por John Tiffany
The
Barnes Review
Mayo/Junio 2007
VOLUMEN XIII, NUMERO 3
del Sitio Web
BarnesReview
traducción de
Editorial-Streicher
27 Julio 2017
del Sitio Web
Editorial-Streicher
Versión original en ingles
John Tiffany es
el editor ayudante de The Barnes Review, y tiene un
grado en biología de la Universidad de Michigan y ha
estado escribiendo profesionalmente durante
aproximadamente 30 años.
El siguiente
escrito suyo que hemos traducido apareció en The
Barnes Review en su edición de Mayo-Junio de 2007 (Fables
of Ancient Israel Now Being Dissected), y trata
acerca de los resultados a que han llegado diversos
analistas e investigadores con respecto a la
carencia de historicidad del Antiguo Testamento.
Citan varias
referencias contenidas en distintos autores
recientes y otros no tanto, situación que incomoda a
muchos cristianos, cristianos sionistas y,
ciertamente, a quienes se basan en dichos libros
para justificar criminales situaciones políticas de
hoy en día.
Fábulas del Antiguo Israel
...Siendo Ahora Diseccionadas
Los investigadores están evaluando la veracidad de los reinados del
rey Salomón y el rey David en vista de los datos arqueológicos y
científicos sólo recientemente descubiertos.
Esos eruditos están
apareciendo con algunas conclusiones muy interesantes.
Muchos eruditos religiosos cristianos, como el conocido escritor
Thomas L. Thompson, piensan que la historia de Palestina y sus
pueblos es muy diferente de las narrativas del Antiguo Testamento,
sin tener en cuenta las reclamaciones políticas.
Una historia de la región
durante los períodos del Hierro I y Hierro II deja poco espacio para
cualquier historicidad en los relatos de los libros de Samuel y
Reyes, dicen los críticos. Los principales medios de comunicación
rara vez mencionan las críticas cristianas académicas de las
antiguas leyendas por miedo a que ellos sean atacados por aquellos
que creen que los hechos socavan la legitimidad misma de Israel.
Prepárese para un importante trastorno del carretón de las manzanas.
Desconocido por casi
todos los laicos, un número enorme de eruditos silenciosamente ha
concordado en un hecho histórico que volcará la totalidad de la
"Historia de la Corte" cuando todos los hechos que ellos han reunido
se hagan ampliamente conocidos.
Ellos están de acuerdo en que los diversos cuentos del "Israel
antiguo" son en gran parte ficticios. Basado sobre los hechos
conocidos de la geografía, la Historia, la arqueología e incluso la
erudición bíblica, muchos de ellos sostienen que no hubo ninguna
entidad tal como el "Israel antiguo", que nunca existió.
¿Es posible que el
antiguo Israel sea una patraña?
Si se trata de una patraña, entonces claramente el "Israel antiguo"
es el fraude más provechoso de la Historia, con la posible excepción
de su cuento de hadas gemelo, la visión de los "historiadores de la
Corte" de lo que les sucedió a los judíos de Europa durante la
Segunda Guerra Mundial (se ha afirmado que hubo una política
sistemática de exterminio de ellos por parte del gobierno alemán;
entre las afirmaciones específicas está que 6 millones de judíos
fueron gaseados hasta la muerte; sin embargo, no hay ninguna prueba
de nada de eso).
A pesar de la naturaleza sensacional de estas conclusiones sobre el
"Israel antiguo", ellas son, hasta ahora, casi totalmente
desconocidas por el gran público, incluso por fanáticos de la
Historia.
Las universidades han
estado poco dispuestas a enseñar los hechos, y muchos "pastores"
cristianos se mantienen lejos de estas verdades como si ellos por
eso llegaran a ser maldecidos por Dios mismo.
Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando uno simplemente no cuestionaba
el Antiguo Testamento.
Si éste decía que algo había sucedido en
algún tiempo en el pasado, entonces aquello sucedió y así fue, sin
tener en cuenta si había alguna otra prueba para el acontecimiento
fuera de sus páginas. Nadie siquiera consideraba que pudiera ser
ficticio.
Pero hoy ése ya no es el caso...
William G. Dever, en su muy interesante y extremadamente
importante libro "¿Quiénes Eran los Antiguos Israelitas y de Dónde
Vinieron Ellos?" (Who
Were the Early Israelites and Where Did They Come From?
- 2006) responde preguntas como,
"¿Existió realmente
la Casa de David?", y "¿Es el rey Salomón una fantasía?"
Dever era antes el jefe
del departamento de estudios del Cercano Oriente de la Universidad
de Arizona.
La mayoría de los eruditos modernos consideran que la dinastía
Davídica y sobre todo la historia del Éxodo son completamente
ficticias.
Hay muchas nuevas cosas bajo el Sol, a pesar de la declaración
bíblica en contrario, y en décadas recientes se ha desarrollado una
gran controversia entre la clerecía, aunque poco se ha escuchado
(hasta ahora) sobre ella entre las masas:
¿Hasta qué punto
puede el Antiguo Testamento, o partes de él, ser considerados
como documentos históricos exactos?
Quizá el propio Antiguo
Testamento puede contestar aquella pregunta:
"Así dijo el Señor...
No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideréis las cosas de
antaño. He aquí que hago una cosa nueva"
Isaías 43:18-19
Para ser un científico
verdadero y honesto, hay que estar abierto a cambios de paradigmas,
y, del mismo modo, ser un historiador verdadero, un estudioso de la
Historia, es ser un revisionista.
Comprender que lo que una
vez creímos - aunque parecía tener sentido para nosotros en aquel
tiempo - no es lo que deberíamos seguir creyendo, es el proceso
intelectual esencial por medio del cual crece la sabiduría.
Es notoriamente difícil
para los científicos e historiadores más viejos y establecidos
encontrarse desafiados a repudiar su trabajo de toda la vida, de
modo que para que un nuevo punto de vista llegue a ser predominante
a veces se requiere que nosotros esperemos a que los científicos e
historiadores se mueran, como sucedió como con la Revolución
Copernicana. [1]
Tal como Copérnico derrocó la vieja noción de que el Sol gira
alrededor de la Tierra, y cambió al Sol poniéndolo en el centro del
universo (y ahora no es ni siquiera eso sino una estrella menor en
una galaxia promedio, en un universo enorme que no tiene ningún
centro). [2]
Del mismo modo, con el creciente
conocimiento de la geografía, Jerusalén fue destronada de ser el
centro del mundo, como está representado en el mapamundi que
está en la catedral de Hereford (Inglaterra), hasta convertirse en
una ciudad en los márgenes de la civilización. [3]
Jerusalén ya no es el
centro de nada, ni en la geografía ni en la Historia,
excepto, por supuesto, en las mentes de los judíos.
AMERIGO
VESPUCCI
Durante siglos, los eruditos occidentales generalmente supusieron
que los "acontecimientos" del Antiguo Testamento como el exilio de
los israelitas desde Palestina/Canaán y su retorno allí, realmente
ocurrieron.
La historia antigua de
Palestina, fue dado por hecho, podía ser escrita simplemente
parafraseando o (donde era necesario para evitar el conflicto con
hechos conocidos) corrigiendo las historias de la Biblia.
Sin embargo, eso comenzó
a cambiar ya a principios del siglo XVI, con la publicación de la
carta
Mundus
Novus de
Amerigo Vespucci.
Según Vespucci, en sus
exploraciones del Nuevo Mundo, allí se encontraban diversos pumas,
panteras y gatos monteses, muchos lobos, ciervos rojos, monos y
felinos, monos de muchas clases y muchas grandes serpientes.
