CONCLUSIÓN
Hemos llegado al final y supongo que el lector estará perplejo ante
hechos tan extraños. Por si le sirve de consuelo sepa que el autor
también lo está. Pero no sirve de nada inhibirse o encogerse de
hombros y dejar que las cosas sigan como van. Creo que ante tales
hechos se impone tomar algunas decisiones. Porque si todo lo que
aquí hemos dicho es cierto, sería insensato quedarse inerte, aunque
desgraciadamente ésa sea la actitud de la mayoría de los mortales
cuando tiene que tomar decisiones de índole trascendente.
La primera decisión sería de un orden puramente mental:
-
¿Se aceptan
o no se aceptan los hechos narrados?
-
Y si se aceptan ¿cómo se
aceptan?
-
¿Como absolutamente objetivos, al igual que se aceptan las
incidencias comunes de un día normal?
-
¿O los aceptamos, pero
tamizados por la mente de los percipientes o de los que nos los han
transmitido?
-
¿Son los hechos sólo verdaderos para los que han sido
testigos o víctimas de ellos y no lo son para el resto de los
humanos?
-
¿Estamos ante el inicio de la gestación de un mito moderno,
al igual que los mitos religiosos actuales tuvieron su inicio en
alguna época de la historia?
Ésta sería la primera decisión que tendríamos que tomar. Y, como
dije, encogernos de hombros ante la posibilidad de que semejantes
hechos puedan ser ciertos es muy poco racional.
Porque si lo son, su
trascendencia sobre la vida de la Humanidad podría ser de enormes
consecuencias. Y no precisamente para el futuro. Creo firmemente que
las consecuencias de la objetividad de estos hechos y de lo que
ellos implican, pertenecen ya al pasado y las tenemos plasmadas en
la espantosa historia de la Humanidad, en el caótico presente del
que hemos tenido la mala suerte de ser testigo, y en concreto en las
existencia de las grandes religiones que tienen aprisionada la mente
de la gran mayoría de la Humanidad.
La primera decisión, pues, sería tomar conciencia del problema.
Aparentemente la ciencia oficial y las clases dirigentes de este
mundo ya hace tiempo que no sólo tomaron conciencia del problema,
sino que sentenciaron que los hechos no eran verdaderos
o se debían a otras causas. Ésa es hoy la creencia dominante en la
sociedad «culta» y por eso los que nos dedicamos a estudiar estas
cosas extrañas no somos bien vistos.
Pero los hechos siguen estando
ahí y apareciendo mes tras mes en las columnas de los grandes
diarios y revistas del mundo y en los despachos de las principales
agencias noticiosas. Veinte veces se ha querido matar todo este tipo
de noticias «oscurantistas y medievales» y veinte veces han
resurgido ellas de sus cenizas. Hay alguien o algo que no las deja
morir. Y ese algo es su propia objetividad. Los hombres y mujeres
siguen viendo, oyendo y sintiendo cosas extrañas.
Estamos asistiendo
al «retorno de los brujos» que hace casi treinta años pronosticaron
Pauwels y Bergier.
Digamos que el hombre culto tiene derecho a dudar ante hechos tan
raros. Quien duda ante hechos triviales puede quedarse muy bien en
su duda porque no tienen consecuencias de importancia. Pero el que
duda ante hechos de gran trascendencia tiene la obligación de salir
de su duda. Y en la actualidad, gracias en parte a la ciencia,
tenemos mil maneras de investigar estos hechos por extraños que nos
parezcan y creo que hoy día podemos ya tener la seguridad de que
tienen algún tipo de realidad.
Puede que no sea exactamente la que
parece ser o la que los testigos dicen, pero creo que hoy, aun
hablando desde un punto de vista estrictamente científico, ya no
podemos dudar de que detrás de todo este ingente cúmulo de hechos
paranormales, testimoniados por tantos miles de seres humanos, hay
algo aunque no sepamos qué es ese «algo».
Por lo tanto persiste la obligación de investigar los hechos, lo
mismo que la Humanidad se siente obligada a investigar cuál es la
causa del cáncer o del SIDA. Y la ciencia en concreto no tiene
derecho a encogerse de hombros y decir que los hechos son
muy extraños. Ésa no es razón para no investigarlos.
