CAPITULO III
LOS PRESIDENTES DE EE.UU. Y LOS OVNIS
No se crea el lector que hablo de los presidentes de EE.UU. por
estar contagiado de la bobaliconería que aqueja a buena parte del
mundo hispano-parlante y aun del planeta en general, hacia todo
aquello que venga de USA o se exprese en inglés. Por desgracia
padecemos un momento de papanatez hacia todo lo yanki y hacia todo
lo anglófono, que hace que se nos caiga la baba ante cualquier cosa
que de allá provenga, aunque sea en forma de música para simios o de
horrendos «videoclips» esquizofrénicos capaces de matar a un muerto.
Hablo de tan eximios señores, porque aquellos, al menos los nueve
últimos, son los culpables de cierto estado de cosas con relación al
fenómeno ovni. Y de ser ciertas todas las sospechas que tenemos,
serán reos de un gravísimo crimen cometido no ya sólo contra su
propia nación sino contra la humanidad entera.
Guste o no, lo cierto es que hoy por hoy, Estados Unidos es la
nación más poderosa de la Tierra y la que ha alcanzado uno de los
niveles de vida más elevados. Su Gobierno cuenta con unos medios con
los que no cuentan la mayoría de los otros gobiernos del mundo, y
esta es la razón de que haya estado más atento que otros al fenómeno
ovni desde su comienzo y de que haya logrado mayores éxitos en la
difícil tarea de conectar con los escurridizos tripulantes de las
misteriosas naves espaciales.
Ya el presidente Roosevelt, en 1942, recibió una carta del general
Marshall (que reproducimos en el original) poniéndolo sobre aviso de
unos misteriosos «aviones» que habían sido vistos sobre Los Ángeles
y contra los que las baterías antiaéreas habían disparado 1.430
veces, sin que lograsen derribar ninguno. Eran por lo menos 15 ovnis
que volaban no muy rápidos a una altura entre 3.000 y 5.500 metros.
Las conclusiones a que el general Marshall llega son que «no habían
dejado caer ninguna bomba, no había habido heridos y no habían
salido en su persecución aviones del Ejército o de la Marina.
En sus comentarios al presidente le dice que probablemente se
trataba de «aviones comerciales» operados por agentes de potencias
enemigas con el objeto de descubrir dónde estaban situadas las
defensas antiaéreas, y de hacer más lenta la producción debido a los
apagones que tal alarma causaba.(!!)
Muy diferente sería su reacción pocos años después cuando ya
estuviese convencido de que no se trataba de «aviones comerciales».
Harry S. Truman (1945-1953) fue el primero que tuvo que enfrentarse
directamente con el fenómeno ovni, cuando los militares de la Fuerza
Aérea le confirmaron oficialmente que en efecto, todo lo que decía
la prensa —a pesar de los desmentidos de las autoridades—, era una
realidad. Efectivamente, desde la guerra de Corea y posteriormente
en los propios Estados Unidos, se habían detectado en el aire naves
que no pertenecían a ninguno de los ejércitos de las demás naciones
del planeta.
A esta inquietante advertencia se sucedió al poco tiempo el
hostigamiento y hasta el derribo de algún caza de la Fuerza Aérea a
lo que se sumó la convicción de la impotencia de los mejores aviones
ante las capacidades casi infinitas de los discos de los visitantes.
Truman llamó al general Marshall —al de la famosa bienvenida— para
que le sugiriese qué otra bienvenida se podía organizar para tan
extraños visitantes y fue entonces cuando se formó el famoso grupo
«Majestic Twelve» (MJ-12) cuya existencia, a pesar de haber sido
negada reiteradamente por las autoridades norteamericanas, es una
total realidad.
