El Códice Dredden descifrado
21.
LOS CALENDARIOS MAYAS REVELADOS
Los sacerdotes mayas trabajaban con un calendario un tanto complejo para los ciclos de Venus. Las series de mis descubrimientos comenzaron con la afirmación maya de que cinco años de Venus son iguales a ocho años de la Tierra.
Además, tenía que haber una conexión con el calendario religioso de 260 días, un ciclo que consta de una sucesión de trece números sagrados más una serie de veinte días. El producto final de toda esta aritmética fue un gran almanaque de Venus para 104 años, que contenía 54 ciclos venusianos y 146 almanaques religiosos.
Para descifrar los códigos empecé con la siguiente proposición maya:
Si multiplicamos los diversos valores del período orbital de la Tierra por 8: 8 x 365,242 = 2.921,936 (¡el número 936 después de la coma decimal!)
En dos casos, los números de Venus son iguales a los de la Tierra; por lo tanto, lo que los mayas afirmaban es literalmente cierto. Sin embargo, las correlaciones no terminan aquí; hay más todavía.
Restemos el período orbital de Venus del correspondiente valor maya para la Tierra:
Hagamos lo mismo con el periodo orbital exacto de la Tierra:
Si dividimos estos números por 8:
¡Ambos números pueden verse también en cálculos anteriores! ¡Esto demuestra que los mayas conocían el período orbital exacto para la Tierra! Posteriores cálculos atrojaron los siguientes resultados:
Si no consideramos la coma decimal en el número 2,3376 precedentemente calculado, y lo dividimos por 64 y 16, obtenemos lo siguiente:
Si repetimos el mismo proceso para el número 2,336:
La evidencia puede extenderse a un año sideral (= periodo de tiempo de travesía de la Tierra, medido en relación con las estrellas, que asciende a 365,2564 días):
Restemos ahora el valor de Venus:
Dejemos de lado la coma decimal y hagamos una división por 8, 64 y 16, como hicimos arriba:
* Estos códigos serán utilizados más adelante para descifrar el
Códice Dresden.
Dos valores para la Tierra producen lo siguiente:
Un primer código es simple:
La diferencia entre los períodos orbitales de la Tierra y Venus asciende a:
Si dividimos los conocidos números, obtenemos lo siguiente (hay que dejar de lado la coma decimal):
Otras correlaciones:
Ahora, multipliquemos el valor actual del período orbital de la Tierra alrededor del Sol por 104:
Restemos el valor que los mayas le asignaban a Venus:
Dejemos de lado la coma decimal y aumentemos diez veces el número precedente (30.368) para unificar:
Una primera estimación demuestra que esta decodificación es correcta:
Posteriores codificaciones producen lo siguiente:
Igual que en el cálculo anterior, esto se puede extender al periodo de la órbita sideral de la Tierra:
Restemos el valor de Venus:
La división produce números de código:
Un ciclo maya aún mayor muestra el mismo fenómeno:
Restemos este número del valor maya conocido:
Otros cálculos producen lo siguiente:
El período de órbita sideral de la Tierra muestra algunos números interesantes:
Restemos el valor de Venus:
Los lectores interesados saben que los mayas utilizaban a Venus no sólo para determinar el período del ciclo de las manchas solares, sino también para destacar un ciclo de 37.960 días (65 x 584). Respondiendo a su natura! instinto aritmético, multiplicaron 65 x 0.08 y obtuvieron 5,2. De este modo, develaron un antiguo código: el ciclo de 52 años.
Pero los lectores átenlos no se quedarán aquí: empezarán a indagar de manera mas profunda, porque una cosa está relacionada con la otra. Los códigos existen para ser descifrados. Empezamos a digitar las cifras en la calculadora y cuando -siguiendo el estilo de los mayas- multiplicamos el período orbital de la Tierra alrededor del Sol por 52, obtenemos este extraño resultado:
Al ver las cifras después de la coma decimal, a muchos les será
difícil
reprimir una exclamación de alegría: se trata del número 584. ¡Éste
es el periodo orbital de Venus, el tiempo que tarda en aparecer
exactamente en el mismo lugar!
Ya los hemos hallado en el Capítulo 14, "Números astronómicos asombrosamente exactos".