Pero dejemos a los eternos dubitantes y veamos qué es lo que las
personas que han tomado conciencia del problema deberán hacer. Puede
ser que no esté en sus manos el investigarlo, pero sí lo está el
interesarse por lo que otros vayan descubriendo y sobre todo el
pasarle este conocimiento y esta sana preocupación a las
generaciones jóvenes, al contrario de lo que hasta ahora se ha
venido haciendo.
Hay que abolir el narcisismo de pensar que «somos
los reyes de la creación», que «el hombre es la más inteligente de
las criaturas», que «todas las cosas y animales de la Naturaleza
están al servicio del hombre» y tonterías por el estilo. Hay que
decirles claramente, sin caer en los fanatismos cerrados de las
diferentes religiones, que por encima de nosotros hay otros seres
inteligentes que, al igual que los hombres hacemos con los animales,
intervienen en nuestras vidas directa o indirectamente, sabiéndolo
nosotros o sin saberlo. Y esto tanto a nivel individual como
colectivo.
Mientras la Humanidad y sobre todo sus dirigentes, no admitan estas
tremendas verdades, las cosas irán tan mal como han ido y seguiremos
desunidos, desorientados, engañados, haciéndonos permanentemente la
guerra y en un estado de desarrollo mental que apenas si ha cambiado
en los últimos milenios.
Por el contrario, el día que los jefes de la Humanidad asuman esta
tremenda verdad el hombre comenzará a abandonar el estado de
semi-barbarie en que vive y empezará a evolucionar hacia el estadio
de superhombre.
Pero en la actualidad los líderes del planeta —aquellos «señores
visibles de este mundo» que vimos en el primer capítulo— no admiten
esta verdad. Es demasiado comprometedora para ellos.
Los científicos —que en las cosas entrañablemente humanas son
siempre los últimos en enterarse— se ríen de todo esto. Para sus
ojos miopes no hay más realidad que la de sus laboratorios y la que
se estudia en los textos de la Universidad. Los políticos están
demasiado entretenidos en sus juegos de poder; a los militares su
amor propio les impide creerlo y prefieren seguir jugando con sus
aviones, sus barcos y sus soldaditos de carne; los banqueros están
enfrascados acrecentando sus dividendos y jugando a la Bolsa...
Los únicos que lo admiten son los líderes religiosos. Ellos sí saben
que hay otras inteligencias superiores al hombre, pero lo malo es
que cada uno tiene de ellas una idea diferente, y cada uno cree que
su religión tiene la clave para entenderse con ellas. Además, la
idea que tienen de estas entidades es falsa por demasiado simplista.
Las dividen en totalmente malas y totalmente buenas, convirtiendo a
una de éstas en el Dios Supremo al cual lo hacen indirectamente
culpable de cuantos errores y males hay en el mundo.
¿Qué tendrá que hacer el hombre evolucionado —aunque sea un
solitario— que haya caído en la cuenta de esta tremenda verdad?
Lo
que deberá hacer una vez que haya tomado conciencia del problema,
será adoptar medidas concretas para evitar ser juguete de ninguna de
estas entidades. Además, en cuanto esté en su mano, deberá ayudar a
que sus semejantes despierten y caigan en la cuenta de tan tremenda
realidad, para que la historia humana no siga siendo lo que hasta
ahora ha sido: un conjunto de horrores inspirados por ellas y
causado inmediatamente por los títeres que ellas han ido escogiendo
como sus ministros a lo largo de los siglos.
Comprendo que lo que estoy diciendo es de tal envergadura que la
mente se resiste a aceptarlo sin más ni más. Los errores acerca de
la posición del ser humano en el cosmos los traemos en los genes
desde hace milenios y por eso a muchas personas, aun inteligentes y
con buena voluntad, se les hace completamente imposible superarlos.
Pero en realidad, los dioses grandes y pequeños de las religiones
paganas y los «espíritus de las alturas» de que nos hablan Cristo y
san Pablo son las mismas entidades de que hemos estado hablando en
todo este libro. Y a ellas hay que añadir el Yahvé que durante
varios siglos engañó al pueblo judío desde la nube y que los
cristianos posteriormente aceptaron como Dios universal, a pesar de
verlo cometer toda suerte de horrores con las naciones de Palestina
y hasta con su mismo «pueblo escogido».
