Capítulo 4:
Los Sesenta


A finales de los años cincuenta, los medios de comunicación decían que el Movimiento Beat estaba muriendo, pero yo descubrí, cuando me mudé a Nueva York a finales de 1959, que estos rumores eran completamente engañosos. El público en general estaba perdiendo interés en leer acerca de los Beats, pero la contracultura bohemia misma todavía estaba viva y creciendo.

Por 1962, la contracultura en Nueva York se había extendido hasta Greenwich Village, por lo que muchos jóvenes de tipo bohemios estaban viviendo en el Lado Este Bajo, que estaba siendo llamado la Aldea del Este. Lo mismo sucedió en San Francisco: cuando la población de la contracultura se creció más allá del espacio disponible en la antigua área bohema de North Beach, se extendió hasta un vecindario residencial llamado Haight-Ashbury.

Esto sucedió sin atraer mucha publicidad por parte de los medios de comunicación, y mucho antes del comienzo de los acontecimientos comúnmente descritos como las causas del movimiento de los Sesenta.

 

Por ejemplo, predató un extenso radicalismo del campus durante varios años. Estoy seguro de esto porque yo estaba entre los “agitadores externos” que trataron de interesar a estudiantes universitarios en asuntos anti-guerra, libertad de expresión y derechos civiles antes de que muchos de ellos estuvieran dispuestos a escuchar estos mensajes.

Asimismo se que la gente como Timothy Leary no comenzó el movimiento psicodélico de las drogas, porque los estudiantes universitarios ya habían comenzado a “Activar, Conectarse, y Caerse” años antes de que Leary acuñara la frase. Ellos estaban activándose en lo de “hierba y vino”, popularizado en la literatura Beat, porque el LSD todavía no se había vuelto ampliamente disponible; estaban sintonizándose en la filosofía influenciada por el Zen de Jack Kerouac, Gary Snyder y otros; y ellos estaban dejando todo y tratando se unirse a un movimiento en el cual realmente no encajaba muy bien.

Los originales Beatniks habían sido los típicos bohemios estadounidense, un poco diferentes de aquellos que habían vivido en Greenwich Village y colonias bohemias similares por más de cien años. La mayoría de ellos estaban sobre el promedio, tanto en inteligencia como en educación, y tenían un serio interés en por lo menos una actividad creativa: arte, literatura, música, drama, reformas sociales o políticas, etc. Como ocultista y un radical político, yo me sentía cómodo en el movimiento Beat, pero muchos de los que recién habían dejado todo, no.

La mayoría de la gente que entraba en la contracultura de principios de los años sesenta en adelante no tenía el habitual perfil de personalidad para bohemios. No tenían una pasión consumidora para asuntos específicos intelectuales, artísticos o políticos, sino que tenían intereses que eran más personales y de bajo-perfil. Esto no significa que fueran menos inteligentes o creativos que los bohemios tradicionales; ellos solamente tienen diferentes metas.

 

A mediados de los años sesenta, habían comenzado su propio segmento de prensa subversiva y estaban poniendo esas metas en palabras, hablando acerca de “estilos de vida alternativos” y “haciendo lo suyo”.


Mis experiencias con ignorar mensajes psíquicos referentes al asesinato de Kennedy me hicieron comenzar a buscar evidencia de que alguien estaba influenciando telepáticamente a grandes números de gente joven común a que tomaran drogas, dejaran sus estudios y se unieran a la contracultura. Y sí, cuando comencé a preguntarle a la gente, dijeron que ellos primero comenzaron usando marihuana o LSD, porque así tenían sueños, visiones o simplemente “corazonadas” de que debían hacerlo, y que estas “sensaciones” eran anteriores a cualquier conocimiento intelectual acerca de lo psicodélico.

Muchas de las personas con quienes he hablado supieron por vez primera acerca de la LSD y los otros poderosos psicodélicos a través de lecturas de experimentos científicos con ellas, en las revistas populares. Estas cuentas describen solo los experimentos psicodélicos conducidos por investigadores profesionales trabajando dentro del establecimiento médico; no hubo ni una sola palabra en ellos para animar el uso extendido de las drogas para el público. Sin embargo, cuando esta gente joven leyó las cuentas, sintieron fuertes deseos de usar psicodélicos.