Si observamos estos dos números con detenimiento, es probable que suspiremos aliviados. He aquí la prueba irrefutable de que estamos en lo cierto:
Ahora tenemos un número con el que no sabemos qué hacer: 416. Pronto hallaremos la solución:
¿Qué otras revelaciones matemáticas encontraría? Observé atentamente los cálculos anteriores hasta que no pude reprimir una sonrisa. La lógica basada en los "números sagrados" pedía "a gritos" ser decodificada.
Considerados desde un punto de vista puramente matemático, los siguientes cálculos producen una intrigante correlación con los precedentes:
Conocemos el 26, pero no el otro número: 6,5. ¿Cuál podrá ser el significado? Bueno, no hay que buscar demasiado para hallar la respuesta. Ya vimos antes el ciclo de 37.960 días. ¡Mire! ¡Se está produciendo el milagro! La cifra 37.960 contiene tres calendarios: el de Venus, el del Sol y el de la Luna.
Todos están en este ciclo. ¡También lo están los números de código 26 y 65! Hay muchas consecuencias conectadas con estos hallazgos. Las matemáticas de los mayas y de los atlantes eran mucho más adelantadas de lo que suponemos actualmente. Contienen estructuras internas que conducen a mensajes misteriosos pero acertados.
La fórmula resumida es la siguiente:
Nuevamente, los milagrosos malabares con las cifras mayas hacen que todo se acomode en su lugar. No lo olvide: esto es apenas una fracción del conmocionante viaje de descubrimiento a través de sus secretos muy bien guardados.
Uno por uno, he logrado desmantelar los mensajes más importantes. Y todavía quedan más, algo típico de las civilizaciones sumamente desarrolladas. La nuestra también guarda los suyos, como la bomba atómica, las armas secretas, productos patentados, etc. Sin embargo, para mí, ninguno de ellos es tan fascinante como los de civilizaciones desaparecidas, como la de los mayas y egipcios.
Irradian una fuente de conocimientos inmensamente
rica, y mi más ferviente deseo es averiguar lo más posible sobre
ellos. ¿Y por qué no? Su conocimiento está íntimamente relacionado
con una catástrofe que barrió la antigua civilización de Aha-Men-Ptah. y ésa es precisamente la amenaza que pende sobre la
nuestra.
Hasta el presente, los investigadores piensan que los mayas calcularon la órbita de la Tierra alrededor del Sol con una precisión de hasta tres dígitos después de la coma decimal.
Figura 53. Principales variaciones de los números mayas con su equivalente enyucaleco oral.
Las decodificaciones antes presentadas son una prueba irrefutable de que los mayas también calcularon ¡el cuarto dígito después de la coma decimal! Más aún. conocían el período de la órbita sideral de la Tierra.
Estos descubrimientos causarán una revolución en las siguientes interpretaciones del conocimiento de los mayas. Y estoy lejos de exagerar. Si observa con detenimiento la decodificación, verá que el año mágico de los mayas - fuente de sus calendarios - se puede recuperar con la ayuda del valor maya para el período sinódico de Venus.
Esto constituye una parte esencial del todo y una prueba innegable para el desciframiento completo.
El primer día fue el 11 de agosto de 3114 a.C, y los 1.872.000 días terminan en una feroz actividad tectónica, el 21 de diciembre de 2012. Decidí emplear los hallazgos que mencioné en mi libro anterior. Le sugiero que haga lo mismo y que emplee las tres vueltas calendarías y sus múltiplos; luego utilice 1.898.000 y 1.899.300; repite el ciclo largo del Códice Dresden del primer número.
Luego, reste las vueltas calendarías de los otros dos números correspondientes y éstos serán los resultados:
Los resultados son iguales a las cifras obtenidas de multiplicar los números del ciclo sótico por el número de código 351:
Observamos otra vez una conexión entre los mayas y los egipcios; tres números sagrados de los egipcios están convertidos en el resultado. Más aún, vemos el número 351, resultado que espontáneamente he hallado varias veces mientras descifraba el programa computerizado del fin del mundo, que será en el año 2012 (véase también mi próximo libro). Otra vez. ¡no es coincidencia! Sólo deténgase un momento para observarlos.