Cristo no entraría en esta categoría porque, aunque extraordinario,
fue solamente un hombre nacido de mujer en este planeta y como todos
los fundadores de religiones fue un manipulado por estas entidades.
Una prueba de que algunas de ellas nos superan en poder y en
inteligencia es el hecho de que después de miles de años de habernos
estado manipulando a su antojo, todavía nos tienen sumidos en la
duda acerca de su existencia. Y mientras los humanos sigamos dudando
que ellos existen y pensando que nosotros somos los «reyes de la
creación» no tomaremos en serio el defendernos de ellos y seguiremos
siendo manejados a su capricho.
Somos una granja. Una granja de animales racionales. Ésta es una
terrible verdad y lo seguirá siendo durante mucho tiempo.
Es muy
difícil para los animales de una granja rebelarse contra los
granjeros porque éstos son más inteligentes y saben prever las
posibles rebeliones. Y como somos una granja de «racionales» nos
hacen creer ideologías que no sólo nos impiden rebelarnos, sino que
hasta nos llevan a pensar que es bueno estar sometidos
A los animales irracionales basta con echarles bien de comer y
mantenerlos en un clima agradable para que se sientan satisfechos.
Pero a los animales racionales no les basta esto: hay que
inventarles «valores morales» que seguir, «ideales» por los que
luchar, y con eso se mantendrán entretenidos, peleando los unos con
los otros y olvidados del propio progreso y del de la Humanidad
entera. Y sobre todo, ignorantes de que están siendo usados. Esos
«ideales» y «valores morales» son las patrias, las religiones y las
ideologías sociales y económicas en que la Humanidad está dividida y
que tanto daño le han hecho.
A quien quiera profundizar en estas ideas le aconsejamos la lectura
de
Defendámonos de los dioses, pues allí desarrollé todo este tema
de una manera más completa.
Aquí quiero audazmente resumir qué pienso sobre estas entidades y
hacerlo sin medias tintas o con términos ambiguos como para no caer
en la excomunión de la ciencia. Ya he dicho que la ciencia oficial
no sabe nada de esto y por lo tanto no me importa lo que puedan
decir los seudo-científicos que se atrevan a criticarme. Para la
ciencia nada de esto existe y por lo tanto lo mejor que hará será
guardar silencio.
Dije «audazmente» porque de sobra sé que es una temeridad atreverse
a hablar tan concretamente de algo que tiene tan mala Prensa.
La mente de los humanos prefiere atracarse de literatura, buena y
mala, en la que se describen situaciones y mundos de ficción; goza
con las novelas, las aventuras y las situaciones tensas, cuando la
realidad es que el tema de que trata este libro supera con mucho en
intensidad y en suspense a todas las novelas y las aventuras que los
literatos puedan imaginarse.
Tanto los lectores comunes como los mismos editores suelen
relacionar estos temas con los de ciencia ficción. No les gusta
tomarlos en serio y cuando se asoman a ellos lo hacen con algo de
nerviosismo.
Es muy fácil salirse de los límites humanos en plan de novela
o de ciencia ficción, pero es muy duro dejar atrás, a base de hechos
reales, el mundo que conocemos y adentrarse por el reino del «más
allá», que hasta ahora era monopolio absoluto de las religiones y
que el cristianismo ha presentado siempre con tintes aterradores.
Y
hablar de «entidades», «espíritus», «inteligencias» y hasta
«extraterrestres» es entrarse en ese «más allá» en el que la psique
se siente muy incómoda y se defiende llamando locos a los que hablan
de él.
He aquí lo que creo acerca de estas entidades inteligentes no
humanas:
-
Son ordinariamente invisibles al
ojo humano.
-
Algunas son visibles para los
niños de corta edad y para los animales domésticos, que
reaccionan con terror ante ellas.
-
Otras son invisibles también
para los animales domésticos, que sin embargo las detectan
con algún sexto sentido, mostrándose muy inquietos ante
ellas.
-
Son variadísimas y existen
enormes diferencias entre ellas. Diferencias mucho mayores
que las que existen entre las diversas razas y clases de
seres humanos.
-
Las hay más inteligentes y más
evolucionadas que el hombre y menos que él.