Había, de hecho, tanta
fauna que él concluyó que,
"tantas especies no
pudieron haber entrado en el arca de Noé".
Por otra parte, está el
caso de James Ussher (1581-1656), arzobispo anglicano de
Armagh, primado de toda Irlanda y vice-canciller del Trinity College
en Dublín, que fue altamente considerado en su época como un clérigo
y como un erudito.
De sus muchas obras, su
tratado sobre la cronología ha demostrado ser la más duradera, pero
quizá también la más infortunada.
Basada en una intrincada
correlación de historias del Medio Oriente y del Mediterráneo y de
las Santas Escrituras, fue incorporada en una versión autorizada de
la Biblia impresa en 1701, y así llegó a ser considerada con casi
tanta reverencia incondicional como la Biblia misma.
Habiendo establecido el
primer día de la creación como el domingo 23 de Octubre de 4004 a.C.,
Ussher calculó las fechas de otros acontecimientos bíblicos,
concluyendo, por ejemplo, que Adán y Eva fueron expulsados del
Jardín del Edén el lunes 10 de Noviembre de 4004 a.C., y que el arca
de Noé aterrizó sobre el monte Ararat el 5 de Mayo de 1491 a.C., un
miércoles...
En su obra, el doctor John Lightfoot (1602-1675), vice-canciller
de la Universidad de Cambridge, un contemporáneo de Ussher y uno de
los eruditos más eminentes de su tiempo en el campo de la lengua
hebrea, declaró, como resultado de su estudio de las Escrituras,
que,
"el cielo y la
Tierra, el centro y la circunferencia, fueron creados todos
juntos, en el mismo instante", y que "ese trabajo ocurrió, y el
hombre fue creado por la Trinidad el 23 de Octubre de 4004 a.C.,
a las 9:00 horas de la mañana".
Ésa sería la hora de
Greenwich; el tiempo en el Jardín de Edén habría sido la medianoche.
Lightfoot publicó sus
cálculos en 1644, antes de que los de Ussher estuvieran completos.
Es interesante que los dos eruditos, actuando de manera
independiente, calcularan la misma fecha para la Creación, aunque
Ussher no dio la hora del día para el acontecimiento.
Eso puede tener algo que
ver con el hecho de que ambos resultados se comparan,
aproximadamente, con la fecha del calendario judío para el comienzo
mismo del tiempo, el cual, presentado en nuestros términos, sería
aproximadamente 3760 a.C.
A medida que las ciencias de la geología y la astrofísica y
estudios asociados comenzaron a nacer, con sus intervalos de
millones y hasta de miles de millones de años (números que la gente
en tiempos bíblicos probablemente no podría haber concebido),
cronologías tales como las de Ussher y Lightfoot impidieron el
progreso.
Hoy, sin embargo,
Lightfoot y Ussher se han convertido en el hazmerreír cuando
generalmente se acepta que la Tierra tiene al menos 5.000 millones
de años, y el universo conocido es quizá cuatro veces tan antiguo
como la Tierra.
(Unos cuantos
científicos, como el astrónomo inconformista Tom van Flandern
[4] incluso sostienen que el universo puede ser
infinitamente viejo).
Fenómenos tales como el
Jardín de Edén y el Diluvio de Noé no pueden ser tomados
literalmente por científicos modernos. Gradualmente la historicidad
de acontecimientos remotos removidos de la "Creación" cada vez más
fue puesta en cuestionamiento también.
Lamentablemente, muchas
personas hoy, conocidas como inerrantistas bíblicos [que sostienen
que la Biblia no puede errar], rechazan considerar las pruebas,
tanto internas como externas al Antiguo Testamento, que muestran que
los antiguos cuentos de los "judíos" no son Historia.
La crítica del "Antiguo Testamento como Historia" tiene una historia
en sí misma.
Benedicto (Baruj)
de Spinoza, un judío que vivió en Ámsterdam, escribió un
libro revolucionario acerca de la Biblia, el
Tractatus Theologico-Politicus,
que apareció en 1670 en latín, y que después de ocho años fue
traducido al francés.
Aunque fuera prohibido
por su chocante crítica del Antiguo Testamento, de alguna manera
todas las personas importantes tenían una copia.
Dicho Tratado forzó un
serio debate sobre la confiabilidad de la Biblia como Historia y
sobre la importancia de los llamados "antiguos judíos".
* * *
Realmente no hay tal cosa como los judíos antiguos.
Los judíos, además, no
son lo mismo que los judaítas, los cuales no son lo mismo que los
israelitas, quienes deben ser distinguidos de los hebreos; y los
israelíes son algo totalmente distinto.
La confusión de estos
términos trabaja enormemente para beneficio del movimiento en favor
del sionismo político, pero es entendida por todos los eruditos de
mente abierta. [5]
Aquél fue un impacto formidable sobre la inspirada inerrancia del
Pentateuco (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, o,
más exactamente, el Hexateuco, ya que el Libro de Josué
parece mostrar las mismas manos que escribieron el Génesis, el
Éxodo, el Levítico, Números y Deuteronomio).
Llamó la atención a
muchos el que Henry L. Mencken llamara "transparentes
imbecilidades" a los cinco libros, y sobre todo al Génesis, al
incluir una docena o más de patentes imposibilidades geográficas e
históricas.
La respuesta de las
autoridades constituidas fue suprimir el Tractatus, pero
suficientes copias consiguieron llegar a las personas apropiadas, y
desde entonces el Antiguo Testamento ha estado bajo una búsqueda y
un examen devastadores.
El primer colaborador
prominente de aquel trabajo fue un sacerdote francés, Richard
Simon, pero desde entonces los alemanes han tenido más que ver
con dicha labor que cualquier otro pueblo, y por ello es común para
los cristianos estadounidenses pensar en la así llamada Alta Crítica
como una invención alemana, y ponen mucho de la culpa por ello sobre
Adolf Hitler y el Káiser. [6]
Spinoza afirma como su conclusión general sobre informes
escriturales de acontecimientos milagrosos ocurridos en la Historia,
que todo lo realmente relatado en la Escritura como que hubo
sucedido, necesariamente sucedió, como lo hacen todas las cosas,
según las leyes de la Naturaleza.
Y si algo puede ser
encontrado que pueda demostrarse concluyentemente que ocurrió de
manera contraria a las leyes de la Naturaleza, o que no ha sido
capaz de seguirse de ellas, se debería creer simplemente que ha sido
añadido a los textos sagrados por hombres sacrílegos (Tractatus
Theologico-Politicus, VI, 51).
El Tractatus fue el primer libro que analizó la Biblia
sistemáticamente como si fuera un texto secular antiguo en latín o
griego o en cualquier lengua antigua.
Spinoza destronó a los
hebreos e israelitas como los portadores de una verdad única
y divinamente inspirada.
No cabía la menor duda,
para Spinoza, de que cualquier historiología válida tenía que negar
completamente la posición central de lo que podría ser llamado "la
experiencia bíblica".
Se dice que los cuáqueros descartaron el Antiguo Testamento como
"letra muerta".
EL PADRINO DE
ESTADOS UNIDOS
Thomas Paine, quien ha sido llamado "el Padrino de Estados
Unidos", puso los fundamentos para la crítica histórica bíblica.
Él escribió, en su
influyente libro de 1795 "The Age of Reason":
"No es la antigüedad
de un cuento la evidencia de su verdad; por el contrario, ése es
un síntoma de que es fabuloso, ya que mientras más antigua
cualquier historia pretenda ser, más parecido tiene con una
fábula.
El origen de cada
nación está sepultado en la tradición fabulosa, y la de los
judíos es tan sospechosa como cualquiera otra".
