¿Ficción o Realidad?
julio 16, 2007


INTRODUCCIÓN
La investigación del Meteorito Veas-01, así como el interés mostrado en él por el Gobierno de los Estados Unidos, habiéndose designado al puertorriqueño Elmer L. Román, actual Director de la Oficina de Investigaciones Navales en Chile, como nexo entre dicho país y los propietarios de Veas-01, ha llevado este estudio por derroteros insospechados, que incluyen presuntas plataformas de experimentación submarinas cercanas a una isla griega llamada Agios Efstratios (con el objetivo de investigar energías alternativas), así como la Historia Latinoamericana, y presuntos misteriosos y "ocultos" archivos extraviados a comienzos del siglo XIX, y antes, en el año 1617.

Los que databan del tiempo de la Colonia, y que supuestamente describirían con detalle, entre otras, las actividades de los Misioneros de la Compañía de Jesús, en su búsqueda de Meteoritos en Sudamérica con la finalidad de transformarlos en piezas o enviarlos a Europa, para la fabricación de espadas o de valiosos utensilios.

 

En efecto, y aunque la Orden de Jesús fue creada el 27 de Septiembre de 1540 por el militar Ignacio de Loyola (el mismo año en que el Rey Carlos V crea el Archivo de Simancas, en Valladolid), tan sólo 53 años después la Cia de Jesús hacía su entrada oficial y triunfante en Santiago de Chile, entre ellos el sacerdote jesuita con conocimientos en idioma Chilidugu o Mapudungun, don Luis de Valdivia (sobrino de Pedro de Valdivia).

 

Y apenas tres años después el Gobernador en Chile, Oñez de Loyola (sobrino del ex militar San Ignacio de Loyola), pide a la Compañía de Jesus misionar al Sur del Rio Bio-Bio en todo el territorio indígena.

Sin embargo, un documento del Archivo de Jesuitas (pieza 1585) indicaría que miembros de la Compañía de Jesús ya en el año 1588 habían tomado posesión de algunas tierras del Maipo y que en dicho año habrían procedido a mensurarlas, es decir, unos 8 años antes de su llegada oficial. De este sector, el conocido como Calera de Tango, y debido a una disputa territorial seguida a comienzos del siglo XVIII, se encuentran documentos conteniendo "mercedes y posesiones de tierra" en esa zona a favor de don Pedro de Valdivia.

 

En otras palabras, la zona de Calera de Tango y algunos sectores del Maipo, no fueron de interés sólo por el desarrollo técnico impulsado ahí fundamentalmente por el jesuita Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen), sino desde mucho antes, en la época de don Pedro de Valdivia.

 

Todo esto lleva a pensar que los planes jesuitas en la región latinoamericana no eran propios sino que habrían sido decididos y "orquestados" no sólo desde la corte española sino desde las bases mismas de la Ciudad del Vaticano, que usaría a los jesuitas para "emparejar" el camino y permitir una conquista completa de los territorios colonizados y hacerse, de este modo, de las riquezas que en el Nuevo Mundo hubiesen (recordemos que en ese entonces la Iglesia y el Estado funcionaban juntos).

 

Pero esta vez los Jesuitas intentarían no cometer el mismo error que llevó a sus antecesores, la "Milites Templi Salomonis", de ser expulsados del seno de la Iglesia, en 1312, por el Papa Clemente V, y enjuiciados y expulsados por Felipe IV el Hermoso (Rey de Francia) entre 1307 y 1314, muriendo en la Hoguera su último General, Jaques de Molay.

Por ello, y así lo relata el Premio Nacional de Historia 1996, el sacerdote jesuita Walter Hanisch Espíndola, dice que para conocer la Orden de Jesús recomienda leer primero la historia de la desaparecida Orden del Temple.

 

Por otro lado, cuando el padre Hanisch realizó sus investigaciones en el Archivo del Vaticano, específicamente, en el Archivum Romanum Societatis Jesus, el jesuita Charles O’Neill le comunicó que desde 1953 la Orden de Jesús estaba avocada a efectuar una recopilación de toda la documentación que fuese posible acopiar con el objetivo de obtener la Historia de la Compañía desde sus comienzos, pasando por su expulsión en 1767, hasta nuestros días.

 

En efecto, el padre O’Neill le habría comentado a Walter Hanisch, en el Vaticano, que la escasez del material sobre los Jesuitas de la Colonia se debía a que el Padre General de la época Mucio Vitelleschi, por razones misteriosas, y a pedido de los mismos jesuitas, destruyó en 1617 la mayor parte de la documentación que hasta entonces la Sociedad tenía. Posteriormente, él mismo comunicó a las provincias de la Compañía lo ejecutado personalmente por él.

Una segunda causa sobre la poca información que también existe sobre el desarrollo industrial en Chile a mediados del siglo XVIII, implementado por el Procurador jesuita Karl von Haimbhausen, así como en otras partes de América Latina, puede deberse al resultado de la expulsión en 1767 por el Rey de España Carlos III, y luego en 1773 por decreto del Papa Clemente XIV.

 

En efecto, la mayoría de los Jesuitas fueron detenidos simultáneamente en 1767 y enviados todos a España en el Barco "El Rosario", de propiedad del comerciante Rafael de Almera. Sólo quedaron aquellos coadjutores y sacerdotes que estaban enfermos, viejos, dementes o que por su oficio, eran aún necesarios por algunos meses.

 

En dicho viaje, los regulares fueron movilizados sin nada de sus pertenencias, pues éstas fueron llevadas por otros barcos, así como documentos, microscopios, instrumentos científicos, piezas valiosas, etc.

Todos los archivos y documentos incautados a la Orden de Jesús pasaron a la Junta y Administración de Temporalidades que funcionó en el "Head's Quarter" o sede de los Jesuitas en Madrid, el Colegio Imperial de San Isidro, aunque evidentemente mucha de la información relevante debe haberse transferido confidencialmente al Archivo de Simancas, en Valladolid.

 

Debido a las guerras carlistas en España de los años 1820 y luego 1835, la Compañía fue suprimida dos veces más, de manera que muchos de los documentos originales de los Jesuitas (por alguna misteriosa razón) terminaron en los hornos de las panaderías, o de las pulperías, en las tiendas para envolver carne, o en los negocios de El Rastro.

Aunque parte importante de los documentos Jesuitas presuntamente desaparecieron para siempre en 1617 y luego entre 1820 – 1860, lo que ahora tenemos en Chile es gracias al rico empresario español Francisco Javier Bravo, quien gastó parte importante de su fortuna en recuperar, con el tiempo, algo así como 60.000 documentos originales directamente desde las pulperías o desde las tiendas de bizcochos y pastelerías.

 

Cuando Bravo publica hacia 1870 sus tres volúmenes con la documentación adquirida, la gente poco o nulo interés pone en su investigación, y al no poder él pagar a las Editoriales, unos 28.000 documentos son dados a la Compañía de Jesús, en tanto otras 30.000 copias (sobre los jesuitas no sólo de Chile, sino de Perú, Paraguay, Ecuador, Quito, Argentina, México, Antillas, Filipinas, Manila y Canarias) terminan en la Biblioteca Nacional de Madrid, en manos del oficial de esa entidad, Antonio Paz y Melia.

 

En 1886, y debido a gestiones que desde 1871 viene realizando el Delegado de Chile en Francia, Carlos Morla Vicuña, son comprados por apenas $1.500 pesos chilenos (unos 1.700 francos) toda la documentación, la cual hasta hoy permanece en el Archivo Nacional, dividida en voluminosos Catálogos.
 

 

El Acero de Damasco y el Acero Toledano
¿Por qué el Premio Nacional de Historia de 1996, el sacerdote jesuita, Walter Hanisch Espíndola, decía que para entender en cierto modo a la Compañía de Jesús, era importante haber leído y entendido la extinta Orden del Temple?.

 

Aunque las razones pueden ser muchas, pretenderé brevemente sólo analizar dicha orden militar a la luz de sus intereses en el aspecto de los materiales y aceros:

La "Milicia Jerosolimitana del Templo de Salomón", conocidos también como "Templarios", una Orden Militar, fue fundada por siete caballeros en el año 1119. Nueve años mas tarde, el 13 de enero de 1128, el papa Honorio II ordena el Concilio de Troyes, en la ciudad de Francia del mismo nombre, donde oficialmente el Vaticano concibe dicha Milicia para la protección de los peregrinos y mercaderes que iban hacia y desde la ciudad de Jerusalén, en tiempos de las Cruzadas.

