Prólogo


Desde 1998, momento en el que fotografié mi primera nube en "X", comencé a interesarme por las nuevas formaciones de surcos dejadas por ciertos aviones en sus carreras por el cielo. Poco a poco, se fueron acumulando los informes en Internet y por mi parte, cada vez los detectaba con más frecuencia en la región de los Apalaches, en Quebec. Empecé a tomar fotos, mes tras meses y año tras año.


Cuando comenzaron a aparecer en la Red los resultados de ciertos análisis de las sustancias que caían del cielo y se revelaron ciertos proyectos ocultos del ejercito, hice conexiones entre todo y me horroricé. Reconocido como un incorruptible que aspira a la libertad, a la verdad y al amor, comencé, en comunicación con diferentes interlocutores, a preparar un informe sobre los rastros químicos de los aviones o chemtrails.


Tenía tantos informes que difundir en mi página web (www.conspiration.ee), conferencias que preparar, joyas que crear (soy joyero), sin contar los dos libros que quería escribir. Todo llegó tan rápido... Sin embargo, me di cuenta de que mi compañera y yo teníamos unas gripes terribles. Evidentemente, todo el mundo en la ciudad manifestaba los mismos síntomas. Estaba convencido de que desde hacia años se extendían epidemias de virus a través del aire mediante pulverización desde aviones clandestinos.


Conseguía combatirla bastante bien de forma natural, con plantas y técnicas que refuerzan el sistema inmunológico. Sin avisar, reaparecían los síntomas de gripe y me ardía la nariz, en ocasiones hasta me sangraba y tenía irritada la garganta... ¡¡¡Pero si estamos en junio!!!


Mi compañera Ginette y yo sentíamos más cansancio de lo habitual. Parecía que corrientes o impulsos atravesaban los músculos y de pronto teníamos dolor en las articulaciones. ¿La edad?... ¡Pero bueno si teníamos más vigor que nunca! Estábamos seguros de que nuestro sistema combatía algo que no era natural. No se trataba de un simple virus de la gripe.


Poco a poco nos recuperábamos de la prueba cuando una bonita tarde soleada del mes de julio de 1992 mientras cocinábamos en la barbacoa del jardín, un avión vaporizó un producto exactamente sobre nuestras cabezas, en línea directa a nuestra casa. "Ginette, ¡ven rápido! Ven a ver el bonito regalo que nos hacen. Yo creo que saben que estoy montando un informe sobre esto", le digo riendo.

 

Nosotros, los conspiradores, sabemos reírnos de nosotros mismos, sobretodo cuando nos dejamos engañar. Ginette se da cuenta de que el rastro está bajo. No es broma, le respondí, no está más que a unos 2.000 metros.


... Vamos a observarlo algunos segundos, sólo para ver su comportamiento. No pasó mucho tiempo hasta que sentí como una llovizna polvorienta sobre mi cara. Vámonos de aquí, replica ella con un tono muy serio. Lo habíamos comprendido al mismo tiempo . Entramos en casa. ¡Ya basta!

Sé lo que está pasando: van demasiado lejos y demasiado rápido para mi gusto. Se acabó.


La semana siguiente, aunque parecía que la pereza nos quería volver a atrapar, de repente me invadió un pensamiento. ¿Por qué no escribir un libro sobre el tema? Fue entonces cuando llamé a mi amiga Louise Courteau y la hice partícipe de mis intenciones. Ella me respondió: ¡Formidable!. No tienes mucho tiempo. Empieza de inmediato...


Dejé de lado los otros proyectos. Reuní todo lo que había acumulado durante meses sobre los chemtrails. Me di cuenta de que todo lo que tenía entre las manos estaba escrito en inglés. Se había escrito muy poco o casi nada sobre los chemtrails en francés. Así que me puse a traducir intensamente. ¡Es así como te apasionas por un tema! Ningún reloj puede marcar las horas de lo rápido que pasan... Así es para los y las que me han apoyado en la redacción de este libro.

 

¡Gracias infinitas, gracias amigos y amigas!


