Decía Chesterton en su libro Ortodoxia que los hombres, antes de poder comerciar, tuvieron que asumir que hay lugares sagrados, santuarios donde el respeto a los dioses impone la paz.
Cuando dos hombres o dos tribus asumieron que tal o cual lugar era sagrado y la sangre allí no debía derramarse, pudieron empezar a utilizar ese lugar, primero para adorar, y luego para comerciar. Las prosperidad es fruto de la paz; la paz, fruto de la adoración y lo sagrado.
Y algo así es lo que encontramos
recientemente en Tepe Göbekli, un antiquísimo santuario en Turquía
sudoriental, cuyo análisis publica ahora en un libro el arqueólogo
Klaus Schmidt, director de las excavaciones, que incluyen templos en
una época en que no había aún ni un sólo campesino sobre la tierra.
Si recordamos que el famoso santuario de Stonehenge en Inglaterra fue construido por culturas campesinas neolíticas (en tres fases, entre el 3.000 aC y el 1.600 aC) podemos entender la antigüedad de estos santuarios.
Según los capítulos 2 y 3 de Génesis, en el Jardín del Edén nacen 4 ríos.
Dos de ellos son conocidos: el Éufrates y el
Tigris. Precisamente en el curso superior del Éufrates y el Tigris,
es donde se ha estipulado que tuvo origen la agricultura.
Los últimos hallazgos demuestran que en el año 12000 a.C. los nómadas ya erigían asentamientos permanentes (eran depósitos para guardar carne que secaban y salaban allí).
También
había campos de frutos silvestres que los hombres protegían de
animales.
Obligados por el hambre,
los hombres se agruparon en pueblos (neolítico, ciudades) y dio
comienzo el duro trabajo de cultivar la tierra. Capturar ovejas y
cabras no era muy difícil, pero adaptarlos a reproducirse en
cautividad sí lo fue.
Los campesinos del antiquísimo pueblo de Nevali
Çori (8.500 aC) lo atestiguan: su esmalte dental era muy malo,
comían sobre todo guisantes y lentejas.
Por el momento se han desenterrado cuatro y se han detectado otros 16. Han salido a la luz una serie de pilares de piedra. Estaban decorados con grandes imágenes en relieve de animales: serpientes, jabalíes, toros, zorros, gacelas, garzas paradas sobre agua que estaba representada por líneas onduladas.
Se hallaron asimismo una cantidad de pequeñas plaquetas con signos incisos, de naturaleza geométrica y otros, que aparentemente no cumplían otro propósito que portar esos signos.
Entre los escombros se divisa la estatua de un jabalí y una cabeza humana de gran tamaño.
Klaus Schmidt, director de las excavaciones, cree que este lugar alcanzará pronto fama mundial por lo impresionante de su antigüedad. Como el Edén, aquí empezó todo.
Y empezó, como apuntaba Chesteron, con la adoración.
Recortaron de la cantera
estelas y postes totémicos. En el santuario no había ciudadanos,
sólo los sacerdotes. En los templos circulares ardían fogatas. Se
hacían sacrificios y se rezaba cuando en toda la Tierra aún no había
un campesino.
Incluso inventaron un primer muesli
energético con cereales silvestres que cosechaban sin mucho
esfuerzo.
Allí está la ciudad de Urfá, con un lugar sagrado desde
siempre llamado "la gruta del nacimiento de Abraham". Allí ha
aparecido la estatua de gran tamaño más antigua del mundo. Mide casi
dos metros de alto y procede probablemente del décimo milenio antes
de Cristo.
Quizá al bajar para fundar sus ciudades de ladrillo de
barro, llevaron con ellos el recuerdo ancestral de una tierra de
gacela y grano silvestre, de un jardín que no había que trabajar, la
tierra del primer hombre y la primera mujer y la serpiente que causó
la expulsión.
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