DURANTE LA DISPENSACIÓN de un Príncipe Planetario, el hombre
primitivo alcanza los límites del desarrollo evolucionario natural,
y este logro biológico señala al Soberano del Sistema el momento en
que corresponde despachar a dicho mundo la segunda orden de
filiación, los elevadores biológicos. Estos Hijos, pues hay dos de
ellos —el Hijo Material y la Hija Material— generalmente se conocen
en un planeta como Adán y Eva. El Hijo Material original de Satania
es Adán, y aquellos que van a los mundos del sistema como elevadores
biológicos llevan
siempre el nombre de este Hijo primero y original de su orden
singular.
Estos Hijos son el don material del Hijo Creador a los mundos
habitados. Juntamente con el Príncipe Planetario, permanecen en su
planeta de asignación a lo largo de todo el curso evolucionario de
dicha esfera. Esta aventura no representa grandes peligros en un
mundo que tiene un Príncipe Planetario, pero en un planeta apóstata,
un reino sin gobernante espiritual y privado de comunicación
interplanetaria, dicha misión va acompañada de grave peligro.
Aunque no podéis esperar conocerlo todo sobre la tarea de estos
Hijos en todos los mundos de Satania y otros sistemas, otros
documentos describen más plenamente la vida y experiencias de esta
interesante pareja, Adán y Eva, que vinieron de los cuerpos de
elevadores biológicos de Jerusem para elevar las razas urantianas.
Aunque ocurrió un fracaso de los planes ideales para el mejoramiento
de vuestras razas nativas, sin embargo, la misión de Adán no fue en
vano; Urantia se ha beneficiado inmensurablemente del don de Adán y
Eva, y entre sus semejantes y en los concilios en lo alto, su
contribución no se considera una pérdida total.
1. EL ORIGEN Y LA NATURALEZA DE LOS HIJOS MATERIALES DE DIOS Los Hijos e Hijas materiales o sexuales son la progenie del Hijo
Creador; el Espíritu Materno del Universo no participa en la
producción de estos seres que están destinados a funcionar como
elevadores físicos en los mundos evolucionarios.
La orden material de filiación no es uniforme en todo el universo
local. El Hijo Creador produce tan sólo una pareja de estos seres en
cada sistema local; estas parejas originales son de naturalezas
diversas, puesto que están sincronizadas con el modelo original de
vida de sus respectivos sistemas. Ésta es una disposición necesaria
puesto que, de otra manera, el potencial reproductor de los Adanes
no sería funcional con el de los seres mortales evolutivos de los
mundos de cualquier sistema específico. El Adán y Eva que vinieron a
Urantia eran descendientes de la pareja original de los Hijos
Materiales de Satania.
Los Hijos Materiales varían en altura de dos metros y medio a tres
metros, y su cuerpo brilla con un halo de luz radiante de tonalidad
violeta. Aunque la sangre material circula por sus cuerpos
materiales, también están sobrecargados de energía divina y
saturados de luz celestial. Estos Hijos Materiales (los Adanes) e
Hijas Materiales (las Evas) son iguales unos a los otros, difiriendo
tan sólo en la naturaleza reproductora y en ciertas dotes químicas.
Son iguales pero diferenciales, masculino y femenino —por lo tanto
complementarios— y se diseñan para servir en casi todas las
asignaciones en pareja.
Los Hijos Materiales disfrutan de una nutrición dual; son
verdaderamente duales en su naturaleza y constitución, compartiendo
de la energía materializada de manera semejante a los seres físicos
del reino, mientras que mantienen plenamente su existencia inmortal
por la ingestión directa y automática de ciertas energías cósmicas
de sustento. Si fracasan en una misión de asignación o aun si se
rebelan consciente y deliberadamente, estos Hijos son aislados, se
corta la conexión con la fuente universal de luz y vida. En ese
momento se vuelven prácticamente seres materiales, destinados al
curso de la vida material en el mundo de su asignación y obligados a
presentarse ante los magistrados universales para su adjudicación.
La muerte material finalmente terminará la carrera planetaria de
dichos Hijos e Hijas Materiales desafortunados y tontos.
Los Adanes y Evas originales, los directamente creados son
inmortales por dote inherente, tal como todas las demás órdenes de
filiación universal local, pero una disminución del potencial de
inmortalidad caracteriza a sus hijos e hijas. Esta pareja original
no puede trasmitir inmortalidad incondicionada a sus hijos e hijas
procreados. Su progenie depende para continuar la vida de una
sincronía intelectual ininterrumpida con el circuito gravitacionario
de mente del Espíritu. Desde la incepción del sistema de Satania, se
han perdido trece Adanes Planetarios por rebelión y faltas y 681.204
en posiciones subordinadas de confianza. La mayoría de estas
traiciones ocurrió en la época de la rebelión de Lucifer.
Mientras viven como ciudadanos permanentes en las capitales del
sistema y aun cuando actúan en misiones descendentes a los planetas
evolucionarios, los Hijos Materiales no poseen un Ajustador del
Pensamiento, pero es a través de estos mismos servicios que
adquieren la capacidad por sus experiencias para que los resida un
Ajustador y para participar de la carrera de ascensión al Paraíso.
Estos seres singulares y maravillosamente útiles son el eslabón que
vincula el mundo espiritual con el mundo físico. Se encuentran en
las sedes centrales del sistema, allí donde se reproducen y se
conducen como ciudadanos materiales del reino, y de donde son
enviados a los mundos evolucionarios.
A diferencia de otros Hijos creados de servicio planetario, la orden
material de filiación no es, por su naturaleza, invisible a las
criaturas materiales como los habitantes de Urantia. Estos Hijos de
Dios pueden ser vistos, comprendidos, y pueden a su vez realmente
entremezclarse con las criaturas del tiempo, podrían aun procrear
con ellas, aunque esta función de elevación biológica generalmente
corresponde a la progenie de los Adanes Planetarios.
En Jerusem los hijos leales de un Adán y Eva son inmortales, pero la
progenie de un Hijo e Hija Materiales procreada posteriormente a su
llegada en un planeta evolucionario no es del mismo modo inmune de
la muerte natural. Cuando estos Hijos son rematerializados para la
función reproductora en un mundo evolucionario, ocurre un cambio en
el mecanismo trasmisor de la vida. Los Portadores de Vida por diseño
privan a los Adanes y Evas Planetarios del poder de engendrar hijos
e hijas inmortales. Si no cometen faltas, Adán y Eva en una misión
planetaria pueden vivir indefinidamente, pero dentro de ciertos
límites sus hijos experimentan una longevidad en disminución en cada
generación subsiguiente.
2. EL TRÁNSITO DE LOS ADANES PLANETARIOS Al recibir la noticia de que otro mundo habitado ha logrado la
altura de la evolución física, el Soberano del Sistema convoca al
cuerpo de Hijos e Hijas Materiales a la capital del sistema; y
después de hablar de las necesidades de dicho mundo evolucionario,
dos del grupo de voluntarios —un Adán y una Eva del cuerpo decano de
los Hijos Materiales— son seleccionados para emprender la aventura,
someterse al sueño profundo preparatorio para ser enserafinados y
transportados de su hogar de servicio asociado al nuevo reino de
nuevas oportunidades y nuevos peligros.
Los Adanes y las Evas son criaturas semimateriales y, como tales,
los serafines no los pueden transportar. Deben someterse a la
desmaterialización en la capital del sistema antes de poder ser
enserafinados para el transporte al mundo de asignación. Los
serafines de transporte son capaces de efectuar en los Hijos
Materiales y en otros seres semimateriales cambios tales como para
permitirles ser enserafinados y por lo tanto ser transportados a
través del espacio de un mundo o sistema a otro. Se requieren
aproximadamente tres días de tiempo estándar para la preparación de
este transporte, y la cooperación de un Portador de Vida para
reintegrar esta criatura desmaterializada a la existencia normal
cuando llega al fin del viaje del transporte seráfico.
Aunque existe la técnica de la desmaterialización para preparar a
los Adanes para el tránsito desde Jerusem a los mundos
evolucionarios, no existe un método equivalente para sacarlos de
dichos mundos a menos que haya que evacuar el entero planeta, en
cuyo caso se instala de urgencia la técnica de la desmaterialización
para la entera población salvable. Si una catástrofe física pusiera
en peligro la residencia planetaria de una raza en evolución, los
Melquisedek y los Portadores de Vida instalarían la técnica de la
desmaterialización para todos los sobrevivientes, y estos seres
serían llevados por transporte seráfico a un nuevo mundo preparado
para su existencia continuada. La evolución de una raza humana, una
vez que se inicia en un mundo del espacio, debe proceder totalmente
independiente de la supervivencia física de ese planeta, pero
durante las edades evolucionarias no está considerado que el Adán y
Eva Planetarios abandonen el mundo de su elección.
Al llegar a su destino planetario el Hijo y la Hija Materiales son
rematerializados bajo la dirección de los Portadores de Vida. Este
entero proceso lleva de diez a veintiocho días de tiempo de Urantia.