-
Proceden de «otros niveles de
existencia», que lo mismo pueden pertenecer a este planeta
físico que a otros mundos desconocidos.
-
Algunas intervienen intensamente
en las vidas de los humanos a nivel individual y más aún a
nivel social o global.
-
Algunas intervienen
negativamente o por puro juego sin importarles el que con su
interferencia perjudiquen al ser humano.
-
Otras interfieren positivamente
y tratan de ayudar.
-
Creo que abundan más las que
interfieren negativamente que las que lo hacen
positivamente.
-
Algunas de ellas tienen muchas
limitaciones cuando actúan en nuestro mundo y todas distan
mucho de ser «omnipotentes».
-
Todas, incluso las que ayudan,
buscan primordialmente su bien propio.
-
Algunas se encaprichan con
determinadas personas o pueblos y los ayudan abiertamente, y
no tienen inconvenientes en perjudicar a otros por ayudar a
sus protegidos.
-
Viceversa, algunas se
encaprichan contra determina das personas o pueblos a los
que hacen víctimas de sus bromas pesadas y en ocasiones
macabras.
-
Alguna especie de estas
entidades tiene una gran tendencia a entrometerse en las
relaciones matrimoniales o sexuales de los humanos.
-
Con
frecuencia le han pronosticado descendencia a parejas de las
que por diversas circunstancias no se podía esperar
lógicamente que tuviesen hijos.
-
Su intromisión en asuntos
sexuales no sólo es pronosticando descendencia a parejas de
humanos, sino interviniendo ellas en uniones sexuales,
apareciéndose en forma humana o haciendo que el hombre o
mujer sienta físicamente la cópula carnal con una entidad
invisible. Hay miles de ejemplos pasados y presentes.
-
Las más evolucionadas pueden
influir con mucha facilidad las mentes de los humanos y son
no sólo capaces de leer sus mentes sino de hacer que tomen
decisiones sin que se den cuenta de que están siendo
manipulados.
-
Camuflan sus actividades tras
fenómenos naturales. A veces hacen aparecer como
«extranatural» algo que es puramente natural y a veces, al
contrario, hacen que algo que es causado directamente por
ellos aparezca como un fenómeno natural.
-
No son «puros espíritus» tal
como la Iglesia nos presenta a sus ángeles. Estas entidades,
incluidos los ángeles del cristianismo, tienen cuerpos
físicos compuestos de campos de ondas, algunos de los cuales
se pueden detectar en muchos de los aparatos que la
tecnología humana usa en la actualidad.
-
Por esto, muchas de ellas son
muy sensibles a campos electromagnéticos, a radiaciones o a
energías sutiles provenientes del mundo atómico y
subatómico. Algunas de estas energías producidas por
nuestros aparatos o provenientes naturalmente de la Tierra o
las bioenergías producidas por las mentes de algunos
psíquicos, propician su presencia en nuestra dimensión,
mientras que otras la impiden. En el futuro la Humanidad
usará estas energías como medio para defenderse de la
intromisión indebida de estas entidades o para ponerse en
contacto con ellas.
-
Algunos de estos seres entran
con toda facilidad en el nivel humano, sea por su proximidad
a él, sea por su elevado grado de evolución, mientras que
otros lo hacen sólo por accidente o con mucho trabajo.
-
La lógica de sus acciones con
respecto a nosotros es totalmente diferente a la nuestra;
por eso en muchas ocasiones no nos podemos explicar lo que
hacen, v, menos aún, por qué lo hacen.
-
En general no tienen religión
tal como nosotros la entendemos. Han superado la infantil
idea de un Dios personal y «humanizado»; pero la usan para
dominarnos a nosotros, sabiendo el gran arraigo que
semejante idea tiene en la mente humana.
-
Las más evolucionadas de ellas
tienen un gran dominio sobre la materia: suelen manifestarse
bajo formas diferentes que pueden variar instantáneamente a
voluntad. Otras usan formas variadas cuando se aparecen,
pero necesitan tiempo para crearlas y no las pueden cambiar
a voluntad. Otras siempre se presentan de la misma forma y
por fin otras se manifiestan con su propia forma y no pueden
variarla. Las menos evolucionadas, a duras penas pueden
manifestarse en nuestro nivel de existencia: únicamente son
capaces de hacerlo bajo la forma de luces más o menos
grandes; cuando lo hacen bajo formas más sólidas suelen
rehuir todo contacto con los humanos.