 

Como ya expusimos en el prólogo, esta Orden sobrevivió por casi 193 años, hasta que en el año 1312 el papa Clemente V, conjuntamente con el Rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, en 1314, la suprimen definitivamente.

Cuando el papa Honorio II autoriza el funcionamiento oficial de "Los Templarios" en 1128, ellos fijan como sede principal la legendaria Mezquita Al-Masjid Aqsa o Al-Aqsa, construida el año 710 d.C en honor al Profeta Mahoma, porque, según dice la leyenda, en dicha meseta el Angel Gabriel habría subido a los cielos con el propio Profeta en el año 621 d.C.

 

Desde este lugar los militares de la Orden del Temple estaban a escasos kilómetros de la famosa y sagrada Piedra Negra, conocida como Al-Hajarul Aswad, o Kaaba en la sagrada ciudad de La Mecca.

 

La tradición musulmana cuenta que esta Piedra Metálica habría sido dada por el Angel Gabriel, en tiempos de Abraham, como regalo a los hombres, y que entró a la atmósfera terrestre blanca como la nieve, pero que luego debido a los pecados de la humanidad, ésta se habría tornado negra y oscura al momento de tocar la superficie terrestre.

Desde los tiempos en que los cruzados estuvieron en Jerusalén, los Templarios siempre mostraron interés por el material que conformaba la Piedra Metálica o Kaaba, la cual se cree se trata de un Meteorito Metálico (un Siderito), cuyas dimensiones son 13.7 metros de alto, 10.06 metros de ancho y 15.24 metros de largo.

No obstante, los Templarios no pusieron interés únicamente en este Meteorito de grandes dimensiones que se hallaba por siglos custodiado y querido por el mundo musulmán, sino que además intentaron descifrar y copiar uno de los secretos mejores guardados por los soldados del Islam, y sólo recientemente redescubierto en 1982 por los investigadores de la Universidad de Stanford, doctores Shelby y Wadsworth, y que en tiempos de Salah al-Din Yusuf, mejor conocido como Saladino (1138 – 1193), fue ampliamente conocido por los Templarios y por los cruzados:

Se trata del famoso Acero de Damasco que hacía flexible y resistente a la vez las espadas y cimitarras del Islam, constituyendo un verdadero "puzzle" y acertijo para los occidentales, incluso para los toledanos a posteriori.

En efecto, cuenta la leyenda que cuando el Rey cruzado Ricardo Corazón de León se encontró con el gran Saladino, el rey cristiano para demostrar las virtudes de las espadas por occidente fabricadas, tomó su pesado mandoble y cortó una barra de hierro.

 

En respuesta, Saladino tomó un cojín de seda y sin esfuerzo lo partió en dos, de modo que ante los ojos de los cruzados, el cojín pareció abrirse así mismo. Creyendo el Rey Ricardo que se trataba de un truco, Saladino entonces lanzó al aire un velo y con su arma lo desgarró sin esfuerzo.

Los cruzados y los caballeros de la Orden del Temple notaron entonces que las láminas de los islámicos no brillaban como las espadas de los francos sino que tenían un color azulado marcado por una miríada de líneas curvas distribuidas al azar. Posteriormente en Damasco los europeos descubrieron que estas extrañas líneas eran la característica de absolutamente todas las espadas usadas en el Islam.

 

Las hojas eran excepcionalmente fuertes si se las doblaba, siendo flexibles en extremo, aunque también eran suficientemente duras para conservar el filo, aun cuando fuesen golpeadas con firmeza contra objetos, de modo que dichas espadas islámicas misteriosas podían absorber los golpes durante el combate sin romperse.

 

Las virtudes mecánicas de estas espadas descubiertas en la ciudad de Damasco por los cruzados, así como las preciosas marcas onduladas en su superficie, les dio el nombre al material del cual las espadas estaban construidas: El Acero de Damasco.

 

Durante siglos, a partir de entonces, las legendarias Espadas construidas con Acero de Damasco fueron la fascinación y la frustración tanto de los Templarios como de sus herreros, y de los herreros de toda Europa Occidental quienes trataron en vano de reproducirlas.

 

Se dice que el Acero de Damasco se utilizaba ya en tiempos de Alejandro el Grande, en torno al año 323 antes de Cristo, aunque las primeras revelaciones escritas sobre estas hojas aparecen en el 540 d.C. Es así entonces que el nombre de Aceros de Damasco no proviene del lugar de origen, sino del lugar donde los Templarios y cruzados descubrieron por vez primera dichas espadas.

Hoy se sabe, y aunque la moderna teoría de los Aceros predice que un acero deja de ser de interés industrial cuando la cantidad de carbono supera el 1.5% aproximadamente, porque entonces éste se vuelve quebradizo, precisamente los análisis químicos practicados sobre el material conocido como Acero de Damasco, mostraron tener una cantidad de carbono que variaba entre 1.5 y 2.0%, cantidad que interesantemente le daba a la espada tanto la belleza como su "fuerza".

 

Se sabe hoy también que la materia prima con la que se fabricaba las cimitarras islámicas eran "pastas sólidas" de hierro y carbono, adquiridas y preparadas en la India, conocidas con el nombre de wootz. Esta se vendía en la forma de lingotes o de redondeles del tamaño de una medalla gigante. Luego, se cree que dicho wootz era enviado a Persia, donde se forjaban las mejores hojas, aunque también escudos y armaduras.

 

En la Rusia Medieval al acero de Damasco se le conocía con el nombre de Bulat.

A diferencia del acero antes descrito, el Acero Toledano consistía en delgadas láminas alternantes de Fe y de Ni, con un contenido de Ni que varía entre el 5% hasta el 15%. Esta alternancia entre ambas bandas permitía dar al acero la fuerza y la resistencia que los hizo tan famosos, al punto que incluso durante la Edad Media los propios japoneses mandaban a Toledo y a Salamanca a fabricar las catanas y espadas Samurai.

 

Nadie podía dudar de la diferencia existente entre una espada fabricada con láminas exclusivamente de Fe, con aquellas que eran fabricadas con láminas de Fe-Ni.

 

Sin embargo, y aunque durante mis tres estadías en España, y habiendo consultado y conversado con algunos herreros y metalúrgicos de aquellas zonas sobre la forma en cómo forjaban las espadas toledanas durante la Edad Media, donde ellos decían que el secreto de los Toledanos era justamente la técnica para conseguir la unión de delgadas láminas de Fe con las de Ni, lo cierto es que al estar el elemento Níquel en muy baja concentración sobre la corteza terrestre, a los españoles de aquella época les habría sido virtualmente imposible lograr obtener vetas de Ni, para luego transformarlas en delgadas láminas, terminando en la confección de las famosas espadas.

 

Según el parecer de algunos expertos, al cual me sumo, es mas probable que el secreto del que los toledanos hablaban decía relación con la fuente y veta material base para la confección de sus espadas, esto es, el hallazgo de los Sideritos. Las famosas Líneas de Widdmanstaetten o bandas de desmezcla entre Fe-Ni aparecen como los principales "delatores" del origen de las verdaderas espadas toledanas.

 

En efecto, los españoles, los bávaros y dutchs, durante la Edad Media (y también después) buscaban meteoritos metálicos tanto en las montañas como en los valles, los adquirían y luego los trasformaban en las más diversas piezas.

Es por tanto probable que, cuando la Orden de Jesús fue fundada en 1540, también la sección de herrería y metalúrgica de los Jesuitas (al igual que sus antiguos antecesores, los Templarios) buscó en los nuevos territorios conquistados y descubiertos, estas preciadas piezas, lo que los llevaba a recorren infatigablemente vastos y anchos territorios, permitiendo con ello un mejor y natural conocimiento de la geografía e hidrografía de las zonas colonizadas.

Aunque esto pueda a muchos lectores parecer una novedad, esto es, el que los jesuitas bávaros y holandeses buscasen en América del Sur, y particularmente en Chile, meteoritos metálicos, lo cierto es que desde el punto de vista histórico existen numerosos antecedentes que demuestran la utilización de meteoritos para la fabricación de piezas religiosas o sortijas, no sólo durante los siglos XVII o XIII, sino mucho antes, remontándonos a los tiempos de los egipcios y babilónicos.
 


Utensilios forjados a partir de Sideritos
Cuando Europa estaba en la Edad del Hierro, en lugares como Babilonia y en Egipto se conocían plenamente el uso del hierro, apareciendo numerosos objetos, armas, instrumentos y piezas decorativas construidas con este material metálico.