Lo que tienen ahora mismo entre sus manos es un concentrado de miles de páginas sobre los chemtrails que pueden consultar en Internet. Sólo me he parado sobre las páginas más documentadas y más interesantes. Comparto con ustedes el resultado de las búsquedas, los análisis y los testimonios que me han parecido de mayor importancia en nombre de lo más noble que hay sobre la Tierra.


Amitié Nenki

Foto 1:
Sustancias gelatinosas encontradas en el parabrisas de un coche que circulaba cerca de Cameron Park en California.

Las muestras fueron enviadas a Clifford Carnicom.

Este se las enseñó a un piloto que afirmó que no provenían de un avión comercial y que nunca había visto nada así.


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Introducción


Las clínicas y las salas de urgencias de los hospitales están constantemente llenas. Están al doble de su capacidad más a menudo que antes. Los médicos no saben realmente reconocer los virus de reciente aparición (¿híbridos procedentes de laboratorios farmacéuticos y militares?) así que los identifican mediante números. Cada año, alrededor de los meses de octubre y noviembre, como si del nuevo Beaujolais (famoso vino francés) se tratara, ¡llega la nueva vacuna de la gripe! (Noten que no he escrito contra la gripe, puesto que lo que se administra es en realidad la gripe en pequeñas dosis).

 

Para vender mejor las vacunas, los laboratorios nos anuncian a través de los medios, epidemias de gripe, de meningitis y de virus que vendrán del Nilo o de otras regiones del mundo con una precisión que haría palidecer de envidia a todos los clarividentes del planeta.

 

¡Tal virus se anuncia para mediados de febrero, tal otro tendrá su apogeo hacia finales de febrero! ¡No pasa nada!, añaden en medio del lío de información... y de vendernos su campaña de vacunación. No, pero ¿cómo hacen para afirmar de una manera tan precisa las epidemias que van a azotar una parte del globo... a menos que sean ellos mismos el origen?


Hace meses que circulan informes, incluso años, sobre las observaciones de los rastros anormales que dejan tras de sí ciertos aviones en vuelo. Aquí en Quebec (e incluso en Europa) nadie se preocupa por tal detalle...¡Es tan banal!

 

Al principio, un avión, máximo dos, dejaban rastros. Ahora he llegado a contar una docena, en cruz, paralelos e incluso en forma de S o de círculos. ¿No es legítimo preguntarse si esos rastros no son una de las causas de las nuevas enfermedades que sufrimos desde hace años? Pensemos en la ola de bronquiolitis que padecen cada vez más todos los años los recién nacidos. ¡Hace apenas diez años, esta palabra ni siquiera estaba en el diccionario!


Claro que hay otros factores: la polución del suelo, del aire, del agua y todos los aditivos que consumimos en la comida, pero los análisis que se han hecho de los chemtrails (del inglés 'trazados' o 'rastros químicos', contrariamente a "contrail" de "trazados de condensación") son muy alarmantes. Tenemos que ser conscientes con el fin de detener la masacre, si está en nuestro poder.

 

Recrudecimiento del asma, vías respiratorias afectadas, pulmones destrozados, extraños dolores de garganta, anginas que desaparecen tan repentinamente como aparecen, gripes que no lo son realmente, enfermedades oculares, de la piel y de los órganos internos... La lista es larga y cada una de estas alteraciones puede degenerar y conducir a la muerte. Y el abuso de vacunas y de antibióticos no hace más que disminuir irremediablemente la capacidad del sistema inmunológico para responder ante los ataques súbitos.


Miramos furtivamente al cielo y consideramos normal que un avión que lo atraviesa deje tras de sí surcos que se extienden de un lado al otro del horizonte. Se hacen más grandes continuamente hasta entremezclarse con otros de modo que llegan a formar una nube que cubre el cielo durante horas. No nos preguntamos si estos rastros son la causa o una de las causas de los nuevos síntomas o de las nuevas enfermedades que sufrimos.


Los análisis de los chemtrails son realmente inquietantes. Debemos ser conscientes e instruirnos con el fin de detener ese genocidio silencioso. ¿Qué provoca en nuestro sistema inmunológico todo eso? La solución ya está aquí: se nos van a administrar nuevas vacunas y antibióticos de última generación... ¡No, gracias!


