por Enrique Pérez Porter

27 Agosto 2008

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Este es sin duda alguna, un momento crucial en nuestra ‘civilización’… Un cambio de Era se nos viene encima como lava de volcán amoroso que ha de llevarnos del oscurantismo pisceano a la libertad acuariana.

La Web se llena de maestros, gurúes y vendedores de canalizaciones diversas. Te ofrecen la ‘meditación serbaka’ por apenas 500 dólares: un ticket al espacio exterior; el mismísimo Sanat Kumara te abre los brazos en su ashram por una cantidad indeterminada; y tan sólo falta que la Deidad Misma tenga su portal www.Dios.Dios... (venga ya mismo, y webee con Dios…)

Las ‘escuelas’ tradicionales, léase masonería, hermetismo, teosofía, etc., han perdido prestigio y las nuevas generaciones a pesar de su evidente atracción por la zona abstracta de la existencia, se desligan de ellas por anticuadas.


¿Qué ‘maestro’ podrá entonces, liberar la esencia de tanta gente que busca una luz guía sin atar el alma que los anima?

Hay un maestro sin duda, el Maestro de Maestros, el Bodhisatva le llaman allá, y el Islam lo menciona como el Imán Mahdi, etc. Algunos lo mencionan como ‘Maitreya’, aludiendo a su nombre en alguna cofradía.

 

Y… por supuesto, existe www.maitreya.com, www.maitreya.org, ¿alguien conoce www.maitreya.merchandising...? ¿Pero quién es ese autonombrado ‘Maitreya’? ¿Acaso el esperado por todas las religiones?

¿Será acaso, reconocible? ¿Y si lo fuera, qué?

Hay otro Maestro también, más ignorado pero siempre presente: es el propio Maestro interno que cada quién lleva por dentro, la Chispa Divina que vivifica el alma que nos anima. Ese Maestro no falla, es gratuita la inscripción y mantención de sus cursos, y por el contrario de encadenar tu alma a un dogma, creencia o maestro, te libera de todo, te aporta felicidad y te brinda sabiduría.

Para llegar a la comunicación con este Maestro Interno, el sendero lo han pintado de muchas maneras, colores y obstáculos. Pues te aseguro, los impedimentos los pone uno mismo, o mejor dicho, nuestra ceguera nos impide ver la limpieza del sendero interior como algo factible, pleno, y libre de falsas promesas.

Hay dos pilares fundamentales para alcanzar la libertad total junto al incremento de la autoconciencia. Ellos son la relajación y la autoobservación.

La Relajación es más que escuchar música adecuada mientras lees el pensamiento de algún Krishnamurti… cuando practicas yoga, puedes dedicarle por ejemplo, un par de horas diarias, pero sabes perfectamente que el estilo de vibración debe ser realizado como un estilo de vida.

La Autoobservación, igual que la relajación, tiene etapas progresivas que derivan asimismo en el ejercicio autoobservativo el máximo de situaciones posibles. Ojala las 24 horas del día.
 

 


Técnicas de relajación hay muchas


Junto al Yoga, diversas formas de ejercitamiento físico generan en la persona estados de relajación, calma y hasta placidez. En el universo es observado un movimiento de calma. Las Grandes Entidades Cósmicas adquieren en cada grado superior mayor tranquilidad.


Nosotros también somos ‘entidades cósmicas’, y el proceso es similar, por lo que la relajación es algo hacia donde tiende el ser humano. De donde deriva que nuestra tendencia natural, esencial e interna, es hacia el mantener nuestro sistema orgánico relajado.

Afirma Gurdjieff que,

‘la primera vez que uno se ve a sí mismo tal como es, sufre un tremendo shock’….

Por ello, es preciso saber alcanzar un buen estado de relajación para soportar la visión de cuando nos observamos a nosotros mismos.

 

Luego nos vamos acostumbrando a que nuestra realidad personal tenga aristas inadecuadas, como pueden ser el encadenamiento a líneas de pensamiento negativas, las expresiones emocionales destructivas, o incluso ciertas costumbres físicas que propenden a la poca durabilidad del instrumento físico dentro del cual albergamos nuestro deseo de expansión universal.