La inconciencia del sueño seráfico continúa a lo largo de este
entero período de reconstrucción. Cuando se ha completado el
reensamblaje del organismo físico, estos hijos e hijas materiales
están en sus nuevos hogares y en sus nuevos mundos para todo
propósito tal como eran antes de someterse al proceso de
desmaterialización en Jerusem.
3. LAS MISIONES ADÁNICAS
En los mundos habitados los Hijos e Hijas Materiales construyen muy
pronto sus moradas jardín, con la ayuda de sus propios hijos.
Usualmente el Príncipe Planetario ha seleccionado la ubicación del
jardín y su séquito corpóreo hace mucho de la tarea preliminar de
preparación con la ayuda de muchos de los tipos más elevados de las
razas nativas.
Estos jardines del Edén se llaman así en honor de Edentia, la
capital de la constelación, y porque se modelan de acuerdo con la
grandeza botánica del mundo sede central de los Padres Altísimos.
Estas moradas jardín usualmente están ubicadas en una sección
apartada de una zona cerca de los trópicos. Son creaciones
maravillosas en un mundo promedio. Nada podéis juzgar de estos
bellos centros de cultura a partir del recuento fragmentario del
desarrollo fracasado de dicha empresa en Urantia.
Un Adán y Eva Planetarios son, en potencia, el don pleno de la
gracia física para las razas mortales. La actividad principal de
dicha pareja importada consiste en multiplicar y elevar a los hijos
del tiempo. Pero no hay mezcla inmediata entre el pueblo del jardín
y los del mundo. Durante muchas generaciones Adán y Eva permanecen
biológicamente segregados de los mortales evolucionarios mientras
construyen una raza fuerte de su propia orden. Esto es el origen de
la raza violeta en los mundos habitados.
Los planes para la elevación de la raza son preparados por el
Príncipe Planetario y su séquito y ejecutados por Adán y Eva. Y fue
aquí donde vuestro Hijo Material y su compañera se encontraron en
gran desventaja cuando llegaron a Urantia. Caligastia ofreció hábil
y eficaz oposición a la misión Adánica; y a pesar de que los
síndicos Melquisedek de Urantia habían debidamente advertido tanto a
Adán como a Eva sobre los peligros planetarios inherentes a la
presencia del Príncipe Planetario rebelde, este archirrebelde,
mediante una astuta estratagema, le ganó a la pareja edénica y los
hizo caer en una trampa de violación del convenio de su fideicomiso
como gobernantes visibles de vuestro mundo. El traicionero Príncipe
Planetario triunfó en comprometer a vuestro Adán y Eva, pero fracasó
en su esfuerzo de hacerlos caer en la rebelión de Lucifer.
La quinta orden de ángeles, los auxiliares planetarios, está
vinculada a la misión adánica, acompañando siempre a los Adanes
Planetarios en sus aventuras mundiales. El cuerpo asignado
inicialmente es usualmente de alrededor de cien mil. Cuando se lanzó
prematuramente la tarea de Adán y Eva urantianos, cuando se
desviaron del plan ordenado, fue una de las Voces seráficas del
Jardín quien los amonestó por su conducta reprochable. Vuestra
narrativa de este acontecimiento ilustra bien la manera en la cual
vuestras tradiciones planetarias han tendido a ascribir todo lo
sobrenatural al Señor Dios. Debido a esto, los urantianos,
frecuentemente se sienten confundidos en cuanto a la naturaleza del
Padre Universal, puesto que tan generalmente se le han atribuido las
palabras y acciones de todos sus asociados y subordinados. En el
caso de Adán y Eva, el ángel del Jardín no era sino el jefe de los
auxiliares planetarios en servicio por entonces. Este serafín,
Solonia, proclamó el fracaso del plan divino y solicitó el regreso
de los síndicos Melquisedek a Urantia.
Los seres intermedios secundarios son característicos de las
misiones adánicas. Como ocurre con el séquito corpóreo del Príncipe
Planetario, los descendientes de los Hijos e Hijas Materiales son de
dos órdenes: sus niños físicos y la orden secundaria de seres
intermedios. Estos ministros planetarios materiales pero
generalmente invisibles, contribuyen mucho al avance de la
civilización y aún a que se sometan las minorías insubordinadas que
puedan buscar socavar el desarrollo social y el progreso espiritual.
No debes confundir los seres intermedios secundarios con los de la
orden primaria, que se remonta a los tiempos cercanos a la llegada
del Príncipe Planetario. En Urantia la mayoría de estos seres
intermedios anteriores entró en rebelión con Caligastia, y desde
Pentecostés, han estado internados. Muchos seres del grupo adánico
que no permanecieron leales a la administración planetaria fueron
internados de la misma manera.
En el día de Pentecostés los seres intermedios primarios y
secundarios se aliaron voluntariamente y han actuado como una unidad
en los asuntos mundiales desde entonces. Sirven bajo el liderazgo de
seres intermedios leales alternativamente seleccionados de ambos
grupos.
Vuestro mundo ha sido visitado por cuatro órdenes de filiación:
Caligastia, el Príncipe Planetario; Adán y Eva de los Hijos
Materiales de Dios; Maquiventa Melquisedek, el «sabio de Salem» en
los días de Abraham; y Cristo Miguel, que vino como Hijo encarnado
Paradisiaco. ¡Cuánto más efectivo y hermoso hubiese sido el proceso
si Miguel, el gobernante supremo del universo de Nebadon, hubiera
sido recibido en vuestro mundo por un Príncipe Planetario leal y
eficiente y un Hijo Material devoto y triunfador, los dos que
podrían haber hecho tanto para realzar la obra principal y la misión
del Hijo de autootorgamiento! Pero no todos los mundos han sido
siempre tan desafortunados como Urantia, ni tampoco las misiones de
los Adanes Planetarios han sido tan difíciles y tan peligrosas.
Cuando triunfan, contribuyen al desarrollo de un gran pueblo,
continuando como las cabezas visibles de los asuntos planetarios aun
más allá de la era cuando tal mundo se establece en luz y vida.
4. LAS SEIS RAZAS EVOLUCIONARIAS La raza dominante durante las primeras eras de los mundos habitados
es la del hombre rojo, el que es ordinariamente el primero en
alcanzar niveles humanos de desarrollo. Pero, mientras el hombre
rojo es la raza de mayor rango de los planetas, los siguientes
pueblos de color comienzan a hacer sus apariciones muy temprano en
la era del surgimiento mortal.
Las primeras razas son de alguna manera superiores a las posteriores;
el hombre rojo se coloca muy arriba de la raza índiga —negra—. Los
Portadores de Vida imparten la dotación completa de las energías
vivientes a la raza inicial, o raza roja, y cada manifestación
evolucionaria sucesiva de un grupo distinto de mortales representa
una variación a costa de la concesión original. Aun la estatura
mortal tiende a disminuir desde el hombre rojo hasta la raza índiga,
aunque en Urantia aparecieron rasgos inesperados de gigantismo entre
los pueblos verde y anaranjado.
En aquellos mundos que tienen las seis razas evolucionarias, los
pueblos superiores son la raza primera, la tercera y la quinta —la
roja, la amarilla y la azul. Las razas evolucionarias en
consecuencia alternan en su capacidad para el crecimiento
intelectual y el desarrollo espiritual, siendo la segunda, la cuarta
y la sexta de alguna manera menos dotadas. Estas razas secundarias
son las que faltan en ciertos mundos. Son las que han sido
exterminadas en muchos otros. Es desafortunado que en Urantia hayáis
perdido tan notablemente a vuestros superiores hombres azules,
excepto en cuanto persisten en vuestra amalgamada «raza blanca». La
pérdida de vuestros linajes naranja y verde no es asunto muy grave.
La evolución de seis —o de tres— razas de color, aunque pareciera
deteriorar la dotación original del hombre rojo, provee ciertas
variaciones muy deseables en los tipos mortales y logra una
expresión de otra manera inalcanzable de los diversos potenciales
humanos. Estas modificaciones son beneficiosas para el progreso de
la humanidad como un todo, a condición de que sean posteriormente
mejoradas por la raza adánica importada, es decir, la raza violeta.
En Urantia este plan normal de amalgama no se realizó extensamente,
y este fracaso en la ejecución del plan de evolución racial os
impide entender mucho sobre el estado de estos pueblos en un planeta
habitado promedio partiendo de la observación de los restos de estas
primeras razas en vuestro mundo.
En los primeros días de la evolución racial los hombres rojos, los
amarillos y los azules tienden ligeramente a entremezclarse. Hay una
tendencia similar de entremezclarse entre las razas anaranjada,
verde e índiga.
Las razas más progresivas usualmente utilizan los humanos menos
evolucionados como labriegos. Ésta es la razón del origen de la
esclavitud en los planetas durante las primeras épocas. Los hombres
rojos normalmente someten a los naranjas y los reducen a la
condición de sirvientes, y a veces son exterminados. Los hombres
amarillo y rojo frecuentemente fraternizan, pero no siempre. La raza
amarilla normalmente esclaviza a la verde, mientras que el hombre
azul somete al índigo. Estas razas de hombres primitivos, al
utilizar los servicios de sus congéneres inferiores en tareas
compulsivas no piensan más en ellos que lo que harían los urantianos
al comprar y vender caballos y ganado.