Essai sur les Moeurs y l'Esprit des Nations et sur les
Principaux Faits de l'Histoire depuis Charlemagne jusqu'â Louis
XIII
Ginebra, 1756, conocido como el Ensayo sobre Moral.
[7]
La gente comenzó a
preguntarse:
¿Es el Antiguo
Testamento, entonces, simplemente una fábula antigua?
Estos asuntos fueron
discutidos en todos lados, e incluso los apologistas de la
ortodoxia, si ellos esperaban ser tomados en serio, tuvieron que
usar los instrumentos del aprendizaje histórico y filológico.
En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló en Alemania una
escuela de crítica bíblica, de la cual Julian Wellhausen fue
una figura principal.
Ella desafió la
historicidad [8] de las historias del Antiguo Testamento
y afirmó que la historiografía bíblica fue formulada, y en gran
medida realmente inventada, durante el exilio babilónico.
Esos eruditos de la
Biblia, los alemanes en particular, afirmaron que la historia de los
hebreos, como una serie de acontecimientos que comienzan con
Abraham, Isaac y Jacob, y que siguen durante el exilio en Egipto, la
esclavitud allí y el éxodo, y que finalizan con la conquista de la
tierra de Canaán y el establecimiento de las tribus de Israel, no
era más que una reconstrucción posterior de acontecimientos que
nunca realmente habían ocurrido, y que fue escrita con un propósito
teológico.
Con la publicación en 1897 de "The
Myths of Israel - The Ancient Book of Genesis with Analysis and
Explanation of Its Composition" de Amos Kidder Fiske,
se añadió más combustible al fuego.
Fiske detalló cómo
versiones diferentes e incompatibles de diversos acontecimientos
fueron enmendadas bastante torpemente por quienquiera que compiló el
Antiguo Testamento, como por ejemplo las versiones del Diluvio del
Elohista y del Yahvista [supuestos redactores del Pentateuco en
distintas etapas], que resultaron en contradicciones que serían
intolerables en cualquier libro que pretenda presentar una
cronología exacta. [9]
Quizá hay contradicciones en otros documentos antiguos, como la
Ilíada o la
Epopeya de Gilgamesh también, pero
de ser así, sólo un puñado de eruditos sabría al respecto, o les
preocuparía, ya que la Ilíada no pretende ser Historia, ni tampoco
disfruta, aunque importante, de la importancia central en nuestra
cultura que tiene la Biblia.
El "Treatise
on the Gods" de Henry L. Mencken fue primero
publicado en 1930. (Una segunda edición, en 1946, cambió pocas cosas
de interés).
Mencken indicó que,
"Tenemos [el mito del
Diluvio] de los judíos, quienes lo consiguieron de los
babilónicos, los cuales a su vez lo consiguieron de los
sumerios".
Él vio en el asunto
del Diluvio el origen de la
religión, con el primer sacerdote del mundo siendo una especie de
cavernícola que atacó atrevidamente las crecientes aguas de una
inundación con su garrote o lanza.
Cuando las aguas
coincidentemente retrocedieron, el hipotético chamán fue una
celebridad inmediata dentro de su tribu o banda.
Mencken escribió que,
"El Antiguo
Testamento, como historia, está en un nivel muy inferior que la
'Vida de Washington' de Parson Weems o que 'La Cabaña del Tío
Tom'."
HISTORIOGRAFÍA
MODERNA
En 1987 se publicó "La Biblia - Opiniones Críticas Modernas", una
selección representativa de la crítica literaria bíblica.
Robert Alter,
escribiendo allí ("Historia Sagrada y los Comienzos de la Ficción en
Prosa", Cap. 2 en 'The
Art of Biblical Narrative'), describió el Antiguo Testamento como "historia sagrada".
Alter sugirió que las
narrativas bíblicas deberían ser consideradas mejor como una ficción
en prosa de apariencia historicista.
Él escribió:
"El caso de la
historia sagrada de la Biblia, sin embargo, es bastante
diferente del de la historiografía moderna.
Existe, en primer
lugar, un espectro entero de relaciones con la Historia en las
diversas narrativas bíblicas, como trataré de indicar más tarde,
pero ninguna de ellas implica el sentido de estar obligado a
hechos documentables que caracterizan a la Historia en [su
acepción moderna".
(op.
cit. p. 22)
Hoy el clima de
pensamiento ha cambiado todavía más en la dirección de Thompson, de
modo que hay un grupo entero de eruditos que proponen que el Antiguo
Testamento no nos proporciona pruebas adecuadas para construir una
historia del Israel temprano.
El Antiguo Testamento,
están convencidos esos eruditos, pertenece a la misma categoría que
otros antiguos mitos y literaturas, como la Epopeya de Gilgamesh y
la Ilíada y la Odisea.
De todos modos, debe
haber alguna verdad histórica en el Antiguo Testamento, porque
algunas de las cosas escritas allí han sido confirmadas por
arqueólogos, tal como Heinrich Schliemann aparentemente
confirmó los antiguos escritos homéricos descubriendo lo que pareció
ser la ciudad perdida de Troya, alguna vez considerada por muchos
eruditos como "nada más que un mito".
Éste y otros casos similares indican que, a veces al menos, los
mitos pueden ser un modo eficaz de preservar de buena fe un antiguo
conocimiento y sabiduría. [10]
Por otra parte, los cuentos antiguos como la Saga de Odiseo y
su encuentro con el Cíclope ciertamente no pueden ser tomados para
implicar la existencia histórica o prehistórica de una raza de
humanoides gigantescos de un solo ojo.
(Es posible que dicho
cuento fuera inspirado por alguien que encontró el cráneo fósil de
un mastodonte; la apertura nasal centralmente localizada podría
haber sido fácilmente malinterpretada como una cuenca de ojo).
Del mismo modo, no
podemos, como historiadores, demostrar del Antiguo Testamento que
algunos de sus personajes, como Abraham, Isaac y Jacob, realmente
existieron, al igual que no podemos hacer aquello con los personajes
de las obras dramáticas y románticas de Shakespeare. [11]
Mientras que las contradicciones internas dentro del Antiguo
Testamento pueden sugerir que algunos de esos individuos y
acontecimientos son en parte o completamente ficticios, para la
prueba de su historicidad debemos examinar otras fuentes, tanto en
la forma de antiguos documentos extra-bíblicos como las pruebas de
la arqueología.
Por supuesto, ya deberíamos entender todos que muchos mitos antiguos
contienen valiosos fragmentos de hechos, si podemos separar de
alguna manera el trigo de la paja.
Pero ciertamente esto no
quiere decir que el mito sea Historia.
La pregunta es:
¿cuánto de lo que
parece Historia (o quizá deberíamos decir una crónica) en el
Antiguo Testamento corresponde a acontecimientos reales que
ocurrieron en la región?
La regla cardinal de la
historiología es la búsqueda equilibrada de la verdad, y uno no la
encuentra en un documento partidista como el Antiguo Testamento.
No se requiere ser un
gran erudito para comprender que
la Torá es esencialmente un
panegírico disfrazado como "historia mítica" de los israelitas, un
pueblo ahora largamente extinguido, pero reclamados (con poca
justificación real) como sus antepasados por los judíos modernos.
Eso es lo que se conoce
en alemán como Heilsgeschichte, una ficción piadosa santa y
teológica, pero no verdadera historiografía.
La historiología es una
disciplina exigente, esencialmente una ciencia, y enormemente
diferente en sus objetivos y métodos de los de la ficción o la
teología.
