es nuestra mente.
(En este sentido puede
ser útil recordar la visión del budismo tántrico de que los
demonios son en realidad sólo las aflicciones de nuestra propia
mente que se proyectan hacia afuera).
Se trata de descubrir que,
Dick dice que podemos acceder a ese mundo sin la necesidad de un sacerdote o intermediario.
Para hacerlo debemos recordar (anamnesis) que nosotros no somos realmente egos en un cuerpo sino que nuestra naturaleza es la misma que la divinidad que hizo que se manifestara el universo en primer lugar, es decir que somos la totalidad.
Es por ello que el camino - y Dick era un ferviente cristiano gnóstico - es liberarse de la importancia personal y no huir del sufrimiento consustancial del mundo, sino hacerlo sacrificio en la trascendencia del conocimiento de esta unidad divina.
Tenemos aquí una receta
para escapar de la Prisión de Hierro Negro (de
la Matrix) y al mismo tiempo
curarnos de este virus llamado wetiko.
Terence McKenna sugería que debíamos contrarrestar los efectos del egoísmo que estaba destruyendo el planeta esparciendo otros memes.
En este sentido esparcir el meme de wetiko, es decir, hacer que nos demos cuenta de que padecemos esta enfermedad utilizando mecanismos de replicación de información, podría ser un poderoso remedio para tratar la psicosis colectiva que sufrimos.
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