En la mayoría de los mundos la servidumbre involuntaria no sobrevive
a la dispensación del Príncipe Planetario, aunque los defectuosos
mentales y los delincuentes sociales aún son frecuentemente
coercionados a realizar trabajos involuntarios. Pero en todas las
esferas normales este tipo de esclavitud primitiva es abolida poco
después de la llegada de la raza importada violeta, es decir, la
raza adánica.
Estas seis razas evolucionarias están destinadas a ser mezcladas y
exaltadas por la amalgama con la progenie de los edificadores
adánicos. Pero antes de que se mezclen estos pueblos, los inferiores
y los inservibles son mayormente eliminados. El Príncipe Planetario
y el Hijo Material, con otras autoridades planetarias apropiadas
deciden acerca de la aptitud física de las razas reproductoras. La
dificultad de ejecutar un programa tan radical en Urantia consiste
en la ausencia de jueces competentes para decidir sobre la aptitud o
inaptitud biológica de los individuos de vuestras razas mundiales. A
pesar de este obstáculo, parecería que vosotros debierais ser
capaces de concordar en la desconfraternización biológica de
vuestras cepas más marcadamente ineptas, defectuosas, degeneradas y
antisociales.
5. LA AMALGAMA RACIAL—LA DOTACIÓN DE LA SANGRE ADÁNICA Cuando un Adán y una Eva Planetarios llegan a un mundo habitado, sus
superiores les han instruido completamente sobre la mejor manera de
efectuar el mejoramiento de las razas existentes de seres
inteligentes. El plan de procedimiento no es uniforme, mucho queda
librado al juicio de la pareja ministrante, y los errores no son
infrecuentes, especialmente en mundos desordenados e
insurreccionales, tales como Urantia.
Usualmente los pueblos violetas no comienzan a amalgamarse con los
nativos planetarios hasta que su propio grupo no llega a sumar más
de un millón. Entretanto, el séquito del Príncipe Planetario
proclama que los hijos de los Dioses han bajado, tal como sucedió,
para unirse con las razas del hombre; y el pueblo ansiosamente
espera el día en que se anuncien los nombres de aquellos que han
calificado por sus rasgos raciales superiores y que por lo tanto
pueden proceder hacia el Jardín del Edén y ser allí elegidos por los
hijos e hijas de Adán como padres y madres evolucionarios de la
orden nueva y mezclada de la humanidad.
En mundos normales el Adán y la Eva Planetarios nunca se aparean con
las razas evolucionarias. Este trabajo de mejoramiento biológico es
una función de la progenie adánica. Pero estos adanitas no van a
mezclarse con las razas; el séquito del Príncipe conduce al Jardín
del Edén a los hombres y mujeres superiores para el apareamiento
voluntario con la descendencia adánica. Y en la mayoría de los
mundos se considera el más alto honor ser seleccionado como
candidato para el apareamiento con los hijos e hijas del jardín.
Por primera vez amainan las guerras raciales y otras luchas
tribales, mientras que las razas mundiales luchan cada vez más por
calificar para el reconocimiento y admisión al jardín. Vosotros
podríais como máximo tener una escasa idea de cómo esta lucha
competitiva pasa a ocupar el centro de todas las actividades en un
planeta normal. Este completo plan de mejoramiento racial se hundió
tempranamente en Urantia.
La raza violeta es un pueblo monógamo, y cada hombre o mujer que se
une con los hijos e hijas adánicos promete no aceptar otros
consortes e instruye a sus hijos e hijas de la misma manera. Los
niños de cada una de estas uniones son instruidos y capacitados en
las escuelas del Príncipe Planetario, después de lo cual se les
permite ir en busca de la raza de su progenitor evolucionario, para
contraer matrimonio allí entre los grupos seleccionados de mortales
superiores.
Cuando este linaje de los Hijos Materiales se agrega a las razas
evolucionarias de los mundos, se inicia una era nueva y más grande
de progreso evolucionario. Después de esta efusión procreadora de
habilidad importada y rasgos superevolucionarios se produce una
sucesión de avances rápidos en la civilización y en el desarrollo
racial. En cien mil años se produce más progreso que en un millón de
años de la lucha anterior. En vuestro mundo, a pesar del malogro de
los planes ordenados, se ha producido gran progreso desde el tiempo
de la dotación a vuestros pueblos del plasma vital de Adán.
Pero aunque los hijos de la línea pura de un Jardín de Edén
planetario pueden entremezclarse con los ejemplares superiores de
las razas evolucionarias y así mejorar el nivel biológico de la
humanidad, no sería beneficioso para las cepas superiores de los
mortales urantianos aparearse con las razas inferiores; un
procedimiento tan poco sabio pondría en peligro toda la civilización
en vuestro mundo. Habiendo fallado en alcanzar la armonización de
las razas a través de la técnica adánica, debéis ahora resolver
vuestros problemas planetarios de mejoramiento racial a través de
otros métodos, básicamente humanos, de adaptación y control.
6. EL RÉGIMEN EDÉNICO
En la mayoría de los mundos habitados los Jardines de Edén
permanecen como centros culturales y siguen funcionando como modelos
sociales de conducta y usanza planetaria época tras época. Aun en
los tiempos primitivos, cuando los pueblos violetas están
relativamente segregados, sus escuelas aceptan candidatos apropiados
provenientes de las razas mundiales, mientras que los desarrollos
industriales del jardín abren nuevos canales de intercambio
comercial. Es así como los Adanes y Evas y su progenie contribuyen a
la repentina expansión de la cultura y al rápido mejoramiento de las
razas evolucionarias de sus mundos. Y la amalgama de las razas
evolucionarias y los hijos de Adán aumenta y sella todas estas
relaciones, resultando así en el inmediato mejoramiento del estado
biológico, el despertar del potencial intelectual y el aumento de la
receptividad espiritual.
En mundos normales la sede jardín de la raza violeta pasa a ser el
segundo centro de la cultura mundial y, juntamente con la ciudad
sede del Príncipe Planetario, establece el ritmo para el desarrollo
de la civilización. Por siglos coexisten contemporáneamente las
escuelas de la ciudad sede del Príncipe Planetario y las escuelas
jardín de Adán y Eva. Generalmente no distan mucho entre sí y operan
en cooperación armoniosa.
Pensad lo que podría significar para vuestro mundo si en algún lugar
del Levante hubiese un centro mundial de civilización, una gran
universidad planetaria de cultura, que ha funcionado
ininterrumpidamente durante 37.000 años. Más aún, haced una pausa
para considerar cómo la autoridad moral de un centro tan antiguo se
fortalecería por la proximidad de otra sede más antigua de servicio
celestial cuyas tradiciones acarrean una fuerza acumulativa de
500.000 años de influencia evolucionaria integrada. Es la costumbre
la que finalmente disemina los ideales de Edén a todo el mundo.
Las facultades de los Príncipes Planetarios se ocupan básicamente de
la filosofía, la religión, la moral y los logros artísticos e
intelectuales superiores. Las escuelas jardín de Adán y Eva están
normalmente dedicadas a las artes prácticas, la capacitación básica
intelectual, la cultura social, el desarrollo económico, las
relaciones comerciales, la salud física y el gobierno civil.
Finalmente estos centros mundiales se amalgaman, pero la verdadera
afiliación a veces no ocurre hasta los tiempos del primer Hijo
Magisterial.
La existencia continua del Adán y Eva Planetarios, junto con el
núcleo de línea pura de la raza violeta, imparte esa estabilidad de
crecimiento a la cultura edénica en virtud de la cual pasa a actuar
sobre la civilización de un mundo con la fuerza apremiante de la
tradición. En estos Hijos e Hijas Materiales inmortales hallamos el
último e indispensable eslabón que conecta a Dios con el hombre,
sorteando el abismo casi infinito entre el Creador eterno y las más
bajas personalidades finitas del tiempo. He aquí un ser de alto
origen que es físico, material, aun una criatura sexuada como los
mortales urantianos, alguien que puede ver y comprender al invisible
Príncipe Planetario y lo interpreta para las criaturas mortales del
reino, porque los Hijos e Hijas Materiales son capaces de ver todas
las órdenes más bajas de seres espirituales. Visualizan al Príncipe
Planetario y su séquito completo, visible e invisible.
Con el paso de los siglos, a través de la amalgamación de su
progenie con las razas del hombre, estos mismos Hijos e Hijas
Materiales pasan a ser aceptados como los antepasados comunes de la
humanidad, los padres comunes de los ahora mezclados descendientes
de las razas evolucionarias. El propósito es que los mortales que
salen de un mundo habitado tengan la experiencia de reconocer siete
padres:
1. El padre biológico —el padre en la carne.
2. El padre del reino —el Adán Planetario. 3. El padre de las esferas —el Soberano del Sistema.
4. El Padre Altísimo —el Padre de la Constelación. 5. El Padre del universo—el Hijo Creador y gobernante supremo de las
creaciones locales. 6. Los super-Padres —los Ancianos de los Días que gobiernan el
superuniverso. 7. El Padre de espíritu, o sea, de Havona —el Padre Universal, que
habita en el Paraíso y otorga su espíritu para que viva y trabaje en
las mentes de las criaturas más bajas que habitan el universo de los
universos.