En historiología e
historionomía, como en otras ciencias, no podemos decir, como
Tertuliano, el antiguo padre de la Iglesia, es por lo general
citado (o realmente citado incorrectamente):
"Credo quia absurdum",
o, más correctamente, "Credible est, quia ineptum est", "Lo creo
porque es imposible de creer". [12]
ASPECTOS
SÓRDIDOS
Si bien es verdad que el Antiguo Testamento refleja muchos aspectos
sórdidos de las vidas de sus personajes, lo que es sorprendente en
una obra supuestamente destinada a glorificar a esos "padres
fundadores de la fe" (como el incidente en el cual el rey David
trama la muerte de Urías de modo que él pueda tener acceso a la
esposa de aquél), está claro que cuando esos cuentos comenzaron a
ser registrados, los israelitas comenzaron a producir un mito étnico
que explicara y glorificara sus orígenes, su superioridad, y
que justificara su reclamación especial de la tierra de
Canaán/Palestina, de la cual ellos, de un modo u otro, habían tomado
posesión, y para exaltarse a sí mismos sobre todos los otros pueblos
y a sus dioses sobre todas las otras deidades.
Por ejemplo, mientras los escribas israelitas reconocieron la
descendencia común de los "ismaelitas", como ellos llamaron a los
árabes, desde su gran antepasado
Abraham,
ellos los relegaron a una relación inferior con la historia de la
criada egipcia y su hijo.
De manera similar lo
hicieron con los madianitas, edomitas y los especialmente odiados
moabitas y amonitas, quienes fueron colocados en otra línea.
Hay poca razón para creer que el "David" de la Biblia sea
realmente una persona.
Él puede haberse derivado
de dos o tres Davides diferentes de la Historia o Prehistoria real,
quien llegó a ser confundido en la evolución de las leyendas que
finalmente dieron origen al Antiguo Testamento.
Por ejemplo, considere al
David que supuestamente mató a Goliat:
muchos académicos han
notado las semejanzas entre el antiguo y famoso cuento popular
egipcio La Autobiografía de Sinuhé y el relato bíblico de David
y Goliat.
No hay ninguna razón para
suponer que ese pequeño egipcio creció para llegar a convertirse en
un rey de Israel.
LA TIERRA DE
CANAÁN
A Noé, por supuesto, convenientemente se le hace decir:
"Maldito sea Canaán;
un criado de criados él será para sus hermanos",
...haciendo supuestamente
legítimo para los israelitas ayudarse entre sí en la tierra de
Canaán, robando y asesinando a sus habitantes.
Luego está la maldición
contra Cam, la maldición contra Caín, etcétera, de modo que en sus
propias historias, sólo el pueblo israelita es bendecido.
Tal como con el Corán, que está siendo cuestionado ahora en cuanto a
su historicidad por revisionistas como Ibn-Warraq, [13]
Paul Fregosi [14] y otros, varios eruditos están
apareciendo ahora para analizar, bajo una luz crítica, los aspectos
históricos del Antiguo Testamento.
La mayor parte de los
eruditos no afirman que el Israel antiguo no existiera en absoluto
(tal como los revisionistas islámicos no disputan que alguna persona
como el Mahoma del Corán existiera).
Más bien la pregunta es
si se trató de un gran Imperio, como indica el Antiguo Testamento, y
si individuos bíblicos tales como Abraham o
Moisés, por ejemplo, alguna vez existieron en la vida real.
-
¿Podría el así
llamado Imperio de Israel realmente ser una versión
disfrazada del Imperio egipcio, como el revisionista Ahmed
Osman razona?
-
¿Podría realmente
el Emperador David ser un faraón egipcio, que llegó a ser
confundido con un caudillo israelita que también fue llamado
David?
Los documentos egipcios
antiguos no parecen referirse a Moisés, a menos que él fuera
realmente Ahmose I, el fundador de la 18ª dinastía, como cree el
revisionista Ralph Ellis (usted notará las semejanzas de "Ahmose"
con "Moisés").
Tampoco hay ninguna
indicación de que alguna vez haya ocurrido un Éxodo, a menos que ésa
sea una interpretación deformada de la expulsión del pueblo de los
hicsos. [15]
Ya que el acontecimiento describe la salida de una fuerza de trabajo
de miles de personas y detalla la devastación de Egipto por una
serie de plagas, tal omisión por parte de los egipcios es
extraordinaria, si es que tal acontecimiento realmente ocurrió.
-
Keith W. Whitelam
[16]
-
George Mendenhall
-
Niels Peter
Lemche [17]
-
Philip R. Davies
[18]
-
la "escuela de
Copenhagen"
-
incluso algunos
judíos distinguidos como Israel Finkelstein (profesor y
presidente del departamento de arqueología en la Universidad
de Tel-Aviv), [19] y el arqueólogo israelí
principal Ze'ev Herzog,
...han llegado a
conclusiones muy similares.
El excelente libro de Whitelam, La Invención del Antiguo Israel - El Silenciamiento de la Historia Palestina
(The
Invention of Ancient Israel -
1996), tiene una bibliografía de 14 páginas, indicativo de la
seriedad de la erudición que entró en su innovador estudio, que
sostiene que el "antiguo Israel" fue una invención de los
historiadores de la Corte, a la imagen de un Estado europeo.
El "antiguo Israel" como
es generalmente entendido, nunca existió, y esa ficción ha impedido
un apropiado entendimiento de la historia de Palestina, argumenta
él.
Whitelam es un profesor
de estudios religiosos y jefe de dicho departamento en la
Universidad de Stirling en Gran Bretaña.
Entre otras cosas, los revisionistas "minimalistas de la Biblia"
afirman haber determinado que los hechos de los patriarcas (Abraham,
Isaac y Jacob) son legendarios, y que los israelitas no moraron en
Egipto, ni llevaron a cabo un "éxodo", ni tampoco conquistaron la
tierra de Palestina o Canaán (Palestina occidental).
Moisés, como tal, probablemente no existió históricamente, sino que
es un individuo legendario derivado de una mezcla de diversas
fuentes politeístas y personajes reales como Sargón de Acad y
el faraón Akenatón de Egipto, de un modo más o menos parecido
a como el legendario "Robin Hood" británico surgió como un compuesto
de varios dioses imaginarios y de diversas personas que realmente
vivieron en algún momento en el oscuro pasado.
Se trata de un folklore
muy interesante, y realmente tiene alguna base en la verdad, pero no
califica como Historia exacta de ninguna manera.
Tampoco hay ninguna mención, fuera de la Biblia, del glorioso
Imperio de David y Salomón, aparte de, a lo sumo, como un pequeño
reino o monarquía tribal.
Es razonable conjeturar,
a partir de la evidencia disponible, que el rey Saúl, el rey David y
el rey Salomón fueron, si es que algo, los reyes de una nación muy
menor y no algún gran Imperio. Jerusalén, parece, no era nada más
que una "ciudad de vacas", la capital de un pequeñísimo Estado en
las tierras altas al Norte del pueblo.
Mencken se refiere a esa
gente como,
"una pequeña tribu de
beduinos del desierto, tan obscura y sin importancia que la
Historia secular apenas los conoce".
(p.
287)
Spinoza trató con,
"...ideas falsas en
cuanto a la verdadera autoría de los libros sagrados, comenzando
con el Pentateuco.
Se cree casi
universalmente que el autor es Moisés, una opinión tan
obstinadamente defendida por los fariseos que ellos han
considerado cualquier otra opinión como una herejía".
(Tractatus
VIII, 161)
El punto es importante
porque la autoría mosaica fue considerada como la garantía de la
verdad del texto.