-
Las instrucciones que las más
evolucionadas les dan a sus contactados varían mucho. Muy
frecuentemente son sobre materias científicas (por ejemplo
para construir un aparato - que en muchas ocasiones nunca
llega a construirse o a funcionar -) o elaboradas teorías y
fórmulas de alta matemática o física. También es corriente
que les hablen del Cosmos y del movimiento y origen de los
cuerpos celestes. Los contactados de tipo religioso son
lanzados a fundar religiones o a reformar las ya existentes,
llevándolos esto muchas veces a ser agredidos o muertos por
otros fanáticos.
-
Otros contactados, en cambio,
reciben toda una jerga de conceptos pseudo-filosóficos
ininteligibles, que la mayor parte de las veces se van a la
basura cuando muere el que los recibió, después de haberlos
tenido celosamente guardados por años.
-
A veces esa jerga plúmbea y
llena de disparates encuentra el camino de la imprenta y se
convierte en un libro famoso o «sagrado» que entontece las
mentes de miles o de millones de hombres.
Tal ha sido el
caso del:
-
Sin embargo, algunas obras
maestras, tanto de la literatura como del arte, han sido
dictadas o inspiradas por «ellos».
Éstos son los señores invisibles del
mundo.
Con frecuencia se me dice que yo libero la mente de la creencia en
un Dios grande y único para hacerla esclava de unos dioses pequeños.
Pero no es así.
Lo que yo pretendo únicamente es informar; es descubrir algo que
está oculto; es, si acaso, aconsejar. Lejos de mí el esclavizar a
nadie diciéndole que haga esto o deje de hacer lo otro para aplacar
o agradar a estos «dioses», tal como hace el cristianismo o las
demás religiones con los suyos.
Yo no me siento de ninguna manera su esclavo, técnicamente,
conociendo su existencia y las malas artes de algunos de ellos,
trato de no dejarme utilizar. Pero yo me siento libre y vivo
tranquilamente prescindiendo de ellos. No paso la vida muerto de
miedo como por siglos han vivido los buenos cristianos, a los que se
amenaza durante toda la vida con el infierno y a los que siempre se
les ha puesto por norma que «el temor de Dios es el inicio de toda
sabiduría».
Yo siempre he pensado que el temor de
Dios es un insulto
a Dios.
Aparte de que ya he dicho que el ser humano, considerado
individualmente, tiene muchas más defensas contra estas entidades
que la sociedad considerada como un todo o la Humanidad entera.
Yo no temo a estas inteligencias por muy «superiores» a mí que sean.
Además, sé que después de esta vida estos «dioses» no tienen nada
que hacer conmigo, porque ya no tendrán poder alguno sobre mí. Y
hasta tengo la seguridad de que ellos también mueren. En el Cosmos
todo lo que vive muere. Y todo lo que muere resucita. Y el nacer y
el morir de todas las criaturas es el latir de la vida del Universo.
Muere la bacteria que nació hace solo unos minutos, y muere el
hombre después de vivir años, y mueren los planetas después de vivir
milenios y mueren las estrellas y las galaxias después de vivir
cientos de millones de años.
Es la gigantesca sístole y diástole del
corazón del DIOS-UNIVERSO.
Yo no les tengo miedo a estos pobres diablos que nos observan desde
ventanas invisibles. Sencillamente me dedico a hacer lo que creo que
tengo que hacer, sin andar mirando a ver si me observan o no y si
les agrado o no. Sé que algunos de ellos son más fuertes que yo y me
pueden destruir si quieren y sé que otros sólo pueden interferir en
mi vida si soy débil o necio, poniéndome a su disposición o
incitándolos para que lo hagan.
Por eso ahora ya no invoco a nadie en particular y me dedico a
crecer internamente, tratando de que cuando me llegue la hora de
salir de este mundo haya hecho lo que mi mente me dice que debería
haber hecho. |
Me limito a hacer lo que hace la hormiga, que laboriosamente
traslada la semilla al hormiguero con paz y con diligencia sin
importarle si hay algún «dios» humano contemplándola.
