CAPITULO IX
SE DESTAPA EL SECRETO
La investigación del fenómeno ovni está tomando un giro
completamente diferente del que hasta ahora había seguido en los
medios llamados oficiales de la ovniologia.
Los «ufólogos científicos», que todavía se empeñaban en dudar de la
mayor parte de los avistamientos, negándole además toda connotación
parapsicológica y parafisica al fenómeno, van a tener que guardar
sus binoculares y demás aparatos con los que miopemente trataban de
convencerse de su realidad.
Mientras ellos investigaban si las fotos
de ovnis eran verdaderas o falsas y si lo que los contactos decían
era verdad o mentira, ya hacía tiempo que los viajeros del espacio
—o de los espacios ultradimensionales—
se habían colado entre
nosotros: y si hemos de creer a ciertas informaciones, habían
«convencido» a nuestros más poderosos gobernantes a colaborar con
ellos.
Los ánimos empezaron ya a inquietarse hace algo más de un año,
cuando aparecieron en Nueva York dos ya famosos libros —«Communion»
e «Intruders»—, en que los autores, narrando hechos muy recientes y
vividos en gran parte por ellos o por sus amistades, en plena ciudad
de Nueva York, llenaban de pánico a los lectores acerca de las
desagradables tareas a que se dedicaban ciertos misteriosos «enanos»
que se presentaban en sus habitaciones durante la noche.
En concreto, el caso de Kathie Davis —una joven de Copie Woods,
cerca de Indianápolis, a la que contra su voluntad los alienígenas
extrajeron un feto de casi cuatro meses— llenó de terror a muchas
mujeres. Los detalles de todo el incidente con sus nombres y lugares
concretos, el testimonio y la extrañeza del ginecólogo, la
desesperación de la propia Kathie y sus revelaciones hechas bajo
hipnosis no dejaban lugar a dudas. Las noticias corrieron como la
pólvora y convirtieron muy pronto los libros de Whitley Strieber y
Budd Hopkins en «best sellers». Sin embargo, en los citados libros
lo único que se hacía era confirmar lo que hace años venimos
diciendo otros que no somos yankis: el gran interés que algunos de
estos visitantes tienen acerca de lo generacional, lo genético y lo
genital. Pero tienen que decírnoslo en inglés para que empecemos a
prestarle atención. En un capítulo anterior hemos narrado otros por
el estilo de los que nos cuentan Strieber y Hopkins.
Por supuesto que ante estos hechos, los eternos dubitantes seguirán
dudando en espera de la oportunidad de ver un ovni en el patio de su
casa; y los cerrados de mollera seguirán negando sin tomarse el
trabajo de investigar por sí mismos.
Ya no se trata, por tanto, de seguir investigando si somos visitados
o no por seres inteligentes no humanos. Se trata de informar a la
humanidad, gústele a ésta o no, de las actividades que algunos de
estos seres están realizando entre nosotros con el consentimiento
más o menos voluntario de las autoridades del país más poderoso de
la Tierra.
Nos referimos a la colaboración del gobierno de los Estados Unidos
con seres extraterrestres o, dicho más exactamente, con seres
inteligentes no humanos, porque no sabemos con certeza si son de
otros mundos o son del nuestro, aunque de otras dimensiones no
perceptibles por nuestros sentidos. Si hemos de creer a lo que ellos
nos dicen, proceden de fuera de nuestro sistema solar. Pero a estas
alturas ya sabemos que algunos de estos visitantes mienten mucho.
Las primeras noticias de estos incidentes se remontan a los años 40,
aunque es probable que Alemania haya rescatado un platillo volante
en 1939.
De las muchas personas que trabajaban en las diferentes
organizaciones relacionadas con la investigación de los ovnis, sólo
un muy limitado número fuera de los doce miembros del
MJ-12 estaba
al corriente de toda la verdad. El espionaje mutuo para que no se
filtrase nada al exterior era tremendo y de tiempo en tiempo se
divulgaban falsas noticias, en ocasiones muy parecidas a las
verdaderas, con el fin de despistar a los investigadores y
periodistas, y para que cuando su falsedad fuese descubierta, todo
el asunto de los ovnis perdiese credibilidad y diese la impresión de
ser una cosa de unos cuantos chiflados.