De acuerdo a la Confesión
de Westminster de 1658 (una declaración de los principales
Protestantes ingleses), Yahvé garantizó la transmisión de su mensaje
a Moisés y conservó el texto mosaico perfectamente en todas las
transmisiones desde entonces. [20]
Spinoza menciona que Aben Ezra, un rabino español medieval
(ca. 1090-1165), quien escribió un importante comentario sobre la
Biblia,
"un hombre de mente
culta y considerable aprendizaje... fue el primero, hasta donde
sé, en llamar la atención hacia esa falsa idea".
"Aben Ezra" parece ser
una forma corta del nombre del rabino.
Henry L. Mencken
se refiere al rabino español del siglo XVII como Abraham ben-Meir
ibn-Ezra, y declara:
"Él desenterró muchos
absurdos, pero tuvo que ser muy cuidadoso en cuanto a la
discusión de ellos, y no fue sino hasta 500 años más tarde que
nació algo adecuadamente descriptible como la crítica científica
del Antiguo Testamento".
Ibn Ezra está, entre los
eruditos judíos medievales e intérpretes de la Torá, sólo después de
Rashi en el alcance de su influencia y en el respeto que se le ha
concedido.
Su obra más famosa, que
analiza el Pentateuco, que es generalmente conocida como su
Comentario a la Torá, fue al principio titulada El Libro del
Honrado (Sefer ha-Yashar), que también resulta ser el nombre de
una obra que es citada en la propia Biblia (el Libro de Jasher; p.
ej., en Josué 10:13).
La última parte de la
vida del rabino fue pasada vagando en la pobreza por Italia,
Provenza, Francia, Inglaterra, Egipto y Palestina. Parece que él
puede haber terminado viviendo en Marruecos.
Fue durante sus
vagabundeos que él formó la mayor parte de sus muchas e influyentes
obras literarias.
¿MOISÉS
ESCRIBE SOBRE SU PROPIA MUERTE?
Entre otros problemas notados por Ibn-Ezra estaba el hecho de que
Moisés supuestamente escribió detalladamente sobre su propia muerte.
[21]
El reconocimiento de la
autoría no-mosaica comenzó a tener repercusiones serias y severas en
la década de 1650, en los escritos de Thomas Hobbes, Isaac La
Peyrère, Samuel Fisher y luego Spinoza.
Todos ellos parecen haber
conseguido su opinión de manera directa o indirecta de Ibn-Ezra.
Durante la Revolución
Puritana, una variedad de críticos conocidos por la Historia con
vistosos nombres tales como Vociferantes, Niveladores y Buscadores (Ranters,
Levelers y Seekers), rechazó la Biblia por toda clase de motivos,
incluyendo los problemas obvios en los que habían profundizado los
eruditos críticos del Antiguo Testamento, incluída la afirmación de
que Moisés no podía haber escrito acerca de su propia muerte.
Podemos concluír sin peligro que las narrativas del Antiguo
Testamento del pasado claramente no son Historia, ni fueron escritas
en algún momento cerca de las épocas de las cuales ellas hablan,
sino que más bien reflejan los objetivos políticos de sus muy
posteriores autores.
Así por lo tanto, es
ahora parte del consenso académico el que las narrativas
patriarcales del Génesis no registran acontecimientos de un presunto
período patriarcal sino que son retroyecciones hacia un pasado sobre
el cual los escritores sabían poco, reflejando las intenciones de
los autores en el posterior período de composición.
Es ingenuo, entonces,
aceptar servilmente la opinión de que
Yahvé hizo la promesa de progenie y
tierra a Abraham según la manera indicada en Génesis cap.15.
[22]
En primer lugar, como con las atrocidades israelíes modernas contra
el pueblo palestino, eso sería horriblemente inmoral (trate de leer
la narrativa desde el punto de vista del bando inocente a ser
exterminado, es decir, con los ojos de los cananeos).
En segundo lugar, aquello
es contra-histórico.
Los eruditos ahora están de acuerdo, de manera prácticamente
unánime, en que el antiguo Israel no llegó a existir mediante la
conquista tribal relatada en Josué caps.1-12.
Fuera de la Biblia, no
tenemos ninguna prueba de alguna conquista hebrea. La evidencia
arqueológica apunta en una dirección totalmente diferente.
Ella sugiere una
secuencia de períodos marcados por una fusión gradual y pacífica de
pueblos dispares que se convirtieron en un grupo de habitantes de
una región montañosa cuyo logro de un nuevo sentido de unidad
culminó sólo con la entrada de la administración asiria.
Los asentamientos de la
Edad del Hierro en las colinas centrales de Palestina, a partir de
los cuales se desarrolló el posterior reino de Israel, reflejan una
continuidad con la cultura cananea y rechazan cualquier distinción
étnica entre cananeos e israelitas. Los orígenes inmediatos de
Israel, entonces, estuvieron dentro de Canaán, no en algún sitio
fuera de allí.
El silencio arqueológico es un problema del cual a los partidarios
de la inerrancia bíblica no les gusta hablar.
Mientras, según la
Biblia, las diversas tribus israelitas fueron unidas durante un
tiempo en una nación poderosa durante los reinados del rey David y
su hijo Salomón, el registro arqueológico es silencioso con respecto
a esos reyes, salvo dos debatidas inscripciones que algunos piensan
que pueden ser referencias a "la casa de David".
Esto es raro,
considerando que las referencias a otros reyes de mucho menor
importancia bíblica, como,
Omri, Ajab, Yehú y Sedequías,
...han sido
claramente encontradas en archivos extra-bíblicos.
Si bien ese silencio
obviamente no puede demostrar que David y Salomón no existieron,
ciertamente da a los historiadores racionales la pausa para
preguntar.
Suponiendo que ellos
existieron realmente, ellos fueron ciertamente de una importancia
global mucho menor en la vida real que la que les asigna el Antiguo
Testamento.
LOS SIONISTAS
CRISTIANOS AYUDAN
Estas conclusiones han sido manifestadas entre los eruditos durante
años, pero los sionistas políticos (sobre todo los de tipo Jerry
Fallwell) son gente obstinada, y hasta hace poco nadie quería oír
hablar al respecto.
A los israelíes y a otros
sionistas políticos (un segmento considerable de la población
cristiana) les gusta creer que los israelíes modernos son los
descendientes de aquellos maravillosos israelitas de la Antigüedad,
y ciertamente ellos usan los mitos del Antiguo Testamento para
justificar la ocupación judía de Palestina, aunque irónicamente la
mayor parte de los judíos hoy, incluyendo la clase ashkenazi
dirigente en Israel, no descienden de ningún pueblo del Medio
Oriente sino de los pueblos
del Imperio jázaro de lo que hoy es el
Sur de Rusia. [23]
Incluso la minoría
sefardí de judíos hoy es una raza tan mezclada que parece que ellos
sólo pueden reclamar una conexión muy tenue con los antiguos
israelitas.
Thompson ha pasado su carrera académica ocupado en esta controversia
bíblica, investigando las entrelazadas historias arqueológicas de
Israel y Palestina.
Él ha concluido que el
Antiguo Testamento no es un documento histórico sino que debería ser
considerado como una obra de ficción, más bien una novela histórica
que un libro de texto de Historia.
Thompson sostiene, sin
embargo, que entender el Antiguo Testamento como literatura ficticia
no tiene que debilitar necesariamente su verdad espiritual e
integridad para los cristianos, y esto es importante.
Thompson cree:
"Cómo [el Antiguo
Testamento] está relacionado con la Historia, ha sido muy mal
entendido.
Como hemos estado
leyendo [dicho texto] dentro de un contexto que ciertamente es
el incorrecto, y como [lo] hemos entendido mal debido a eso,
tenemos que buscar un contexto más apropiado.