Naturalmente que si la hormiga supiese que ese «dios» humano que la
contempla en este momento, tiene la intención de cogerla y meterla
en una caja, lo mejor que podría hacer sería abandonar la semilla y
correr a ponerse a buen seguro, porque el «dios» humano tiene poder
para hacerlo. Y lo curioso es que por razones totalmente
incomprensibles para la hormiga, lo hará sin pensar que con ello
hace algo malo. Se siente con derecho porque él es hombre y la
hormiga es hormiga. Son las escalas cósmicas, cada una con sus
baremos «morales».
Pero la hormiga no sabe nada de eso. Ni siquiera que aquel «dios»
humano ya se está inclinando en aquel preciso momento para cogerla y
meterla en una caja, con una hormiga de otro hormiguero, para
ponerlas a pelear; y por eso no se defiende.
Lo mismo que a los humanos les ha pasado por siglos; no han creído
que existen ciertas inteligencias suprahumanas que se entretienen en
hacerlos pelear y por eso no se han defendido nunca de ellas y se
han dejado engañar como niños convirtiendo nuestra historia en una
montaña de incomprensiones y de odios y en un río de sangre.
Y lo triste es que todavía seguimos igual, porque algunos de esos
«dioses» son tan astutos que tienen convencidos a los «señores
visibles del mundo» de que ellos no existen y de que los que tal
cosa decimos somos unos alucinados. Y los Reagan y los Gorbachov de
turno, con cerebros de hormiga, siguen acrecentando sus arsenales
atómicos con los que pueden en un segundo reducir a humo este
ingente hormiguero humano.
Y ante mi impotencia por convencer a ambos y a sus acólitos de que
sería más racional dedicar estas enormes cantidades de dinero a
elevar el nivel de vida de la humanidad o a algo tan elemental como
es saciar el hambre de millones de famélicos; y ante mi rabia al ver
tantos «pentágonos» grandes y pequeños llenos de hormigas violentas,
y al ver tantos políticos farsantes y tantos fanáticos religiosos
que envenenan el mundo con sus doctrinas, desde la pequeña tribuna
que son estas líneas les grito con todas mis fuerzas: ¡imbéciles!
A estos «señores visibles del mundo», a esta «fraternidad negra» hay
que tenerle más miedo que a los «señores invisibles».
En una escala
global, éstos no pueden hacer nada sin aquellos. Porque aquellos son
los que a las inmediatas originan guerras y dividen a la humanidad
con sus patriotismos y sus fanatismos y los que nos avasallan con
todo género de tributos, mentiras, injusticias y abusos.
Por eso la salvación de la Humanidad está en liberarnos de estos
necios que sirven de testaferros a ciertos «señores invisibles».
Pero, ¿y cómo nos liberaremos de ellos si son de nuestra misma
hechura y vemos que aunque sean de un origen humilde, en cuanto
llegan a una posición de poder se corrompen, contagiándose de la
enfermedad que padecen todos los gobernantes ?
La liberación de la Humanidad no llegará mientras no haya muchos más
hombres libres internamente que sean capaces de asumir sin
corromperse la dirección de sus hermanos menores o menos
evolucionados. Y la verdadera libertad del hombre está dentro de sí.
Tiene que liberarse internamente de sus ambiciones, de sus miedos y
de sus dependencias voluntarias y tiene que llegar a una adultez
intelectual para no dejarse engañar y para que su mente se haga más
creativa y se prepare para futuras etapas, fuera ya de este planeta
rudimentario.
Mientras la mayor parte de los hombres procedan como borregos,
acudiendo en manada a ver y a oír a sus «líderes» políticos o
religiosos, y sientan entusiasmos patrióticos al ver desfilar a
falanges de robots con un arma al hombro o gocen en juntarse como
rebaños en estadios o en catedrales para ver espectáculos o para
recibir bendiciones, será señal de que la Humanidad aún no ha
superado su etapa infantil.
Hace falta un fermento de seres humanos evolucionados, que poco a
poco vayan cumpliendo la ardua tarea de convencer a sus hermanos de
que ya va siendo hora de que nos rebelemos contra los «señores
invisibles» y empecemos a comportarnos como seres realmente
racionales, repudiando a unos líderes marionetas que lo único que
hacen es defender sus posiciones de privilegio y mantener vivas las
discordias que dividen a la Humanidad.