 

Por ejemplo, el jeroglífico mas antiguo utilizaba el signo "min" para describir el hierro en general, ya que en ese entonces los Egipcios desconocían el origen de los fragmentos de meteoritos que encontraban. Pero cuando luego descubrieron hacia el 2500 antes de Cristo, que dicho hierro provenía del espacio, el jeroglífico fue cambiado a "bia-en-pet" que literalmente quiere decir "hierro de los cielos".

 

Por otra parte, las palabras Asirias y Babilónicas "anbar" o "parzillu" también significaban "metal caído del cielo", de igual manera que las palabras Sumeria y Caldea "barsa" y "barzel", similar a la palabra Hebrea "barzel", todas las cuales se traducen como "hierro caído del cielo".

Hacia comienzos del siglo XX, el Egiptólogo G.A. Wainwright encontró en Gerzeh, en el Bajo Egipto, cuentas de collares que datan del período predinástico entre el 5000 y 3400 antes de Cristo. Aunque las cuentas estaban muy oxidadas, los análisis químicos revelaron que ellas contenían 92.5% de Fe y un 7.5% de Ni, determinándose que estos collares provenían de una subclase de Meteorito conocido como Octahedrite.

 

En tiempos de Hamurabi (o Hammurabi), se sabía que, tanto materiales metálicos como basaltos, provenían del espacio y por tanto eran ocupados con muchos fines religiosos y ceremoniales. Se presume que uno de ellos corresponde al enorme basalto o especie de Diorita, sobre la cual en el año 1692 a. C., se grabó una ley con caracteres Cuneiformes Acadios conocida como el Código de Hammurabi, el cual corresponde al primer conjunto de leyes escrita de manera impersonal, cuyo texto se asemeja al Derecho Jurisprudencial o Common Law, recopilando las decisiones de justicia del Rey.

 

Se dice que el Código de Hammurabi es el primer ejemplo del concepto jurídico de que algunas leyes son tan fundamentales que ni un Rey tiene la capacidad de cambiarlas. El presunto meteorito basáltico que contiene el Código de Hammurabi, fue descubierto en el año 1901 por el expedicionario y arqueólogo francés Jacques de Morgan, posteriormente conducido a París, donde el asiriólogo y sacerdote dominico francés Jean-Vincent Scheil determinó la traducción completa del código.

 

Luego, dicho códice se trasladó al Museo de Louvre en París, donde permanece hasta el día de hoy.

El profesor polaco Andrzej Kotowiecki, publicó el año 2004 un interesante artículo en la Meteoritical Society, que narra sobre diversos objetos hallados en Polonia que corresponden a meteoritos metálicos. Así, Kotowiecki menciona que en la localidad de Czestochowa-Rakow, se encontraron dos brazaletes que datan de entre el 700 y el 550 antes de Cristo, con diámetros de 7.3 y 7.0 centímetros, ambos conteniendo respectivamente 18.25% y 12.47% de Ni, significando que la veta meteorítica desde donde se obtuvieron los dos brazaletes era un meteorito de la subclase Ataxite.

En la villa de Wietrzno-Bobrka, cerca de Dulka Pass, en el año 1957 se encontró un hacha de 376 gramos con una cantidad de Ni que variaba entre 8% y 10%, implicando que el meteorito metálico del cual se obtuvo el hacha era también una Ataxite.

 

Otra hacha conocida con el nombre de Hacha Jezierzyce Male, hallada durante el siglo XIX en la villa de Klein Jeseritz, fue fabricada de una subclase de meteorito conocida como Hexahedrite, conteniendo entre un 1.6 y 3.0% de Ni y 0.56% de P. En el año 1997 los doctores polacos Marek Krapiec y Elzbieta Bielanska descubren el primer meteorito que no tiene absolutamente nada de Ni.

 

Se trata de una pequeña cruz confeccionada en el siglo XIII, hallada en la localidad de Trepcza, cerca de Sanok. Como la literatura establece que un meteorito metálico no puede tener menos de 1% de níquel, esta pieza ha sido de alto interés, puesto que correspondería al primer Siderito encontrado que no posee nada de este elemento. El segundo meteorito de menor contenido de Ni sería Veas-01 con un promedio en la corteza de 0.2% de Ni.

Finalmente, en 2002, el profesor Andrzej Kotowiecki descubre en una Iglesia Franciscana de Polonia una pequeña hacha de dimensiones 15 x 8 x 8 cms, confeccionada probablemente en el siglo XVII, la cual es utilizada en las celebraciones anuales de cada Viernes Santo.

 

Los regmagliptos sobre la superficie de este objeto son característicos de los meteoritos.
 


Anécdotas curiosas
El secreto sobre el Acero de Damasco que intrigó tanto a los Templarios de su tiempo, como a los jesuitas bávaros, españoles y holandeses en tiempos de la Colonia, no ha sido el único material que ha sorprendido e intrigado a los regulares y estudiosos en general.

En el año 1997 el metalúrgico y especialista en materiales hindú, Dr. R. Balasurbamanian, del Instituto Tecnológico de Kampur, descubre una extraña fase nunca antes vista del Oxihidróxido de Fe (fase delta) en una columna de hierro erigida hacia el año 500 antes de Cristo.

 

Esta columna conocida como Columna de Ashoka, tiene la particularidad de ser magnética, formada por casi 99% de Fe, y que parece no oxidarse con el tiempo, aún cuando la humedad y los monzones han arreciado sobre ella por siglos. En ocasiones, esta misteriosa columna actúa como pararrayos durante los días tormentosos.

 

El compuesto descubierto por el profesor Balasurbamanian, con quien he mantenido cierta correspondencia, fue denominado Misawite, el cual recubre la Columna de Ashoka no provocando microfisuras en el material ferrítico; descubrimiento que permitió al Instituto de Kampur registrar y comercializar una millonaria patente tecnológica que será usada para recubrir superficies que se desean proteger de la acción de la oxidación en metales.

 

Parece increíble que una construcción que posea mas de 2500 años de antigüedad pueda aportar al actual conocimiento tecnológico, cuando a muchos pudiera parecerles que en el pasado no existirían aportes técnicos para aplicaciones modernas.

Así como sucedió con las patentes tecnológicas que se están obteniendo a partir del estudio de la Columna de Ashoka en la India, también ha sucedido que el interés gestado por Veas-01 no se debe sólo al hecho de que se trate de un Meteorito anómalo, sino a las patentes tecnológicas que pudiesen obtenerse del material que lo conforma, lo cual en parte explicaría la poca colaboración existente por parte de institutos y universidades (que reciben fondos provenientes de entidades extranjeras y ligadas a los gobiernos más influyentes del Mundo) en financiar, terminar y corroborar otras características interesantes que han sido detectadas sobre esta Piedra.

 

Incluso el sacerdote jesuita y director anterior de la Specola Vaticana y director del Museo de Meteoritos del Vaticano, George Coyne, dijo no tener el conocimiento ni los instrumentos para continuar con las investigaciones de Veas-01, lo cual parece extraño toda vez que el Vaticano posee oficinas científicas en la Universidad de Arizona, la cual mundialmente investiga meteoritos.

También llama la atención que el ciudadano puertorriqueño designado como contacto entre la ONR de USA y nosotros, Elmer Roman, sea precisamente ex-alumno de una institución jesuita, como lo es la Universidad de Puerto Rico, campus Mayaguez.

 

Su profesor y decano de la facultad de Ingeniería Mecánica, Jorge E. Gonzalez, se trasladó hace un año desde la universidad jesuita de Puerto Rico, a otra institución en Estados Unidos, también de la Compañía de Jesús, al Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Santa Clara, en California. La entidad universitaria mas antigua de los Estados Unidos de Norteamérica es la universidad jesuita de Georgetown, en la cual se entrenaban intelectualmente (durante la guerra fría) a los agentes que serian enviados a diversas partes del Mundo.

Entre septiembre de 2006 y marzo del presente año, algunos vehículos e intrusos fueron sorprendidos intentando tomar fotos no autorizadas de la Roca Veas-01.

 

Luego de varias investigaciones relativas a las patentes de los vehículos y análisis de sus dueños, sus rut, direcciones, y vinculaciones, se logró determinar que siempre estos "fotógrafos" estaban vinculados a actuales sacerdotes de la Compañía de Jesús, lo cual nos estaba indicando que más que el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, son sus nexos con la Orden Jesuita y con el Padre General holandés Peter Hans Kolbenbach, los que demuestran mayor interés por obtener datos, fotos y, por qué no decirlo, adquirir la Roca, reflejando que evidentemente antes debió existir, en el pasado colonial de Chile, documentos escritos por los jesuitas de entonces, describiendo ciertas características interesantes de Veas-01; roca que durante mucho tiempo se perdió en la memoria de los tiempos, y que hoy, luego de siglos, hace su reaparición.