Por consiguiente,
comenzaremos a leer [el Antiguo Testamento] de una nueva
manera".
Thompson es actualmente
un profesor del Antiguo Testamento en la Universidad de Copenhagen.
El libro "The Mythic Past
- Biblical Archaeology and the Myth of Israel" de Thompson pretende
separar el Antiguo Testamento de la Historia a fin de entenderlo en
sus propios términos, en el contexto que sus autores pretendieron.
Mientras partes de dicho
libro valoran la investigación y el análisis por sobre la
legibilidad, está organizado para ayudar a los aspirantes a eruditos
a gestionar la enorme y compleja historia de la comprensión bíblica.
Habría que señalar que Thompson escribió un tomo magistral en 1992,
"Early History of the Israelite People", de 482 páginas, con una
extensa bibliografía de aproximadamente 900 libros, que profundizan
con detención en las cuestiones implicadas en la historicidad o no
historicidad de la Biblia.
Su libro "The Mythic Past"
es en gran parte una popularización de la compendiosa y detallada,
altamente profesional pero difícil de leer, "Early History of the
Israelite People".
Muchos eruditos ya ven al Antiguo Testamento como literatura y no
como un reportaje de hechos, pero las ideas de ellos no han sido
fácilmente accesibles para el gran público, ni tal pensamiento es
bienvenido por el cristiano promedio.
Incluso los escépticos
religiosos generalmente tienden a pensar que es de mal gusto
ventilar esos sensibles asuntos.
Y muy poca gente
corriente avanzará por un libro o revista acerca de erudición
bíblica académica o de arqueología escrita en una pomposa prosa
calculada para poner a dormir a la mayor parte de los lectores.
El cambio de Thompson en el modo en que vemos la Biblia es la
culminación de siglos de crítica bíblica, pero es sin embargo
todavía radical.
El cristianismo
occidental siempre ha narrado una gran historia épica de salvación
basada en la Biblia: la creación, la caída, el diluvio, los
patriarcas, Moisés, el éxodo y la ley, la conquista, los jueces, los
reyes y los profetas, y el prometido Mesías.
Estamos invitados ahora a
ver la historia entera como una proyección hacia atrás y como
mítica.
Leer el Antiguo Testamento como Historia, dice Thompson, es
distorsionarlo.
En palabras de Thompson,
"la apropiación
fraudulenta de textos antiguos para objetivos contrarios a las
intenciones de la tradición, que dos generaciones de uso
teológico del Antiguo Testamento han estimulado ahora, es uno de
aquellos comunes abusos del intelecto" que "contribuye a la
contaminación del océano de nuestro lenguaje".
A diferencia de algunos
otros que analizan críticamente el Antiguo Testamento, Thompson no
llega a ser cínico, dejando al lector con un deseo de "basurear" la
Biblia entera; después de todo - uno podría verse tentado a
preguntar - si la Biblia, constantemente mencionada por los
fundamentalistas como la "palabra de Dios", [24] no es
literalmente verdadera, entonces ¿cuán buena es ella?
Por el contrario,
Thompson encuentra un enorme valor espiritual y filosófico en esas
historias, recordándonos que los cuentistas bíblicos nos estaban
transmitiendo la sabiduría de las épocas, del mismo modo como no
exigimos que las historias presentadas en las obras de Shakespeare,
incluso en las llamadas obras históricas, sean literalmente
verdaderas.
Hay incluso un buen contenido histórico en el Antiguo Testamento,
mientras se esté dispuesto a contemplar la posibilidad de que uno
realmente esté leyendo acerca de egipcios o hicsos o sumerios que
han sido remodelados como "israelitas".
Por supuesto, se hace una
tarea complicada e intrincada distinguir la verdad de la ficción y
las distorsiones. Debemos tener en cuenta que cuando la Biblia fue
redactada, el moderno concepto de escritura de la Historia no
existía.
Sea como fuere, ciertamente ha pasado ya mucho tiempo desde que se
debió haber reconocido que la Biblia no es una colección de textos
religiosos sino más bien una mezcolanza de documentos antiguos
(muchos refundidos), algunos de los cuales no tienen ningún
contenido religioso en absoluto, mientras unos pocos pueden
inclinarse incluso hacia el escepticismo religioso (el libro del
Eclesiastés se viene a la mente; vea "The Style of Koheleth" de
Robert Gordis, en The Bible de Harold Bloom).
Escritos por numerosos
autores diferentes, muchos de ellos desconocidos, los contenidos de
la Biblia son una mezcla de bueno, malo y mediocre, y con bastante
frecuencia contradictorios.
Se requiere una lectura
muy selectiva de ella si uno quisiera conseguir un mensaje moral
positivo de aquel material, mucho del cual es derechamente inmoral.
(Usted no oirá hablar sobre aquellos pasajes a su "pastor" local).
Sin embargo, el Antiguo Testamento es ciertamente uno de los libros
más influyentes de siempre en el mundo occidental. Es para muchos
una parte vital de nuestra herencia y, como tal, tiene que ser
correctamente entendido por lo que es, y lo que no es.
El libro "The Mythic Past"
consigue ese objetivo y lo logra en una manera fácilmente
comprensible, poniendo la visión "minimalista" a disposición del
lector promedio por primera vez.
LA INHUMANIDAD
DEL HOMBRE CON RESPECTO AL HOMBRE
Ha habido ciertamente acontecimientos bastante tristes, chocantes y
enfermantes en la historia real de la inhumanidad del hombre hacia
el hombre.
A excepción de unos pocos
libros inocuos como Ruth, Proverbios y la Canción de Salomón [Cantar
de los Cantares], el Antiguo Testamento es uno de los tomos más
empapados en sangre que uno pudiera esperar encontrar alguna vez.
Así, muchos revisionistas
sienten que deberíamos sentirnos quizá aliviados, e incluso
regocijados, de que algunas horrorosas y espeluznantes matanzas
descritas allí (como la conquista armada de Canaán por los
israelitas) pueden haber sucedido nunca en absoluto.
Lamentablemente, es una
apuesta segura el que los sionistas, incluyendo a los sionistas
cristianos, no darán la bienvenida a las noticias de que los
antiguos israelitas no mataron a los cananeos nativos hasta algo
como el grado que el Antiguo Testamento lleva a creer.
El libro de Thompson puede no cubrir mucho que no ha sido cubierto
por otros eruditos en el pasado, pero es a pesar de eso un volumen
polémico.
Cualquier tentativa de
cuestionar la confiabilidad de las descripciones históricas bíblicas
es percibida (y con justa razón) como tendiente a debilitar el
presunto derecho histórico de los judíos a las tierras de Palestina
(quienes señalan algunos pasajes ambiguos en el Antiguo Testamento
para "demostrar" que ellos son el "pueblo elegido
de Yahvé"), y como
la destrucción del mito de la nación de bandidos que supuestamente
está renovando el antiguo 'reino' de Israel.
Lamentablemente, la
verdad nunca es tan monetariamente provechosa como una astuta sarta
de mentiras, como la red que han tejido los sionistas judíos y sus
tontos embaucados los sionistas cristianos.
Muchos cristianos seguirán yendo como turistas a Israel y darán
dinero al gobierno israelí, convencidos de que Moisés y David
existieron y de que el Antiguo Testamento es literalmente verdadero,
sin tener en cuenta las discrepancias.
Thomas Paine, por su parte, murió sin amigos y en la pobreza porque
él no suavizaría sus palabras en cuanto a la verdad como él la veía,
sino que habló y escribió de manera franca y directa.
En esencia, él fue un
mártir de la verdad.