El famoso «Informe Condon»,
de la Universidad de Colorado, fue uno de estos esfuerzos oficiales
para desacreditar todo el fenómeno. Otros fueron el libro «Mute
Evidence» y el «Informe Rommel», para restarle importancia a las
mutilaciones de ganado.
A todos los que trabajaban en los diferentes
programas relacionados con ovnis se les exigía un solemne juramento
firmado, cuyo incumplimiento podía acarrearles cualquiera de estas
consecuencias, dependiendo del grado de la falta:
-
Una reprimenda fuerte con amenaza de castigo severo si reincidía.
-
Ser «trabajado» psicológicamente de modo que el individuo caía en
una severa depresión, que en ocasiones conducía al suicidio o daba
lugar a que lo ingresasen en centros en los que estaban
completamente incomunicados.
-
Asesinato del infractor, haciéndolo aparecer como un suicidio o
accidente. En esto, la CIA colaboró con su larga experiencia.
-
Confinamiento en algún «Centro de detención especial» o envío
directo a algún «Asilo de dementes», en donde era tratado con
técnicas de desprogramación que terminaban por cambiar su
personalidad y producir profundas alteraciones de su psiquismo, de
modo que en el futuro todo lo que pudiese decir —si es que lograba
acordarse de algo— no fuese tenido en cuenta por nadie.
-
«Internar» al individuo, haciéndolo trabajar en proyectos más
secretos. De ordinario, estos trabajos se hacían en instalaciones
cerradas e incomunicadas con el mundo exterior, por lo general
subterráneas, en donde todo el personal está vigilado durante las
veinticuatro horas del día.
Además del personal juramentado, el MJ-12 trataría de la misma
manera, llegando incluso al asesinato camuflado, a toda aquella
persona que estuviese «muy cerca de la verdad».
Cualquier medio era
lícito para proteger el secreto final.
¿Cuál es ese «secreto final» tan celosamente guardado por el MJ-12,
asistido por tres o cuatro grandes agencias gubernamentales? Es, en
primer lugar, el trato hecho por el gobierno de los Estados Unidos
con ciertas entidades extraterrestres a las que el MJ-12 bautizó con
el nombre de «EBEs».
Al parecer, las películas «Encuentros cercanos del tercer tipo»,
«ET», «Hangar 18», así como la serie «V», y unas cuantas más, fueron
hechas para que nos fuésemos acostumbrando a la existencia de
semejantes seres y hasta a su nada agradable apariencia.
Como ya dijimos, la primera comunicación física filmada del gobierno
norteamericano con los EBEs fue el 30 de abril de 1964, en la base
de la Fuerza Aérea de Holloman, en el estado de Nuevo México. En un
área preparada y previamente concertada aterrizaron tres platillos,
de los que descendieron varios EBEs, a los que estaban esperando
oficiales de inteligencia del gobierno, y allí mismo se celebró la
reunión.
Anteriormente había habido ya contactos y posteriormente continuó
habiendo reuniones como la de Holoman, en las que se fue avanzando
en el entendimiento, hasta que por fin, durante el período
comprendido entre 1969 y 1971, el MJ-12, en representación del
gobierno de los Estados Unidos, hizo un trato con ellos. Este
consistía en que a cambio de la tecnología que los EBEs
proporcionarían a Norteamérica (mayormente relacionada con
armamento, control mental y conocimientos antigravitatorios para
dejar atrás a los rusos), el gobierno de USA «ignoraría» ciertas
cosas que estaban ocurriendo y les proporcionaría lugares seguros en
donde ellos pudiesen realizar sus actividades y en los que a su vez
enseñarían a los militares las nuevas técnicas prometidas.
De hecho, la base de
Groom Lake, una de las más secretas, fue
ampliada a partir de 1972, y se construyó en ella, bajo la dirección
de los EBEs, una enorme instalación subterránea en la que se colocó
el instrumental pactado que, por supuesto, era manejado
exclusivamente por «ellos».
