03 Diciembre 2014
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Vivimos en un mundo demencial.
De hecho, si fuéramos capaces de razonar con un mínimo de lógica,
nos daríamos cuenta de lo profundamente perturbados que estamos
todos a nivel de especie.
Pero eso nunca sucederá, simplemente porque la definición de
"locura" la hemos inventado nosotros mismos y podemos manipularla
como nos venga en gana.
Eso nos permite clasificar como "locas" a determinadas personas y
negarnos a ver los atisbos evidentes de enajenación que nos afectan
a todos en conjunto, a pesar de tener muestras cotidianas de ello
delante de nuestras mismísimas narices.
Pongamos un pequeño ejemplo: analicemos los demenciales mecanismos
mentales que se ocultan tras algo tan popularmente aceptado como
pedir un autógrafo
LA LOCURA DE UN AUTÓGRAFO
Todos nos hemos acostumbrado a ver la imagen de gente persiguiendo a
personajes famosos con el fin de pedirles un autógrafo o hacerse una
foto a su lado.
Lo vemos como la cosa más normal del mundo y es posible que muchos
de nosotros hayamos seguido el mismo impulso alguna vez.
¿Pero qué mecanismos mentales se ocultan tras un simple autógrafo o
una foto con un personaje célebre?
Para empezar, analicemos la realidad tangible de las cosas.
Un autógrafo no es más que un garabato sobre un papel. El valor que
pueda tener es exactamente el que nosotros decidamos otorgarle. Poco
importa quién haya realizado esa firma, cómo y dónde.
Sigue siendo un simple trazo sobre un papel, lo
miremos como lo miremos.
Lo mismo podemos decir de hacernos una foto al lado de un personaje
famoso, célebre o prestigioso. Por más vueltas que le demos, es una
simple foto y tendrá el valor que nosotros le otorguemos y ninguno
más.
Una demostración del valor nulo que tienen tanto el autógrafo como
la foto es que la persona famosa las olvida en pocos minutos y nunca
más vuelve a recordarlas.
Entonces, ¿por qué razón las personas hacen cola durante horas por
conseguir esos garabatos trazados con desgana o esas fotos forzadas
al lado del famosillo de turno?
La razón principal es que han decidido ejercer de parásitos. Y lo
más irracional del asunto es que son parásitos de…nada.
Vamos a explicarlo.
Para empezar, debemos tomar conciencia de que el mecanismo que
convierte a un determinado individuo en un personaje famoso, no
tiene que ver necesariamente con sus capacidades, talentos o logros
vitales.
Hay personas que realizan grandes obras para la humanidad a las que
no conoce nadie y a las que nadie se aproxima para pedirles un
autógrafo o hacerse una foto a su lado.
Y nadie lo hace porqué esas personas carecen de la "aureola"
necesaria.
¿Y qué es esa "aureola"?
Esa "aureola" es un valor abstracto y por lo tanto ficticio, que las
personas crean en el interior de su mente y que deciden aplicar
sobre otros individuos concretos. Cuando muchas personas aplican,
por contagio social, la misma aureola ficticia sobre un individuo,
ese personaje, por consenso, se convierte en un "personaje célebre".
Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor.
George Clooney es un personaje famoso y es considerado, por
convención social, una estrella de Hollywood.
Eso hace que dentro de nuestra mente, la figura de
George Clooney esté rodeada de una especie de imperceptible halo
especial, casi como si fuera algo físico en el mundo real.
La demostración de que percibes ese halo casi como algo tangible es
que si te cruzaras con Clooney por la calle, darías un respingo y
aunque no le pidieras un autógrafo o una foto, al llegar a casa le
dirías a tus allegados:
"¡No os le creeréis: he estado a un metro de
George Clooney!" y probablemente te sentirías afortunado por
ello.
Y considerarte afortunado por haber estado cerca de
Clooney no tiene ningún sentido lógico, porque no le rodea ninguna
aura especial.