Voltaire fue perseguido y
obligado a trasladarse de una nación a otra para evitar al
"monstruo" ("Ecrasez l'infame", o "Aplastad a la bestia de la
persecución", él era aficionado a decir a sus seguidores).
Thomas L. Thompson, como
ya se señaló, también ha sufrido en tiempos muy recientes por sus
opiniones honestas y académicas. Pero a pesar de todo los
revisionistas se sienten moralmente obligados a perseguir siempre la
verdad no importa a qué costo.
Las míticas leyendas de Moisés, Josué,
el rey David, Salomón, etcétera, son en gran parte
falsificaciones.
Los mitos del Antiguo
Testamento no son más válidos que la antigua creencia griega y
romana en un panteón de dioses idiosincrásicos y psicológicamente
inestables.
Pero puesto que el Israel
de hoy deriva su misma legitimidad para su estructura de Estado (y
para el continuado genocidio en Palestina) de esos antiguos
cuentos de hadas, parecería que la verdad histórica en este caso
socava el fundamento mismo del
moderno Estado de Israel.
BIBLIOGRAFÍA
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Ahlstrom, Gosta
W., The History of Ancient Palestine, 1993.
-
Bright, John, A
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-
Dever, William
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Know It?: What Archaeology Can Tell Us about the Reality of
Ancient Israel, 2002.
-
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G., Who Were the Early Israelites and Where Did They Come
From?, 2006.
-
Miller, James
Maxwell, A History of Ancient Israel and Judah, 2ª ed.,
Westminster, 2006.
-
Perdue, Leo G.,
Reconstructing Old Testament Theology: After the Collapse of
History (Overtures to Biblical Theology), Augsburg, 2005.
-
Smith, Mark S.,
The Origins of Biblical Monotheism: Israel’s Polytheistic
Background and the Ugaritic Texts, Oxford, 2003.
-
Thompson, Thomas
L., Early History of the Israelite People: From the Written
& Archaeological Sources, 2000.
-
Thompson, Thomas
L., The Mythic Past: Biblical Archaeology.
REFERENCIAS
[1] John Donne, que
escribió en 1611: "Y la nueva Filosofía pone todo en duda...",
estaba preocupado de que las viejas respuestas ya no fueran
capaces de ser consideradas como verdaderas. Pero la ciencia
moderna ha inoculado desde hace mucho tiempo al hombre contra la
permanencia de todas las respuestas. (Donne, "El Primer
Aniversario", en Los Poemas de John Donne, editados por Sir
Robert Grierson [Londres, 1933], pp. 205-218). Donne no estaba
solo en su preocupación de que toda la coherencia hubiera
desaparecido, y de que el orden natural estuviera cediendo el
paso al desorden. (David H. Levy, "Starry Night: Astronomers and
Poets Read the Sky", Nueva York, 2001).
[2] Finalmente la
Iglesia Católica tuvo que tragar la astronomía Copernicana, por
mandato del Santo Oficio, el 11 de Septiembre de 1822, casi tres
siglos después de que fuera publicado De Revolutionibus Orbium
Caelestium. Henry L. Mencken (p. 259) predijo que lo mismo
sucedería con la teoría de la evolución.
[3] El Mappa Mundi en
cuestión aquí es un pergamino de fines del siglo XIII atribuído
a Richard de Holdingham. (Trilobite: Eyewitness to Evolution, de
Richard Fortey, Nueva York, 2000, p. 191).
[4] Tom van Flandern,
"Dark Matter, Missing Planets and New Comets: Paradoxes
Resolved, Origins Illuminated", Berkeley, California, 1993. Van
Flandern encuentra muchos defectos en la teoría del Big Bang y
tiene toda una cosmología de su propia ideación que es digna de
atención.
[5] La palabra
"hebreo", antiguamente escrita como "habiru", significa "uno que
es desde más allá del río", es decir, un extranjero. En las
escrituras egipcias, dicha palabra está emparejada con el
término "sagaz", que significa "asesino" o "bandido".
[6] Mencken, Henry
L., Treatise on Gods, 2ª edición, Nueva York, 1946, reimpreso en
1997.
[7] Aquí hay una cita
típica de La Edad de la Razón: "Hay una confusión asombrosa
entre el orden histórico y el cronológico en el libro de los
Jueces. Eso muestra el estado incierto y fabuloso del Antiguo
Testamento. Según el ordenamiento cronológico, la toma de Laish,
y el darle el nombre de Dan, se pretende que ocurrió 20 años
después de la muerte de Josué, que era el sucesor de Moisés; y
de acuerdo al orden histórico, como está en el libro, se supone
que tuvo lugar 306 años después de la muerte de Josué, y 331
después de la de Moisés; pero ambos excluyen a Moisés de ser el
escritor del Génesis, porque, según cualquiera de las
declaraciones, no existió ningún lugar tal como Dan en tiempos
de Moisés; y por lo tanto el escritor del Génesis debe haber
sido alguna persona que vivió después de que la ciudad de Laish
recibió el nombre de Dan; y quién fue aquella persona, nadie lo
sabe, y por consiguiente el libro del Génesis es anónimo, y sin
autoridad". Y esta otra: "Sáquese del Génesis la creencia de que
Moisés fue su autor... y no queda nada del Génesis excepto un
anónimo libro de historias, fábulas y absurdos tradicionales o
inventados, o de evidentes mentiras. La historia de Eva y la
serpiente, y la de Noé y su arca, están en el mismo nivel que
los Cuentos Árabes, sin el mérito de ser entretenidas, y el
relato de hombres que viven entre ochocientos y novecientos años
llega a ser tan fabuloso como la inmortalidad de los gigantes de
la mitología".
[8] Tenemos que
distinguir dos términos aquí: la "historicidad" del Antiguo
Testamento, y su "autenticidad". Algunos autores invertirían las
definiciones, pero como son usadas aquí, por la historicidad del
Antiguo Testamento se quiere decir la correspondencia existente
entre acontecimientos y personas descritos en el Antiguo
Testamento, con acontecimientos que realmente ocurrieron y la
gente que realmente vivió. La autenticidad del Antiguo
Testamento significaría el grado hasta el cual Biblia como la
conocemos hoy corresponde a lo que sus escritores originales
tuvieron la intención de decir. Es un hecho conocido el que
varios teólogos a través de los siglos han vuelto a escribir la
Biblia para que satisficiera sus particulares agendas, un
proceso que por lo general para empezar quitaría mérito a
cualquier verdad histórica que pudiera haber en ella. Aquí no
trataremos con el debate de la autenticidad, aunque podría ser
notado al pasar que la Biblia, según los más modernos y
respetados eruditos bíblicos, es una de las escrituras más
manipuladas de la Tierra, con una autoría y un comienzos
dudosos.
[9] Un par de sitios
web enumeran abundantes contradicciones históricas que hay en el
Antiguo Testamento. Entre ellas, para mencionar sólo unas
cuantas, están éstas: ¿Qué edad tenía Ocozías cuando él asumió
el trono? "Veintidós años tenía Ocozías cuando él comenzó a
reinar" (2 Reyes 8:26). "Cuarenta y dos años tenía Ocozías
cuando él comenzó a reinar" (2 Crónicas 22:2) Cuando el jefe de
los hombres fuertes de David levantó su lanza, ¿a cuantos
hombres mató él a la vez? "Ochocientos" (2 Samuel 23:8).
"Trescientos" (1 Crónicas 11:11). De "Losing Faith in Faith:
From Preacher to Atheist", de Dan Barker. Barker afirma que hay
miles de discrepancias en el Antiguo Testamento).
[10] Un ejemplo es la
obra fundamental "Hamlet's Mill: An Essay Investigating the
Origins of Human Knowledge and Its Transmission through Myth",
de Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend (1969).