 

En muchos casos, la razón principal por la cual se unieron a la contracultura era para conocer a gente que les pudiera conseguir peyote, mezcalina o LSD.

Yo también comencé haciendo rituales formales para escuchar mensajes telepáticos instando a la gente a usar psicodélicos, y los encontré muy comunes. Sin embargo, nunca fui capaz de decir exactamente quien los estaba enviando. A veces parecían ser espíritus, otras veces parecían ser grupos de gente viva; pero mis poderes psíquicos todavía no estaban lo suficientemente desarrollados para que me permitieran aislar la fuente.

Aún más importante, encontré que alguien estaba enviando poderosos mensajes telepáticos apoyando, no solamente la experimentación personal con psicodélicos, sino que todos los otros grandes elementos ideológicos del movimiento de contracultura a mediados y finales de los años sesenta, también. Había mensajes acerca de paz, libertad sexual, igualdad para mujeres y minorías, ocultismo y experimentación con sistemas religiosos no-cristianos, hostilidad general hacia el Establecimiento, etc.

El tono emocional de muchos de estos mensajes telepáticos era extremadamente militante, a menudo al límite de lo que la mayoría de gente llamaría paranoia y delirios de grandeza, como si alguien estuviese intentando convertir a la gente en fanáticos. Mi impresión de esto era que alguien estaba literalmente tratando de comenzar una revolución social a un nivel muy profundo, uno que completamente transformaría la civilización occidental, si tuviera éxito.

Algunos de estos mensajes telepáticos incluso sugerían que nos llamásemos a nosotros mismos “Revolucionarios Espirituales”.

Incluso, a menudo, yo recibía los mensajes mismos muy claramente, y todavía desconozco quien los estaba enviando. El rumor más común dentro de la contracultura decía que el inconsciente colectivo de la raza humana era el responsable.

 

Otros rumores atribuían los mensajes a los Illuminati Bávaros, a la gente del espacio, o a una amplia variedad de deidades. Cuando trataba de enviar preguntas telepáticas preguntando la identidad de quienquiera que estuviese enviando los mensajes, encontré la fuente de todos esos aparentemente conflictivos rumores de ese misterioso “Colegio Invisible”. He estado especulado acerca de ello durante mucho tiempo.

A veces, yo preguntaría,

“¿Son ustedes los Illuminati?” y me decían, “Sí, somos el Colegio Invisible.” Pero cuando preguntaba “¿Son ustedes personas vivas?” obtenía la respuesta, “No, somos gente fallecida.”

Luego les preguntaría,

“¿Son ustedes los Maestros Ascendidos de quienes hablan los ocultistas?”, y los espíritus contestarían, “No, nosotros somos los enemigos de los Maestros.”

“Yo preguntaba “¿Son ustedes del espacio exterior?” y me decían, “Sí, pero así como tu. Así hay mucha gente en este planeta.”

Y si yo preguntaba:

“¿Son ustedes dioses?”, recibiría una de dos respuestas: ya sea “No, somos gente, así como usted”, o “No, somos los enemigos de los dioses.”

Yo envié estas preguntas varias veces, de distinta manera, y siempre recibía versiones de las mismas respuestas. Las contestaciones eran siempre cortas y crípticas, y realmente no me dejaban más sabio que antes. Ahora que he hecho mi avance, me doy cuenta que tienen sentido perfecto; aunque para mí significaban muy poco en los Sesentas y principios de los setentas.

Alguna vez en 1966, comencé a llamarme a mí mismo un Revolucionario Espiritual y abandoné el activismo político regular, concentrándome, en su lugar, en asumir un papel de liderazgo en el movimiento de las drogas psicodélicas y el nuevo movimiento oculto que estaba saliendo de él. Yo sentí que mis poderes psíquicos estaban lejos de desarrollarse completamente, pero mientras yo supiera más que la gente a quienes enseñaba, podría servir de médium y podría escribir toda clase de cosas para la prensa subversiva.