El grupo estaba compuesto por doce personas de gran prestigio, cuyos
nombres conocemos en la actualidad, cuando ya ninguna de ellas vive:
-
almirante Roscoe Hillenkoetter, director entonces de la CIA
-
doctor Vanne-bar Bush
-
general Natan P. Twining
-
general Hoyt S. Vanderburg
-
doctor Detley Bronk, presidente de la Universidad «John Hopkins»
(éste fue el que comenzó a llamarles a los tripulantes de los ovnis
«EBEs» (Entidades Biológicas Extraterrestres)
-
doctor Jerome Unsaker
-
señor Sidney W. Souers
-
señor Gordon Gray, ministro del Ejército
-
general Robert Montague
-
señor Lloyd V. Berkner
-
doctor Donald
Menzel que estuvo activísimo en negar a la prensa la realidad del
fenómeno ovni usando muchas veces razones que hacían estallar en
carcajadas a los periodistas
Por último, otro que formaba parte del grupo MJ-12 fue el Secretario
de Estado James Forrestal que se suicidó, lanzándose al vacío desde
el piso 16 del hospital en el que estaba recluido. La razón oficial
de su suicidio fue ana depresión nerviosa, pero otras fuentes
aseguran que se debió a la preocupación que le causó el descubrir
cuál era la verdad tras el fenómeno ovni. Sus familiares, por otra
parte, siempre han asegurado que fue asesinado, según parece porque
era de opinión que había que decirle toda la verdad al pueblo, cosa
a la que se opusieron desde un principio los restantes miembros del
«Majestic».
Hay una foto muy sintomática de las tremendas presiones a que
Forrestal debió estar sometido. En ella aparece Truman dándole una
condecoración con motivo de su repentino e inesperado cese como
Secretario de Estado. Forrestal mira a Truman con cara muy seria en
la que parece adivinarse el repudio que le causaba aquel acto
farisaico y de un refinado cinismo político. A los dos meses «se
suicidó».
Terminada la era de Truman accedió a la presidencia el general
Eisenhower al cual le llegaron muchos informes de las extrañas luces
que los aviadores norteamericanos vieron en el cielo durante la
guerra de Corea, al igual que años más tarde las verían los que
lucharon en la de Vietnam.
Y para que no se diga que éstas son generalidades, hoy ya poseemos
el documento por muchos años secreto, preparado el 18 de noviembre
de 1952, tras la elección del general Eisenhower a la presidencia.
En un apéndice lo reproducimos y traducimos su interesante contenido
en el que se le da cuenta de qué es el fenómeno ovni y de los
trabajos que en torno a él estaba desarrollando el grupo Majestic
12, del que por lo que podemos deducir, el general Eisenhower no
tenía conocimiento. Esto nos dice el secreto con que se llevaba todo
lo referente a ovnis y la enorme importancia que se le daba, por
mucho que le dijesen al pueblo que el asunto no tenía fundamento
alguno.
Posteriormente el general, ya en la presidencia, tuvo ocasión de ver
el día 20 de febrero de 1954, en la base aérea de Muroc (California)
el ovni que allí se conservaba. En esta visita lo acompañó monseñor
Mclntyre, cardenal de Los Angeles.
Según un informe basado en una
carta particular, Eisenhower tuvo la intención de comunicarle todo
lo referente al fenómeno ovni a la nación:
«Tengo la convicción de
que (Eisenhower) ignorará el terrible conflicto entre diversas
"autoridades" y se dirigirá directamente al pueblo por radio y
televisión, si este "impasse" continúa durante mucho tiempo. Por lo
que he podido deducir, se está preparando una declaración oficial
para difundirla a mediados de mayo.»
Pero llegó mayo y el pueblo siguió sin enterarse. Los «secretistas»
habían triunfado una vez más.
Tras Eisenhower vinieron Kennedy y Johnson. Según un informe, el
primero se interesó vivamente por el fenómeno ovni, y se propuso
comunicárselo al pueblo. En un principio lograron convencerlo de la
inconveniencia de tal declaración, pero un año más tarde, alarmado
por los informes que seguían llegando, se decidió a decírselo a la
nación. Según el mismo informe ésa fue la causa de su muerte y de la
de su hermano Robert que también opinaba que había que decir toda la
verdad sin ocultarle nada al pueblo.
Del malhablado Nixon sabemos que su hombre de confianza, Haldeman,
estaba en contacto con el MJ-12.