Con ayuda de los conocidos números de los campos magnéticos solares, volverá a hallar varios códigos:
19.440 es un número esencial para descifrar el zodíaco egipcio y calcular el ciclo de las manchas solare. 13.660.54054, multiplicado por 100, es prácticamente igual al ciclo superlargo del campo magnético del Sol. Más adelante, se evidenciará que esto no es una coincidencia y se revelarán más códigos:
Hay varios otros códigos ocultos detrás del numero 505.440, En el siguiente desciframiento del mencionado códice maya, los números 74 y 54 también son importantes:
Más adelante, encontrará un pequeño juego con números de los mayas, que resulta muy entretenido:
Y el juego no termina aquí:
Multipliquemos el número de! Códice Dresden y los números relacionados por 10. y restemos estos números:
Así hemos hallado una importante clave sobre por qué los mayas tenían números superlargos: porque ocultaban varios códigos; pero les dejo "descubrir" esto a los sabuesos. Le daré una pauta con un ejemplo sobre cómo trabajaban. Unas pocas líneas antes vemos el número 351 en los cálculos, y esto debería llamarle la atención. Con un poco de iniciativa, pronto hallará más códigos en el ciclo de las manchas solares.
Si dividimos el período de los campos magnéticos por 351 obtenemos:
Conclusión: hallamos un número periódico con la cifra 74. Conociendo a los mayas, algunos jueguitos con números deben de estar ocultos allí, hecho que confirman posteriores cálculos:
Una posterior averiguación arroja el siguiente resultado:
Para que tenga sentido podemos hacer lo siguiente:
Conclusión importante
Multipliquemos por la cantidad de grados por los que pasan los dos campos en un día. pero en orden invertido:
Dividamos un círculo completo (360 grados) por este número: 360 +
131,351351 = 2,74074074 (= número de código)
Por lo tanto, hay una relación entre 351 y el magnetismo solar.
Además, los números 74 y 27 son importantes, pero eso ya lo hemos
demostrado. Una vez más, todo concuerda maravillosamente bien.
Observe:
Nuevamente, hallamos una correlación con los números sagrados egipcios:
De modo que la inversión es igual a:
Después de 3.848 años, el campo magnético del Sol ha hecho una travesía de 2.103.840 grados (16.071 x 130,9090909).
Esto es igual a:
Después de 3.848 años, la Tierra ha hecho una travesía de 1.385.280 grados (16.071 x 86.197498). Esto es igual a:
¡Son los números hallados precedentemente!
El número periódico 74 arroja lo siguiente:
Podemos volver a hallar el número del Códice Dresden de esta manera:
Sigamos jugando, porque todavía hay más correlaciones para descubrir.
Podemos calcular la siguiente serie asi:
Otras series:
Un asombroso resultado es:
Los lectores observadores lo reconocerán ¡como el cuadrado del número de precesión!
Vuelvo a mostrarles este cálculo:
¡Este número es también igual al período promedio de un ciclo de manchas solares! En otros cálculos regresa como número de código. Ciertos cálculos simples producen lo siguiente:
Vemos aquí varios números de código que se utilizaron en otros cálculos para descifrar el Códice Dresden. Una última serie muy especial es la siguiente: si dividimos la cantidad de días de las varias vueltas calendarías entre el cataclismo del año 9792 a.C. y el cataclismo venidero en 2012 por la serie hallada, obtenemos:
Dividamos esto por el código del ciclo de las manchas solares:
Otra conexión asombrosa demuestra que la cantidad de días entre ambas catástrofes es la correcta:
El número 227 es el código que utilicé para calcular la fecha final de la catástrofe. Hay 227 períodos de 52 años" entre ambos cataclismos (véase mí libro anterior). Vemos no sólo el número 227, sino también el 27, que apareció más de una vez en los cálculos. Nuevamente, ¡un ejemplo magistral de cómo calcular la fecha final con la ayuda de los mismos números! También podemos volver a encontrarnos con el número 25,2222 de otra manera (en mi libro anterior ya había descubierto que el número 227 está vinculado con el 117):
Cuando dividimos estos valores por su diferencia, obtenemos como resultado estos números sagrados de los egipcios:
Otra vez, había más códigos para descubrir. Pronto hallé otra conexión entre el ciclo de Sothis, el de las manchas solares y los números de código, mediante los cuales podemos volver a hallar el ciclo de precesión:
Estos números, aunque son cien veces menores, ¡se empleaban para calcular el fin de un ciclo! Si dividimos la cantidad de días de los años entre las catástrofes anteriores por estos números, obtenemos como resultado el ciclo de precesión. Con respecto a la cuenta regresiva hasta 2012, estas divisiones producen el número 26.559, igual a 117 x 227 (véanse mi libro anterior y el próximo).
Y esto es lo que hallé:
¡Éstos son los números que aparecen más arriba! ¿Quién puede seguir teniendo dudas acerca de la brillante Inteligencia de este programa de software? No obstante, mi viaje de descubrimiento todavía no terminaba:
23.