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APÉNDICE
Terminado este libro, llega a nuestras manos procedente de los
EE.UU., un voluminoso escrito titulado
The Matrix (La matriz) que es
una recopilación de numerosos informes originados en fuentes muy
diversas, algunas de ellas gubernamentales.
Los «dioses», jinas o entidades inteligentes extradimensionales a
que nos referimos en todo el libro, aparecen en The Matrix como unos
auténticos extraterrestres, con cuerpo físico y hasta con ambiciones
políticas en nuestro mundo. Y por supuesto, entrometiéndose en
grande en las vidas de los hombres, ahora ya no disimuladamente sino
a través de las mayores autoridades del planeta aunque éstas lo
hayan tenido en secreto hasta ahora.
The Matrix es la confirmación de muchas de las ideas expuestas en
este libro, aunque tanto el recopilador de los informes como
nosotros, hayamos llegado a ellas por caminos muy diferentes.
Su credibilidad varía mucho y hay que confesar que en algunos casos
se hace sospechosa; pero en toda la investigación sobre el fenómeno
OVNI, ésta es una constante a la que ya estamos acostumbrados. Los
elementos «confusionógenos» de que nos hablaban los ummitas están
siempre presentes y es algo con lo que hay que contar.
En dicho informe se afirma que:
-
Ha habido bastantes caídas de
platillos en diversas partes del mundo.
-
Los Estados Unidos han logrado
rescatar varios de ellos y los conservan tras haberlos
estudiado minuciosamente.
-
Han logrado estudiar cuerpos sin
vida de los tripulantes de los platillos estrellados.
-
No sólo han recuperado cadáveres
sino también cuerpos vivos de ovninautas y se dice en el
informe que conservan tres de ellos, llamados «EBE-1», «EBE-2»
y «EBE-3», en un «búnker» electromagnético llamado YY-II en
la base de la Fuerza Aérea de Los Álamos (Nuevo México).
-
El Gobierno de los Estados
Unidos - y ésta es una de las partes más importantes del
informe -llegó a hacer un trato con cierto tipo de
«extraterrestres» mediante el cual, a cambio de tecnología
muy avanzada que recibiría de los alienígenas, les
facilitaría sus actividades entre nosotros.
-
Los Estados Unidos fueron
engañados en el trato. En primer lugar porque creyeron que
era exclusivo con ellos cuando la verdad fue que los
«extraterrestres» hicieron uno muy similar con los rusos. Y
en segundo lugar porque descubrieron que los alienígenas
habían mentido en cuanto a sus actividades en nuestro
planeta.
-
Las matanzas de ganado que se
han venido denunciando en todo el mundo, especialmente desde
1974, son una de estas actividades. Usan a los animales para
de alguna manera aprovechar sus tejidos y su energía vital.
-
Usan a hombres y mujeres, sin
que ellos se den cuenta, para hacer experimentos genéticos.
También los usan dándose ellos cuenta, aunque en este caso
sin hacerles daño aparente.
-
Se llevan a seres humanos, sobre
todo niños, sin que vuelva a saberse nada de ellos. Los
fines de la abducción nos son desconocidos aunque se
sospecha que también sea para experiencias genéticas de
algún tipo que conllevan la destrucción del individuo.
-
Se describe a las cinco clases
de «extraterrestres» que en la actualidad están manteniendo
un contacto mayor con los humanos y se dice cuáles son sus
deficiencias al mismo tiempo que las hostilidades entre
ellos,
-
Se asegura que en la actualidad
rusos y norteamericanos preparan un arma contra ellos. Esta
primavera pasada se hizo la primera prueba que, según un
informe, salió fallida.
Éste es a grandes rasgos el contenido
del libro-informe The Matrix.
Las dos últimas afirmaciones suenan a ciencia ficción y es muy
posible que no sean sino elementos para sembrar dudas acerca de todo
el resto de la información que hoy día se ha hecho ya indudable e
inescondible.
Atengámonos al refrán castellano, «cuando el río suena, agua lleva».
Todos estos rumores, reforzados por cientos de hechos
incuestionables, vienen ya sonando desde hace bastante tiempo y cada
vez con mayor insistencia, para que no haya nada de verdad debajo de
ellos.