Al principio, los responsables civiles y militares tranquilizaron a los investigadores sosteniendo que se trataba sólo y simplemente de rastros de condensación. En ciertos casos, podrían ser el resultado de la liberación de carburante en previsión de un aterrizaje forzoso. Sin embargo, la multiplicación de estos rastros vuelve ridículo e inadmisible ese tipo de justificación... (todos los aviones que vuelan no están en peligro de aterrizaje de emergencia, que yo sepa...)


Finalmente, ante la amplitud del fenómeno, los responsables no han tenido otra elección que abstenerse de todo comentario. A fuerza de encogerse de hombros, el tema de los chemtrails fue relegado al simple rango de leyenda urbana. En estas condiciones, ¿cómo reclamar un estudio científico serio?


¡Los trágicos atentados del 11 de septiembre de 2001 enterraron definitivamente la cuestión!


De hecho, la amenaza internacional de terrorismo genera una obligación de apoyo y confianza absoluta en los gobiernos. Por tanto, el asunto de los chemtrails ha pasado inmediatamente a formar parte de los temas que los medios evitan a cualquier precio... De modo que el debate ha seguido en la Red con el riesgo del aporte de teorías más o menos delirantes.


Es bien sabido que los gobiernos de ciertos países experimentan las nuevas tecnologías sobre las espaldas de sus ciudadanos desde hace decenios. Los informes que se han hecho públicos lo prueban. Hay que despertar la mente de la gente y de los medios sobre esta plaga invisible que nos acosa desde hace algunos años. Durante ese tiempo, las autoridades militares y gubernamentales se ríen de estas afirmaciones calificándolas de conspiracionistas o las denuncian como vulgares rumores sin fundamento.


Algunos llegan incluso a hablar de propaganda terrorista antigubernamental, una historia para cerrar el pico de una vez por todas a los que ponen impedimentos a la experimentación... De hecho, las autoridades insisten en declarar que los contrails están formados por el vapor de agua provocado por la condensación procedentes de las turbinas del propulsor. ¡Y nadie se sorprende de que estas huellas no existieran hace tan sólo 10 años!

 

¿Pruebas? Para estar seguros es suficiente con ver el cielo grabado en los documentales antiguos. No se ven chemtrails que, sin embargo, están omnipresentes como fondo en los documentales actuales.


Experiméntenlo ustedes mismos. Busquen fotos del cielo anteriores a 1995. Encontrarán imágenes completamente carentes de chemtrails. Sorprendente, ¿no? Es que en aquel momento los aviones no volaban tan alto, nos responden. Y se concluye el debate.

Sin embargo, habría que constituir una comisión de investigación seria e independiente y pedir análisis a laboratorios controlados por servicios no gubernamentales, si todavía quedan...


Haciendo una estimación conservadora, digamos que existen alrededor de 300.000 personas en Estados Unidos que son conscientes de la existencia de los chemtrails. De entre ellas, sólo 125 individuos han iniciado una campaña activa para educar e informar a la masa sobre esta solución final. Hagan el cálculo.
Las agencias gubernamentales cuentan con la apatía y de hecho han ayudado enormemente a crear cierto estado de conciencia a partir de los años 50 mediante la fluorización, el aspartame y los narcóticos de la calle.


Si un porcentaje tan pequeño de gente se preocupa de este fenómeno, ¿no tienen razón los dirigentes de estas agencias de creer cuando analizan la situación que están por encima de toda sospecha y que no tienen nada que temer? Los hechos hablan por sí solos.


Con el fin de ganar la partida, las agencias clandestinas dirigentes deben obtener nuestro permiso, nuestro consentimiento para continuar con su plan hasta el final. Es una ley universal. El sistema de la biosfera terrestre posee una frontera final, una barrera que cada uno de nosotros puede abrir o cerrar. Es el libre albedrío, la libre elección.

 

Y esto es lo que ELLOS quieren por todos los medios.

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