7. LA ADMINISTRACIÓN UNIDA
2 De vez en cuando los Hijos Avonales Paradisiacos llegan a los
mundos habitados para las acciones judiciales, pero el primer Avonal
en llegar en una misión magisterial inaugura la cuarta dispensación
de un mundo evolucionario del tiempo y el espacio. En algunos
planetas donde se acepta universalmente a este Hijo Magisterial éste
permanece por una era. Así el planeta prospera bajo el gobierno
conjunto de tres Hijos: el Príncipe Planetario, el Hijo Material, y
el Hijo Magisterial, siendo los últimos dos seres visibles para
todos los habitantes del reino.
Antes de que el primer Hijo Magisterial concluya su misión en un
mundo evolucionario normal, ya se ha unificado el trabajo
administrativo y de enseñanza del Príncipe Planetario y el Hijo
Material. Esta amalgama de la supervisión dual de un planeta da
origen a un nuevo orden eficaz de administración mundial. Cuando
parte el Hijo Magisterial, el Adán Planetario asume la dirección
externa de la esfera. El Hijo y la Hija Materiales actúan así
conjuntamente como administradores planetarios hasta el
establecimiento del mundo en la era de luz y vida; después de lo
cual el Príncipe Planetario es elevado a la posición de Soberano
Planetario. Durante esta época de evolución avanzada, Adán y Eva
pasan a ser lo que se podría llamar un conjunto de primeros
ministros del reino glorificado.
Tan pronto como se ha establecido bien la capital nueva y
consolidada del mundo evolucionario, y tan pronto como es posible
capacitar debidamente a los administradores subordinados competentes
se fundan subcapitales de tierras remotas y entre los distintos
pueblos. Antes de la llegada de otro Hijo dispensacional, se habrán
organizado de cincuenta a cien de estos subcentros.
El Príncipe Planetario y su equipo siguen fomentando los dominios de
actividad espiritual y filosófica. Adán y Eva prestan especial
atención a los estados físico, científico y económico del reino.
Ambos grupos dedican igualmente sus energías a la promoción de las
artes, las relaciones sociales, y los alcances intelectuales.
En el momento de la inauguración de la quinta dispensación de los
asuntos mundiales, ya se ha logrado una administración magnífica de
las actividades planetarias. La existencia mortal en una esfera tan
bien gestionada es de hecho estimulante y productiva. Y si los
urantianos pudiesen tan sólo observar la vida en tal planeta,
apreciarían inmediatamente el valor de aquellas cosas que su mundo
ha perdido al involucrarse en el mal y participar en la rebelión.
[Presentado por un Hijo Lanonandek Secundario del Cuerpo de
Reserva.]
CAPÍTULO 52 - LAS ÉPOCAS PLANETARIAS DE LOS MORTALES
DESDE EL INICIO de la vida en un planeta evolucionario hasta el
momento de su florecimiento final en la era de luz y vida, aparecen
en el escenario de la acción mundial por lo menos siete épocas de
vida humana. Estas épocas sucesivas están determinadas por las
misiones planetarias de los Hijos divinos, y en un mundo promedio
habitado estas épocas aparecen en el siguiente orden:
1. El Hombre antes del Príncipe Planetario.
2. El Hombre después del Príncipe Planetario. 3. El Hombre Postadánico.
4. El Hombre después del Hijo Magisterial. 5. El Hombre después del Hijo Autootorgador.
6. El Hombre después del Hijo Instructor. 7. La Era de Luz y Vida.
Los mundos del espacio, tan pronto como son adecuados físicamente
para la vida, son colocados en el registro de los Portadores de
Vida, y a su debido tiempo estos Hijos son enviados a los planetas
para el propósito de iniciar la vida. El período entero desde la
iniciación de la vida hasta la aparición del hombre se denomina la
era prehumana y precede las sucesivas épocas mortales consideradas
en esta narrativa.
1. EL HOMBRE PRIMITIVO Desde el momento en que el hombre trasciende el nivel animal —cuando
puede elegir adorar al Creador— y hasta la llegada del Príncipe
Planetario, las criaturas mortales volitivas se denominan hombres
primitivos. Existen seis razas o tipos básicos de hombres
primitivos, y estos pueblos primitivos aparecen sucesivamente en el
orden de los colores del espectro, comenzando con el rojo. La
longitud de tiempo de esta evolución primitiva de la vida varía
grandemente en los diferentes mundos, oscilando entre ciento
cincuenta mil años y hasta más de un millón de años del tiempo de
Urantia.
Las razas evolucionarias de colores —roja, anaranjada, amarilla,
verde, azul e índiga— comienzan a aparecer en la época en que el
hombre primitivo está desarrollando un lenguaje sencillo y está
comenzando a ejercer la imaginación creativa. En esta época el
hombre ya está bien acostumbrado a la posición erecta.
Los hombres primitivos son cazadores poderosos y luchadores feroces.
La ley de esta edad es la supervivencia física de los más adecuados;
el gobierno de estos tiempos es totalmente tribal. Durante las
primeras luchas raciales, en muchos mundos, algunas de las razas
evolucionarias son obliteradas, tal como ocurrió en Urantia. Los que
sobreviven generalmente se mezclan posteriormente con la raza
violeta de importación subsiguiente, los pueblos adánicos.
A la luz de la civilización subsiguiente, esta era del hombre
primitivo es un capítulo prolongado, tenebroso y sangriento. La
ética de la selva y la moral de los bosques primarios no están de
acuerdo con las normas de dispensaciones posteriores de religión
revelada y desarrollo espiritual más elevado. En los mundos normales
y no experimentales esta época es muy distinta de las luchas
prolongadas y extraordinariamente brutales que caracterizaron a esta
era a Urantia. Cuando surjáis de vuestra experiencia del primer
mundo, comenzaréis a ver por qué ocurre esta larga y dolorosa lucha
en los mundos evolucionarios, y a medida que avancéis en el camino
al Paraíso, cada vez más comprenderéis la sabiduría de estas
acciones aparentemente extrañas. Pero a pesar de todas las
vicisitudes de las eras primitivas de la aparición humana, lo que
logra el hombre primitivo representa un capítulo espléndido, aun
heroico, en los anales del mundo evolucionario del tiempo y el
espacio.
El hombre evolucionario primitivo no es una criatura pintoresca. En
general, estos mortales primitivos viven en cuevas o peñascos.
También construyen cabañas primitivas en los árboles más robustos.
Antes de que adquieran un orden elevado de inteligencia, a veces los
tipos más grandes de animales dominan los planetas. Pero pronto
durante esta era los mortales aprenden a encender y mantener el
fuego, y con el aumento de la imaginación inventiva y el
mejoramiento de las herramientas, el hombre en evolución muy pronto
conquista a los animales más grandes y más indomables. Las razas
primitivas también hacen amplio uso de los animales voladores más
grandes. Estas enormes aves son capaces de llevar a una o dos
personas de tamaño promedio en vuelo ininterrumpido por más de
ochocientos kilómetros. En algunos planetas estas aves son de gran
utilidad, puesto que poseen un orden elevado de inteligencia, siendo
muchas veces capaces de hablar muchas palabras de los idiomas del
reino. Estos pájaros son altamente inteligentes, muy obedientes e
increíblemente afectuosos. En Urantia, estas aves para pasajeros se
extinguieron hace mucho tiempo, pero vuestros antepasados primitivos
disfrutaron de sus servicios.
El momento en que el hombre adquiere el juicio ético, la voluntad
moral, generalmente coincide con la aparición del lenguaje
primitivo. Estos seres, al alcanzar el nivel humano, después de la
aparición de la voluntad mortal, se vuelven receptivos a la
residencia temporal de los Ajustadores divinos, y cuando mueren
muchos de ellos son debidamente elegidos como sobrevivientes y
guardados por los arcángeles para su resurrección subsiguiente y
fusión con el Espíritu. Los arcángeles acompañan siempre a los
Príncipes Planetarios, y una adjudicación dispensacional del reino
es simultánea con la llegada del príncipe.
Todos los mortales en los que mora el Ajustador del Pensamiento son
adoradores potenciales; han sido «iluminados por la verdadera luz»,
y poseen la capacidad de buscar contactos recíprocos con la
divinidad. Sin embargo, la religión primitiva o biológica del hombre
primitivo es en gran parte una persistencia del temor animal
combinada con admiración ignorante y superstición tribal. La
sobrevivencia de la superstición en las razas urantianas
difícilmente representa un cumplido a vuestro desarrollo
evolucionario ni es compatible con vuestros logros por otra parte
espléndidos en el campo del progreso material. Pero esta religión
primitiva basada en el temor sirve un propósito muy valioso, al
dominar los fogosos temperamentos de estas criaturas primitivas. Es
el precursor de la civilización y constituye el terreno para la
futura labranza de la semilla de la religión revelada por el
Príncipe Planetario y sus ministros.