CÁLCULOS DEL CICLO DE LAS MANCHAS SOLARES
El número 781 corresponde a los bits (períodos de tiempo) que Cotterell descubrió en un ciclo de manchas solares. Si dividimos los valores hallados precedentemente en el orden inverso por los periodos orbitales de los campos magnéticos, obtendremos el siguiente resultado:
Un ciclo está compuesto por 781 bits. Lo subdividimos de esta manera:
Sobre esta base podemos calcular un ciclo largo:
Esto es igual a:
Sobre la base de este número, logré descifrar el Códice Dresden. De
estos cálculos se desprende que éste es un número esencial del cielo
de las manchas solares. Por eso los mayas lo incluyeron en sus
códigos.
Duración de los campos magnéticos del Sol calculados a partir de los
ciclos de manchas solares de los mayas
De nuevo, esto se evidencia claramente en los próximos cálculos. Como sabe por el capítulo anterior, un ciclo importante se completa después de 6.209.272727 días; este número muestra una serie infinita de 27. Conociendo a los mayas, debía de haber algo más para descubrir relacionado con este número. Los mayas utilizaron dos números para el período del ciclo de las manchas solares.
Cuando los dividimos por 27, descubrimos la primera clave:
La diferencia muestra lo que estamos buscando:
Las correlaciones no se detienen aquí:
Si dividimos los ciclos, obtenemos:
Vemos aquí tres números importantes: 26, 37 y 396. Además, podemos calcular un ciclo a partir de otro, y esto lo comprobamos claramente con la serie infinita del 26:
Si éste no es un brillante juego de números, ¡yo estoy loco!
Repito aquí los valores hallados:
Con la precesión hemos obtenido lo siguiente:
Existe una relación entre las diferencias de los períodos de tiempo. En el ciclo de las manchas solares es:
Con la precesión es:
Cuando restamos el primer número, el resultado es el siguiente:
Si dividimos 781 por 11, obtenemos 71. Nuevamente, aquí tenemos una hermosa argumentación:
Bueno, no podemos embellecerlo más. pero para mí siempre será un
enigma por qué estos benditos atlantes lo han complicado todo tanto.
Es un hecho que el conocimiento es poder, y ellos sabían muy bien
cómo camuflarlo. Sin mi
perseverancia y mi apasionada investigación, esto se hubiera perdido
para siempre. Y no termina aquí, de modo que hay que continuar con la pesquisa:
Dividamos el número de precesión por este resultado:
Otra vez. hallamos una correlación con otro número:
Los escépticos. aun los más duros, no estarán en situación de declarar que esto es sólo una coincidencia. Para silenciarlos de una vez por todas, demostraré otras correlaciones que no pueden ser ignoradas.
La infinita repetición del 72 me pareció un punto de partida de ios atlantes; por lo tanto, empecé a investigar. Si me sigue en mi argumentación, hallará lo mismo que yo. Multipliquemos la cantidad de grados que el campo magnético pasa en un día, en orden inverso, por el número de círculos que se completan después de 87,4545 días.
La explicación: después de 2.363636 y 3,363636 días, ¡os campos solares han pasado 32,727272 grados de un circulo. Sí. es cierto, es demasiada coincidencia, y no creo que deba quedar así. Por supuesto que tos verdaderos "sabuesos", como usted y yo, no nos damos por vencidos tan fácilmente.
Si continuamos razonando, obtenemos la solución del enigma, según se demuestra a continuación:
Por cierto, tenía que haber algo más detrás de todo esto. Esos brillantes matemáticos de hace milenios eran demasiado inteligentes como para no haber ocultado más códigos:
La explicación: después de 7,9504132 días existe una diferencia de 32.72727272 grados.
Conclusión: Al cabo de 87.4545 días el campo ecuatorial ha completado un círculo más que el campo polar. Cuando multiplicamos la cantidad de grados por 11. los resultados que arroja son números conocidos:
La diferencia es de 3.960 grados, ¡el número que acabamos de
calcular del ciclo de! zodíaco! Además, vemos un múltiplo del número
936, que se usa con tanta frecuencia. No podemos cenar los ojos ante
este hecho. La relación entre la precesión y el ciclo de manchas
solares lia sido demostrada adecuadamente.
