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			CONCLUSIÓN
 
 Hemos llegado al final y supongo que el lector estará perplejo ante 
			hechos tan extraños. Por si le sirve de consuelo sepa que el autor 
			también lo está. Pero no sirve de nada inhibirse o encogerse de 
			hombros y dejar que las cosas sigan como van. Creo que ante tales 
			hechos se impone tomar algunas decisiones. Porque si todo lo que 
			aquí hemos dicho es cierto, sería insensato quedarse inerte, aunque 
			desgraciadamente ésa sea la actitud de la mayoría de los mortales 
			cuando tiene que tomar decisiones de índole trascendente.
 
 La primera decisión sería de un orden puramente mental:
 
				
					
					
					¿Se aceptan 
			o no se aceptan los hechos narrados? 
					
					Y si se aceptan ¿cómo se 
			aceptan? 
					
					¿Como absolutamente objetivos, al igual que se aceptan las 
			incidencias comunes de un día normal? 
					
					¿O los aceptamos, pero 
			tamizados por la mente de los percipientes o de los que nos los han 
			transmitido? 
					
					¿Son los hechos sólo verdaderos para los que han sido 
			testigos o víctimas de ellos y no lo son para el resto de los 
			humanos? 
					
					¿Estamos ante el inicio de la gestación de un mito moderno, 
			al igual que los mitos religiosos actuales tuvieron su inicio en 
			alguna época de la historia? 
			
			Ésta sería la primera decisión que tendríamos que tomar. Y, como 
			dije, encogernos de hombros ante la posibilidad de que semejantes 
			hechos puedan ser ciertos es muy poco racional.  
			  
			
			Porque si lo son, su 
			trascendencia sobre la vida de la Humanidad podría ser de enormes 
			consecuencias. Y no precisamente para el futuro. Creo firmemente que 
			las consecuencias de la objetividad de estos hechos y de lo que 
			ellos implican, pertenecen ya al pasado y las tenemos plasmadas en 
			la espantosa historia de la Humanidad, en el caótico presente del 
			que hemos tenido la mala suerte de ser testigo, y en concreto en las 
			existencia de las grandes religiones que tienen aprisionada la mente 
			de la gran mayoría de la Humanidad. 
 La primera decisión, pues, sería tomar conciencia del problema. 
			Aparentemente la ciencia oficial y las clases dirigentes de este 
			mundo ya hace tiempo que no sólo tomaron conciencia del problema, 
			sino que sentenciaron que los hechos no eran verdaderos
			o se debían a otras causas. Ésa es hoy la creencia dominante en la 
			sociedad «culta» y por eso los que nos dedicamos a estudiar estas 
			cosas extrañas no somos bien vistos.
 
			  
			
			Pero los hechos siguen estando 
			ahí y apareciendo mes tras mes en las columnas de los grandes 
			diarios y revistas del mundo y en los despachos de las principales 
			agencias noticiosas. Veinte veces se ha querido matar todo este tipo 
			de noticias «oscurantistas y medievales» y veinte veces han 
			resurgido ellas de sus cenizas. Hay alguien o algo que no las deja 
			morir. Y ese algo es su propia objetividad. Los hombres y mujeres 
			siguen viendo, oyendo y sintiendo cosas extrañas.  
			  
			
			Estamos asistiendo 
			al «retorno de los brujos» que hace casi treinta años pronosticaron
			Pauwels y Bergier. 
 Digamos que el hombre culto tiene derecho a dudar ante hechos tan 
			raros. Quien duda ante hechos triviales puede quedarse muy bien en 
			su duda porque no tienen consecuencias de importancia. Pero el que 
			duda ante hechos de gran trascendencia tiene la obligación de salir 
			de su duda. Y en la actualidad, gracias en parte a la ciencia, 
			tenemos mil maneras de investigar estos hechos por extraños que nos 
			parezcan y creo que hoy día podemos ya tener la seguridad de que 
			tienen algún tipo de realidad.
 
			  
			
			Puede que no sea exactamente la que 
			parece ser o la que los testigos dicen, pero creo que hoy, aun 
			hablando desde un punto de vista estrictamente científico, ya no 
			podemos dudar de que detrás de todo este ingente cúmulo de hechos 
			paranormales, testimoniados por tantos miles de seres humanos, hay 
			algo aunque no sepamos qué es ese «algo». 
 Por lo tanto persiste la obligación de investigar los hechos, lo 
			mismo que la Humanidad se siente obligada a investigar cuál es la 
			causa del cáncer o del SIDA. Y la ciencia en concreto no tiene 
			derecho a encogerse de hombros y decir que los hechos son 
			muy extraños. Ésa no es razón para no investigarlos.
 