[11] En cuanto a
Abraham, ¿qué podemos decir de una figura supuestamente
histórica cuya historia de vida se conforma prácticamente en
cada detalle al arquetipo del héroe mítico, sin que haya ninguna
información "secular" o mundana en absoluto? Eso no demuestra
que no existió ningún histórico rey David, ya que no es ilógico
que un individuo histórico genuino pudiera haber llegado a ser
celebrado de esa manera, e incluso deificado, y que su vida y
carrera hubieran sido completamente asimiladas al arquetipo del
héroe mítico, es decir, al rey Arturo. Pero si eso sucedió, ya
no podríamos estar seguros de que hubo alguna vez una persona
real en la raíz de todo el asunto. El vidrio de color se habría
hecho simplemente demasiado grueso para mirar detenidamente a
través suyo. Alejandro Magno, César, Ciro, Arturo y otros han
sufrido ese destino. Lo que impide a los historiadores
descartarlos como meros mitos, como lo hace Paul Bunyan, es que
hay algún residuo. Conocemos al menos un poco de información
mundana sobre ellos, quizá muy poco, que no forma parte de
ningún ciclo de leyendas. O ellos están tan intrincadamente
tejidos en la historia del tiempo que es imposible obtener algún
sentido de aquella historia sin ellos, lo cual no ocurre con el
rey David.
[12] Dejaremos a un
lado citas tales como la de Niels Bohr, el cual, hablando con un
físico teórico más joven, se dice que dijo: "Su teoría es loca.
Pero no es lo bastante loca para ser verdadera". Del mismo modo,
el dicho común de que "La verdad es más extraña que la ficción"
no es ninguna justificación para un enfoque falto de sentido
crítico o de que "todo vale" en Historia. En el tratado de
Tertuliano De Carne Christi, él habla en contra de Marción, cuya
opinión era que la humillación implicada en el hecho de la
Encarnación era indigna de Dios. Tertuliano responde a eso en un
pasaje maravillosamente paradójico y profundamente espiritual:
"Exceptúa a la única esperanza del mundo entero, tú que estás
destruyendo el indispensable honor de nuestra fe. Cualquier cosa
que sea indigna de Dios es ganancia para mí... El Hijo de Dios
ha nacido; no estamos avergonzados, porque deberíamos estar
avergonzados. Y el Hijo de Dios murió; eso es absolutamente
creíble, porque es absurdo. Y estando sepultado Él se levantó
otra vez; aquello es cierto, porque es imposible" ("Natus est
Dei Filius; no pudet quia pudendum est; y mortuus est Dei Filius;
prorsus credibile est quia ineptum est; y sepultus resurrexit;
certum est quia impossibile").
Para un científico, esto está a la par con la declaración de la
Reina Roja a Alicia de que era su práctica regular "creer seis
cosas imposibles cada día antes del desayuno". El hecho de que
la física teórica, e incluso las matemáticas, la reina de las
ciencias, tenga abundancia de paradojas, es una cuestión aparte.
De cualquier modo, la Historia, que está llena de giros y
vueltas inesperados, exige pruebas, no verosimilitud. Tal como
una mariposa que revolotea sus alas de una cierta manera
casualmente en Pekín puede hacer que ocurra un tornado en
Kansas, como los teóricos del caos nos informan, del mismo modo
el curso de la Historia mundial podría ser completamente
cambiado por una trivialidad tal como la casual longitud de la
nariz de una mujer (Cleopatra). Es, de hecho, la ficción la que
exige la verosimilitud; y ésta es la base para el argumento de
Thompson para beneficio de un enfoque literario del material
bíblico. De todos modos, cuando lo que es promovido como
Historia es simplemente demasiado fantástico para ser creíble,
se hace necesario echar una mirada más cercana a los hechos
verificables, ya que, como los científicos podrían decir, un
escenario extraordinario requiere una prueba extraordinaria.
[13] Autor de "Why I
Am Not a Muslim" y de "The Quest for the Historical Muhammad".
[14] Autor de "Jihad
in the West".
[15] "Tempestad y
Éxodo", de Ralph Ellis, 2000.
[16] Autor de "The
Invention of Ancient Israel".
[17] Autor de "The
Israelites in History and Tradition", y de "Prelude to Israel’s
Past: Background and Beginnings of Israelite History and
Identity".
[18] Autor de "Scribes
and Schools: The Canonization of the Hebrew Scriptures".
[19] Autor con Neil
Asher Silberman de "La Biblia Desenterrada: La Nueva Visión de
la Arqueología del Antiguo Israel y el Origen de Su Texto
Sagrado".
[20] "The Cambridge
Companion to Spinoza", de Don Garett, editor, Cambridge, 1996,
p. 386.
[21] Problemas
similares existen en cuanto a Isaías, por ejemplo. El profeta
Isaías tradicionalmente se ha supuesto que escribió el libro de
Isaías; pero mientras es muy probable que él haya escrito partes
de ello, "la idea de que él ha escrito todo es completamente
imposible. En varios capítulos de él realmente se habla en
tercera persona. Tres documentos principales han sido separados
del libro, pero hay también otros menores, y dos capítulos
enteros parecen estar sacados físicamente del libro 2º de Reyes.
El libro de Isaías ha tensado la erudición bíblica de manera muy
incómoda, y muchos de los problemas que presenta están todavía
bajo una furiosa discusión. La literatura sobre el tema es casi
interminable, y es muy difícil de leer" (Mencken, p. 200).
[22] "Confronting the
Bible’s Ethnic Cleansing in Palestine", de Michael Prior,
publicado por Americans for Middle Eastern Understanding Inc.,
vol. 33, Nº 5, Diciembre de 2000.
[23] Digno de citar
en conexión con esto es un pasaje del destacado escritor judío
Arthur Koestler. Él contó esta curiosa pero poco conocida
historia en su libro de 1976 "La Decimotercera Tribu": "La gran
mayoría de los judíos que sobreviven en el mundo es de origen
europeo del Este, y así principalmente jázaro. De ser así, esto
significaría que sus antepasados vinieron no del Jordán sino del
Volga, no de Canaán sino del Cáucaso... y que genéticamente
ellos están más estrechamente relacionados con las tribus de
hunos, uigures y magiares que con la semilla de Abraham, Isaac y
Jacob. Si éste resultara ser el caso, entonces el término "anti-semitismo"
quedaría desprovisto de sentido... La historia del Imperio
jázaro, a medida que emerge lentamente del pasado, comienza a
parecer el fraude más cruel que la Historia haya perpetrado
alguna vez". Confirmando a Koestler, un conocido judío francés,
el profesor Maxime Rodinson, ha observado: "Es muy probable que
los llamados habitantes árabes de Palestina... tengan mucho más
de la "sangre" de los antiguos hebreos que la mayor parte de los
judíos de la diáspora, cuya exclusividad religiosa de ninguna
manera les impidió absorber a conversos de varias religiones".
Será seguramente reconocido, entonces, que el hecho de que tal
gente denuncie a los árabes palestinos como "anti-semitas" por
resistir al apoderamiento de parte de jázaros-sionistas de sus
milenarios hogares y tierras, debe estar cerca de la altura (o
profundidad) de lo que esa gente afectadamente llama "chutzpah"
[desvergüenza, descaro] (Talk about Hate, de William N. Grimstad,
1999).
[24] Tan temprano
como el siglo XVII, surgieron controversias en cuanto a la
teoría de la inspiración de la Biblia, que condujeron a ciertos
teólogos a cambiar la fórmula de "La Biblia es la Palabra de
Dios" a "La Biblia contiene la Palabra de Dios".
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