Solo es un simple actor, una persona más como cualquier otra.
Estar cerca de él no te curará el acné ni te hará crecer el pelo. Si
para ti George Clooney tiene un valor especial, superior al resto de
personas, es porqué tú has decidido otorgárselo.
¿Por qué no le otorgas ese valor especial a la persona que te sirve
el café cada mañana en la cafetería de la esquina?
Al fin y al cabo, hace mucho más por ti que George
Clooney, que solo los anuncia…
Así pues, esa aureola especial que rodea a la estrella de Hollywood
es una creación ficticia que solo existe dentro de tu mente y por
extensión, en la mente de todos los que lo consideran una
celebridad.
Es el mismo mecanismo por el cual le concedes un gran valor a un
trozo de papel al que llamas "dinero" o a ese fragmento de carbono
cristalizado al que llamas "valioso diamante".
Ese valor es una ficción creada por tu mente.
Una vez comprendido este mecanismo, es cuando nos topamos de bruces
con nuestro profundo estado de demencia, con la inconcebible locura
que aqueja a la humanidad en conjunto.
¡Y es que esas mismas personas que otorgan ese halo mágico y
ficticio al personaje famoso, olvidan que esa aureola solo existe
dentro de su psique y entonces deciden aproximarse a la celebridad
con el fin de absorber parte de ese resplandor que ellos mismos han
imaginado!
Porque no nos engañemos, la realidad es ésta: una persona que le
pide un autógrafo o una foto a un famoso, está intentando apropiarse
de parte de esa "aura mágica" que él mismo le otorga.
Es sencillamente demencial.
Se trata de un mecanismo psicológico absurdo y retorcido, propio de
seres perturbados que disponen de un enorme encéfalo para procesar
sus locuras, como es nuestro caso.
Si lo analizamos con cierta frialdad, el ridículo proceso que sigue
nuestra mente es similar al siguiente:
-
Imaginas una burbuja mágica invisible que
otorga determinados beneficios y poderes mágicos
-
Imaginas que esa burbuja mágica está situada
en la cumbre de una montaña
-
Una vez establecida en tu mente la asociación
entre la burbuja y la montaña, olvidas que la burbuja te la
has imaginado tú y pasas a creer que realmente la burbuja
mágica está en esa cumbre
-
Te vuelves loco por escalar la montaña para
poder sumergirte en la burbuja situada en la cumbre y
adquirir sus poderes mágicos
Lo que acabamos de narrar es muy similar a lo que
sucede en la psique de todas esas personas que se sienten especiales
por haberse hecho una foto al lado de un famoso o por poseer un
garabato suyo.
¡Y todos lo vemos como algo normal, cuando en realidad es un acto de
enajenación y estupidez colectiva!
Lo más increíble del asunto es que lo tenemos delante de las narices
y nadie se da cuenta del nivel de sinsentido al que hemos llegado
como especie.
Y eso que solo estamos hablando de algo tan simple e inocuo como un
autógrafo o hacerse una foto con un famoso… no estamos hablando de
grandes conceptos, como la moralidad, las ideologías o la religión,
cuyo nivel de complejidad y absurdo puede llegar a ser inasumible.
Sin embargo, y a pesar de parecer algo aparentemente tan anecdótico
y simple, un autógrafo o una foto con un famoso encierra aún más
elementos retorcidos en su interior…
Inferioridad y Superioridad Ficticias
Lo más triste del asunto es que cuando creamos en nuestra mente
esa aureola imaginaria que rodea al personaje célebre,
implícitamente estamos considerándonos a nosotros mismos como
seres inferiores, pues somos incapaces de generar ese mismo halo
para nosotros mismos; y no lo hacemos porque, simplemente, no
nos creemos merecedores de él.
Es más, al rodearle de una aura especial, elevamos a ese
individuo célebre por encima de la masa; una masa de la que
creemos que formamos parte integral, como elementos
indiferenciados del resto.