 Pero dejemos a los eternos dubitantes y veamos qué es lo que las 
			personas que han tomado conciencia del problema deberán hacer. Puede 
			ser que no esté en sus manos el investigarlo, pero sí lo está el 
			interesarse por lo que otros vayan descubriendo y sobre todo el 
			pasarle este conocimiento y esta sana preocupación a las 
			generaciones jóvenes, al contrario de lo que hasta ahora se ha 
			venido haciendo.
 
			  
			
			Hay que abolir el narcisismo de pensar que «somos 
			los reyes de la creación», que «el hombre es la más inteligente de 
			las criaturas», que «todas las cosas y animales de la Naturaleza 
			están al servicio del hombre» y tonterías por el estilo. Hay que 
			decirles claramente, sin caer en los fanatismos cerrados de las 
			diferentes religiones, que por encima de nosotros hay otros seres 
			inteligentes que, al igual que los hombres hacemos con los animales, 
			intervienen en nuestras vidas directa o indirectamente, sabiéndolo 
			nosotros o sin saberlo. Y esto tanto a nivel individual como 
			colectivo. 
 Mientras la Humanidad y sobre todo sus dirigentes, no admitan estas 
			tremendas verdades, las cosas irán tan mal como han ido y seguiremos 
			desunidos, desorientados, engañados, haciéndonos permanentemente la 
			guerra y en un estado de desarrollo mental que apenas si ha cambiado 
			en los últimos milenios.
 
 Por el contrario, el día que los jefes de la Humanidad asuman esta 
			tremenda verdad el hombre comenzará a abandonar el estado de 
			semi-barbarie en que vive y empezará a evolucionar hacia el estadio 
			de superhombre.
 
 Pero en la actualidad los líderes del planeta —aquellos «señores 
			visibles de este mundo» que vimos en el primer capítulo— no admiten 
			esta verdad. Es demasiado comprometedora para ellos.
 
 Los científicos —que en las cosas entrañablemente humanas son 
			siempre los últimos en enterarse— se ríen de todo esto. Para sus 
			ojos miopes no hay más realidad que la de sus laboratorios y la que 
			se estudia en los textos de la Universidad. Los políticos están 
			demasiado entretenidos en sus juegos de poder; a los militares su 
			amor propio les impide creerlo y prefieren seguir jugando con sus 
			aviones, sus barcos y sus soldaditos de carne; los banqueros están 
			enfrascados acrecentando sus dividendos y jugando a la Bolsa...
 
 Los únicos que lo admiten son los líderes religiosos. Ellos sí saben 
			que hay otras inteligencias superiores al hombre, pero lo malo es 
			que cada uno tiene de ellas una idea diferente, y cada uno cree que 
			su religión tiene la clave para entenderse con ellas. Además, la 
			idea que tienen de estas entidades es falsa por demasiado simplista. 
			Las dividen en totalmente malas y totalmente buenas, convirtiendo a 
			una de éstas en el Dios Supremo al cual lo hacen indirectamente 
			culpable de cuantos errores y males hay en el mundo.
 
 ¿Qué tendrá que hacer el hombre evolucionado —aunque sea un 
			solitario— que haya caído en la cuenta de esta tremenda verdad?
 
			  
			
			Lo 
			que deberá hacer una vez que haya tomado conciencia del problema, 
			será adoptar medidas concretas para evitar ser juguete de ninguna de 
			estas entidades. Además, en cuanto esté en su mano, deberá ayudar a 
			que sus semejantes despierten y caigan en la cuenta de tan tremenda 
			realidad, para que la historia humana no siga siendo lo que hasta 
			ahora ha sido: un conjunto de horrores inspirados por ellas y 
			causado inmediatamente por los títeres que ellas han ido escogiendo 
			como sus ministros a lo largo de los siglos. 
 Comprendo que lo que estoy diciendo es de tal envergadura que la 
			mente se resiste a aceptarlo sin más ni más. Los errores acerca de 
			la posición del ser humano en el cosmos los traemos en los genes 
			desde hace milenios y por eso a muchas personas, aun inteligentes y 
			con buena voluntad, se les hace completamente imposible superarlos.
 
 Pero en realidad, los dioses grandes y pequeños de las religiones 
			paganas y los «espíritus de las alturas» de que nos hablan Cristo y 
			san Pablo son las mismas entidades de que hemos estado hablando en 
			todo este libro. Y a ellas hay que añadir el Yahvé que durante 
			varios siglos engañó al pueblo judío desde la nube y que los 
			cristianos posteriormente aceptaron como Dios universal, a pesar de 
			verlo cometer toda suerte de horrores con las naciones de Palestina 
			y hasta con su mismo «pueblo escogido».
 