Tomemos los números que hemos hallado anteriormente en el ciclo de precesión y dividámoslos por 36:
Estos números conducen a la solución del Códice Dresden:
Se ocultan más cifras en los números de precesión. El ciclo de las manchas solares consiste en veinte ciclos de 68.302 días. Multipliquemos estos números de precesión por 20, dado que el magnetismo solar se invierte después de 20 ciclos:
Si restamos el ciclo de precesión de los dos primeros números:
Ambos números contienen números de código:
Dos restas prueban nuestra proposición:
He aquí otro número de código:
Mediante nuevas divisiones podemos descubrir más números de código:
Por medio de algunos cálculos lógicos, otra vez podemos hallar otro número que apareció recientemente:
Con ayuda de Venus, rápidamente podremos recuperar un primer código:
Si reemplazamos el número 584 por 583,92 - que es el valor correcto del período sinódico de Venus - obtenemos una diferencia de 0,08. Multipliquemos esta diferencia por 2.340:
¡Es el período de un ciclo de manchas solares! Sin lugar a duda, esto es correcto porque
Más aún:
Cuan o multiplicamos 187,2 por 20 obtenemos 3.744, o sea. un conocido número maya. Al mismo tiempo, recuperamos un segundo código en el cálculo con Venus:
Otros cálculos demostraron que éste es un número de código cuando se lo multiplica por 100 (792). Dividamos el número anterior por éste y obtendremos lo siguiente:
Aquí nos topamos con un hecho importante, pues el número es un mensaje codificado: lo hallaremos muchas veces más y nos conducirá a la revelación del mayor secreto maya.
Regresemos ahora al número de código 3.744. que habíamos ya recuperado. Éste muestra la cantidad de años de 365 días en el supernúmero maya:
Por supuesto que los mayas conocían el valor real de la órbita de la Tierra alrededor del Sol:
Además, está el valor real del periodo sideral (órbita con respecto a las estrellas): 365.2564.
Para simplificar estos cálculos debemos multiplicar sólo los valores después de la coma decimal por 3.744, y así produciremos los valores por los cuales estos números exceden del supernúmero maya:
Sumemos la cifra de los ciclos de las manchas solares, porque la multiplicación con el valor de Venus produjo un número inferior:
Restemos los dos primeros valores:
Para convertir en enteros los decimales en los valores más altos, multiplicamos estos números por 10.000. Luego los dividimos por 7.488:
Aquí podemos descifrar un mensaje en código:
Si dividimos los valores mayores por 3.744 y 3.796 (dejando de lado la coma decimal), obtendremos:
¡Ya habíamos hallado antes los cuatro números precedentes en los ciclos de Venus! Se mencionan en el Capítulo 21. Las divisiones con otros números son una evidencia irrefutable de que estamos en la pista de algo sumamente importante:
Los números 383 y 19.916 también están presentes en el desciframiento de 65 años venusianos = 104 años terrestres. Si estudia cuidadosamente los números precedentes, notará que hay un número de código oculto:
Con la ayuda de este número podemos recuperar varios códigos:
Los números de código 8, 52 y 64 son claros y es necesario utilizarlos. Vimos más arriba, en otras divisiones, las cifras 292. 288 y 2.922; ¡seguro que ocultan otro código! Cuando dividimos estos números por 8, obtenemos:
El último resultado es:
Esta serie (excepto el último número) contiene el cálculo oculto con la cantidad de días en los diferentes años:
Hay todavía otro código más:
Así podemos calcular el ciclo de manchas solares:
Los cálculos siguientes en combinación con 187.2 (número de código del ciclo de las manchas solares mencionado precedentemente) producen:
Cuando escribimos los números 288, 292 y 2.922 con la misma cantidad de dígitos, y los multiplicamos por 468, los resultados son:
También hallé otra posible serie:
El número 2.304 es también un importante código en el cálculo del periodo orbital exacto de la Tierra alrededor del Sol y se relaciona con el periodo entre los cataclismos anteriores (véase el Capítulo 5):
De la siguiente manera se puede demostrar que estos números básicos son correctos y que están relacionados con los acontecimientos de la Atlántida y con el códice maya:
288 y 292 guardan relación con 360 y 365. Multipliquemos estos números por 11.520 y 11.680, y luego dividámoslos por 160:
Cuando hacemos las respectivas restas, ¡volvemos a hallar los números 360 y 365'
Ya hemos hallado una relación entre un ciclo de Venus de cinco años y uno terrestre de ocho años. Sería conveniente que siguiera investigando sobre este tema:
Si restamos el valor sideral del valor maya, obtenemos como resultado el período entre los dos cataclismos:
Dejemos de lado la coma decimal y dividamos por 8:
En el último número, el 64 (= 8 x 8) está aparte: por lo tanto, lo multipliqué por 64:
También multipliqué los números precedentes por 64:
Estos tres números se aproximan asombrosamente al ciclo de las manchas solares. Aquí debemos seguir buscando más códigos.