Los actuales jesuitas en Chile, y en el Mundo, aunque con una capacidad intelectual y técnica muy inferior a aquellos que desarrollaron, durante la Colonia, las artes y las ciencias en nuestra región y en los países asiáticos, recién luego de la Segunda Guerra Mundial han estado dispuestos a escudriñar su pasado, y determinar con certeza aquellas acciones que los hicieron grandes, cuando entre sus filas habían ávidos investigadores de las ciencias, geógrafos, historiadores, lingüistas, y técnicos.

A diferencia de entonces, y salvo contadas excepciones, como el Premio Nacional de Historia y sacerdote, padre Walter Hanisch, los actuales miembros de la Orden de Jesús se dedican única y exclusivamente a "entrometerse" en lo que otros hacen, a "espiar" otras organizaciones, y a participar en política contingente, tratando de congraciarse con el "vulgo", como si con ellos pudiesen obtener alguna cosa benéfica.

 

Al igual que muchos integrantes del pueblo judío, los jesuitas tienden a actuar con prepotencia y desaire hacia los demás que no corresponden a su cofradía, viviendo, "repasando" y rememorando las cosas que sus antepasados hicieron, aunque ellos sin aportar nada constructivo en la actualidad; pero que ante el menor ataque hacia ellos, reaccionan poniéndose públicamente como las víctimas en las manos de la "maldad de la humanidad", y de un holocausto inexistente.
 


Los aportes de la familia bávara Haimbhausen
Aunque mucho podríamos hablar del aporte de los alemanes a la ciencia y a la técnica de aquel entonces, sólo me detendré brevemente en dos protagonistas que fueron instruidos y criados por los estudiosos y científicos jesuitas de entonces.

 

Me refiero a los dos Carlos Haymhausen (o Karl von Haimbhausen), quienes destacaron durante el siglo XVIII en las artes, en las letras y en las ciencias; aunque desafortunadamente la mayor parte de sus escritos fueron extraviados, o quemados, durante la primera mitad del siglo XIX, y sólo poca información ha llegado hasta nuestros días.
 

I.- Karl von Haimbhausen, el escritor

Mas conocido como Karl von Eckartshausen, este escritor fue uno de los cerebros que más brilló en el campo de la filosofía y de la teología del dicho siglo, aunque sus escritos abarcaron campos como la ciencia, el Arte, drama, política, Historia y Religión, además de estudios y escritos relacionados con el área de la Magia, la Alquimia, y las propiedades de los Números. Hijo ilegítimo del conde Carlos de Haymhausen, nació en el castillo bávaro de dicho nombre el 28 de junio de 1752.

 

Como no pudo mantener luego su apellido, y gracias al total e incondicional apoyo de su padre, y debido a que su madre (Marie Anne Eckart) falleció al dar a luz, su padre le dio un apellido compuesto, que unía el de su madre y el de su influyente familia. De este modo Carlos von Haymhausen hijo fue conocido en adelante como Karl von Eckartshausen.

 

Aunque la personalidad del pequeño Carlos era melancólica y retraída, su padre se aseguró de colocarlo en puestos de importancia pública. A la edad de los siete años, como él revelara después, tuvo visiones y sueños de naturaleza mística y profética, que lo volcaron a dedicarse con pasión a todas las ramas del conocimiento y a las ciencias ocultas.

 

El padre de Eckartshausen se aseguró que su hijo Carlos recibiera una de las mejores educaciones de la época. Primero recibió su educación en el Colegio de Munich, para posteriormente ingresar en 1770 a la Universidad de Ingolstadt para sus estudios de Filosofía y Leyes. Educado principalmente en facultades Jesuitas, Eckartshausen sobresalió en todos sus estudios y finalizó en 1774 con honores universitarios, obteniendo además un "Doctors Degree of Divinity".

 

En el año 1777, Eckartshausen fue admitido en la Academia de Ciencias de Munich, donde se dedicó a estudios académicos en el campo de las Ciencias Naturales, donde conoció y entabló una estrecha amistad con el Director de Historia de la academia, Ferdinand von Sterzinger, quien se interesaba mucho en los fenómenos alquímicos.

Posteriormente se especializó en Criminología, y obtuvo el puesto de Censor en la Biblioteca de Munich, donde estuvo encargado de revisar los trabajos que se publicaban en Literatura y Leyes. En 1784 fue designado con el cargo de Conservador de la Casa Electoral.

 

En esa posición tuvo el tiempo y el acceso a documentos importantes, que luego le permitirían escribir su obras literarias, de las cuales la mas conocida y que influiría en el futuro fue "The Cloud upon the Sanctuary", publicada un año antes de su muerte.

 

Entre sus artículos mas famosos podemos encontrar:

  • The practical and systematic organization of the Principal Archives in general

  • The Moral Teachings for the Bavarian Citizen

  • Concerning the Source of Crimes and the Possibility of Prevention

  • Music of the Eyes or the Harmony of Colours

Al mismo tiempo Eckhartshausen se interesó en el teatro y escribió numeroso dramas, siendo el más popular: ‘The Prejudice of Birth’.

Como hombre religioso, Carlos von Eckartshausen se interesó profundamente en la Metafísica, en las Teosofías y en el pensamiento religioso. En 1788 publica su obra titulada: "Magic: Principles of Higher Knowledge".

 

Otras de sus destacadas obras fueron, en 1790 "God is the Purest Love", en 1791 "Mystics Nights", y en 1796 "The Most Important Hieroglyphs for the Human Heart".

 

Víctima de una dolorosa enfermedad, Karl von Eckartshausen muere el 13 de mayo de 1803, sucediendo entonces que la mayoría de sus trabajos se pierden residiendo sólo parte ellos en viejos museos y bibliotecas, tomados ocasionalmente por algunos académicos.

De todas sus obras, sólo "The Cloud upon the Sanctuary" continúa vigente hasta comienzos del siglo XX cuando se crea la Sociedad Secreta del Amanecer Dorado (Order of the Golden Dawn), donde las obras de Eckartshausen sirven de inspiración para diversos movimientos esotéricos, incluyendo el pensamiento místico que inspiró a muchos alemanes que conformaron el movimiento Nacionalsocialista, el cual en tiempos de Adolfo Hitler llegó a su máxima expresión.
 


II.- Karl von Haimbhausen, S.J. el primer industrial chileno

Karl von Haimbhausen, nació en la ciudad de Munich en el seno de la familia noble ya antes descrita de los Haimbhausen (o Haymhausen) el 28 de mayo de 1692. A la edad de 10 a años, el 20 de octubre de 1702, Carlos ingresa a la congregación de la Sociedad de Jesús, donde se le ordena venir a Chile como sacerdote jesuita en 1724.

 

El fue profesor de teología y por muchos años el rector del Colegio Máximo de San Miguel en Santiago. Como Chile se había constituido en 1624 en una provincia independiente, Carlos Haimbhausen fue nombrado Procurador y Provincial de la Orden Jesuita el año 1724, además de Maestro de Novicios, e Instructor cuando él sólo tenía 32 años.

 

Tomado con gran estima, el propio obispo español y el virrey lo escogen a él como confesor personal, a pesar de ser Haymhausen un extranjero. El padre jesuita Karl von Haimbhausen fue el precursor de la industria en Chile en tiempos de la Colonia, impulsando económicamente e industrialmente la Hacienda de Calera de Tango, adquirida por los jesuitas años atrás a la Orden de los Agustinos.

 

Este procurador alemán tuvo la visión de gestar grandes desarrollos en la zona de Chile debido al decaimiento industrial que Europa sufría. En el año 1848 y también después, Haimbhausen trajo desde Bavaria numerosos maestros industriales, entre ellos, orfebres, herreros, fabricantes de campanas, relojeros, plateros, ebanistas, etc. todos los cuales se instalaron en la Hacienda de la Calera, donde construyeron numerosos túneles, acueductos y bocatomas para desviar los ríos y utilizar sus aguas.

 

La abundancia de oro y plata existente en los territorios descubiertos continuaron arruinando las industrias en Europa, ya que para los españoles era mas fácil y conveniente importar artículos manufacturados desde fuera de Europa y pagar por ellos en especias.

Teniendo esto en cuenta, el jesuita bávaro Haimbhausen fabricó, con su gente desde Chile, relojes que luego vendía y/o regalaba a las cortes europeas. Junto con ello fabricó los famosos órganos de coro, campanas de grandes dimensiones, numerosas piezas para uso de cultos religiosos, como cálices, patenas, y custodias (como la que aún sobrevive en el Museo de la Catedral de Santiago).