 Cristo no entraría en esta categoría porque, aunque extraordinario, 
			fue solamente un hombre nacido de mujer en este planeta y como todos 
			los fundadores de religiones fue un manipulado por estas entidades.
 
 Una prueba de que algunas de ellas nos superan en poder y en 
			inteligencia es el hecho de que después de miles de años de habernos 
			estado manipulando a su antojo, todavía nos tienen sumidos en la 
			duda acerca de su existencia. Y mientras los humanos sigamos dudando 
			que ellos existen y pensando que nosotros somos los «reyes de la 
			creación» no tomaremos en serio el defendernos de ellos y seguiremos 
			siendo manejados a su capricho.
 
 Somos una granja. Una granja de animales racionales. Ésta es una 
			terrible verdad y lo seguirá siendo durante mucho tiempo.
 
			  
			
			Es muy 
			difícil para los animales de una granja rebelarse contra los 
			granjeros porque éstos son más inteligentes y saben prever las 
			posibles rebeliones. Y como somos una granja de «racionales» nos 
			hacen creer ideologías que no sólo nos impiden rebelarnos, sino que 
			hasta nos llevan a pensar que es bueno estar sometidos 
 A los animales irracionales basta con echarles bien de comer y 
			mantenerlos en un clima agradable para que se sientan satisfechos. 
			Pero a los animales racionales no les basta esto: hay que 
			inventarles «valores morales» que seguir, «ideales» por los que 
			luchar, y con eso se mantendrán entretenidos, peleando los unos con 
			los otros y olvidados del propio progreso y del de la Humanidad 
			entera. Y sobre todo, ignorantes de que están siendo usados. Esos 
			«ideales» y «valores morales» son las patrias, las religiones y las 
			ideologías sociales y económicas en que la Humanidad está dividida y 
			que tanto daño le han hecho.
 
 A quien quiera profundizar en estas ideas le aconsejamos la lectura 
			de 
			
			Defendámonos de los dioses, pues allí desarrollé todo este tema 
			de una manera más completa.
 
 Aquí quiero audazmente resumir qué pienso sobre estas entidades y 
			hacerlo sin medias tintas o con términos ambiguos como para no caer 
			en la excomunión de la ciencia. Ya he dicho que la ciencia oficial 
			no sabe nada de esto y por lo tanto no me importa lo que puedan 
			decir los seudo-científicos que se atrevan a criticarme. Para la 
			ciencia nada de esto existe y por lo tanto lo mejor que hará será 
			guardar silencio.
 
 Dije «audazmente» porque de sobra sé que es una temeridad atreverse 
			a hablar tan concretamente de algo que tiene tan mala Prensa.
 
 La mente de los humanos prefiere atracarse de literatura, buena y 
			mala, en la que se describen situaciones y mundos de ficción; goza 
			con las novelas, las aventuras y las situaciones tensas, cuando la 
			realidad es que el tema de que trata este libro supera con mucho en 
			intensidad y en suspense a todas las novelas y las aventuras que los 
			literatos puedan imaginarse.
 
 Tanto los lectores comunes como los mismos editores suelen 
			relacionar estos temas con los de ciencia ficción. No les gusta 
			tomarlos en serio y cuando se asoman a ellos lo hacen con algo de 
			nerviosismo.
 
 Es muy fácil salirse de los límites humanos en plan de novela 
			o de ciencia ficción, pero es muy duro dejar atrás, a base de hechos 
			reales, el mundo que conocemos y adentrarse por el reino del «más 
			allá», que hasta ahora era monopolio absoluto de las religiones y 
			que el cristianismo ha presentado siempre con tintes aterradores.
 
			  
			
			Y 
			hablar de «entidades», «espíritus», «inteligencias» y hasta 
			«extraterrestres» es entrarse en ese «más allá» en el que la psique 
			se siente muy incómoda y se defiende llamando locos a los que hablan 
			de él. 
 He aquí lo que creo acerca de estas entidades inteligentes no 
			humanas:
 
				
					
					
					Son ordinariamente invisibles al 
					ojo humano. 
					
					Algunas son visibles para los 
					niños de corta edad y para los animales domésticos, que 
					reaccionan con terror ante ellas. 
					
					Otras son invisibles también 
					para los animales domésticos, que sin embargo las detectan 
					con algún sexto sentido, mostrándose muy inquietos ante 
					ellas. 
					
					Son variadísimas y existen 
					enormes diferencias entre ellas. Diferencias mucho mayores 
					que las que existen entre las diversas razas y clases de 
					seres humanos. 
					
					Las hay más inteligentes y más 
					evolucionadas que el hombre y menos que él. 
					
					Proceden de «otros niveles de 
					existencia», que lo mismo pueden pertenecer a este planeta 
					físico que a otros mundos desconocidos. 
					