Tenemos aquí el primero:
El código está invertido y ahora lo hallamos en la primera serie, si bien antes pertenecía a la última. Por lo tanto, lo vamos a multiplicar invertido y a convertir los números en 187 años:
Este código evidencia que el ciclo de manchas solares de 187 años nos conduce a la solución. El número que buscamos, supuestamente, se encuentra entre 68.304.37276 y 68.301.75471.
Si dividimos este resultado por ambos números, obtenemos:
La serie 0,1636363 corresponde a un círculo completo de 360 grados:
La diferencia entre ambas series asciende a:
Por lo tanto, ¡la solución está relacionada con una diferencia de 360 grados!
El verdadero ciclo largo de las manchas solares cambia en el vigésimo ciclo:
Si dividimos este número por 2.200 obtenemos lo siguiente:
¡Ya conocemos este número! Antes lo hallamos como número de código para el ciclo 10 de las manchas solares, pero entonces, de hecho, era diez veces mayor.
Restemos este número del correspondiente valor de los mayas:
Verdadero valor asciende a 2,363636; y podemos demostrarlo de la siguiente manera:
Multipliquemos por 10:
Multipliquemos el otro número por 10:
La resta arrojará, entonces, el valor correcto:
¡Éste es el primero de los códigos principales! Después de 2,363636 órbitas, ¡un campo magnético solar sobrepasa al otro! Además, debernos recuperar el código del otro campo: 3,363636. Esto es relativamente simple.
Como sabemos, podemos hallar los códigos multiplicando por tres números:
Ahora vamos a dividir 520 por estos números:
Si también dividimos la última serie por 2.200:
La diferencia entre el número de los códigos mayas y el vigésimo ciclo, donde el campo se invierte, asciende a:
Si dividimos por 2.200:
Este código es diez veces menor, y podemos demostrarlo de la siguiente manera:
De inmediato conocemos la solución correcta:
Los códigos de Venus
Los siguientes códigos se hallan ocultos aquí:
Al sumar y restar se confirma la exactitud de los números:
Por lo tanto, debemos seguir investigando. La próxima conexión arroja un poco de luz sobre el antiguo mensaje codificado:
¡Después de 87,454545 días, un campo solar alcanza al otro! Hallamos el mismo resultado en estos cálculos:
Hay más detrás del número 5,351351:
Usa .do el número 5,351351 junto con el 468. obtenemos el siguiente resultado:
Una simple resta y una multiplicación producen dos códigos:
Código con 936:
Al multiplicar por los períodos orbitales de los campos, obtenemos: 10,7027027 x 2,363636 = 25,297297 10,7027027 x 3,363636 = 36 Si restamos 25.297297 de 26: 26 - 25.297297 = 0.7027027 Cuando multiplicamos este resultado por el período orbital del campo ecuatorial, obtenemos el periodo orbital de los campos polares: 3.363636 x 0.7027027 = 2.363636 26 + 0,7027027 = 37 = período del campo magnético del Sol en los polos
Este código, obviamente, está demostrando algo. Cuando dividimos los períodos de los campos magnéticos por 10, obtenemos el siguiente resultado:
La serie Infinita con el número 36 ahora se ubica de manera idéntica que en los códigos de Venus, y para obtenerla, debemos ajustar los otros números:
Cuando multiplicamos 22 X 36 obtenemos un código conocido: ¡792!
Los números 3 y 2 también señalan un código:
Vemos una serie infinita con el número 36: por lo tanto, vamos a multiplicar 74 y 52 por 36:
Cuando los dividimos por el periodo orbital de los campos, el resultado es un número de código:
número también es igual a la resta de los productos hallados:
La siguiente división de los productos hallados arroja un código adicional:
El número maya del ciclo largo de las manchas solares también produce una serie de código:
Estr.s números muestran la relación con la precesión (véase el capitulo correspondiente) y crean una importante evidencia en el total. La resta de ambos números arroja un código:
La división produce el mismo valor que aparece más arriba:
Nuevas evidencias:
También podemos hallar este número de la siguiente manera:
También podemos obtener el número 260 como el código oculto de Venus
en el ciclo de 1.898.000 días (véase el comienzo de las
deeodificaciones mayas). Por lo tanto. 260 es un número especial.