Todavía no estaba seguro de lo que estaba pasando, pero era obvio lo que necesitaba hacerse de un día al siguiente.

Una de las cosas que más me mistificaron más del Movimiento de los Sesentas era la manera que parecía hacer un rápido progreso sin liderazgo en el sentido común. Claro, había muchísima gente que decía que ellos estaban liderando el movimiento. La prensa hizo héroes de los medios de comunicación, de ellos, como si fuesen artistas de cine o campeones deportivos, y el gobierno frecuentemente los encarcelaba, aún cuando eso implicara retorcer la ley y la Constitución para hacerlo.

 

No obstante, muy poca de esta gente estaba realmente proporcionando liderazgo como es usualmente definido. Ellos emitieron muy pocas órdenes directas, y al hacerlo, no muchos miembros de la contracultura les obedecían.

El movimiento de drogas psicodélicas es un excelente ejemplo de esto.

 

Timothy Leary fue reconocido como el líder de este movimiento, tanto por el público en general, como por los mismos cabezas de ácido, pero el era solamente un cabecilla figurante. Leary daba conferencias y sostenía rituales cuasi-religiosos como el “altísimo Sacerdote del LSD”, pero la gente en el movimiento psicodélico lo trataba más como la estatua de un dios en un templo, que como un verdadero sacerdote. Un sacerdote predica, y miembros de su congregación religiosa están supuestos a poner sus enseñanzas a la práctica; pero esto simplemente no sucedió en el movimiento psicodélico de los sesenta.

Muy pocos de los cientos de miles de personas experimentando con LSD y otros psicodélicos estaban tomando asesoramiento o instrucción de cualquiera. Libros sobre psicodélicos por Leary y mucha otra gente se vendían muy bien, pero mis propias experiencias como un líder de bajo nivel del movimiento de drogas me demostraron que no muchos cabezas de ácido tomaban seriamente los libros o trataban de aprender de ellos.

Tampoco practicaban las instrucciones mucho más simples del tipo “Cómo Ser tu Propio Guía de Viaje”, que escribíamos la gente como yo, para la prensa subversiva. Ellos simplemente estaban comprando ácido en el mercado negro y engulléndolo en sus gargantas, con muy poca importancia de las consecuencias. Una vez que sobrevivieron a unos pocos viajes de ácido, creían que su propia experiencia personal los calificaba como guías de viaje, y comenzaron a darles LSD a todos sus amigos.

La gente solo trabajaba con sus propios métodos de control de sus propios viajes personales de experimentación con LSD. A menudo dijeron que estaban usando las instrucciones de Leary como una pauta a seguir, pero yo podía ver muy poco parecido, la mayor parte del tiempo.

La actitud general era:

“¿Quien quiere ayunar y meditar para prepararse para un viaje? y, ¿porqué molestarse en recitar un montón de tonterías cuando puedo solamente escuchar o meditar en el viaje mismo."

Al principio, yo estaba bastante hostil hacia esta actitud.

 

Aprendí el uso de los psicodélicos estudiando ocultismo occidental y chamanismo amerindio, el cual enseñaba que las drogas deberían ser ingeridas bajo condiciones muy estructuradas implicando un elaborado ritual. Sin embargo, cuando me convencieron a probar un abordamiento menos controlado, que todos a mí alrededor estaban usando, encontré que era seguro y efectivo.

 

Por este tiempo, yo tenía el suficiente control consciente sobre mis poderes síquicos para percibir directamente que una agencia foránea estaba comunicándose telepáticamente con la gente que tomó LSD y estaba reprogramando sus mentes.

Mi explicación para el fenómeno en ese tiempo era que las emanaciones telepáticas colectivas de cientos o miles de gentes tomando simultáneamente LSD enviaban mensajes a todos los demás y guiaban sus viajes. También encontré que podría recibir estos mensajes psíquicos incluso cuando no andaba en drogas, solo asumiendo el tipo correcto de estado de trance.