					Algunas intervienen intensamente 
					en las vidas de los humanos a nivel individual y más aún a 
					nivel social o global. 
					
					Algunas intervienen 
					negativamente o por puro juego sin importarles el que con su 
					interferencia perjudiquen al ser humano. 
					
					Otras interfieren positivamente 
					y tratan de ayudar. 
					
					Creo que abundan más las que 
					interfieren negativamente que las que lo hacen 
					positivamente. 
					
					Algunas de ellas tienen muchas 
					limitaciones cuando actúan en nuestro mundo y todas distan 
					mucho de ser «omnipotentes». 
					
					Todas, incluso las que ayudan, 
					buscan primordialmente su bien propio. 
					
					Algunas se encaprichan con 
					determinadas personas o pueblos y los ayudan abiertamente, y 
					no tienen inconvenientes en perjudicar a otros por ayudar a 
					sus protegidos. 
					
					Viceversa, algunas se 
					encaprichan contra determina das personas o pueblos a los 
					que hacen víctimas de sus bromas pesadas y en ocasiones 
					macabras. 
					
					Alguna especie de estas 
					entidades tiene una gran tendencia a entrometerse en las 
					relaciones matrimoniales o sexuales de los humanos.
					
					Con 
					frecuencia le han pronosticado descendencia a parejas de las 
					que por diversas circunstancias no se podía esperar 
					lógicamente que tuviesen hijos. 
					
					Su intromisión en asuntos 
					sexuales no sólo es pronosticando descendencia a parejas de 
					humanos, sino interviniendo ellas en uniones sexuales, 
					apareciéndose en forma humana o haciendo que el hombre o 
					mujer sienta físicamente la cópula carnal con una entidad 
					invisible. Hay miles de ejemplos pasados y presentes. 
					
					
					Las más evolucionadas pueden 
					influir con mucha facilidad las mentes de los humanos y son 
					no sólo capaces de leer sus mentes sino de hacer que tomen 
					decisiones sin que se den cuenta de que están siendo 
					manipulados. 
					
					Camuflan sus actividades tras 
					fenómenos naturales. A veces hacen aparecer como 
					«extranatural» algo que es puramente natural y a veces, al 
					contrario, hacen que algo que es causado directamente por 
					ellos aparezca como un fenómeno natural. 
					
					No son «puros espíritus» tal 
					como la Iglesia nos presenta a sus ángeles. Estas entidades, 
					incluidos los ángeles del cristianismo, tienen cuerpos 
					físicos compuestos de campos de ondas, algunos de los cuales 
					se pueden detectar en muchos de los aparatos que la 
					tecnología humana usa en la actualidad. 
					
					Por esto, muchas de ellas son 
					muy sensibles a campos electromagnéticos, a radiaciones o a 
					energías sutiles provenientes del mundo atómico y 
					subatómico. Algunas de estas energías producidas por 
					nuestros aparatos o provenientes naturalmente de la Tierra o 
					las bioenergías producidas por las mentes de algunos 
					psíquicos, propician su presencia en nuestra dimensión, 
					mientras que otras la impiden. En el futuro la Humanidad 
					usará estas energías como medio para defenderse de la 
					intromisión indebida de estas entidades o para ponerse en 
					contacto con ellas. 
					
					Algunos de estos seres entran 
					con toda facilidad en el nivel humano, sea por su proximidad 
					a él, sea por su elevado grado de evolución, mientras que 
					otros lo hacen sólo por accidente o con mucho trabajo.
					
					
					La lógica de sus acciones con 
					respecto a nosotros es totalmente diferente a la nuestra; 
					por eso en muchas ocasiones no nos podemos explicar lo que 
					hacen, v, menos aún, por qué lo hacen. 
					
					En general no tienen religión 
					tal como nosotros la entendemos. Han superado la infantil 
					idea de un Dios personal y «humanizado»; pero la usan para 
					dominarnos a nosotros, sabiendo el gran arraigo que 
					semejante idea tiene en la mente humana. 
					
					Las más evolucionadas de ellas 
					tienen un gran dominio sobre la materia: suelen manifestarse 
					bajo formas diferentes que pueden variar instantáneamente a 
					voluntad. Otras usan formas variadas cuando se aparecen, 
					pero necesitan tiempo para crearlas y no las pueden cambiar 
					a voluntad. Otras siempre se presentan de la misma forma y 
					por fin otras se manifiestan con su propia forma y no pueden 
					variarla. Las menos evolucionadas, a duras penas pueden 
					manifestarse en nuestro nivel de existencia: únicamente son 
					capaces de hacerlo bajo la forma de luces más o menos 
					grandes; cuando lo hacen bajo formas más sólidas suelen 
					rehuir todo contacto con los humanos. 
					