Aquí existe una conexión entre las diversas vueltas calendarías y
las órbitas de los cambios magnéticos del Sol.
El campo ecuatorial hace una travesía diaria de:
Ya hemos hallado varias veces el número 0,7027027. También es igual a:
A partir de aquí, podemos calcular la cantidad de rotaciones, de la siguiente manera:
El campo se ubica a 0,027027027 rotaciones desde su punto de partida, arroja el siguiente número de grados:
De hecho, esto significa que el campo se ubica un día después de su punto de partida, o a 9,729729 grados. El campo ecuatorial ha realizado diez rotaciones después de 260 días (!) y está ubicado en su punto de partida.
El siguiente desciframiento del código demuestra la exactitud de este razonamiento:
Todo esto apunta a un código de la vuelta calendaría de los mayas!:
Si multiplicamos estos resultados por la cantidad de grados que los campos recorren en un día, obtendremos lo siguiente:
Multipliquemos 72 por la cantidad de rotaciones de un ciclo en 260 días (razón: 18.720 = 72 x 260):
Multipliquemos este número por 1.000, para que se corresponda con los números precedentes, que están expresados en cientos de miles. Así se demostrará una relación con un número maya:
Cuando restamos este último valor del hallado precedentemente, obtenemos:
¡El resultado es idéntico al primer número, lo único que difiere son las unidades! Pero esto no se detiene aquí: la cantidad de grados que el campo recorre en 72 días también produce un código:
Cuando dividimos este número por el anterior, podremos calcular la cantidad de grados que el otro campo recorre en un día:
Si continuamos con el razonamiento sobre el número de código hallado, descubriremos lo siguiente:
Al cabo de 18.720 días, el campo polar ha recorrido 182.140.54054 grados, es decir. 19.459459 grados más que un círculo completo. El campo ecuatorial está ubicado en su punto de partida. Conclusión: un campo corre 2 x 9.729729 grados más rápido que el otro.
Según la forma de pensar de los mayas, también podemos describirlo de la siguiente manera:
Para la vuelta calendarla de 18.980 días, el resultado es el siguiente:
Hay aquí una conexión con un número maya:
Cuando lo desciframos de la misma manera que antes, el resultado es el siguiente:
Conclusión: El ciclo de 260 días muestra una diferencia de 9.729729
grados entre los campos. Al cabo de 18.980 días, este fenómeno
vuelve a aparecer. Por lo tanto, la vuelta calendaría demuestra un
ciclo del polo solar y del ecuador solar.
En 260 días, el campo polar hace una travesía de 7.027027 rotaciones. Después de 5.256 y 5.254 veces de este ciclo, obtenemos la siguiente cantidad de rotaciones:
Existe una conexión con el número maya 37.440:
Otra decodificación sorprendente es:
Un jueguito con los números:
Otras claves:
Restemos la vuelta calendaría maya de 52 años y veremos los principales números de código del Códice Dresden:
Si multiplicamos el número por otro valor de Venus, de inmediato obtendremos el supeí número:
Si dividimos las vueltas calendarías maya por los valores de Venus, y los multiplicamos por 8, obtendremos el ciclo maya de 260 días:
Otro indicio de su patrón de pensamiento es e! siguiente desciframiento:
Dividamos el supernúmero maya por la cantidad de rotaciones que el campo polar completa en 260 días y veremos dos números de código:
Aquí se ocultan dos números de código:
Cuando multiplicarnos el número de código 1.944 por la cantidad de rotaciones en 260 días, aparece un nuevo código:
Multipliquemos por 100 y restemos el valor del vigésimo ciclo en el que se produce la inversión del campo magnético del Sol:
¡Un ciclo de 1.366.040 días está compuesto por 20 ciclos de 68.302 días! Al dividir 1.944 por 20 obtenemos la cifra 97,2.
Se resta el valor correcto de un Ciclo de las manchas solares:
Los mayas conocían ciclos de 52 años. Nuevamente, el resultado es un código:
Multipliquemos 36 por 54:
Aquellos que comprendan la manera de decodificar, ahora pueden seguir intentando descifrar el Códice Dresden por su cuenta.