Las «cosas» que estaban ocurriendo y que el gobierno prometía
«ignorar» eran las misteriosas matanzas de ganado que se detectaban
en toda la nación y los secuestros y desapariciones de seres humanos
que de vez en cuando saltaban a las páginas de los periódicos.
Ya desde un principio este «trato» motivó una fuerte discusión en el
seno de Majestic-12, pero la confrontación entre sus miembros se
agravó cuando, pasado el tiempo, descubrieron que habían sido
engañados por los EBEs y que habían traicionado a sus conciudadanos
haciéndose cómplices de miles de crímenes.
En la actualidad, el grupo MJ-I2, al que pertenecen personajes tan
retorcidos como el general Vernon Walters, el maquiavélico doctor
Kissinger, el ex director de la CIA George Bush, actual presidente
de los Estados Unidos, y muy posiblemente el almirante Poindexter —
envuelto en el sórdido asunto Irán-Contras— no sabe qué hacer y está
ganando tiempo para ver cómo puede salir de la difícil encrucijada.
El engaño de que tan ilustres señores fueron víctimas es en verdad
atemorizador. Descubrieron en primer lugar que el número de seres
humanos secuestrados y de los que en la mayoría de los casos no se
volvía a saber era muy superior a lo que ellos habían pensado
inicialmente. Por haberlo ya tratado en mi libro «La granja humana»,
no abundaré aquí sobre este interesantísimo tema de las
desapariciones de personas.
Sin embargo, lo que más los impactó fue el conocer en detalle lo que
les sucedía a las personas que eran temporalmente abducidas
(consciente o inconscientemente) y a aquellas que nunca volvían a
aparecer.
Se llenaron de horror cuando descubrieron lo que los EBEs
suelen hacer:
-
Acostumbran a insertar en el cerebro, a través de las fosas
nasales, un pequeño aparato esférico de unos tres milímetros con el
que pueden «monitoreao» biológicamente al secuestrado y seguirle la
pista a la perfección.
-
Controlan durante un período de dos a cinco años, mediante
sugestión poshipnótica, a los abducidos, de modo que éstos efectúen
una actividad específica en el momento preciso.
-
Sacrifican a algunos de ellos para que les proporcionen «material
biológico». O dicho en otras palabras más crudas, matan a algunos de
los secuestrados para utilizar sus tejidos.
-
No tienen inconveniente en asesinar a ciertos individuos que son
una amenaza para la continuación de sus actividades en nuestro
planeta.
-
Efectúan experimentos de ingeniería genética.
-
Fecundan a mujeres y les extraen prematuramente los fetos,
cultivándolos fuera del útero materno para seguir de cerca su
desarrollo.
Estas son, a grandes rasgos, las actividades en que están ocupados
los EBEs con los que el MJ-12 hizo el pacto mencionado.
«El gobierno de USA no tuvo inicialmente conocimiento de las
consecuencias de su "trato" porque los EBEs le hicieron creer que
los secuestros eran esencialmente benignos. Y como se imaginaron que
de todas las maneras los EBEs los iban a seguir haciendo,
simplemente insistieron en que les suministraran periódicamente una
lista de los secuestrados.»
Pero la realidad fue muy diferente. Los EBEs no sólo mintieron en
cuanto al propósito de sus secuestros, sino en el número de personas
que se llevaban. A medida que pasaba el tiempo las abducciones iban
en aumento, incrementándose mucho en 1973. Cuando el MJ-12 descubrió
lo que estaba sucediendo ya era demasiado tarde. Aparte de la enorme
humillación que supuso descubrir que los EBEs ¡habían hecho un trato
muy parecido con los rusos!
Hace muy pocos meses todos los miembros del MJ-12 tuvieron en su
recóndito refugio del «Country Club» una reunión tormentosa en la
que se debatieron casi desesperadamente dos posiciones: la de los
que defendían que había que decir al público la verdad desnuda
pidiendo al mismo tiempo perdón por el error cometido y solicitando
colaboración, y la de los que decían que de ninguna manera se podía
hacer eso, porque el pueblo no estaba preparado para asimilar la
«horrible verdad» de que somos los conejos de Indias de una raza
superior extrahumana.