El contenido de los mensajes telepáticos era la ideología usual del movimiento de los sesenta, como fue reportado en la prensa subversiva:

“Paz, ahora”

“Amor a todos, incluso a los cerdos”

“Expandan su conciencia”, etc.

También había cientos de frases de la lírica popular de Bob Dylan, los Beatles, los Rolling Stones, Donovan, Tim Buckley, Simon y Garfunkel y muchos más.

 

A menudo, yo recibiría una frase telepáticamente, meses antes de escucharla en una canción, y especula que el escritor de la canción lo ha obtenido por los mismos medios y de la misma fuente.

Mucha gente en la contracultura creía que alguna de esta gente, especialmente Bob Dylan, estaban totalmente conscientes de lo que estaba sucediendo y tenía una completa comprensión de lo que significaban todas esas frases crípticas, pero mis propias experiencias telepáticas me hicieron dudar de esto. Estaba razonablemente seguro que ellos recibían los mismos fragmentos tentadores de información telepática que yo recibía, y que no tenían mucha más comprensión de ellas de la que yo tenía. Numerosos pasajes en las canciones mismas podrían ser interpretados como diciendo esto.

Si lo que yo estaba realmente no escuchando era solamente un consenso de los pensamientos de la gente sobre la LSD en ese tiempo, los mensajes eran exactamente lo que yo esperaba que fueran, en un sentido general, pero también había algo más bien raro acerca de ellos. Yo esperaba naturalmente pensamientos al azar de “un puñado de hippies drogados” que fuera extremadamente diverso e incoherente, y que contuviera una amplia variedad de diversas emociones e imágenes.

 

En vez de esto, lo que recibí parecía bastante simple, claro y bien controlado.

No tenía idea de quien estaba enviando esos mensajes telepáticos, pero quien quiera que fuese, eran extremadamente anarquistas.

Instaron a la gente a no seguir a los líderes para nada, sino que aprendiesen todo por medio de la experimentación personal para volverse maestros de su propio destino. Aunque he vivido siempre mi propia vida según esta filosofía, me sentí incómodo recibiendo estos mensajes, porque había tanta gente inmadura e irresponsable en el movimiento de los sesentas.

 

Yo temía que la política de “Haga lo suyo propio” y “No siga a los líderes, conviértase usted mismo en un líder” evitaría que el movimiento desarrollara suficiente organización política como para hacer importantes reformas en la sociedad.

Sin embargo, las fuerzas invisibles que estaban influenciando mentes por medio de telepatía parecían oponerse completamente a la idea de inyectar una estructura política formal en el movimiento. La gente continuaba diciendo “Debemos de unirnos todos”, pero esto probó ser completamente imposible. Los manipuladores telepáticos contrarrestaban enviando “No necesitamos reunirnos todos. Ya están todos juntos”.

 

Nadie podía deducir exactamente lo que esto supuestamente significaba, sino que sonaba tranquilizador. Además, en el tiempo en que fue enviado este mensaje, el movimiento, de todas formas, ya estaba muriendo, y poca gente estaba esperando una revolución inmediata, ya fuese política o espiritual.

Después de que terminó la Guerra de Vietnam y la contracultura dejo de recibir importante publicidad, yo permanecí en la nueva ala de la comunidad del ocultismo durante unos pocos años, y luego gradualmente me alejé de ella para concentrar todos mis esfuerzos en mi propio desarrollo psíquico. Sentí que ya no era necesitado, porque para este tiempo, estaban en camino movimientos New Age, Potenciales Humanos, movimientos Neo Paganos, entrenando a sus propios líderes y diseñando sus propias técnicas de funcionamiento.

Y yo estaba viendo hacia el futuro, creyendo que, tanto los “estilos de vida alternativos” de los sesentas, como las “alternativas espirituales” de los setentas eran solamente precursores del comienzo real de una “Nueva Era”, la cual estaba todavía por venir.