Gerald Ford y Jimmy Carter tuvieron algo en común; antes de ser
presidentes ambos dijeron que en caso de llegar a la Casa Blanca,
harían que se le dijese al pueblo toda la verdad sobre los ovnis. En
particular Carter, que se había impresionado mucho tras haber
contemplado durante un buen rato un ovni en el Estado de Georgia
mientras era gobernador, en 1973, y se lo había prometido a los
periodistas.
«Juro que era realmente un ovni —había dicho—, parecía
tan grande como la luna».
El semanario italiano «Gente», junto con
esta noticia, publicó una fotografía el 1 de mayo de 1977, en la que
se ve a Carter con la mano en el pecho jurándole a los periodistas
que cumpliría su palabra. Además prometió no poner en ridículo a
nadie que dijese haber visto un ovni.
Pero he aquí que cuando ambos llegaron a la presidencia se olvidaron
del asunto y ni ellos dijeron nada ni facilitaron el que los
investigadores accediesen a los archivos en donde se relataba la
realidad de los ovnis.
Es tal el secreto, por no decir, la histeria, con que todo el asunto
se ha llevado; que al presidente Carter, aun después de ser
presidente, le ocultaron los hechos más fundamentales e inquietantes
por miedo a que su puritanismo pudiese traer alguna complicación.
Esto pudo verse cuando candorosamente le pidió a la NASA que
realizase un estudio sobre todo el fenómeno, siendo así que la NASA
sabía ya para aquellas fechas (1978) mucho más de lo que Carter les
pedía que investigasen. De todas maneras, la NASA le contestó que el
asunto ya había sido investigado y no merecía la pena una nueva
investigación.
En la carta de los militares de la JMP, que habían trabajado en
proyectos secretos relacionados con los ovnis, se echa de ver su
asombro y su indignación ante el hecho de que el presidente de la
nación no estuviese informado de hechos que la CIA, la NASA, la NSA,
el MJ-12 y los altos mandos de la Fuerza Aérea, aun sin saberlo
todo, conocían desde hacía años.
En cuanto a Ronald Reagan, el presidente más inculto y de mente más
cerrada que los Estados Unidos han tenido, según los rumores, se
entusiasmaba ante las noticias que le daban de las actividades de
los ovnis y las seguía con un cierto nerviosismo infantil. Pero a lo
que parece, nunca llegó a enterarse del lado tenebroso que todo el
asunto tenía, o por lo menos no quiso hacerle frente con la decisión
y el cerrilismo con que abordó temas como el de Nicaragua. Los
comunistas que él veía por todas partes en aquella pequeña nación
centroamericana, le metían más miedo que los pequeños hombrecitos de
los que hablaban sus asesores.
Lo curioso es que Reagan, en los últimos cuatro años de su mandato,
habló cuatro veces inexplicablemente y casi a destiempo de los
extraterrestres, en alguna ocasión con pasmo para los que le oían,
que no podían dar crédito a lo que estaban escuchando.
La segunda de estas ocasiones fue el 4 de diciembre de 1985, en el
Colegio de Fallston, habiéndoles a los estudiantes. He aquí sus
palabras:
«En mi último encuentro con Gorbachov, en un momento de
nuestra charla privada, le dije:
"Piense en lo fácil que sería
nuestra tarea, si de repente se presentase gente de otro planeta y
nos amenazase a los habitantes de la Tierra. Entonces olvidaríamos
las pequeñas diferencias locales que tenemos entre nosotros y de una
vez para siempre caeríamos en la cuenta de que todos somos seres
humanos que tenemos que vivir juntos aquí en esta Tierra nuestra"».
Y para atenuar un poco la extrañeza que estas palabras pudiesen
producir, añadió en seguida: «Bien, yo no creo que tengamos que
esperar que alguna raza de alienígenas venga a amenazarnos.»