Usualmente el Príncipe Planetario llega a los cien mil años después
del momento en que el hombre adquiere la posición erecta, habiendo
sido enviado por el Soberano del Sistema cuando los Portadores de
Vida le informan de que ha empezado a funcionar la voluntad, aunque
comparativamente pocos individuos se han así desarrollado. Los
mortales primitivos generalmente dan la bienvenida al Príncipe
Planetario y a su séquito visible; en realidad, frecuentemente lo
consideran con admiración temorosa y con reverencia, y si no se los
refrena, casi con adoración.
2. EL HOMBRE DESPUÉS DEL PRÍNCIPE PLANETARIO
Con la llegada del Príncipe Planetario comienza una nueva
dispensación. Aparece el gobierno en la tierra, y se alcanza la
época tribal avanzada. Durante unos pocos miles de años de este
régimen se hacen grandes progresos sociales. Bajo condiciones
normales, durante esta época, los mortales alcanzan un estado
elevado de civilización. No se lucha por tanto tiempo en la barbarie
tal como pasó con las razas de Urantia. Pero la vida en un mundo
habitado tanto se altera por la rebelión que vosotros tenéis poca o
ninguna idea de dicho régimen en un planeta normal.
La duración promedio de esta dispensación es aproximadamente
quinientos mil años, a veces más, a veces menos. Durante esta era,
el planeta se establece en los circuitos del sistema, y una cuota
plena de asistentes seráficos y de otras órdenes celestiales se
asigna a su administración. Llegan los Ajustadores del Pensamiento
en números crecientes, y los guardianes seráficos amplían su régimen
de supervisión mortal.
Cuando el Príncipe Planetario llega a un mundo primitivo, prevalece
la religión evolucionaria de temor e ignorancia. El Príncipe y su
séquito hacen las primeras revelaciones de la verdad más elevada y
de la organización del universo. Estas presentaciones iniciales de
la religión revelada son muy sencillas, y generalmente pertenecen a
los asuntos del sistema local. La religión es totalmente un proceso
evolucionario antes de la llegada del Príncipe Planetario.
Posteriormente la religión progresa mediante revelaciones graduales
así como también por crecimiento evolucionario. Cada dispensación,
cada época mortal, recibe una presentación ampliada de la verdad
espiritual y de la ética religiosa. La evolución de la capacidad de
receptividad religiosa en los habitantes de un mundo determina en
gran parte su velocidad de avance espiritual y el grado de
revelación religiosa.
Esta dispensación presencia los albores espirituales, y las
diferentes razas y sus varias tribus tienden a desarrollar sistemas
especializados de pensamiento religioso y filosófico. Dos corrientes
fluyen uniformemente a través de todas estas religiones raciales:
los temores primordiales del hombre primitivo y las revelaciones
posteriores del Príncipe Planetario. En algunos aspectos los
urantianos no parecen haberse librado completamente de esta etapa de
evolución planetaria. A medida que prosigáis en este estudio,
discerniréis más claramente de qué manera vuestro mundo diverge del
curso promedio de progreso y desarrollo evolucionario.
Pero el Príncipe Planetario no es «el Príncipe de la Paz». Las
luchas raciales y las guerras tribales continúan hasta esta
dispensación y durante ella, aunque con menor frecuencia y gravedad.
Ésta es la gran edad de la dispersión racial, y culmina en un
período de intenso nacionalismo. El color es la base de las
agrupaciones tribales y nacionales, y las diferentes razas
frecuentemente desarrollan idiomas separados. Cada grupo de mortales
en vía de la expansión tiende a buscar el aislamiento. La existencia
de muchos idiomas favorece esta segregación. Antes de la unificación
de las varias razas, sus guerras constantes a veces dan como
resultado la obliteración de pueblos enteros; los hombres
anaranjados y los verdes son particularmente sensibles a dicha
exterminación.
En los mundos promedios, durante la última parte del gobierno del
Príncipe, la vida nacional comienza a reemplazar la organización
tribal o más bien a superponerse a las agrupaciones tribales
existentes. Pero el gran logro social de la época del Príncipe es la
aparición de la vida familiar. Hasta ese momento, las relaciones
humanas han sido principalmente tribales; ahora, comienza a
materializarse el hogar.
Ésta es la dispensación durante la cual se lleva a cabo la igualdad
entre los sexos. En algunos planetas, el varón gobierna sobre la
mujer; en otros prevalece lo opuesto. Durante esta época, los mundos
normales establecen una igualdad plena entre los sexos, siendo esto
un paso preliminar a la realización más plena de los ideales de la
vida hogareña. Éstos son los albores de la era de oro del hogar. La
idea del gobierno tribal gradualmente cede su lugar al concepto dual
de vida nacional y vida familiar.
Durante esta época aparece la agricultura. El crecimiento de la idea
de la familia es incompatible con la vida nómada y no establecida
del cazador. Gradualmente se establecen las prácticas de moradas
fijas y labranza de la tierra. La domesticación de los animales y el
desarrollo de las artesanías hogareñas proceden paralelamente. Al
llegarse a la cúspide de la evolución biológica, se ha logrado un
alto nivel de civilización, pero hay poco desarrollo de orden
mecánico; la invención es característica de la era subsiguiente.
Las razas se purifican y alcanzan un elevado estado de perfección
física y fuerza intelectual antes del fin de esta era. El desarrollo
primitivo de un mundo normal está grandemente ayudado por el plan de
promover el crecimiento de los tipos más elevados de mortales con
una disminución proporcional de los más inferiores. Fue el fracaso
de vuestros pueblos primitivos el no discriminar entre estos tipos
lo que explica la presencia de tantos individuos defectuosos y
degenerados entre las razas urantianas de hoy en día.
Uno de los grandes logros de la edad del príncipe es esta
restricción de la multiplicación de los individuos mentalmente
defectuosos y socialmente ineptos. Mucho antes de la época de la
llegada de los segundos hijos, los Adanes, la mayoría de los mundos
se dedican seriamente a la tarea de la purificación de la raza, cosa
que los pueblos de Urantia aún no han emprendido seriamente.
Este problema del mejoramiento de la raza no es una empresa tan
extensa si se lo ataca en esta edad inicial de la evolución humana.
El período precedente de luchas tribales y dura competencia en la
supervivencia racial ha eliminado la mayoría de las cepas anormales
y defectuosas. Un idiota no tiene mucha oportunidad de supervivencia
en una organización social tribal primitiva y guerrera. Es el falso
sentimiento de vuestras civilizaciones parcialmente perfeccionadas
el que fomenta, protege y perpetúa los linajes completamente
defectuosos de las razas humanas evolucionarias.
No es ternura ni altruismo prodigar compasión inútil a seres humanos
degenerados, mortales anormales e inferiores insalvables. Existen
aun en el más normal de los mundos evolucionarios suficientes
diferencias entre los individuos y entre los numerosos grupos
sociales como para proveer el ejercicio pleno de todos aquellos
nobles rasgos de sentimiento altruista y ministerio mortal sin
egoísmos, sin perpetuar a las cepas socialmente inadecuadas y
moralmente degeneradas de la humanidad en evolución. Existe
abundante oportunidad para el ejercicio de la tolerancia y la
función del altruismo a favor de aquellos individuos desafortunados
y necesitados que no han perdido irreparablemente su herencia moral
ni destruido para siempre su derecho espiritual de nacimiento.
3. EL HOMBRE POSTADÁNICO
Cuando el ímpetu original de la vida evolucionaria ha corrido su
curso biológico, cuando el hombre ha alcanzado la cúspide del
desarrollo animal, llega una segunda orden de filiación, y se
inaugura la segunda dispensación de gracia y ministerio. Esto es así
en todos los mundos evolucionarios. Cuando se ha alcanzado el nivel
más alto posible de vida evolucionaria, cuando el hombre primitivo
ha ascendido tanto como es posible en la escala biológica, siempre
aparecen en el planeta un Hijo e Hija Materiales, enviados por el
Soberano del Sistema.
Los Ajustadores del Pensamiento son otorgados cada vez más a los
hombres postadánicos, y estos mortales alcanzan la capacidad para la
subsiguiente fusión con el Ajustador en números en aumento
constante. Mientras actúan como Hijos descendientes, los Adanes no
poseen Ajustadores, pero sus vástagos planetarios —directos y
mezclados— se tornan, a su debido tiempo, candidatos legítimos para
la recepción de los Monitores Misteriosos. Hacia el final de la edad
postadánica el planeta está en posesión de su plena cuota de
ministros celestiales; tan sólo los Ajustadores de fusión ya no son
universalmente otorgados.
Es propósito principal del régimen adánico influir sobre el hombre
evolutivo para que complete el tránsito de la etapa de la
civilización de cazadores y pastores a la de agricultores y
horticulturistas, que más adelante será suplementada por la
aparición de los adjuntos urbano e industrial en la civilización.