 

Se sabe también que Haimbhausen trajo en 1750 todas la maquinarias, papel e implementos para montar una imprenta privada dedicada exclusivamente para los jesuitas (no para uso público ni de las instituciones oficiales del gobierno). Lamentablemente debido a la desaparición y quema de los documentos jesuitas durante el siglo XIX (que ya fue mencionado al comienzo de este artículo), no existen vestigios ni documentos de que la Orden de Jesús de ese entonces hubiese implementado la primera imprenta moderna en Chile.

 

El crecimiento y desarrollo industrial de Chile de entonces se debe principalmente a la gestión de los jesuitas alemanes y holandeses, y aunque algunos historiadores chilenos (que no son expertos técnicos) dicen que éstos no tenían la capacidad ni los conocimientos metalúrgicos europeos, es probable que los jesuitas bávaros sí habrían traído instrumentos y técnicas desde Europa para forjar metales, o al menos, para utilizarlos cuando los hallaban (como sucedían con los meteoritos encontrados por los toledanos, y usados para la fabricación de espadas).

 

La decadencia europea precisamente alentaba a fabricar objetos y piezas en el extranjero, puesto que resultaban menos costosas, además de que se estaba en contacto directo con la materia prima, sin el inconveniente de exportarla hacia España o Europa.

Sin embargo, el 31 de marzo de 1767 el rey de España, Carlos III, secundado por el Conde de Aranda, expulsa a la Compañía de Jesús de toda la península Ibérica y desde todos los territorios conquistados. Esta orden es llevada a cabo a partir del 1 de abril de ese año.

 

El padre jesuita, notable industrial de noble familia bávara, fallece en Chile el 7 de abril de 1767 a la edad de los 75 años de edad.
 

Los Jesuitas y la Ciudad de los Césares
12 años antes de la creación de los Jesuitas por decreto papal, en el año 1528 sucede que un comandante de fragata inicia una expedición española al Rio de la Plata. Entre la tripulación viene el capitán Francisco César, quien junto a otros 11 soldados reales deciden explorar el territorio internándose lentamente hasta llegar presuntamente a las sierras de Córdoba, en el borde cordillerano.

 

El y sus soldados luego informan al Rey de España haber visto una ciudad redonda entre las montañas cordilleranas, la cual luego con los años es vista por numerosos soldados, pero en lugares diferentes. Como el apellido del primer capitán en observarla fue César, en conjunto con sus 11 soldados, esta misteriosa ciudad sería conocida a partir de entonces como la Ciudad de los Césares o de los Españoles.

Según las diversas versiones, que se sucedieron por más de 300 años, la Ciudad de los Españoles era una ciudad hermosa, luminosa y dirigida por hombres altos y blancos, que algunos pensaron se trataba de ingleses, o incluso rusos, que habrían hecho asentamientos humanos. El problema era que la posición de esta ciudad cambiaba según las declaraciones prestadas tanto por soldados españoles como por los indígenas que decían haberla visto.

 

Mientras algunos afirmaban haber visto esta ciudad redonda en las cordilleras de Córdoba, otros decían haberla visto en la zona de Nahuelhuapi, o incluso en el Estrecho de Magallanes.

En efecto, en el Catálogo de Morla Vicuña (Vol. 87, pieza 15) aparece un documento del 21 de febrero de 1587, en que el Gobernador de Tucumán informa a S.M. el Rey de España sobre el comercio interno y externo de la provincia, pero además sobre la misteriosa Ciudad de los Césares. Luego en el año 1600 (Vol. 87, pieza 21), Domingo de Eraso informa a S.M. sobre la división administrativa del Reino, pero también sobre la Ciudad de los Césares.

 

En 26 de febrero de 1611, Alonso de Rivera informa al Rey sobre los progresos en la colonización pero además sobre la ciudad de los césares. Posteriormente, desde Europa viaja hacia Chile el sacerdote jesuita P. Antonio Mascardi para misionar entre 1674 y 1684, aunque el propósito encomendado en Europa era dar con la localización exacta de la Ciudad de los Césares.

 

De esta forma, el jesuita Mascardi ayuda con la creación de la misión en Nahuelhuapi, e interroga a los indios del lugar sobre la posición donde la "huidiza" ciudad estaría. Aunque los jesuitas, P. Mascardi y padre Laguna, realizan varias expediciones financiadas desde Europa para hallar la ciudad, como siempre, la posición dada por los indios y los testigos no parece dar fruto, puesto que al ellos llegar al lugar establecido, no encuentran mas que montañas y valles.

En 1705, el rey de España pide un informe detallado de los resultados de las expediciones del jesuita P. Mascardi en su intento por encontrar la Ciudad de los Césares.

En octubre de 1712, el gobernador Andrés de Ustáriz comunica al S.M. que el oficial Mayorga habría descubierto la Ciudad de los Césares (Vol. 90, pieza 18e), emitiéndose luego en junio de 1716 una Orden Real desde la ciudad de Aranjuez, en España, para pesquisar la ruta propuesta por Silvestre Antonio Díaz de Rojas, para así llegar al lugar donde Mayorga habría encontrado la Ciudad de los Césares.

 

Evidentemente, esta búsqueda fracasó, porque la posición de la ciudad había nuevamente cambiado. Algunos proponían que para llegar a dicha ciudad era conveniente hacer el derrotero desde la ciudad de Buenos Aires.

En septiembre de 1720, el Dr. Bruno de Zavala (Vol. 90, pieza 18i,j) habla del desembarque de indios que van con destino en búsqueda de la Ciudad de los Césares, agregándose algunos mapas y cartas sobre las anteriores versiones.

El año que el jesuita Karl von Haimbhausen llega a Chile, el padre jesuita Fray Pedro Jerónimo de la Cruz, solicita autorización para descubrir la Ciudad de los Césares. En el 1725 el Rey de España recomienda que, para encontrar la ciudad, era preferible seguir la ruta mencionada en 1716 por Silvestre Antonio Díaz.

Los ingleses se enteran que Europa tiene mucho interés por las investigaciones y posibles hallazgos que han tenido lugar en territorio de las Indias, y deciden esta vez sorpresivamente tomarse las Islas Malvinas hacia 1767, cuando son expulsados los jesuitas. Antes, en 1712 los ingleses, con la ayuda del Marques de Corpa y sus familiares, y sobornado a algunos gobernadores como Andrés de Ustáriz, fracasaron en el intento por tomar el control del Reino de Chile a partir de los puertos chilenos.

El soldado Francisco Aburto presta una declaración el 21 de junio de 1777 expresando haber visto con sus propios ojos la Ciudad de los Césares. A los autos son agradadas las declaraciones de la india María, quien dijo haberla visto también. En febrero de 1778, el gobernador de la ciudad de Valdivia informa del nombre de personas a quienes se les puede tomar testimonio de haber visto la Ciudad de los Césares, informando además de los viajes de Ventura Carvallo y sus tentativas para llegar a la ciudad de los césares en base a las declaraciones de los indios.

En 1782, se vuelve a tomar nota de un avistamiento de la Ciudad de los Césares en territorios cercanos al Estrecho de Magallanes. Luego, el 3 de febrero de 1783 Ambrosio de Benavides le escribe al Ministro de Indias sobre el resultado de las expediciones por ubicar esta misteriosa ciudad.

En resumen, hasta 1813 aparecen escritos relativos a los avistamientos de una ciudad redonda, hermosa, escurridiza o esquiva, la cual gusta de colocarse en los interiores cordilleranos, o en valles escondidos y de difícil acceso. En otras palabras, por casi 300 años, entre 1524 y 1813, aparecieron versiones sobre esta misteriosa ciudad, la cual muchos dijeron haberla hallado al menos una vez, en diferentes posiciones físicas, en latitudes muy diversas, pero que nunca pudieron confirmar sus declaraciones.

 

España, Alemania, Holanda, Francia e Inglaterra buscaron afanosamente mediante sus exploraciones esta perdida ciudad, logrando acrecentar con ello el conocimiento de la geografía, de los fiordos, de los ríos, las islas y de los mares de la Indias.
 


La Sociedad del Jahrbuch
Cuando la Segunda Guerra Mundial finaliza, y con ello, llegan a su fin las exploraciones científicas alemanas hacia Sudamérica y territorios asiáticos, son múltiples los adelantos científicos y técnicos alemanes que son incorporados y sorteados entre los países soviéticos y los del ala americana. Aeronaves, materiales con aleaciones especiales, misiles, radares, etc., todo es repartido entre los países vencedores.