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Una vez que aprendí esto, sumado a la importancia del número 666, que invadía mi mente, sin dudar empecé a hacer cálculos. Al cabo de unos minutos me acerqué a pasos agigantados a la solución de este acertijo que tiene miles de años de vida.
Si restamos los tres números precedentes del ciclo de precesión total y dividimos el resultado por 36:
El número 1.944 también es igual a 2.664 - 720.
El resultado que arroja la resta del segundo al primero es un número de código:
Si dividimos el número de la Bestia por 22. con el que podemos descifrar el códice maya, el resultado es el siguiente:
Aquí nos acercamos a una solución vital, pero primero debemos hacer algunos otros cálculos:
Cuando restamos 72 a este número de código, obtenemos la diferencia entre el periodo más largo y el más corto del zodíaco egipcio:
Si dividimos estos números por 22:
En la resta siguiente, reemplazamos los números 792, 72 y 720 por sus valores correlativos después de la división por 22:
Nuestra evidencia se completa en un destello: con los números 720 y 666 también llegamos al resultado:
Si reemplazamos los números 720, 54 y 666 por sus respectivas divisiones por 22. obtenemos:
También podemos describirlo de la siguiente manera:
En otras palabras, ¡se considera que el número 30.272727 es igual al
número de la Bestia! Antes de seguir decodificando. debe saber que
hay desviaciones en el ciclo de las manchas solares.
He aquí un ciclo completo de las manchas solares:
El periodo total de un ciclo de las manchas solares asciende a:
El período total de los ciclos de desviación asciende a:
El período total de los ciclos normales asciende a:
Algunos comentarios importantes aclararán este hallazgo:
Permítame brindarle un ejemplo extraído de las posibilidades aparentemente infinitas:
La lista contiene varios números que he hallado y que me permitieron descubrir la fecha del final establecida matemáticamente. Esto evidencia la importancia del número 9. con el que se completa el circulo.
Según su manera de pensar, los códigos debían aparecer lo más posible. La siguiente conexión se ajusta perfectamente a este patrón de razonamiento:
SI multiplicamos por 22 los números hallados, otra vez obtendremos correlaciones matemáticas:
Ya hemos demostrado que existe una relación entre los nueve ciclos de desviación en un ciclo de las manchas solares. Cuando empecé a pensar sobre esto, ya había hallado un código oculto:
Multipliquemos los números después de la coma por 9:
Con una simple resta de los números correlacionados, podemos demostrar que este cálculo es sumamente importante:
¡El resultado es correcto!
Primero, podemos recuperar los siguientes códigos:
El códice maya se descifra en parte con los números 36,5 y 36. Cuando multiplicamos primero por 36,5 el número de la Bestia, hallamos un nuevo mensaje de código:
Vemos aquí que 243 y 9 están separados; esto demuestra un código, porque 243 y 9 se correlacionan con el número 666:
Si multiplicamos 36 por el número de la Bestia y dividimos el resultado por 9. tal como lo evidencia el código hallado arriba, obtenemos lo siguiente:
Si dividimos 243 por 22, el número para descifrar el códice maya:
Ahora dividamos esto por 2,4545, un número de código del códice maya:
El número total de los ciclos de desviación asciende a cinco de nueve bits = 45. Ahora, intentaremos demostrar que esta proposición es correcta:
Multipliquemos por 5:
Dividamos el número de precesión por este número:
Hay cinco ciclos de desviación de nueve bits. Multipliquemos por 5 los valores hallados anteriormente para los nueve bits:
Diferencia: 45 círculos
Una evidencia adicional: multipliquemos por 36 los valores que preceden la serie infinita 36;
Restemos estos dos valores:
Dividamos el número de precesión por este resultado:
Ahora dividamos el número de código arriba mencionado por 16:
Y dividamos el número de precesión por los 45 ciclos en total:
Al dividir este número de Venus por el número codificado hallado precedentemente, obtenemos estos asombrosos resultados:
¡Los últimos tres resultados, 432. 324 y 243, tienen las mismas cifras ordenadas de distinta manera!
Un ciclo normal de manchas solares consta de 8 bits:
Mediante algunos simples cálculos hallaremos nuevos números de código que muestran la exactitud de esto:
Este último número muestra el ciclo maya de 52 años:
Seis ciclos de 8 bits (6 x 8 = 48) forman un importante ciclo:
Otros códigos adicionales:
La cantidad total de bits asciende a 48. Otra vez, hay códigos ocultos detrás:
Conclusiones:
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