La tercera fue nada menos que
en la 42 Asamblea General de las
Naciones Unidas, el día 21 de septiembre de 1987. Los representantes
de todos los Gobiernos de la Tierra le oyeron decir estas palabras:
«En nuestra obsesión con antagonismos momentáneos, nos olvidamos de
lo mucho que nos une a todos los miembros de la humanidad. Puede ser
que necesitemos de algo proveniente del exterior que nos amenace a
todos para que caigamos en la cuenta de todo esto que nos une. A
veces pienso en lo rápidamente que desaparecerían todas estas
diferencias si tuviésemos que enfrentarnos a una amenaza general
proveniente
de seres de otros mundos. Y yo les pregunto: ¿no hay ya entre
nosotros una fuerza alienígena?»
Y al igual que en el Colegio de Fallston, con un lenguaje muy
político, como para quitar importancia a lo que acababa de decir
ante los extrañados asambleístas, añadió:
«¿Qué podría ser más ajeno
a las aspiraciones universales de nuestros pueblos que la guerra o
una amenaza de ella?»
La cuarta ocasión fue en Chicago en mayo de 1988, en una comida
pública, respondiendo a una pregunta que nada tenía que ver con los
extraterrestres. Como un exabrupto dijo:
«Muchas veces me pregunto
qué sucedería si de repente descubriésemos que todos los habitantes
de este mundo estamos amenazados por fuerzas procedentes de otro
planeta. Seguramente que nos uniríamos y lucharíamos contra ellas».
Según un periódico, algunos de los serios comensales que lo
escuchaban, casi se atragantan cuando oyeron decir a su presidente
semejante cosa.
Cuando escribo estas líneas, los comentaristas políticos de todo el
mundo todavía hablan de las repercusiones de la última entrevista de
Gorbachov y Reagan en Estados Unidos, a finales de 1988. Todo el
mundo se congratula de que por fin las espadas parece que empiezan a
bajarse y a reinar un clima de entendimiento y de distensión. Ya
era hora.
Pocos hablan de la ciega estupidez de nuestros grandes
líderes que por años nos mantuvieron en vilo con amenazas de guerras
mundiales, llenando el planeta de cabezas nucleares y derrochando
cantidades infinitas de dinero, mientras buena parte de la población
mundial no tiene techo ni comida.
¿No es extraño que tras tanta amenaza y tanto loco derroche, de
repente todo parezca arreglarse sin que haya habido nada especial
que lo provoque y cuando, por el contrario, hay motivos muy serios
(Afganistán, Líbano, Centroamérica, Libia, terrorismo aéreo) para
que la tensión continúe y se acreciente?
En los próximos capítulos examinaremos cuáles pueden ser las
secretas causas de esa distensión, aunque en realidad ya están
dichas de una manera muy velada en las expresiones que hemos
trascrito del presidente Reagan. Lástima que los políticos no sean
más sinceros y mantengan siempre sus cínicas caretas tras las que
ocultan su falsa dignidad y su estúpido orgullo, aun a costa de
poner en peligro el bienestar de todos los habitantes del planeta.
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Reflectores sobre la ciudad de los Ángeles en busca de los «aviones
desconocidos» en 1942. (VER TEXTO ABAJO).
Esta borrosa e histórica foto es un testimonio elocuente de una
incursión de ovnis sobre territorio norteamericano cuando todavía
las autoridades de aquel país no conocían la existencia de estos
misteriosos visitantes.
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TRADUCCIÓN DEL DOCUMENTO N.° 1
«TOP SECRET» OJOS SOLO (No se pueden hacer copias ni transcribir)
(LA CASA BLANCA)
Washington Septiembre 24, 1947
MEMORÁNDUM PARA EL SECRETARIO DE DEFENSA
Querido secretario Forrestal:
De acuerdo a nuestra reciente conversación sobre esta materia, usted
está autorizado a proceder con toda la debida rapidez y precaución
en lo que se le ha asignado. De aquí en adelante, todo este asunto
se denominará, únicamente, como «Operación Majestic Doce».
Sigo pensando que cualquier futura consideración relativa a
disposiciones definitivas en todo este asunto deberían depender,
exclusivamente, de !a Oficina del presidente y de acuerdo a las
discusiones pertinentes con usted, el doctor Bush y el director de
la Inteligencia Central (CIA).
(Firmado)
Harry S. Truman
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