 

Por los tempranos ochentas, justo antes de hacer mi avance p personal, fue capaz de mirar atrás al Movimiento de los Sesentas y darme cuenta cuan exitoso había sido preparando a la sociedad estadounidense para la abierta Revolución Espiritual de los años Ochenta y Noventa.

A finales de los sesenta y comienzo de los setenta, mucha gente fuera del movimiento, seguía diciendo,

“Esto es solamente alguna clase de extraña moda, y eventualmente pasará, y las cosas regresarán a lo normal – a menos, por supuesto, que esos condenados Hippies susciten tantos problemas que colapse el centro político, y el país se convierta en Comunista o Fascista.”

Al mismo tiempo, la mayoría de nosotros dentro del movimiento mismo, que no nos habíamos vuelto grandes fanáticos, esperando una instantánea Utopía, seguíamos diciendo:

“Esto no puede estar sucediendo. La mayoría de estadounidenses son todavía bastante conservadores, Inti-intelectuales, terriblemente materialistas y de alguna forma intolerantes. El establecimiento se está volviendo más fuerte, no más débil, y las políticas totalitarias de los países comunistas están socavando los cimientos de los movimientos de paz y anti-imperialistas.

 

El movimiento de las drogas se está volviendo tan corrupto con verdadero abuso de drogas, el uso intensivo de opiáceos, anfetaminas, cocaína, barbitúricos, etc. – que la legalización y el uso controlado de los psicodélicos está comenzando a parecer imposible."

Por todo esto, yo creí, a través de los años sesenta, que el Establecimiento eventualmente suprimiría por la fuerza a la contracultura.

Todos los líderes “superestrella” irían a la cárcel o al exilio, la mayoría de miembros base del movimiento sería asustado para que se retirara, y el resto de nosotros – aquellos profundamente comprometidos, pero no lo suficientemente conspicuos como para ser identificados y perseguidos – llevaríamos a cabo nuestras actividades hasta que el calor se muriera y pudiéramos nuevamente salir a la superficie.

Esto es lo que mi conocimiento de la historia me decía que era muy probable, pero no sucedió.

 

El movimiento de los sesenta, ni desafió al Establecimiento, ni fue desafiado por el, sino que simplemente siguió haciéndose más grande y más difuso hasta que desapareció. A finales de los años setenta, me di cuenta que esto había sido el plan de las fuerzas invisibles detrás del movimiento, todo el tiempo, y que esto había demostrado ser un gran éxito.

Lo que sucedió fue que la filosofía esencial de la contra-cultura de los años sesentas se regó muy ampliamente dentro de la población general, mientras que las partes organizadas del movimiento fueron desapareciendo. Muchas de las creencias y opiniones de las “Silenciosa Mayoría” cambiaron sin que la gente involucrada fuera consciente de ello.

 

La mayor parte de estadounidenses continuaban diciendo que no les gustaban los hippies ni la filosofía hippie, mientras que al mismo tiempo, sus opiniones personales de muchos asuntos importantes se estaban moviendo más y más cerca a aquellos por los cuales había vivido la contracultura.

La más importante de estas actitudes cambiadas era simplemente una incrementada tolerancia para la gente con opiniones o comportamientos diferentes de los propios. Esto había sucedido tan gradualmente por todo el país durante los años setenta y hacia los años ochenta que nunca recibió mucha atención, pero no hay duda de que el cambio es real y significativo.

El curso que actualmente ha tomado la sociedad estadounidense, desde finales del movimiento de los Sesentas hasta finales de los años ochenta ha sido muy diferente de lo que cualquiera de las personas dentro de esto o fuera hayan podido predecir. La fase abierta del movimiento se marchitó, sin hacer demasiados cambios políticos. Los psicodélicos permanecieron ilegales. La carrera de armas nucleares y el imperialismo estadounidense todavía existía, incluso a pesar de que finalmente se retiraron de Vietnam.