					Las instrucciones que las más 
					evolucionadas les dan a sus contactados varían mucho. Muy 
					frecuentemente son sobre materias científicas (por ejemplo 
					para construir un aparato - que en muchas ocasiones nunca 
					llega a construirse o a funcionar -) o elaboradas teorías y 
					fórmulas de alta matemática o física. También es corriente 
					que les hablen del Cosmos y del movimiento y origen de los 
					cuerpos celestes. Los contactados de tipo religioso son 
					lanzados a fundar religiones o a reformar las ya existentes, 
					llevándolos esto muchas veces a ser agredidos o muertos por 
					otros fanáticos. 
					
					Otros contactados, en cambio, 
					reciben toda una jerga de conceptos pseudo-filosóficos 
					ininteligibles, que la mayor parte de las veces se van a la 
					basura cuando muere el que los recibió, después de haberlos 
					tenido celosamente guardados por años. 
					
					A veces esa jerga plúmbea y 
					llena de disparates encuentra el camino de la imprenta y se 
					convierte en un libro famoso o «sagrado» que entontece las 
					mentes de miles o de millones de hombres.  
					Tal ha sido el 
					caso del:
					
					Sin embargo, algunas obras 
					maestras, tanto de la literatura como del arte, han sido 
					dictadas o inspiradas por «ellos».  
			Éstos son los señores invisibles del 
			mundo. 
 Con frecuencia se me dice que yo libero la mente de la creencia en 
			un Dios grande y único para hacerla esclava de unos dioses pequeños. 
			Pero no es así.
 
 Lo que yo pretendo únicamente es informar; es descubrir algo que 
			está oculto; es, si acaso, aconsejar. Lejos de mí el esclavizar a 
			nadie diciéndole que haga esto o deje de hacer lo otro para aplacar 
			o agradar a estos «dioses», tal como hace el cristianismo o las 
			demás religiones con los suyos.
 
 Yo no me siento de ninguna manera su esclavo, técnicamente, 
			conociendo su existencia y las malas artes de algunos de ellos, 
			trato de no dejarme utilizar. Pero yo me siento libre y vivo 
			tranquilamente prescindiendo de ellos. No paso la vida muerto de 
			miedo como por siglos han vivido los buenos cristianos, a los que se 
			amenaza durante toda la vida con el infierno y a los que siempre se 
			les ha puesto por norma que «el temor de Dios es el inicio de toda 
			sabiduría».
 
			  
			Yo siempre he pensado que el temor de
			Dios es un insulto 
			a Dios. 
 Aparte de que ya he dicho que el ser humano, considerado 
			individualmente, tiene muchas más defensas contra estas entidades 
			que la sociedad considerada como un todo o la Humanidad entera.
 
 Yo no temo a estas inteligencias por muy «superiores» a mí que sean. 
			Además, sé que después de esta vida estos «dioses» no tienen nada 
			que hacer conmigo, porque ya no tendrán poder alguno sobre mí. Y 
			hasta tengo la seguridad de que ellos también mueren. En el Cosmos 
			todo lo que vive muere. Y todo lo que muere resucita. Y el nacer y 
			el morir de todas las criaturas es el latir de la vida del Universo.
 
 Muere la bacteria que nació hace solo unos minutos, y muere el 
			hombre después de vivir años, y mueren los planetas después de vivir 
			milenios y mueren las estrellas y las galaxias después de vivir 
			cientos de millones de años.
 
			  
			Es la gigantesca sístole y diástole del 
			corazón del DIOS-UNIVERSO. 
 
				
					
						| 
						Yo no les tengo miedo a estos pobres diablos que nos observan desde 
			ventanas invisibles. Sencillamente me dedico a hacer lo que creo que 
			tengo que hacer, sin andar mirando a ver si me observan o no y si 
			les agrado o no. Sé que algunos de ellos son más fuertes que yo y me 
			pueden destruir si quieren y sé que otros sólo pueden interferir en 
			mi vida si soy débil o necio, poniéndome a su disposición o 
			incitándolos para que lo hagan. 
 Por eso ahora ya no invoco a nadie en particular y me dedico a 
			crecer internamente, tratando de que cuando me llegue la hora de 
			salir de este mundo haya hecho lo que mi mente me dice que debería 
			haber hecho.
 |  
			
			Me limito a hacer lo que hace la hormiga, que laboriosamente 
			traslada la semilla al hormiguero con paz y con diligencia sin 
			importarle si hay algún «dios» humano contemplándola.
 