 

Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética se nutren, a partir de entonces, con las mejores y más brillantes mentes del mundo científico y técnico alemán, dejando al pueblo alemán y a sus antiguos aliados en una gran desventaja industrial. Los aviones de guerra modernos, las lanzaderas espaciales, los transbordadores, todo ello fueron obras del pensamiento científico alemán, imitado ahora, pero nunca igualados ni por americanos ni ingleses.

 

Es como comparar una obra del mismísimo maestro Leonardo da Vinci con la de una imitación bastante buena: los ojos de un novato no notarán diferencia, pero claramente un especialista notará el trazo del genio de aquel que sólo busca imitarlo para obtener un fin comercial.

Con la caída del Nazismo, la consiguiente venida de los juicios políticos, sumados a una desmesurada y marcada "victimización" del pueblo judío, muchos de los pensamientos intelectuales alemanes basados en los escritos y aportes de antiguos filósofos como el del mencionado escritor Karl von Haimbhausen (Eckartshausen), parecieron entrar en un estado de letargo, a la espera de un momento mas propicio.

 

De igual forma que las órdenes militares de antaño, la Orden del Temple en 1314, o la Orden de Jesús en 1767, así también, antes de 1945 el impulso industrial y tecnológico sin parangón propuesto por el Nazismo, fue abruptamente detenido, pero sólo momentáneamente.

El interés por los adelantos que pudieron existir en Sudamérica colonial pasaba por descubrir qué piezas habían sido desarrolladas por los nativos e indígenas, y cuáles por los jesuitas o por artesanos europeos que dejaron aquí su legado y sus descubrimientos.

 

Como los jesuitas eran hasta antes de su expulsión en 1767, los confesores naturales de los reyes y monarcas europeos, difícilmente los líderes alemanes y holandeses de la Orden de Jesús pudieron desconocer que su persecución y expulsión sería inminente.

 

Por ello, es probable que la propia imprenta privada traída hacia 1748 a Santiago de Chile por el industrial Haimbhausen, no fuese para otra cosa sino para respaldar y escribir en textos legibles todo el legado y el conocimiento que hasta ese momento ellos habían adquirido tanto en Europa como en América Latina; conocimiento que presumiblemente quedó en nuestro país y que jamás viajó a Europa, ni al Archivo de Simancas ni a Juntas de Temporalidades en Madrid, ni menos al Archivo de Indias en Sevilla.

En efecto, en el Archivo Nacional existe documentación certificatoria de que el sacerdote jesuita Juan Nepomuceno Walther, junto con otros regulares, habrían planificado proteger y salvaguardar, al menos con dos años de antelación, tanto la documentación importante de los jesuitas como las piezas mas preciadas fabricadas o encontradas por ellos en el Reino de Chile.

 

En 1765 Nepomuceno Walther selecciona documentos y libros a ser enviados a bodegas, en tanto en el Catálogo de Archivo de Jesuitas, pieza 2713, se dice que este jesuita pide en 1766 se ordene que bajo ningún pretexto se les despoje del sitio que han elegido en Talcahuano para construir una bodega. La pieza 2353 del mismo catálogo dice que, habiéndose dado la orden de incautar los bienes de los jesuitas en agosto de 1767, se procede a verificar los libros y documentos que estaban en el Colegio Máximo de San Miguel, y que los libros que ese colegio tenían fueron inventariados por don José de Traslaviña y por los padres jesuitas Juan Nepomuceno Walther y Bernardo Goyonete.

Siguiendo este análisis, es probable también que la información sobre la documentación presuntamente quemada y destruida en 1617 por el general de la Orden Jesuita, P. Mucio Vitelleschi, tampoco sea verídica, habiéndose logrado, probablemente, la protección de la información contenida en los originales o manuscritos de importancia.

 

Así, justo en los años en que Estados Unidos crea cursos de acción para influir sobre Chile y Latinoamérica, utilizando la sede la Universidad de Georgetown, universidad jesuita, para entrenar a los agentes y espías que dirigiría hacia Sudamérica, Europa y Rusia, en Alemania se funda en 1963 un anuario sólo para tomar conocimiento de la historia latinoamericana, bajo el título "Jahrbuch fuer Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas", conocido simplemente como el "Jahrbuch".

El Jahrbuch fue fundado en 1963 por Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz, los representantes mas destacados de los estudios de la historia de España y de Hispanoamérica en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. El motivo principal para tal empresa fue el de dar impulso a los estudios de historia hispanoamericana especialmente en Alemania, creando un órgano que recogiera colaboraciones originales de especialistas de todos los países y que al mismo tiempo facilitara la publicación de sus trabajos al pequeño grupo de estudiosos alemanes, formados en su mayoría por los mismos fundadores.

 

En 1963 Richard Konetzke y Hermann Kellenbenz publican en colaboración con Günter Kahle y Hans Pohl. Editorial Böhlau, Köln-Wien. Cuando en 1964 salio el primer volumen, era el Jahrbuch la primera publicación periódica dedicada exclusivamente a la historia iberoamericana que se editaba en Europa fuera de España.

 

El Jahrbuch es una de las publicaciones con carácter internacional mas acentuado que publica colaboraciones en cinco idiomas distintos, a saber, español, portugués, francés, ingles y alemán. Sin embargo su difusión se encuentra ceñida mas bien a bibliotecas e instituciones científicas., debido al hecho que la publicación corre a cargo de una editorial privada, de la "Iberische und Lateinamerikanische Abteilung des Historischen Seminars der Universität Köhln", Departamento Ibérico y Latinoamericano del Instituto de Historia de la Universidad de Kohln, lo cual impide la distribución por canje.

 

En el año 1974 se dan a conocer en Sevilla el índice de los volúmenes editados hasta la fecha, que al mismo tiempo representa un resumen bastante completo del americanismo alemán.

Un rastreo superficial del índice del Jahrbuch entre 1963 – 1974 nos evidencia un ligero predominio de temas de historia colonial con respecto a la contemporánea. En cuanto a las materias abarcados encontramos representadas todas las ramas históricas, si bien prevalecen claramente por un lado los estudios de historia económica y social (testimonio elocuente de los intereses históricos de los fundadores) y por el otro las colaboraciones bajo el rubro de "fuentes", archivística y bibliográfica en señal del propósito inicial de facilitar al americanismo alemán el conocimiento de los medios de trabajo precisos, y de dar a conocer bibliografía alemana y materiales del archivo conservados en Alemania.

 

La lista de colaboradores, sin embargo, demuestra claramente que el Jahrbuch, o Anuario, no es en absoluto una publicación de alemanes para alemanes, sino de marcado carácter internacional, siendo de destacar la nutrida colaboración de autores hispanoamericanos, incluyendo el artículo de P. Walter Hanisch, S.J., en 1973 sobre el jesuita bávaro Haimbhausen; fenómeno poco común en las revistas publicadas fuera del mundo hispánico.

Entre los artículos publicados en este índice podemos apreciar que, así como en enero de 1712 los ingleses fueron descubiertos y desbaratados en su intento por tomar el control de Chile con la ayuda de algunos gobernadores españoles y el Marques de Corpa, también el investigador Gerhard Brunn publica en 1969 un artículo en el que Alemania tendría interés por controlar Latinoamérica, para lo cual se propuso entre los años 1885 y 1924, influir y profesionalizar algunos ejércitos latinoamericanos antes de la I Guerra Mundial.

En cuanto al período 1504 – 1800 sobre el Brasil y la influencia alemana ahí, un interesante artículo es publicado por el investigador Martin Franzbach en 1970, bajo el titulo: "Intento de una bibliografía cronológica de relaciones de viajeros y de obras geográficas, históricas y teológicas sobre el Brasil en regiones de habla alemana"

Como antes ya se mencionó, y respecto de la influencia de jesuitas bávaros en Chile durante el siglo XVIII, el sacerdote jesuita Walter Hanisch Espíndola publica en 1973 su trabajo titulado: "El padre Haimbhausen, S.J., precursor de la Industria Chilena".

En resumen, Latinoamérica ha sido y seguirá siendo un punto estratégico de máximo interés tanto para países de la comunidad europea, como para Estados Unidos y para los grupos del ala Soviética.