Es precisamente esa visión inferior de nosotros mismos la que
nos empuja a acercarnos a esa figura pública con el fin de
tratar de absorber parte de aquello que en nuestra psique lo
convierte en especial, como si él fuera un foco de luz y
nosotros una polilla.
Y al realizar esta acción, de alguna manera, lo que hacemos es
convertirnos en meros parásitos…
Parásitos Virtuales
Ésta es la triste realidad:
una persona que se hace una foto con un
personaje famoso, en ese momento está ejerciendo de
parásito.
Como una pulga o una garrapata que chupa sangre.
Un parásito que trata de absorber el resplandor imaginario del
personaje célebre, como si al compartir espacio físico con el
famoso, entrara dentro de esa burbuja mágica que imagina a su
alrededor y se empapara temporalmente con su aureola.
Es pues un parasitismo virtual, que curiosamente necesita de una
representación visual y espacial constatables para activarse
plenamente dentro de la mente de los individuos.
La demostración de ello es que aquella persona "anónima" que se
hace una foto con un famoso, necesita mostrarla a los demás
miembros de la masa, para que el proceso de parasitismo se haga
efectivo.
Un mecanismo que solo contribuye a reforzar, aún más, la
demencia grupal.
Aureola por Contacto
Pero si todo lo expuesto hasta ahora ya resulta ridículo de por
sí, aún podemos hallar un nuevo elemento que profundice más en
ese fango absurdo que satura nuestras mentes.
Y es que en el colmo de la demencia, hemos acabado creyendo que
la aureola del personaje famoso se traspasa también a los
objetos que ha tocado, la ropa que ha vestido o los garabatos
que ha realizado sobre un papel.
De nuevo, nuestra enajenada psique realiza una pirueta en el
vacío y crea un nuevo mecanismo, aún más descabellado que los
anteriores, al que someterse y esclavizarse.
Por más que nos empeñemos, una chaqueta vieja que ha
pertenecido, por ejemplo, a Elvis Presley, sigue siendo una
chaqueta vieja y no tiene más valor por ello que el que nosotros
le decidamos otorgar dentro de nuestra mente.
Por más que nos empeñemos, un autógrafo sobre un papel sigue
siendo un garabato, aunque lo haya hecho Albert Einstein, Brad
Pitt o Michael Jordan.
Es así de sencillo, no hay nada más.
Mucha gente quizás considere que todos estos razonamientos son
demasiado básicos y que no lleva a ninguna parte insistir en
ellos.
Pero no es así.
El Sistema, por completo, se apoya sobre estos absurdos
mecanismos sin sentido.
Todas nuestras creencias se basan en mecanismos similares a los
que rodean a un simple autógrafo, a una foto con un famoso o a
una pieza de coleccionista.
Comprender el sinsentido de estos mecanismos tan simples es
empezar a comprender cómo funciona toda esa maquinaria psíquica
virtual que nos convierte en esclavos.
Y es urgente que afrontemos este problema que nos aqueja, pues
estamos sometidos a un proceso de degradación cada vez más
acentuado.
Un Proceso de Degeneración
Como hemos visto a lo largo de este artículo, los seres humanos
somos capaces de llegar a las más elevadas cotas de absurdo por
culpa de nuestra extraordinaria capacidad de abstracción.
Y a la vez, gracias a ella, somos capaces de
asumir cada nuevo nivel de sinsentido como una nueva realidad
dotada de las más sólidas lógicas internas.
Esa impresionante capacidad para generar nuevas lógicas basadas
en el absurdo, la podemos experimentar cada noche cuando
soñamos:
somos capaces de crear inconscientemente
escenarios surrealistas que no tendrían ningún sentido en el
mundo real si estuviéramos despiertos y que sin embargo
tienen una lógica interna sólida cuando estamos inmersos en
el sueño.
Ese es un ejemplo muy evidente de nuestra
capacidad para asumir nuevas lógicas de funcionamiento, por más
que estén basadas en elementos irracionales o descabellados.