 Naturalmente que si la hormiga supiese que ese «dios» humano que la 
			contempla en este momento, tiene la intención de cogerla y meterla 
			en una caja, lo mejor que podría hacer sería abandonar la semilla y 
			correr a ponerse a buen seguro, porque el «dios» humano tiene poder 
			para hacerlo. Y lo curioso es que por razones totalmente 
			incomprensibles para la hormiga, lo hará sin pensar que con ello 
			hace algo malo. Se siente con derecho porque él es hombre y la 
			hormiga es hormiga. Son las escalas cósmicas, cada una con sus 
			baremos «morales».
 
 Pero la hormiga no sabe nada de eso. Ni siquiera que aquel «dios» 
			humano ya se está inclinando en aquel preciso momento para cogerla y 
			meterla en una caja, con una hormiga de otro hormiguero, para 
			ponerlas a pelear; y por eso no se defiende.
 
 Lo mismo que a los humanos les ha pasado por siglos; no han creído 
			que existen ciertas inteligencias suprahumanas que se entretienen en 
			hacerlos pelear y por eso no se han defendido nunca de ellas y se 
			han dejado engañar como niños convirtiendo nuestra historia en una 
			montaña de incomprensiones y de odios y en un río de sangre.
 
 Y lo triste es que todavía seguimos igual, porque algunos de esos 
			«dioses» son tan astutos que tienen convencidos a los «señores 
			visibles del mundo» de que ellos no existen y de que los que tal 
			cosa decimos somos unos alucinados. Y los Reagan y los Gorbachov de 
			turno, con cerebros de hormiga, siguen acrecentando sus arsenales 
			atómicos con los que pueden en un segundo reducir a humo este 
			ingente hormiguero humano.
 
 Y ante mi impotencia por convencer a ambos y a sus acólitos de que 
			sería más racional dedicar estas enormes cantidades de dinero a 
			elevar el nivel de vida de la humanidad o a algo tan elemental como 
			es saciar el hambre de millones de famélicos; y ante mi rabia al ver 
			tantos «pentágonos» grandes y pequeños llenos de hormigas violentas, 
			y al ver tantos políticos farsantes y tantos fanáticos religiosos 
			que envenenan el mundo con sus doctrinas, desde la pequeña tribuna 
			que son estas líneas les grito con todas mis fuerzas: ¡imbéciles!
 
 A estos «señores visibles del mundo», a esta «fraternidad negra» hay 
			que tenerle más miedo que a los «señores invisibles».
 
			  
			En una escala 
			global, éstos no pueden hacer nada sin aquellos. Porque aquellos son 
			los que a las inmediatas originan guerras y dividen a la humanidad 
			con sus patriotismos y sus fanatismos y los que nos avasallan con 
			todo género de tributos, mentiras, injusticias y abusos. 
 Por eso la salvación de la Humanidad está en liberarnos de estos 
			necios que sirven de testaferros a ciertos «señores invisibles».
 
 Pero, ¿y cómo nos liberaremos de ellos si son de nuestra misma 
			hechura y vemos que aunque sean de un origen humilde, en cuanto 
			llegan a una posición de poder se corrompen, contagiándose de la 
			enfermedad que padecen todos los gobernantes ?
 
 La liberación de la Humanidad no llegará mientras no haya muchos más 
			hombres libres internamente que sean capaces de asumir sin 
			corromperse la dirección de sus hermanos menores o menos 
			evolucionados. Y la verdadera libertad del hombre está dentro de sí.
 
			  
			Tiene que liberarse internamente de sus ambiciones, de sus miedos y 
			de sus dependencias voluntarias y tiene que llegar a una adultez 
			intelectual para no dejarse engañar y para que su mente se haga más 
			creativa y se prepare para futuras etapas, fuera ya de este planeta 
			rudimentario. 
 Mientras la mayor parte de los hombres procedan como borregos, 
			acudiendo en manada a ver y a oír a sus «líderes» políticos o 
			religiosos, y sientan entusiasmos patrióticos al ver desfilar a 
			falanges de robots con un arma al hombro o gocen en juntarse como 
			rebaños en estadios o en catedrales para ver espectáculos o para 
			recibir bendiciones, será señal de que la Humanidad aún no ha 
			superado su etapa infantil.
 
 Hace falta un fermento de seres humanos evolucionados, que poco a 
			poco vayan cumpliendo la ardua tarea de convencer a sus hermanos de 
			que ya va siendo hora de que nos rebelemos contra los «señores 
			invisibles» y empecemos a comportarnos como seres realmente 
			racionales, repudiando a unos líderes marionetas que lo único que 
			hacen es defender sus posiciones de privilegio y mantener vivas las 
			discordias que dividen a la Humanidad.
 
 
			
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			APÉNDICE
 
 Terminado este libro, llega a nuestras manos procedente de los 
			EE.UU., un voluminoso escrito titulado 
			
			The Matrix (La matriz) que es 
			una recopilación de numerosos informes originados en fuentes muy 
			diversas, algunas de ellas gubernamentales.
 