Cada presidente, desde Richard Nixon hasta Ronald Reagan ha sido, ya sea conservador o moderado, y el propio término “liberal” permaneció con mala reputación. Sobre todo, el extremo optimismo acerca del futuro, que fue uno de los sellos distintivos del movimiento de los Sesenta abrió paso a ondas alternativas de pesimismo militante (tal como las predicciones de una inminente catástrofe ecológica o colapso económico) y una indiferencia auto-indulgente (la filosofía de los “yupies” y muchos grupos New Age).

Sin embargo, estas apariencias superficiales son engañosas. La Sociedad occidental en los años ochenta es significativamente diferente de la manera en que era en 1960, y muchos de los cambios han sido aquellos que han sido propugnados por el movimiento de los años sesenta. Todavía hay una intolerancia racial y pobreza de ghettos, por ejemplo, pero la generación actual de negros estadounidenses viven en un ambiente mucho menos racista del que vivieron las generaciones anteriores.

Millones de personas de raza negra han ahora logrado una igualdad efectiva con los blancos: en educación, en vivienda, en propiedad de pequeñas empresas, en empleos profesionales y de nivel ejecutivo, y hasta cierto punto en sindicatos y empleos bien remunerados de cuello azul. Aunque el movimiento de derechos civiles es correcto cuando dice que todavía hay una necesidad de aún más reformas antes de que nuestra sociedad alcance una completa igualdad racial, no hay ninguna duda que ya se han dado grandes pasos.

 

Cuando comencé primero apoyando el concepto de la igualdad de derechos para las minorías, jamás pensé que viviría para ver este progreso mucho más real.

Además, incluso los escritos especulativos más radicales de principios de los años sesenta ni siquiera se acercaron a predecir los logros del actual movimiento feminista. Durante los últimos veinte años, las mujeres han logrado incluso más progreso hacia la igualdad social y económica que los negros. De nuevo, hay todavía un largo camino por recorrer, y un movimiento en curso para luchar por más progreso, pero no hay duda que una jovencita hoy vive en un mejor mundo del que vivió su madre, cuando hablamos de oportunidades para las mujeres.

 

Y el progreso no solo está en tener a las mujeres en altas posiciones políticas o liderazgo de negocios. Los cambios para mejores relaciones hombre-mujer dentro de la propia familia puede ser observado a todo nuestro alrededor.

También ha habido un significativo incremento en sofisticación en este país desde los años sesenta. Los europeos solían considerar a los estadounidenses como siendo relativamente incultos comparados a ellos mismos. Antes de la última década o dos, la mayoría de innovaciones artísticas y sociales, y de moda comenzaron en Europa y se extendieron al resto del mundo. Ahora muchos de ellos comienzan en los Estados Unidos.

Lo más sorprendente acerca de todos esos cambios es que revierte el patrón histórico para la evolución social. Típicamente, un cambio en la estructura política o económica ocurre primero, luego hay un cambio en las opiniones individuales y comportamiento. Por ejemplo, tomó más de un siglo después de la adopción de la Constitución y Declaración de Derechos Estadounidenses para que la mayoría de estadounidenses se den cuenta de que es imposible tener un gobierno por, para y de la gente sin igualdad política para las mujeres y las minorías raciales.

Los cambios sociales de las últimas pocas décadas han revertido este patrón: primero ocurren como cambios en las opiniones y comportamiento individual – el término popular para ello es “elevación de conciencia” – lo cual fuerza cambios en el sistema político y otras instituciones sociales organizadas.

 

La Revolución Estadounidense fue el trabajo de una pequeña élite política que forzaron la democracia moderna en una población que realmente no lo había pedido, y no estaban preparados para hacer uso completo de ella, y muchos de los cambios sociales desde los sesentas han sido causados por una serie de movimientos espontáneos, básicos, sin un liderazgo fuerte que obligara a las reformas en el Establecimiento.

El siguiente capítulo continúa describiendo los cambios políticos y sociales que han estado ocurriendo al ir entrando nuestra civilización a una Nueva Era, pero desde una diferente perspectiva.

 

Discute el papel que está jugando la religión organizada en todos estos acontecimientos.

 

Regresar al Contenido