Diez mil años de esta dispensación de los elevadores biológicos son
suficientes para realizar una maravillosa transformación.
Veinticinco mil años de tal administración de sabiduría conjunta del
Príncipe Planetario y los Hijos Materiales usualmente prepara la
esfera para el advenimiento de un Hijo Magisterial.
Esta época generalmente presencia la culminación de la eliminación
de los ineptos y la purificación ulterior de los linajes raciales;
en los mundos normales, las tendencias bestiales defectuosas se
eliminan casi completamente de las razas reproductoras del reino.
La progenie adánica no se amalgama nunca con los linajes inferiores
de las razas evolucionarias. Tampoco consiste el plan divino en que
se amalgamen los Adanes y Evas planetarios personalmente con los
pueblos evolucionarios. Este proyecto de mejoramiento racial es
tarea de su progenie. Pero la progenie del Hijo e Hija Materiales es
movilizada por generaciones antes de que se inaugure el ministerio
de amalgama racial.
El resultado del don del plasma vital adánico a las razas mortales
es una elevación inmediata de la capacidad intelectual y una
aceleración del progreso espiritual. Usualmente también hay cierto
mejoramiento físico. En un mundo promedio la dispensación
postadánica es una edad de gran invención, control de la energía, y
desarrollo mecánico. Ésta es la era de la aparición de la
manufactura multiforme y el control de las fuerzas naturales; es la
edad de oro de la exploración y de la sojuzgación final del planeta.
Mucho del progreso material de un mundo ocurre durante este período
de inauguración del desarrollo de las ciencias físicas, una época
como la que está actualmente experimentando Urantia. Vuestro mundo
está atrasado una dispensación o más respecto al plan planetario
promedio.
A fines de la dispensación adánica en un planeta normal las razas
están prácticamente mezcladas, de modo que en verdad se puede
proclamar que «Dios ha hecho a todas las naciones de una sola
sangre», y que su Hijo «ha hecho a todos los pueblos de un solo
color». El color de tal raza amalgamada es de una tonalidad un tanto
aceitunada del color violeta, el «blanco» racial de las esferas.
El hombre primitivo es en su mayor parte carnívoro; los Hijos e
Hijas Materiales no comen carne, pero su progenie en pocas
generaciones generalmente gravitan hacia el régimen omnívoro, aunque
grupos enteros de sus descendientes a veces siguen siendo seres que
no comen carne. Este origen doble de las razas postadánicas explica
por qué estas cepas humanas mezcladas exhiben vestigios anatómicos
que pertenecen tanto a los grupos animales herbívoros como a los
carnívoros.
Al cabo de diez mil años de amalgama racial, las cepas resultantes
muestran grados variables de mezcla anatómica, mostrando algunas
razas marcas más abundantes de los antepasados que no comían carne,
mientras que otras exhiben más de los rasgos distintivos y
características físicas de sus progenitores evolucionarios
carnívoros. La mayoría de estas razas mundiales pronto se vuelve
omnívora, y subsiste con una amplia gama de alimentos tanto del
reino animal como del reino vegetal.
La época postadánica es la dispensación del internacionalismo. A
medida que se va completando la tarea de la mezcla racial,
desaparece el nacionalismo, y la hermandad del hombre comienza
realmente a materializarse. El gobierno representativo comienza a
tomar el lugar de la monarquía o de la forma paternalista de
gobierno. El sistema de enseñanza se vuelve mundial, y gradualmente
los idiomas de las razas ceden el paso a la lengua del pueblo
violeta. Hasta tanto no se mezclen las razas relativamente bien, y
hasta que no hablen un idioma común raramente se logra la paz
universal y la cooperación.
Durante los siglos finales de la edad postadánica se desarrolla un
nuevo interés por el arte, la música y la literatura, y este
despertar mundial es la señal para la aparición del Hijo
Magisterial. El desarrollo culminante de esta era es el interés
universal en las realidades intelectuales, la verdadera filosofía.
La religión se vuelve menos nacionalista, se vuelve más y más un
asunto planetario. Nuevas revelaciones de la verdad caracterizan
estas edades, y los Altísimos de las constelaciones comienzan a
gobernar en los asuntos de los hombres. Se revela la verdad hasta el
nivel de la administración de las constelaciones.
Un gran avance ético caracteriza a esta era; la hermandad del hombre
es el objetivo de su sociedad. La paz mundial —la cesación del
conflicto racial y de la animosidad nacional— es el indicador de la
madurez planetaria para el advenimiento de la tercera orden de
filiación, el Hijo Magisterial.
4. EL HOMBRE DESPUÉS DEL HIJO MAGISTERIAL
En los planetas normales y leales, esta época se inaugura con las
razas mortales mezcladas y biológicamente vigorosas. No hay
problemas de raza ni de color; literalmente todas las naciones y las
razas son de una sola sangre. Florece la hermandad entre los
hombres, y las naciones están aprendiendo a vivir en la tierra en
paz y tranquilidad. Un mundo de este tipo se encuentra en el umbral
de un gran desarrollo intelectual culminante.
Cuando un mundo evolucionario madura de este modo para la edad de
magistrado, un representante de la alta orden de Hijos Avonales hace
su aparición en misión magisterial. El Príncipe Planetario y los
Hijos Materiales se originan en el universo local; el Hijo
Magisterial proviene del Paraíso.
Cuando los Avonales del Paraíso llegan a las esferas mortales en
acciones judiciales, solamente como adjudicadores de la
dispensación, no están nunca encarnados. Pero cuando vienen en
misión magisterial, por lo menos la misión inicial, están siempre
encarnados, aunque no experimentan el nacimiento, ni tampoco mueren
la muerte del reino. Pueden seguir viviendo por generaciones en
aquellos casos en los que permanecen como gobernantes en ciertos
planetas. Cuando concluyen su misión, abandonan la vida planetaria y
retornan a su estado anterior de filiación divina.
Cada nueva dispensación amplía el horizonte de la religión revelada,
y los Hijos Magisteriales extienden la revelación de la verdad para
describir los asuntos del universo local y de todos sus tributarios.
Después de la visita inicial de un Hijo Magisterial, las razas
pronto efectúan su liberación económica. El trabajo diario necesario
para mantener la propia independencia sería representado por dos
horas y media de vuestro tiempo. Es perfectamente seguro liberar a
estos mortales éticos e inteligentes. Tales gentes refinadas saben
bien cómo utilizar el tiempo libre para el automejoramiento y el
avance planetario. Esta edad presencia la purificación ulterior de
los linajes raciales mediante una restricción de la reproducción
entre los individuos menos adecuados y pobremente dotados.
El gobierno político y la administración social de las razas
continúan mejorando, estando el autogobierno bastante bien
establecido hacia fines de esta edad. Al decir autogobierno
referimos al tipo más elevado de gobierno representativo. Estos
mundos avanzan y honran tan sólo a aquellos líderes y gobernantes
que son más adecuados para sobrellevar las responsabilidades
sociales y políticas.
Durante esta época los Ajustadores moran en la mayoría de los
mortales del mundo. Pero aun en este momento, el otorgamiento de los
Monitores Divinos no es siempre universal. Los Ajustadores de
destino de fusión aun no son otorgados a todos los mortales
planetarios; todavía hace falta que las criaturas volitivas elijan a
los Monitores Misteriosos.
Durante las edades finales de esta dispensación, la sociedad
comienza a retornar a formas de vida más sencillas. La naturaleza
compleja de una civilización en avance está terminando su curso, los
mortales están aprendiendo a vivir de una manera más natural y
eficaz. Y esta tendencia aumenta con cada una de las épocas
subsiguientes. Ésta es la edad del florecimiento del arte, la música
y el aprendizaje superior. Las ciencias físicas ya han alcanzado su
cúspide del desarrollo. La terminación de esta época, en un mundo
ideal, presencia la plenitud de un gran despertar religioso, un
esclarecimiento espiritual mundial. Este amplio despertar de la
naturaleza espiritual de las razas es la señal para la llegada del
Hijo autootorgador y para la inauguración de la quinta época mortal.
En muchos mundos ocurre que el planeta no se encuentra preparado
para recibir a un Hijo autootorgador después de una sola misión
magisterial; en ese caso habrá una segunda, aun una sucesión de
misiones de Hijos Magisteriales, cada uno de los cuales avanzará a
las razas de una dispensación a la otra hasta que el planeta esté
listo para el don del Hijo autootorgador. En la segunda misión y en
las misiones subsiguientes los Hijos Magisteriales pueden o no estar
encarnados. Pero sean cuantos sean los Hijos Magisteriales que
aparezcan y aun pueden venir como tales después del Hijo
autootorgador —el advenimiento de cada uno marca el fin de una
dispensación y el comienzo de la otra.
Estas dispensaciones de los Hijos Magisteriales abarcan entre
veinticinco y cincuenta mil años del tiempo de Urantia. A veces una
época de este tipo es mucho más corta y en raros casos aún más
larga. Pero en la plenitud del tiempo uno de estos mismos Hijos
Magisteriales nacerá como Hijo autootorgador Paradisiaco.