 Los «dioses», jinas o entidades inteligentes extradimensionales a 
			que nos referimos en todo el libro, aparecen en The Matrix como unos 
			auténticos extraterrestres, con cuerpo físico y hasta con ambiciones 
			políticas en nuestro mundo. Y por supuesto, entrometiéndose en 
			grande en las vidas de los hombres, ahora ya no disimuladamente sino 
			a través de las mayores autoridades del planeta aunque éstas lo 
			hayan tenido en secreto hasta ahora.
 
 The Matrix es la confirmación de muchas de las ideas expuestas en 
			este libro, aunque tanto el recopilador de los informes como 
			nosotros, hayamos llegado a ellas por caminos muy diferentes.
 
 Su credibilidad varía mucho y hay que confesar que en algunos casos 
			se hace sospechosa; pero en toda la investigación sobre el fenómeno 
			OVNI, ésta es una constante a la que ya estamos acostumbrados. Los 
			elementos «confusionógenos» de que nos hablaban los ummitas están 
			siempre presentes y es algo con lo que hay que contar.
 
 En dicho informe se afirma que:
 
				
					
					
					Ha habido bastantes caídas de 
					platillos en diversas partes del mundo. 
					
					Los Estados Unidos han logrado 
					rescatar varios de ellos y los conservan tras haberlos 
					estudiado minuciosamente. 
					
					Han logrado estudiar cuerpos sin 
					vida de los tripulantes de los platillos estrellados. 
					
					
					No sólo han recuperado cadáveres 
					sino también cuerpos vivos de ovninautas y se dice en el 
					informe que conservan tres de ellos, llamados «EBE-1», «EBE-2» 
					y «EBE-3», en un «búnker» electromagnético llamado YY-II en 
					la base de la Fuerza Aérea de Los Álamos (Nuevo México).
					
					
					El Gobierno de los Estados 
					Unidos - y ésta es una de las partes más importantes del 
					informe -llegó a hacer un trato con cierto tipo de 
					«extraterrestres» mediante el cual, a cambio de tecnología 
					muy avanzada que recibiría de los alienígenas, les 
					facilitaría sus actividades entre nosotros. 
					
					Los Estados Unidos fueron 
					engañados en el trato. En primer lugar porque creyeron que 
					era exclusivo con ellos cuando la verdad fue que los 
					«extraterrestres» hicieron uno muy similar con los rusos. Y 
					en segundo lugar porque descubrieron que los alienígenas 
					habían mentido en cuanto a sus actividades en nuestro 
					planeta. 
					
					Las matanzas de ganado que se 
					han venido denunciando en todo el mundo, especialmente desde 
					1974, son una de estas actividades. Usan a los animales para 
					de alguna manera aprovechar sus tejidos y su energía vital.
					
					
					Usan a hombres y mujeres, sin 
					que ellos se den cuenta, para hacer experimentos genéticos. 
					También los usan dándose ellos cuenta, aunque en este caso 
					sin hacerles daño aparente. 
					
					Se llevan a seres humanos, sobre 
					todo niños, sin que vuelva a saberse nada de ellos. Los 
					fines de la abducción nos son desconocidos aunque se 
					sospecha que también sea para experiencias genéticas de 
					algún tipo que conllevan la destrucción del individuo.
					
					
					Se describe a las cinco clases 
					de «extraterrestres» que en la actualidad están manteniendo 
					un contacto mayor con los humanos y se dice cuáles son sus 
					deficiencias al mismo tiempo que las hostilidades entre 
					ellos, 
					
					Se asegura que en la actualidad 
					rusos y norteamericanos preparan un arma contra ellos. Esta 
					primavera pasada se hizo la primera prueba que, según un 
					informe, salió fallida.  
			Éste es a grandes rasgos el contenido 
			del libro-informe The Matrix. 
 Las dos últimas afirmaciones suenan a ciencia ficción y es muy 
			posible que no sean sino elementos para sembrar dudas acerca de todo 
			el resto de la información que hoy día se ha hecho ya indudable e 
			inescondible.
 
 Atengámonos al refrán castellano, «cuando el río suena, agua lleva». 
			Todos estos rumores, reforzados por cientos de hechos 
			incuestionables, vienen ya sonando desde hace bastante tiempo y cada 
			vez con mayor insistencia, para que no haya nada de verdad debajo de 
			ellos.
 
 Lo que se puede deducir con toda seguridad de todo este conjunto de 
			informes y de libros como Dimensiones de 
			
			Jacques Vallée y de los ya 
			citados Comunión e Intruders es que algo importante, misterioso y 
			atemorizador se está gestando tras la pantalla de los tan 
			ridiculizados «platillos volantes».
 