El problema es que, como sucede con muchos sueños, nuestro mundo
psíquico-social vive un proceso de degeneración lógica que
tiende a acelerarse cada vez más.
Quien más quien menos, se habrá dado cuenta de que nuestra capacidad
para generar mentalmente aureolas ficticias relativas a determinadas
personas y a los objetos que han tocado, no es algo exclusivo del
mundo actual, sino que se trata de una tendencia ancestral que hunde
sus raíces en la profundidad de los tiempos.
El guante de Michael Jackson o el último vestido que vistió Marilyn
Monroe, no son más que la versión moderna de las reliquias de los
santos o de las astillas de la cruz de Cristo.
Aureolas ficticias creadas alrededor de un personaje que después
hemos traspasado a los objetos con los que el personaje entró en
contacto.
Muchos podrían pensar que, por lo tanto, estamos igual que hace unos
siglos y que esta tendencia mitificadora tiene mucho que ver con
nuestra psicología profunda a nivel de especie.
Pero si lo observamos con atención, veremos un preocupante estado de
degradación de las lógicas que mantienen en pie todo nuestro
edificio abstracto.
Cuando adoramos la reliquia de un santo, estamos realizando
una complejísima pirueta psicológica, en la que no sólo concebimos
una aureola mítica y mágica alrededor del personaje santo, sino que
además la justificamos "lógicamente" relacionándola con nuestra
creación conceptual más elevada y compleja: la divinidad, la gran
obra maestra de nuestra capacidad de abstracción.
Sin embargo, ese mismo mecanismo, con el paso del tiempo, ha ido
acercándose cada vez más a una lógica vacía de sentido.
Si la reliquia de un santo justifica su valor abstracto a través de
sus presuntas capacidades milagrosas de origen divino, ¿cómo podemos
justificar el valor abstracto de una camiseta sudada de Cristiano
Ronaldo o de Leo Messi?
Hemos pasado de adorar, como si fueran mágicos, objetos tocados por
seres con supuestos poderes asociados al 'creador' del
Universo a adorar objetos tocados por unos tipos que simplemente
chutan un balón con los pies.
Y lo hemos hecho con toda la naturalidad del mundo, como si tuviera
algún sentido. Es pues un proceso de degeneración abstracta y
lógica, que podemos ver como se acelera cada vez más en nuestro
mundo…
Empezamos creando una aureola ficticia para objetos que tocó
Jesucristo, que supuestamente era el hijo del 'creador'.
Posteriormente empezamos a crear una aureola ficticia para los
objetos tocados por los santos, que son personajes secundarios que
no habían conocido directamente a Jesucristo, pero que creían
fervorosamente en él.
Después hemos creado una aureola mítica para los objetos tocados por
artistas, tales como pintores, actores o músicos, a pesar de que
esos objetos, en sí mismos, no sean obras de arte.
Y así ha sido, en esa caída libre hacia el vacío absoluto de sentido
lógico, en que después hemos acabado creando una aureola mítica para
objetos tocados por tipos que corren o chutan un balón y ahora ya
empezamos a crear una aureola mítica para objetos tocados por
personajes que simplemente no hacen nada:
solo son famosos porque salen
en los medios, sin demostrar
ningún talento artístico ni ninguna capacidad especial que
justifique su presencia mediática.
Así pues, hemos pasado de la aureola mítica asociada al "creador"
del Universo a la aureola mítica asociada a nada.
Es decir, hemos empezado siendo
prisioneros de nuestro concepto abstracto de
Dios y pronto seremos
prisioneros de un vacío.
Eso es una caída al abismo en toda regla; un aprisionamiento
progresivo de la mente humana en el que las cadenas están formadas
por eslabones cada vez más irracionales y absurdos.
Es como una gran pesadilla cuyas lógicas internas degeneran sin
cesar y que parece que nunca va a terminar.
¿Cómo puede ser que nos esté sucediendo algo tan grave como especie
y nadie se de cuenta?
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