Los defensores de esta segunda posición eran más abundantes y
propusieron además desarrollar un arma que pudiese ser utilizada
contra los EBEs «grises» de los que se conocen ciertas debilidades o
deficiencias fundamentales. En concreto sugirieron que podría
hacerse bajo el antifaz de la SDI (Strategic Defensive Initiative).
Y si hemos de creer a algún informe, tal arma ya fue probada en la
primavera de 1988, aunque con resultados negativos. En la
actualidad, según el mismo informe, un grupo de científicos trabaja
febrilmente en una base subterránea de la Fuerza Aérea
norteamericana para lograr corregir las deficiencias que en el arma
se encontraron.
Esta desavenencia en el seno del MJ-I2 se echa de ver por un lado en
la filtración desde un tiempo a esta parte de noticias concretas,
cintas magnetofónicas con información muy valiosa y hasta un
videocasete
en el que se puede ver a un alienígena que la fuerza aérea ha tenido
prisionero en una base; y por otro lado en la dificultad con que
semejante información llega a las manos de los investigadores, y en
la facilidad con que desaparece en cuanto se descuidan los que la
poseen.
Es típico el caso de Linda Howe. Había hecho un documental fílmico
sobre los animales que aparecían desangrados y mutilados de una
manera misteriosa y sobre la íntima relación de este hecho con el
fenómeno ovni por más que los «ufólogos serios» sigan dudándolo
todavía.
Pues bien, Linda recibió en 1982 una llamada telefónica invitándola
a hacer una película sobre el tema de los ovnis y en concreto sobre
varios platillos que se habían estrellado y cuyos restos estaban en
poder del gobierno. La pusieron en contacto con un oficial de la
Fuerza Aérea llamado Cody, el cual le dio información de primera
mano y le prometió 2.200 metros de film sobre el aterrizaje de
Holloman y la entrevista de tres alienígenas con agentes del
gobierno.
Durante varios meses su vida fue auténticamente «de película», ya
que sus comunicantes la hacían ir de una ciudad a otra para recoger
datos y para entrevistarse con personajes extraños. Le daba la
impresión de que sus informadores temían que se supiese lo que
estaban haciendo y muchas veces se echaban atrás en sus promesas o
en sus citas. Finalmente, cuando ya tenía los contratos firmados
para empezar a rodar, sus comunicantes dieron largas a todo el
asunto y dejaron de comunicarse con ella.
Algo por el estilo le sucedió a un rico político del sur de
California. Lo llamaron para hacer una película sobre el fenómeno
ovni y hasta lo llevaron al Pentágono en donde le enseñaron videos
de entrevistas con extraterrestres. Pero a última hora lo dejaron
esperando todo el material prometido.
Uno de los documentos recibidos por Linda Howe fueron los famosos
«papeles de Dulce». Dulce es un pueblo en el estado de Nuevo México
cerca del cual hay una base subterránea secreta llevada
conjuntamente por el ejército y por los extraterrestres. La base
—que no es la única de este género— está exactamente a un kilómetro
de Archuleta Mesa, en la reserva india apache de Jicarilla, y se
hizo famosa por lo que más tarde contaremos. Su existencia se conoce
por tres fuentes al menos. (Ver Apéndice n.° II.)
La primera proviene del secuestro de una mujer y su hijo, que fueron
llevados a la base subterránea, aunque inexplicablemente más tarde
fueron devueltos.
Otra de las fuentes por las que se conoce la existencia y las
actividades de la base subterránea de Dulce es por un ex agente de
la CIA que logró huir de ella tras haber estado trabajando allí y
cuando se enteró de las actividades reales a que se dedicaban los
EBEs. Antes de escaparse tomó algunas notas, fotos y videotapes y
posteriormente se escondió.
En la actualidad mantiene contacto
únicamente con cinco individuos, a los que ha enviado los ya famosos
«papeles de Dulce», a los que posteriormente nos referiremos más en
detalle.