5. EL HOMBRE DESPUÉS DEL HIJO AUTOOTORGADOR
Cuando se logra cierto estándar de desarrollo intelectual y
espiritual en un mundo habitado, siempre llega un Hijo autootorgador
Paradisiaco. En los mundos normales no aparece en la carne hasta que
las razas no hayan ascendido a los niveles más altos de desarrollo
intelectual y logro ético. Pero en Urantia el Hijo autootorgador,
aun vuestro propio Hijo Creador, apareció al final de la
dispensación adánica, pero ése no es el orden común de los
acontecimientos en los mundos del espacio.
Cuando los mundos han madurado para la espiritualización, llega el
Hijo autootorgador. Estos Hijos siempre pertenecen a la orden
Magisterial o Avonal, excepto en ese caso, una vez en cada universo
local, en que el Hijo Creador se prepara para su autootorgamiento
final en un mundo evolucionario, tal como ocurrió cuando Miguel de
Nebadon apareció en Urantia para otorgarse a sí mismo a vuestras
razas mortales. Sólo un mundo entre casi diez millones puede
disfrutar de dicho don; todos los demás mundos van avanzado
espiritualmente por el autootorgamiento de un Hijo Paradisiaco de la
orden Avonal.
El Hijo autootorgador llega en un mundo de alta cultura e
instrucción y encuentra una raza espiritualmente capacitada y
preparada para asimilar las enseñanzas avanzadas y para apreciar la
misión del autootorgamiento. Ésta es una edad que se caracteriza por
la búsqueda mundial de cultura moral y verdad espiritual. La pasión
de los mortales de esta dispensación es la penetración de la
realidad cósmica y la comunión con la realidad espiritual. Las
revelaciones de la verdad se amplían para incluir al superuniverso.
Aparecen sistemas enteramente nuevos de enseñanza y gobierno para
suplantar los regímenes burdos de los tiempos anteriores. El
regocijo de vivir se tiñe de un nuevo color, y las reacciones
vitales son exaltadas a alturas celestiales de tono y timbre.
El Hijo autootorgador vive y muere para la elevación espiritual de
las razas mortales de un mundo. Establece el «camino nuevo y
viviente»; su vida es una encarnación de la verdad paradisiaca en la
carne mortal, esa misma verdad —aún el Espíritu de la Verdad— por
cuyo conocimiento los hombres serán libres.
En Urantia el establecimiento de este «camino nuevo viviente» fue
asunto de hecho así como también de verdad. Por el aislamiento de
Urantia en la rebelión de Lucifer se había suspendido el
procedimiento por el cual los mortales pueden pasar, cuando mueren,
directamente a las orillas de los mundos de estancia. Antes de los
días de Cristo Miguel en Urantia todas las almas dormían hasta las
resurrecciones dispensionales o milenarias especiales. Aun Moisés no
tuvo el permiso para ir al otro lado hasta la ocasión de una
resurrección especial, pues el Príncipe Planetario caído,
Caligastia, estaba en contra de dicha liberación. Pero desde el día
de Pentecostés, los mortales de Urantia nuevamente pueden proceder
directamente a las esferas morontiales.
En el momento de la resurrección de un Hijo autootorgador, el tercer
día después de dejar su vida encarnada, asciende a la derecha del
Padre Universal, recibe la seguridad de aceptación de su misión de
autootorgamiento, y regresa al Hijo Creador en la sede central del
universo local. En ese momento el Avonal autootorgador y el Creador
Miguel envían su espíritu conjunto, el Espíritu de la Verdad, al
mundo de autootorgamiento. Esta es la ocasión en la que «el espíritu
del Hijo triunfador se derrama sobre toda la carne». El Espíritu
Materno del Universo también participa en este otorgamiento del
Espíritu de la Verdad y concomitantemente con esto se emite el
edicto de otorgamiento de los Ajustadores del Pensamiento. De allí
en adelante todas las criaturas volitivas de mente normal de ese
mundo recibirán un Ajustador en cuanto lleguen a la edad de
responsabilidad moral, de elección espiritual.
Si un Avonal autootorgador hubiera de regresar al mundo después de
la misión de autootorgamiento no se encarnaría sino que llegaría «en
la gloria con las huestes seráficas».
La edad después de un Hijo autootorgador puede extenderse de diez
mil a cien mil años. No existe un período arbitrario establecido
para ninguna de estas eras dispensacionales. Ésta es una época de
gran progreso ético y espiritual. Bajo la influencia espiritual de
estas épocas, el carácter humano sufre tremendas transformaciones y
experimenta desarrollos fenomenales. Se hace posible poner en
operación práctica la regla de oro. Las enseñanzas de Jesús son
realmente aplicables a un mundo mortal que ha tenido la capacitación
preliminar de los Hijos de preautootorgamiento con sus
dispensaciones de ennoblecimiento de carácter y aumento de la
cultura.
Durante esta era se solucionan virtualmente los problemas de
enfermedad y delincuencia. La reproducción selectiva ha eliminado en
gran parte la degeneración. La enfermedad ha sido prácticamente
dominada a través de las altas calidades resistentes de las razas
adánicas y por la aplicación inteligente y mundial de los
descubrimientos de las ciencias físicas de las edades precedentes.
La duración promedio de la vida, durante este período, llega bien
por encima del equivalente de trescientos años del tiempo de
Urantia.
A través de esta época hay una disminución gradual de la supervisión
gubernamental. El verdadero autogobierno comienza a funcionar; se
necesitan cada vez menos leyes restrictivas. Las ramas militares de
la resistencia nacional están desapareciendo; la era de la armonía
internacional está llegando verdaderamente. Existen muchas naciones,
determinadas en su mayor parte por la distribución de la tierra,
pero tan sólo una raza, un idioma y una religión. Los asuntos
mortales son casi, aunque no completamente, utópicos. ¡Esta es
verdaderamente una edad grande y gloriosa!
6. LA EDAD POSTAUTOOTORGADORA EN URANTIA El Hijo autootorgador es el Príncipe de la Paz. Llega con el
mensaje, «Paz sobre la tierra y buena voluntad entre los hombres».
En los mundos normales esta es una dispensación de paz mundial; las
naciones ya no se aprenden la guerra. Pero estas influencias
saludables no acompañaron la llegada de vuestro Hijo de
autootorgamiento, Cristo Miguel. Urantia no procede en el orden
normal. Vuestro mundo está fuera del ritmo de la procesión
planetaria. Vuestro Maestro, cuando estaba en la tierra, advirtió a
sus discípulos que su advenimiento no traería el usual reino de paz
en Urantia. Él les dijo claramente que habría «guerra y rumores de
guerra», y que las naciones se sublevarían contra las naciones. En
otro momento dijo: «No penséis que he venido para traer paz a la
tierra».
Aun en los mundos evolucionarios normales, la realización de la
hermandad mundial del hombre no es una tarea fácil. En un planeta
confuso y desordenado como Urantia, dicha realización requiere un
tiempo más largo y necesita mucho mayor esfuerzo. La evolución
social en sí misma y sin ayuda difícilmente puede lograr resultados
tan felices en una esfera espiritualmente aislada. La revelación
religiosa es esencial para la realización de la hermandad en
Urantia. Aunque Jesús ha mostrado el camino para el logro inmediato
de la hermandad espiritual, la realización de la hermandad social en
vuestro mundo depende mucho del logro de las siguientes
transformaciones personales y ajustes planetarios:
1. Fraternidad social. Multiplicación del contacto social
internacional e interracial y asociaciones fraternas mediante los
viajes, el comercio, y los juegos competitivos. Desarrollo de un
lenguaje común y multiplicación de multilingüistas. Intercambio
racial y nacional de estudiantes, maestros, industriales y filósofos
religiosos. 2. Fertilización intelectual cruzada. La hermandad es imposible en
un mundo cuyos habitantes son tan primitivos que no reconocen la
locura del egoísmo sin mitigación. Debe ocurrir un intercambio de
literatura nacional y racial. Cada raza debe familiarizarse con el
pensamiento de todas las otras razas; cada nación debe conocer los
sentimientos de todas las naciones. La ignorancia produce la
sospecha, y la sospecha es incompatible con la actitud esencial de
compasión y amor. 3. Despertar ético. Sólo la conciencia ética puede desenmascarar la
inmoralidad de la intolerancia humana y el pecado de la lucha
fratricida. Sólo una conciencia moral puede condenar los males de la
envidia nacional y de los celos raciales. Sólo los seres morales
pueden buscar jamás ese discernimiento espiritual que es esencial
para vivir la regla de oro. 4. Sabiduría política. La madurez emocional es esencial para el
autocontrol. Sólo la madurez emocional puede asegurar la sustitución
de las técnicas internacionales de adjudicación civilizada por el
arbitraje bárbaro de la guerra. Algún día los estadistas sabios
trabajarán para el bienestar de la humanidad aun mientras intentan
promover el interés de sus grupos nacionales o raciales. La
sagacidad política egoísta es en último término suicida —destructiva
de todas aquellas cualidades duraderas que aseguran la supervivencia
planetaria del grupo. 5. Discernimiento espiritual. La hermandad del hombre está, después
de todo, basada en el reconocimiento de la paternidad de Dios. La
manera más rápida de realizar la hermandad del hombre en Urantia
consiste en efectuar la transformación espiritual de la humanidad de
hoy en día. La única técnica para acelerar la tendencia natural de
la evolución social es la de aplicar presión espiritual desde
arriba, aumentando así el discernimiento moral y enalteciendo al
mismo tiempo la capacidad del alma de cada mortal para comprender y
amar a todos los demás mortales. La comprensión mutua y el amor
fraterno son civilizadores trascendentales y factores poderosos en
la realización mundial de la hermandad del hombre.