 

Aunque la mayoría de los historiadores europeos, por falta de pruebas antropológicas, no se atreven a exponerlo públicamente, todos ellos al conversar privadamente con uno, sostienen que en Sudamérica existió una avanzada civilización que no tendría nada que ver con las culturas precolombinas, las cuales en términos de herrería, con suerte alcanzaban temperaturas en sus hornos como para producir cobre de gran pureza (como lo fue la Fundición Inca-Diaguita conocida como Vina del Cerro, situada a 88 kms al interior de Copiapo, en Chile, y que estuvo activa hasta aproximadamente el 1470 d.C).

 

Algunos alemanes sostienen que los numerosos proyectos financiados del extranjero, para conocer de la orfebrería y la cerámica de los pueblos aborígenes de Sudamérica y de América central, no son sino para detectar piezas anómalas que pudiesen indicar alguna influencia desconocida o no natural para esa cultura.

 

En el caso de Veas-01, y aunque hoy sabemos a ciencia cierta que se trata de un Meteorito anómalo, cada vez aparecen más personas, de diversas entidades científicas, quienes confidencialmente nos aseguran que aunque Veas-01 pueda haber sido originalmente un meteorito, creen que la Roca fue posteriormente tratada o manipulada con tecnologías, con temperaturas que se empinarían por sobre los 3000 grados Celsius (lo que presuntamente explicaría el orificio perfectamente rectangular encontrado en Veas-01), en una época que no pudo ser ni en el siglo XX, ni durante el siglo XIX.

 

La descripción de túneles jesuitas con paredes rectas y totalmente vitrificadas (indicativas de altas temperaturas de cristalización), las visiones de la Ciudad de los Césares por casi 300 años, las descripciones fantasiosas de Alonso de Ercilla en el Capítulo XXIII (en su obra La Araucana), además de la curiosa foto espacial, tomada a comienzos de los años 90, desde la Estación MIR por el astronauta "Sasha" (a la cual tuve acceso directo cuando fui invitado a verla en el Hotel Manquehue, algunos años atrás).

 

Todo ello ha alimentado un pensamiento mitológico en torno a supuestas tecnologías descubiertas por los jesuitas coloniales, así como de fuentes alternativas de energía escondidas en "las cavernas" de estos territorios.
 


El presunto "Proyecto Apocalipsis"
Con respecto a las fuentes alternativas de energía, mucho se comenta aún sobre los desarrollos impulsados durante la Alemania Nazi en el campo de obtener, desde la Tierra misma, en sus fondos oceánicos, energía suficiente para movilizar turbinas y así alimentar ciudades o villas.

 

Cercados los alemanes durante la guerra, en la cual se les negaba la venta de petróleo para mover su instrumental y vehículos, y buscando otras posibles fuentes energéticas adicionales a las que se obtenían a partir del carbón de las minas de Ruhr, y retomando alguno de los estudios practicados con éxito por el científico Croata, Nikola Tesla, los alemanes sugirieron la posibilidad de que la propia Tierra pudiera emitir cierta energía capaz de ser captada por determinados dispositivos.

 

Dicha energía se supuso era emitida radialmente, desde el núcleo terrestre hacia el espacio, y que los puntos de concentración sobre la superficie terrestre semejaban una verdadera red similar a los patrones de difracción que se obtienen con rayos X o con electrones (red directa o recíproca).

En efecto, y a raíz de que, por pura casualidad nuestro logo corporativo (dado al comienzo de este artículo) presuntamente coincidiera, en el diseño y en colores, con aquellos usados por este proyecto, lentamente fuimos escuchando ciertos rumores sobre los alcances de un proyecto denominado Apocalipsis, cuyo lema es: "todas las ciencias trabajan juntas", rumores que reproduzco parcialmente aquí, aunque no me responsabilizo por la veracidad o certeza de su contenido (pudiendo también ser todo falso y caer sólo en el marco de la ciencia ficción).

 

He aquí lo que se dice del Proyecto Apocalipsis:

Pocos años después de terminada la II Guerra Mundial, comenzó un proyecto multidisciplinario cuyo objetivo fue la obtención de nuevas fuentes de energía limpia, obtenibles de las fuentes de la naturaleza. En dicha tarea habrían participado la mayoría de los países europeos más industrializados, un grupo reservado ligado a los grupos petroleros más poderosos de los Estados Unidos, y algunas empresas tecnológicas de Japón.

 

Debido al cambio gigantesco que implica un viraje en la obtención de energía, alejándose del concepto del petróleo como única alternativa para el desarrollo de una civilización, al proyecto se le denominó Proyecto Apocalipsis: se termina lo establecido y comienza lo nuevo.

Salvo pequeñas interrupciones por falta de presupuesto, el proyecto se habría desarrollado de manera casi continua, funcionando en los últimos 17 años prácticamente sin detenciones. El presupuesto para el desarrollo de Apocalipsis se obtiene de los Ítems Varios de los presupuestos nacionales de los múltiples países, principalmente europeos.

 

La parte norteamericana ha colocado exclusivamente la tecnología referente a las plataformas petroleras, para presuntamente camuflar Apocalipsis. Antes de la actual implementación del proyecto, bajo el camuflaje de una plataforma petrolera, se necesitó determinar dentro de los muchos puntos posibles de emplazamiento, el sitio perfecto para desarrollar cada uno de los experimentos que se verificarán seguidamente.

 

Se habían detectado satelitalmente puntos sobre la superficie terrestre donde se producían emanaciones electromagnéticas intensas. Se requería analizar si la energía producida por casa una de estas fuentes era lo suficientemente potente como para iniciar la puesta en operación de turbinas, los tradicionales equipos eléctricos, generadores, y en fin, la maquinaria técnica adecuada.

 

También era preciso que, al escoger uno de estos puntos, no existiese interferencia externa, tales como inestabilidad política del país, o excesivo tráfico marítimo o aéreo del sector, o bien gobiernos adversos a este tipo de planes, o bien que ciertos Servicios Secretos no estuviesen dispuestos a guardar confidencialmente este objetivo, disparando entonces los costos de puesta en marcha del mismo, además de las implicaciones sociales que implicaría el que el público conociese de Proyecto Apocalipsis.

 

Era evidente que, el país que facilitara el sitio para emplazar el proyecto, debería recibir sustantivas retribuciones, ya que Apocalipsis era de gran envergadura, y el silencio de sus gobernantes era crucial, así como los miembros de los servicios secretos de turno. Dicho país debería dejar pasar libremente a todos los aviones, helicópteros y embarcaciones dentro de sus deslindes, sin efectuar más preguntas que la confirmación de ser parte de Apocalipsis.

Fue así como, luego de variados análisis estratégicos y habiéndose consultado a todos los países participantes, se determinó que el lugar perfecto era un punto altamente activo ubicado en los fondos del Mar Egeo, en territorio griego, en un "bolso abisal" situado a unos cuantos kilómetros al noreste de la isla griega Agios-Efstratios, entre dicha isla y la Isla de Lemnos.

Agios Efstratios (Ag. Efstratios) es una isla de origen volcánico, actualmente casi desierta, de costas acantiladas de acceso difícil, y que cuenta con una cantidad de habitantes y pesadores que no superan las 300 personas, los que al no poseer mucha educación, no revisten peligro alguno.

 

Desde la isla Lemnos (o Limnos) la plataforma que simula ser una plataforma petrolera (que en su superficie posee el símbolo indicado al comienzo de este artículo), está demasiado distante como para ser percibida por algún improvisado barco, bote o avión. Desde el aire no existe presuntamente ninguna ruta de avión que efectúe un trayecto a baja altura por los deslindes o cercana a la estructura de Apocalipsis.

Para proteger su localización, además de las importantes labores que el Gobierno de Grecia efectúa, existe en todo momento un grupo de aviones militares listos para sobrevolar el lugar, así como barcos de custodia que evitan el que algún barco se extravíe y que por tanto, casualmente se acerque a la plataforma.

 

Si algún barco ajeno al proyecto sufre algún desperfecto en sus máquinas o cualquier otro percance, los barcos de apoyo de Apocalipsis, socorren de inmediato a la embarcación con problemas prestándole toda la ayuda técnica necesaria hasta hacer que el intruso abandone el área demarcada hasta una zona considerada de mínimo riesgo.

La plataforma base de Apocalipsis está anclada en un profundo hoyo, protegida por las grandes paredes rocosas naturales, de manera que, incluso bajo el agua es difícil observar las estructuras sumergidas para los experimentos. En esta posición, la estructura submarina y su anclaje están protegidas de las fuertes corrientes y tormentas que suelen ocurrir a su alrededor.