Ahora quiero fijarme sólo en dos cosas que me interesaron
especialmente por haberlas encontrado con anterioridad en mis
investigaciones personales:
«Algunas mujeres son usadas para
cruzarlas con estos robots casi humanos.»
El tema es enormemente
interesante y de tremendas consecuencias.
La otra cosa que me llamó la atención fue esta intrigante frase:
«Los alienígenas ponen su mano en la sangre como si fuese una
esponja. Pero no es sólo alimento lo que quieren de ella; parecen
absorber átomos.»
En «Defendámonos de los dioses» y en «Israel
Pueblo-contacto» hablé extensamente del papel importante que la
sangre juega en todas las religiones —incluido el cristianismo— y en
el fenómeno ovni. Y no podía ser menos, dada la enorme relación que
existe entre éste y el fenómeno religioso.
De hecho en «The Matrix»
vemos confirmado algo que hace años venimos diciendo con gran
disgusto de los «ufólogos serios»:
«Los EBEs han creado las
religiones para poder manipular más fácilmente las mentes de los
humanos.»
Considerado globalmente, es un hecho manifiesto que las creencias
religiosas son estrategias elaboradísimas para mantener las mentes
de los humanos distraídas, por una parte, y divididas por otra, de
modo que no lleguen a darse cuenta del estado lamentable en que la
humanidad se encuentra.
En líneas anteriores dijimos que Dulce se hizo famosa por un
episodio sucedido en 1979, cuando parte de los humanos que allí
trabajaban se sublevaron. El descubrimiento de las verdaderas
actividades de los EBEs y el confinamiento a que estaban sometidos
parece que fue la causa de la rebelión. Pero los alienígenas
reaccionaron drásticamente y persiguieron hasta fuera de la base a
los insurrectos, logrando matar a 66 de ellos, aunque 44 lograron
escapar. Posteriormente parece que de alguna manera se hicieron las
paces y la base de Dulce ha seguido funcionando hasta hoy.
¿Qué pensar de todo esto?
Es muy cómodo decir que todo es falso y un
poco cobarde el no quererse «mojar». Yo, tras conocer muchos hechos
extraños de la ovnilogía y aun sospechando que algunas de estas
afirmaciones concretas pueden no ser ciertas, me inclino a creer que
el fondo de todo ello es real. La presencia y actividad de seres
inteligentes no humanos en nuestro planeta es algo que la humanidad
no puede permitirse el lujo de ignorar por más tiempo.
Sin embargo, tan preocupante como todo esto, si no más, es la
posibilidad de que todas las
experiencias de Dulce y de otras Bases
subterráneas, sean actividades de grupos secretos humanos muy
poderosos, que poseedores de unas tecnologías avanzadísimas y
dominados por ideas delirantes estén llevando a cabo las atrocidades
que describiremos en líneas posteriores.
La presencia de EBEs en sus
instalaciones sería sólo circunstancial y más bien con el fin de
poderles achacar a ellos lo que allí se realiza.
Desgraciadamente resulta muy difícil separar lo auténtico de lo
espurio, ya que son muchas y muy diferentes las causas que
intervienen en todo ello. Y aparte del factor humano, hay que contar
con el extrahumano, muy interesado en que no caigamos en la cuenta.
Por eso es muy natural que los mortales, ante tantos hechos extraños
y ante la imposibilidad de llegar a tener una idea clara de todo
ello, duden perpetuamente o rechacen los hechos, y en ocasiones su
mente se desboque enloquecida llegando a fabular incontenidamente.
Pero ya es hora de que vayamos despertando de un engaño que ha
durado miles de años y que tan caro nos ha costado.
Uno de los lugares más comunes donde verifican implantes, tal como
se muestran en el grabado (*), es muy cerca de la glándula
pituitaria.
La estimulación electromagnética de la pituitaria afecta
también a la glándula pineal, que tiene mucho que ver con la
percepción.
No hay que ser un neurofisiólogo para imaginar todo lo
que se puede lograr mediante campos o impulsos electromagnéticos.
Linda Howe haciendo su documental sobre reses muertas por los ovnis.
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