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por Max Tafur
Se ha estimado que se usaron 140 millones de adobes en la construcción de la Huaca del Sol. Las pirámides no fueron construidas en un solo momento, sino que sufrieron muchas modificaciones y ampliaciones hasta tener los volúmenes actuales.
El arqueólogo norteamericano Moseley ha visto en la Huaca
del Sol el corte 8 etapas en las que se construyó el monumento. El
volumen de la pirámide (a lo largo, ancho y alto) era ampliado
construyendo grandes columnas de adobes adosadas unas a otras.
En base a los estudios de la arcilla de los
adobes, se ha determinado que secciones enteras de la Huaca están
construidas con adobes provenientes de una misma cantera, y tienen
un mismo tipo de marca.
A diferencia de las de Egipto, las pirámides de América del Sur y Central no poseían puntas, pero sí grandes plataformas donde se situaban los templos.
Según mitos y leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida de aquellos seres humanos.
Se trata de una cultura básicamente costera, que se asienta en una región única en el Perú donde la costa es bastante mas ancha que en el resto del litoral peruano, donde los valles suelen ser bastante angostos y de poco potencial agrícola.
Al ser esta costa de mayor tamaño permite la formación de valles sumamente productivos por la cantidad de agua y facilitando la aparición de manifestaciones culturales de gran envergadura como las de Moche.
Así describió Túcume el
aventurero noruego Thor Heyerdahl (quien en 1947 logró llegar en una
balsa, el famoso Kon Tiki, desde el puerto del Callao hasta las
islas de la polinesia), en 1987 cuando el arqueólogo Walter Alva lo
llevó al sitio.
Túcume se
inició durante el período clásico de la cultura Sicán,
convirtiéndose en el más importante centro urbano de la región. Por
ello, los conquistadores Chimu e Inca lo escogieron como centro de
su poder político administrativo.
A diferencia de las de Egipto, las pirámides de América del Sur y Central no poseían puntas, pero sí grandes plataformas donde se situaban los templos.
Según mitos y leyendas, cada peldaño representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La subida era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu elevado y la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento festivo en la vida de aquellos seres humanos.
Al
igual que los demás conjuntos monumentales chimus o mochicas y junto
con Batan Grande, Túcume fue relacionado por los arqueólogos con los
grandes sistemas hidráulicos y los centros de poder político y
religioso de la región.
Sus patios ceremoniales y recintos fueron exclusivamente destinados al uso ritual y funerario.
De no ser por su cerámica y su rica iconografía, poco se supo de los moches hasta fines de la década pasada, cuando el hallazgo de la fastuosa tumba del Señor de Sipán, los murales del complejo arqueológico de El Brujo, en el valle de Chicama, y las investigaciones en la Huaca de la Luna, sirvieron para reconstruir el esplendor de una de las culturas más creativas y pujantes del mundo americano antiguo.
Un proceso denominado por historiadores
como el renacer de los Mochicas.
La huaca del Sol delimita la zona de la campiña. Las estimaciones más precisas sostienen que la Huaca del Sol tuvo más de 55 mil metros cuadrados de área (345 x 160 metros) y treinta metros de altura, y que en su construcción se usaron no menos de 140 millones de ladrillos.
La zona fue el epicentro ceremonial de la cultura Moche, que en pleno apogeo abarcó los actuales territorios de Piura, Lambayeque, La Libertad y Ancash, hasta el puerto de Huarmey.
Incluso, ahora se sabe que el nombre de Huaca del Sol se
debe a una errónea interpretación de los cronistas españoles y que
su verdadero nombre habría sido Capuxaida.
Al
mismo tiempo que Egipto florecía a orillas del Nilo, 5.000 años
atrás, una cultura similar en complejidad empezaba a despuntar en
Perú, donde los arqueólogos han encontrado los restos de la
civilización más antigua de América.
No hay en América otro sitio que tenga similares características sino hasta 1000 ó un área mucho mayor que la del valle de Supe (al norte de Lima), y que había construido asentamientos de tipo urbano a lo largo de este valle.
Caral tiene una antigüedad promedio entre 2.627 y 2.100 años antes de Cristo aproximadamente y dijo que en el resto de América "el desarrollo urbano comienza 1.550 años después que en Perú.
En Caral, fueron halladas pirámides de más de 150
metros de planta, muros de hasta 20 metros de elevación y grandes
plataformas de piedra, habría tenido entre 500 y 600 años de
ocupación.
Caral, tiene más de 65 hectáreas de extensión y desde
1996 los arqueólogos peruanos iniciaron las excavaciones de las 32
estructuras piramidales.
Caral, precisó, tuvo a diferencia de las sociedades agrícolas de su época una economía mixta que se sustentaba en actividades agrícolas y pesqueras, sus habitantes consumieron grandes cantidades de anchoveta y hubo un intenso comercio del algodón.
En Caral se han encontrado "productos
de la sierra y de la selva", lo que demuestra que hubo un
"intercambio sostenido" a pesar de las dificultades para la
comunicación en un territorio como el área del norte centro
atravesado por la Cordillera de Los Andes.
Estos puntos a los que bautizaron "dots", parecían enseñar una geografía bastante diferente - a las accidentadas zonas del Madre de Dios - ya que se podía llegar a observar lo que al parecer no correspondía a fallas naturales, si no a construcciones increíblemente desarrolladas, y en un sector totalmente inexplorado.
"Pirámides" de
Pantiacolla / Paratoari fotografiadas por el satélite SPOT II
Al principio la incertidumbre era presa de todos los científicos por lo que decidieron utilizar el método del rayo infrarrojo que lograba captar más que el ojo humano, y el misterio se elevaba cada ves más ya que los dots aparecían de color blanco, demostrando que había algo más indescriptible en esos parajes del bosque tropical.
De esta
manera se hicieron análisis de todo tipo tratando de llegar a una
conclusión objetiva detrás de tan importante descubrimiento, de esta
forma decidieron enviar las fotos satelitales al "Interamerican
Geographic Institute" donde el ingeniero cartográfico A.T. Tizando
recalcó lo sorprendente de las estructuras y defendió la teoría de
que no podían haber sido creadas por la naturaleza, si no por el
hombre.
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