Una descripción detallada de la plataforma de Apocalipsis, efectuada desde fuera hacia el interior de ella, sería la siguiente:

Si una persona se aproxima, en un helicóptero autorizado, hacia la plataforma lo primero que divisará es el intenso color rojo del logo de Apocalipsis, colocado en la superficie de la plataforma.

 

La forma rectangular de colores celeste y blanco del logo, que se ubica al centro, corresponde al helipuerto de la plataforma, y a la vez corresponde al símbolo de la compañía naviera encargada del abastecimiento del proyecto.

Este helipuerto se eleva por sobre la estructura de la plataforma algunos metros, donde están una serie de elementos y en el pilón que soporta al helipuerto se encuentran los ascensores. Al subir a uno de éstos, se descenderá unos 60 metros aproximadamente antes de encontrarnos en la primera parada o estancia.

 

La siguiente figura muestra una recreación artística de la estructura completa sumergida (no está a escala), con un total de cinco módulos de forma toroidal, separados entre dona y dona, unos 5 metros aproximadamente.

 

Desde cada uno de estos cinco toroides salen unas protuberancias (no dibujadas aquí) que actúan como anclajes cuya finalidad es incrustarse fuertemente a las paredes rocosas submarinas de modo de lograr la estabilidad y equilibrio de la plataforma, indispensable para las perforaciones que se efectúan en las profundidades.

 

He aquí una descripción de los cinco toroides (desde arriba hacia abajo) que conforman las dependencias submarinas de la plataforma de Apocalipsis:

  • Toroide 1: es la estancia donde se ubican los dormitorios, salas de recreación y casino para todo el personal. No es un área de experimentación ni de investigación.
     

  • Toroide 2: en esta sección se ubica la sala de control con todo el sistema de protocolo de comunicaciones, enlaces externos e internos. Aquí están la sala de computadores así como el laboratorio de química, debidamente protegido y resguardado para evitar cualquier tipo de accidente. El protocolo de comunicaciones y de control utilizado para toda la plataforma se denomina Danubio, y habría sido desarrollado por el ingeniero Michele Iacobelli, ingeniero electrónico graduado de la Politécnica de Bari, en Italia. Danubio Streaming Server implementa un protocolo estándar RTSP/RTP, y como Apache, puede usarse como enlace bajo Internet.
     

  • Toroide 3: Conocido como Laboratorio de Experimentación Directa, se estudia y analiza en esta sección el comportamiento de ciertos peces luminiscentes, en especial una variedad que logra resistir las altas presiones oceánicas, y que produce su propia luz gracias a unos bacilos bioluminiscentes. Este lugar es completamente aséptico, para evitar contagio alguno y posterior propagación. El laboratorio de esta sección está minuciosamente controlado y desinfectado en todas sus zonas, y aislado de las puertas de acceso y del asensor.
     

  • Toroide 4: en estas dependencias se ubica el laboratorio de experimentación tecnológica directa con las salas de microelectrónica. Una empresa japonesa es la encargada de abastecer de chips y micocontroladores especialmente diseñados para el proyecto Apocalipsis.
     

  • Toroide 5: Aquí se ubica la zona de soportes para perforaciones. Hacia ambos lados de este toroide están los hangares para el depósito de materiales y de equipos de perforación altamente sofisticados. Desde aquí se verifican las perforaciones submarinas para obtener la energía proveniente del fondo oceánico, donde un vórtice energético está situado inmediatamente debajo de la plataforma. Esta energía es "capturada" por los ingenieros de Apocalipsis y utilizada para mover turbinas, laboratorios, asensores, y todo el equipo restante, así como las dependencias y dormitorios.

Se comenzó durante el 2002, se sospechaba de una segunda etapa de Apocalipsis que estaría siendo llevada a cabo en alguna parte del cono sur, en costas chilenas o argentinas.

 

¿Las Islas Falkland o Malvinas?.

Aunque no es el objetivo de este Blog hablar sobre este presunto proyecto que estudia energías alternativas, solo diremos que las investigaciones de Apocalipsis habrían determinado que los haces energéticos provenientes del interior terrestre tendrían un espaciamiento entre sí, sobre la superficie terrestre, de aproximadamente 16 kilómetros, aunque no todos con la misma intensidad, formando una red hexagonal levemente deformada por los accidentes geográficos (ver imagen artística, no está a escala).

Dichos haces son proyectados a la atmósfera donde se juntan con la radiación solar formando un tipo de "remolino electromagnético" que durante la noche se ubicarían a unos 38 kilómetros por sobre el nivel del mar, en tanto durante el día, cuando el sol está en el Cenit, estos "torbellinos" descenderían hasta 24 kilómetros por sobre el nivel del mar.

 

El diámetro de estos torbellinos, aunque es variable, dependiendo de la intensidad de los haces, pulsan 20 ciclos por minuto, entre un diámetro de 20 a 50 metros, aproximadamente.

Otra de las conjeturas de los científicos de Apocalipsis es el que las ballenas y delfines, lejos de lo que se cree (de que ellos seguirían las líneas de campo magnético terrestre), lo que en verdad estos mamíferos seguirían son las configuraciones o redes de los haces energéticos que emanan desde el centro terrestre.
 


Las Islas Malvinas
Aunque se dice que ellas fueron administradas por el Reino Unido a partir de su ocupación el 2 de enero de 1833, cuando las invadieron militarmente desalojando por la fuerza a sus habitantes, lo cierto es que documentación que obra en el Archivo Nacional mostraría que los ingleses ya habían tomado y ocupado las Islas Malvinas entre 1767 y 1768, e incluso antes, ya que el Conde de Aranda (que expulsó a los jesuitas de las Indias) el 15 de septiembre de 1766 envía un Dictamen sobre la ocupación de los ingleses (en contubernio con los franceses) en las Islas Malvinas.

En efecto, entre marzo y mayo de 1768, los gobernadores Antonio Guill y Gonzaga, Francisco Bucareli, Felipe Ruiz y Manuel de Amat, comunican al Ministro de Indias que los ingleses ya habían ocupado dichas islas, y que ahora se preparaban para invadir Paraguay, de modo que se ordena se envíen barcos de reconocimiento para detectar la posición del posible asentamiento inglés.

Aunque hasta la fecha no se entiende a ciencia cierta el profundo interés de Inglaterra por poseer el archipiélago de las Malvinas, salvo como punto estratégico para el Cono Sur, un conflicto sucedido en aguas internacionales, hace unos pocos años atrás, entre investigadores norteamericanos de NASA y la Armada Real de Inglaterra, permitió dar luces sobre del por qué los ingleses duramente lucharán por estos pocos kilómetros de tierra.

A raíz de que NASA y el Instituto de Física de Rosario, en Argentina, exploraran satelitalmente los fondos marinos que rodean inmediatamente las Islas Falkland, los investigadores de Meteoritos de NASA detectaron un posible cinturón hidrotermal al noroeste del archipiélago de aproximadamente 52 kilómetros, detectando con ello un posible cráter, del cual las Malvinas formarían uno de sus bordes, con un diámetro superior a los 200 kilómetros.

 

Descartado inicialmente un origen volcánico en su formación, se propuso que este gran cráter habría sido formado por un violento impacto meteorítico ocurrido con anterioridad al de la península de Yucatán, y que presuntamente acabó con los dinosaurios hace más de 65 millones de años. Pero para confirmar la edad del cráter era preciso efectuar una expedición al sector, utilizar buzos tácticos, y llevar equipamiento adecuado para extraer muestras desde las paredes de este cráter submarino.

 

El resultado fue que, cuando la embarcación científica entró a la zona donde está el cráter de 200 kms, sorpresivamente fueron abordados por un buque de la Armada Inglesa, quien los conminó a abandonar la zona inmediatamente.

 

Más, cuando los científicos de NASA les explicaron a los ingleses el motivo de la misión y que sólo intentarían extraer material del fondo oceánico, los marinos reaccionaron con mayor irritación y los expulsaron de lugar.

 

Aunque los de NASA dijeron acudirían al Gobierno de USA para solicitar una explicación de lo sucedido, los ingleses les respondieron que ni el propio Presidente de EE.UU. podría revertir esta orden, de modo que posteriormente los americanos de NASA debieron contentarse con un supuesto trozo de las profundidades oceánicas extraídas por los buzos ingleses, y enviadas a los laboratorios de NASA.

Una cosa sí notaron los científicos americanos, y fue algunas plataformas similares a las de las petroleras mar adentro, sospechando los de NASA de algún tipo de investigación científica o tecnológica que se estaría llevando bajo el océano, lo cual obviamente habría despertado la indignación de los ingleses, ante el riesgo de ser descubiertos.

 

Regresar al Contenido