 
			
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			Ilustraciones
 
				  
				 
				Ilustración 1. Apagón del 14 de 
				octubre de 1978. 
				1 = error de conexión encontrado;  
				2 = línea de 
				transmisión a León;  
				3 = subestación La Leona;  
				4 = líneas de 
				138.000 Kw;  
				5 = lugar afectado después de observar un extraño 
				resplandor;  
				6 = lugar posible de caída de un rayo que afecta 
				Pavana;  
				7 =zona sur del país afectada también por el apagón. 
				    
				 
				Ilustración 2. Éste es el dibujo 
				realizado por el señor Emilio Aronne, otro de los testigos del 
				apagón del 27de octubre en la ciudad de Choluteca. Honduras. 100 
				metros de largo por unos 25 de altura.  
				 
 
				 
				Ilustración 3. Apagón del 27 de 
				octubre de 1978 a las 20.30 horas.  
				1 = líneas de 138 Kw;  
				2 = subestación La Leona; 
				 
				3 = líneas de 69 Kw;  
				4 = línea Miraflores donde 
				encontraron una cola o mecate;  
				5 = extraño resplandor simultáneo en 
				Cañaveral y La Leona;  
				6 = circuitos abiertos cuando 
				sucedió el apagón lentamente;      
				 
				Ilustración 4. Esquema del 
				grupo observa sobre la estación de La Leona.1 = cúpula verdosa girando a la que estaban conectadas las 
				«barbas»;
 
				2 = «barbas metálica brillantes 
				girando lentamente;  
				3 = Parte interior que permanece 
				estática.   
				  
				 
				Ilustración 5. Perfil esquemático de 
				la subestación de Tegucigalpa La Leona. 1.Ruta de llegada posible del OVNI.
 
				2.Punto de estacionamiento donde 
				causó la explosión (cortocircuito). 
				3.Punto de observación del OVNI, 
				después del «accidente». Encima de un árbol de mango. 
				4.Ruta aparente de salida del OVNI. 
				5.Punto de observación del testigo 
				Rosendo Ponce, vigilante del edificio departamentos. 
				6.Lugar de observación de la señora 
				Donatila y su hija Elizabeth, desde el balcón de su casa. 
				7.Lugar de observación de la niña 
				Isabel Manzanares, en el patio de la casa de Donatila. 
				8.Casa vecina a Donatila, desde 
				donde observó el tendero del granero (Abastos) y su suegro. 
				9.El cerro El Picacho con 1.200 m. 
				de elevación sobre el nivel del mar.10.Subestación La Leona.
 
				11.Caseta de tableros de control, 
				donde estaban los operarios de turno. 
				12.Calle aledaña a la subestación, 
				por donde se entra a La Leona.  
				13.Líneas de transmisión de 69 Kw. 
				
 
				 
				Ilustración 6. Pequeños artefactos 
				circulares utilizados por los ummitas.      
				 
				Ilustración 7 
 
				  
				 
				Ilustración 8. Edwin 
 
				  
				 
				Ilustración 9. George-Valdar vestido 
				con el uniforme azul claro que usan dentro de las naves. Este 
				dibujo fue pintado de memoria por Edwin después que Valdar había 
				regresado a su planeta, tras una estancia en la Tierra de dos 
				años, en los que por un tiempo trabajó en la misma fábrica que 
				Edwin y fue su mejor amigo (tomado del libro UFO contact from 
				Koldas).  
				  
				  
				 
				Ilustración 10. Dibujo de una 
				de las «extraterrestres» que en Mirassol (Brasil) secuestraron a 
				una mujer sometiéndola a un experimento biogenético del que, al 
				parecer, resultó una criatura híbrida. 
				  
				  
				 
				Ilustración 11. Pagina de la 
				revista que la «Eastern Air Lines» reparte en sus aviones. Ésta 
				corresponde al mes de abril de 1985. En sus titulares se puede 
				leer: «¿PUEDE UD. AYUDAR A ENCONTRAR A ESTOS NIÑOS 
				DESAPARECIDOS?» 
				  
				  
				 
				Ilustración 14. Fotocopia del 
				dibujo que el rubio hizo delante de J.L., en el que se 
				pronosticaban los descubrimientos arqueológicos cerca de la 
				plaza de El Zócalo, en la ciudad de México. En él se indican 
				otros lugares en los que hay cosas todavía más importantes.
 
				  
				 
				Ilustración 15. 
				Interpretación hecha por J.L. del dibujo hecho por el rubio. 
				Según él, lo que hay en donde J.L. puso una interrogación es aún 
				más importante que lo ya descubierto. 
			
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