Lo que se puede deducir con toda seguridad de todo este conjunto de
informes y de libros como Dimensiones de
Jacques Vallée y de los ya
citados Comunión e Intruders es que algo importante, misterioso y
atemorizador se está gestando tras la pantalla de los tan
ridiculizados «platillos volantes».
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Ilustraciones
Ilustración 1. Apagón del 14 de
octubre de 1978.
1 = error de conexión encontrado;
2 = línea de
transmisión a León;
3 = subestación La Leona;
4 = líneas de
138.000 Kw;
5 = lugar afectado después de observar un extraño
resplandor;
6 = lugar posible de caída de un rayo que afecta
Pavana;
7 =zona sur del país afectada también por el apagón.
Ilustración 2. Éste es el dibujo
realizado por el señor Emilio Aronne, otro de los testigos del
apagón del 27de octubre en la ciudad de Choluteca. Honduras. 100
metros de largo por unos 25 de altura.
Ilustración 3. Apagón del 27 de
octubre de 1978 a las 20.30 horas.
1 = líneas de 138 Kw;
2 = subestación La Leona;
3 = líneas de 69 Kw;
4 = línea Miraflores donde
encontraron una cola o mecate;
5 = extraño resplandor simultáneo en
Cañaveral y La Leona;
6 = circuitos abiertos cuando
sucedió el apagón lentamente;
Ilustración 4. Esquema del
grupo observa sobre la estación de La Leona.
1 = cúpula verdosa girando a la que estaban conectadas las
«barbas»;
2 = «barbas metálica brillantes
girando lentamente;
3 = Parte interior que permanece
estática.
Ilustración 5. Perfil esquemático de
la subestación de Tegucigalpa La Leona.
1.Ruta de llegada posible del OVNI.
2.Punto de estacionamiento donde
causó la explosión (cortocircuito).
3.Punto de observación del OVNI,
después del «accidente». Encima de un árbol de mango.
4.Ruta aparente de salida del OVNI.
5.Punto de observación del testigo
Rosendo Ponce, vigilante del edificio departamentos.
6.Lugar de observación de la señora
Donatila y su hija Elizabeth, desde el balcón de su casa.
7.Lugar de observación de la niña
Isabel Manzanares, en el patio de la casa de Donatila.
8.Casa vecina a Donatila, desde
donde observó el tendero del granero (Abastos) y su suegro.
9.El cerro El Picacho con 1.200 m.
de elevación sobre el nivel del mar.
10.Subestación La Leona.
11.Caseta de tableros de control,
donde estaban los operarios de turno.
12.Calle aledaña a la subestación,
por donde se entra a La Leona.
13.Líneas de transmisión de 69 Kw.
Ilustración 6. Pequeños artefactos
circulares utilizados por los ummitas.
Ilustración 7
Ilustración 8. Edwin
Ilustración 9. George-Valdar vestido
con el uniforme azul claro que usan dentro de las naves. Este
dibujo fue pintado de memoria por Edwin después que Valdar había
regresado a su planeta, tras una estancia en la Tierra de dos
años, en los que por un tiempo trabajó en la misma fábrica que
Edwin y fue su mejor amigo (tomado del libro UFO contact from
Koldas).
Ilustración 10. Dibujo de una
de las «extraterrestres» que en Mirassol (Brasil) secuestraron a
una mujer sometiéndola a un experimento biogenético del que, al
parecer, resultó una criatura híbrida.
Ilustración 11. Pagina de la
revista que la «Eastern Air Lines» reparte en sus aviones. Ésta
corresponde al mes de abril de 1985. En sus titulares se puede
leer: «¿PUEDE UD. AYUDAR A ENCONTRAR A ESTOS NIÑOS
DESAPARECIDOS?»
Ilustración 14. Fotocopia del
dibujo que el rubio hizo delante de J.L., en el que se
pronosticaban los descubrimientos arqueológicos cerca de la
plaza de El Zócalo, en la ciudad de México. En él se indican
otros lugares en los que hay cosas todavía más importantes.
Ilustración 15.
Interpretación hecha por J.L. del dibujo hecho por el rubio.
Según él, lo que hay en donde J.L. puso una interrogación es aún
más importante que lo ya descubierto.
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