Si pudieras ser trasplantado de vuestro mundo atrasado y confuso a
un planeta normal que vive ahora la edad después del
autootorgamiento de un Hijo, pensarías que has sido trasladado al
cielo de vuestras tradiciones. Difícilmente podrías creer que estás
observando la evolución normal de una esfera mortal habitada por los
seres humanos. Estos mundos están dentro de los circuitos
espirituales de su reino, y disfrutan de todas las ventajas de las
emisiones universales y de los servicios de reflexividad del
superuniverso.
7. EL HOMBRE DESPUÉS DEL HIJO INSTRUCTOR Los Hijos de la siguiente orden de llegada en un mundo evolucionario
promedio son los Hijos Instructores Trinitarios, los Hijos Divinos
de la Trinidad Paradisiaca. Nuevamente encontramos que Urantia está
fuera del ritmo de sus esferas hermanas, ya que vuestro Jesús ha
prometido regresar. Esa promesa con certidumbre cumplirá, pero nadie
sabe si su segunda venida precederá o seguirá a las apariciones de
los Hijos Magisteriales o de los Hijos Instructores en Urantia.
Los Hijos Instructores vienen en grupos a los mundos en vías de
espiritualización. Un Hijo Instructor planetario es asistido y
apoyado por setenta Hijos primarios, doce Hijos secundarios, y tres
de los más elevados y más expertos de la orden suprema de los
Dainales. Este cuerpo permanece en el mundo por algún tiempo, lo
suficiente para efectuar la transición de las etapas evolucionarias
a la era de luz y vida —no menos de mil años de tiempo planetario y
frecuentemente mucho más. Esta misión es una contribución Trinitaria
a los esfuerzos antecedentes de todas las personalidades divinas que
han ministrado a un mundo habitado.
La revelación de la verdad se amplía ahora para incluir al universo
central y al Paraíso. Las razas se están volviendo altamente
espirituales. Un gran pueblo ha evolucionado y se está acercando una
gran edad. Los sistemas de enseñanza, económicos y administrativos
del planeta están sufriendo transformaciones radicales. Se están
estableciendo nuevos valores y relaciones. El reino de los cielos
está apareciendo en la tierra, y la gloria de Dios se está
esparciendo por el mundo.
Ésta es la dispensación en la cual muchos mortales son trasladados
de entre los vivientes. A medida que va progresando la era de los
Hijos Instructores Trinitarios, la lealtad espiritual de los
mortales del tiempo se hace cada vez más universal. La muerte
natural se vuelve menos frecuente a medida que los Ajustadores se
fusionan cada vez más frecuentemente con sus sujetos durante la vida
en la carne. El planeta finalmente se clasifica en la orden primaria
modificada de ascensión mortal.
La vida durante esta era es placentera y beneficiosa. La
degeneración y los productos antisociales finales de la larga lucha
evolucionaria han sido virtualmente obliterados. La duración de la
vida se acerca a los quinientos años de Urantia, y la frecuencia de
reproducción de aumento racial está controlada inteligentemente. Ha
llegado un orden de sociedad enteramente nuevo. Aún existen grandes
diferencias entre los mortales, pero el estado de la sociedad se
acerca mucho más a los ideales de la hermandad social y de la
igualdad espiritual. El gobierno representativo está desapareciendo,
y el mundo está pasando al gobierno del autocontrol individual. La
función del gobierno está principalmente dirigida a las tareas
colectivas de administración social y coordinación económica. La
edad de oro está llegando; se vislumbra el objetivo temporal de la
larga e intensa lucha evolucionaria planetaria. La recompensa de las
edades pronto se realizará; está por manifestarse la sabiduría de
los Dioses.
La administración física de un mundo durante esta edad requiere tan
sólo una hora diaria por parte de todo individuo adulto; o sea, el
equivalente de una hora urantiana. El planeta está en estrecho
contacto con los asuntos universales, y su pueblo escucha las
últimas emisiones con el mismo profundo interés que vosotros
manifestáis ahora para con la última edición de vuestros periódicos
diarios. Estas razas se ocupan de mil cosas de interés desconocido
en vuestro mundo.
Cada vez más, crece la lealtad planetaria auténtica al Ser Supremo.
Generación tras generación, una proporción cada vez mayor de la raza
sigue las reglas de los que practican la justicia y viven en la
misericordia. Lentamente pero con seguridad el mundo está siendo
ganado para el servicio regocijante de los Hijos de Dios. Las
dificultades físicas y los problemas materiales se han solucionado
en gran parte; el planeta está madurando para una vida avanzada y
una existencia más establecida.
De vez en cuando, a través de su dispensación, siguen llegando Hijos
Instructores a estos mundos pacíficos. No abandonan un mundo hasta
tanto no observan que el plan evolucionario, en cuanto se refiere a
ese planeta, está funcionando bien. Un Hijo Magisterial de juicio
generalmente acompaña a los Hijos Instructores en sus misiones
sucesivas, mientras que otro Hijo de este tipo funciona al tiempo de
su partida, y estas acciones judiciales continúan de edad en edad a
lo largo de la duración del régimen mortal del espacio y el tiempo.
Cada misión recurrente de los Hijos Instructores Trinitarios eleva
sucesivamente este mundo excelso a alturas cada vez mayores de
sabiduría, espiritualidad, e iluminación cósmica. Pero los nobles
nativos de dichas esferas siguen siendo finitos y mortales. Nada es
perfecto; sin embargo, está evolucionando una calidad de casi
perfección en la operación de un mundo imperfecto y en la vida de
sus habitantes humanos.
Los Hijos Instructores Trinitarios pueden volver muchas veces al
mismo mundo. Pero tarde o temprano, en relación con la terminación
de una de sus misiones, el Príncipe Planetario es elevado a la
posición de Soberano Planetario, y aparece el Soberano del Sistema
para proclamar el ingreso de dicho mundo en la edad de luz y vida.
Fue acerca de la conclusión de la misión final de los Hijos
Instructores (por lo menos esa sería la cronología en un mundo
normal) acerca de que Juan escribió: «Yo vi un nuevo cielo y una
nueva tierra y el nuevo Jerusalén que bajaba de Dios saliendo del
cielo, preparada como una princesa adornada para su príncipe».
Ésta es la misma tierra renovada, la etapa avanzada planetaria, que
el antiguo visionario visualizó cuando escribió: «'Pues así como los
nuevos cielos y la nueva tierra que yo crearé durarán ante mí, así
también vosotros y vuestros hijos perduraréis; y sucederá que de una
luna nueva a otra y de un sábado a otro, toda la carne adorará ante
mí', dice el Señor».
Son los mortales de dicha edad aquellos que se describen como «una
generación elegida, o un sacerdocio real, una nación sagrada, un
pueblo excelso; y vosotros esparciréis las alabanzas de Aquél que os
ha llamado de la oscuridad hacia esta maravillosa luz».
Sea cual fuere la historia natural especial de un planeta
específico, sea que el reino haya sido totalmente leal, teñido de
mal, o maldecido por el pecado —sean cuales fueren los antecedentes—
tarde o temprano, la gracia de Dios y el ministerio de los ángeles
inaugurarán el día del advenimiento de los Hijos Instructores
Trinitarios; y su partida, después de su misión final, inaugurará
esta maravillosa era de luz y vida.
Todos los mundos de Satania pueden unirse en la esperanza de aquél
que escribió: «Sin embargo nosotros, de acuerdo con su promesa,
esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra, en la cual mora la
rectitud. Por lo tanto, amados, ya que buscáis estas cosas, sed
diligentes para que aquél os pueda encontrar en paz, sin manchas ni
culpas».
La partida del cuerpo de Hijos Instructores al fin de su primer
reino o de algún reino subsiguiente, inaugura los albores de la era
de luz y vida —el umbral de la transición del tiempo al vestíbulo de
la eternidad. La realización planetaria de esta era de luz y vida
está mucho más allá de las esperanzas más encarecidas de los
mortales urantianos que no han tenido conceptos más visionarios de
la vida futura que los comprendidos dentro de las creencias
religiosas que describen el cielo como el destino inmediato y la
morada final de los mortales sobrevivientes.
[Patrocinado por un Mensajero Poderoso vinculado temporalmente al
séquito de Gabriel.]