La autoobservación debe ser efectuada sin animosidad alguna, de la forma más objetiva posible. No me miro para medir sino para observar.


Si me comparo con los demás - dice el poema - pronto brillaremos por vanidad y envidia.


Observo de noche, observo de día, a la personalidad. La que dice, la que hace cosas, la que incluso se menciona como ‘yo’… La que juega, la que miente, defrauda por sobrevivir, la que quiere amar y ser amada, la que busca respeto, vivir en paz, la que a través de infinitas facetas responde instante tras instante al flujo universal de la Vida que la mantiene latente en el plano de existencia presente.
 

 


La persona se observa


Puede por ejemplo, comenzar por hacer un ejercicio de este tipo cada día, al final de la jornada. Justo antes de cerrar los ojos para dormir, después de toda y cualquier actividad que implique al cuerpo físico.


Y entonces recorre cuál ha sido su día, desde ese instante hacia atrás, retroceder hasta el inicio, el despertar mismo, ojala con los sueños nocturnos aun revoloteando en la cabeza. Observa las diferentes situaciones, cómo se ha comportado la persona, cuales han sido sus emociones frente a los sucesos, sus pensamientos. ¿Ha sido coherente, es decir ha actuado, sentido y pensado en la misma y única dirección?


Las incoherencias brotan por doquier. Si fuésemos del todo coherentes ya nos hubiéramos librado del yugo de la sustancia para manifestar la Vida, y nuestros organismos serían mucho más sutiles; pero no es esa nuestra realidad, sino la presente.


De modo que veremos discordancias… (mal de muchos..consuelo de tontos…) Tampoco es cosa de aceptar las incongruencias personales como si fueran ‘propias’. Son apenas prestadas esas incómodas tendencias de conducta. Nuestras acciones negativas del pasado nos persiguen, hemos generado un mal-bicho que, junto al buen-bicho creado por las bienhechoras acciones, nos acompañan siempre, encarnación tras encarnación, día tras día… Y es ese ‘mal-bicho’ el que presta a la personalidad , la facilidad para dejarse llevar por los flujos negativos…

El ser humano es una entidad cuya existencia tiene realidad dentro del Universo, y por lo tanto participa de las propiedades emergentes del sistema mayor que lo cobija. Al igual que el Universo, nuestra tendencia natural es hacia la expansión de la conciencia.

Si comenzamos a observar nuestra conducta en los tres planos personales – hacer; sentir, y pensar - es posible que los inicios nos muestren escenas de pánico, pero también es factible que eso sea una nimiedad, porque después de todo, si alguien inicia el ejercicio de autoobservación es debido a que ya busca trascender su conciencia hacia campos que desconoce por el momento, pero hacia dónde su intuición y el alma que lo anima lo empujan sin remedio.

¿Qué tan feo o malo puede ser verse facetas que mueven al disgusto? ¿Qué, viste un monstruo?

 

Pero si has convivido con ese señor monstruo durante los años anteriores, sin daño… Sin importar lo terrible que pueda ser la imagen que se perciba, es un instante de iluminación, y el impulso evolutivo desplegado para autoobservarse, es mucho mayor que la fuerte impresión que pueda producir la visión del monstruo.

La retrospección nocturna, el autoobservarse por las noches antes de dormir, es un fuerte paso en un sendero cuya meta es la liberación total del Espíritu. Es de escasa importancia la distancia que dicha meta nos propone. Caminante mientras te acerques, estás a salvo.

Estas entidades grandes del planeta, los ‘Maestros de Sabiduría’, se hallan también alejados de esa meta final. Y todos estamos caminando. Para circunscribirnos a la Tierra, desde El Maitreya mismo, todos fluyen dentro de esta célula Divina, el cuerpo planetario que nos cobija.

 

Serán escasos quienes lean esto y estén sin embargo fuera del flujo señalado.